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Entre tus brazos

Thalía golpeó con los nudillos la puerta de la residencia Blofis. Tomó un momento, pero finalmente se abrió. 

Percy estaba en la puerta, luciendo absolutamente miserable. Tenía una manta sobre los hombros y bolsas debajo de los ojos.

—Hey Thals— dijo, pero comenzó a toser antes de poder continuar —. Lo siento.

—Tienes suerte de que sea una novia tan cariñosa— dijo Thalía, sosteniendo una bolsa de papel llena de cosas para ayudar con un resfriado.

Percy contuvo un estornudo.

—Gracias— dijo con voz áspera —. Perdón por llamarte. No había nadie más cerca.

—De nada. Ahora déjame entrar. 

Percy retrocedió por la puerta y se dirigió hacia el sofá cuando ella entró. Thalía cerró la puerta detrás de ella y siguió al semidiós enfermo.

Percy se desplomó en el sofá, tendido a lo largo de todo el cojín. Thalía empujó sus pies hasta que quedaron presionados contra el respaldo del sofá para hacer espacio para ella. 

Buscó en la bolsa y sacó un paquete de pastillas para la tos. Lo abrió y le arrojó uno a Percy. Intentó atraparlo pero falló por completo, afortunadamente aterrizó en su pecho.

—No lo tomes todavía— ordenó Thalía. Buscó en la bolsa y sacó una caja de Tylenol —. ¿Sprite o Mountain Dew? 

Tomó una botella de este último y le quitó la tapa.

—Sprite— murmuró Percy. 

Era obvio que hacía mucho tiempo que no había tenido que lidiar con una enfermedad por lo miserable que se sentía.

Ella le entregó la botella junto con una pastilla. 

—Bébalo lentamente— añadió mientras él introducía la pastilla y tomaba un gran trago de la bebida carbonatada.

—Sí mamá— comentó en tono de broma, aunque no lo parecía por lo ronca que era su voz. 

Tomó la pastilla para la tos y Thalía buscó el control remoto.

—Mira lo que quieras—  bostezó Percy —. No duraré ni cinco minutos.

—Tal vez deberías enfermarte más seguido— comentó Thalía —. Si todo lo que tengo que hacer es comprar algunas cosas y luego puedo sentarme y mirar televisión todo el día, me parece un buen trato.

—Claro, ignora el sufrimiento de tu novio, ¿por qué no?— Percy se burló. 

Bajó una almohada para poder descansar la cabeza en ella y relajarse mientras Thalia cambiaba los canales de su televisor.

/-/

Sally regresó unas horas más tarde, sorprendida al encontrar a Thalia en el sofá con Percy desmayado a su lado. 

Thalía desvió la mirada para darle a la madre una pequeña sonrisa. 

—Me pidió que le trajera algunas cosas para el resfriado— explicó, pasando ligeramente su mano por su pantorrilla.

—¿Ha comido desde que llegaste aquí?— Preguntó Sally.

Thalía negó con la cabeza. 

—No creas que ha comido nada desde que se levantó.

—Por supuesto que no— murmuró Sally, sonriendo levemente a su hijo —. ¿Por qué no lo despiertas? Puede comer de vez en cuando y luego volver a dormir la siesta.

Sally entró a la cocina mientras Thalia empujaba al lado de Percy. Él refunfuñó incoherentemente, moviéndose incómodo. 

—Percy, levántate— exigió, empujándolo con más fuerza.

—Ya basta Thals— Percy arrastraba las palabras soñolientamente, golpeando su mano.

—Necesitas comer. ¿Sólo por unos minutos?— Thalía negoció. 

Percy exhaló profundamente, levantándose torpemente hasta sentarse derecho, sacando las piernas de detrás de ella y apoyando los pies en el suelo.

Sally sacó un plato pequeño con galletas saladas encima. Le entregó a Thalía una pequeña bolsa de patatas fritas a lo que la chica asintió en agradecimiento. 

Percy mordisqueó una galleta, obviamente desinteresado en comer, lo cual era muy propio de él.

Sally se fue a hacer algo mientras los adolescentes permanecían en el sofá. 

Percy finalmente terminó unas cuantas galletas y gimió incómodo. 

—Odio esto— murmuró.

—Apesta, ¿no?— Respondió Thalía —. Ven aquí.

Percy se acercó a ella y ella pasó un brazo sobre sus hombros, acercándolo a su costado. Él se acurrucó contra ella, acariciando su costado.  

—¿Mejor?— Preguntó ella, dándole un beso lento en la parte superior de la cabeza.

—Mhm— tarareó Percy. 

Bostezó de una manera que Thalía encontró adorable —aunque nunca lo admitiría— y le rodeó el estómago con los brazos. Thalía apoyó la barbilla en su cabeza, sintiendo el cabello hacerle cosquillas en la piel. 

Le encantaba cuando Percy estaba así, somnoliento y adorable.

Por mucho que ella lo negara.

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