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↠Parte Nueve↞

Momentos antes... 

¿Dónde las deparaba la vida? ¿Qué significaba todo lo que las distanciaba de ese modo atroz? Se cuestionó la alfa, mientras calentaba la cena en la fresca habitación de cocina. Todo era tan frío y solitario sin su omega. Jihyo no había dado indicios de salir de la habitación de huéspedes y comenzaba a sentirse mal consigo misma por todo lo que había dicho y lo que estaba sucediendo. Había perdido el control y la frustración que sentía por no saber como ayudar a su omega, solo la hacía entorpecer más las cosas.

El silencio era ensordecedor en medio del comedor de su pequeña casa, podía sentir la tristeza incesante de su omega y eso hacía que su loba aullara por el deseo de consolarla. Rayos, ella no sabía sobre eso de ignorar a Jihyo, solo se había desorientado un poco por la frustración que la invadió, pero no soportaba todo lo que su lazo le indicaba que estaba sintiendo.

—Omega... —Musitó cuando la vió aparecer por la cocina. 

—Lo siento, no podía dormir, tengo mucha hambre... —Musitó sin poder verla a los ojos. 

—¿Cuánto llevas sin comer? —Espetó, molesta de solo imaginar que no se estuviera alimentando correctamente.

—Solo desayuné esta mañana, no pude pasar un solo bocado desde entonces... —Corrió la mirada de su acusadora expresión.

Molesta, Sana entrecerró los ojos en su dirección, aunque más molesta consigo misma.

—Sana no me veas de ese modo, estoy realmente ocupada como para discutir ¿Está bien? Mañana tengo una evaluación programada y necesito estudiar mucho si quiero alcanzar mis propios objetivos —Anunció la omega. 

Sana miró en su dirección, ahora asombrada. 

—¿A qué te refieres? —Su expresión cambió a una de confusión.

—Tengo pensado rendir libre las materias que me quedaron pendientes y he estado leyendo desde hace unas semanas... ha sido por casualidad... supongo que mi padre me envió una señal de que es hora de que acabe mi carrera y deje de perder mi tiempo. —Señaló, aparentando liviandad sobre algo que Sana sabía que era mucho más importante para ella.

—¿Por qué no me lo habías dicho? Ni siquiera sabía que aún deseabas recuperar tu carrera. Haz dicho que te habías rendido con ese asunto, unas veces.

—Mira alfa, el problema aquí no es que haya decidido regresar a la universidad, sino el hecho de que no hice absolutamente nada por mi en este último tiempo y todo ha sido porque he estado demasiado enfocada a través de ti. Además, ya va siendo hora de que admita que estoy inconforme asistiendo a los arquitectos, me gustaría poder ocupar el lugar de Jeongyeon y liberarla de todo esto... —Admitió con determinación y Sana la miró con los ojos muy abiertos. 

—Siempre te he dicho que eres una líder innata, tu padre ha sido muy severo al decir que estaba decepcionado, porque se que siempre mantuvo las esperanzas de que regresara tu ambición... —Acentuó la alfa, inmediatamente. 

Sana había jurado que la pequeña Yoo sería la sucesora del ingeniero, y aquello solo había provocado que la admirase más.

—¿Pero es que acaso no te haz dado cuenta que todo lo que proyecto, te incluye a ti desde que tu llegaste?

—¿A qué te refieres exactamente? ¡Estamos casadas Jihyo! Es obvio que quisieras...

—Oh vamos Sana, no he hecho otra cosa más que pensar en lo que sería bueno para ti, para tu felicidad, para tu futuro... y he dejado de enfocarme en lo que yo deseaba para el mío y tu te acostumbraste a eso. 

La alfa pelimiel parecía analizar sus palabras. Jihyo se apenó de recordar sus actitudes los últimos días.

—Te he dicho varias veces que deberías terminar con tus planes, pero tu quisiste dejarlo todo cuando decidimos casarnos, porque deseabas ser mamá... —Le recordó la alfa.

—¿No lo entiendes alfa? No es un reclamo. Pero entendí que solo deseaba hacerte feliz y aquel sentimientos se convirtió en uno muy dañino para ambas porque había dejado de atenderme a mi misma y lo siento mucho por eso... —Admitió la omega pelicorta. 

—Jamás he mencionado que esperaba que hicieras todo eso Jihyo... —Se mofó la alfa, a la defensiva aún.

—¡Lo sé! —Se exaltó, interrumpiendo sus palabras una vez más —¡Sé que no me haz pedido absolutamente nada! Pero tampoco haz hecho absolutamente nada para... para... 

—¿Para qué? —Insistió la alfa, aún temerosa de lo que fuera a decir.

Jihyo la miró fijo en su desahogo.

—Para detenerme. Para que deje de pensar a través de ambas. —Se detuvo cuando Sana gruñó.

—¿Acaso me estás haciendo responsable, omega? —Agudizó, desconcertada.

—¡No Sana! ¿Por qué crees que te estoy atacando? Estoy resaltando los motivos respecto a lo que sucedió entre nosotras, no haciéndote un desplante, o abriendo una competencia sobre quien tiene la razón... —Argumentó la pelicorta.

—No dije que tu hubieras creado una... —Presionó los labios y se tomó la frente, intentando no perder la paciencia, cuando la omega le respondió.

—Yo no deseaba atarte alfa, deseaba que las cosas fueran más reales entre nosotras y tu no parecías con deseos de contribuir...

—Tienes razón, Jihyo. —Asintió Sana, sin poder evidenciar su desacuerdo.

—¡No me des la razón como a los locos Minatozaki! —Le regañó como a una niña.

—¡Entonces no te comportes como una Jihyo! —Señaló la alfa, viéndola con molestia.

—¡Pero Sana! —Jadeó Jihyo con los ojos muy abiertos. 

—¡Lo siento! Oh vaya, Jihyo, ya estoy demasiado cansada de todo esto, ¿no lo ves? —Tragó cuando su omega la veía con los ojos muy aguados. Extendió una mano para tomarla, la omega retrocedió y se sintió aún mas frustrada por su interminable distancia.

Jihyo se rodeó los brazos con aquella expresión disconforme que la recorría por completo y Sana pronunció las palabras que deseaba hacer desde hacía un largo tiempo.

—Estuve pensando mucho... —Agradeció su inmediata atención —Quizas podríamos hacer terapia de pareja para—para poder comunicarnos mejor, supongo... no quiero perder esto que tenemos... no pienso perderte Jihyo... 

Se buscaron fijo y sostenido después de la frase que había utilizado la japonesa. Jihyo se removió en su lugar y respiró con dificultad cuando la invadió cierto alivio de que hubiera alguna estrofa de esperanza para ellas.

—Es la mejor opción que hallé para esta situación. Todo se ha vuelto demasiado distante entre tu y yo, supongo que nuestra comunicación mejorará y quizás, no sé, logremos mejores resultados de este modo... cielos, hay que agotar todas las posibilidades antes de rendirnos ¿no lo crees?

Sana sintió que estaba a punto de arrancarse los cabellos ante su inminente silencio, pero no por esa causa se negó a admirar su preciosa mirada. Cuando Jihyo alzó los ojos para enfrentarla luego de sus palabras, ese amor que las rodeaba inevitablemente se hizo presente haciendo brincar a su loba y respiró con calma. 

No existía modo de que pudiera engañarla, podía sentir perfectamente cada matiz de sus sentimientos y descubrir cada cosa que sentía al verla aún, su loba la amaba, ella la amaba, y que pudiera sentirlo con solo detallar en su mirada, la hacía aún más suya de lo que ya lo era.

—Estoy de acuerdo contigo. —Asintió la omega, al despegarse de su mirada absorbente —Supongo que es la mejor opción, porque no te dejaré. —Determinó de acuerdo con ella.

—Ni yo a ti. —Respiró la alfa, ya con más calma 

—Lo siento, por todo. —Musitó la pelicorta, con genuino arrepentimieto. 

—Yo también... —Susurró como respuesta. 

Sana frunció las cejas cuando Jihyo mantuvo los ojos lejos de ella, un momento.

—Lo sé. —Divagó la omega —Todo estará bien, ¿verdad? —Consultó temerosa y Sana sonrió de aquella tierna expresión en su rostro.

—Lo estará, cariño... 

—No puedo dejarte ir... —Admitió con el corazón palpitando hasta en sus oídos. 

—Lo sé, mi amor.

Sana se acercó a ella para dejar una suave caricia en su mejilla. Jihyo resintió la caricia con tanta nostalgia, que no se tardó en desear mucho más que una simple caricia de su parte.

—Sana... —La buscó con su mirada anhelante y la alfa se acercó a ella sin esperar una palabra más. 

Se vieron a los ojos unos instantes hasta que Sana arrimó la punta de su nariz contra la suya. Pero el encanto en el que se habían sumergido, se vió abruptamente interrumpido cuando el timbre sonó. Sana gruñó en su dirección, molesta.

—Abre la puerta por favor. Cenaré algo e iré a la cama... —Musitó acercándose a ella y dejando un suave beso sobre su mejilla.

Cuando el enojo se desvanecía y solo quedaban las sensaciones frágiles como la decepción y la tristeza, entonces comenzamos a cuestionarnos a nosotros mismos. 

¿Qué es lo que hizo mal? ¿Existía la probabilidad de que todo fuera su culpa y que lo estuviera ignorando? La posibilidad de haber orillado a Jeongyeon a ocultarle su decisión, a base de exigencias y presiones, solo la volvían un verdugo más en la vida de su omega.

¿Qué debía creer? ¿Cómo debía sentirse? Había dejado de creer que Jeongyeon era la culpable de todo, cuando sus palabras llegaron en múltiples ocasiones a su mente. Quizás, parte de su responsabilidad había sido idealizar su relación y dar por hecho que deseaba lo mismo que ella. Después de todo, se dice que las parejas son como equipos y los equipos deben de dirigirse como uno. 

Nayeon lamentaba su accionar en los últimos años de su relación, cuando Sana ingresó en la habitación, extendió las cortinas de la sala y la buscó con su mirada muy seria. 

—De entre todos tus defectos, no creí que fueras cobarde, Nayeon... —Gruñó como lo haría su madre y Nayeon parpadeó, ocultándose los ojos con las manos.

—Aún es muy temprano para recibir sermones... —Respondió la castaña, en su desánimo latente.

—¿Sabes que día es hoy? —Cuestionó la nipona, ignorando su comentario.

—Treinta de octubre... —Murmuró ronca y titiritó cuando Sana la liberó del cobertor.

—También. Pero me refiero a que, hoy es día de reunión de directorio. Asique levanta tu amargado trasero de mi sofá y ve a hablar con Jeongyeon, o puede que su madre se la devore de un solo bocado. —Señaló en dirección de la puerta.

—Tu sabes, que no soy de opinar sobre su relación, Nayeonnie... —Musitó la voz detrás de ella y Nayeon atendió a sus palabras. Jihyo le veía igual de seria que Sana —Pero ella no ha querido verme y entiendo porqué, su asistente dijo que se ve muy mal, y sé que si mi madre se enterase de lo que está sucediendo entre ustedes, podría hacerla sentirse más culpable de lo que ya debe sentirse... —Admitió nerviosa de solo recordar las visitas de la Señora Yoo, cuando decide dejar su condominio en Suwon para hacerles una visita.

—No creí que podría llegar a molestarles... —Musitó Nayeon, con la voz grave en exceso.

—¡Oh vamos Nayeon! No te victimices, tu sabes muy bien que no existe ningún problema con tenerte aquí, pero haz llegado muy lejos con esto. Tienes tres días sin salir de aquí, y mi casa apesta a amargura —Señaló como si su punto fuera obvio.

—Lo siento, sé que he estado muy angustiada. Quizás se trate sobre el hecho de que me siento responsable de la decisión que tomó Jeongyeon. Las veces que pensé en ir a buscarla, no supe que le diría realmente...

—Todo lo que sucede en una pareja es responsabilidad de las ambas Nayeon, y para nada estoy justificando la actitud de tu omega, pero deberías al menos descubrir los motivos por los cuales ella tomó esa decisión, en vez de quedarte aquí y removerte en tu propia miseria, porque eso no te dará la respuesta que deseas...

—Jeongyeonnie se ha comportado mal ocultando sus decisiones unnie, pero si sirve de algo, la planta en donde se ubica su oficina huele a tristeza desde hace días... —Musitó la hermana menor de su omega. Nayeon la buscó con su mirada. —Ella no ha dejado de llamarte y de buscarte...

—¿Le han dicho que estoy aquí? —Consultó con recelo.

—Nos ha costado mucho ignorarla, pero no le hemos dicho. —Señaló Sana y Jihyo asintió, con tristeza. 

Nayeon respiró. Sabía que ambas tenían razón, al final, tarde o temprano debería ir a hablar con su omega y solucionar sus problemas, aunque aquello pudiera suponer lo peor.

Eran muchos días en incertidumbre absoluta, añorando su aroma, su calor, sus brazos. No estaba lista para vivir sin ella.

¿Dónde había ido? ¿En dónde dormía? ¿Se estaba alimentando bien? ¿Había podido descansar bien? Se corrió la lágrima que se le escapó de uno de sus ojos, atendiendo al llamado que intentaba una vez más. Ya había perdido la cuenta de las veces que le había marcado durante los últimos tres días y al despertar de un cuarto sin ella a su lado, había sido detonante.

Nunca creyó que luego de haberse hallado en una perfecta relación durante tantos años, se vería a sí misma desayunando sola en una casa tan grande, que estaba planificada para recibir a sus hijos, juntas y que eso podría dejar de ser una posibilidad, a causa de su torpeza.

No fue en ese preciso instante en que comenzó a dudar de si en realidad valía tanto la pena seguir yendo al trabajo, aunque aquello hubiera sido un pensamiento que la había acompañado durante los últimos tres años, nunca había dejado de creer que estaba tomando una pésima decisión. 

Se teléfono empezó a sonar y se entusiasmó al pensar que podía ser su alfa, pero todo en su interior decayó cuando descubrió que solo se trataba de su asistente, quien llamaba para avisarle sobre su siguiente reunión.

Las horas se desvanecían cuando ponía un pie fuera de casa. Jeongyeon había estado muy angustiada la mayor parte de los últimos tres días y, aunque lo negara, su alfa pudo detallarlo perfectamente pues, aún con supresores y en la distancia que había impuesto, podía percibir su insoportable sentir. 

—Por favor, contesta mis llamadas mi amor, solo estoy preocupada por ti... —Musitó con la voz entrecortada y colgó. Ya nadie oía mensajes de voz, y ella lo sabía muy bien, pero le gustaba creer que ella atendería a uno solo de sus múltiples llamadas y le daría una última oportunidad de hablar.

Se sostuvo el estómago en un lamento que parecía interminable, mientras buscaba las fuerzas para rearmarse y enfrentar la reunión de directorio, después de que llegara su madre.

Demonios, tendría que poder enfrentar a su madre y a su hermana mayor con la seguridad que le da una empresa exitosa y que debería llenarla de orgullo, pero en cambio lo haría con un semblante derrotado, un corazón roto y una loba incompleta. 

Ella no era capaz de seguir sin Nayeon y todo lo que tenía que ver con su madre, desde que su padre no estaba físicamente, se había convertido en una maldita pesadilla porque la mujer se había vuelto la presión que había dejado ir con la forma física de su padre y solo Nayeon le daba el animo suficiente para poder enfrentarlo todo con seguridad, ella era su seguridad.

El Ingeniero Yoo había estado entrenando con eficiencia a su omega.

Jeongyeon analizaba ampliamanente los últimos años de su vida, cinco minutos antes de que ingresara Hirai por la puerta de su oficina. 

—Los intereses en recurrir a nuestros servicios inmobiliarios han aumentado desde que se confirmó el proyecto para el gran centro comercial en Japón. Felicidades Arquitecta... —Expresó la nipona con una sonrisa amable. Su expresión de calló cuando percibió el estado de la rubia detrás del escritorio. 

—Te creo... —Murmuró la joven mujer, sin mirar en su dirección —¿Hoy ya no hay más pendientes que atender, verdad? —Musitó fingiendo ocupar las manos e intentando ordenar los papeles sobre su escritorio.

—No, solo la reunión de directorio... —Momo abrazó su tablet contra su pecho y puso más atención en su semblante, ella se veía peor que los últimos dos días.

—Esta bien... —Asintió, desganada —Ahg... lo que me faltaba, la señora Yoo haciendo preguntas incómodas e innecesarias. —Lamentó la omega, dando un gran suspiro forzado. —Oh Luna, ya basta... —Jadeó tomándose el área en donde se encontraba su marca y sollozando como respuesta, no pudiendo detener lo que se agolpaba en su garganta.

El dolor de Nayeon se hacía cada vez más intenso y apremiante. Ya no sabía como y dónde buscar a su alfa. Sana le había dicho que no la había visto y no quería ver a Jihyo o esta la llenaría de preguntas que no deseaba responder, la única que siempre sabía darle una respuesta certera era su asistente. ¿Cuándo rayos su vida se había vuelto tan frívola e inanimada?

—¿Qué sucede unnie? —Consultó la pelinegra, cuando la omega tembló entre sollozo y sollozo. Momo buscó su mirada por primera vez, en todo sentido de la palabra y la rubia se dejó abrazar por su natural instinto protector, su delicioso aroma a menta la rodeó y su inmensa tristeza aumentó.

—Lo jodí, lo jodí todo, mi vida se acabó, sin Nayeon no tengo fuerza para seguir con todo esto Hirai... Todo se acabó... —Musitó en un nuevo sollozo y se tomó el estómago, sintiendo que con cada contracción que hacía al llorar, le dolía algo más a causa de las horas que había pasado llorando anteriormente.

—¿De qué habla? —Acarició su hombro y corrió el fleco que se pegó en su sien a causa de las gruesas lágrimas.

La omega parpadeó confundida ante el repentino acercamiento y la extraña calidez de su asistente. Jamás había visto a la alfa tan cercana, pues está siempre había mantenido la distancia profesional, pero aunque era extraño, no le provocó una mala percepción y eso significaba que era honesta en su interés.

—Confíe en mi, sé que nuestra relación siempre ha sido muy formal, pero soy quien más tiempo pasa aquí junto a usted y, si lo necesita, puede hallar una amiga también en mi, Jeongyeon unnie... —Musitó con verdadera preocupación. 

Jeongyeon sollozó con aquel tierno mohín que pronunció en sus labios, antes de aceptar el abrazo de la alfa pelinegra, apoyando suavemente su mejilla contra su hombro.

—Le mentí. —Masculló y su voz se quebraba, señalando que no dejaría de llorar ni aunque lo quisiera así —Le mentí a mi alfa y ella me dejó. Me dejó Momo, se fue de casa, hace tres días que no se nada sobre ella y no sé si vaya a regresar... —Lloró y la alfa gruñó ante el incesante corriente de lágrimas que salía de sus hermosos ojos. 

La alfa sintió que su corazón se comprimía como una lata a la que reducen contra el suelo de un pisotón a causa de la tristeza que podía sentir y oler proveniente de esa preciosa omega rubia. Atendió a la hinchazón de sus ojos y aquello le provocó más ternura y compasión a su loba, que deseó consolar a la omega de inmediato.

—No diga eso unnie, quizás, ella solo... ¿Qué puede ser tan grave? —Desestimó la alfa, intentando comprender a Im, ¿Qué podía ser tan grave para rechazar a una omega tan perfecta? Se cuestionó la pelinegra, intentando contener a la mujer destrozada frente a sus ojos.

—Le mentí en la cara todo este tiempo, fui una maldita egoísta, yo no... —Sollozó y presionó el abrazo, apenada de sus acciones, no era capaz, de enfrentarla si lo iba a admitir en voz alta. —No vi por las dos, solo me concentré aquí, y no vi que mi matrimonio se deshacía en mis narices, no puedo ser tan torpe, ¿Qué está mal en mi? ¿Qué está mal aquí que no puedo verlo? —Se punteó la sien con admirable rencor consigo misma. Momo meció la cabeza, en desacuerdo con ella.

—¿De qué habla? Por lo que entiendo, —Musitó Momo, acomodados sus gafas —Las parejas son asunto de dos, unnie. 

—¡Yo fui quien la dejó sola! Me aparté de ella durante largos periodos de tiempo. Priorice estar bien aquí, y proyectar aquí, mientras mi relación con mi alfa se enfriaba en casa. Soy una mala omega, Momo —Sollozó la rubia, sorbando su rojiza nariz mediante su lamento.

—No es así, quizás... —Intentó la nipona, rebosante de calma.

—Tu no sabes Hirai, no sabes lo que hice. —Musitó conteniendo el jadeo, de solo recordar el modo en el que la vieron esos ojos cuando descubrió la verdad. Su loba aulló en su interior, ante la usencia de su alfa.

Rayos, si había sido tan cobarde que no fue capaz de decírselo ella misma. Había sido una pobre egoísta y su alfa tenía toda la razón en querer dejarla fuera de su vida. Pero acaso, ¿Podría siquiera imaginar una vida sin ella?

—Entonces dímelo, y quizas pueda ayudar con una opinión honesta —Momo acomodó nuevamente su flequillo a un lado y recogió las lágrimas debajo de sus cargados ojos, aún aunque estas no dejaran de fluir. 

Quizás, no le haría daño hablar de ese asunto con alguien más que no fuera consigo misma. 

La alfa no buscó su mirada, cuando ella se decidió a hablar, comprendió que ella no podía contra su propio juicio interno.

—Le... le hice creer que dejaría las pastillas anticonceptivas para que pudiéramos tener cachorros, así poder ganar más tiempo y poder atender el proyecto japonés y la temporada alta de turismo en Busan. Pero no dejé de tomarlas Momo, jamás dejé de hacerlo... —Masculló contra el hombro de la alfa, quien pudo comprender el orgullo herido de la alfa de Im.

Fácilmente podría verse como que Jeongyeon estaba rechazando la idea de ser madre de sus cachorros y eso podía significar una ofensa para la alfa.

Pero aún sabiendo que sería inaceptable para cualquier alfa una mentira tal, podía comprender a Jeongyeon tambien, ella solo estaba sobreguardando la estabilidad económica de su familia y de sus empleados. Vaya, ella conocía a Yoo Jeongyeon, la veía a diario, sabía lo que hacía y cuanto se esforzaba a diario por mantener el alto status de esa empresa.

—Unnie, ha trabajado muy duro para lograr todo lo que alcanzó hasta ahora, en nombre de esta compañía. Esta firma jamás obtuvo tanto reconocimiento... —Admitió Momo en voz alta y Jeongyeon asintió con la cabeza.

—Lo sé, todos hemos trabajado muy duro aquí —Sollozó dejándose acariciar por los dedos amables de la alfa, quien buscó su mirada.

—Todos hemos trabajado, pero nadie como usted. Ha sido muy profesional desde el primer día que ocupó el lugar de su padre. —Señaló la alfa, dando una sonrisa que hizo sonreír a Jeongyeon a duras penas.

—Lo sé, pero todo fue por... —Jeongyeon se detuvo al percibir ese inconfundible aroma y pronto apartó su atención de Momo para encontrar la imagen que acabaría por paralizar su corazón. 

Su loba aúlla al reconocer a Nayeon, quien estaba junto a la puerta, con una mórbida y sonriente Mina, quien podía percibir toda aquella tensión que se armó en cuestión de unos pocos segundos entre las mayores. 

—¡Yeonnie! —Exclamó Jeongyeon asombrada y apartándose del agarre de su asistente.

Momo la soltó del mismo modo como si estuviera dejando caer un objeto caliente de entre sus manos, viendo cómo la omega recorría el camino en dirección de su alfa. 

Mina se hizo a un lado cuando Nayeon se apartó del intento de acercamiento de Jeongyeon, quien gruñó ante un nuevo alejamiento. Su loba no podría soportar más de esa distancia, cada vez que Nayeon la rechazaba, su interior se marchitaba un poco más.

—Espera, detente por favor, deja de apartarme de ti... 

Esa sensación de pertenencia/posesión que compartían entre sí, era completamente derrotada cuando Nayeon se apartaba de ella fácilmente.

—Oh no por favor, regresa a hablar con Hirai, necesito saber que es lo que sientes... —Mencionó la alfa, con cinismo. 

—No, Nayeon, por favor... —Suplicó cuando la mayor hizo unos pasos más lejos de ella, una vez predijo su avance.

—Mina me dijo hace un instante que tu conseguías recomponerte fácilmente, pero quise creer que aún había algo de empatía en ti... —Musitó con torpeza. Era falso, ella sabía que era falso, pero cedía a la resistencia como método de autodefensa.

—Ya detente... —Susurró al sentir su dolor pulsando en la marca.

—Supongo que es natural que sientas más confianza con ella, ya que pasas mucho más tiempo a su lado que en el mió... —Resaltó, actuando sarcásticamente su reflexión. 

—Unnie, ella no ha hecho nada malo... —Interrumpió la alfa pelinegra, en desacuerdo con las innecesarias palabras hirientes de la alfa.

Nayeon fue demasiado agresiva cuando le dirigió su atención, pero por supuesto que Hirai no se inmutó.

—¡No estoy hablando contigo idiota! —La furia de su loba desembocó contra ella de inmediato. —¿Que rayos te hizo creer que puedes opinar, huh? —Exclamó, dándole un empujón inesperado. 

Momo gruñó hirviendo demasiado en su lugar. Jeongyeon sintió el pánico habitar su corazón cuando la nipona se posicionó en modo defensa contra su alfa. El par de aromas se expandieron con violencia en la habitación, intimidando a las omegas presentes. 

—Mejor regrésate por donde viniste Im —Gruñó la nipona y Nayeon la provocó con un par de insultos. Mina detuvo a Momo, cuando entendió sus intenciones. 

La menor no supo el motivo, pero entendió que debía detenerla, y afortunadamente hizo lo correcto, pues las cosas parecían ponerse peor entre ese par.

—¿Tu crees que soy imbécil verdad? ¿Crees que no me doy cuenta de como miras a mi omega? Deja de hacerte la idiota Hirai, haz estado esperando este momento desde hace un largo tiempo...

—Puedes creer lo que te de la gana, pero yo quiero a Jeongyeon unnie y la respeto mucho. —Señaló la nipona sin apartar su mirada dura de la alfa que se negaba a dejarse intimidar por su alto rango.

—¡Tus ojos no saben de respeto idiota! ¡Hasta aquí puedo oler como la deseas! —Acusó Nayeon y la pelinegra se crespó en su lugar, aún detenida por Mina.

—¿Tanto miedo me tienes? Sabes que soy muy capaz de ganarme su corazón limpiamente, ¿Verdad Im? Eres una cobarde... —Se burló Momo con suficiencia. Jeongyeon jadeó, asombrada ante las palabras de la nipona. 

—¡Te voy a matar Hirai! ¡Aléjate de mi omega! —Exclamó Nayeon aireada, no logrando detenerse cuando Jeongyeon la mantuvo con los hombros contra la puerta. 

—Cuídate las espaldas Im... —Advirtió la alfa pura, con sorna en cada matiz de su fuerte voz.

—¡Ya basta! —Exclamó la omega menor, buscando la atención de todos —Será mejor que te lleves a tu alfa, unnie. —Advirtió Mina a Jeongyeon, con referencia a Nayeon.

Jeongyeon asintió empujando a la alta castaña, para que no se echara sobre Momo y acabaran a los golpes. 

La alfa pura le gruñó y Nayeon forcejeó con Jeongyeon cuando se apartaban de la puerta de la oficina.

—¡Bueno basta! ¡Ya detente! —Reclamó Mina hacia la nipona mayor, quien escoltó a Nayeon con su mirada de odio hasta que desapareció por la puerta.

—Esa idiota solo vino hasta aquí para hacerle daño con sus reclamos, tengo que detenerla, déjame... —Intentó la alfa en un vano intento de ir detrás de ese par. Mina la detuvo dándole un empujón nada amable y Momo gruñó en su dirección. 

—Detente ahí idiota, ellas estan enlazadas, sabes que no tendrás oportunidad —Habló con la voz demasiado alta y Momo la atendió con euforia.

—Mira quien habla, ¿Ahora me dirás que haz renunciado a ese deseo casi obsesivo que tenías por Im? —Se burló, sin piedad.

—De acuerdo. Ve y pelea por la omega del alguien más. —Señaló la nipona menor, soltándola de su agarre —Por más alfa pura que seas, cuando un alfa pelea por un amor no correspondido siempre tiene las de perder... —Musitó con habilidad. Momo no se atrevió a verla esta vez.

—Ella no la merece. —Masculló entre dientes, irrumpiendo sus palabras calmas. Mina carcajeó con cinismo, ganándose la atención de la alfa.

—¿Y tu sí? —Señaló aquella pregunta con los ojos sobre ella. —¿Acaso eres tu quien la mereces? 

Momo se vio en aquel par de ojos tan oscuros.

—Yo no dije que... 

—¿Eres tan estúpida de caer a los pies de una omega, tan solo por sus pobres lágrimas y un par de lamentos tontos? —Se burló ahora Mina, y Momo la miró con ira.

—Que débil eres Hirai —Lamentó con toda intención —Creí que eras mucho mas hábil que alguien que se deja caer por un par de lágrimas de cocodrilo... 

—¡De que rayos hablas Myoui! —Exclamó la alfa, con histeria.

—Eres una alfa muy tonta, Nayeon unnie tiene razón, la deseas tanto que eres capaz de pelear por ella incluso cuando no tienes oportunidad de ganar, no eres capaz de pensar por ti mis... 

Solo quería que se cerrara la boca. Mierda, solo deseaba que callara y dejara de decir tantas tonterías innecesarias de las cuales nadie le pidió su opinión, cuando tomó esa tonta decisión. Pero la omega correspondió desde el primer roce al asalto que la nipona mayor le hizo a sus sensuales labios rosados. Todo se salió demasiado de control cuando sintió sus pequeñas manos apoyándose en sus hombros, y la atrajo contra su boca, ganando intensidad cuando recibió un delicado jadeó de su boca, provocándole uno como respuesta.

—Diablos... —Susurró Momo, cuando Mina apoyó su falta de aliento contra su mejilla. 

No se buscaron con los ojos hasta que se apartaron en búsqueda de oxígeno, tímidas y avergonzadas por la hazaña que habían compartido.

—Eres una lame botas que besa muy bien, Hirai... —Jadeó la omega con los labios entreabiertos y esa picardía teñida de descaro que sedujo tanto a la mayor.

—Cierra la maldita boca Myoui —Remató la pelinegra, antes de rodear la nuca de la menor, atracar su boca y exigir una respuesta que Mina no se resistió en corresponder.

¡Habemus capítulo! ¿Sabes? Estoy muy contenta de que esta historia haya regresado a mi, estuve muy preocupada porque sencillamente no sabía que escribir. Pero te prometo que aprovecharé al máximo esta racha de inspiración.

¿Qué te pareció este capítulo? Háblame.

¿Qué te pareció mi MiMo? Admito que alargaría su acercamiento, pero ¿porque retener lo que mis personajes quieren? Excusas tu, en realidad, me ganó la ansiedad *c ríe

Espero que te guste, yo sigo escribiendo mucho por aquí para ti. Espérame que ya regreso, tu JazUnnie🌻

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