Capitulo 52 💜
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Se les quiere
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Capitulo 52
Nicolle
Mi cuerpo se siente cargado de tensión; como si llevara una carga pesada sobre mis hombros. Mis manos sudan y mi corazón palpita a un ritmo colosal como si quisiera explotar en cualquier momento. Y ese es un sentimiento que no me deja respirar.
Frente a mi, está el chico que arruinó mi vida; el chico que ame con todo mi corazón, al que le entregué todo de mi sin nada a cambio, en quien confíe ciegamente...quien arruinó mi corazón.
Sabía que algún día tendría que enfrentarme a él, pero nunca imaginé que sería tan pronto. Y para colmo con Stanley detrás de mi observándonos totalmente confundido.
Ian...
Su solo nombre causa sentimientos sobrenaturales en mi. Lo detesto con todas mis fuerzas. Y pensar que años atrás suspiraba por su nombre. Lo pronunciaba miles de veces antes de irme a dormir con una sonrisa en mi rostro porque me parecía en nombre mas hermoso del mundo.
Que ilusa fui...
Pero asi somos la mayoría de los seres humanos: vivimos de ilusiones, de falsedades...de amores de Fantasía.
Ver su rostro de nuevo es rememorar todo aquel pasado que tanto me he esforzado por olvidar.
Trato de mantenerme serena, sin dejar que su inesperada aparición me afecte en lo absoluto. El me mira detenidamente y puedo percibir el arrepentimiento en sus ojos verdes; en esos ojos que tanto amaba y que ahora me parecen de lo más vacíos, sin brillo sin nada. Lo miro y me parece una persona insignificante, que no merece nada bueno en la vida. El fue el error más grande de mi vida y me arrepiento de haberle entregado todo lo bueno de mi a alguien que no lo supo valorar. Se supone que el que ama no traiciona. Y el que traiciona no merece que lo amen. El amor te da alas, no te las corta...y el corto mis alas. Porque cuando quise volar mis alas estaban rotas y ya nada pudo detener mi caída.
-Nicolle...
El pronuncia mi nombre como si tratara de remomar aquellos tiempos en que decía mi nombre y yo le sonreía como idiota, pero eso ya no funciona. Trago saliva tratando de calmar mi molestia. Quisiera poder borrar todos aquellos recuerdos junto a él, pero sobre todo, borrar esa maldita imagen de él follándose a mi mejor amiga en su habitación. No podía creerlo, aun no puedo creerlo. Y no puedo borrar esa imagen de mi mente por mas que quiera. De lo único que estoy segura es que ya nada ni nadie puede herirme, porque ya no soy débil...porque ya no soy la niña inocente de antes, ahora soy fuerte...el dolor me volvió fuerte. Levanto la barbilla demostrándole que aun sigo de pie a pesar de todo, que aun puedo seguir adelante sin él y que ya no puede destruirme.
-¿Que haces aqui?.
Me cruzo de brazos mientras el juega con la correa de su bolso de Gimnasio.
-Yo...llegué hace unos días...y...
Lo corto.
-¿Y Michelle?
El baja la mirada, nervioso.
-No lo se.
Dice en un murmuro bajo.
-¿No lo sabes?
-No...ella y yo...
-No quiero saberlo, Ian.
El me mira fijamente.
-Nicolle...yo...
-Ahórrate las disculpas.
El tensa las labios e ignora mis palabras.
-Yo...te amaba.
Puedo sentir la rabia extenderse por cada milímetro de mi cuerpo, alterandome irreversiblemente. ¿Cómo se atreve? ¿Me amaba? Quien ama no traiciona y el lo hizo, y de la peor manera.
Suelto una risa amarga, conteniendo las ganas de estampar mi puño en su rostro.
-¿Me amabas?. -repito indignada, desconcertada pero también con burla.-¿Follarte a mi mejor amiga frente a mis ojos era una prueba de amor para ti?. -suelto una risa amarga. -Tienes un concepto bastante retorcido sobre el amor, Ian.
-Yo no quise hacerlo. Te lo juro.
-Pero lo hiciste y ni siquiera puedo mirarte sin sentir asco hacia a ti. Porque eso es lo que siento en este instante: asco, repulsión.
Ni siquiera me doy cuenta de que he levantado la voz y, probablemente, Stanley esta escuchando la conversación. No quería que se enterara de esta manera pero ya que. Ni siquiera me volteo para mirarlo, pero se que me está mirando puedo sentir los cabellos de mi nuca erizarse. De seguro debe de preguntarse muchas cosas, cosas que no quiero responderle.
-Se que todavia me quieres...
Levanto las cejas sorprendida por sus palabras. Es un maldito idiota, ¿Quererlo? Quererlo es lo peor que pude hacer en mi vida.
-Eres despreciable. -suelto con dureza, fulminándolo con la mirada. -Admito que te quise y mucho. Pense que tu también me querías...
Me interrumpe.
-Aun te sigo queriendo...
-¡Cállate!
Le espeto molesta. Siento una fuerte presión en el pecho y mi corazón late con mucha fuerza a punto de colapsar. Trago saliva tratando de deshacer el nudo que se ha formado en mi garganta. Pero me niego a soltar una lágrima por él.
-¿Cómo pudiste? Te entregué todo de mi y aun asi lo jodiste todo. ¿Porque?
Las preguntas que siempre me he hecho a mi misma. ¿Porque lo hizo? ¿Acaso no fui suficiente para él? ¿No me quería?. Cada vez, todas las noches, me repetía lo mismo.
-Lo siento, Nicolle. Perdóname por todo...
-¿Que te perdone?. -suelto desconcertada. -¡Casi muero por tu maldita culpa!
Aprieto los puños a mis costados, alterándome. El arruga las cejas confundido. Y esos ojos verdes que alguna vez amé, ahora me parecen tan simples e insignificantes...tan vacíos.
-¿Que?.
-¿No lo sabías? Por tu culpa caí en depresión, por tu culpa deje de comer, por tu maldita culpa casi me quito la vida.
El abre la boca sorprendido sin saber que decir. Parpadea varias veces tratando de procesar mis palabras.
Ni siquiera se de donde he sacado la valentía para hablar sobre mi pasado, ya que no suelo hacerlo. Es un tema del que no me gusta hablar. Me avergüenza lo débil que fui por amor. Me avergüenza las decisiones que tomé solo porque estaba triste. Pensé que lo mejor era acabar con el dolor. Luego murió mi padre y colapse; ya nada tenía sentido en mi vida, ni siquiera pensé en mi madre mientras me tomaba un frasco lleno de pastillas. En ese momento fue cuando dejé de sentir dolor...
-No lo sabia...yo...¡Dios! De verdad lo siento, Nicolle. Estaba tan ebrio ese día que ni siquiera me detuve a pensar lo que estaba haciendo. Yo...nunca quise lastimarte. Te quería muchísimo, ¡Joder!.
Suena arrepentido. Pero de nada me sirve su arrepentimiento, ya lo superé. Tuve que ir a terapia durante meses, pero lo logre. Lo único que quiero es no verlo más nunca en mi vida. Ya no me duele su traición, pero siento tanto odio que a veces siento miedo de mi misma. ¿Cómo puedes odiar a quien amaste alguna vez con toda tu alma? Porque lo odio, lo odio con todas mis fuerzas. Siento que voy a quebrarme en cualquier momento. El corazón me late en los oídos y la sangre hierve en mi interior. Mis ojos comienzan a cristalizarse, pero me obligo a mi misma a no soltar ni una sola lágrima, a no mostrarme débil delante de él. Porque cuando somos débiles es cuando más nos lastiman, solo queda ser fuerte y seguir adelante.
-No quiero volver a verte nunca en mi vida.
Suelto con una dureza aterradora, hasta yo misma me sorprendo de la forma en la que estoy hablando.
El da unos pasos hacia mi y yo por instinto retrocedo. No quiero tenerlo cerca.
-No...te me acerques.
El se queda en su lugar y me mira fijamente.
-Se que fui un idiota, pero quiero que sepas que nunca he dejado de pensar en ti...
Suelto una risa amarga. Me causa tanta gracia.
-Eres tan chistoso...
Me burlo, pero a él no le hace gracia. Se mantiene serio.
-Has cambiado, Nicolle. Te ves...diferente.
-Claro que he cambiado, ya no soy aquella niña inocente a la que le sonreías y se derretía por ti. Eres repugnante.
Este es mi momento de desahogarme, de decirle todo lo que llevo tanto tiempo dentro de mi. Soltar el pasado que tanto me ha atormentado.
-Me arrepiento de haberme enamorado de ti, de amarte como lo hice. No te deseo el mal, Ian. Pero no mereces que nadie te ame, no vales la pena.
Giro mi cabeza a un lado cuando siento un cuerpo detrás del mio: el de Stanley.
-¿Estas bien?
Me susurra desde atrás con preocupación y yo asiento. Él toma mi mano y yo no lo aparto sino más bien la sujeto con fuerza tratando de no derrumbarme. La mirada de Ian se posa sobre nuestras manos unidas.
-¿Tu novio?
-No es tu problema.
Lo fulmino con la mirada.
-Supe lo del embarazo de Michelle, ¿Que sucedió con ella? ¿Y el bebé?
El baja su cabeza como arrepentido, decepcionado de el mismo.
-No lo se. Llevo más de un año sin saber de ella...
Arrugo las cejas confundida. Osea que ya no estan juntos. Él continúa:
-Y el bebé...decidimos que lo mejor era que abortara. No estábamos preparados para tenerlo...
Lo miro desconcertada con una enorme indignación.
-¡Y lo mejor era asesinarlo, quitarle la vida a una criatura inocente que no tiene la culpa de los errores de sus padres!
-Yo...
-Eres un desgraciado, ¿Cómo pudiste estar de acuerdo con semejante barbaridad? ¡Era un ser inocente, por Dios!
El pasa saliva sin mirarme a los ojos.
-Todos nos equivocamos, Nicolle...
-Si, pero traer a un hijo al mundo no es una equivocación y mucho menos arrebatarle la vida. ¡Era tu hijo, maldición! ¿Acaso no tienes corazón? Oh, claro que no lo tienes.
-¡Ya esta hecho! Ya no puedo volver el tiempo atrás, Nicolle...
Meneo la cabeza negativamente totalmente decepcionada. Porque no esta bien que te sean infiel, pero arrebatarle la vida a tu propio hijo, eso si es indignante...una completa aberración.
-Eres un...
No termino de completar la oración porque Stanley me interrumpe.
-Nicolle.
Trato de calmarme.
Paso saliva con fuerza mientras el corazón me late con fuerza de la rabia que fluye en mi interior. Trato de tranquilizarme, miro a Ian por ultima vez.
-Espero no volver a verte en mi vida. Hasta nunca, Ian.
El solo me observa con arrepentimiento. Yo me doy la vuelta y soltando la mano de Stanley llego hasta el auto. El se sube a su asiento y yo suspiro con fuerza. Estoy molesta: Con Ian, con la vida, hasta conmigo misma. Pero a la vez siento un gran alivio; como si hubiera soltado la gran carga que me asfixiaba. Cierro los ojos y Stanley enciende el auto. Agradezco que no haga preguntas al respecto porque no quiero hablar de ello. Nos quedamos en silencio mientras yo observo la playa por la ventanilla del auto.
-¿Quieres que te lleve a casa?
Lo escucho hablar rompiendo el silencio. Volteo mi rostro para verlo.
-No, no quiero ir a casa. -se que si lo hago será aun más deprimente para mi. Además de que las cosas con mi madre aun no mejoran.
-¿Entonces...?
-Vamos a la tuya.
El me mira fijamente unos instantes y puedo percibir la preocupación en su mirada. El asiente y vuelve a mirar al frente. Yo tenso mis labios con ganas de contarle todo, de desahogarme, de llorar de rabia...pero no puedo hacerlo, el orgullo no me deja. A veces el orgullo es más fuerte que cualquier cosa. Pensativa, recuesto mi cabeza en la ventanilla y la palabra Muerte se pasea por mi mente: ¿Cómo será morir? ¿Dolerá?. No entiendo como pueden haber personas inhumanas en el mundo, capaz de arrebatarle la vida a un inocente como si fuera lo más normal del mundo. Me molesta irremediablemente que ese idiota haya tomado esas decisiones tan irresponsables. No dejo de preguntarme si hubiera sido yo la que hubiera estado embarazada, ¿también habría actuado de esa manera?. Le doy gracias a la vida, al destino, que no fui yo la que pasó por eso. Pero de algo si estoy segura: jamás le arrebataría la vida a un ser inocente.
Abro la ventanilla del auto y cierro los ojos mientras la brisa se estampa sobre mi rostro, relajándome por completo. Lo latidos de mi corazón ya no son tan furiosos. Inhalo el aroma a mar y luego exhalo, sintiéndome más viva que nunca.
Veinte minutos después, llegamos a la Mansión Montgomery (le llamo mansión porque no puedo llamar casa a una construcción tan grande) Saludamos a Romer en la entrada y este nos sonríe deseándonos un buen dia, lo que no sabe es que ya arruinaron el mio y no creo que pueda cambiar. Me molesta haberme encontrado con Ian, ahora no dejo de pensar en el pasado. Y se que esta mal, me hace mal, pero es inevitable no pensar en ello.
Cuando el auto se detiene busco la manilla del auto para bajarme, pero esta trabada por más que lo intento no logra ceder. Giro mi cabeza aun lado y observo a Stanley.
-Quiero bajar...
El me ignora.
-Se que no es mi problema, que no quieres hablar de ello, pero...sabes que puedes confiar en mi, ¿No? Para lo que sea.
Percibo la sinceridad y preocupación en su voz, y yo me limito a pasar saliva con fuerza y tensarme en mi asiento mientras mi corazón se acelera. Se que puedo confiar en él, pero algo dentro de mi me dice que no lo haga, que no confíe en nadie.
Mojo mis labios bajo su atenta mirada.
-Lo se.
El asiente comprendiendo y luego quita el seguro. Abro la puerta y ajusto mi mochila en mi hombro. Mi ropa de deporte no es la mas adecuada, pero da igual. Solo espero que no haya nadie en casa. Me dirijo a la entrada de la casa, pero Stanley sujeta mi mano y me detiene ne seco. Me giro para verlo confundida. Entonces el tira de mi y me aprisiona contra su pecho, abrazándome. Puedo sentir su calor corporal embargarme, el aroma de su cuerpo impregnarse en mis fosas nasales. Su corazón late muy fuerte junto al mio. Su abrazo me toma desprevenida, pero le correspondo. Entierro mi cara en el hueco de su cuello y nos quedamos así por unos segundos. Pero luego el habla en un murmuro:
-Nunca vuelvas a hacerlo, Morrison.
Su voz suena demandante, varonil, pero suave y sincera a la vez.
-¿A que...te refieres?
El se aparta de mi lentamente y sus ojos encuentran los míos.
-Jamás vuelvas a atentar contra tu vida.
Puedo sentir mis ojos cristalizarse, el corazón latirme en los oídos y el nudo en mi garganta empieza a sofocarme. No quiero llorar...
Trago saliva con fuerza y me obligo a no llorar.
-Yo...-digo con la voz entrecortada. El vuelve a abrazarme y besa mi cabeza.
-No digas nada. Esta bien. Se que no quieres hablar de ello. Cuando estes lista, aqui estaré para escucharte.
Asiento, porque las palabras se quedan trabadas en mi garganta y su abrazo se vuelve más fuerte. Admito que se siente bien estar entre sus brazos, se siente cálido, seguro y reconfortante. He aprendido que a veces para expresar lo que sientes no se necesitan palabras. Que una pequeña muestra de cariño es lo único que necesitas para sentirte bien.
Nos quedamos en silencio unos segundos, abrazados solo escuchando nuestras respiraciones agitadas y los latidos pesados de nuestros corazones. Cierro mis ojos unos segundos tratando de grabarme este abrazo en mi memoria para que cada vez que me sienta que el mundo se derrumba sobre mi, recordarlo.
Nos apartamos lentamente pero aun mantiene sus manos en mi cintura, mirándome fijamente y odio cuando el pulso se me acelera con tan solo esa mirada intensa de su parte; es como si dijera miles de cosas a la vez solo con mirarme. Dicen que las miradas hablan y estoy segura de que su mirada quiere gritarme un millón de cosas que no puedo entender, pero de algo si estoy segura: lo puedo sentir calándome en los huesos.
-¿Quieres hacer algo divertido?
Me susurra en mi oído y yo humedezco mis labios. Mi piel se eriza cuando su voz acaricia ese punto exacto en mi cuello que me altera las hormonas.
-¿Que?
Trago saliva y el vuelve a mirarme.
-Estudiar Química.
Sonrío poniendo los ojos en blanco mientras el sonríe divertido.
-Eso no tiene nada de divertido, Einstein.
-Al menos te hice sonreir.
Entrecierro mis ojos y vuelvo a sonreir.
-Idiota.
-Deberías de darme un premio cada vez que me llames idiota.
-¿Ah, si?. -digo con picardía y por un momento se me olvida hasta mi propio nombre. -Entonces, pídeme lo que quieras y te lo daré.
El levanta las cejas divertido y sonríe.
-¿Lo que yo quiera?
-Si. Pero que no sea dinero porque no tengo.
El se carcajea.
-No quiero tu dinero, Morrison.
-¿Entonces que quieres?
-Ya sabes lo que quiero.
-No tengo idea...
El sonríe de lado, aparta una de sus manos de mi cintura y acaricia mi mejilla con su pulgar, luego mis labios y ese pequeño acto hace que se me revolucionen las arterias del corazón. El no deja de mirarme los labios. Yo los humedezco y el pasa saliva con fuerza. Vuelve su mirada a mis ojos.
-Quiero todo de ti, Nicolle. -ahí esta de nuevo, ese cosquilleo en mi estómago cada vez que el pronuncia mi nombre con esa determinación y seguridad. -Se que estoy pidiendo mucho, pero es lo que quiero. Te quiero conmigo y no voy a detenerme hasta conseguirlo.
-Eres muy optismista, ¿Eh?.
Miro sus labios y luego sus ojos.
-Cuando se trata de ti, si.
Trago saliva.
-¿Ya no me odias?
El sonríe de lado.
-No te equivoques, Morrison. Te odio mas que a cualquier cosa en este mundo. Pero así como te odio, también te deseo. Desde un principio sabía que serías mi perdición...y no estaba equivocado.
Maldito corazón mio que se altera con cada una de sus palabras.
-Eso fue bastante poético.
Sonríe.
-Me sale natural.
Sonrío divertida.
-Idiota...
-Ahora me debes dos premios.
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