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Capítulo- 43

—¡Hay que subir a ese!—gritó August saltando como un niño pequeño y Nina lo acompaña, señalando un nuevo juego que aún no hemos probado. Ambos se alejaron hasta llegar a él. Estaban más que entusiasmados. Me separé un rato para mirarlos desde la distancia.

Gracias a ellos he llegado a tanto.

A la comprensión, de que todo tiene más de un lado y que depende de el ángulo en que lo veas.

La aceptación, de que todos somos perfectamente imperfectos y qur nuestras imperfecciones son los que nos hace nosotros.

Amistad, no todos son iguales, siempre habrán personas que te amarán tal y como eres.

Sentir, vivir, disfrutar... y amar.

Hemos estado probando cada juego que nos paresca divertido uno tras otro sin detenernos, la energía que se desprende es inmensa pero igual de acojedora, sonrisas desbordantes y... felicidad. Y aunque trate de mantener mi calma, he de admitir que me la estoy pasando genial. Porque siento como cada vez más mis temores se alejan y me permito disfrutar con nuevas personas que sí se lo merecen, aquellas que han permanecido a mi lado sin importar nada.

Una suave brisa hace que me estremesca por un momento y me abrazo a mi misma,  no fue una buena idea el haber dejado tanta piel descubierta. Ni siquiera sé porqué me esforcé tanto en verme bien.

Si lo sabes.

—¿Estás bien?—Asher se acerca inspeccinandome con su mirada, destellando preocupación.

Asiento de inmediato, conociéndolo haría una escena y se preocuparía demaciado. Logro sorprenderme de lo atento que es, como si estuviese al pendiente de cada movimiento que hago y no puedo evitar sonreír ante dicho pensamiento.

—Estoy bien.

Siento como sus brazos se embuelven alrededor de mi cuello desde atrás, el calor de su piel calando la mía. Al ser largos logra cubrir no sólo mi cuello, si no mis hombros, y parte de mis brazos con sus manos. Lo más probable es que esté agachado para poder obtener mejor movilidad y coloca su definida barbilla sobre mi cabeza. Me encojo ante su gesto, sintiendo un poco de vergüenza y tratar de esconder la sonrisa que se dibuja sola en mi rostro.

Estamos rodeados de personas y aunque hayamos compartido tomadas de manos y varios besos, eso no evita el hecho de que aún me sienta nerviosa por ello, me siento tan inexperta sobre estas cosas que el sólo hecho de sentir su tacto me emociona. Soy un completo parásito para esto, se supone que pronto cumpliré diecinueve años y paresco una niña. Además las pequeñas cosas como estas siempre han permanecido en privado, sólo nosotros sabemos sobre eso. Pero ahora estamos rodeados de multitudes de personas.

Me siento tan inexperta sobre esto, sin embargo, Asher hace que ese sentimiento no sea tan malo y empiezo a disfrutarlo.

—No pareces estarlo, empiezas a tiritar, tu nariz está roja y tus labios empiezan a tornarse blancos—murmura cerca de mi oído a través de mi cabello.

No entiendo como puede darse cuenta de la más mínima cosa que muestre, es como si para él fuese un museo al aire libre.

—Esto me recuerda a esa vez que llegaste a Blues completamente empapada por la lluvia e hiciste un desastre en el piso que acababa de limpiar, estabas a punto de perder el conocimiento y te negabas a compartir palabras conmigo o hacerme caso. Me enojé tanto por tu aspecto y tu falta de tacto hacia ti misma que incluso te grité por ello.

—Creo que esa fue la primera vez que no te vi como un extraño, porque tus gritos de aquella vez me recordaron a mi mamá, y se sintió tan bien que incluso te hice caso. También me prestaste tu cambio de ropa y  te burlaste diciendo "pareces un duende, incluso a mi hermana pequeña le queda menos grande esa ropa"—dije tratando de imitar su voz, cabe destacar que ni cerca lo logré—al final terminaste acompañándome hasta la casa.

Acurrucó su cabeza en mi cuello y acercó su cara pegando nuestras mejillas.

—¿Cómo era ella? Tú mamá.

Su pregunta me sorprendió, sólo eso. No es otra clase de sentimientos, sólo me había tomado por sorpresa, no hubo punzada de dolor ni lágrimas que amenazan con salir, su recuerdo me invade, sin embargo, me alegra. El recordar sus hermosos ojos, su sonrisa y sus apodos cursis ya no duele, no me duele. Después de tres años por primera vez consigo mencionarla sin desplomarme a llorar en el intento.

—Era una madre maravillosamente brillante, aunque poseía extraños hábitos que me agradaban. Solía ser muy serena y amable, pero cuando no hacía lo que me pedía o dejaba un desastre ya sea en la habitación o algún lugar de la casa, se enojaba e incluso daba miedo, como tú.—menciono con un poco de melancolía.

Mi vista se queda al frente, las personas transitando alrededor de nosotros, sin embargo no se detienen a mirarnos raro, al contrario.

—¿Doy miedo?—pregunta con voz sorprendida—no espera, ese no es el punto, ¿cuales eran sus hábitos?

Permanezco en silencio, recordando su apodo, el como solía llamarme. Sus caricias tranquilizadoras en mis cabellos, el como me hacía un espacio entre ella y papá cuando me escabullía entre sus sábanas durante la madrugada por lo cobarde que solía ser.

—Tenía la costumbre de llamarme por un apodo realmente cursi.

—¿Cómo te llamaba?

—Algodón de azúcar, ¿¡puedes creerlo!?—me vi alzando la voz sin pretenderlo.

—Sí puedo creerlo, eres una masita de azúcar—alza su mano y apretuja mi mejilla con suavidad.

—No soy ninguna masita Asher—me quejo y alejo su brazo de mi mejilla, pero permaneciendo envuelta por sus brazos—¿Qué hay de ti. ¿Cómo ha sido tu mamá?

El parece pensarlo un momento.

—Ha sido una persona que ha estado ahí para a mí, a pesar de las dificultades. Ha sido y es una excelente madre—finaliza con una genuina sonrisa.

—Lo he comprobado—copio su acción al sonreír. La señora Lea, es sumamente amable y genuina. Su sonrisa siempre está ahí, dispuesta a animarte y a darte apoyo—he visto tu foto de niño.

Me giro para mirarlo a la cara, pasando mis brazos por su delgada pero formada cintura. Nuestras narices rozan un poco, ya que Asher se encontraba, como había pensado, agachado. Él sonríe ante el tacto, hecho mi cabeza hacia atrás para mantenerla distancia y él se incorpora, por lo que tengo que alzar la mirada para verlo.

—¿Qué foto?—pronuncia alarmado.

—Hay un pato junto a ti, mientras estás en el agua.

—No... la del pato no. Dios.

—Siempre has tenido buen trasero—curvo una sonrisa burlona.

—¡Mikaela!—exclama avergonzado sus mejillas aún más rojas por el frío—esto es exivicionismo, no es justo que me veas desnudo, aún cuando sea sólo un niño.

Mi sonrisa se agranda, convirtiéndose en una carcajada. Asher me fulmina con la mirada y se cruza de brazos.

—Ya, ya, lo siento. Pero la Señora Lea me ofreció ver su álbum de fotos, aunque nuevamente noté que, al igual que las fotos de habitación, hubieron varios años en los que dejaron de haber fotografías.

—Ooh, eso.

Su vaga respuesta me aturde.

—¡Aún así me viste desnudo!—el estruendo de su voz llama la atención de la gente, y me apresuro a cubrir su boca con mi brazo, sintiendo como sonríe satisfecho—¿Qué sucede?

—No digas tonterías, nos mal interpretarán.

—¿Y?

Gruño rodando los ojos y me separo de él.

—¿Dónde han ido los demás?—giro mi cabeza por todos lados en busca de el par desastrosos, pero no se ven por ningún lado.

—No lo sé—comenta introduciendo sus manos en los bolsillos de su bermuda—pero no me quedaré a esperarlos, vamos por helado, muero de hambre.

Extiende su mano hasta mí, insinuando a que la tome y me confundo por su repentina acción.

—Hay demaciadas personas aquí podrías perderte, tómala—aclara al ver mi confusión.

—Esa es una gran excusa para tomarme de la mano Asher—mis labios se curvan en una media sonrisa.

—¿y funciona?

Su mano aún permanece extendida, la miro por un par de segundos para luego tomarla sintiendo la fría calidez de sus manos, sus dedos actúan rápido y atrapan los míos entrelazandolos.

—Me temo que sí—en la distancia distingo un puesto de helado, al ser un lugar muy transitado en cada lugar estratégico hay puestos de comidas, golosinas y en nuestro caso helado—vamos por helado.

La vista es espléndida, luces parpadeantes por todos lados, risas resonando, niños jugando, todo parece tan irreal para mí, sin embargo, me permito disfrutarlo, porque de nada me serviría creer que esto es irreal y no disfrutarlo. Cuando una oportunidad aparece en tu vida tienes que atraparla aunque sea con tus dientes, y aunque en mi caso en ves de seguirlo trate de apartarlo, evitarlo e incluso tratar de olvidarlo, pero cuando algo es para ti aún lo patees y le grites se quedará para ti.

Ahora me arrepiento un poco por como lo trate en un principio, fui tan desagradable que de sólo pensarlo se me revuelve el estómago. He sido grosera, deshonesta y desagradable, pero ha podido soportarme y aceptarme aún después de mostrarme tan frágil ante él. Es que me parece imposible, tan lejano que me es un poco difícil creerlo.

Porque las cosas imposibles o irreales son las que más llaman la atención.

Quiero dos helados de chocolates por favor—Asher pidió amablemente al vendedor detrás del mostrador y éste se apresuró a buscar lo que pidió—¿de qué sabor lo quieres gorila?

—Los sabores mostrados no llaman mucho mi atención, pero elijo el rojo de allá—señalo al final uno con tonalidad roja bastante encendida y chispas color verde—sí, quiero ese.

El vendedor me da una mirada de sorpresa, sus ojos expresando cierto temor sin razón aparente.

Paso saliva por mi garganta al sentirla reseca de repente. Asher me toma de el brazo y acerca su rostro hasta mi oreja para susurrarme.

—Gorila no te recomiendo comer ese... no es tu estilo.

—¿Quién dice que no lo es?—susurro de vuelta—ahora con más razón lo quiero, ¡señor!

El chico de los helados que no parecía mayor de algunos veintiocho años, se sobresaltó en su lugar por mi grito, dejando caer el helado que reposaba en sus manos, gruñó devilmente y arrugó su entrecejo para acto seguido proceder a hacer otro, de nuevo. Traté de evitar una sonrisa, pero me fue imposible.

Después de haber recibido nuestros respectivos helados, una vez hecho nos retiramos sin alguna dirección a donde ir. Al probar el primer bocado de mi helado entendí el porqué de la advertencia de Asher y la mirada sorprendida del chico helado.

Escupo el helado de mi boca y trato de respirar la mayor cantidad de aire que mis pulmones me permiten.

—A-asher—pronuncio con dificultad, él se detiene con una sonrisa—¡esta mierda pica demaciado!

Me veo en la obligación de sacar parte de mi lengua para tratar de aliviar la sensación picante.

—Te lo advertí, pero no me hiciste caso—habla sosteniendo una paleta de helado en cada mano, la izquierda mordida hasta la mitad y la otra casi terminada.

¿Cómo rayos logra comer tan rápido?

—¡Nunca dijiste que picara desgraciado!—exclamo alzando mi vista y encararlo con cara de... de perro, esa cara he de tener sin duda en estos momento.

Tomo una de sus paletas y muerdo un gran pedazo, consiguiendo que la sensación disminuya un poquito.

—¡Hey, ese era mi helado! Ahora me debes algo a cambio—dice guiñando uno de sus ojos—el helado que probaste antes y te dejó en esta situación, es porque es un helado compuesto por chile, en definitiva ese halado tiene como condimento principal el chile, con la finalidad de mezclar lo dulce del helado con lo picante del chicle y así crear una explosión deliciosa de sabores. Fue creado por los mexicanos y ha sido un éxito en la industria gastronómica, es el segundo helado más consumido a nivel mundial.

—¿Cuál es el primero?

—Sabor chocolate.

—Admiro a los mexicanos por crear esto y a las personas por consumirlas. Ahora necesito agua, siento que mi lengua se desprenderá en cualquier momento.

Asher alza su mano, delinea mis labios con su pulgar y luego lo lleva a su boca descaradamente.

—Delicioso—dice lamiéndose los labios—ahora iré por algo que logre calmar tu incomodidad, volveré en un minuto, no te muevas de aquí.

Sonríe y empieza a alejarse.

—No es como si tuviera otro lugar al que ir, tú eres el único idiota que me soporta ahora.

Me acerco hasta una banca solitaria y me siento.

Hoy ha sido un día espléndido, lleno de diversión y desbordante alegría. Siento como cada vez mi oscura vida se está llenando de colores y flores hermosas, tengo amigos genuinos y encantadores. Es cierto que no parecen las personas más educadas y sus comportamientos son como los de un niño, varias veces aparentan estar incluso faltosos de cordura, pero como dijeron en la película de Alicia:

"las mejores personas lo están"

Las personas no son buenas por poseer abundantes cantidades de dinero, buen perfil o cuerpo, por encajar con todos. Las mejores personas son aquellas que llegan a tu vida por casualidad poniendo todo tu mundo de cabeza y aún así permanecer a tu lado, las mejores personas son las que tratan de sacarte una sonrisa, aún sabiendo que la posibilidad de que lo hagas sea una en un millón, pero aún así lo intentan. Son aquellas que hacen algo diferente desde el momento en el que entran en tu vida. Me convertí en una persona antisocial incluso con mi familia, pero poco a poco gracias a alguien comprendí que esa no es la mejor manera de solucionar las cosas, aún sin usar palabras. Entendí que en cierta forma estaba huyendo hacia un callejón si salida, que sólo me estaba privando de la realidad.

Las mejores personas son las que aparecen frente a ti mientras un perro persona te persigue.

Le mejor persona en mi vida es Asher Miller—susurro dejando mi cabeza caer hacia atrás apoyada en la banca.

La vista al cielo es hermosa. Las estrellas son tan grandes y brillantes que parecen luceros, la luna empieza a salir desde el este, un reflejo de color medio anaranjado la cubre dándole un aspecto más radiante.

Es entonces cuando noto como un peso extra cae a mi lado, dejando de estar sola en la banca, permanezco en mi lugar sin mover ni un centímetro de mi cuerpo evitando llamar la menor atención posible.

Mierda Asher, ¿dónde te metiste?

Mi mente estaba clara y tranquila hasta el momento en que una desconocida mano es posada sobre mi pierna descubierta. Me levanto alarmada sin mirar al susodicho de lo sucedido. Aprieto mis puños con fuerza suprimiendo mis ganas de golpear.

—Enserio eras tú, no pensé encontrarte aquí—esa voz... —estás muy cambiada, al principio me costó mucho reconocerte pero al final si resultaste ser tú, Mikaela—¿cuál es la posibilidad de que algo como esto suceda?

Ni siquiera tengo un porcentaje, esto es simplemente imposible.

Esto no debería estar sucediendo...

Esto no está sucediendo, no es posible...

Esto es un mal entendido...

¿¡verdad!?

Él no debería estar aquí...

Gracias por leer.

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