Quince:
Esperaba que el beso fuera un asalto apasionado y pleno, pensado para trasladarla al siguiente siglo. Si no la conociera, Nayeon pensaría que la boca de Jeongyeon se mostraba tentativa y hasta en cierto punto titubeante. Su lengua se movió con tanta gentileza que pareció temblar en su labio inferior, aunque tal vez ello se debiera a la inseguridad de su propio cuerpo.
La alfa mantuvo las manos plantadas contra la pared manteniendo su cuerpo separado del de ella, negando por un momento, el contacto más íntimo que Nayeon anhelaba, mientras que con los labios repetía el beso delicado y tierno, tan alejado al que le había dado por la mañana junto a la vegetación de la isla.
Su excitante aroma impregnando el ambiente y la pausada exploración del contorno de su boca fue lo más excitante y fascinante que Nayeon había experimentado jamás, pero codiciaba más, quería más de ella. La impaciencia y el deseo le carcomía las entrañas mientras la piel le hormigueaba y los pezones se le endurecían por la anticipación. "¡Vamos!", gritó mentalmente. Pero Jeongyeon apenas le rozaba los labios, como si ella fuera frágil como el cristal y corriera el peligro de quebrarse en cuanto tomara posesión completa de su boca y de su cuerpo. Entonces, y de manera increíble, la alfa se detuvo.
Nayeon seguía con los ojos cerrados, pero no tuvo necesidad de abrirlos para saber que Jeongyeon se apartaba de ella. La sensación de aire fresco le bastó para reconocerla y automáticamente rebobinó para tratar de descubrir qué había hecho mal.
—Nayeon...
Oyó su nombre en labios de Jeongyeon, como si esta estuviera luchando contra una fuerza superior a ella para detenerse. La omega abrió despacio los ojos para encontrar los suyos bajo el ceño fruncido.
—Nayeon en estos momentos te deseo con tanta fuerza...
La convicción que oyó en su voz, paralizó a sus pulmones y probablemente sus cuerdas vocales, ya que los angustiados gritos de su cuerpo de "¡Tómame! ¡Hazlo!" jamás salieron de su boca.
Todas esas emociones desconocidas volvieron a invadirla, hirviendo en su interior en un manto de calor que, combinado con el deseo que veía en sus ojos oscuros, hicieron que sintiera que era engullida por una densa y calurosa noche.
—Pero... no quiero hacerte daño cariño. Jamás me lo perdonaría —Su ronca declaración se vió acompañada por la hipnótica suavidad de su dedo pulgar sobre el labio inferior de ella. —Necesito saber que te encuentras cómoda con lo que está sucediendo, que puedes manejarlo.
Su cerebro sensualmente abrumado, registró que la alfa intentaba cerciorarse de las repercusiones a largo plazo que tendría sobre ellas dormir juntas, más bien trataba y quería asegurarse de que no saldría herida sin albergar ideas de que cualquier relación entre las dos terminaría en matrimonio. A pesar de lo conmovedor que parecía en la superficie, Nayeon era lo bastante cínica y conocía lo suficiente a Jeongyeon como para identificar que sus instintos de autoconservación eran casi toda la motivación existente detrás de su nobleza.
No sabía si golpearla, reír o asustarla confesándole que la advertencia era inútil porque ya se había enamorado de ella. No. Y la última alternativa no era una opción, porque si de una cosa estaba segura, era de que quería hacer el amor con Jeongyeon, así fuera solo esa noche y en ese momento, deseaba ser suya y que fuera suya, así sea por un instante.
La más ligera insinuación de la profundidad de sus sentimientos, haría que atravesara la puerta y saliera de su vida en menos de un abrir y cerrar de ojos. De pronto su deseo de casarse y tener una familia había descendido de su lista de prioridades, hasta ocupar un patético segundo lugar, a favor del anhelo de experimentar el placer de hacer el amor con Yoo Jeongyeon.
Sea lo que fuere lo que sucediera entre ellas esa noche, sería algo que no se repetiría, ya que ninguna de las dos cambiaría su punto de vista sobre el matrimonio, y a pesar de eso, Nayeon no era capaz de alejarse. Por lo menos no esa noche. "Nunca", susurró su loba, sabiendo que en última instancia sería Jeongyeon quien se fuera.
—Nayeon, por favor di algo... —Musitó la pelicorta jadeante, mientras presionaba la frente con la suya.
—En realidad, Jeongyeon —Le interrumpió. —No me encuentro cómoda con lo que ha estado sucediendo —Irguió los hombros. Quitó una de las manos de la alfa de la pared y le devolvió la caja de preservativos. —¡Sostenlos tú! Porque es evidente que no tienes ni idea de lo que hacer con las manos. Yo, sin embargo, tengo grandes planes para las mías... —La aferró al cuello y la atrajo a ella hasta que sus bocas se fundieran en un profundo beso.
En ese beso de Nayeon y Jeongyeon no hubo absolutamente nada tentativo. Sus bocas se fundieron demasiada, ardiente y codiciosa, ansia que amenazó con consumirlas al asumir el rápido control del beso. Jeongyeon pegó a Nayeon contra la pared, al tiempo que sus manos abrazaron cada centímetro de su piel expuesta y encendieron una pasión que Nayeon no reconoció como propia. Soltó un gemido sensual, en el momento en que su mano se cerró sobre un pecho y frotó con la yema de su dedo pulgar la cumbre del otro.
—Te gusta eso, ¿eh? —preguntó la alfa, con su voz tomada por el deseo y Nayeon se tomó el labio inferior sumida en la misma sensación.
—Hmh... —Se retorció cuando lo repitió y deseó hacerlo también y encerrar sus manos en los suyos.
—¿Estás dispuesta a retirar la acusación de que no sabía qué hacer con las manos, cariño? —Consultó hablando sobre el largo de su cuello con su cálido aliento.
—Humm... —Asintió como respuesta. —Una persona necesita motivación para no dejar de mejorar, Jeonguie... —Sacudió la cabeza y se puso de puntillas para reclamar su boca de nueva cuenta.
La alfa sonrió, esquivó el beso que pretendía darle y la rodeó en su cadera una vez la tomó de los muslos y Nayeon entendió de inmediato sus intenciones.
—Oh, no te preocupes, cariño. Estoy muy motivada. Todavía no has visto nada Nayeonnie...
La petulante arrogancia de su declaración era tan entrañable como sexualmente estimulante. "Bueno, no, no era del todo cierto", corrigió mientras el colchón de agua se onduló con suavidad bajo ella. Jeongyeon evocaba en Nayeon, además de calidez y sentimientos confusos, que el estímulo sexual de la alfa hacia ella pareciera más un incendio fuera de control. Así se sentía a medida que sus dedos exploradores le proporcionaban las lecciones más sensuales que su cuerpo había recibido hasta ese momento.
Allí en donde la alfa la tocaba, se encendía una hoguera cuyas chispas se adelantaron para inflamar otras partes de su cuerpo. Jeongyeon continuó avivando la pasión hasta que el calor interior se intensificó tanto que creyó que ardería de placer en una combustión espontánea. Esas nuevas sensaciones que nunca su cuerpo y su alma habían sentido ya las consideraba adictivas, supuso que las iba a necesitar por el resto de su vida, pero su cuerpo quería más, mucho más y sin pudor le suplicó que se lo diera. No sólo con palabras, sino con actos, con las manos exploró el cuerpo delicadamente marcado, recorrió su espalda y se dio el gusto de rodear sus ardorosos pechos con sus manos, los ojos entornados de la alfa y las murmuradas palabras de aprobación la llenaron con un sentido exultante de arrogancia ante su propia feminidad y sexualidad, y la retaron a ser tan autocomplaciente como sus deseos la impulsaran a ser.
Jeongyeon, por su parte, se sentía abrumada por sus instintos naturales, que crecían al tener a Nayeon bajo su cuerpo, descubriéndola. Sabía que tenía que detener las cosas, pero a pesar de todas sus buenas intenciones, no fue capaz de hacer acopio de su fuerza de voluntad para detenerse, por lo que iba perdiendo capa tras capa de su control físico, mental y espiritual. Era demasiado débil para retirarse del calor que le hacía sentir el contacto con la piel de la omega, y negarse el gozo de oírla gemir su nombre y de observar cómo su cuerpo hermoso respondía al mínimo contacto que compartían cuando se unían en cada fricción. Era demasiado, demasiado egoísta para negarse las sensaciones creadas por la fascinada exploración que ella realizaba de su cuerpo, el roce de sus delicadas manos descubriendo su torso, mimando sus pechos, sus uñas sobre su espalda le resultaba casi intangible, pero sus entrañas centellearon y se convirtieron literalmente en fuegos artificiales.
¿Quién habría imaginado que sus manos delicadas y elegantes serían tan firmes y posesivas mientras le recorrían la piel, tanteando, moldeando, apretando y acariciando hasta que creyó que moriría por el éxtasis de su contacto?
Había creído que conocía a esa omega mejor que a ninguna otra en el mundo. Aunque el lado arrogantemente optimista en ella había insistido en que no podía estar imaginando la química sexual que había estallado entre ellas durante su estancia en la isla, el lado pesimista había esperado su rechazo, pero aún así, había pensado que tendría que actuar con cautela y lentitud, tener paciencia con esa hermosa omega conservadora que creía que el sexo y el amor estaban entrelazados y lo veía como una ruta directa al matrimonio. ¡Pero Nayeon le demostraba segundo a segundo que se había equivocado en todos los sentidos!
En ella, no había nada conservador ni ingenuo. El modo en que actuaba o reaccionaba, señalaba que se hallaba tan relajada con su sensualidad y sexualidad, era en sí misma un acto de erotismo, los movimientos de su cuerpo contra el suyo, tenían tanta fluidez que creía ser ungida con un aceite cálido y aromático cuando su aroma incrementaba más y más. No había nada inhibido en los pequeños gemidos de placer que emitía a medida que su boca buscaba probar su néctar más dulce. Ni evidencia alguna de timidez momentos más tarde, cuando se retorció bajo su peso, demandando que lo deseaba todo de ella.
La tentación de ceder fue la más poderosa que Jeongyeon había experimentado. Ninguna omega la había afectado con tanta fuerza, ni bombardeado sus emociones tan rápida ni exhaustivamente, pero su ego insistía en que mantuviera el control, en no dejarse arrastrar por el torrente de su sensualidad.
En un intento por reafirmarse y mitigar su propia impaciencia, dedicó varios minutos a provocar la pasión de ella hasta llevarla al borde de la satisfacción, donde la dejó temblando y suplicándole que llegara hasta el final. Un momento en que silenciar sus súplicas de liberación plena con simples besos quedaba en el más allá. La alfa, al percatarse del anhelo de su propio cuerpo, elimina todas las barreras que impedían la unión total de ambos cuerpos al quedarse desnudas totalmente, fue entonces cuando se sumergió en la húmeda calidez de Nayeon.
En ese mismo instante minúsculo de tiempo fue consciente sólo de dos cosas. Del ronco gruñido de satisfacción cuando la omega le clavó las manos en los glúteos y de que su intención de experimentarla sólo una vez se hizo pedazos, porque en ese momento sintió una sensación única que le dejaba por seguro que la desearía toda su vida.
Ya ambas en un círculo de fuego quedando ambas piel con piel y sintiendo el calor de la otra. Jeongyeon tomó a Nayeon del cabello y comenzó a darle mordiscones en el cuello, reemplazando ese intenso deseo de su lado animal por marcarla y poseerla como jamás lo había sentido, la castaña con sus expresiones de placer aumentaba y avivaba todavía más la pasión y el amor que la alfa estaba aprendiendo a sentir. Ella tomó su espalda y la dió vuelta quedando ella sobre su cuerpo.
Acostada perfectamente sobre la cama con Nayeon amarrada sobre su cuerpo, comienza a cabalgar de una forma brusca y apasionada. Nayeon mordía sus labios con placer mientras Jeongyeon admiraba el esplendoroso movimiento de su cuerpo. En ese momento la giró nuevamente, quedando sobre ella, continuó con movimientos a un ritmo acelerado para hacerla llegar primero al clímax, para luego llegar ella. No emitieron palabra alguna, normalizando sus respiraciones.
Ya acostadas, Jeongyeon abrazó por detrás su cuerpo cálido y Nayeon rompió el silencio.
—Jeongyeon, no sé tú, pero esto es completamente nuevo para mí...
—Para mí... —Le interrumpió, pero sin poder terminar, ambas se quedaron dormidas, ceñidas junto al cuerpo de la otra.
Hola tu, ¿que hay? Es super poético este smut, no quise manosear demasiado este capítulo, la verdad es que la autora es tan sensible, me encanta en su modo original.
¿A ti también te gustó?
Regreso luego, sugiere que más quieres leer. Te quiero, tu JazUnnie🌻
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