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unique

Yunho sigue sin comprenderlo.

Se da la excusa de que es porque la pena y el desahogo siguen firmes en su cabeza taladrándola cada vez que el recuerdo de esos ojos brillantes y verdes que tanto extrañaba vuelve, le da vueltas, tantas vueltas durante todo el día, lagrimas silenciosas cuando recuerda demasiado, el sentimiento de vacío dentro de su estómago cuando quiere comer, el insomnio cuando se arropa con sus sábanas, últimamente ha tenido que dormir en el sofá de lo atormentado y desahuciado que está. Pero en el fondo, sabe que si quitara todas esas emociones negativas de su día a día, seguiría sin comprender nada.

Seguiría sin saber por qué Seonghwa, su novio de hace cuatro años, se había suicidado hace un mes y medio.

No bastaba con la carta que le dejó encima de la cama antes de ahorcarse, esa que solo pudo leer y casi lo hace atentar contra su vida con el espejo del baño. Porque no habían motivos escritos, solo una dulce carta de amor que le rompía el corazón y aseguraba que, nada había sido su culpa.

Yunho quiere saber, quiere comprender, quiere entender cuanto tuvo que sufrir su dulce pelinegro pequeño para terminar enterrado dos metros bajo tierra y dejarle desamparado sin su compañía.

Pero sabe que nunca lo hará, porque Seonghwa ya no está allí, ya no puede hablarle, en cambio, él ahora está arrodillado ensuciándose con la tierra aún elevada en esa tumba de la familia Park, esa que se esperaba ser para la abuela de Seonghwa que ya era anciana, pero que había sido sorpresivamente usada por el menor de la familia un triste 17 de noviembre.

Apretaba la tierra húmeda por la llovizna mañanera entre sus dedos, ensuciándose las uñas y las mangas de su chaleco con los ojos hinchados, mirando a través de la neblina de las lágrimas el nombre de su amado escrito allí en el mármol, y su dulce foto sonriente a un costado. Viéndose tan feliz, tan hermoso. Aquella foto se la había tomado él meses atrás, en el verano, Seonghwa con su cabello negro y largo peinado con tal de dejar su dulce rostro despejado, con la boca sucia de helado de fresa y una sonrisa abierta tan grande mostrando sus perlas preciosas como dientes y los ojos brillantes hacia Yunho quien sostuvo el teléfono en ese momento, en una de sus citas improvisadas luego de la universidad.

Yunho quería comprender, quería sacar a manotazos toda esa tierra y llegar donde su amado, preguntarle el por qué lo dejó, qué pensamientos tuvo, qué era lo que tanto lo había atormentado en silencio para terminar colgado de un gancho en el techo de su habitación. La desesperación rasguñando su pecho porque Yunho se quería morir entre la tristeza de su vida desde que su rayito de sol se había ido de un día para otro.

Estaba siendo tan egoísta, tan enojado y triste, rogando que fuera una pesadilla y escupiendo internamente hacia Seonghwa el por qué lo había dejado allí, sin al menos despedirse correctamente, sin haberle dicho nada, sin haber pedido ayuda. Yunho sentía tanta rabia contra si mismo que detestaba verse al espejo ahora, porque pudo haber sido un mejor hombre para Seonghwa, pudo haber entendido a Seonghwa, insistido apenas hubiese notado algo, pudo haber hecho tantas cosas, pero estaba allí, no hizo nada, y lo perdió todo.

Sus padres tuvieron que sacarlo de la tumba de Seonghwa cuando lo encontraron horas después, todo el día allí frente a su amado, intentando inútilmente algo, ni si quiera sabía qué. Fue doloroso sacar las manos de ese montón de tierra y alejarse a rastras.

"Adoptamos un gatito", anunció su madre, casi en una exclamación porque al parecer, había repetido aquella frase antes y él no la había escuchado. Pestañeó hacia ella en el auto, con un nudo en la garganta, "Lo hicimos por ti, es tuyo... queremos ayudarte, hijo, te haz negado a ir al psicólogo desde que Seong...", se quedó en silencio, porque los ojos de Yunho lagrimearon ante el simple pensamiento del suicidio de Seonghwa, "La psicóloga nos dijo que un animal te haría bien... y conseguimos un gatito de un mes y medio para ti, para que puedas avanzar"

Pestañeó, una lágrima solitaria cayendo por su mejilla. Sintiéndose como un imbécil, porque sus padres estaban intentando ayudarlo a superarlo, a poder despertar tranquilo en la mañana sin el tormento de los pies de Seonghwa inertes colgados, a poder sanar su roto corazón y destrozada mente, pero él no podía avanzar, estaba estancado. ¿Qué haría con un gato?

"No es necesario que lo cuides por completo tú... solo queremos que... tengas más compañía, algo terapéutico sin necesidad de ser invasivo, un gato puede ser así, ¿Qué te parece?"

Yunho no dijo nada, girándose a la ventana, y evitando el par de ojos preocupados.

Cuando llegó a casa, tan caliente y acogedora, cerró los ojos. Tenía la piel helada y las pestañas cristalinas, pero hasta el simple hecho de ver su casa era tormentoso para él, rememorando cada vez que Seonghwa revoloteó por cada espacio de allí. Se ahogaba en su propio hogar, se ahogaba en la universidad también, en cualquier espacio el cual haya compartido con Seonghwa en el pasado lograba agobiarlo y hacerle entrar en desesperación inevitable, pero su habitación era la fuente de su locura y poca cordura, era impensable para él estar allí más que un par de horas.

No quería estar en casa, aunque estuviese caliente, y que sus padres estuviesen sacándole la ropa porque sus dedos estaban entumecidos con el frío de la tierra y el día durante horas, y que se sintiese el aroma del estofado de cerdo que seguramente era de la cocina y que le hubiese abierto el apetito si no se sintiese tan muerto en vida. Y estuvo a punto de abrir la boca para decir que no podía estar allí y necesitaba aire, cuando algo inusual se llevó su atención dispersa.

Un maullido.

Su casa desde el cementerio no estaba a demasiado tiempo de distancia como para haberse olvidado tan rápido que ahora tenía un gato que no quería, pero su mente estaba tan hecha añicos y en otro mundo intentando conectar partes inconclusas que se había olvidado del felino terapéutico que habían conseguido sus padres.

Abrió los ojos con pesadez, sintiéndolos pegajosos y cansados, topándose con la imagen de su padre cargando algo entre los brazos, algo negro que se sacudió para acomodarse, un par de orejas de gato apareciendo y otro maullido llegando a sus oídos. Su padre terminó inclinándo sus manos para mostrar al nuevo integrante de la familia.

Un gatito pequeño, tan pequeño que entraba en su mano y seguro le sobraba espacio, tan negro, con la nariz mojada apenas perceptible entre el pelo negro y bigotes largos, y ojos grandes y redondos, tan redondos, verde esmeralda que le atascó la respiración.

Porque ese minúsculo gatito se parecía a Seonghwa. Su novio es una especie de humano que tenía tendencias felinas pegadas, de hecho, Yunho siempre asoció a Seonghwa como un gatito pequeño, negro y de ojos verdes como los suyos. Y ahora, en la mano de su padre, se encontraba ese gato que tanto había imaginado como Seonghwa en el pasado.

Era una cosa pequeña y adorable, que le miraba con curiosidad y tan atento que había dejado de maullar. Yunho estaba en un colapso interno por ver a ese maldito animal y recordarle el tormento de su novio muerto. Un gatito tan inocente e ingenuo, como un pequeño peluche, tal como Seonghwa.

"¿Te gusta? Come comida sólida y sabe hacer en arenero, es muy bonito y pequeño", le entendió a su padre, la bilis subiendo por su garganta y queriendo tanto huir de allí y llorar hasta caer dormido o entumecerse de nuevo. Pero el hombre mayor extendió de nuevo al gatito minúsculo, y se vio obligado a extender la mano antes de que el pobre animalito atento a él cayese a suelo de forma torpe.

Era tan suave, tan pequeño, parecía un algodoncito negro, con las pupilas dilatándose apenas se quedó en su mano y ocultando ese aro verde esmeralda de sus ojos que era doloroso de ver, Yunho quiso llorar al sentir las minúsculas patitas apoyarse en sus almohadones en su palma, no sabe si llorar por lo tierno que era, o porque extrañaba a Seonghwa.

Estaba estático en el hall de entrada, con su gatito en manos y sintiendo su corazón revolotear como un lunático mientras lo miraba, porque había algo en ese animalito que le causaba un sentimiento extraño y molesto, nostalgia palpable en su lengua que tampoco entendía como muchas cosas.

"¿Por qué no vas a descansar un rato a tu habitación? Aún debo terminar el estofado", sintió un pequeño empujón detrás suyo que le hizo avanzar y sujetar a su gatito para que no cayera de sus manos.

Despegó la vista de su gatito, mirando a sus padres algo aireado que le instaron a subir con el animal, así que suspirando, apretó sin fuerza al gatito contra su pecho, que hincó sus uñitas cortas en su ropa sujetándose de allí y lanzando un maullido que le chocó por un momento, porque había recordado como Seonghwa se agarraba de su ropa cuando lo abrazaba y soltaba un sonidito extraño y tierno cuando lo aplastaba contra su pecho.

Subiendo la escalera con pesadez, con esa pequeña garrita afianzándose de su chaleco, no pudo mirar al gato hacia abajo, mirando la telaraña encendida de la escalera con ojos húmedos, entró a su habitación ordenada -cortesía de su madre, porque él no tenía ánimos ni de hacer su cama- y fría, la ventana estaba abierta seguramente para despejar el aire, y con el tonto pensamiento de que a lo mejor su gato pasaría frío, fue a cerrarla, cuando se aseguró de que estaba bien cerrada y las cortinas corridas, sus piernas cedieron y las rodillas le tocaron el suelo a la orilla de la cama, con manos temblorosas, las extendió hasta las sábanas para dejar al gatito allí encima.

Maulló, estirando esas pequeñas patitas y mostrando esos pequeños porotitos negros que tenía como almohadillas, girándose de nuevo hacia Yunho y acercándose al borde entre otro maullido, como si estuviese hablándole, Yunho lo encontró adorable, por primera vez inconsciente desde la muerte de Seonghwa pudiendo estirar los labios en una sonrisa corta y cerrada, pero real.

"¿Qué pasa?", murmuró con voz ronca, no había hablado desde ayer en la mañana, ya su boca no se esforzaba en musitar palabras y salió muy diferente a su voz real, pero el gatito pareció entenderlo, porque dando una vueltita entre saltitos juguetones, se inclinó y dejó caer la pequeña cabeza a las sábanas, volteándose ahora en el suelo y mostrando la negrita panza de gatito, Yunho no borró su sonrisa ante lo adorable que era su mascota ahora, "¿Quieres que me eche contigo?", preguntó sin pensar realmente, pero cuando los ojos verdes le quedaron mirando por un rato sin moverse, y esa naricita negruzca se arrugó, se vio a si mismo levantándose, quitándose las pantuflas y sentándose en su cama con cuidado de no aplastar a la bolita negra, para después echarse hacia atrás y recostarse por completo. Su gato, sorpresivamente, caminó torpemente hasta su abdomen, subiéndose a este y en el proceso enterrando sus garritas en su estómago que lo hizo jadear, para caminar con las pequeñas patas encima suyo hasta su pecho y sentarse en bolita allí mismo, siempre mirándole con esos ojos grandes que le daban nostalgia, inconscientemente de nuevo, alzó su mano hacia el animalito, mostrándole los dedos bailarines frente ese pequeño rostro, y el gatito comenzó a jugar con estos torpemente, moviendo las patas delanteras por el aire y tropezando en su amplio pecho en busca de sus dedos.

Yunho volvió a llorar sin darse cuenta, sintiendo el cuello mojado luego de un par de minutos, porque cuando Seonghwa quería mimos estando en su habitación, se subía a la cama y lo llamaba entre berrinches y saltitos a que se acostara junto a él, se acomodaba casi encima de él en su pecho, las mejillas aplastadas contra su ropa, y tomaba la mano que no acariciaba su espalda para jugar con sus dedos y entrelazar sus manos.

No llevaba ni una mísera hora con su nuevo acompañante y ya estaba llorando con el corazón roto, ¿Cómo esto iba a ser terapéutico y sacarlo del agujero negro donde está, si su gatito le recuerda tanto a Seonghwa cuando estaba vivo?

Pero aún así, a pesar de extrañar a su dulce pelinegro pequeño, el corazón le seguía revoloteando ansioso, enamorado y tonto con ese gatito que ahora mordisqueaba sin fuerza la punta de sus dedos.

"Mars", murmuró, y extrañamente, el gato dejó de morderle los dedos para mirarle, su corazón de nuevo revoloteando ante la reacción del minino ante ese nombre, aquel que Seonghwa se tenía en cada red social, como si le hubiese entendido, "Te llamarás Mars"

"Yunnie, es hora de despertar", Yunho sonrió, porque esa vocecita cantarina dentro de su cama era demasiado adorable y no podía molestarse por despertarle ese domingo. Removiéndose sin intenciones de levantarse, apretó ese cuerpecito caliente contra él y escuchó una risita, "¡Yunnie, no me aprietes!"

"Quedémonos así, te sientes bien encima mío", murmuró, sintiendo el cabello negro de Seonghwa hacerle cosquillas en la nariz, otra risita saliendo de su dulce novio.

Todos los fines de semana, sin falta, Seonghwa se quedaba en su casa a dormir, porque al parecer, todas las horas que pasaban juntos en la semana no eran suficientes para ellos. A Yunho le encantaba despertar enredado con ese menudito y suave cuerpo del pelinegro, tan perfecto, estando con ropa o no, Yunho lo sentía contra si y era la mejor sensación del mundo. Despertaban tarde, por dormir mucho u otra cosa, y preparaban juntos el desayuno para luego ver algo en la televisión nuevamente enredados en el sofá. Era rutinario, pero maravilloso para Yunho, porque la presencia de Seonghwa para él era mejor que cualquier otra cosa.

"Va a ser mediodía y hay que comer, Yunnie...", pero Yunho había vuelto a dormirse, demasiado cómodo y calientito.

De pronto, el de mechas rojas comenzó a sentir pequeños besitos de gatito en su nariz, tan interminables y sucesivos que le hizo cosquillas, comenzando a reír mientras despertaba nuevamente sin abrir los ojos. Seonghwa amaba despertarlo de esa manera, dándole besitos inocentes y dulces en la nariz.

Iba a abrir los ojos, para poder encontrarse con los preciosos verdes de su amado, pero cuando despegó sus pestañas, el lúgubre escenario helado y frío que le recibió no era lo que se esperó, los pies entumecidos y tiesos de Seonghwa colgando en el espacio de su habitación, la soga amarrada al techo como una telaraña llena de insectos que corrían por ella hacia el cabello negro enredado y sucio de Seonghwa, toda la piel hinchada, morada, fría y sin vida tan irreal que quiso vomitar, y el rostro dulce de Seonghwa ahorcado con lágrimas y máscara de pestañas corrida, inerte, como una pesadilla horrorosa que hacía su corazón detenerse. Seonghwa estaba muerto, Yunho lo encontró ahorcado en su habitación, todo gritaba y volaba a su alrededor, pero Seonghwa estaba muerto y él estaba allí en frente viviendo una pesadilla.

Abrió los ojos, inundados en lágrimas y saltando en su cama entre un grito, el recuerdo de Seonghwa inerte tan vívido en su mente y el que siempre le causaba pesadillas al dormir.

Pero era una pesadilla real, no existía el universo ni la instancia en donde Seonghwa no estuviese muerto en ese momento, y eso era lo que más destrozaba a Yunho.

Se pasó las manos por el rostro, quitándose todas las lágrimas casi con furia, y de paso por su nariz, esa en donde había soñado de forma tan real que Seonghwa dejaba besitos allí, pero notó algo diferente.

Su nariz estaba extremadamente lisa, y le dolía mínimamente, como si se hubiese rasgado la piel muy ligeramente.

Intentando olvidar la pesadilla que le atormentaba, le dio paso a la incógnita de su nariz, enfocando los ojos húmedos a su alrededor para ver qué había pasado, sintió de pronto cuatro patitas encima de sus piernas por sobre las sábanas que le hicieron sobresaltarse de nuevo. Y pestañeando hacia abajo, se topó con su pequeño gatito que llevaba con él apenas unos días en su regazo, mirándole hacia arriba con esos gigantes ojos y con la pequeña lengua lamiendo su nariz.

A Yunho no se le hizo difícil conectar puntos, porque era muy obvio, la gata de San le había lamido la nariz hace un tiempo y era la misma sensación que ahora.

Mars le había lamido la nariz para despertarle, tal como Seonghwa le besaba la nariz con el mismo cometido cada domingo.

Y justamente, hoy era domingo.

Yunho se rompió a llorar de nuevo, recostándose en la cama y sujetando a Mars con cuidado contra si, su gatito tan tranquilo aferrándose a él y acomodándose para dormir, mientras él lloraba con pena y nostalgia, recordando las mañanas con Seonghwa como si la hubiese vivido justo ahora.

"Que lindo que tus padres te hayan conseguido un gatito para distraerte", habló San, mirando a su peludito gato sentado en el suelo frente al sofá de su casa a la semana siguiente.

Yunho apartó la vista de sus amigos, Hongjoong y San había llegado de improvisto ese día mientras sus padres trabajaban y no pudo librarse de ellos, instalándose en su sala con intenciones de pedir hamburguesas y conocer a su minino.

"¿Como dijiste que se llamaba?", preguntó Hongjoong, el cabello anaranjado le hacía lucir extraño y hasta más bajo, según Yunho.

"Mars" murmuró, sintiéndose algo mal cuando Hongjoong alzó una ceja y San bajó la mirada, era obvio que el nombre era por Seonghwa y sus amigos lo sabían. Se suponía que su gato era para olvidarse de su novio, no recordarle, pero era algo que Yunho simplemente no pudo evitar.

Esperó una regañina, alguna mala reacción de sus amigos, pero San alzó la cabeza con una sonrisa, mirándole mientras él se estiraba en el sofá por completo y dejaba a Mars en el brazo de este para no aplastarlo.

"Si tiene un aire a que se llama Mars", dijo, Yunho le miró con ojos de cachorro perdido y una mueca en la boca, porque San era comprensivo y atento a comparación de Hongjoong, que era algo más bruto y sin filtro. Y en si, él no era el único que perdió a Seonghwa, San y Hongjoong perdieron a un amigo también.

Ya nada era lo mismo sin Seonghwa, si su dulce pelinegro estuviese allí, habría música extraña sonando en la radio y comida sana que su novio hubiese preparado para no llenarse con chatarra, una conversación fluida y risueña inundaría toda la casa mientras algo se vería en la televisión sin mucho cuidado. Esas eran sus tardes entre amigos cuando su dulce novio todavía no estaba bajo tierra, pero ahora, todo estaba demasiado silencioso y melancólico, sabiendo que sus amigos se sentían igual de tristes que él, ninguno realmente podía salir de ese sentimiento de tristeza y oscuridad.

"Podría traer a Byeol para que juegue con Mars", sugirió San entre ese silencio.

"Tu gata es una gorda, seguro lo aplasta y lo mata", intentó bromear Hongjoong, pero apenas se percató de lo que había dicho, se llevó las manos a la boca y miró a Yunho con los ojos bañados en disculpa. Yunho no dijo nada, había sido una broma inocente que lamentablemente se relacionó con el suicidio de Seonghwa, Hongjoong solo quería hacerlo reír de alguna forma.

Mirando al techo extendido en el sofá, Yunho se sintió patético. Porque Hongjoong y San intentaban superar el hecho de que Seonghwa faltaba, podían levantarse de la cama sin tener las ganas de desaparecer y el apetito para poder comer bien, se distraían del suceso estudiando y trabajando. En cambio él, era un muerto en vida, ya no asistía a las clases de la universidad porque simplemente no podía estar allí, el desánimo cada vez haciéndose más grande con el pasar de los días y el apetito tan escaso que estaba comiendo una vez al día, no podía distraerse, ni estudiar, ni sentirse algo menos miserable. Sus mismos amigos que debían estar sufriendo igual que él su perdida estaban allí, intentando animarlo, hacer que comiera o simplemente hablara. La estela del anterior Jeong Yunho, tan sonriente, risueño y juguetón ya no existía por mucho que la intentasen recuperar.

San no dejó la conversación morir allí y lo agradecía, porque aparte de poder desviarse un poco de lo miserable que se sentía, el silencio desaparecía. Últimamente se perturbaba aún más cuando todo estaba demasiado silencioso, las imágenes repitiéndose y nublando sus ojos que apenas podía mantenerse en pie si se encontraba en silencio.

A este punto, Yunho comenzaría a alucinar y no se sorprendería por aquello.

El timbre sonó luego de un rato, él no se levantó, ni si quiera se movió, mirando al techo sin parar sin haber contribuido en nada a la conversación, Hongjoong y San solo le dejaron estar mientras ellos iban a la puerta por las hamburguesas y con el dinero en mano.

Suspirando, cerró los ojos intentando descansar, le dolía la cabeza y no entendía por qué. Ya ni si quiera tomaba su celular para entrar a las redes sociales porque aparte del desánimo, no se veía capaz de ver los cínicos mensajes en sus bandejas de entrada de gente que apenas le dirigió la palabra alguna vez por la muerte de su novio para quedar bien. Por lo que se sumió al negro de sus orbes, enseguida el recuerdo de Seonghwa invadiéndole la cabeza, aquella vez en donde justamente estaban los cuatro pidiendo hamburguesas allí mismo en su casa, él estirado de la misma forma que ahora en el sofá, y su novio tan lindo y dulce sentado en la esquina con las piernas bajo su cabeza. Yunho podía verlo, ver su cuello y su barbilla, la punta de su nariz y sus pómulos con las largas pestañas mientras hablaba con Hongjoong y acariciaba su cabello rojizo, era una imagen tan bonita, y sus dedos se sentían relajantes.

Yunho sonrió, esa boca rojiza moviéndose en una risa mientras bajaba la cabeza hacia él, tan feliz, con los ojos tan brillantes y las mejillas abultadas. Seonghwa le miró desde arriba con los dedos acariciando su cuero cabelludo y mirándole con un amor gigante.

Yunho abrió los ojos cuando de pronto, en su imperturbable y perfecta imaginación y recuerdos, sintió un minúsculo peso en su frente y algo apoyarse en él. Acostumbrándose de nuevo a la vista, la pequeña cabeza de Mars se hizo presente en su campo de visión. El minino estando sobre su frente con sus patas delanteras mientras que las traseras seguían apoyadas al brazo, ladeó la cabeza con esos ojos grandes y verdes. Oh, tan igual a Seonghwa, tan irónica la situación, se sentía cálido, como si estuviese viviendo de nuevo el momento que imaginó con solo conectarse con esos ojos verdes tan parecidos a los de Seonghwa.

Ya se estaba volviendo loco, ¿Cómo su gato por tercera vez, imitaba lo que había hecho Seonghwa en algún momento mientras estaba vivo? Sin embargo, no pudo quitar a Mars de su frente, que movía los bigotes sin parar y le miraba con la típica curiosidad de gato pequeño, ¿Qué tan loco debía estar Yunho para pensar que su gato a punto de cumplir dos meses de edad hacía adrede las actitudes de Seonghwa con él?

"¿Yunho?", llamó San, entrando a la sala con bolsas y seguido de Hongjoong, "¿por qué estas llorando?"

Yunho, extrañado, se tocó las mejillas, topándose con las lágrimas empapando su piel, confundido, porque no sabe en qué momento se puso a llorar y tampoco tenía una razón coherente.

Mars se despegó de su frente, bajando por el brazo del sofá torpemente y trepándose a su propio hombro para subirse a su pecho y hacerse una pequeña bolita negra.

Sujetó a Mars con una mano, mientras la otra se secaba los ojos, y dijo: "perdón, extraño a Seonghwa, eso es todo", suspiró, intentando aguantarse las lágrimas y dejar de llorar.

Hongjoong se sentó a su lado en el suelo, dejando la bolsa de hamburguesas encima de la mesa de café y dándole apoyo silencioso al apoyar su cabeza en el mullido sofá.

"¿Estás seguro de que fue una buena idea ponerle Mars?"

Yunho negó, sorbiendo su nariz y sintiendo el ronroneo de Mars bajo su mano. Pero por nada del mundo le cambiaría el nombre.

Cuando Yunho pisó la universidad dos semanas más adelante luego de no haber asistido en más de dos meses, se sintió enojado, triste y acosado.

Todos se habían enterado de la muerte de Seonghwa desde el momento uno, su novio siempre fue conocido dentro del campus por lo bonito y extravagante que era, por lo tanto, su relación con él también fue de conocimiento público para muchos. Ver los rostros de pena y lástima que cada persona le estaba dando mientras caminaba era enfermante, Yunho solo quería salir de allí y vomitar en el lavabo más cercano. Odiaba la lástima, más proveniente de gente que nunca en la vida había visto y se veía con el derecho de darle estúpidas condolencias que no le traerían a Seonghwa de vuelta.

Pero estaba bien, Yunho se estaba controlando, hacía esto por su bien y porque no quería seguir haciéndole derrochar dinero a sus padres para finalmente no terminar su carrera de informática. Había costado bastante salir de su cama dispuesto a venir a clases, y más aún, dejar a Mars solo por un par de horas, la dependencia a su gato que crecía quizás demasiado rápido cada día era más fuerte, porque él era débil ante esos ojos verdes tan iguales a los que extrañaba. Mars seguía haciendo las mismas cosas que le recordaban a Seonghwa cada día, tal como acompañarlo cuando su cuerpo le exigía comer algo, recordándole cuando cocinaban juntos, al ducharse, Mars jugaba con la cortina del baño, al igual que Seonghwa se sentaba en el inodoro solo para molestarlo, cuando Mars estornudaba, soltaba el mismo sonidito suave y sacudía la peluda cabeza tal cual como Seonghwa lo hacía, a Mars le gustaban las frutillas, lo supo cuando se le cayó una al suelo y el gato saltó a comerla, y la fruta favorita de Seonghwa era la fresa, eran tantas cosas, tantos detallitos que él había vivido con Seonghwa. Y Yunho no iba a mentir, cuando pasaba, su corazón se sentía ligero, una sonrisa cruzaba su boca y la tristeza, cada vez era menos, podía ser simplemente un gato que por casualidades de la vida hacía cosas similares a Seonghwa, pero Yunho gracias a eso, sentía el mismo calorcito y amor que cuando justamente su pelinegro estaba vivo, se sentía bien dentro de la mierda que se había convertido su vida. Seguía con pesadillas, seguía extrañándolo tanto que lloraba todos los días y seguía intentando darle un motivo a todo, solo habían pasado dos meses y medio, no podía superar a Seonghwa en tan poco tiempo, y dudaba hacerlo en mucho más.

Había conocido a Seonghwa en secundaria hace seis años, y en ese momento, Seonghwa de igual forma era un dulce angelito de brackets y lentes de pasta gruesa tan delgado que Yunho pensaba que iba a desaparecer. Habían pasado toda su adolescencia juntos tanto como amigos y como novios. Y a pesar de tener recién 21 años, Yunho ya sabía que nunca amará a alguien como ama a Seonghwa, y que podrán haber miles de personas más adelante cuando pueda superarlo, pero ninguna será él.

Se pasó la manos por el rostro mirando el techo, no había sido buena idea venir a la universidad, solo podía deprimirse en público y sentirse incómodo por las miles de miradas, pero ya estaba allí y debía aguantarse, aunque lo único que quisiera hacer fuera ir a su cama con Mars encima, y recordar a Seonghwa en paz.

Pero fue demasiado, sintiéndose sofocado y solo entremedio de esa masa de estudiantes y con la mente tan fuera de si que no fue capaz ni de sujetar el lápiz contra el papel y tomar apuntes, a Yunho le importó una mierda y huyó de la universidad cuando la hora del almuerzo negó, pasando de San y Hongjoong junto a un chico alto peligris el cual Hongjoong hacía clases, evitó a sus amigos y solo corrió con ganas de devolver la cena de ayer por la calle sin rumbo alguno. Yunho era incapaz, se sentía incapaz de volver a retomar su vida de esta manera, sin Seonghwa al lado que lo sostuviese, sin sentir sus besos o caricias cuando le necesitase. Seonghwa era su todo, era su inspiración, el motor de su vida. la persona por la que se sacrificaría.

Y no estaba. a veces Yunho deseaba haber sido él colgado en esa habitación, no Seonghwa.

Así es como cruzó media ciudad, y terminó con las manos enterradas nuevamente en aquella tierra, con su tumba aún con flores vivas y la foto tan reluciente y perfecta, como Seonghwa solo sabía verse. Terminó mojando la tierra y ensuciando su ropa y cabello cuando sus brazos cedieron, importándole poco la gente a su alrededor mirándole llorar encima de la tumba de su amado. Quería tanto retroceder el tiempo, haber llegado más temprano para evitar todo, para tener en ese momento a Seonghwa apretado contra si diciéndole lo mucho que lo amaba, y no allí, con el cuerpo en un cajón bajo tierra. Pero también pensaba en Seonghwa, en como se hubiese sentido él si alcanzaba a detener todo, nunca sabría el por qué lo hizo ni el gran sufrimiento que tuvo que haber pasado en silencio para haber decidido acabar con su vida en un instante.

"Perdón... p-perdóname y vuelve, por favor", balbuceó, con la boca salada y la frente con tierra, "N-no puedo hacerlo sin ti... vuelve, mi amor...", rogó con los ojos cerrados, los pies colgando de Seonghwa como estacas en la mente, rogó por horas hasta que se entumeció al frío, y la situación se repitió, sus padres recogiéndole del cementerio y alejándolo de la tumba de Seonghwa para volver a casa.

"San nos llamó preocupado por ti porque no aparecías", dijo su padre en el auto, Yunho simplemente se abrazó a si mismo y en la manta que le habían traído, ignorando el café que estaba en el portavasos a su lado, "Que saliste corriendo de la universidad a mediodía"

"No estaba listo", murmuró mirando como se estacionaban en casa y queriendo salir de allí ante el suspiro de sus progenitores, seguramente estaban cansados de la misma respuesta de siempre cuando salía huyendo al cementerio al intentar retomar parte de lo que fue su vida.

En algún momento ambos se aburrirían de escuchar siempre lo mismo y ver que ya estaba desahuciado con su vida, si es que no se habían aburrido ya, pero ellos realmente no comprendían como Seonghwa había marcado su vida de forma permanente y como su muerte le había destruido la vida. Así que apenas se apagó el auto, no dejó que ninguno de los dos abriera la boca y salió como un cohete hasta la puerta de entrada con la llave en mano, abriendo la puerta de forma torpe y temblorosa, tiró todo en el hall de entrada solo para correr escaleras arriba y encerrarse en su habitación como un cobarde.

Se dejó caer a peso muerto en el suelo, con la espalda apoyada en la pared y sintiéndose adolorido de forma física y mentalmente, solo quería desaparecer del mundo de una vez por todas y estar en paz aunque sea cinco minutos, poder darse un respiro de si mismo y lo que le rodeaba.

La estela de su vida anterior junto a Seonghwa era tan utópica, el calor de su piel y lo suave que fue se sentía tan lejano de sus dedos, debió haber tocado más a Seonghwa, plasmarse su tacto en la piel, tuvo que haberse embriagado de su dulce aroma más veces, porque ningún olor ya se le comparaba, ni si quiera el perfume que usaba, tuvo que haber fotografiado más veces esa sonrisa, con tal de poder admirarla sin cansarse en miles de fotografías para que no se borrase de su mente, debió haber grabado su risa, a veces silenciosa, otras veces aguda, también su voz al cantar, tan suave, como terciopelo finamente trabajado, Seonghwa le cantaba cuando Yunho no podía dormir en la noche. Tuvo que haber hecho tantas cosas mientras Seonghwa estaba vivo, para poder recordarlo más ahora que estaba muerto.

Estirando el brazo, sujetó lo que alguna vez fue uno de los chalecos de Seonghwa, toda la ropa de Seonghwa que Yunho tenía en su poder estaba desperdigada por la habitación. Sujetó ese suave cárdigan blanco entre sus manos, recordando las veces que se lo vio puesto y lo lindo que se le veía contrastando con su piel canela y su cabello negro. Yunho amaba ese cárdigan, porque podía besar a Seonghwa en el cuello y clavículas sin problema.

Pero ahora, en un ataque de histeria, solo quería tirarlo lejos o desgarrarlo, los dedos apretándose contra la suave textura que ya había perdido aroma. Tenía tantas emociones intentando salir que se estaba volviendo loco, llenándose como un globo de agua sin parar esperando reventar y sacar toda el agua de su interior.

Temblando como un lunático y los dedos cada vez enterrándose más en el cárdigan, salió de su estado incontrolable al escuchar un suave maullido frente a él. Con ojos lagrimeantes, bajó el cárdigan hasta su regazo, y entre sus piernas abiertas pudo ver a Mars mirarlo atentamente en busca de atención.

Toda la ira incontrolable se esfumó cuando esos ojos verdes se conectaron a los suyos, tan iguales y calmos, como si fuese Seonghwa diciéndole estoy aquí, no te vuelvas loco, ¿Cómo no volverse loco con ese pensamiento? Pero aún así, se sintió tan en casa, con el pecho retumbando en calidez tan entrañable.

"Hey...", murmuró, soltando aquella prenda solo para estirar sus brazos y sujetar a Mars cerca de si, había crecido y vuelto más peludo con dos meses y medio, la pancita gordita porque quizás Yunho lo alimentaba demasiado.

Mars le maulló de vuelta, su boca olía a salmón y Yunho arrugó la nariz ante eso con una sonrisa.

"¿Me extrañaste?", preguntó, y Mars volvió a maullar como si le respondiera, pataleando con sus patitas Yunho lo apoyó contra su pecho, las garritas afianzándose de su ropa y la cabeza mirándole hacia arriba, "Yo también a ti", la voz se le rompió, las lágrimas corriendo por sus mejillas sin fin, porque era demasiado todo lo que le estaba sucediendo.

Mars, al percatarse de que estaba llorando, se removió entre sus brazos, Yunho lo soltó entre lágrimas, hundiéndose más en el suelo hasta quedar casi recostado y que Mars no se cayera por su pecho. Observó al animalito caminar con ojos nublados hasta que estuvo lo suficientemente cerca de su rostro que Yunho podía sentir los bigotes en su barbilla, y lo que hizo su gato le terminó de romper.

Mars comenzó a lamer sus lágrimas con esa áspera lengua, tal como Seonghwa le besaba las mejillas cuando lloraba frente a él.

Yunho sollozó tan lamentable, sosteniendo entre manos temblorosas ese cuerpecito peludo que lamía sin cesar su cara borrando las gotitas saladas, las patas apoyadas en sus mejillas y la panza acariciando su barbilla. Las veces que lloraba por alguna razón frente a Seonghwa, su novio sujetaba su rostro entre sus manos, y besaba cada lágrima en sus mejillas hasta que estas se detuvieran.

"¿P-por qué?", gimió, tan adolorido, "¿p-por qué te tienes que p-parecer tanto a él?", se quejó, acariciando esa cola con uno de sus dedos, "S-Seonghwa...", sollozó de nuevo, inconscientemente llamando a su gato como su novio.

Mars paró de lamerle el rostro ante eso, confundiendo a Yunho cuando esos ojos verdes le miraron fijamente, diciendole algo, algo como eso es, llámame así que le extrañó, Yunho seguía pensando que a lo mejor alucinaba, pero sus labios se movieron solos.

"¿Seonghwa?", y las orejas peludas se levantaron, su corazón acelerándose intentando comprender qué estaba sucediendo.

Su gato se acercó a él, pasando la lengua por su nariz en una especie de beso áspero, y volvió a alejarse para mirarle con esos ojos.

Aquellos ojos que no se parecían a los de Seonghwa, si no que eran los de él.

Yunho abrió la boca de forma temblorosa, abrazando a Seonghwa contra su rostro, ese pequeño cuerpo peludo que solo maulló en respuesta.

Seonghwa estaba allí, no era un gato común y corriente que imitaba a Seonghwa, era él, era su novio.

Yunho comprendió que Seonghwa había reencarnado en un gatito negro de ojos verdes al morir, tal como él siempre lo comparó, y que había vuelto a él en esa forma para acompañarlo en su sufrimiento.

"¿P-por qué...?", ahogó sus palabras, llorando desconsolado y sintiendo a Seonhwa refregar sus bigotes en su mejilla, "¿p-por qué estás así... por qué te fuiste?", preguntó, como si Seonghwa pudiese responderle estando allí.

Extendiendo las patas, Seonghwa forzó a alejarse de Yunho para mirarle de nuevo, esos ojitos gatunos se veían tristes e incluso llorones, ¿los gatos podían llorar? Yunho no lo sabía, pero al menos podía entender a Seonghwa, viendo aquellos tristes ojos melancólicos con el motivo de su muerte y del cual lamentablemente, no se podía enterar de nuevo.

Pero a Yunho no le importó, porque Seonghwa estaba allí, siempre lo estuvo y él solamente pensaba que estaba loco. Seonghwa estuvo acompañándolo todo ese mes en silencio hasta que él lo comprendió, porque no era normal sentir las mismas cosas que cuando estaba vivo, ni como casi siempre supo acompañarlo e imitar lo que hacía estando vivo.

Seonghwa estaba vivo siendo su gatito, causándole las mismas cosas, y Yunho no lo dejaría ir de nuevo.

Cinco meses, y siete y medio en total.

La tierra había bajado por completo, las flores ya no eran en la misma cantidad de antes, y el pasto comenzaba a aparecer.

Yunho dejó el ramo de margaritas a un costado, y abriendo por completo el bolso que llevaba en el hombro semiabierto, dejó que Seonghwa saliera hacia el suelo para mirar su tumba.

Yunho se arrodilló en el borde de piedra pizarra con los labios apretados. Seonghwa se refregó contra su pierna al ver su semblante triste, y se sentó en sus cuatro patas pegado a él. Yunho le pasó una mano por las orejas, sintiendo enseguida el ronroneo que le calmaba.

"Esta es tu tumba", murmuró hacia Seonghwa, que estaba atento a su foto y la escritura de su lápida, "aquí está tu cuerpo humano"

Seonghwa pestañeo con esos ojos verdes hacia su tumba, para levantarse de sus cuatro patas y caminar por la tierra baja hasta quedar frente a su dedicatoria de mármol acompañada de su foto, las velas decorando alrededor consumidas casi en su totalidad. Yunho miró expectante y en silencio, como Seonghwa se volvió a sentar y observar su lápida sin moverse. Diciembre estaba muy helado, el viento corriendo a través del amplio espacio que Yunho se arropó más en su bufanda y temió porque su peludo Seonghwa sintiese frio, pero el gato no se inmutó, tan quieto mirando la fotografía, Yunho quería saber qué estaba pensando, qué pasaba por esa cabeza pequeña y peluda al estar allí, casi como un tercero viendo el como habían sucedido las cosas.

Seonghwa se giró, mirándole con esos ojos grandes y gatunos moviendo los bigotes, Yunho interpretó ese mínimo gesto como conformidad, aunque en realidad no supiese lo que significaba. Y el gato volvió hacia él, había crecido tanto, el pequeño gatito que le cabía en una mano ahora era el cuádruple de su tamaño y el doble de majestuoso. Yunho estiró su mano, una pequeña sonrisa cruzando su rostro cuando Seonghwa se refregó en su mano pasando sus bigotes y marcando territorio.

Tomando las margaritas a su costado, Yunho se acercó a la maceta que decoraba su lápida para quitar las viejas flores ya casi marchitas, limpiar el agua sucia que había allí para rellenarla con agua fresca. y acomodar el ramo fresco y recién comprado allí, resaltando sobre la piedra pizarra y su foto estando encima. Se quedó mirándola un rato más de cerca, sus dedos delineando el marco y suspirando. El maullido de Seonghwa le hizo voltearse, viendo al gato mirarle fijamente a su lado, Yunho apartó la mano de su foto para acariciarle las orejas.

"Sigues siendo igual de bonito", murmuró, los bigotes de Seonghwa se movieron ante eso, "Aunque a veces te extraño como persona, tu voz, tus mejillas, tu piel y altura", las orejas de Seonghwa se volvieron para atrás en señal de molestia, a él no le gustaba cuando Yunho se colocaba a extrañarlo, pero era inevitable, "¿No te sientes raro estando aquí, siendo un gato y mirando tu propia tumba?", Seonghwa no dijo nada, sus oreja en el mismo lugar, y Yunho pasó sus dedos por el costado de su cabeza, "A mi aún se me hace raro que estés así, sigo sin entender la mayoría de las cosas que han pasado desde que... te suicidaste...", sonrió con tristeza, "Pero lo estoy intentando, ya ves que volví a la universidad... y las pesadillas están pasando"

Volviendo a la tumba, con las rodillas comenzando a dolerle pero sintiéndose cómodo allí, se sintió tan extraño. Mirar la lápida del amor de su vida teniéndolo al lado de una forma diferente, pero vivo, era algo muy surrealista. A veces Yunho pensaba que estaba realmente loco, porque nadie más que él parecía ver a Seonghwa en esa bola negra y peluda que tenía de mascota, pero luego Seonghwa le convencía de que no era así, intentando lo que sea a su alcance de sus cuatro patas peludas para demostrárselo.

"Sé que todo es gracias a ti que reencarnaste en esta forma", su boca se torció en una mueca, "Pero te sigo extrañando y preguntándome el por qué"

Luego de eso, y dedicándole una sonrisa apenada a Seonghwa de costado, se levantó en busca del bolso donde lo llevaba para irse de allí. Seonghwa entró sin rechistar, acomodándose dentro para solo tener la cabeza afuera, Yunho cerró a medias el bolso por más seguridad, abriendo el paraguas de emergencia que tenía al sentir pequeñas gotitas en su nariz al momento de despedirse de aquella tumba.

Mientras caminaba por el cementerio poco concurrido hacia la salida con la lluvia comenzando, sintió a Seonghwa apegarse a su cuerpo dentro del bolso, por lo que bajando la mirada, pudo ver esa negra cabecita linda con los ojos verdes. Aquello le recordó a cuando paseaban juntos en la lluvia, Seonghwa se apegaba a su cuerpo como un perezoso con tal de no mojarse, ambos incómodos caminando pero riéndose y dándose caricias tontas, Yunho volvió a sonreír con melancolía.

"Te amo, Seonghwa", los ojos verdes se dilataron en un segundo, la estela de sus irises desapareciendo por la negra pupila, y Seonghwa pestañeó lentamente hacia él, con media cabeza metida dentro del bolso, Yunho supo que con aquello le dijo que también le amaba.

A lo mejor ya no podía tocar esa suave piel ni besar esos labios, o acariciar ese cabello largo y sentir sus abrazos cuando andaba mimoso, el Seonghwa humano se había ido y no iba a volver, ya se acostumbró a ese hecho. Pero en cambio, no todo estaba perdido, si no que su pequeño gato donde su alma pura residía estaba a su lado. Ya no lo podía amar como lo hacía antes ni decir que era su novio, pero estaba con él, aunque fuese más pequeño, silencioso, y nunca pudiese entenderle al 100%, pero estaba allí, y Yunho podía olvidarse de su realidad.

En algún momento llegaría otra persona, pero por ahora, estaba saliendo adelante con esas cuatro patas negras y peludas y los ojos verdes de su amado siguiéndole.

Un año con tres meses desde su muerte, Yunho estaba cercano a cumplir 23.

"¿Quién es él?", preguntó Mingi, tan curioso e ingenuo cuando entró a su habitación y vio la fotografía de Seonghwa y él al lado de su cama.

Conoció a Mingi cuando había vuelto a asistir a la universidad, pudo haberlo conocido hace muchísimo tiempo, ya que Hongjoong le hacía clases extracurriculares de historia, pero por su estado de desánimo lo conoció mucho después y cuando ya estaba integrado al grupo.

Mingi era un alma pura e infantil, a pesar de casi ser tan alto que él, Yunho lo veía y era ver a un pequeño niño adorable de ojitos rasgados y cabello gris.

Por alguna razón que desconoció, desde que empezó a conocer a Mingi a través de las salidas con sus amigos, el sentimiento extraño y ese calor tan reconocible para él se hizo presente hace poco menos de un mes. Había sido horrible para Yunho aceptar su gusto por la dulce y atenta persona que era Mingi con él. Teniendo a Seonghwa a su lado, Yunho terminaba llorando con su peludo Seonghwa encima porque sentía que lo estaba traicionando por fijarse en otra persona. ¿Pero qué podía hacer? En más de un año no volvía a tener aquella atención tan pura y amorosa de alguien, Mingi no era parecido a Seonghwa en nada, pero ambos eran igual de dulces, y el peligris le transmitía lo mismo, un sentimiento de hogar y cariño.

Cuando se lo dijo a Seonghwa al terminar de llorar una noche, su gato simplemente lamió sus lágrimas y se acurrucó contra él, dándole a entender que estaba bien. Que ellos no se podían amar de la forma en la que estaban, y que Yunho tenía el derecho de formar otra relación.

Yunho sonrió, Mingi veía con esos pequeños ojos curiosos la foto, "es mi ex", murmuró.

Enseguida, esos tiernos ojos castaños se giraron hacia él. No habían celos en esa mirada transparente, solo confusión. Porque Mingi era así, tan inocente, bien intencionado y bonito, Mingi no tenía pensamientos negativos hacia nadie, esa era otra de las razones por las que a Yunho le gustaba.

"Él... se suicidó hace más de un año"

Enseguida, esos ojitos pequeños se tiñeron en tristeza y comprensión, incluso algo de curiosidad. Yunho solo quería hundirse en los brazos cálidos de Mingi porque todo lo que le transmitía era adorable, a pesar de tocar un tema que seguía siendo delicado para él. Por lo qué, sentándose en su cama al lado de Mingi y sujetando su mano libre entre sus dedos con cuidado, comenzó a relatar su historia con Seonghwa y su suicidio.

Mingi le escuchó atento, sin apartar los ojos de él y apretando la foto de Seonghwa entre sus brazos como un tesoro. Yunho le contó de principio a fin, en medio de eso, Seonghwa apareciendo por su habitación para subirse a la cama y quedarse allí, escuchando.

Mingi terminó con lágrimas en los ojos cuando acabó, Yunho solo sonrió, acariciando esas mejillas y diciéndole que estaba bien, que lo había superado con ayuda de Mars, su gato, y que aunque aún le costase, intentaba retomar su vida.

"No voy a dejar que yo ocupe su lugar", murmuró Mingi luego de un rato, cuando terminaron tirados abrazados encima de su cama, Yunho acariciando ese cabello gris con los ojos empañados, "Se nota que lo amas mucho aún, yo no voy a dejar que lo dejes de hacer"

Yunho suspiró, con un nudo en la garganta, porque Mingi lo entendió y respetó. Terminó por abrazarlo con mucha más fuerza y llorar en su cabello, sintiendo las caricias de su enamorado en su espalda y repitiendole lo mucho que lo quería.

En la puerta, Seonghwa miró la escena con sus ojos gatunos, sintiéndose internamente finalmente completo. Porque su novio al cual había dejado desamparado tras su muerte se estaba dejando amar por otra persona finalmente, y él ya no era necesario allí.

Seonghwa nunca pensó que luego de morir reencarnaría en un gatito negro, su sufrimiento todavía siguiendo al darse cuenta de que no estaba en paz todavía a pesar de haber muerto con la esperanza de que si. Tomó todo un mes, pero cuando volvió a ver a quienes fueron sus suegros recogerle y dárselo a Yunho, quien se veía tan destrozado por su muerte, entendió que no podía descansar en paz hasta que la persona quien más amó en vida fuera feliz nuevamente.

Mirando a Mingi besar a Yunho, sintió su corazoncito romperse, pero su alma sonrió, porque había logrado su cometido. Y dándose la vuelta, salió de la habitación de Yunho para ir hacia la sala de estar, donde la ventana estaba abierta. Se trepó a ella, mirando por última vez la casa donde pasó la mayoría del tiempo en los últimos 8 años, recordando cada momento tanto cuando fue humano, como fue un gato, viendo a Yunho crecer a su lado siendo feliz, estando triste, y sabiendo salir adelante.

Yunho ya no le necesitaba más, su recuerdo seguiría allí, pero Seonghwa ya no tenía nada más que hacer en el mundo de los vivos, y con pena en su corazón, salió por la ventana de aquella casa y corrió lejos por la calle, sintiendo su alma ligera, su cuerpo espiritual ser feliz al fin, y pudiendo descansar finalmente luego de tanto tiempo de haberlo deseado.

En el futuro, Yunho y Mingi visitarían su tumba, Yunho le contaría historias sobre él a Mingi y este le escucharía con atención y emoción, ambos amándose a su manera y recordándolo mientras él finalmente podía desaparecer en su felicidad.

Solo esperaba que Mingi amase tanto a Yunho como él lo hizo, y no cometiese los mismos errores que él cometió.

Fin

Tengo un nudo en la garganta.

No saben la pena que sentí creando este oneshot, pero fue lindo, me siento conforme con el resultado.

Terminó teniendo cerca de 8400 palabras, fue muy largo, pero estoy feliz.

Espero que les haya gustado Memory of Green Eyes, y también espero que hayan disfrutado de su Halloween iwi.

Si hay errores ortográficos, mil perdones, sigo demasiado triste con lo que he creado que si lo reviso terminaré llorando al leerlo.

Nos vemos a la próxima♡

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