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☆•𝐂𝐔𝐀𝐑𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐂𝐈𝐍𝐂𝐎•✩

Marzo 21/ 2010

15 años atrás

Chai va llegando a su casa pues olvidó su parte del informe, esa que hablaba acerca de los activos de la empresa. Todo el callejón estaba a oscuras, ni una sola luz encendida aunque fueren apenas las 8:45 de la noche. Frunció el ceño y continuó caminando hasta la entrada, avanzando el jardín delantero, el cual estaba cubierto con una pequeña cerca de maderas con puntas hacia arriba, pintadas en color celeste.

Pisó la primer grada, y a pesar del grosor de su zapato pudo sentir una "bolita" de algo, estorbar en su suela, movió su pie únicamente para encontrarse con el montón de colillas de cigarros, echas puño. Bufó y echó su cabeza hacia atrás.

—Idiota —masculló bajito. Subió los dos escalones restantes y se sorprendió al no ver a su hermano en la sala. Es decir, sus hijos ya deberían de estar durmiendo pero, su hermano tendría que estar en la sala. Escucha ruidos arriba y se dirige de forma rápida hacia las escaleras.

Agghmmh — Escucha como alguien jadea, por lógica obvia sabe que es su hermano y que ese jadeo proviene del cuarto de sus hijos.

Sube a toda velocidad el resto de las escaleras y abre de golpe la puerta. Plasmandose frente a él la imágen más aterradora y dolorosa que ha visto en toda su vida. Su hermano sobre su hijo, abusando de este, San tiene sus ojitos cerrados y su bracito callendo por el borde de la cama. Sus sentidos se nublan y de inmediato tira del cabello de su hermano.

—¡¡MALDITO ASQUEROSO!! ¡¿CÓMO PUDISTE HACER ESTO?! — Todd le ve con sorpresa, Chai golpea su rostro y lo saca del cuarto de los dos pequeños. —¡¿Cómo pudiste?! ¿Cómo pudiste hacerle esto a mi hijo? ¡Maldito! ¡¡Eres un ASQUEROSO!! — Chai continúa golpeando a su hermano, este apenas y trata de subirse los pantalones para cubrir su miembro.

Estar drogado no le ayuda en nada.

—P-Puedo explicarlo... t-tu hijo me s-sed-dujo... —habla apenas. Su cabello despeinado, su labio sangrando y demás moretones esparcidos en su rostro. Manos al frente intentando detener a Chai. Sus pies están al borde del inicio de las escaleras.

—¡¿CÓMO TE ATREVES A DECIR ESO?! ¡ES UN NIÑO, IMBÉCIL!

—Chai, ¡por favor, por favor! Ya no me golpees más, puedo caerme de aquí. — Mira hacia atrás, las largas escaleras se extienden a sus espaldas.

Morir es lo que mereces —sisea Chai, tan bajo que parece diabólico.

—N-No... no. Hermano, por favor. ¡Por favor! — Chai se acerca a él y lo toma del cuello.

—Eres un maldito asqueroso, jamás voy a perdonarte esto, yo confiaba en tí, ¡¿CÓMO PUDISTE?! — Chai toma la lámpara que estaba en una mesita a un costado suyo.

La mirada suplicante de su hermano no hace más que provocarle asco ahora mismo.

—C-Chai... — Las lágrimas van bajando por el rostro del mayor, y escuchar a su hermano solo le produce náuseas y lo llena de furia.

—¡Eres un maldito! — Da el primer golpe en la cabeza de su hermano, con la lámpara. Haciendo a este sangrar y trastabillar, acercándose cada vez más al inicio de las escaleras. —¡Maldito! ¡Muérete! ¡Voy a matarte! — Su hermano continúa de pie pero tambaleándose aún. Chai se queda de pie esperando a ver cómo este está próximo a caer por las escaleras —Yo mismo voy a matarte... — Todd le ve con sus ojos divagando y su cuerpo a duras penas resistiendo, levanta su mano con un trozo de cristal de la lámpara rota, y va a incrustarlo en su pecho, pero en ese momento entra Mica quien todo este tiempo estuvo esperando en el auto.

—C-Chai... ¿qué haces? ¡Detente! —grita horrorizada.

—¡ÉL MERECE MORIR! —grita dolido.

—¡Piensa en tus hijos, Chai! ¡Si lo asesinas irás a la cárcel y ellos quedarán solos! ¡Piensa en ellos! — Chai retrocede solo un poco, pero ve hacia la habitación de sus pequeños y observa a su hijito desmayado aún. Vuelve a apretar el trozo de cristal en sus dedos, su sangre callendo en gotas gruesas hacia el piso. Ni siquiera le importa cortarse con el filo del mismo. —¡Chai, por favor! ¡Tus hijos! ¡PIENSA EN QUE NO TIENEN A NADIE MÁS, CHAI! — Las palabras de Mica lo hacen sollozar más, decide bajar su mano que sostiene el cristal y retroceder.

Pero en ese momento Todd tira de su muñeca y con su misma mano lo hace incrustarle el pedazo de vidrio en el abdomen, Chai abre sus ojos y boca en sorpresa mientras que Todd únicamente jadea. El mayor se aleja retrocediendo, Todd trastabilla hasta el final de las escaleras y termina por caer de ellas. Mica grita horrorizada y corre a ver al hombre, sus ojos están cerrados y su boca abierta.

Chai se da la vuelta y corre hacia su hijo, este continúa inconsciente. Las manos del padre tiemblan al subir la ropa interior de su hijo junto al pantalón de pijama.

Sa-San... — Llama, con sollozos y su voz en un hilito —San... por favor. — Con lentitud gira a su hijo, este aún respira pero no reacciona. —El hospital, el hospital. — Comienza a arropar a San con la misma cobija de la cama. Mira a Mew y se da cuenta que este está "plácidamente" dormido. —Mew, despierta hijo, vamos al hospital, vamos al hospital. ¡Despierta! — Va diciendo en un tono más alto, pues la frustración porque su hijo no despierte, ha comenzado a apoderarse de él. Frunce su ceño porque por más que mueva al pequeño, este no reacciona. —No puedo perder el tiempo —dice. Se aleja de Mew y toma a San entre sus brazos, teniendo el mayor cuidado de no lastimar su zona baja.

Al bajar se encuentra a Mica de rodillas frente a Todd. Esta poco a poco alza la mirada hasta fijarla con la suya. —Sigue... vivo. — Informa su jefa.

—Debo ir al hospital

—Y-Yo te llevo, ya llamé a la policía —dice Mica. Chai asiente y ambos caminan hacia la salida —e-espera, tu otro hijo, ¿vas a dejarlo solo?  —Cuestiona preocupada.

—Está durmiendo y debo llevar a San al hospital —responde serio.

—Pero, Chai, tu hermano sigue ahí...

—¡Debo llevar a San al hospital! ¡Mi hijo fue abusado! ¡¿No lo entiendes?! — Llora. Mica junta sus labios sintiéndose culpable por molestar a Chai.

El mayor abre la puerta del auto y coloca a San en los asientos traseros. Mica mira en dirección a la casa, hacia el segundo piso específicamente. En ese momento llega la policía, tres autos se estacionan junto al de la mujer, y una ambulancia de la cual de inmediato bajan los paramédicos.

—¿Mica Selleyer? —pregunta el oficial.

—S-Sí, soy yo... pero...

—No se pueden ir, necesito su declaración...

—¡Y yo necesito llevar a mi hijo al hospital! ¡Así que si quiere su maldita declaración, lléveme al hospital! — El guardía observa al desesperado padre que va al pendiente de su hijo.

—Está bien — Accede.

—Mica...

—Me quedaré con Mew... — Chai asiente y termina por cerrar la puerta del patrulla. Pues movió a su hijo del auto de su jefa hasta el del policía. El auto arranca frente a Mica, esta los ve irse y frunce el ceño mientras vuelve a la casa.

—¡Aún respira pero es leve! ¡Debemos entubarlo! — Ordena uno de los paramédicos de emergencias. Sacando a Todd en una camilla, pecho al descubierto y pantalones aún abiertos.

Mica corre hacia las escaleras al recordar a Mew, sube a la habitación en la cual se encuentra el otro policía y una paramédico que decidió quedarse atendiendo a Mew.

—¿Ocurre algo con él? —pregunta Mica.

—Señorita, con todo respeto, ¿no se le hace extraño que con todo el alboroto de lo sucedido, el niño no haya despertado? Su hermano fue abusado, lo cual quiere decir que hubieron gritos, cualquier pequeño despierta con gritos.

—Eso quiere decir...

—Que el niño fue drogado, —completa la paramédico —y su pulso es débil. Debemos llevarlo al hospital cuanto antes. Son demasiado pocos los casos de niños que han ingerido melatonina a tan corta edad, todavía se desconoce cuántos y cuáles podrían ser sus efectos secundarios. Debemos llevarlo al hospital para inyectarle suero y demás líquido para que pueda combatir la droga en su sistema. — Mica observa a Mew, su frente y cabellos sudados, sus mejillas rojitas y su pecho a duras penas se ve subir y bajar.

Asiente segura de ello, el policía no espera más y toma al niño entre sus brazos para llevarlo afuera al auto de Mica pues es el único transporte que queda.

Los tres suben ahí, Mica, el oficial y la paramédico, esta comprobando a cada momento el pulso del pequeño. Su rostro refleja lo asustada que está al respecto de la droga en el organismo del pequeño niño, mantiene su vista al frente. A esa carretera iluminada por farolas que producen tenue luz. Pidiendo ella en su interior que el auto avance rápido para llegar lo más pronto posible al hospital y que el niño pueda ser atendido cuanto antes.


Chai está sentado en la silla a un costado de la camilla de San. Este reaccionó minutos después de que llegaron al hospital, no quería que nadie se acercara a él y no paraba de gritar aterrado. Tuvieron que darle calmantes para que este pudiera volver a dormir, ya estando dormido habían aplicado una pomada en su parte íntima. El mayor suspira y acuna la manita de su hijo entre las suyas, a este punto ya había dado la declaración de todo lo sucedido.

Su hermano no había muerto, había recuperado la consciencia un poco antes que San y había confirmado que fue él quien abusó de su sobrino, alegando que no quiso hacerlo y que él amaba a esos niños. El policía le encontró la lógica a sus palabras al momento en que los resultados de los exámenes salieron y se comprobaba la droga en su organismo.

El que no haya querido hacerlo, no le quita la culpa y el hecho de que lo hizo.

Al ser dado de alta sería trasladado a prisión de inmediato, no había nada que comprobar pues ya él había confesado su delito.

La puerta abriéndose hace a Chai salir de su trance en el cual besaba una y otra vez el dorso de la mano de su hijo, mientras acariciaba esta con las suyas.  Los pasos de quien va entrando, hacen un eco grave en la habitación.

—¿Cómo está? — Una femenina mano se posa en su hombro, Chai voltea a verle y le sonríe a Mica.

—Asustado, no quería que nadie lo tocara, Mica. Ni siquiera yo... —solloza —mi hijo pasó por todo esto por mi culpa, no imagino cuán asustado debe haber estado.

—No es tu culpa, Chai, tú no sabías que tu hermano era un drogadicto y terminaría por enloquecer de esta forma. Llegaste a tiempo... — Chai niega.

—Si tan solo hubiese llegado antes, Mica... — La mujer lo abraza, rodeando sus brazos y hombros con los de ella, este apoya su cabeza en su pecho y continúa llorando.

Sshhh, shhh, shhh — Arulla ella. Acariciando su brazo. Chai detiene su llanto y sollozo luego de unos momentos, viendo a Mica hacia arriba.

—A todo esto, ¿por qué estás aquí? —cuestiona.

—Traje a Mew, — El hombre frunce el ceño —tal como lo imaginé, él no despertó con todo lo que pasó porque estaba drogado, Chai. Tu hermano echó algo en su bebida, la doctora dijo que la melatonina encontrada en su sistema era mucha...

—¿Melatonina? ¿Quieres decir... pastillas para dormir? — Mica asiente. —La leche... —susurra para él.

—Tal parece que Todd ya había planeado esto, lo lamento. — Chai suspira y niega, sus lágrimas continúan callendo incesantes. —Mew está en cuidados intensivos, los doctores ruegan porque despierte antes del mediodía de mañana, se ha orinado en la cama tres veces y eso se debe a que está demasiado inconsciente como para ser capaz de reaccionar a la inflamación de su vejiga, Chai. — La voz de Mica suena demasiado preocupada. —No es capaz de percibir nada de su exterior.

—Él va a despertar, Mew es fuerte — Chai vuelve su rostro hacia San. Mica frunce su ceño en molestia, no quiere parecer antipática ante lo que le sucedió a San, pero vamos, Mew está drogado en el área de cuidados intensivos.

—Chai, ¿quieres que me quede con San para que vayas a ver a Mew? — Ofrece en voz amable.

—No, —responde de inmediato —. Ve tú, yo me quedaré con San.

—Pero, Chai, Mew está--

—Está durmiendo, Mica. Con los cuidados y medicinas adecuadas, él va a despertar. Pero San fue abusado sexualmente, ¡por su tío! No puedo dejarlo solo, ¿no lo entiendes?

—Entiendo, por supuesto que sí, pero también entiendo que ¡tienes dos hijos, Chai! Y que ambos atravesaron por algo horrible, la droga en el organismo de Mew puede causar efectos secundarios, ¡es un niño que bebió pastillas para dormir!

—¡Y lo que le pasó a San tendrá efectos secundarios para TODA LA VIDA! ¡Incluso se le puede dificultar volver a llevar una vida normal, Mica! ¡Entiende! — La mujer suspira resignada, cruza sus brazos y asiente.

—Yo cuidaré de Mew hasta que despierte, y cuando lo haga, ojalá ya te interese saber cómo está.

—M-Mica... Mica — La rubia ha cerrado la puerta sin dejarle continuar hablando, Chai suspira decepcionado y vuelve a tomar asiento en la silla frente a la camilla de San.

👽

Al día siguiente San ha despertado, este está comiendo bocado por bocado que le da su padre. Tiene una almohadilla en su traserito, y otra en su espalda.

—¿Está rico? —pregunta Chai en una sonrisa. San asiente.

La puerta es tocada en ese momento, abriéndose por consiguiente para dar paso a una hermosa mujer mayor de cabellos grises por la edad, arrugas en su rostro. Piel blanca y ojos chicos. Esta viste un traje de falda y camisa, rosas, y por encima su bata blanca con su identificación a un lado.

—Buenas tardes, soy la psicóloga Adara Martínez. —Extiende su mano hacia Chai. San se le queda viendo desinteresado, comenzando a comer su gelatina por él mismo.

—Mucho gusto, soy Chai Suppasit — La mujer mayor asiente.

—El doctor me pasó el caso de su hijo, creo que podrá imaginar que necesita ver a un psicólogo después de lo que le sucedió.

—S-Sí... él, le hará bien, ¿verdad? — La psicóloga asiente.

—Es para evitar que San viva con un trauma toda su vida.

—¿Trauma? — Ambos mayores voltean a ver al niño, este sostiene el vasito de gelatina verde en sus manos —yo soy valiente, no tendré ningún trauma. — Adara se le queda viendo atentamente, sintiendo que realmente este niño necesita un psicólogo con urgencia.

—S-San... lo que te pasó fue horrible.

—Fue mi culpa — Ambos mayores comparten miradas consternadas.

—¿Por qué dices eso hijo? No fue tu culpa, cielo.

—Sí lo fue, por escuchar a Mew. — Sus ojitos se cristalizan —Él quería ser el mayor, él no me ayudó, me abandonó. — Aprieta su puño.

—San, tu hermanito estaba...

—Mew también está en el hospital, San. — Chai interrumpe a la psicóloga. El pequeño detiene sus movimientos, la cuchara con gelatina quedan frente a su boquita.

×

Chai y San se encuentran en la habitación de hospital de Mew, son la una de la tarde y Mew aún no despierta. San se le queda viendo bien fijamente a su hermano que aparentemente está durmiendo profundo. Se empiezan a reproducir los pequeños flashbacks de él pidiéndole ayuda a Mew mientras su tío destruía su vida por completo.

Él lloró, él sufrió y atravesó lo peor, mientras que Mew... solamente dormía.

Seguramente se preguntarán a qué horas despertará, ¿verdad? — Un doctor de aspecto jóven ingresa al cuarto. Chai suspira pero no responde, lo cual le parece extraño al doctor. El hombre llega a checar el pulso de Mew y a tocar su frente. —Tiene fiebre —susurra. Luego de agregar los medicamentos necesarios para bajar la  fiebre e intentar mantener activo el cuerpo de Mew para que batalle contra la droga en su interior, se gira hacia los familiares quer por ahora no han dicho una sola palabra. —¿Alguna pregunta?

—Doctor

—¿Sí, pequeño? — El doctor sonríe.

—¿Mi hermano puede quedarse dormido para siempre? — Tanto Chai como el doctor, expanden sus ojos ante la pregunta del pequeño.

—N-No... gracias a Dios, no. Pero sí tendrá efectos secundarios al despertar. Entre ellos podría ser el sufrir de sueño extremo, la debilidad en el cuerpo y otras más. — San deforma sus labios en una sonrisa de lado, esa sonrisa es oscura y vacía.

“Mientras yo sufrí la peor parte, él solo tendrá pereza de por vida.” Piensa “Un completo perdedor como dijo... él.

Los ojitos de San se cristalizan, el dolor en su cuerpo es leve gracias a las medicinas y la pomada. Pero el dolor en su corazón es cada vez más fuerte. Pero por una extraña razón él se siente diferente, siente que puede superar esto y salir adelante. Con la diferencia de que esta vez su punto de vista ha cambiado, San no quiere ser un cobarde como su hermano, no quiere ser un fracasado que simplemente sabe huir en los peores momentos.

Él quiere ser valiente y tener poder, poder para que nadie vuelva a lastimarlo de la misma forma, poder para que cuando alguien intente dar un paso en su contra, él ya haya dado dos. Él quiere ser fuerte y valiente, quiere ser diferente a su hermano. Diferente a ese hermano que no lo protegió así como él lo hizo siempre.

Su hermano estúpido, ingenuo y confiado.

Su hermano cobarde y fracasado.


Una semana después.

Mew había despertado horas después de la visita de su padre y hermano a su habitación. Pero a causa de las drogas en su sistema, Mew había perdido la memoria de ese día y el anterior, es decir que Mew únicamente recordaba desde el 19 de Marzo, y había olvidado el día de la tragedia.

Los doctores no se explicaban porqué exactamente había pasado eso, pero también podría ser porque su memoria estaba ocultando el suceso demasiado pesado para él. Es decir, Mew sufrió amnesia disociativa*. Pero lo que todos desconocían es que Mew había tenido una pesadilla con su tío, es como si muy en el fondo Mew pudo escuchar a su hermano pero no pudo reaccionar debido a su cuerpo, claro está que el niño ahora ya no recordaba eso.

[(*) Good, para quienes no saben, la amnesia disociativa es la amnesia (pérdida de memoria) originada por un acontecimiento traumático o estresante, que produce una incapacidad para recordar información personal importante. Es decir que inconscientemente nuestro cerebro nos protege de recordar algo que va a lastimarnos en sobremanera.]

A San le había enfurecido aún más ese hecho, él debía recordar todo y tener pesadillas todas las noches, pero Mew podía vivir feliz sin tener recuerdos de nada. Desde que volvieron del hospital San había intentado estar lo más alejado de Mew, no quería verlo y tampoco jugar con él. Su hermanito le había hecho un dibujo por su cumpleaños pues dado a que no recordaba nada, él creía que no habían tenido cumpleaños.

San le había dicho que un duende lo había castigado borrando su cumpleaños del calendario ese año, por ser un mal niño y portarse mal. Mew había llorado mucho esa vez, y entonces San descubrió que ver mal a su hermano le traía satisfacción.

Chai estaba sentado en el sofá viendo un programa de televisión, un concurso de cocina. San estaba sentado a una esquina de él, en el sofá, dibujando un tanque grande y con un niño frente a él, dando a entender que el tanque avanzaría y arrollaría al niño. Su forma de colorear ese dibujo era eufórica y fuerte, presionando con demasiada fuerza que incluso partió el crayón.

—¡¡Aaaggnmm!! —Lanzó la libreta y el crayón contra el suelo. Asustando a Chai y a Mew, quien estaba sentado de piernas abiertas y jugando con sus legos en la alfombra frente al sofá en el que estaban su padre y hermano, la libreta había pasado a su costado y el crayón había caído por sus piecitos.

—¡San! ¿por qué hiciste eso? Casi golpeas a tu hermano — San respiraba agitado, de pronto sus ojitos se cristalizaron y se abrazó a sí mismo. —San, ¿qué ocurre? — El pequeño comenzó a llorar y de inmediato fue abrazado por Chai.

Mew observaba la escena desde el suelo, tomó sus legos para guardarlos en la caja respectiva y luego caminó hacia su hermano.

—¿San está bien, papá? —preguntó preocupado. Chai observó de reojos a Mew.

—Está bien, Mew. Déjalo solo y no lo molestes, ¿sí? Tu hermano está pasando por algo difícil. — Mew dejó la caja con legos en el sofá, a pocos centímetros de los pies de San y se retiró a su cuarto.

Tiempo después el niño venía bajando las escaleras y encontró a su padre haciéndole cosquillas a San, en el suelo a un costado de ellos se extendía una torre de legos. Mew sonrió emocionado y corrió hacia ellos para unirse al juego, pero San al verlo le hizo un gesto de desagrado, el pequeño lo notó de inmediato pero decidió ignorarlo.

—¡Papi yo también quiero jugar! —dijo sonriente.

—Papá, tengo hambre —habló San.

—Mew, será después. Ahora tengo que preparar comida para tu hermano y para tí, ¿de acuerdo? — Chai se puso de pie, revolviendo el cabello del menor al pasar a su costado.

San le dedicó una mirada seria y desinteresada, tomando los legos para comenzar a destruir la torre. Mew llevaba puestos unos shorts de lona, negros, centro blanco por dentro y un gorrito negro de un alien bebé. Piecitos descalzos. Mientras que San llevaba su pijama celeste con estampados de luciérnagas.

—San, escogí está ropa para hoy, ¿quieres que traiga la tuya para que vistamos igual como siempre hemos hecho? —Sonríe el pequeño, jugando con el tirante de su centro.

—Mmm no, gracias. No quiero verme igual que tú — El semblante de Mew cambia de inmediato.

—¿Por qué? —pregunta triste.

—Porque tú eres un fracasado y no me quieres. — Encoge sus hombros. —Y estás celoso de que mi padre me quiere solo a mí y no a tí, armó la torre conmigo y no quiso jugar contigo — Mew hace un puchero.

—Papá también me quiere —sisea con sus labios abultaditos y ojos rojizos a punto de llorar.

—Mentira, mi padre me quiere a mí porque yo soy valiente y tú no. Tú eres un cobarde.

—San... — Mew comienza a llorar, tallando su ojito izquierdo y observando a su hermano aún en el sofá, quien le observa con una enaltecida mirada desde arriba.

Siendo como si en ese momento se hayan establecido las cosas y las posiciones, como si en ese entonces la vida haya decretado que San siempre fuese a estar por encima de Mew.

El tiempo avanzaba entre los intentos de Mew por jugar con San y este lo evitaba a toda costa, su padre siempre estaba con San al pendiente de él, velando siempre por lo que su hermano quisiera. Poco a poco Mew se iba rindiendo en su lucha por buscar el cariño y la atención de su hermano.

Mew cerró sus ojitos y fingió estar durmiendo, pero ahora comprobaría lo que ya imaginaba. Segundos avanzaron para que tal como Mew esperaba, su padre entrara a su cuarto y llevara a San a dormir con él. Su hermano había tenido pesadillas todas estas noches, Mew siempre lo escuchaba llorar y gritar por las noches, saltaba a su cama y lo abrazaba hasta que su hermano se calmara. Pero por desgracia San nunca recordaba nada al día siguiente.

La puerta fue cerrada al ambos retirarse dejando únicamente al niño en su cama, antes su rincón era el derecho, pero ahora era el izquierdo y eran nuevas camas, no sabía porqué pero su padre se había deshecho de las anteriores. Una sombra enorme lo hizo asustarse, se veía como si fuera un monstruo horrible aunque solamente era el reflejo de su serpiente de peluche que estaba colgando del ropero.

Bajó lentamente su cabecita hasta cubrirla por debajo de la cobija, respirando agitado y con sus manos sudando debido al miedo, comenzó a contar ovejitas porque sus amigos en la escuela le habían dicho que eso funcionaba, y milagrosamente sí, funcionó.

A la mañana siguiente, el ruido de San corriendo por el cuarto lo despertó. Frunció su ceño y vio como la cama de su hermano había desaparecido.

—San... ¿qué haces? — El nombrado se detuvo al verle.

—Moviendo mis cosas de aquí.

—¿Qué quieres decir?

—Que ya no compartiré habitación contigo, Mew.

—¿Por qué San? Ya no juegas conmigo y tampoco nos vestimos iguales, me rechazas y me dices fracasado, en la escuela ya no me hablas y dices que no soy tu hermano, dime qué te hice, San. Yo te quiero mucho, dime qué puedo hacer para que me perdones.

—Dejar de ser un fracasado — San se da la vuelta y corre al cuarto de al lado, el cual será su nueva habitación. Mew se queda en la cama llorando.

—¡Niños, el desayuno! — En ese momento suena el timbre de la casa, Chai que estaba en la cocina se dirige de inmediato a la puerta. Los dos niños bajan por las escaleras y corren detrás de él para ver quién tocó. Mew con el rastro de lágrimas en sus ojos. —¿Quién es?... — Sus palabras se detienen ante la visita inesperada, son casi ocho años de no ver a estas personas —padres... — Su voz es baja. 

Ambos señores le ven con resentimiento y enojo combinados, ninguno responde a su hijo. La mujer simplemente le tira un folder manila tamaño oficio, Chai lo toma contra su pecho, frunciendo su ceño.

—Mira lo que causaste —habla por fin la mujer —¡¡MIRA LO QUE LE HICISTE A TU HERMANO!! — Mew y San se toman de las manos, asustados ante sus abuelos, estos los ven con desprecio y desagrado, demostrando sin pena lo mucho que los aborrecen.

—Todd... murió —susurra para sí mismo, luego de sacar la hoja dentro del folder. La cual era el acta de defunción de su hermano.

—¡SÍ! ¡Fue asesinado ahí adentro por tu maldita culpa, bastardo! — Chai observa con sorpresa a sus padres, no puede creer que le echen la culpa de haber demandado a su hermano por abusar a su hijo.

—Madre, pero él ab--

Una bofetada es dada en su mejilla, ambos niños se asustan al contemplar eso. Chai levanta poco a poco su rostro.

—¡Es todo por esos fenómenos! —señala a los niños —¡Todd era el único que los quería, Chai! Me arrepiento de haber dado a luz a alguien como tú y que tú hayas engendrado a estos... — Chai a tomado a los niños y cubierto sus oídos —engendros repugnantes.

—¡Un hombre no puede tener hijos!!¡¡UN HOMBRE NO PUEDE TENER HIJOS, FENÓMENO!! —grita su padre esta vez.

—¡Espero que hasta el día que mueras, tú y tus engendros lleven la muerte de mi pobrecito hijo en su conciencia! — La madre vuelve a darle otra bofetada y se retira de ahí junto a su esposo.

Chai se queda con sus niños, los tres abrazados y de rodillas, las lágrimas caen por sí solas de los ojos del mayor. Ambos niños comienzan a llorar a medida que el miedo va incrementando, sintiéndose solos en el mundo, solo son ellos y su padre.

San siente una furia en contra de la mujer que es su abuela y recuerda las palabras de su tío: los valientes somos los que sufrimos.

Aprieta sus puños aún en el abrazo y observa a Mew que llora pero limpia las lágrimas en las mejillas de su padre. Le parece tonto, antes observaba a su hermanito con mucho cariño, quería protegerlo de todos y de todo, pero ahora únicamente quiere verlo sufrir, quiere verlo miserable.

Porque eso le satisface.

Desde ese momento, el cambio se marcó en la vida de San y Mew. Desde ese momento ellos dejaron de ser los gemelos idénticos más amorosos y pasaron a ser: San Suppasit y Mew el fracasado.

Ese día fue el que dio inicio a los quince años de sufrimiento eterno, de Mew, quince años de completo dolor en los cuales perdería toda esperanza de recuperar en algún momento a su hermano.

Pues eso, ya no era posible.

_______________________________________________

Bueno, hoy ya conocemos el orígen
del odio irracional de San contra
Mew. Es horrible lo que le pasó, pero
Mew en ningún momento tuvo
la culpa.

Quise permitirles que vieran el porqué de su odio hacia su hermano, pues ustedes saben que en mis historias siempre les muestro las dos caras de la moneda, es decir, la razón del porqué el villano es eso: un villano.

Peero, quiero aclarar que con esto yo no estoy diciendo que todo lo que San le hizo a Mew se lo merecía o que lo que San hizo estuvo bien, ¡JAMÁS! Porque no es así. Les voy a decir lo mismo que les dije cuando revelé porqué Linda era mala:

“Cuando nos pasan cosas malas, somos nosotros mismos quienes elegimos si seguir el mismo camino de las personas que nos hicieron daño, o hacer la diferencia y perdonar.”

O como dijo Jimin, cuando nos obsesionamos con un deseo de venganza, ¿qué será lo que nos queda al final? Nos terminamos perdiendo incluso a nosotros mismos y no tendremos a nadie.

En fin, cada quien puede ver a San como quiera a partir de ahora, pero yo sigo sin justificar como ha sido con Mew, pero sufriendo horrible por lo que le pasó de niño. Y si Mew no recuerda lo que su tío le hizo en la cocina, es porque perdió la memoria debido a la pastilla para dormir. (Busqué los riesgos en Google, créanme, saben que yo no les
doy info falsa.)

Bueno, nos leemos en el
siguiente cap.

Nos vamos en 5 🥺🤧💔
¿Pueden creerlo?

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