El diario del Príncipe Mestizo

Entrada VII:

Durante años, he mantenido mis más profundos secretos embotellados dentro de mí. Si escarbas lo suficiente, encontrarás esta frágil botella de cristal, que dice: 'Inseguro. No tocar". De vez en cuando, destapo la botella y dejo que los secretos se derramen. Siempre son los mismos: un chorro negro y oscuro. Siempre me ha gustado el negro porque me ha ayudado a ocultar todo lo que estaba a la vista. Podía fingir que no pasaba nada, incluso cuando las cosas se descontrolaban. Durante años, escuché extraños susurros que amenazaban con revelar mis secretos. Mis demonios me perseguían, me agarraban por el cuello y me amenazaban con decirle a todo el mundo quién era realmente. Ponían sus manos heladas sobre mí, clavando sus sucias garras en mi piel.

Al principio intentaba cerrar los ojos para alejarme de todo. Pero volvían, más malos y más fuertes. Sus ojos rojos y ardientes escudriñaban mi alma y me empujaban a contar todo. Intenté gritar muy fuerte, pero nadie a mi alrededor escuchaba nada. Era casi como si mis demonios me hubieran transportado a un universo alternativo, una realidad distorsionada y deformada. Una realidad en la que me vi obligada a creer, durante mucho tiempo.

            Ahora, los excluyo a todos. Trato de mantener la botella tapada, de mantenerla bien cerrada. Tapo las cicatrices que sólo yo puedo ver, los recuerdos que los engendros dejaron atrás. Golpean con sus puños las puertas que no sabía que existían dentro de mí, pero he aprendido a mantenerlas cerradas.
Una vez leí que el cuerpo destruye sus células cada siete años y es bonito pensar que algún día mis cicatrices no dejarán rastro. Tendré un cuerpo que mis secretos no han tocado. Algún día, romperé la botella en un millón de pequeños pedazos. Algún día, superaré todos mis demonios. Algún día.....