XVI.
Noé estaba experimentando una situación de confusión; los dos únicos parientes vivos que tenía, estaban junto a él, en el salón del trono, casi destruyéndose con un duelo de miradas. Se incorporó de inmediato, permaneciendo al lado de su abuelo, que veía con una expresión indescifrable a la mujer de largos cabellos rubios —¿Cómo osas estar aquí? ¡Se suponía que estabas muerta, nuestro lazo se cortó! —vociferó el rey regente.
Esta elevó su mano izquierda, con delicadeza hacia sus labios mientras el ruido sonoro de una risa iniciaba en su boca; un coloreo bastante notable apareció en sus mejillas —¡Eres un ser tan iluso! —le indicó esta con una gracia algo inentendible —¡Soy más poderosa que tú, al igual que nuestro hermoso Noé! ¡Soy una neófita primordial y tuve en mis manos el poder de cortar nuestro lazo!
El hombre de apariencia algo cansada, se tornó a ver a su nieto, con los orbes mezclados en una sorpresa y terror genuino —¿Es cierto eso, Noé?
El moreno arrugó sus cejas aún en la enrevesada que estaba sufrimiento entre la mente y corazón —Ella logró mostrar mi verdadero poder, abuelo —este pareció sentirse algo perdido, y regresó a enfrentar a la mujer con un rostro serio. —¡Guardias, cogedla! —vociferó.
La mujer regresó a reír, cuando se escucharon los pasos de hombres armados metros más lejos, y luego, sin más, un sordo silencio. Noé comprendió de inmediato lo que estaba pasando. —¡Por favor, abuela! ¡No derraméis más sangre de inocentes! —exclamó angustiado, y con sus manos elevadas buscando una tregua entre ambos parientes, añadió nuevamente: —¡Parad esto, por favor! ¡Podemos estar en paz, juntos, y calmar todo esto!
Noé estaba tenso, y veía expectante a los dos personajes. La rubia de rostro maduro, en un abrir y cerrar de ojos, hizo aparecer una de sus compañeras con un rostro impoluto y cabello lacio y negro, cuya aproximó su paso al moreno para tomarlo entre sus brazos, y acunarlo entre su helado cuerpo. ¿Por qué estaba tan fría aquella mujer? Era cierto que eran neófitos, seres míticos necesitados de sangre, con la inmortalidad en sus cuerpos, pero, aún en aquel estado, algo de calidez mantenían, y ella estaba demasiado fría.
—¿Abuela? —exclamó el moreno preguntando a su familiar, por aquel acto inesperado de la vampiresa que trabajaba para ella. Tan pronto como el sonido de los guardias desapareció, se hizo presente la presencia de los demás neófitos que acompañaban a su abuela, llenando de más tensión la sala.
Una luz se mostró junto al moreno, y el cuerpo de la mujer que lo sostenía cambió grotescamente. Se hizo presente un espalda ancha y unos brazos gruesos y formados que lo sostenían con excesiva fuerza por su pequeña espalda. Un cabello rojo y largo tapaba mayormente la vista del albino, y su corazón tembló con fuerza. —¡Ruthven! —vociferó el rey regente, pues bien lo conocía, había sido él que los había invitado en un principio a aquella ceremonia donde Noé fue atacado. Estaban compinchados y ahora todo tenía sentido.
Noé trató de recordar aquel nombre en sus vagos recuerdos, y en su memoria atacó la imagen de como hacía varias semanas, cuando estaba entrenando en palacio, su abuelo lo llamó y le enseñó la invitación a aquella celebración. Recordó su cabello rojizo; era aquel hombre que los había atendido al principio en la fiesta, quien vestía un traje bordó elegante y un bastón de apoyo en su mano. Rápidamente quiso zafarse, pero el agarre iba en aumento, para cuando lo alzó del suelo y lo sostuvo con fuerza en el aire, sentía que su respiración se atoraba; le estaba imponiendo mucha fuerza, aquel hombre de monstruosa apariencia.
—¡Soltadlo! —vociferó el de cabello rubio, su querido abuelo. —¡Faustina, por favor! ¡Es tu nieto, te daré lo que sea, pero, no le hagas daño!
La mujer de rubios cabellos, largos hasta sus caderas, lo observó de manera indescifrable. —Es la única forma, querido. No habrá más sucesores; mi inmortalidad será la única que pertenecerá a la corte, tú y vuestros descendientes morirán como el resto.
Noé en su asfixio, experimentó una terrible agonía. Las palabras pronunciadas por aquella mujer, dejaban en claro que ella no era de fiar, y por su estupidez y facilidad de confianza, la había metido en su casa, con su abuelo. Los ojos de la mujer rubia, se volvieron fuertemente azotados y rojos como rubíes —¡Ya habéis cometido muchos pecados! —vociferó el rey, con una voz temblorosa —Pero no puedo permitir que me quitéis lo único que me queda.
El moreno en su agarre, tornó sus ojos rubíes, hastiado de todo en aquel momento, y sacando sus garras, rajó la espalda del hombre una y otra vez, para seguido, elevar su pierna como pudo y golpear el rostro del hombre, consiguiendo zafarse y caer al suelo, estrepitosamente.
Sin espera, se alejó de su lado, acudiendo junto a su abuelo, para tomarlo del cuello con sus garras y colmillos sobresalientes —¡Explíquenme de una vez, lo que sucedió entre ustedes hace años! —vociferó el moreno, con rabia.
El de cabello rojizo trató de acercarse para tomar al albino, pero la mujer detuvo sus movimientos, escuchando las palabras de su nieto, nuevamente: —¡Tú me mostraste un pasado en el que mi abuelo asesinó a toda esa gente, junto a mis padres! ¡Y dónde también trató de matarte para llevarme con él! ¡¿Es eso cierto?!
Esta arrugó sus puños y asintió —Estás en lo cierto, mi Noé. Vuestro abuelo fue el artífice de aquella masacre. Ahora dejadme a vuestro maestre, y venid conmigo. Juntos, tomaremos este mundo —añadió con una mirada tenebrosa.
—Me niego, no estáis contando toda la verdad —señalaba el moreno, aún sosteniendo al maestre de ojos heterocromáticos entre sus brazos.
—Cómo os dije, vos sois mío. No importa nada de lo que elijas. Tu destino está escrito para ofrecerme tu sangre y continuar con mi legado. De esa forma, estaremos juntos para siempre —añadió con seriedad —Pero, buscáis la verdad y aquí os la ofrezco—habló con lentitud la mujer —Antes de que pudiese descubrir el poder que yacía en mis manos y sangre —señaló, con unos ahora, profundos orbes dorados —Nació nuestro hijo, y para cuándo me di cuenta del poder que tenía; él ya era mayor, tenía su mujer y sus hijos; y el amor que les profesaba a todos ellos ya era indestructible.
Habló la mujer para los ojos expectantes de todos —¡¿Entonces?! —vociferó el albino.
—Investigué de lo que podía hacer mi poder, y descubrí que era un ser primordial, uno perdido en los tiempos y alterado con las distintas generaciones. No había nadie como yo; sin embargo, descubrí que mi poder se vio debilitado al tener hijos y nietos, y debía arreglarlo —indicó la mujer con un rostro sombrío. —La única forma de conseguir ser la única y más poderosa, era acabar con todos mis descendientes.
El maestre de Noé escuchaba atento la historia, pues en parte, sabía como acababa. —No podía matar a mi hijo, —regresó a hablar tras una pausa, y elevando su delgada mano con un sonrojo en sus pómulos hacia el albino y su abuelo, los señaló —era usándolo a él —indicó con una sonrisa siniestra.
»Noé, tú y yo, somos los seres más poderosos del universo. Ahora tú el que más, al estar en la flor de la juventud. ¿Dime, cómo iba a negarme hacia la tentación de ser, la más poderoso del mundo? Fue fácil adentrar una maldición en tu abuelo, y el resto, más sencillo aún. Sin embargo, con lo que conté, era con que lograría deshacerse de mi hechizo, y regresar por ti. Pero lo dejé, pues aún eras un niño, y sería más fácil traerte a mi lado, cuando fueras mayor.
El abuelo tomó una expresión dolorosa, sintiendo como Noé lo soltó de su agarre —Cuando me di cuenta de lo que había hecho, tuve que ir por ti, salvarte de esta mujer; pero no he podido evitarlo lo suficiente. Ni siquiera sabía lo poderosa que era, o, que incluso ella era descendiente directa de los vampiros primordiales. Tampoco pude imaginar que tú también lo eras.
El albino cayó de rodillas, con sus piernas temblando y su corazón en un puño. Las náuseas subían por su garganta y sus ojos se llenaron de lágrimas; sus orbes tornaron dorados y su cabello se fue haciendo cada vez más claro, algo casi imposible para su blanco cabello, que tornaba dorado. Su maestre quedó asombrado de ver a su nieto en aquella apariencia tan majestuosa.
—¡Vos matasteis a mi familia por el poder! —vociferó Noé, con fuerza y dolor en su pecho. Quería llorar, quería gritar, pues ahora las dos versiones de la historia se unían y tomaban la forma verídica; aquello confirmaba que su abuelo había matado a su familia y a todos aquellos inocentes, pero, estando bajo el hechizo de abuela, que buscaba matarlos para obtener su poder y ser la única inmortal de los primordiales.
—Noé, esa no es la cuestión. Ahora, debes venir conmigo, destronaremos a tu maestre, me ofrecerás tu muerte y todo este sufrimiento terminará para ti. Podrás ir en paz, junto a tus allegados.
El albino tuvo que admitir que algo de debilidad se mostró tras sus palabras; solo buscaba acabar con todo aquello. Y con el rostro fugaz, la memoria del humano de cabello oscuro, apartó aquellos débiles sentimientos.
—Yo no soy un monstruo. No como tú. No dejaré que toméis mi vida y mi sangre, para convertiros en la más poderosa y destruir así, más vidas. Por algo sobreviví, para detenerte a ti. Ahora, uno de los dos morirá, y ese no seré yo —señaló con firmeza el moreno, para erguirse, y enfrentar todo en lo que había sido envuelto su pasado y su pobre abuelo.
Extendió su mano, y cubrió a su mentor con una cúpula transparente, cubierta en destellos dorados, para seguido posar sus manos y hablar: —Esto te protegerá abuelo, perdona el haber desconfiado de ti —añadió con tristeza, para ver como este negaba con rapidez y lo veía con preocupación. —¡No tienes que hacer esto! —le gritó tratando de salir de aquella protección.
—Debo hacerlo, maestro —añadió con fuerza para alejar la cúpula fuera de su alcance, hacia la pared más alejada del salón.
—Faustina, esto es entre tú y yo. Si deseáis salvar la vida de vuestra gente, salgamos fuera —señaló nuevamente, el moreno de cabellos dorados.
Esta afianzó su mirada dorada, y con fuerza en sus manos, de un solo movimiento, como si un manto en oro hubiese aparecido, los acogió a ambos y los llevó al gran jardín que poseía el palacio, en la soledad junto a las flores cuidadas y sofisticadas. La mujer retiró su cazadora, y sonriendo con gracia, añadió: —No tienes experiencia en tus poderes, ¿Cómo piensas detenerme, querido Noé?
—Con todo lo que tengo, pienso hacerlo —afirmó el albino, bajo la luz pálida del sol, que se cubría en un cielo oscuro, repleto de nubes.
—Prometo que tu muerte será rápida e indolora, a diferencia de tus padres.
Noé arrugó su entrecejo y sus puños tomaron fuerza. —Prometo que te arrebataré hasta la última gota de tu inmortalidad, con mucho, mucho dolor, nefasta abuela.
Esta borró su sonrisa agraciada, y sacando sus uñas, inició su carrera hasta él para clavar el primer desgarre en el rostro del moreno. Este último envolvió su puño en un haz de luz dorada, y lanzó a la mujer metros lejos, dejando la marca de sus nudillos en la blanca piel. Esta exclamó de rabia, y regresó a su ataque, unió sus manos entre la unión de sus contrarios índices y pulgares, para crear un torbellino dorado, que recogía la tierra y las piedras, y así, lo lanzó contra el moreno que se sorprendía del semejante poder ante sus ojos.
Vanitas quién descansaba en el suelo, sentando en la alfombra mientras removía sus manos inquieto, pensaba en las mil formas que podría ayudar al moreno a poder hablar con sus parientes. Pero sabía que este quería el tiempo a solas y no buscaba ignorar las peticiones del albino. En el gran ventanal, tras mucho tiempo en el que estaba divagando y observando los objetos pertenecientes al moreno, observó un destello entre las nubes. Se acercó para ver como un torbellino, de arena, tierra y flores, se envolvían en un haz de luz, que se creaba para lanzarse contra el moreno, que veía aquello con nerviosidad.
—¡¿Qué demonios?! —exclamó Vanitas, para ver como la abuela del príncipe era quien atacaba al moreno, su nieto. Vio como este creó una cúpula dorada que consiguió protegerlo del ataque de aquella monstruosidad. Sus ojos dorados y su cabello mostraban nuevamente la majestuosidad que era en aquel semblante de oro.
Corrió sin pensarlo dos veces, saliendo de la habitación, escaleras abajo. Ahora le importaba poco lo que le había pedido el moreno, no sabía que estaba pasando y debía averiguarlo en lo más pronto posible. Se acercó a la sala del trono, para ver como unos hombres intentaban golpear una cúpula dorada, y escuchó atento sus palabras: —¡Si podemos ayudar a nuestra señora, librándonos de su rey, nos beneficiará!
Vanitas tomó una expresión confusa, y en el fondo estaba completamente seguro de que aquellos vampiros nunca habían sido de confianza. Lo más extraño que vio, y que le hizo retroceder varios pasos, para ocultarse tras la pared, fue ver al duque Ruthven, el tío de su prometida Jeanne, mandando a los hombres, que inútilmente podían dañar la cúpula que protegía al rey. ¿Qué demonios había ocurrido en aquellos minutos?
Sabía que el rey estaría seguro en aquella cúpula, y él como humano no podría enfrentarse solo a esos neófitos, así que salió corriendo escaleras abajo buscando la sala del comedor. Recordó que la señorita Dominique, prometida de Noé, estaría preparando el almuerzo, y la buscaría tratando de protegerlos de todos aquellos vampiros.
Abrió una puerta cubierta en bronce, y se encontró con un gigantesco comedor, con un mantel de seda rojizo, y unas lámparas colgantes en el tejado. La doncella de cabello oscuro, colocaba los platos junto a sus sirvientes, en compañía de aquel otro amigo de Noé, parecido a la apariencia de la mujer. —¡Señorita Dominique! —vociferó Vanitas, llamando la atención de todos en la sala.
Esta acomodando un mechón tras su oreja, se acercó con gentiles pasos al de cabello oscuro. —Decidme, Vanitas. ¿En qué puedo ayudaros?
El pendiente del lechoso repiqueteó y su cabello largo se removió con suavidad, para que sus profundos índigos ojos mostraran preocupación —¡Debéis salir todos de aquí! ¡Vuestra sangre humana llamará la atención de los vampiros en la corte!
La mujer llamó la atención del joven para que se calmase: —¿Pero qué estáis diciendo, caballero?
—¡Han tomado el castillo! ¡El rey está en un aprieto, y Noé está luchando en los jardines contra su abuela!
Dominique abrió exaltada sus ojos, y comprendiendo la tensión del momento, tornó para señalar a todos los trabajadores, que se fueran a la cocina, y con los pasadizos secretos huyeran hacia la aldea. Con prisa todo se marcharon, y Domi tomó la mano de Louis y de Vanitas para guiarlos también a la salida, con fuerza y extrañado, Vanitas evadió su agarre.
—¡No! ¡Debo ayudar a Noé, no puedo dejarlo solo!
La doncella mandó que fuera machándose Louis, y este accediendo a regañadientes, se fue. Domi tomó con más fuerza al otro humano: —¡Noé no buscaría que os encontraseis con una encerrona de vampiros! ¡Os mandaría a marcharos y salvar vuestra vida!
Vanitas se negó y dándole un pequeño empujón, añadió: —Venía a avisaros y a vuestra gente, pero, yo no puedo dejarle —señaló con una mirada tan decidida que la mujer negó para tomar la espada que había en una de las armaduras de caballeros en decoración y romper la mitad de su vestido.
—Entonces, contad conmigo —afirmó la doncella de suaves facciones, para lanzarle otra espada.
Vanitas asintió, sabiendo que aunque tratase de hacerla marchar, esta no accedería. Con prisa salieron del salón, directos hacia los jardines del palacio. El aire se removía inquieto, sus corazones latientes y llenos de sangre, desprendían un aroma, que difícilmente podían evadir las narices de aquellos neófitos.
Al salir por las gigantes puertas, pudieron observar como Noé, con la mitad de su traje destrozado, y la sangre en su pecho y piernas, peleaba con la mujer rubia de intacta apariencia. El moreno, inhaló el aroma de aquellos dos humanos, que más importancia habían tomado en su vida, y sus ojos se fijaron en ellos, que lo veían expectantes en la entrada del palacio. Recibió un golpe en su estómago, al verse distraído, que lo lanzó hacia los muros protectores del castillo.
—¡Noé! —vociferó Vanitas.
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¡Nueva actualización! AAAAA no saben todo lo que me ha costado, de verdad, no esperaba tener tantos borradores de este capítulo y al final, esta fue mi mejor opción. No saben lo mucho que me he estrujado la cabeza para poder terminarlo, y estoy muy contenta de tenerlo ya. Muchas gracias por su apoyo, ya saben que los comentarios y votos ayudan mucho al algoritmo para dar a conocer mi historia, así que si les gusta, no duden en ayudarme con eso.
¡Espero estén teniendo unas maravillosas fiestas! Les mandó muchísimo amor, y mucha gratitud por este maravilloso año que me han dado. Disculpen cualquier falta :D
Cada vez más cerca del fin; y les recuerdo, que se está subiendo una nueva historia Vanoé, llamada Destiny. Pueden encontrarla en mi perfil.
¡Nos leemos!
¡All the love, Ella!
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