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Capítulo- 35

Mikaela.

Por mucho que tratara de negarlo, los sentimientos no mienten y lo que crecía rápidamente dentro de mí por Asher, eran sentimientos de querer. Cuando una persona empieza a desarrollar sentimientos por otra, haga lo que haga no se puede detener, y mucho menos ocultar. Así que había empezado a resignarme y sólo aceptar el hecho de que sí, me gusta Asher.

A pesar de sus locuras, comportamiento de niñato y todos esas cosas que en un inicio me parecieron poco atractivas de el y por las cuales he empezando a sentir atracción. No importa si lo acepto internamente, nadie tiene porqué enterarse de lo que siento, y me aseguraré de que este sentimiento quede enterrado, no surja, ni muestre sus ramas. Porque eso sólo me haría débil de nuevo, volvería a ser lo de antes, y eso es lo que más temo. Volver a confiar, volver a sentir todo aquello que me destrozó, volviéndome en lo que soy ahora.

He confirmado que con él me siento despejada, libre y completamente a gusto. Como cuando sostuvo mi mano aquel día y no la solté, o como cuando ató los tirantes de mis zapatos.

—Capullo, sal de tu habitación un momento—llama el abuelo, intoduciendo su cabeza por la puerta hacia mi habitación, pareciendo alguna clase de topo saliendo de su cueva.

La casa ha estado en completo silencio durante todo el día, además la abuela no se ha aparecido por ningún lado, incluso en la hora de comer no se presentó. Asumí que había salido o se ha ocultado para luego hacer de las suyas como es común.

Me remuevo incomoda en el sofá cerca de la ventana y acerco el libro que sostengo entre mis manos. Procedo a humedecer mis labios con mi lengua mientras aferro mis dedos al objeto repleto de páginas.

—No quiero salir abuelo, estoy leyendo.

—¿Sí?.

preguntó con un tono entre sarcasmo y serio.

—Sí, por eso lo he dicho.

Siento como sus pasos se aproximan hasta detenerse al frente de mí y observarme fijamente.

—El libro está al revés Mikaela—suelta sin gracia con uja voz neutral, como si se estuviera burlando pero a la vez tratara de reprimirse.

Dejo caer el libro de inmediato, cerrandolo con brusquedad y lo odservo para confirmarlo por mí misma. Y sí, en efecto estaba sosteniendo el libro al reverso. ¿tan mal estoy? Porque ésto no hace más que confirmar lo distraída que estoy.

Sintiendo la sangre subir hasta mis mejillas y calentarlas por el sonrojo que de lo más seguro me recorre, levanto la mirada y al conectar con la de el abuelo, me encojo levemente en vergüenza.

A esto es a lo que me refería, estoy volviendo a sentir cosas ante situaciones minimalistas como lo hacía antes.

—Estoy implementando una nueva forma de leer...—invento una mentira para salir de la vergüenza y conforme lo hago me siento más idiota—... leer al reverso.

—Siempre te ha ido pésimo la mentira.—el abuelo alzando sus manos, alcanza mi nariz y deposita un ligero golpecito en ella con una sonrisa. Esa acción es como una extraña manía por parte de él,  recuerdo que desde pequeña lo ha hecho cuando se siente bien o en un ambiente cómodo, como lo es ahora—ahora baja, hay una sorpresa para ti en la sala de estar.

Arrugo mi cara en gusto de no entender nada, instandolo a hablar con la mirada,  una sorpresa ¿porqué, tan repentino?. No es como si fiera un día especial o algo por el estilo, es sólo un fin de semana más estando en mi rutina diaria en la casa.

—Es una sorpresa Mikaela, no diré nada. Sólo date prisa.

Tomó de mi mano guiandome hasta la salida y cerrar la puerta en mi cara, ¿Qué mierdas está sucediendo? Decido de dejar de aplazar esto y voy directamente a la sala. Me extraño al ver que el lugar está lleno de maletas y la puerta principal abierta. Escucho murmullos desde la cocina, identifico la voz de Matias, la de la abuela, sin embargo hay una tercera voz masculina que no consigo identificar por la lejanía. Con curiosidad me acerco a pasos lentos hacia dónde provienen las voces, mis pies cuidando a cada momento donde piso más de lo común. Empujo con cuidado la puerta dejando entrar la mitad de mi cuerpo en la cocina.

Entonces lo veo.

Su espalda inconfundiblemente larga, sus hombros anchos y su manera tan peculiar de mantenerce de pié, vistiendo unos pantalones de mezclilla negro, junto a una camisa mangas largas color azul, su vestimenta hace destacar más su cabello castaño ahora rizado, haciendole lucir más rebelde, pero a la vez formal. Sus manos introducidas en sus bolsillos con cierto aire de autosuficiencia. Una enorme sonrisa es adoptada por mis labios sin ningún impedimento o timidez, tan sólo siendo yo al mostrar la gran felicidad que siento de volver a verle. Ha sido un año completo sin verle, pero lo he sentido como si fuera más.

—Adrien...—mi voz sale con un tono feliz, pero a la vez bajo, no pudiendo reprimir más las ganas de verle de frente, ya que hasta ahora se ha mantenido de espaldas.

Al escuchar mi voz el se gira por completo a verme. Sus ojos no han cambiado en nada y aún siguen transmitiendo esa seguridad que tanto necesito.

—Mocosa...—su voz sale quebrada y ronca. Sus ojos comienzan a critalizarce y a retener las lágrimas que amenazan con caer por su cara—estás más delgada... —un año sin vernos y es la primera frase que sale de su boca.

Pero es cierto, lo estoy. Luego de lo de mamá admito no haber sido yo misma, pero últimamente he estado mucho mejor, sintiendo desvanecerse poco a poco la barrera que me limitaba a salir al exterior.

—Estoy bien—trato de sonar firme y calmada, pero al final no lo logro y mi voz se quiebra, tal como una nota fuera de lugar, desafinada—...te extrañé.

No sé en qué momento los demás había abandonado la habitación, pero ahora sólo estamos nosotros dos a cada esquina de la amplia cocina. Queriendo correr y abrazarlo con fuerza, aprovechando todo el tiempo que hemos estado separados, sin embargo mis pies se niegan a responder, todo mi cuerpo lo hace.

Y como si él leyese mi mente, atravesando el espacio que nos separaba se acercó y me envolvió en sus brazos. Fue tan repentino que no me dio tiempo a reaccionar, fue como un parpadeo y ya estaba siendo envuelta por la calidez de sus brazos. Me tomó un tiempo reaccionar, cuando levanté mis manos devolviéndole el abrazo. Hundo mi cara en su pecho y me permito respirar su olor detenidamente.

—¿Cómo has estado?—pregunta luego de romper el abrazo y proceder ambos a tomar asientos—¿la secundaria? ¿tus amigos? ¿cómo te sientes? ¿estás comiendo bien?

Me veo siendo bombardeada por sus preguntas.

—He estado bien... —Adrien gruñe, como diciendo que lo que estoy diciendo no se lo creyese—bueno, estoy mucho mejor que antes. He aprendido a convivir con la ausencia de mamá. No estoy pensando tanto en ella como lo hacía antes, y a pesar de que aún me culpo por su muerte. Porque aceptalo Adrien, si le hubiese prestado más atención... eso no hubiese sucedido. A pesar de eso, he encontrado a un chico que me ha ayudado bastante con ello sin pedírselo. Con sus ocurrencias y extrañas peculiaridades—sonreí al imaginarme todas las locuras que ha hecho Asher—en la secundaria ha ido bastante bien gracias a ellos—la imagen de Asher y August pelearse se instala en mi cabeza —nunca me dejan sola. Ni siquiera me dejan respirar, a pesar de estar golpeándolos constantemente. Me siento completamente bien y sí, sí estoy comiendo bien Adrien—contesto a todas  sus preguntas en el orden que el las ha elaborado.

—Eso... —sorbe su nariz y limpio con mis manos el resto de lágrimas que aún es visible en su rostro. Aunque  soy menor que él, no soy la que está derramando lágrimas como loco. No he derramado lágrimas a pesar de que el sentimiento de querer hacerlo se instala en mi pecio con fuerza—está muy bien. Es bueno saber que has hecho nuevos amigos aquí, y no te has estancado en el pasado... —él duda por un momento, como si estuviera repasando si decirlo o no. Y cuando su mirada se posa sobre la mía, sé que traerá ese tema de nuevo. Entonces suspiro—Sobre lo que pasó entre tus amigas...

—Ellas nunca fueron mis amigas Adrien—le interrumpo para corregirlo.

Él hace una leve mueca que termina por ser una media sonrisa de boca cerrada.

—Lo que pasó entre esas chicas, ¿mejor?—asiento instando a que continúe—me enorgullece que hayas dejado eso atrás y seguir adelante. Sobre todo me sorprende que hayas hecho amigos, pensé que nunca lograrías conseguir, ¡con ese humor!—se burla y le pateo por debajo de la mesa. Él gruñe en respuesta—de eso hablo, golpeas todo lo que se mueva.

—Tú te lo buscas idiota.

—Mocosa.

—Ignorante.

—Peliona.

—Estúpido.

—Malhumorada.

—Cara de rábano descompuesto.

—Eso es pasarse mocosa, soy re-hermoso y lo sabes—dice con voz de diva, nótese mi sarcasmo.

Me río, Adrien no ha cambiando en nada, más que su físico. Y eso me alegra.

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Termino de colocar las maletas a un lado, donde no ocupe mucho espacio y no bloquee el paso. Más específico, una esquina de la habitación. Adrien se negó a quedarse en una de las habitaciones para invitados, con la excusa de que el polvo le causaría una alergia mortal(igual de exagerado que antes). Debido a que se había aparecido sin decir nada no había dado tiempo de preparar una habitación para él, como son habitaciones de invitados nadie las has usado en años, manteniéndose cerrada durante todo ese tiempo. Están llenas de polvo y telarañas, al igual que las luces están descompuestas. Los abuelos se habían ofrecido a dormir en la habitación con Matias, para que Adrien dormiera en las de ellos, pero él se negó al instante y se le ocurrió la maravillosa idea de quedarse en mi habitación.

Me tumbo en la cama, chocando mi espalda con el suave colchón.

—¿Qué estás haciendo? Y ¿dónde están mis maletas?

Adrien sale de el baño con sólo una toalla enrollada en su cintura, su marcado torso quedando al descubierto. Sus manos sosteniendo una toalla mucho más pequeña con la cual seca su cabello empapado de agua. Gotas de agua recorren su cuello hasta sus brazos y pecho.

—Están en esa esquina—señalo con mi dedo la dirección.

Se acerca hasta ellas y empieza a buscar dentro de ellas. Tirando todas las piezas de ropa al azar en el piso, pareciendo que caían de el cielo como lluvia. Tan desordenado como siempre, pero si piensa que mantendrá mi habitación como su posilga personal está muy equivocado.

Sus manos se mueven con rapidez en busca de quien sabe que.

Fue hasta que se formó una montaña de ropa y el piso estaba rodeado casi por completo de ellas, que se levantó con un pantalón corto y una camiseta color rojo. Al parecer esa sería su vestimenta. Mis ojos se abrieron sintiendome alarmada, cuando sus dedos se envolvieron en el borde de la toalla con la clara intensión de quitarla.

—¡idiota, ve al baño!—grité lanzándole un almohada con fuerza, haciendo que pierda el equilibrio y casi se callera.

—Tengo ropa inter...

—Me importa que tengas ropa interior, largo—sentencio con tono amenazante.

Él suspira y hace lo que le digo. Subo por completo a la cama y cubro mi cuerpo con la sábana empezando a sentir frío en mi cuerpo. Apago la luz y cierro los ojos con el propósito de dormir. Al sentir la cama hundirse del lado contrario al que estoy, asumo que es Adrien. No me molesto hasta que siento como me estruja contra él, casi asfixiandome con sus brazos.

—Adrien, ve a dormir al sofá—gruño removiendo mi cuerpo tratando de liberarme de su agarre, pero es demaciado fuerte incluso para mí.

—Hay espacio para los dos—responde él depositando un tierno beso en mi frente. Esa acción tan característica de él.

Dejo de moverme al encontrar la posición perfecta para dormir y dejo mis ojos cerrarse para descansar.

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A la mañana siguiente fui la primera al despertarme, Adrien dormía placientemente usándome como su almohada. Un extraño sonido exterior me despertó.

Haciendo el menor ruido posible para no despertar a Adrien, quien parecía un koala aferrado a mí,  mi cuello era un desastre por su culpa, y  es que su cabeza pesa bastante. Con cuidado retiré la sábana que me cubría, procediendo a deshacerme de sus brazos. Alcancé mis calzados y crucé hasta la ventana, abriendo un poco la cortina que la cubre para ver. Al hacerlo Asher está sosteniendo un cartel en sus manos con las siglas "sal, rápido" en ellas. Son las nueve de la mañana aproximadamente ¿qué acaso no tiene nada que hacer?

No dudé en hacerlo al instante... cerrar las cortinas es obvio.

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¡Nuevo capítulo! Espero y les guste.

Gracias por leer.

××CHOI××

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