𝒞𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁𝑜 87
Las sábanas blancas se veían tan frías sin él. No había nada más. Solo me quedaban los dolorosos recuerdos.
Los recuerdos caían, se derrumbaban a mi al rededor. Me quemaba. No tenía fuerzas para seguir. Mis mejillas estaban entumecidas por el mar de lagrimas previo.
Toda la habitación estaba oscura, la oscuridad me tragaba y no me dejaba salir.
Había algo que se aparecía en mi mente todo el tiempo: eran los ojos de Jungkook. Esos ojos llenos de luz, eran casi iguales a los de Bambi. Estaban llenos de esperanza, que me daba fuerza para seguir, pero esta vez, ya no había propósito.
Me sentía cansado, triste. Estaba mal. Era difícil mirar atrás y recordar todas esas noches en las que Jungkook y yo dormíamos juntos, cuando nos quedábamos despiertos a deshoras hablando de cosas sin ningún sentido.
Todas las veces que nos entregamos uno al otro. Que le di todo de mi. Que él me entregó todo de la misma manera.
Jungkook...
Había pasado ya tres días sin salir de mi habitación. Simplemente no podía levantarme de mi cama. Y, a pesar de que me recordaba a Jungkook, me reconfortaba percibir su olor aún en la almohada y las sábanas que ahora estaban heladas.
No recuerdo haber sonreído. Tampoco recuerdo haber permitido que Hoseok entrara a mi habitación. Tocaba la puerta tres veces al día, una para decirme "buenos días" y darme el desayuno que recogía en la tarde, cuando venía a ver si yo había comido. Finalmente en la noche, cuando detrás de la puerta me contaba las cosas que había hecho en el día y me preguntaba si yo estaba bien. Yo contestaba simplemente con un "Sí". Era mentira, él y yo lo sabíamos.
No estaba bien. Tal vez jamás volvería a estarlo. Levantarme de la cama era difícil, dejar de pensar en él era difícil.
Todas las noches me atormentaba su rostro, estaba llorando, tenía una expresión de dolor. Yo no podía hacer nada.
No podía llamarlo por más que quisiera, habíamos terminado y era hora de aceptarlo.
No tan lejos de ahí.
Hoseok estaba afuera de la habitación de su mejor amigo. Llevaba días encerrado sin salir. El departamento se veía tan oscuro sin la sonrisa cuadrada de Taehyung. De repente, todo lo que alguna vez fue felicidad, ya no lo era. El departamento que estaba lleno de amigos y risas ahora estaba vacío. ¿Por qué?
Taehyung estaba encerrado en su cuarto; cuando Hoseok le habla del otro lado de la puerta, el otro apenas contestaba.
Yoongi y Hoseok no se dirigían la palabra, Yoongi había desaparecido por completo. Hoseok solo lo veía en momentos y muy de lejos cuando estaban en la universidad.
Jungkook... no se sabía nada de él. Al menos Hoseok no sabía nada. Le había mandado algunos mensajes pero parecía como si se hubiera desvanecido en el aire. Ninguno de los mensajes fue contestado.
Por supuesto, Hyungwon iba con Hoseok todas las noches y estaba ahí por unas horas después de trabajar, pero los dos chicos entendieron que lo que menos quería Taehyung era ver gente. Es por eso que Hyungwon se iba del después de pasar un rato consolando a Hoseok. Porque sí, para Hobi también era duro.
—Tae... —habló Hoseok —. Tu profesor de arte preguntó por ti. Quería saber por qué estás faltando a clases... le dije que tenías algunos problemas personales.
Y no hubo respuesta.
—Hey, Taehyungie, tengo algo para ti. Hoy pasé a la tienda y compré un paquete de fresas, ¿lo quieres? —preguntó Hobi, con su tono de voz trataba de convencer a Taehyung.
—No.
Hoseok se sorprendió por dos cosas. La primera: conseguir una respuesta de Taehyung. La segunda: El castaño negó un paquete de fresas.
—¿Por qué? —preguntó Hobi con una voz demasiado suave.
—Porque saben- a él.
No tan lejos de ahí.
Las lágrimas del pequeño no cesaban, tampoco tenía intenciones de parar de llorar. Estaba triste. Le dolía, le dolía más que las heridas en todo su cuerpo.
Se escondía bajo las sabanas de color rojo de su cama. No quería que nadie lo viera.
Y, a pesar de que un chico con cabello color rosado estaba a su lado, Jungkook se sentía solo.
Jimin no se separaba ni un momento de Jungkook. Dormía con él, despertaba con él, lo consolaba cuando rompía en llanto y platicaba con él. Después de todo, era psicólogo.
—Kookie... —habló Jimin mientras descubría a Jungkook, quien estaba debajo de las cobijas.
—¿Qué? —contestó el menor con la voz débil.
—¿Cómo te sientes? —siempre le hacía esa pregunta.
—Mal, Jimin. ¡Mal! Llevo toda la semana diciéndotelo. Extraño a Taehyung, quiero estar con él, quiero que me abrace, quiero que me tome fotos y se me quede viendo como lo hacía. Quiero pintar con él, quiero platicar y jugar videojuegos con él. Quiero amarlo.
Jungkook se descubrió, de repente sintió mucho calor, y es que ya estaba harto de las preguntas de Jimin.
—Su-supongo que te traeré la comida. —dijo Jimin. Su corazón se rompió al escuchar todo eso, a pesar de todo lo que había pasado, ¿Jungkook seguía amando a Taehyung?
Jimin se levantó de la cama y salió del cuarto de Jungkook.
Cuando llegó a la cocina vió a Jin recargado contra la barra de la cocina.
—Jin...
—¿Curioso, no? —habló Jin.
—¿Qué? —Jimin estaba nervioso.
—El hecho de que le suplicaras a Jungkook que le fuera a pedir perdón a Taehyung urgentemente, ese día. —Jin miró a Jimin, era la típica mirada; Jin lo estaba acusando.
—¿De qué hablas? —Jimin fingió mientras se acercaba al refrigerador.
—A que... te lo llevas y Jungkook regresa llorando porque cortó con Taehyung. ¿No te parece sospechoso que el único que hubiera estado ahí fueses tú?
—No sé a qué te refieres. —soltó Jimin y cruzó sus brazos sobre su estómago.
—Jimin, tú no hiciste nada para evitar que Yugyeom besara a Jungkook. Tampoco hiciste nada para evitar que Jungkook y Tae cortaran, ¿o sí? —las piezas del rompecabezas por fin comenzaban a encajar.
—¿Qué podía hacer? —Jimin miró seriamente a Jin.
—Mira, Jimin. Yo te dije que no hicieras nada en contra de esos dos. No sé lo que hiciste, pero sé que fuiste tú. ¡Te dije que no te metieras! ¡Te lo dije, carajo! —Jin golpeó la mesa.
—Hyung... Jungkook necesitaba ayuda y yo-
—¿Lo ayudas? Mira bien, Jimin. ¡Jungkook no ha salido del departamento en una semana! ¡Observa los malditos hechos, Jimin! —regañó Jin.
—Es el proceso.
—¡Un cuerno! Mira, Jimin, sabes que te amo como a un hermano menor, pero te juro que si no le dices a Jungkook la verdad, no te lo voy a perdonar. —amenazó Jin mientras señalaba a Jimin con su dedo.
Jimin iba a objetar pero un golpe se escuchó, provenía de la recámara del menor. Los dos corrieron y entraron.
Encontraron a Jungkook frente a un bote de basura. Tenía cajetillas de cigarros en las manos, las arrojó al bote de basura con ira y dolor en sus ojos.
—¿Qué haces? ¿Por qué te deshaces de ellos? —preguntó Jimin.
—Porque saben a él.
¡Hola! Muy buenas. Aquí vengo celebrando que la historia llegó a 9K, estoy de verdad muy feliz. Muchas gracias por su apoyo.
También vengo celebrando el cumpleaños de nuestro hermoso bebé TaeTae, en lo personal lo adoro demasiado.
Así que... nueva actualización y, ¡feliz cumpleaños Kim TaeHyung!
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