☆•𝐂𝐔𝐀𝐑𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐃𝐎𝐒•✩
Las diez de la noche habían llegado ya, ambos jóvenes aún se encontraban en la colina. Mew recostado sobre las piernas de Gulf mientras este le acariciaba el cabello, unas pocas estrellas habían hecho presencia hoy. Al menor le había costado un poco, lograr que Gulf se calmara, no había parado de culparse por abandonarlo en ese lugar, pero al final, Mew había logrado su objetivo, haciendo que este por fin dejara de llorar.
Las luces de las casas, se podían contemplar desde ahí, parecían luciérnagas al verse a tal distancia, adornando la atmósfera entre ambos. Incluso los bajos ruidos de los autos pasando, creaban un pacífico y cómodo ambiente para los dos.
Gulf inclina su cabeza hacia Mew, al este dejar salir un largo y profundo suspiro, tenía sus ojos cerrados y según Gulf, dormía. Pero no era así, Mew únicamente se sentía tranquilo así, Gulf y la colina, eran la combinación más perfecta para él, aún más cuando tenía al pelinegro acariciando con lentitud su cabello.
—Entonces... ¿qué piensas hacer? —preguntó con suavidad.
La respuesta fue tardía, a lo mejor un minuto, otro suspiro se hizo presente, el pecho de Mew subió y bajó con lentitud, sus ojos se fueron abriendo poquito a poco. Estos mismos estando decorados del carmín rojizo, y sus párpados inflamados debido a tanto llanto. Acomodó su cabeza en las piernas ajenas, y sonrió.
—Voy a buscarlo —dijo, en voz segura. Esa respuesta tomó por sorpresa a Gulf, acababa de verlo llorar gracias al alcaide, él pensó que ni siquiera querría dirigirle la palabra. Mew rió al observar el perplejo rostro del mayor —. ¿Por qué te sorprende tanto? — Gulf niega con la cabeza, mientras va sonriendo poco a poco.
—Tú sigues dándome sorpresas, —musita —no pensé que fueras a querer buscarlo, o siquiera verlo luego de que abandonó a tu padre y te ocultó la verdad. — El peliazul asintió en comprensión, Gulf tenía razón.
—No me molesté con él por haber abandonado a mi padre, y con él a nosotros, tampoco me molesta saber que es mi padre y que estuvo conmigo en estos dos años. Es solo que... me molest-
—Su falta de confianza hacia tí —Completa el otro, ganándose una sorprendida mirada por parte de Mew.
—S-Sí... —confirma —pero tampoco actuaré como un ciego que fingirá no haber visto todo lo que hizo por mí. Él me ayudó, por muy mi padre que sea, me conoció cuando llegué al Centro con Chai, es decir, era primera vez que me veía, y aún así, él creyó en mí. — Gulf asiente.
—Ha estado contigo todo este tiempo... se merece aunque sea la oportunidad de explicar. — Gulf dice.
—Mmm... —Otro suspiro va ahí.
—Solo puedo pensar, en lo duro que ha de haber sido para él tener a su hijo al lado, a diario, y no poder decirle nada... porque se lo prometió...
—Al hombre al que le falló hace muchos años —completa Mew.
—S-Sí... —ese "sí", es expresado mediante un suspiro profundo —yo también hubiese hecho lo mismo, ¿sabes? — Mew lo observa atento, levantándose del regazo de Gulf, para sentarse a su lado. —Yo ya te fallé una vez, y si tú me pidieras hacer cualquier cosa para recuperar aunque sea solo un poco de tu confianza... lo haría sin dudarlo. — Mew sonríe al mismo tiempo que sus mejillas se ruborizan.
—Tienes razón, el señor Bae Yong es un gran hombre... — Sus ojos se cristalizan al recordar todos sus momentos junto al alcaide, siempre fueron cinco, porque nunca faltaban Zigor y los chicos, sí, el alcaide Bae Yong siempre ha estado con él, aún sin poder decirle la verdad, siempre buscó permanecer a su lado y apoyarlo sin importar nada, una lágrima se resbaló por su mejilla —mi padre. —Sonrió.
—Así es, cariño, tu padre. — El moreno tira del peliazul, cubriéndolo entre sus brazos y besando su cabeza, feliz de esta vez poder estar para su lindo nerd. —Y ese padre te quiere mucho, Mew, mucho. Ya no estás solo, amor. — El peliazul asiente mientras también lo abraza, sollozando en el cuello del moreno, dejando salir todo lo que siente en este momento.
Mucha nostalgia, y una enorme felicidad, de tener un padre que sí lo ama.
•
NamJoon coloca el vaso con agua, a un costado del celular de Jin, el cual se encuentra en la mesita de noche del castaño. Aún de pie, continúa observando a este dormir, luego de llorar durante un largo periodo de tiempo, Jin por fin ya no resistió más, y se quedó dormido mientras descansaba su cabeza en el hombro de NamJoon, sosteniendo aún, el vaso con agua entre sus manos.
NamJoon lo había levantado, retirado el vaso para ponerlo en el suelo, para por consiguiente cargar a Jin hasta su cama y dejarlo descansar. Planeaba retirarse, pero al final no pudo hacerlo, no cuando escuchaba los pesados y pausados suspiros del mayor, mientras este aún dormía.
Tomó asiento a su lado, tiró de la gruesa y acolchada cobija, para cubrir el delgado cuerpo del castaño. El pobre chico no había hecho más que llorar y llorar por su corazón roto, hay dolores grandes, y dolores profundos, pero no hay peor dolor que aquel que es una combinación de ambos, es decir, un grande y profundo dolor. Esos te destrozan por dentro y por fuera, esos dolores son aquellos capaces de sumirte en una miseria que termina por hacer que te pierdas a tí mismo, si no sales de ahí.
Y eso precisamente, era lo que NamJoon no quería que sucediera con Seokjin.
Acarició con suavidad su cabello, llevando hacia atrás las rebeldes hebras castañas, del chico. La punta de su respringada nariz, estaba roja, Jin no había dejado de estar triste desde hace dos días en que Mew había acabado toda esperanza ni bien formada, en el corazón del muchacho. Eso le había enfurecido tanto a NamJoon, le había enfurecido tanto así de llegar al punto en querer golpear a Mew por rechazar a una persona tan estupenda como lo era Jin. Pero de inmediato la razón intervino, haciéndolo recordar que Mew y Gulf ya tenían una historia, y de hecho, él sabe que su amigo es genial.
Fue ese mismo día en el que comprendió que él había empezado a sentir algo más por Seokjin, no podía ser amor, aún era muy pronto, pero no dudaba de la posibilidad de que lo que estaba creciendo ahí, apuntara a sentir un gran y profundo amor por el chico de ojos verdes. Sí, esa clase de amores que duelen cuando no los corresponden, esos amores que te destruyen, pero que a su vez son los más hermosos.
Sí, a Kim NamJoon, le gustaba el chico gangster, de hermosos ojos verdes.
—Solo acepta mi propuesta, Jin... —Dio un beso en el dorso de su mano derecha —está bien si me usas, no importa. Nunca he estado de acuerdo en estas cosas porque precisamente creo que no funcionan, pero... — Sus ojos estaban fijos en el rostro del chico que profundamente dormía —tú me haces creer en todo, y en nada a la vez. Seokjin, yo puedo ser el clavo que reemplace a ese... —Colocó su índice en el pecho de Seokjin —que se ha enterrado tan profundamente ahí. —Sollozó. —No importa si saldré lastimado, solo importa que tú dejes de estarlo... por favor... —Besó su frente y limpió sus lágrimas.
Se puso de pie para arropar mejor a Seokjin, y luego de hacerlo, decidió salir de la casa de este. Estando afuera y justo frente a la puerta, envió un texto a Seokjin, con las siguientes palabras:
“Solo piénsalo... estoy dispuesto a todo”
—Adelante — Mew sonríe con timidez, aunque no es primera vez que va a la casa de Gulf, esta ocasión se siente diferente.
—G-Gracias... — Inclina su rostro, reverenciando en agradecimiento por el permiso dado. Observa las escaleras que frente a él se extienden, y de inmediato los recuerdos de su segunda y última vez en esta casa, vuelven. Tanto sus mejillas como las de Gulf, arden. Pues ambos recuerdan lo sucedido ahí la última vez. El pelinegro sonríe todo nervioso, ambos tratando de evitarse la mirada.
—Mi madre está en casa, también mi hermano y Pray —informa, como diciendo "no tengas miedo, no estamos solos esta vez.”
—O-Oh, ¿t-tu m-madre... —ambos sonrien, aún nerviosos —aún no he tenido el placer. — Justamente cuando Gulf va a responder, la luz se enciende, mostrando de inmediato a la progenitora del mayor.
—Pues lo tendrás hoy. — Ella dice, sonriente, muy sonriente, pues aunque no lo conozca, ella ya sabe quién es ese chico y lo que significa en la vida de su hijo. —Malaí Kanawut —Extiende su mano hacia Mew, habiendo caminado de inmediato hacia ellos, a Mew le parece hermosa su sonrisa, en realidad se parece mucho a la de Gulf.
—¡Oh! M-Mew... —Asiente —Suppasit, Mew S-Suppasit... — La mujer sonríe, dado a que le parece tierna la timidez de Mew y lo tenso que parece estar su hijo. En espera de saber como le ha parecido el chico.
—Mew, me agradas — El pecho de Gulf baja de inmediato, en una -nada disimulada- señal de alivio porque a su madre le ha agradado el peliazul.
—Lo mismo digo —habla el menor.
—Madre, Mew se quedará aquí hoy. —Anuncia Gulf, Malaí agranda sus ojitos.
—No tengo ningún problema con ello, pero, ¿en dónde dormirá? — Gulf frunce el ceño pues según lo que recordaba, todavía quedaba una habitación libre. —Solo tenemos una habitación de invitados y esa la está utilizando Pray...
—B-Bueno... yo puedo llamar a un am-m
—¡No! —dicen Gulf y Malaí, al mismo tiempo. Ella aclara su garganta y recupera su elegante postura.
—Quiero decir, la cama de Gulf es bastante grande, caben los dos ahí.
—O-Oh... ¿en serio? —susurra Mew, apenado.
—¡Si! Deberías verla, muy grande —dice ella, en doble sentido.
—Él ya la ha visto, mamá. —Balbucea Gulf.
—¡¿Qué?!
—¡Ah! ¡Nada! ¡Nada! — Mew ha saltado para cubrirle la boca a Gulf, pues él ni idea tiene de que la madre de este, ya sabe todo. —Quiere decir que por supuesto quiero verla. —Sonríe de dientes. —¿Ve-Verdad? —Mira a Gulf, expandiendo sus ojos para que este vea lo serio del asunto.
Gulf ahoga una risa, y asiente, para luego decir, o al menos intentar decir, un "afirmativo", que a duras penas su madre logra entender.
—De acuerdo, vamos entonces. — La mayor se da la vuelta, sonriendo de alegría por su hijo.
Mew dice un: —¿Estás loco? — de labios nada más, pues no quiere que la adulta lo escuche.
—Pero si ya la conoces —responde Gulf, de la misma forma que Mew —¿nervioso? —pregunta burlesco.
—¡Gulf! — El mayor continúa sonriendo, le divierte mucho ver a Mew así, dedicándole sonrisas sin motivo alguno a su madre.
—Listo, hemos llegado. — Malaí se gira hacia ellos —Gulf, prestale un pijama y duérmanse de inmediato, ya es muy tarde. ¿De acuerdo?
—¡S-Sí!
—De acuerdo, madre.
—Bien, Mew, ha sido un gusto conocerte, cariño.
—El gusto es mío, señora.
—Llámame madre —dice ella.
—¡Madre! — Gulf reprende, haciendo a la señora reír.
—Solo bromeo, querido. —Sonríe —Bien, me voy a dormir. Descansen.
—Buenas noches, y muchas gracias —dice Mew. Malaí le sonríe en respuesta.
Sin esperar más, ambos entran a la habitación del mayor. Reviviendo de inmediato aquellos recuerdos que a su vez son hermosos, pero dolorosos.
—Bien, déjame ver qué tengo en mi ropero, que sea cómodo para que puedas dormir. — Mew asiente. Gulf se dirige a su mueble de madera, buscando uno de sus pijamas que más grande le queda, termina por fin encontrando uno de tela suave, color negro mezclado con azul, hermoso, como si contemplaras un cielo sin estrellas, perfecto para Mew. —Aquí tienes... — Con timidez le extiende la ropa, y de la misma forma el otro la toma, agradeciendo con un movimiento de cabeza —¿quieres ducharte?
—¡Ah! N-No... ya lo hice, antes de que todo... sucediera. —Suspira.
—Sí, es bueno, yo igual. Justo acababa de vestirme cuando Jin me llamó. —Sonríe. —Bien, entonces solo vamos a dormir, puedes cambiarte aquí, yo lo haré en el baño. — El menor asiente y toma asiento mientras Gulf se dirige al baño.
Acaricia suavemente la cama, recordar es volver a vivir, y vaya que él lo está haciendo ahora mismo. Una sonrisa de lado se dibuja en sus labios. No espera más tiempo y comienza a retirar su ropa, para ponerse el pijama, sintiendo como su corazón late frenético de tan solo ser consciente que dormirá junto a Gulf, por primera vez.
Sí, primera vez. Porque la ocasión en que sucedió todo entre ellos, no pudo quedarse mucho tiempo dado a que esa misma madrugada su padre lo había llevado al Centro.
Terminó de cerrar el último botón de la camisa del pijama, ya había doblado la ropa que llevaba consigo. En ese momento Gulf salió del baño, sonriendo al verle, ambos dedicándose unas muy profundas miradas. El moreno caminó con un poco de rapidez hacia él, siendo imposible el resistirse a lanzarse a él, permanecieron con sus miradas fijas unos instantes, Mew sonrió, la verdad es que él también lo quería.
Llevó sus manos a la cintura de Gulf, la cual estaba cubierta por la tela de seda del pijama, esta siendo de un color azúl oscuro. Deslizó con mucho tacto, como si la piel que ahora mismo tocaba era la más frágil del planeta entero. Gulf siguió con la mirada el recorrido de esa mano, la cual terminó por posarse en su hombro, volvió su mirada al menor que aún permanecía sentado en la cama, y sin esperar más acercó sus labios a los ajenos, reclamándolos en un muy silencioso grito de necesidad.
Ambos se habían extrañado como locos, sentir los latidos sincronizados de sus corazones, formando una hermosa danza en sus pechos.
Gulf tiraba con suavidad del cabello de Mew, al mismo tiempo que lo acariciaba, abrazado a su cuello, degustando la calidez de esa boca que tanto extrañó y con la que soñó cada noche de estos últimos dos años. Mew comenzó a bajar poco a poco sus manos, hasta llevarlas a la cadera del mayor que yacía sentado sobre su regazo, con sus manos temblando de nervios.
Gulf le dedicó una tranquila sonrisa, una sonrisa que decía que él era suyo y podía hacer con él lo que quisiera. El menor volvió a besarlo, y aunque aún era muy pronto para llegar hasta el otro nivel, no se privó de tocar. Y tal pareciera que ambos estaban sincronizados, pues ambos trataban de limitar sus deseos para evitar querer llegar más allá. Ya habría tiempo para avanzar hasta ahí.
Mew se dejó caer en la cama, llevando a Gulf consigo. Giró a este para hacerlo quedar acostado y él encima suyo, el moreno continuó acariciando su espalda y así mismo sus hombros, besando su rostro y mordiendo sus labios. El menor llevó su frente a apoyarla con la de Gulf, ambos sonriendo mientras jadeaban.
—Debemos parar... — Mew dice, abofeteandose mentalmente porque no quería hacerlo, pero debía hacerlo. Gulf asiente para darle la razón, pero ambos sonríen al darse cuenta que ninguno hace nada por retroceder lo que están haciendo.
Vuelven a besarse y esta vez, ni lento ni perezoso, Mew lleva su mano hasta la parte baja de Gulf, liberando su intimidad, haciendo jadear al mayor al mismo tiempo que él gime dado a que lo toma por sorpresa que Gulf haya hecho lo mismo con él. Ambos saben lo que hacen, saben lo que quieren y saben lo que no es adecuado que pase ahora, pero lo que sí pueden permitirse.
El líquido preseminal ya se ha hecho presente en ambos glandes, Mew se ayuda de ese líquido para humedecer aún más sus miembros juntos. Gulf jadea y arquea su espalda, a este punto tiene la camisa del pijama, abierta, mostrando todo su pecho y abdomen, mientras que Mew únicamente la tiene hasta la mitad.
El menor junta ambas intimidades, con su mano, haciéndolas rozar, lo que provoca que sus cuerpos se ericen y la excitación les recorra, incluso pueden sentir lo caliente del otro. Mew comienza a subir y bajar su mano creando la fricción en ambos miembros, Gulf busca su boca para ahogar en ella los gemidos que sabe no puede contener, y no sería adecuado que alguien los escuche. Porque cabe aclarar que Pray está en la habitación de al lado.
Mew aumenta las embestidas en ambos penes, su mano temblando a medida que siente que ya está cerca y por supuesto que Gulf igual.
—M-Mew... — Su espalda arquea al sentir como ha liberado su esencia en la mano del menor, llenando incluso el miembro contrario. El cual en segundos se descarga también.
Los pechos de ambos, continúan subiendo y bajando en sintonía. El cabello de Mew se ha pegado a su frente debido al sudor, mientras que el de Gulf está todo revuelto, hebras en una dirección y las otras en otra. Ambos sonríen en complicidad de lo traviesillos que han sido esa noche.
Mew se deja caer en la cama, demasiado cansado pero aún ardiendo por el reciente placer, Gulf está con su boca un tanto abierta y mirando hacia él techo, cuerpo relajado y brazos estirados.
—Creo que ahora sí debemos tomar un baño —dice Mew. Gulf ríe y cubre su rostro, pues la timidez le ha llegado.
—Ve tu primero, yo te buscaré un nuevo pijama —dice entre risas. Mew sonríe y asiente.
Prácticamente corre hacia el baño y cierra de golpe la puerta, recostandose en ella y dejándose caer poco a poco al suelo. Una boba sonrisa se forma en sus labios a los cuales lleva dos de sus dedos para acariciarlos, sintiendo que estos aún vibran debido a los feroces y calientes besos que el mayor le había dado.
Cubre su rostro y patalea cual niño pequeño lleno de felicidad, continúa sonriendo aún con su rostro cubierto. Poco a poco se va dejando caer de lado, hasta que llega al suelo y ahí se queda, tirado cual borracho en las calles.
Con la diferencia de que él, está borracho pero de amor, por un pelinegro de hermosa sonrisa.
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Que final más tierno 🤭❤️
¡Vaya! Eso sí que no me lo
esperaba.😲 Se los juro que no.
Pero, ¿les gustó?
Espero que sí.
Nos leemos en un próximo
capítulo, solecitos.
Por cierto, ¿les gustó el nuevo separador? 😍 A mí me encanta.
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