Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Doce: Come Back Home

Al despertar al día siguiente, Jennie seguía dormida, abrazada a la cintura de la rubia, estando de lado, sus mejillas se hacían más gorditas y su boca se abría ligeramente, mostrando un poco de aquellos blancos dientes que tenía, se veía tan tranquila e inocente que Roseanne sonrió, y su mano acarició su largo cabello y sus lindas mejillas.

La castaña soltó un murmuro somnoliento y sus ojitos se abrieron lentamente, parpadeando para enfocar su vista en el rostro de Roseanne, a pocos centímetros del suyo.

Tan cerca que sus mejillas se encendieron pero sus ojos no pudieron apartarse de los de la Diosa, admirando desde su oscuridad en sus pupilas, hasta las pobladas pestañas que los enmarcaban, y un lindo lunar debajo de uno de sus ojos.

E-ehmm... —Jennie balbuceó en un intento de hablar pero no pudo, sus mejillas se volvieron muy rojas y tosió para despejar su garganta.

—Es más cómodo dormir contigo sin esa gatita en el medio —dijo Roseanne, ignorando los nervios de Jennie y sonriendo, sus ojos estaban aún cargados de sueño, haciendo que un pliegue se notará debajo de estos, su cabello despeinado y su sonrisa, la castaña pensó que era algo lindo de ver para despertar todos los días.

Jennie no supo qué responder, y solo se ruborizó enormemente, con lentitud se separaron, y Roseanne probó dejar de tocarla para buscar a sus Humanos entre sus emociones.

—¿Cómo están? —preguntó Jennie, viendo como Roseanne llevaba una mano a su pecho, sobre su corazón, y daba ligeros mimos sobre este, su ceño estaba fruncido, y notó que algo iba mal por su expresión, Roseanne era como un libro abierto.

—Me siento más... Vacía, como si no hubiera tantos, como si muchos se hubieran ido.

A Jennie le rompió la tristeza de su voz.

—¿Qué pasa cuando los humanos mueren? ¿Los sigues sintiendo?

Roseanne negó.

—Los Humanos son criaturas de la vida, cuando mueren son Almas, y no me pertenecen, ya no soy su Diosa —dijo, sonrió de forma penosa— Por eso el que me hayan exiliado aquí es una condena, porque ya soy una Diosa que no puede hacer nada.

>> Incluso, cuando ellos llegan a este mundo luego de morir y los consuelo... Yo no siento nada de lo que ellos sienten, pero lo hago porque no pude hacerlo cuando debía.

Jennie no supo qué responder, murmuró un suave "Lo siento", a lo que Roseanne respondió que no debía porque no era su culpa.

—Vamos a ver a Jisoo, quizás esté peor que ayer —dijo Roseanne, levantándose finalmente, tomó la mano de Jennie para salir de la casa, y la pelinegra seguía en el mismo lugar que antes, al verla salir Nini corrió hacia ella.

No quiso dormir, no durmió nada, se siente mal, no sé qué hacer —dijo la gatita, para que solo Jennie pudiera entenderla, los demás escucharon una serie de chillidos adorables.

—Oh, Nini... No pasa nada —Jennie la alzó con su brazo libre— No creo que podamos ayudarla de todas formas —murmuró, solo para su protector.

—Jisoo —la voz de Roseanne sonó calmada al acercarse, se agachó a su altura, la Diosa del Sol ni siquiera pudo mirarla, sus ojeras eran evidentes, sus ojos estaban hinchados de llorar, y se abrazaba a su Sol, que tenía un brillo mucho más sutil que antes— ¿Cómo te encuentras?

Jisoo solo negó y miró directamente a Jennie, muy lejos de la imagen de la Dios furiosa que había visto antes, su expresión era de pura súplica, era tan triste de ver que las lágrimas subieron a los ojitos de estrellas de la joven Diosa y parpadeó rápido para no comenzar a llorar.

—Jisoo... Lo siento —murmuró la castaña, y Roseanne se volteó hacia ella para negar, no tenía que disculparse por nada, pero sentía que tenía que disculparse con todo.

—Jimin vendrá en un rato a ver cómo estás, estoy segura —dijo Roseanne, Jisoo apenas la miró y volvió a abrazar con firmeza su Sol, apoyando la frente en esta.

Sin decir más, esperaron, alejados de la Diosa del Sol, a la llegada de Jimin, el único que Jennie creía que podía ayudarla, él era su última esperanza.

Aún estaban tomadas de las manos, y Nini estaba acostada sobre sus piernas.

Tal como Roseanne había dicho, Jimin volvió en un momento, para saludarlas de lejos e ir directamente hacia Jisoo para hablar.

—No te ves muy bien, y estás muy fría —dijo aquel Dios Mayor— El Sol tiene que estar caliente, esto no es bueno.

—No es bueno que yo esté aquí en primer lugar —dijo la pelinegra, su voz sonaba ronca y rota— Tengo que volver, quiero volver.

Jimin asintió, frotó su espalda en un intento por hacerla sentir mejor.

—Haré lo que pueda —dijo el Dios Mayor.

Roseanne le hizo una seña para ir con ella, y Jennie aprovechó para tomar a la gatita y dejarla sobre Roseanne, antes de ir hacia él a paso rápido.

—Jimin, necesito hablar contigo —Jimin asintió, esperando a que hablara, pero Jennie creía que lo mejor era hablar a solas— Pero en privado —murmuró.

El Dios Mayor asintió de nuevo, y comenzó a caminar para alejarse, junto a la castaña, avanzando entre aquellos árboles viejos y oscuros de aquel bosque, cuando ya estuvieron lo suficientemente lejos, Jennie finalmente habló:

—Jimin yo... Me preguntaba si tú... Podrías hacer algo para ayudar a los Humanos —dijo, el Dios alzó una ceja— Digo, para evitar que Taehyung haga más catástrofes, y sigan muriendo, porque Rosie está sufriendo mucho por ellos.

Jimin no dijo nada por unos momentos.

—Jennie, yo abandoné el mundo de los humanos hace mucho, y podría, pero no tengo ningún interés en pelear contra mi hermano porque eso sólo empeoraría las cosas —dijo, encogiéndose de hombros— Todo lo que está pasando es por causa y responsabilidad de alguien que no soy yo, entonces no tengo por qué intervenir y poner todo aún más en riesgo.

Jennie asintió, se mordió el labio con fuerza e intentó contener sus lágrimas, Jimin lo notó y se sintió mal por ella, era solo una jovencita, que no había aprendido mucho de la vida, que ahora tenía que afrontar las consecuencias horribles de algo que nunca había imaginado que era tan feo.

Jennie había tenido un deseo justo de libertad, y era triste de pensar que eso sólo había traído desgracias.

—¿C-Cómo puedo ayudarlos? —murmuró, mientras unas lágrimas brillantes caían los sus mejillas— ¿Cómo puedo... Arreglar t-todo lo que hice m-mal?

—Jennie... —Jimin detuvo su paso para tomarla de los hombros, la castaña lo miró con los ojitos rotos, acarició su largo cabello castaño en un intento de consolarla— En serio lo siento, pero no puedo ayudarte con eso tampoco... No tengo las respuestas a todo, pero... Piensa un poco en lo que crees que es lo correcto y hazlo, y todo saldrá bien.

Jennie no respondió, de alguna manera se sentía como si la estuvieran retando, como si de verdad hubiera hecho algo malo, aunque el tono de vos de Jimin era tranquilo, sus palabras le dolían, eran filosas y cortaban en su poca o nula esperanza.

—Si supiera como ayudarte, lo haría —agregó Jimin, en un tono paternal y sereno, mientras la miraba fijamente, hablando totalmente en serio.

Jennie mordió su labio y asintió, aguantando el llanto, sin decir nada más regresó hacia donde estaba Roseanne, quien estaba hablando con Jisoo, la pelinegra guardo silencio cuando la vio llegar y la Diosa de los Humanos se volteó hacia ella.

Jennie sabía, o al menos creía saber, que Roseanne quería que se quedara, que quería abrazarla tanto como ella, que quería hacerle compañía y calmar sus penas... Jennie sabía que Roseanne no la odiaba, y que aquella expresión de que no debería estar allí que le dedicó era solo fruto de su imaginación.

Eso esperaba.

Al sentirse tan mal, Nini se dio cuenta, su protectora podía sentir sus emociones, y la gatita fue hacia ella para saltar a sus brazos y decirle que todo estaría bien, mientras se acurrucaba en su cuello.

—Lo siento... —murmuró, era para aquellas dos, aunque fue tan bajo que solo Nini pudo escucharlo y sus orejitas se alzaron, volvió a hablar sólo para su protectora, su única y fiel compañera— Hay que irnos, Nini, tenías razón.

Se sentía una idiota, una joven Diosa ilusa y torpe, ¿Cómo iba a creer que aquel lugar era su casa? ¿Cómo creería que pertenecería a algún lado?

Creía en una nueva vida pero ni había terminado la anterior, creía que aquel lugar era maravilloso cuando no lo conocía, creía que podía ser feliz, pero si su felicidad era a costa del sufrimiento del otro nunca lo sería.

Jennie no tenía una casa, no sabía lo que era aquello realmente, no tenía un hogar, por más que se engañara con que aquel mundo de Dioses Muertos era un nuevo hogar para ella... Sabía que era mentira.

Sólo había tenido un hogar, por más que se sintiera mal allí, por más que no encajara y que estuviera sola, quizás un hogar era aquel lugar del que no puedes escapar, por más lejos que esté.

La gatita frotó su naricita contra las mejillas de Jennie, en un intento de borrar sus lágrimas, la joven Diosa dio media vuelta y comenzó a caminar para marcharse.

—Hay que volver a casa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro