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↠Parte Quince↞

La rubia omega dejó a un lado su teléfono, después de avisar que llegaría tarde a la oficina, y se apoyó sobre la almohada para admirar a su linda alfa descansar. Su nariz respingona y sus mejillas ruborizadas por el calor que compartían en el improvisado nido que habían hecho para dormir juntas esa noche, la hacían ver tan angelical.

Jeongyeon tenía todo ese tiempo que había impuesto en su distancia sin poder dormir con tranquilidad. A decir verdad, era realmente razonable debido a que había dormido con el contacto de esa mujer desde la primera noche juntas como un lazo, así fuera unidas a la caricia de sus pies en su cama, toda esa ausencia de parte de su alfa le afectaba más de lo que quería admitir incluso para sí misma.

Su alfa era una mujer hermosa que le inspiró una íntegra seguridad desde que se vieron por primera vez, a causa de la union espiritual de sus lobos, y se había sentido muy indefensa sin ella a su lado, así fueran las primeras y las últimas horas del día de las que disponía. Había perdido el rumbo de sus acciones, y se había estado sintiendo muy descompuesta desde entonces.

Nayeon parecía dormir con calma, pero algo en el interior de la omega le recordaba que aún había tanto que solucionar entre ambas, que aunque quisieran, no podrían seguir ignorándolo, ya era tiempo de exteriorizar.

—Ohm… —Se sonrió la alfa cuando abrió los ojos y se halló en los de su linda omega frente a ella. —Si dormía una noche más sin ti, me iba a volver loca de tristeza, omega. —Musitó la alfa, tomando las hebras de su fleco muy largo para correrlo de su rostro. —Verte al despertar no se compara con nada Jeonnie… —Sonrió la castaña, contagiando de inmediato a la omega repleta de ilusión.

—Buenos días alfa —Respondió, dejando un beso sobre sus labios —Despierta mi amor, necesitamos hablar.

—Lo sé, es realmente importante que hablemos de una vez. —Suspiró Nayeon, incorporándose en la cama.

—Necesito que me escuches ¿Está bien? —Prosiguió la omega, incorporándose a su par.

—Voy a sellarme los labios, te prometo que hoy solo estaré junto a ti para oírte y comprenderte. —Se tapó los labios y Jeongyeon meció la cabeza con esa tierna sonrisa —¿Qué dices si te recojo esta tarde y…?

—Ire más tarde a la empresa. —La interrimpió en medio de aquella linda sonrisa —Quiero que hablemos ahora cariño, no podemos seguir ignorándolo.

—Haremos lo que tu quieras Jeonnie. —Señaló la alfa, tomando su mano, buscando su contacto.

—Solo quiero entenderme contigo alfa, eso es lo único que quiero ahora mismo, poder hablar contigo, dejar de guardarme lo que he estado sintiendo todo este timpo. Sé que está mal, pero no quiero ser así, no contigo Nayeon. —Musitó Jeongyeon luego de un gran suspiro y la alfa la abrazó contra su pecho, presionando el abrazo. —Pedí el desayuno.

—¿Llegará aquí? —Preguntó la alfa, sorprendida y con la mirada encendida de entusiasmo.

—Ajá. Quiero que estemos juntas toda la mañana. —Admitió la omega, dejándose abrazar por los brazos de su alfa castaña.

—Yo quiero estar contigo toda la vida, Jeongyeon. —Murmuró dejando un beso sobre su mejilla.

—Eso también. —Aceptó la rubia, sonriéndose de las caricias que le daba la alfa, ahora por su cuello.

—Comuniquemonos de prisa omega, porque no veo la hora de volver a marcarte... —Musitó Nayeon, luego de respirar de su aroma.

—¡Pero Nayeon! —Carcajeó la omega cuando la alfa la recorrió con sus besos por su cuello y su hombro, provocándole cosquillas.

—Necesito que sigas siendo mía omega, solo necesito estar segura de que sigues amándome tanto como yo te amo a ti. —Admitió Nayeon, incapaz de verla a los ojos. Se sentía apenada por esa loba posesiva, pero no podía juzgarla, necesitaba a Jeongyeon en su vida, perderla parecía ser semejante a una catástrofe.

—No creo que pueda dejar de amarte, jamás —Tomó sus mejillas esponjosas para que la mire con atención —Es más, no creo que pueda amar a alguien como te amo a ti Nayeon. —Admitió, provocando aquella linda sonrisa de conejo que volvía loca de amor a su omega.

La alfa se dejó acompañar por esos lindos ojos color ámbar, mientras acababa con la distancia de sus bocas. Cielos esos labios, la alfa sabía que jamás tendría suficiente de ellos, de su calor, de su sabor, de la textura suave con la que correspondían la caricia con la que evidenciaba todo lo que sentía por ella. ¿Cómo podía dudar si cada vez que la besaba, la omega se agarraba a ella como su único lugar seguro? ¿En que rayos estabas pensando cuando decidiste una distancia tan implacable, Im Nayeon?

Aunque eran una, aún parecían existir modos inimaginables de como seguir exponiendo ese amor, para la otra. Quizás solo bastaba un poco de tiempo, un poco de dudas, tal vez un poco de "miedo a perdernos", o ese toque de locura y adrenalina que nos orilla hasta el fondo en donde solo nos queda preguntarnos ¿Cuánto más podemos amarnos?

Un suave jadeo se escapó de los labios de la rubia, esos que tanto adoraba probar, cuando la sujetó con fuerza, aún temerosa de que se le escape de entre las manos, y se dejó llevar por el encanto de ese sabor a menta y arándanos jugosos, de esa respuesta dulce repleta de certezas, dispuesta a no dejarla escapar, no otra vez.

El llamado en la puerta reveló la llegada de su pedido y se apartaron un momento. Nayeon tomó las mejillas de su omega y se detuvo en el instante en el que se reencontraron en sus miradas. Sus hermosos ojos color ámbar eran iluminados por el cálido sol de invierno y sus pequeñas pecas pintando sus pómulos y adornando su nariz, toda perfumada y floreciente para ella, linda omega.

—Será mejor que abra la puerta. —Comentó Jeongyeon, cuando la castaña no era capaz de soltarla de su agarre.

—Te ves preciosa. —Admiró Nayeon, aún embelesada con la belleza y transparencia de su cálido interior que tanto le gustaba y la atrapaba de su tierna omega.

—Debes dejarme ir... —Murmuró la rubia, atrapada en esa imponente mirada oscura.

—Jamás te dejaré ir. —Le interrumpió Nayeon, casi que en un gruñido.

—Cariño, debes dejarme ir a abrir la puerta. —Rió la omega con ternura y la alfa se rió tímidamente como respuesta.

Pronto estuvieron junto a la pequeña mesa, compartiendo el desayuno en el reducido espacio de su viejo apartamento.

—Puedo sentir tus rodillas contra las mías, como antes… —Habló Jeongyeon haciendo sonreír a Nayeon.

Hubo un instante en el que solo parecían comunicarse lo que sentían con la pura mirada. La alfa acariciaba sus rodillas con intención de sentir su contacto incluso con sus manos ocupadas en otra cosa, aún perdida en el cálido aroma que la abrazaba y se unía al suyo.

—Nunca quise decepcionarte. —Habló Jeongyeon rompiendo el silencio y Nayeon sostuvo una mirada seria y atenta sobre ella. —No lo hice con intenciones de lastimarte, no quiero que pienses que…

—Lo entiendo. —Agregó Nayeon, intentando demostrar su honestidad.

—Pero te duele aún, puedo sentirlo Nayeon. —Musitó la omega, con la expresión suplicante.

—No puedo evitarlo... —Meció la cabeza, apenada del sentir de su alfa y de como se le encogía el corazón de solo recordar lo sucedido entre ambas.  —Cuando pienso en eso, siento que no tenías motivos para ocultarte de mí.

—Tenía miedo de tu reacción, si te decía que no era el momento adecuado para mi... —Reveló Jeongyeon al fin y Nayeon lo aceptó de inmediato.

—Solo quiero saber que es lo que quieres tu Jeongyeon. Solíamos proyectar todos estos asuntos juntas, hablamos sobre esto tantas veces, ¿Cómo iba a imaginarlo? —Señaló la alfa, alzando los hombros.

—Lo sé. Si quiero, siempre quise ser madre y contigo ese deseo aumentó inmensamente, alfa. Por favor, no creas que no es así. —Se apresuró a decir Jeongyeon y Nayeon lo aceptó, porque podía saber que hablaba con la verdad.

—Lo sé, pero no pretendo presionarte como tu lo crees, puedo comprenderte muy bien y aceptar tus tiempos, Jeongyeon...

—Es lo que has estado haciendo los últimos meses, Nayeon. —Musitó Jeongyeon, incapaz de verla a los ojos, esta vez.

—Lo sé. Lo siento, no sabía que te sentías de ese modo. —Asintió la alfa, tomando su mentón, buscando su mirada de dulces ojos suplicantes —Mírame, necesito que me veas cuando me hablas.

—Estuve muy preocupada por joderlo todo en esa empresa, que no noté cuando arruinaba lo que tenemos tu y yo. Y lo siento, quizás pensé que tu y yo éramos una con seguridad… no sé como explicarlo… sabía que tu y yo siempre podríamos…

—Lamento haberte quitado tu seguridad, omega. —Lamentó Nayeon, no solo al reconocer lo que sentía en su amable expresión transparente, sino en la fuerte unión de su lazo que aún seguía siendo igual o más fuerte que la última vez.

—Tu eres todo lo que me da seguridad Nayeon. Sé que a veces no lo demuestro, pero nada en mi vida sería lo mismo sin ti. Yo no sería quien soy si tu no hubieras estado aquí. —Su voz era tan baja y tan tímida, que Nayeon no pudo evitar sentirse responsable.

—A veces pareces tan autosuficiente que siento que solo soy un estorbo para ti... —Admitió, ganándose toda la atención de su omega.

—¡Por supuesto que no! No vuelvas a decir eso otra vez. —La señaló Jeongyeon, en su advertencia.

—Sé que tu merecías a alguien mejor, que te complementase de algún modo, que te diera más… —Insistió la castaña, y Jeongyeon no daba crédito de oír a su alfa vanidosa siendo un panquesito desanimado.

—Tu me complementas en todos los aspectos, Nayeon, solo tu y nadie podría hacerme sentir de ese modo. Debes creerlo... —Suplicó la menor, tomando sus manos entre las suyas. La alfa la acarició con sus dedos.

—Eres perfecta Jeongyeon, todo de ti es tan pulcro, mis ojos solo saben verte perfecta y radiante como el mar, siento que nada de mi te ayuda a crecer. A veces pienso que quizas debí ir a la universidad. —Se argumentó la castaña, en su desánimo.

Jeongyeon hizo a un lado la servilleta de papel que había estado usando y se dirigió a buscar un lugar sobre los muslos de la castaña. Nayeon no tardó en rodear su cintura, cuando la alfa tomó sus mejillas entre sus cálidas manos.

—No soy perfecta alfa, y lo sabes.

—Claro que lo eres…

—No lo soy, tengo muchísimos defectos que aún no sé como…

—Lo eres para mi. —Declaró la alfa, dejando a la omega sin respiración. —Con tus defectos y tus fallas, eres completamente perfecta para mí, Yoo Jeongyeon.

—Ya basta, Nayeon. No hables de ese modo. —Se intimidó Jeongyeon, huyendo de la verdad en la intensidad de sus ojos oscuros.

—Mi adoración por ti no cambiará, no mientras me sigas amando como solo tus ojos me aman, omega…  —Musitó buscando sus lindos ojos color ámbar y se regocijó con el incremento de su dulce aroma que la llenó de su sentir.

—Oh cielos… —Musitó al contener el aliento y las lágrimas se deslizaron por sus ojos. Lágrimas que Nayeon no se abstuvo de recoger con sus largos dedos.

—Solo deseo que nunca dejes de amarme como solo tu lo haces Jeongyeon, aunque sea una imbécil renconrosa, no dejes de amarme nunca por favor. —Suplicó la alfa y la omega de enterneció de hallar esos hermosos ojos suplicantes.

—Nunca dejaré de amarte mi amor. —Meció la cabeza al limpiarse los bordes de sus ojos y regalándole una sonrisa —¿Tú me seguirás amando aunque sea una perra insensible?

—No eres… —Respiró Nayeon con frustración. —Lamento haber dicho eso, sabes lo idiota que soy cuando estoy molesta omega, sabes que no es lo que realmente sentía, solo se decir estupideces...

—Tienes una jodida lengua incontrolable. —Aceptó Jeongyeon divertida, dando un bocado al croasant pero no apartándose del lugar que había tomado entre sus piernas.

Ninguna parecía tener intenciones de apartarse de la otra.

—Lo siento, sé que sí. Me ganan las emociones y digo las peores pendejadas, lo controlaré, lo prometo. —Se comprometió de inmediato, apenada.

—Aprenderemos a controlarlo.

—Lo haremos.

En medio de esa mirada que compatieron, la respuesta fue clara y obvia para ambas, lo único que les faltaba era darse la oportunidad de dar ese primer paso juntas.

Una sonriente Momo llamó en la puerta de la oficina de la arquitecta cuando pasaba del mediodía.

La omega japonesa la miró de reojo cuando la vio llegar y, aunque lo intentó, el ácido comentario abandonó sus labios tan de prisa, que siquiera pudo llegar a procesarlo.

—¿Y la sonrisa de idiota porqué? Si se puede saber... —Señaló, igualando y señalando la mueca con los dedos.

—Ya sabes, siempre que veo a mi crush, la traigo conmigo. —Se sonrió la alfa con toda intención.

—Vaya, tu nunca aprendes, ¿Verdad? —Se burló Mina, exagerada en verse divertida, como si en realidad no le molestara. Diablos si hasta se contenía para no ir a detenerla y exigirle que se retracte.

—¿Sabes Myoui? Me encantas celosa… —Habló Momo, sin preocuparse por exponer su satisfacción y le guiñó un ojo, con lo que se ganó un gruñido de parte de la omega.

—Cierra la maldita boca, alfa tonta, no quiero estar en boca de todo el mundo y menos, si se trata de estar vinculada con alguien como tu. —Escupió, ahora con todo su veneno. Pero por supuesto que Momo no iba a creerle fácilmente, ya no.

—No dices lo mismo cuando me tienes entre las piernas, ¿Verdad, cariño? —La alfa le lanzó un beso que la hizo ver más ridícula que atractiva en los ojos de la omega japonesa.

—Cállate, imbécil.

La carcajada que abandonó los labios de Momo fue tan explícita, como los malos deseos de la japonesa menor al verla perderse en la oficina de su jefa.

—¡Mina unnie!

Una de aquellas betas chismosas llegaba de la planta baja con lo que parecía ser un nuevo cuento con el que entretenerse.

—Oye ten cuidado con mi café. —Le señaló Mina, al verla dirigirse a ella.

—Traigo nuevas noticias.

—¿Qué puede ser tan bueno como para que vengas corriendo de ese modo, huh? —Ladró la japonesa, demostrándole a la menor sus pocas pulgas.

Cuando la joven le dejó la taza de café entre manos, no pudo abstenerse a olerla.

—Unnie, ¿Has estado saliendo en un relación? —Consultó la mocosilla, tan interesada de nueva información.

—¿Porqué lo dices de ese modo pequeña chismosa? —La sola insinuación hizo que a Mina se le pongan todos los pelos de punta.

—Unnie hueles muchísimo a alfa, y quien quiera que sea, se aseguró de marcarte muy bien con su aroma... —Olió la menor, haciendo a Mina ruborizarse profundamente.

—¿Marcarme? ¿Marcarme cómo? —Alzó la voz la japonesa, viendo a la beta con los ojos extendidos de creciente ira.

—Con su olor. Tienes olor a omega enlazada, unnie, y el olor es tan fuerte en ti. —Musitó la jovencita, ahora preocupada por la reacción de su mayor.

—¿De verdad lo crees así? —Gruñó Mina, dejando la taza de café a un lado y haciéndose de pie, bruscamente.

—Huele muchísimo a alfa... pura. —Señaló la menor haciendo rechinar los dientes de la nipona.

—Gracias, regresa a trabajar por favor. —Le cortó, esperando que no fuera tan tonta de repetir aquello, aunque sabía que no tardaría mucho en regar la información por todas partes.

Ella sabía muy bien quien era la responsable de aquello.

Myoui Mina no había sido muy sociable y solidaria entre sus compañeros de trabajo. Mayormente parecía ser bastante agradable, pero su extraña fachada prepotente y pretenciosa, acompañada de aquella ensayada y sensual sonrisa cínica, no habían sido el mejor complemento para hacerse de buenas amistades y una vida demasiado sociable.

Con el tiempo, la joven omega extranjera se había convencido de que las amistades no era la mejor opción para ella, más aún si deseaba llevar a cabo sus planes.

Pero algo había cambiado, y ella sabía muy bien lo que estaba sucediendo, no podía seguir haciéndose la tonta.

Nada referido a ese “asunto” había sido bueno en su vida, su abuela había fracasado en el amor, su madre lo había hecho también, parecía ser como una especie de maldición y ella no estaba dispuesta a dejarse dañar tan fácilmente, ni siquiera por el beneficio de la duda, por eso cuando abandonó a aquel estúpido, invasivo y posesivo beta para dejar Busan, no pretendía quedarse con su dinero, estaba segura de que trabajaría duro para devolvérselo algún día.

¿Para qué quería tanto dinero una omega como ella?

Apariencias.

Myoui Mina vivía de ellas… hasta que conoció a Hirai Momo claro, entonces las apariencias comenzaron a dar a paso a algo muchísimo más importante, una prepotencia mas grande que la misma ciudad de Seul.

Nayeon hubiera preferido quedarse en la cama de ese pequeño apartamento, abrazada a su hermosa omega durante todo lo que restaba del fin de semana, pero la sede en Gangnam de Blueberry Sunset había perdido a su chef y ella tenía que poner todo de su parte para suplantar esa ausencia en lo que buscaban un reemplazo que estuviera a la altura.

Por lo tanto la rubia omega tomó asiento cómoda y tranquilamente en su silla, segura de que su alfa estaba ocupada y conforme con esa cita que tendrían en su casa esa misma noche.

Jeongyeon observó a su asistente algo callada, mucho más de lo normal, cuando decidió no formarse expectativas del nuevo encuentro con su esposa.

—¿Cómo va el proyecto en Guri? —Comentó la omega, incapaz de verla a los ojos desde hacía un largo rato.

La japonesa se había acostumbrado a aquella distancia y estaba agradecida de que así sean las cosas entre las dos.

—Muy bien, supongo que se habrá retrasado una inspección de parte de la arquitecta Minatozaki, pero nada de cuidado. —Comunicó la japonesa, tecleando en la tableta que utilizaba para organizar los horarios de su jefa.

—¿Sana no vino a trabajar hoy? —Se preocupó la omega con los ojos extendidos y Momo supo reconocer que era de preocupación.

—Oh, ella y su hermana han pedido licencia de-de… —Tarareó la japonesa, apenada de repetir aquellas palabras.

—¿De? —Consultó Jeongyeon, impaciente.

—Ellas, bueno, tomaron su licencia correspondiente de celo, arquitecta. —Musitó la alfa y acomodó la voz, apenada.

—Oh… —Tragó y sonrió de lado —Puedo entender muy bien, por supuesto. ¿Dijeron cuando van a regresar?

—Yo… no lo sé —Habló Momo con aquella expresión de tierna incomodidad que hizo reír a Jeongyeon.

—No te preocupes por eso, podemos sin ellas unos cuantos días. —Bromeó Jeongyeon y Momo la miró, asombrada de notar su agradable buen humor.

—¿Usted se encuentra bien? —Musitó la nipona y admiró la sonrisa que iluminó a la rubia omega.

—Radiante. —Sonrió de pronto, sin preocuparse por disimular, contagiando a la alfa, quien no pudo evitar sonreír como respuesta. —Bueno, eso siempre y cuando que a la señora Yoo no se le dé por hacer una nueva visita, así que si surge algún tipo de inconveniente, por amor a la Luna, no se lo digas a ella Hirai e intenta que Mina no se acerque a ella tampoco. Ya tuvimos suficiente con su visita de este mes… —Le advirtió en su súplica y Momo asintió de acuerdo con su conclusión y pedido.

—Como usted disponga arquitecta.

—Lo que me gustaría disponer, es de una semana en las islas Caimán... —Suspiró y se abstuvo de agregar que junto a su esposa, proyectando un futuro como cuando eran unas niñas —Pero por lo pronto mantenme al tanto del proyecto de Sana y estate atenta por cualquier cosa que necesiten en su ausencia. —Señaló la rubia sin ponerle demasiado atención a la japonesa.

Su dulce aroma colmaba en el aire mientras Momo se dejaba de observarla con extrañeza, mientras apuntaba sus indicaciones, cuando las puertas de aquella pacífica oficina se abrieron con tal brusquedad, que hizo que los picaportes den contra el claro empapelado en la pared.

La rubia alzó la mirada alerta hacia la inesperada y brusca interrupción y Momo alzó una ceja ante el agresivo semblante en aquella mujer que ella conocía muy bien.

Jeongyeon jadeó con la boca abierta cuando la menor se acercó a su asistente y descargó una palma contra la mejilla de la alfa japonesa, deseosa de acomodarle todas y cada una de sus jodidas ideas.

—Escúchame bien, pedazo de imbécil —Musitó la joven intentando, más fallando, en ser discreta —La próxima vez que te atrevas a marcarme de cualquier maldito modo sin mi consentimiento, te voy a cortar el pene y se lo voy a dar se comer a mi planta carnívora ¿Si me escuchaste bien? —Lanzó la omega japonesa y le dio un empujón, antes de regresar sus pasos fuera de la habitación, sin preocuparse por la presencia de la tercera en cuestión, quien era nada más y nada menos que su jefa.

Estaba claro que esa omega era indomable.

—Diablos Hirai… —Jadeó la rubia omega, buscando del golpe que comenzaba a sonrojar la mejilla de la japonesa, una vez se oyó el golpe de las puertas al cerrarse.

—Lamento eso. —Musitó la alfa, incapaz de regresar fácilmente en sí.

—Hay mejores opciones, ¿Si lo sabes? —No se abstuvo en comentar Jeongyeon.

—Lo sé...

—Entonces ¿Porque te meterías con alguien como ella? —Cuestionó Jeongyeon, ganándose una recelosa mirada de la alfa.

—Le agradezco y aprecio muchísimo su afecto disfrazado de amabilidad, arquitecta, pero no lo necesito. —Le detuvo la japonesa, sin un gramo de esa amabilidad que la caracterizaba.

—¡Yo no estoy…

—Recuérdelo, mi vida privada tampoco es algo que a usted le incumba. Así como usted me pidió una vez que me mantenga al margen, le voy a pedir que por favor sea recíproco entre ambas, porque tanto mi loba como yo, sabemos lo que nos conviene a ambas, ¿Si entiende? —Musitó Momo cuando regresó del shock y le dirigió su mirada de fingida serenidad a la rubia omega —Y no se preocupe, cuando dije que no se repetiría, me refería a que pienso ocuparme personalmente de que eso no se vuelva repetir, y hablaba muy en serio.

Jeongyeon ladeó la mirada lejos de ella y de su loba intimidante y asintió aceptando sus palabras.

En realidad, Yoo deseaba que la japonesa dejara su oficina antes de que su aroma quedase impregnado en toda la habitación pues, de lo alterada que esta estaba, comenzaba a provocarle náuseas y ella sabía que era porque la suya añoraba su alfa. La rechazaba inmensamente.

La alfa se cuadró en una breve reverencia antes de dejar la habitación y cerrar la puerta ridículamente suave.

Sea lo que fuera que sucedía entre ese par, Jeongyeon estaba segura de que lo deseaba muy lejos de su oficina.

Con la expresión tan dura como una piedra, la japonesa hizo presencia en la planta baja del edificio y por supuesto que allí la halló, muy tranquila y campante, como si no la hubiera puesto en ridículo en frente de su superior.

Si, era una alfa muy paciente, pero ¿Cuánto más podía llegar a serlo?

—¿Qué haces? —Exclamó la joven omega japonesa, cuando la alfa la tomó del codo y tiró de ella como una muñeca de trapo.

—Camina. Tu y yo tenemos que hablar, ahora. —Musitó con los dientes presionados y el interior de Mina tembló ante el amargor en el menta de su aroma.

—¡Yo no tengo nada que hablar contigo! ¿No te quedó claro lo que…? —Sus palabras se detuvieron en su boca cuando Momo le dedicó una sola mirada.

—Escúchame atentamente omega, si no quieres que te bese aquí y alimente a los chismosos con un espectáculo digno de admirar, mejor compórtate y haz caso una maldita vez en tu vida. —Señaló Momo con los dientes en presión. Su fuerte aroma incrementó tan de prisa, que Mina arrugó la nariz al sentirla.

Es verdad que le gustaba cuando era más dulce, pero comenzaba a descubrir que, del modo que sea, el aroma de esa mujer le fascinaba a su loba por completo.

Cuando se decidió a caminar a su lado, se soltó de su agarre y juntas tomaron el ascensor, que se dirigía al piso en donde se ubicaba la oficina de la alfa.

Momo se sostuvo los codos con demasiada presión, pudo ver Mina, en su impotencia, y la menor agradeció que el tramo fuera dentro de todo, corto, pues la alfa parecían que estaba a punto de estallar.

Momo la miró cuando el timbre del elevador se hizo notar y salió del cubículo, esperando que ella la siguiera.

Una vez frente a la puerta, Momo se hizo a un lado y Mina titubeó antes de darle el gusto de ingresar primero en la oficina. Luego caminó en dirección a su escritorio y apoyó el trasero con aquella actitud indomable, cruzando los brazos debajo de su pecho y la miró con esa expresión prepotente que enloquecía a la loba de la alfa.

Momo cerró la puerta con demasiado impulso y la miró con toda esa seriedad que, además de hacerla ver completamente atractiva e irresistible, la hacía ver jodidamente intimidante.

Casi, casi, que la hacía encogerse como a un pequeño insecto.

—¿Es enserio? —Habló la japonesa mayor, buscando una respuesta de su parte.

—Admito que se me fue un poco la mano… —Se sorprendió de admitir.

—Un poco, ¿un poco nada más? ¿Estas segura? —Chilló la alfa, sin poder dejar de mirarla, en su cinismo.

—¡Pero tú me marcaste con tu aroma! —Exclamó la menor, ahora armada de, lo que a su parecer, era todo el motivo del universo para obtener la razón.

—¡Ni que te hubiera mordido sin tu consentimiento omega! ¿Qué diablos está mal contigo Myoui? —Insistió la alfa, incapaz de ofrecer una disculpa.

Diablos, existían tantas oportunidades en las últimas semanas en las que la podría haber marcado con su aroma, pero estaba tan preocupada de no marcarla con sus jodidos colmillos, como para atender aquello.

—¡Dejaste tu aroma en mi sin mi consentimiento! Es prácticamente igual de invasivo, no debiste... —Insistió la omega.

—¡Tenías mi aroma cuando dejaste mi apartamento esta mañana, porque pasamos la jodida noche juntas Mina! Yo también huelo a tí, es lo que sucede cuando comienzas una relación estrecha. —Replicó la alfa, con exagerada razón.

—¿Y cuándo decidiste que era el mejor momento para marcarme con tu olor? —Exclamó Mina en su reproche.

Era obvio que buscaba un estúpido motivo para satanizarla, en su vano intento de apartarla, y Momo se asombrada de reconocerlo fácilmente.

—¡No lo sé! Yo… —La miró en su confusión —Solo sucedió, no pude…

—¡No me vengas con esas estupideces! Me marcaste con tu aroma porque crees que tienes un estúpido derecho de alfa sobre mi, pero eso no es así ¡Yo no soy tuya ni de nadie Hirai! —Gruñó la menor, incapaz de detener su cinismo.

Ese cinismo que desesperaba increíblemente a la alfa de la mayor.

¡Ya basta! —Ladró la alfa, acortando rápidamente la distancia entre las dos, y Mina sintió que el pulso se le detenía al reconocer su voz de alfa —¡Tu eres mía y te voy a marcar de tantos jodidos modos, que nadie se va a atrever a posar la sola mirada sobre ti, omega! —Exclamó la alfa con la voz tan grave y firme que hizo a la loba de la omega retorcerse de satisfacción.

Aunque Mina y su lado animal nunca estuvieron unidas de ningún maldito modo, cuando la alfa la miró con esos colmillos tan afilados asomando en su mandíbula, la omega se contrajo de tal modo, que se pudo percibir su nerviosismo en su solo aroma.

—No debes temer omega, no te haré daño. —Musitó Momo, intentando recuperar la calma para no morderla. Y vaya que lo estaba intentando...

—Si te atreves a hacerlo, te mataré. —Prometió Mina con la voz trémula e incapaz de moverse un céntimo con tal de no desafiar a su alfa. Podía sentir cuanto se contenía para no tomarla.

—¿Tanto me temes? —Reprochó Momo, deteniendo sus instintos e intentando brindarle un poco de calma.

—Con una estúpida alfa nunca se sabe que pueda suceder, tu lado animal no conoce de límites.

—En verdad crees que sería capaz de hacerte daño… —Confirmó la alfa.

—Déjame ir. —Musitó en su costumbre de hablar en órdenes, que hizo a la alfa gruñir en su negativa.

—No te dejaré ir, ¿Porqué rayos no lo entiendes? Te quiero a ti…

—Deja de repetirlo, de ese modo solo sabes hacerte más ilusiones absurdas…

—Tu eres la absurda, mientras finges que no te mueres porque tome contra mi boca, y que te joda de todos esos modos que ya descubrí que te encantan… —Murmuró junto a su mejilla, comenzando a hacer del acercamiento, algo más conocido que esa insistente lucha de instintos y poder.

—Diablos, eres una egocéntrica…

—Y tu una jodida terca, ¿Pero sabes que es lo mejor de eso? Que me encanta como eres Myoui…

—Momo… —Gimió cuando el impregnante aroma de la alfa la invadió violentamente y Mina tuvo que evitar cerrar los ojos ante su irresistible encanto.

—¿Puedo besarte?

—¿Ahora lo preguntas?

—Diablos, ¿Qué es lo que quieres, Mina? Quieres que te bese y no que te lo pida, pero si te marco con mi aroma mientras hacemos el amor es demasiado para ti. No veía que nada de eso te importe siquiera un poco mientras estaba muy dentro de ti. Tampoco quieres que me meta en tu vida, pero tu me abofeteas en frente de mi jefa con toda esa prepotencia y sin remordimiento, exponiéndonos a las dos... —La alfa tomó su mandíbula, buscando que la vea a los ojos —¿Con qué derecho, con qué osadía te atreviste? ¿Qué es lo que rayos quieres?

Esos lindos ojos la miraron con aquellas palabras dentro de su mente y detenidas dentro de su boca, siendo incapaz de dejarse llevar, no sólo por lo que sentía, sino por lo que esa alfa pura le provocaba y Momo pudo verlo claridad, el temor apagando su mirada.

Le tenía tanto miedo a dejarse llevar por lo que sentía, que la sola idea le retorcía los intestinos. No quería ceder, prefería arrojarse por la ventana de aquel piso veinte, con tal de no aceptar lo que le provocaba.

Momo la admiró, tan atractiva en su resistencia y su coraje, y deseó aferrarse a la caricia caliente de esos exquisitos labios exigentes y morir enredada entre sus muslos hasta que deje de salir el sol. Porque estaba segura que ese sería el único modo en el que hallaría una motivación para dejar de poner su débil atención en esa preciosa omega.

La alfa respiró de su dulce e invasivo aroma a lavanda y recorrió las hebras de ese sensual flequillo que se escapaba del recogido de su pelo, de los lunares que trepaba y surcaban la sedosa piel de sus labios. No se cansaba de admirar cuando sus ojos centelleantes y las tiernas reacciones de su cuerpo respondían con tanto entusiasmo a su contacto, a su compañía. Parecía que se deshacía contra sus manos y eso siempre se le hacía completamente irresistible.

—Quiero besarte ahora. —Habló la alfa, decidida a tomar lo que era suyo y Mina meció la cabeza, aún incapaz de quitar los ojos del reflejo en el encuentro con los suyos.

—Yo quiero que te esfumes en el maldito aire. —Musitó y su voz fue una dulce caricia de primavera.

—Mi idea es más atractiva, omega… —Sonrió la alfa, divertida con su insistente respuesta.

—Déjame decidir eso… —Susurró Mina como respuesta y la alfa extendió la sonrisa cuando la omega se acomodó en su agarre, para buscar de su boca hasta quedarse sin aire.

HOLAAAAAAA Ü No sabes que emoción me da regresar por aquí, tu, estoy tan feliz♡

No lo creerás luego, pero este capítulo tiene unos detalles muy geniales, recuérdalos mucho por favor.

En fin, déjame saber mucho que es lo que tu deseas de esta historia que poco a poco esta ingresando en su tramo final.

Tqm, gracias por tu paciencia y por seguir aquí♡

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