Narrador omnisciente

Aquel pequeño de 5 años caminaba tomado de la mano de su padre mientras entraban al gran patio de la escuela, era un nuevo año y debía entrar a una nueva guardería debido a los problemas que había tenido con la otra.

Realmente, el pequeño Adrien aún no sabía que tan malos podían llegar a ser las personas. Para aquel pequeño todo era risa, juegos y diversión. Su vida era de un rosa o como el mencionaba: Un bubagum rosa.

Si, era muy pequeño para comprenderlo pero el no tenía la culpa de nada, así lo habían educado y no tenía nada de malo confiar tanto en las personas que lo rodean, incluído si se burlaban de él o algo así aunque bueno, así pensaba el.

Porque así era, a la corta edad de 5 años, varios compañeros se habían burlado de el gracias a su problema, así es... Adrien sufría de perdida de memoria a corto plazo, siendo tan pequeño se lo habían diagnosticado.

Era por esto, la razón de cuánto lo cuidaban aquellas 2 personas que le habían dado la vida, sobre todo Emilie que mantenía un estricto orden en la vida de su pequeño hijo.

—Listo, la profesora está enterada de todo, ¿Prometes que te portarás bien y no causarás disturbios? — pregunto Gabriel hacia su pequeño hijo quien estaba muy atento a este.

—Lo prometo papá — sonrió.

—Te amo, Adrien...— dijo aquel viendo a su hijo, para Gabriel, Adrien era un tesoro, un tesoro que jamás iban a arrebatar de su lado.

Gabriel Agreste era la definición de apoyo, protección y amor hacia su pequeño.

—Debo irme, papá... ¡Quiero hacer muchos amigos! — sonrió Adrien algo apurado.

Había visto un grupo de niños jugando al llegar, tal vez podía unirseles y empezar a hacer amigos rápidamente.

—Buena suerte en tu primer día, hijo —dijo Gabriel algo preocupado pero confiado al ver la expresión de su hijo.

—Adiós...—soltó y se alejó de aquel.

Adrien solo camino por aquel gran jardín de su guardería, estaba un poco perdido a lo que empezó a preocuparse un poco pero no importaba, su atención ahora misma estaba en... en... en...

—Uhmm — pensó para si mismo.

A qué había venido realmente.

—Uh, yo... es mejor que regrese — susurró pero al voltear alcanzó ver a una pequeña niña mecerse lentamente en los columpios.

Ladeó su cabeza un poco y sin pensarlo dos veces, camino hacia ella.

—Hola, soy Adrien — se presentó aquel pequeño de 5 años — Yo sufro de perdida de memoria a corto plazo — mencionó.

— ¡Hola, Adrien! Soy Marinette, tu mejor amiga desde ahora — sonrió feliz.

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Lo prometido es deuda.

Espero les haya gustado y si es así denle estrella y síganme si no lo han hechoღ