"Hermione, necesito hablar contigo", dijo Severus, que en ese momento estaba sentado en su sillón.

"Bueno, ya lo estás haciendo, Severus", respondió Hermione, sin saber a qué iba.

"Hermione, es algo urgente. Ya he esperado bastante con esto".

La joven se alarmó un poco por su tono serio y se sentó más recta.

"Ahora, bueno. Hace tiempo que quería hablar de esto contigo, pero nunca hubo una oportunidad tan buena como ésta. Quería preguntarte qué crees que es lo que hay entre nosotros. Por favor, no me malinterpretes, sólo me gustaría tener un poco de certeza".

Hermione había esperado literalmente cualquier cosa menos esto. Pensó que él sería la última persona en querer poner una etiqueta a las cosas. Habían hablado de ello, pero nunca habían puesto una etiqueta a su relación.

Después de pensarlo un poco, decidió ir a lo seguro y dijo: "Sinceramente, no tengo ni idea, Severus. Quiero decir que nos llevamos bien y que me encanta vivir contigo. Sin embargo, hay días en los que pienso que no soy más que la pequeña e insufrible sabelotodo de trece años que me dijiste que era para ti, mientras que otros días me siento querida e incluso amada. Quiero decir, tuvimos sexo y bueno... Tomaría todo lo que estuvieras dispuesto a dar y si eso es sólo amistad, lo aceptaría con gusto, pero por favor, no digas que me amas y luego actúes como si fuera una estudiante de primer año que no entregó su tarea."

"¿Y si es más lo que puedo ofrecer? Quiero decir, no puedo prometerte el mundo o la vida en absoluta riqueza sin miedos ni dudas, pero puedo prometerte ser el único. Puedo prometerte que te amaré lo mejor que pueda, aunque no sea mucho. Nunca he amado a muchos, y puede que haya cometido errores en lo que respecta al amor, pero nunca me he arrepentido del todo y espero que nunca lo haga."

Hermione se quedó boquiabierta. Nunca hubiera pensado que esa sería su respuesta. Ella misma había estado pensando bastante en este tema durante las últimas semanas o incluso meses. Le costó un tiempo admitirse a sí misma que tenía sentimientos por él que iban más allá de los de una amistad, y no estaba realmente contenta con cómo habían resultado las cosas. Casi había renunciado a sus esperanzas de conseguir que al menos viera que sentía cosas por él. Nunca le pediría que le correspondiera, sólo que lo reconociera.

"El hecho de que hayas amado, te hayas decepcionado y sigas con la cabeza bien alta demuestra que eres una de las personas más cariñosas del mundo y que mereces recibir más amor del que nadie podría darte", dijo Hermione, poniendo su mano sobre la de él.

"Me costó admitir que había desarrollado sentimientos por ti, pero los tengo. Sí que siento algo por ti y hace tiempo que quería decírtelo. Sólo que nunca hubo una buena oportunidad. Te quiero", admitió Hermione mirándole a los ojos.

A Severus le pillaron desprevenido sus tres últimas palabras. Nunca habría imaginado que sus sentimientos fueran tan fuertes, aunque ya habían acabado juntos en la cama una vez.

"¿Desde cuándo?" fue todo lo que pudo decir.

"Creo que fue cuando me abrazaste después de mis pesadillas, cuando escuchaste sin juzgarme cuando te conté mi pasado. O quizás fue cuando vi al hombre que eres bajo la apariencia de espía y profesor de pociones. No estoy segura, pero sé con certeza que te quiero desde el día de Año Nuevo, antes de la noche en que no dormimos, para que sepas", respondió Hermione con sinceridad, enfatizando la palabra "antes".

Realmente no sabía la fecha exacta en la que sintió algo más que amistad por él, pero sí sabía desde cuándo estaba segura de que, efectivamente, era amor lo que sentía.

"¿Cómo podría alguien merecerte?    Y más concretamente, ¿cómo te merezco yo?" preguntó el pelinegro mirándola con sus grandes ojos oscuros.

"Te mereces todo y más pero lo único que puedo darte es mi amor".

Hermione clavó sus ojos en él. Quería que él supiera que le estaba diciendo la verdad, que hablaba en serio de todo lo que había dicho.

"Y sin embargo es todo lo que podría pedir. Hermione, ¿quieres ser mi amiga, mi compañera de fatigas, mi novia?"

Hermione nunca habría pensado que escucharía a Severus Snape pedirle a alguien que fuera su novia y, sin embargo, se encontró en el extremo receptor de esta pregunta. En otras circunstancias, podría haber sonado gracioso oírle hablar así, pero ahora mismo no era más que romántico para ella.

Asintió y dijo: "Me encantaría, Severus".

Él le sonrió y se levantó caminando hacia ella para sentarse a su lado izquierdo.

"Nunca se lo había dicho a nadie directamente, aunque lo haya sentido en algún momento. Te quiero, Hermione. Y te prometo que te apreciaré y trataré de hacerte sentir todo el amor que siento por ti. Estaré a tu lado siempre que me necesites".

"Lo mismo va para ti. Te prometo que nunca te defraudaré".

En lugar de responder, Severus se inclinó y la besó en los labios.

Su beso encendió en ella un fuego que podría rivalizar fácilmente con el que crepitaba en la chimenea, aunque sólo fue un pequeño beso, nada salvaje.

Tan pronto como empezó, se acabó, y se miraron a los ojos el uno al otro.

"Vaya, parece que hemos hablado un buen rato, ya es la una y media de la madrugada", comentó Severus tras mirar el reloj que colgaba de su pared.

"Probablemente deberíamos ir a la cama entonces. ¿Dónde duermo?"

"Acompáñame, mi dormitorio es lo suficientemente grande y como te dije, no me gustaría que tuvieras que dormir en la habitación donde se quedó Pettigrew".

La cogió de la mano y la ayudó a levantarse del sofá, luego la condujo por las escaleras hasta el dormitorio.

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