Six: "Me muero de amor"
¿Cómo se sentía la conexión entre predestinados? La alfa siempre se había hecho esa pregunta, y de algún u otro modo siempre llegaba a la conclusión de que, era una de esas dudas que solo se resuelven viviendo la experiencia. Estaba segura de que si llegara a suceder, sería incomparable, o eso le gustaba creer pues había tomado demasiado tiempo pensando en ello.
Jeongyeon había estado el último día esperando el instante de reencontrarse con Nayeon. Luego de esa primera noche, el sabor de sus labios había sido todo un delirio que no podía dejar de rememorar, la sensación de su piel se había quedado en todo su cuerpo estremeciéndola en cualquier instante y su aroma se había impregnado en ella por horas hasta tatuarse en su mente, haciendo que la espera se hiciera casi que insoportable, pero ese día la espera estaba a poco de terminar, se recordó con ansiedad.
Estaba más que dispuesta a buscar una respuesta respecto a esta impresionante atracción que la envolvía, la vinculaba a ella y la confundía tanto, pues había decidido ser directa esta vez y le preguntaría por el origen de todas sus dudas, esas que ya conocía muy bien pero que quería confirmar de sus labios. Quería saber detalladamente porque había estado ocultándose y la intriga la carcomía sobre todo desde que había hablado con Dahyun, pensaba mientras daba un interminable recorrido de un lado de la habitación, al otro como tenía haciéndolo desde hacía largo rato.
Jihyo se sonrió con humor al notar su nerviosismo e inquietud, pero por supuesto que ya sabía que ella estaba en la espera de cierta omega de dientes sobresalientes. Curiosamente, Jeongyeon había estado tan felíz que sus muestras de especial alegría y ansiedad ya no eran nada nuevo para ella. Estaba más que segura que se debía a lo que había compartido con Nayeon, el día de la cita y que aún seguía siendo todo un misterio para ella pues, ambas habían decidido ser sumamente reservadas y guardarse los detalles, pero Jihyo se podía imaginar los resultados de un instante de sincericidio de ese par, de seguro había sido explosivo, pensó con diversión.
—¿Estás esperando a Nayeon? No has querido hablar de lo que sucedió entre ustedes el día de la cita... —Musitó con una sonrisa traviesa —¿De veras has ignorado todo este tiempo que ella es omega? Tsk, que mal Jeongyeon-ah, yo no te eduque así... —Musitó sobre su grado de madurez.
Jeongyeon gruñó al reconocer el humor en su tono de voz.
—No lo ignoré por completo. Estoy esperándola, porque habíamos quedado en que...
—¡Ya sé! —Interrumpió Jihyo con entusiasmo —"Necesitas saber la verdad..." —Sobreactúa la ingenuidad de su amiga —... tu siempre lo supiste Jeongyeon, desde hace un tiempo. No sé porque prefieres ignorar que asimilar, te comportas como si disfrutaras de comportarte como una completa ingenua y autoboicotearte. —Musitó con evidente sarcasmo.
Jeongyeon frunció el entrecejo, decidiendo que ignoraría aquello último, pues no quería que nada ni nadie alterara su buen estado de ánimo. Había esperado pacientemente para volver a ver a la omega y no dejaría que nadie lo arruine, ni siquiera Jihyo en el ensayo de su propia boda.
—Tu sabes que el problema no está en que sea omega Jihyo. Aquí hay algo más. Necesito saber porque siento todo esto que siento con ella, es extraño, bueno, me siento muy extraña precisamente ahora. —Acentuó, sin poder mantenerse quieta por un solo instante.
—Primeramente, recuerda que Nayeon es la invitada de mi prometida, no tu informante, Jeongyeon. —Le advirtió con los ojos entrecerrados, ahora desplegando seriedad. Jeongyeon asintió varias veces.
—Ya lo sé, no tengo intenciones de...
Las palabras se fueron de la boca de la alfa pelicorta y su rostro perdió toda expresión alguna, mientras su mirada se dirigía hacia la puerta con demasiado ímpetu, como si alguien la hubiera llamado desde allí.
Jihyo persiguió en su misma dirección, pero no había nadie allí, eso había sido muy extraño.
Jeongyeon cerró los ojos cuando identificó ese aroma que llenaba todos sus sentidos y la invadía por completo como una droga demasiado buena.
Estaba sucediendo. Su loba en su interior se removió con tanta brusquedad que la pelicorta podría sucumbir ante ello y pronto lo identificó, tan fuerte y tan dulce, invadiendo todo el ambiente, como si ella estuviera allí mismo junto a su cuerpo. Jeongyeon alzó la mirada en su búsqueda y la ansiedad afloraba de ella en una fuerza demoledora y avasallante.
Jihyo se preocupó al ver como perdía todo el color de su rostro, una vez recuperó la orientación pues, por un instante parecía haber viajado lejos de allí.
—¿Qué sucede? ¿Te encuentras bien? —preguntó al notar su estado atónito y el rotundo cambió de su semblante, el cual la incomodó por un instante.
—Está aquí. —Expresó con la voz demasiado grave y se dirigió hacia donde ese aroma la seducía como el canto de una sirena, con tanta prisa como sus pies se lo permitieron.
—Espera, ¡Jeongyeon-ah! Ash...
Jihyo intentó detenerla, pero ella ya había cruzado la puerta sin siquiera responder a su llamado. Meció la cabeza reiteradas veces ante su accionar, y segundos después Momo llegó apresurada por la puerta.
Luego de unos segundos en los que la nipona respiró profundo, Jihyo sintió un aroma dulce e incesante que destacaba exageradamente y aquello respondió a la mirada cuestionante de la alfa de ojos grandes.
—Nayeon unnie está aquí... —Respiró y tragó antes de hablar —Y viene completamente limpia. Incluso está tan alterada que su aroma apesta en todo el lugar. —Expresó, señalando hacia la puerta.
Jihyo presionó la mandíbula cayendo en cuenta de lo que sucedería, sobre todo porque pudo percibir el aroma de Nayeon hasta en donde estaba en ese mismo instante. Por eso la prisa de Jeongyeon, al fin la había percibido.
—Diablos... bueno, ya era hora. —admitió mirando a la alfa y luego volteó los ojos —¡¿Pero tenía que ser justo en el día del ensayo de mi boda?! —Se quejó alzando las manos al cielo, rogando que ese par no se matara precisamente en ese evento, aunque agradeciendo profundamente que no fuera el día de su boda al día siguiente.
La alfa no tuvo que recorrer demasiado trecho. Justo cuando estuvo unos pocos pasos afuera, una persona salía de la habitación en la que se encontraba Tzuyu, y cuando persiguió el rastro de ese aroma, allí la vió.
Sin necesidad alguna de cruzar la puerta y de espaldas a ella, su aroma la embriagó de inmediato, abordándola con más fulgor y si no estuviera viéndola en esa corta distancia en la que se hallaba, juraría que tenía su cuello junto a su nariz dispuesto para recibir de su toque.
De repente, esa imagen se hizo un deseo que le comprimió las entrañas. Era ella... su omega era Im Nayeon, la dueña de ese delicioso y dulce aroma a uva dulce de omega que había estado deteniendo, ¿porqué? Le recrimina internamente, sin poder apartar su mirada de ella ¿porque había estado negándole la oportunidad de descubrir que no sólo era una omega, sino que era SU omega? La omega que había estado esperando ansioamente, el lazo inquebrantable que deseaba sentir desde hacía tanto tiempo, era ella, todo ese tiempo, siempre había sido ella.
La furia centelleo en sus pupilas cuando la omega se volteó, titubeante para enfrentarla como si se tratara del mismísimo Lucifer. Jeongyeon quería, más bien, deseaba dejar a un lado la enorme furia que sentía en su interior y besar cada espacio de su ser, sobretodo ante esa innecesaria mirada de temor que ella tenía en su rostro, pero su lado humano y racional quería saber ¿Porque rayos había estado ocultado el motivo de su innegable atracción durante tanto tiempo? ¿Cómo había sido capaz de negarle la posibilidad de saberlo?
Jeongyeon presionó la mandíbula, más no se inmutó cuando la omega estuvo frente a ella y extendía su mano como una inocente invitación, junto a una trémula sonrisa amable. Esa sonrisa que la había atraído tanto desde el primer instante en que la vió, rayos, todo en su relación tenía tanto sentido ahora.
Nayeon le miró con su expresiva mirada suplicante y esos hermosos ojos color chocolate amenazaban con apoderarse de ella, mientras el intenso rubor centelleaba en sus mejillas, haciéndola ver tan adorable.
La alfa resopló ante su invitación amable y quiso poder recriminarle, pero su loba la estaba amando en ese instante, la estaba adorando y la deseaba mucho más que antes.
Su semblante se endureció, antes de barrerla con su mirada que, ante los ojos de Nayeon no fue más que despectiva y arrogante, pero en realidad la alfa se estaba deteniendo con todas sus fuerzas, para no tomarla a la fuerza, llevarla a casa a rastras e incomunicarla hasta que se sintiera lo suficientemente saciada de ella. Su omega... su corazón latía desbocado ante cada pensamiento.
—Sígueme. —Exigió con su voz de mando, haciendo a Nayeon temblar de desazón.
La omega se asombró de reconocer su orden. Su voz se había tornado tan impetuosa y poderosa que casi se desmaya frente a ella, más no pudo hacer otra cosa que seguirle el paso rápido a sus largas piernas de alfa. La loba de Nayeon se había entregado apenas la había sentido en el mismo espacio, no tenía otra opción que atajarse a ella, aunque admitía que le complacería con todo gusto, pensó y se sintió aún más ridícula.
La ahora perceptible omega se dió un instante para detallar a su alfa esa tarde, el sastre negro se pegaba en su figura de un modo tan perfecto que sólo la desconcertó un poco más, su corto cabello lacio y sedoso se removía alrededor de sus mejillas y ella deseó tomarlo en sus manos, mientras la devoraba con sus besos, como la pasada noche de miércoles, en aquella cita.
Nayeon tragó, una vez sintió la boca reseca por tenerla tan cerca, luego de lo que sucedió en su apartamento y siendo ella misma por primera vez, desde que se habían conocido.
Que Jeongyeon se veía espectacular esa tarde no era novedad para Nayeon, pero ese día estaba especialmente hermosa, porque estaba molesta y parecía que podría cometer canibalismo con ella en cualquier momento. Aún cuando la hacía sentir así de pequeña con su intimidante mirada, era hermosa notándola como quien verdaderamente era y percibiéndola en su propio ambiente.
Sí, su alfa parecía estar mucho más que molesta, y con justa razón vale aclarar, pero así creyera ridículamente que su vida corría peligro, a la vez tenía en claro que su alfa la protegería y que jamás le haría daño alguno. Una profunda sensación de paz la recorría desde que había cruzado su mirada temerosa con la suya llena de posesión. Por ese extraño y contradictorio motivo, Nayeon estaba ansiando ese instante a solas junto a ella. Caminó con prisa a su par, observando esa marca que había dejado sobre su cuello un par de días atrás con sus uñas y deseó pasar la punta de sus dedos allí.
—¡Basta! —Estalló la alta, sin detener el paso —¡Detente o vomitaré! —Gruñó ante la insistente mirada de la omega sobre ella.
Nayeon se estremeció ante el reclamo en su voz, pero también pudo notar como el amargor se suavizaba lentamente. Adoraba su aroma, era un maldito elixir del que era adicta, todo en ella era adictivo como la cafeína de una taza de café bien cargado.
Una vez le dieron vuelta al pasillo del inmenso primer piso en donde sus amigas celebrarían su boda al día siguiente, la alfa se detuvo, abrió la puerta de la última habitación y señaló con su dedo índice en dirección hacia el interior.
—Entra. —Ordenó con tanta frialdad que Nayeon vaciló por un instante de cobardía. —¡Entra! —Exclamó con más ímpetu.
La omega agradeció que no fuese con su voz de mando pues, aunque todo en su interior se sentía en expectativa y éxtasis de volver a tenerla cerca, también se sentía total y completamente cohibida por el sonido de su voz y su semblante de alfa posesiva.
—Jeongyeonnie, escúchame por favor... —Musitó bastante apabullada, buscándola con su mirada, más lo que halló hizo que le recorra la piel un intenso escalofrío caliente desde sus mejillas hasta la punta de sus pies.
Jeongyeon se tomó el labio inferior mientras se la devoraba con la mirada y tuvo que abrir la boca para respirar, pues sentía que el aire que tomaba por la nariz no era suficiente, pareciera como si se fuera a ahogar si no lo hacía.
De pronto el espacio era muy pequeño para ella, y su presencia la incitaba demasiado, a besarla, a tocarla, a tomarla. La necesitaba de inmediato. Se sostuvo el pecho con una mano y pudo sentir el retumbar de los latidos contra su esternón, ¿Qué diablos estaba sucediendo? Se cuestionó tan abrumada.
—Diablos... —Murmuró la alfa, sin poder apartar los ojos, llenos de su omega.
—¿Te encuentras bien, Jeongyeonnie?
Nayeon intentó acercarse, más la alfa extendió una mano exigiendo la breve distancia que aún las apartaba.
La omega sintió que su pecho se oprimía ante esa reacción, le desesperaba tanto no saber qué era lo que pasaba por su cabeza en ese instante, ¿la estaba odiando, la estaba deseando? ¿Qué era eso que flameaba en su mirada, que significaba?
—¡Claro que no estoy bien Nayeon! ¿Acaso tu me ves bien? —Gruñó y tragó al voltearse.
Jeongyeon creyó que si no dejaba de verla, sería más difícil intentar contener sus instintos. Luego de un breve instante de autocorrección, regresó a dirigir su mirada.
—¿Qué diablos creíste que hacías? Dime. —Musitó sin dejar de respirar con dificultad. Nayeon no halló una respuesta inmediata a su pregunta.
—B-bueno...
—¿Te imaginas todo lo que estoy sintiendo en este instante? —Recrimina, mirándola con esa imperceptible expresión —¿Acaso tienes idea de todo lo que generas en mi ahora? ¿De todo lo que me estoy conteniendo para no tomarte aquí mismo? —Su voz se oyó bastante fuerte en ese reclamo, pero Nayeon identificó todo lo que ocultaba en su tono, eso y las anteriores palabras que no se esperaba, la hicieron extender sus ojos en desconcierto.
—Oh... —Despidió con la voz muy baja.
Jeongyeon deseó no haber visto esa expresión de incredulidad en su rostro, pues la había hecho ver más irresistible en sus ojos.
—¡Tu-tu me mentiste, Nayeon! —Exclamó como en las peores pesadillas de la omega y esta meció su cabeza reiteradamente tratando de detener sus conjeturas, y no caer en la desesperación.
—Ocultar no es mentir, Jeongyeonnie... —Repitió con la voz baja y apenada, sin poder verla a los ojos.
Jeongyeon le respondió con una mala mirada.
—Es prácticamente lo mismo. Había una información que debía saber y que tu omitiste compartir conmigo, sin siquiera considerarme o a mis sentimientos... —Reprochó con la voz acelerada, mientras se relamía los labios resecos.
Nayeon se ruborizó incrementando su aspecto encantador y Jeongyeon encerró las manos en en puños, para retener todos sus instintos, cada segundo se ponía más difícil la idea de buscar respuestas y de evitar besarla con ahínco.
—Tienes razón cariño, lamento haber callado. Fue mera torpeza, no quise ocultarme de ti, Jeongyeon. El día que llegaste a la cafetería, no pude divisar que llegarías y cometí el error de no ser directa contigo... —admitió aún con la mirada baja, totalmente avergonzada.
—¿Y en todo este tiempo no hallaste un solo instante para poder decirme la verdad? —Sostuvo el firme tono en la voz.
Nayeon deseaba poder abollarse y lanzarse lejos, así podría huir de su inminente juicio.
—No encontraba la ocasión correcta...
—¿La ocasión correcta? —Le interrumpió la alfa de inmediato ante, lo que para ella fue una tonta respuesta —¡La ocasión correcta era cuando nos conocimos Nayeon! ¡Cu-cuando formamos una amistad! ¡Cuando nos vimos cada semana! ¡Cuando hicimos el amor en mi apartamento la otra noche! ¿Acaso esa no fue una ocasión correcta para ti? —Exclamó sin poder evitar alzar la voz.
Nayeon tragó el nudo que tenía en su garganta. ¿Qué podía responder a eso cuando ella tenía toda la razón? Quiso hablar pero la voz se le detuvo en la garganta cerrada.
—No puedo creer que haya ignorado esto todo este maldito tiempo. Que idiota me he de haber visto, aunque me alegra saber que no estaba enloqueciendo, después de todo si había un motivo por el cual podía sentir algo cuando estaba junto a ti, aún por sobre los neutralizadores... —Detalló y Nayeon le miró con incredulidad brillando en su mirada y su loba saltando en su pecho.
—¿Lo sabías? —preguntó con ilusión emocionando su mirada.
—Hace un largo tiempo puedo sentir tu aroma en todas partes, aunque muy brevemente, siempre pude presentir algo en ti que me hacía sentir diferente, pero ¿Quién demonios era yo para reclamarte nada? —señaló nuevamente, sin poder apartar ese reproche en su voz.
Nayeon, no le miró tampoco en ese instante. Sabía que tenía toda la razón, rayos, había sido tan cobarde.
—Tu puedes preguntarme lo que desees Jeongyeonnie... —Murmuró con la voz demasiado seca y baja. La alfa gruñó grotescamente ante ella.
—¡Ya no necesito hacer preguntas, Nayeon! La respuesta es más clara que el agua ahora mismo. —Señaló con brusquedad.
La omega mantuvo la mirada baja. Su omega estaba a la expectativa, no había indicio de odio, pero sí de rencor, ira y confusión, ¿Qué significaba esa inquietud en su mirada cuando le pudo mirar de reojo? Su omega deseaba consolar toda su confusión.
—Perdóname, tenía tanto miedo de que reaccionaras...
—¿Reaccionara como? —Volvió a interrumpirle —¿Cómo debería reaccionar? Tu no podías saber cómo reaccionaría, porque ni siquiera yo sé cómo debo reaccionar ¡Demonios Nayeon! Estoy intentando asimilar todo esto... —Señaló tomándose la cabeza y dando una vuelta entera en su lugar, algo desorientada.
—Perdóname, no quería...
—¡Tu eres mi omega! —Señaló más agitada, mientras presionaba su mano contra su pecho con más presión —No puedo creer que me hayas hecho hacerte firmar un acuerdo, que idiota que soy... —Se reprocha la alfa a sí misma de nueva cuenta.
—Oh... —La miró al final. Todo parecía dirigirse hacia un extremo muy opuesto al que había temido en todo ese tiempo.
Nayeon presintió su inquietud, pues reconoció que su ira no estaba dirigida a ella específicamente como lo esperaba, sino a sí misma, al parecer.
—Nayeon...
Jeongyeon dió un paso titubeante frente a la omega, todo lo que hace un segundo la tomaba con tanta agresión, se había evaporado de pronto y Nayeon se enterneció ante la evidente confusión que ensombrecía la mirada color miel con la que la enfrentaba.
—Estuve esperando por ti todo este tiempo... si tan solo hubiera podido verlo. Me siento tan confundida y avergonzada ahora mismo... —Musitó agitada y se regresó para buscar apoyo contra la pared más cercana.
La omega divisó como todo su cuerpo temblaba contra su voluntad y se preocupó de inmediato por el repentino cambio de su semblante.
—¿Te encuentras bien, Jeongyeonnie? Te ves algo sofocada... —Musitó la castaña, dando unos pasos adelante.
Jeongyeon removió el sudor que recorría su frente, desordenándose el flequillo y meció la cabeza como respuesta.
—Siento como si una gran carga estuviera dejando mi cuerpo, como si me estuvieran drenando la sangre lentamente... —Musitó aún agitada y parpadeó dejando que su cuerpo se apoyara contra la pared. Su pulso se había acelerado un poco y su rostro parecía tomar demasiado color.
—Eso se oye aterrador ¿Qué sucede? ¿Qué tienes? —Le cuestionó Nayeon, apresurada por acercarse a ella, checarla incansablemente con su mirada e intentar darle aire con sus manos.
La alfa meció la cabeza, aún sofocada y suspiró derrotada por las suaves manos que acariciaron sus mejillas.
—Jeongyeonnie, háblame por favor ¿Qué tienes? —Expresó Nayeon con total preocupación, mientras buscaba su teléfono con las manos temblorosas del bolsillo de su saco.
—No.
Jeongyeon la detuvo, tomando sus manos y regresandolas al toque que propiciaban contra su rostro. Cerrando los ojos para recibir la suavidad de las caricias de la omega, la alfa sintió como su pulso se acelera ante lo que sucedía.
Jeongyeon comenzó a frotar sus mejillas contra sus manos suaves, ansiando más de su toque y eso incentivó a la mayor a cumplir con lo que le pedía sin palabras.
—No-no llames a nadie Nayeon, e-estoy bien... —Musitó intentando abrir los ojos, perezosamente. —Es mi celo, yo creo... —Musitó con la voz entrecortada.
Nayeon entreabrió los labios, cayendo en cuenta de todo, entre ello su incesante aroma y la temperatura de su piel, que la incitaba a desnudarse y pegarse a su cuerpo como una estampilla.
—¿Se-se adelantó...? —preguntó con la voz muy baja, aún alarmada.
La alfa asintió algo apenada por la dirección que habían tomado sus propias manos, pues recorría su trasero y hacía presión de ella contra su cuerpo, como si de ese modo pudiera fundirse en su interior. El rubor en su rostro se hizo casi de inmediato, evidenciando todo lo que provocaba con tanta espontaneidad, no cabía duda de que la química era inigualable.
—No sé qué me sucede, mis celos son normales, pero nunca había sentido algo parecido, tú me confundes tanto...
Su voz se oía tan sedosa que Nayeon quiso besar sus labios entreabiertos.
La omega depositó un beso sobre su mejilla y otro sobre su frente antes de recibir su aroma. "Mi alfa" oyó a su omega en su interior mientras la detalla con tanta delicadeza, sin detener los besos que iba deslizando por su mejilla en dirección a sus labios.
—Mi hermosa omega... —Musitó la alfa, sin dejar de recorrerla con sus manos.
Desde su perspectiva tenía una hermosa y cercana vista del delicado rostro de la ahora perceptible omega, tan dulce, tan delicada. Jeongyeon sintió que todo su interior se desgarraría si no tomaba esos deliciosos labios rosados con los suyos y los devoraba.
—Soy tu omega... —Confirmó Nayeon con una sonrisa repleta de entrega que hizo suspirar a la alfa frente a ella.
—Eres hermosa, con un demonio... —Se quejo, dejando que la omega pegara su nariz junto a la suya, logrando así un estimulante beso de esquimal, anticipando una explosión en esa habitación. —Tu no sabes cuanto te deseaba...
—Tu si sabes cuanto te deseaba y ahora también sabes porqué... —Murmuró sobre sus labios y Jeongyeon removió saliva sin poder dejar de detallar la textura de sus labios.
Era verdad, Nayeon había hecho muy evidente su atracción desde el primer instante que le había invitado el café sin canela. Rayos, ella le había dicho miles de veces cuán guapa le parecía, siempre le hacía saber cuánto diafrutaba de su compañía, le había marcado infinidades de veces todas las cualidades que no podía ver de sí misma, pero ella había sido tan torpe que simplemente no había querido verla. Todo ese tiempo había estado ahí, cuando hablaban, cuando bromeaban, cuando reían, cuando bebían un simple café, cuando se convertía en su mejor consejo y su más cálido refugio, siempre había estado ahí,
¿Cómo no la había visto antes? ¿Cómo demonios había podido vivir sin ella, sin su tacto, sin la dulzura de su voz, sin la suavidad de su piel, sin su incomparable aroma que ahora disfrutaba de percibir en todo su apogeo? La alfa se halló tan abrumada entre tantos pensamientos, que tampoco notaba que aquello ya no tenía sentido alguno.
Con una fuerza prácticamente sobrenatural, Jeongyeon tomó a la omega, acorralándola entre su cuerpo y la pared. Nayeon le miró asombrada por esa repentina acción, aunque no podía negar que le gustaba que la reclamara de ese modo.
La omega recorrió su tensa mandíbula con la punta de sus dedos y Jeongyeon ronroneó dejándose llevar por esas oleadas de calor que recorrían su cuerpo a causa de sus pequeñas y sedosas caricias.
—No sabes todo lo que esta mera caricia me está haciendo sentir ahora mismo, Nayeon omega... —Musitó contra sus labios y la antes nombrada se sonrió ante sus palabras.
—Siento que algo en mi estómago se me quiere escapar por la boca cuando me ves con esos ojos... —respondió la mayor, con aquella tierna sonrisa en sus labios.
—Cielos, sí, ¿Son las mariposas? —Cuestionó la alfa sin detener la presión que comenzaba a empujar contra su cadera. Nayeon jadeó ante la firme fricción, sus labios tan cerca de los suyos, seduciéndola y se removió entre sus brazos.
—Lo que sea, se siente condenadamente bien... —Musitó como respuesta, desplegando un gemido al sentir como Jeongyeon tomaba una de sus piernas y la unía más intimamente contra su cuerpo.
—Nayeonnie, mi hermosa omega... —Musitó junto a su cuello, deleitándose con ese dulce aroma mientras mantenía las manos alrededor del muslo y la cintura de su omega que la enredaba a ella.
La mano inquieta que deslizaba una caricia contra el mentón de la alfa, acompañaba sus provocadoras caricias que descontrolaban todo en su cuerpo.
—Oh cielos, no aguanto más Jeongyeonnie... —Musitó y ahora la agitada era Nayeon al sentir el roce y cercanía de la alfa, como tal.
—¿Qué es lo que desea mi omega? Dilo y lo haré para ti... —Musitó contra su boca y Nayeon dejó ir un suspiro impaciente que golpeó contra sus labios.
—A ti, te necesito a ti, a todas horas, a cada instante, me muero por ti, Jeongyeon... —Musitó con impaciencia y Jeongyeon sonrió al oír sus palabras.
—Nayeon, a partir de hoy quiero que me hables con palabras claras y directas... —Susurró, mientras le daba suaves caricias con su mano de dedos largos por todo el muslo descubierto y trazaba figurillas sin forma por su mejilla con la punta de su nariz.
—Be-bésame, bésame te lo suplico... —Su casi inaudible voz ronca hizo reír a la alfa, quien al instante se preparó para seguir los deseos de su omega.
—Nayeon... —Suspiró su nombre junto a su mejilla.
Jeongyeon comenzó un sendero de besos hasta que se topó con su cuello, allí respiró y se embriagó nuevamente de su aroma sin disimulo alguno. Nayeon se ruborizó hasta las orejas cuando sintió una breve caricia se su lengua.
—Tu aroma va a volverme loca, m-me hace desear... —Se interrumpió la alfa, tragando con calma para no dejarse llevar por sus instintos vivos y morderla en ese mismo instante. De pronto deseaba hincarse en ella profundamente, más de lo que lo había deseado jamás.
—Muérdeme... —Susurró Nayeon mientras se removía entre su cuerpo, ansiosa.
Jeongyeon meció la cabeza en desacuerdo. Pero lo haría, de eso estaba muy segura y sería cuanto antes.
—Sí, márcame... —Incitadora, la omega con aquella suave y melodiosa voz que parecía dominar toda su mente con facilidad. —Muérdeme alfa, hazlo. —Insistió mediante ese movimiento de cadera que había dejado enloquecida a la alfa.
Jeongyeon meció la cabeza nuevamente, mientras acomodaba ambas de sus piernas alrededor de su cintura y recorría su trasero y espalda, con sus caricias.
—Lo haría con gusto cariño, pero no es el lugar, no es el momento. Diablos, no es el el maldito momento... —Susurró mientras trazaba líneas indivisibles por todo su cuerpo, inconforme por el momento, por el lugar y deseando llevarla a casa, con más fuerza que antes.
Nayeon gimió sin pudor cuando encajó su cadera contra la suya y presionó. La prueba del deseo de su alfa se sintió dura y urgida contra su centro, sacándole un gemido a ella también.
—¿Porque rayos aún no me haz besado Yoo? ¿porqué tienes que ser tan malditamente len...
Jeongyeon había interrumpido su reclamo con sus labios ansiosos y el gemido de satisfacción que le generó tener al fin los labios de su alfa, se ahogó en su garganta cuando Jeongyeon soltó sus piernas para llevar sus manos a su nuca y pegarla contra su boca.
La omega se sintió en el mismísimo cielo cuando la alfa masticó suavemente su labio inferior y agasajó a su lengua con la suya para profundizar el beso que tanto habían estado deseando, ese beso que sabía a verdad, a la verdad que las unía, porque no cabían dudas, definitivamente habían nacido la una para la otra.
—¡Esta situación es desagradable! ¡No entiendo como Nayeon fue capaz de hacernos esto! —Gruñó la alfa de ojos grandes, caminando de un lado hacia el otro con molestia.
Tzuyu ladeó sus labios y se acercó a ella despidiendo feromonas. Jihyo respiró su aroma a dulce fresa y la miró con intensidad, su omega había aprendido muy rápido como dominar su ansiedad. Quizás Jihyo sea buena en el asunto, pero solo Tzuyu podía provocar lo mismo en ella.
—Por favor alfa, no te enojes. Las cosas no han sido tan sencillas como tú las quieres hacer ver y lo sabes. Este instante era muy necesario...
—Bueno, ya era hora de que ese par de tontas aclararsen su relación. —Admitió Park, volteando los ojos.
—Al menos me siento a gusto de que haya sido aquí en donde podemos mantenerlas vigiladas... —Musitó pegando sus labios a su mejilla y abrazándola por los hombros. Jihyo meció la cabeza, rodeándolo por la cintura.
—Pero Chewy, ni siquiera sabemos qué está sucediendo ahí ¿Y si Jeongyeon la asesinó? —Se quejó la alfa exponiendo más de su desagrado.
—Por supuesto que no. —Carcajeó la omega taiwanesa, con una risilla nerviosa.
—Es bastante preocupante. —Agregó Dahyun, tomada de la mano de su alfa.
Momo la miró algo extrañada por las palabras de su omega, más entendió y recordó que ella siempre sería muy empática y comprensiva, más de las cualidades que adoraba de su hermosa Dahyun.
—Supongo que si se hubieran matado ya lo sabríamos. Nayeon unnie adora a esa alfa y la alfa muere por ella, aunque ponga esa cara de idiota perturbada cuando Nayeon unnie la provoca. Es obvio de que nada malo sucederá, la conexión entre alfas y omegas es más fuerte, además no fue tan grave ya debería superarlo. —Señaló Momo con toda su lógica pura y Jihyo gruñó como respuesta. —Lo siento, sé que es tu amiga, pero se ha comportado como una completa idiota con Nayeon unnie.
Cuando la nipona terminó con sus palabras, Jihyo se irguió demasiado en su ligar y Tzuyu supo que podía ser señal de un nuevo debate entre ese par.
—Ella estaba confundida, no podía ver a Nayeon como tú lo dices. Si bien siempre supo que había alguien, no podía percibir que fuera Nayeon específicamente y todas sabemos porqué. Fue un asunto de ambas el haberse desencontrado de ese modo. —Salió en defensa de su mejor amiga.
La alfa japonesa volteó los ojos, pero alzó los brazos dándole fin a la discusión con su silencio.
—Por favor alfa, ve a tocar la puerta. —Musitó Tzuyu, ganándose así una estruendosa carcajada irónica de Jihyo.
—Cariño, si tu quieres morir así de joven, bien puedes ir a tocar la puerta tu misma. —Señaló, meciendo la cabeza en desacuerdo con esa idea.
—Bueno, si alguien lo tiene que hacer aquí es Dahyun unnie... —Señaló Tzuyu, y la joven nombrada extendió los ojos con asombro.
—¿Y mi omega porque? —preguntó Momo, ahora desconcertada.
—Precisamente porque no tiene nada que ver, ninguna de las dos le haría daño a ella... —Habló Tzuyu con humor. Dahyun tragó con preocupación.
—No estoy tan segura de eso... —Murmuró la omega pálida, sabiendo que si interrumpía, Jeongyeon podría matarla con todo derecho por el simple hecho de haber compartido la matriz.
—Entonces que lo haga Sana unnie...
Tzuyu señaló a la japonesa que estaba sentada junto a Mina hablando animadamente sin amedrentarse por los problemas ajenos a ella, muy Sana de su parte, pensó Tzuyu. Momo asintió con humor.
—Apoyo esa idea. ¡Satang! —Momo llamó la atención de la misma, quien le miró junto a la menor de las japonesas. Pronto ambas estaban formando parte del círculo cerca de aquella misteriosa puerta.
—¿Qué sucede aquí? ¿Por qué tanto misterio? —preguntó observando a ambas parejas.
—¿Puedes hacernos el favor de llamar a esa puerta de allí? —Señaló Momo hacia la última puerta de pasillo.
—¿Esa? —Señaló Sana con entusiasmo por ayudar y su tierno entusiasmo.
—Sí, llama y di que ya es hora de cenar... —Habló Jihyo con fastidio y sarcasmo.
Dahyun carcajeó meciendo la cabeza, Tzuyu sonrió de lado y Mina asintió reiteradas veces, entendiendo con rapidez el plan de aquel clan.
—¿Por algo en especifico? —preguntó la rubia algo confundida.
Sana había sido una de las últimas en llegar al evento, y poco sabía de lo que había estado sucediendo detrás de esa puerta, por lo que la duda surgió en ella por un momento. Todas negaron con la cabeza.
—Tu solo llama Sana Chan, anda... —Señaló Mina poniéndose junto a Momo con humor.
La única lo suficientemente despistada como para no darse cuenta del escándalo que se desataba detrás de esa puerta, por supuesto que era la alegre Minatozaki Sana, quien sin siquiera dudarlo se dirigió a la puerta y llamó en ella tranquilamente. Pronto se oyó un gruñido del otro lado que la hizo estremecer.
—¡Que! —Exclamó la alfa del otro lado de la puerta con esa imponente voz de mando.
Sana extendió los ojos con asombro y miró a sus amigas quienes contenían la risa.
—¡Oh no! —Gimió la omega presionando los labios antes de oír que, segundos después la puerta se abría a causa de su llamado.
Nayeon le miraba en incógnita y Jeongyeon le fulminaba con una irritación tal, que la hizo bajar la mirada apenada e intimidada.
—Basta Jeongyeonnie, sabes que tenemos que presenciar el ensayo de todos modos. —Le regañó y la antes nombrada cerró los ojos y respiró buscando la calma sin soltar la cadera de Nayeon.
Sana les miró como un pollito regañado, sin atreverse a mirar a sus unnies. Aquellas tontas de sus amigas se lo pagarían más tarde.
—Nayeon unnie, Jeongyeon unnie, lo siento, no sabía que... —Suspiró cuando su voz se entrecortó y se lamentó al oír a las chicas estallar en risas.
Nayeon sonrió de lado y le guiñó ojo de compasión, más Jeongyeon sostenía su peor mirada fija contra ella, una vez pasaron a su lado.
—Olvídalo Sana, no sucede nada cariño. —Desestimó la omega mayor, notando la buena broma que le habían jugado sus amigas. —Que ridículas se ven.. —Señaló Nayeon al quinteto que se despellejaba de la risa por el modo en el que su alfa seguía gruñendo a Sana, como si la fuera a asesinar.
—Menos mal que se trataba del ensayo de una boda, por un instante creí que habíamos regresado al jardín de infantes... —Señaló Nayeon, meciendo la cabeza.
Quiso poder ir a calmar la incomodidad de Sana, quien se acomodó detrás de una divertida Mina, pero Jeongyeon la sostenía con tanta fuerza y posesión, que parecía no desear soltarla jamás y siquiera no deseaba desairearla.
—Apestas Jeongyeon, es mejor que se vayan a casa, ahora. —Señaló Jihyo notando la rigidez de su amiga y no quería imaginar todo lo que se estaba conteniendo en ese instante.
Tzuyu bajó la mirada ante ella, la alfa comenzaba a ser una invasión en todo el pasillo con su fuerte aroma a celo. Dahyun ladeó una sonrisa traviesa, absteniéndose a tirar su comentario y vaya, que se estaba conteniendo.
—¿Tanto se siente? —Preguntó Jeongyeon, bastante incómoda.
Jihyo buscó a su amiga, al presentir la incomodidad de Tzuyu.
—Nayeon, por favor llévala a casa. —Señaló, haciendo reír a Momo y a Mina quienes disfrutaban del asunto muy a gusto.
Ambas se despidieron luego de una disculpa con sus amigas, prometiendo que al día siguiente no provocarían ninguna interrupción.
—¿A-a donde estamos, Nayeonnie? —preguntó Jeongyeon aún alterada. La alfa se removía incómodamente sobre el asiento de copiloto, a la vez que se abrazaba con sus propios brazos.
—En mi casa. —Musitó algo preocupada por ella —Tu temperatura ha vuelto a subir... —Musitó. Jeongyeon gruñó al sentir su mano rozando su frente.
—Tócame. Tócame, por favor... —Suplicó la alfa buscando más de sus caricias y Nayeon sonrió, asintiendo.
—Lo haré alfa. —Asintió, bajando de su lugar y rodeando el auto para llegar a ella. —¿Qué dices que hiciste con tu auto? —Consultó, intentando entretenerla en lo que la ayudaba a bajar de su auto y así poder dirigirla hacia su apartamento.
—Mis hermanos irán por él... —Musitó tintineando los dientes.
—¿Sientes frío? —Consultó la omega con aquella suave voz de preocupación y Jeongyeon presionó el agarre contra sus brazos, asintiendo. Nayeon se pegó a ella, mientras sostenía sus brazos a su alrededor.
—¿Tienes más hermanos? —Prosiguió preguntando, quizás para seguir entreteniéndola en lo que llegaban a la puerta, o quizás porque moría de la curiosidad por saber más sobre ella.
—Si, tres hermanos más.
Nayeon percibió que no estaba muy a gusto de hablar del asunto.
—No los ves muy seguido, ¿verdad? —Insistió con las preguntas.
—No cuánto querría... —Admitió la alfa.
Estuvieron junto a la puerta cuando Jeongyeon sintió regresar toda aquella ansiedad que parecía haberla abandonado por un momento.
—¿Te entusiasma la idea de conocer mi apartamento? —Cuestionó Nayeon viendo a su alfa perder la nariz contra su cuello.
Buscar la llave dentro de la bolsa no había sido tan difícil antes, pero en ese instante con su alfa rodeándolo con posición, con su cálida nariz hundida en la cavidad de su cuello, no le era tan sencillo, pero tampoco le disgustaba para nada.
—Todo de ti me entusiasma omega, todo... —Admitió fundiendo sus labios contra su piel. Nayeon sintió que se desvanecería entre sus brazos si volvía a hacer algo como eso.
—Oh cielos... —Se quejó inquieta, hasta que sintió el sonido de su juego de llaves y lo tomó.
Nayeon abrió la puerta de su piso con la alfa estampada en su espalda. Sabía que no habría poder humano que la apartara de ella las próximas veinticuatro horas y comenzaba a amar la sola idea.
—Rayos... —Soltó Jeongyeon ingresándose como si se tratara de un lugar tan conocido como su propio hogar y cuando se volteó a verla, respiró profundo —Necesito vivir aquí, Nayeonnie... —Musitó dejando a la omega completamente paralizada con sus palabras.
Allí, junto a la puerta con la bolsa aún en su mano, la boca entreabierta de asombro y su mirada pegada a ella, Jeongyeon la halló demasiado irresistible y, se tardó dos zancadas de sus muy largas piernas para volver a estar contra ella buscando ansiosamente su boca y deseando deshacerse de todo lo que obstruyera el acercamiento de su piel con la suya.
—Mmm, espera-espera, alfa —Intentó detenerla, y ella no se detuvo, solo puso su atención sobre ella, a la vez que la iba apartando de la ropa que la rodeaba. —Vamos a mi habitación.
—Si quiero, ¿dónde está? —admitió, ansiosa mientras tomaba de ella.
Nayeon carcajeó por su inusual ansiedad, le encantaba en lo que podía convertirse. Ella le encantaba.
—Me encantas así Jeongyeonnie... —Musitó con diversión, al instante en el que se quitaba el saco para dejarlo caer junto a la puerta y tomaba de su mano para que la acompañara.
Jeongyeon sonrió ante sus palabras y la siguió cual súbdito. Aún no había ingresado a su habitación, pero ella ya podía disfrutar de su aroma desde afuera, deseando pegar la nariz en su almohada cada segundo.
—Rayos, siquiera he ingresado y ya siento que pertenezco aquí... —Musitó contra su hombro desnudo.
Nayeon sintió como los vellos de su cuerpo se erizaban en su respuesta, y luego la persiguió con la mirada mientras ella se hacía dentro de la habitación.
La omega apareció detrás de ella una vez se había desprendido de su agarre por un breve instante, atrapando su cuello con una mascada. Jeongyeon observó la prenda y luego la miró, confundida.
—¿No recuerdas tus cosas cuando la ves? —Murmuró la omega junto a su oído y la alfa tragó al detallar la prenda.
—¿E-es mía? —Señaló la pelicorta, asombrada al reconocer la prenda y la omega asintió dejando una estela de besos descendiendo por su cuello.
—Es tuya, te la robé hace algunos meses... —admitió desvergonzada haciendo reír a la alfa.
—Nayeonnie... —Respondió intentando simular que no le afectaba el rose de esos suaves labios por donde los iba adhiriendo. —¿Estás admitiendo que me robaste?
Nayeon reafirmó sus brazos sobre su pecho cuando presionó el agarre y arrugó su nariz como respuesta. Su escote se realzó contra su pecho y Jeongyeon cerró los ojos para no ceder al instinto casi desenfrenado por perder los labios dentro de sus pechos.
—Solo lo tomé prestado un tiempo... —Respondió inocentemente, ahora encontrando su mirada y desplazando la vista por la belleza de su rostro, detallando cada expresión de tensión en su hermosa alfa.
—¿Prestado...? —Susurró alzando las cejas, confundida por sus propios sentimientos, cuando la omega depositó un suave beso sobre su mejilla haciéndola temblar entre sus brazos, solo con un beso.
—Estaba esperando a que tú vinieras por ella... —Murmuró ahora junto a su cuello.
Jeongyeon suspiró nuevamente sin poder evitar caer en la tentación del aliento contra su piel, de sus besos incursionando por su cuello, suavemente.
—No lo creo... —Respondió instantáneamente, mientras le entregaba más acceso a su cuello y cerraba los ojos, totalmente cautivada.
"Oh no..." se alarmó todo su interior, al notar una vez más el poder que ejercía sobre todo su ser, mismo que le traicionaba sin problema para entregarse a la omega.
—Vas a tener que creerme, porque es la verdad, alfa —Saboreó el aroma que desprendía su piel. —Este aroma me llevará a la locura, Jeongyeonnie, hueles maravillosamente como siempre.
La alfa acorraló su cintura entre sus fuertes brazos, confirmándole que su piel le pertenecía, irrevocablemente.
—Nayeon... —Murmuró tomándose el labio inferior e intentando inútilmente detener sus instintos, más fallando mediante, pues la omega no estaba dispuesta a detenerse, esa vez.
—Jeongyeon... —Respondió sobre sus labios entreabiertos que la seducían con tanto ahínco.
La omega buscó en el reflejo de esa mirada todo el deseo que hacía fluir su sangre muy de prisa y se sintió satisfecha de tenerla allí tan afectada, como la primera vez.
—Tómame aquí y ahora... —Ordenó la omega haciendo estremecer a la alfa quien se hacía cada vez más adicta a sus órdenes.
—Lo haré... —Consintió con un suave gemido, sin poder apartar la mirada de sus hermosos ojos oscuros y salvajes.
Jeongyeon no se aguantó un instante más y absorbió sus labios entre los suyos ganándose un suspiro sonoro que se escapó de la boca de esa omega que la llevaba al delirio.
Cuando se unían de alguna manera, sus cuerpos parecían explosionar con toda la tensión que las saturaba en inmensidad.
La alfa recorrió su espalda con sus manos, haciendo más presión contra su cuerpo, intentando aliviar de alguna manera la necesidad que tenía de ella y ganándose sus más sentidos gemidos. Una atmósfera repleta de lujuria las había envuelto en ese reducido espacio.
Retomando desde donde la había dejado, Jeongyeon se rodeó la cintura con una de sus piernas y recorrió el largo de ella, perdiendo una mano debajo de su falda. Nayeon jadeó contra sus besos, entregada completamente a las caricias que ella propiciaba por sobre el borde del encaje de sus bragas, y se fascinaba cada vez más con lo que hallaba.
—Dime que esperas alfa... —Provocó la castaña, y la alfa la estampó nuevamente contra la pared, haciendo presión con su cadera para que sintiera el poder de su excitación entre sus piernas.
—Me muero Nayeon, me arde la espera. Cada segundo que pasa me quemo un poco más por ti... pero no quiero hacerte daño... —admitió sobre sus labios.
Un travieso índice se hizo dentro de las bragas de la omega, arrancándole un gemido agitado que la sedujo con su cálido aliento.
—Alfa... —Le rogó. Aunque inerte, Nayeon se entregó a la caricia de ese largo dedo que se fundía entre sus mieles, exponiendo ante ella toda la excitación que escondía bajo esa bonita falda desde hacía largo rato.
—Solo deseo ver la satisfacción en tus ojos primero, entonces lo haré... —Susurró la pelicorta, una vez humedeció el delicado botón que encendía todo el placer de su cuerpo y lo acarició con vehemencia hasta hacerla arquear entre sus brazos.
—Oh, Jeongyeon...
Nayeon se sostuvo de sus hombros con fuerza, cuando su respiración se vio muy alterada. La alfa le recorría las mejillas encendidas de pasión, con la suavidad de sus labios húmedos. Nayeon no se resistía al placer, estaba totalmente entregada a ella.
—No te tardes cariño, dame ese placer... —Susurró enterrando su inquieta lengua sobre su cuello. Nayeon estrujaba las prendas que cubrían hombros de la alfa con su agarre, mientras apretaba los labios para detener los gemidos que se escapaban de su boca.
—Mmm, alfa, soy tuya, solo tuya... Oh... —Expresó cuando hundió ese dedo más profundo en su interior y apresuró la caricia, estremeciendo cada espacio de su piel más sensible.
—Por supuesto que sí y me da mucho gusto oírte decirlo, Nayeonnie. Ahora vente para mí. Me muero por probar tu sabor... —Prometió sobre sus delgados labios entreabiertos de placer.
Sostuvo con firmeza su cabeza contra sus labios, para beberse su liberación, mientras unía el dedo mayor con el índice e incrementaba al orgasmo que prometía ser arrollador para su hermosa omega.
Nayeon sintió que perdía toda estabilidad cuando su cuerpo sucumbió ante la liberación, erizándole todos los vellos de la piel y la recorría esa corriente de frío calor corrompiéndola de pies a cabeza.
—Jeongyeon, no-me-sueltes... —Suplicó intentando recuperar el aliento una vez la sensación iba cediendo lentamente.
Un nuevo gemido se escapó de su boca, cuando la alfa deslizaba los mismos dedos dentro de su boca, saboreándose con su placer. Cuando la alfa liberó sus labios, Nayeon tomó sus dedos entre sus labios y mordisqueó la punta de ellos, haciéndola gemir ante la imagen. Había deseado morder esos dedos gentiles desde la primera vez, cuando descubría su habilidad para la cocina.
Jeongyeon la volteó para que su espalda quedase contra su pecho y removió su gran excitación, tomando sus muslos sobre la falda. Nayeon gimió como respuesta, moviéndose ante su prisión, con las manos sobre las suyas.
—Vivamos juntas... —propuso junto a su mejilla.
La castaña parecía fundirse contra su cuerpo, mientras la alfa la tenía ceñida con tanta posesión. La ropa estorbaba en sobremanera y todo en sus cuerpos flameaba como hoguera, cuando la pelicorta amontonó la falda en su estómago y se arrodilló contra ella para deslizar sus bragas con suma paciencia. Nayeon no movió un solo pelo para apartarse de la posición en donde la tenía, con la mejilla pegada a la pared.
—Si... —Respondió la omega, entregándose al instante a la aventura.
Todo en su interior se negaba a razonar y le señalaban a la culpable como la dueña de todos sus sentidos, ¡Porque ya estaba fuera de control! Y la seguiría en cada una de sus locuras, porque ella se había adueñado de su voluntad.
—¿De verdad? —Le consultó la alfa nuevamente detrás de ella, deseando que no estuviera respondiendo dominada por el placer y se fuera a arrepentir. Nayeon asintió de inmediato.
—¿Tienes dudas? Ah Jeongyeonnie, sigue así... —Removió el trasero contra su erección, sintiéndose golondrina en libertad entre sus brazos, Jeongyeon liberaba todos sus instintos más insanos. Sonrió cuando recorrió su nuca con sus labios, recibiendo con gusto cada una de las sensaciones que le regalaba.
—Claro que no, no quiero que te arrepientas luego, cariño... —Dijo cuando empujó más con su cuerpo, ganándose un gemido audible. La alfa quería besar inclusive sus bellas expresiones de placer, cuando la rozaba, a punto de tomarla.
—He estado esperando ansiosamente por todo esto. Hazlo alfa, tómame, márcame, quédate a mi lado... —Suplicó la omega y eso fue suficiente.
Jeongyeon la volteó en búsqueda de esos hermosos ojos, sostuvo aquella pierna que la omega encadenó contra su cadera, buscando su acercamiento y se fundió en su interior, pegando sus labios contra los suyos.
La sensación incomparable de perderse en su cuerpo era la más maravillosa que hubiera conocido antes, ella y su loba se sentían tan a gusto con Nayeon.
—No puedo más Jeongyeonnie, me muero de amor por ti... —Confesó con agobio, sintiendo sus labios ascender por su clavícula hacia sus pechos.
La alfa, que desprendía anhelo por sus poros deseando no tener que apartarse jamás de su piel, la buscó con su mirada.
—Repíteme eso, por favor... —Murmuró hundiendo la boca contra la suya brevemente —Repítelo, omega.
—Me muero de amor por ti... —Susurró ahora frente a su mirada, aunque esta vez su voz se oyó como una suave caricia de pétalo.
—Rayos, también me muero de amor por ti, Nayeonnie...
¿Cuándo se habían quitado tanta ropa? Se preguntó Nayeon por un microsegundo, al hallar a la alfa medio desnuda sin pantalones y con la blusa desprendida.
—Me gusta quien soy cuando estoy contigo, me gusta que te arriesgues a todo por esto que tenemos, me vuelve loca tu mirada, el sonido de tu voz... —Dijo junto a su oído, arrancando el lóbulo de su oreja y sin parar las estocadas incesantes que alternaban todos los sentidos de su cuerpo.
—Jeong-Oh sí... —Contestó, abrazada a su cuello mientras la elevaba con cada estocada, lista para dejarse caer en todas esas sensaciones sin fin.
Sin duda alguna y luego de ese instante en el que su cuerpo se había reencontrado con el suyo, supo que nadie en el universo entendería tanto su idioma, como Yoo Jeongyeon y su inigualable manera de matarla de amor.
¡Hey! Em ante todo buenas madrugadas, la verdad es que no sé que esperabas de este capítulo, pero jamás dije que sería un drama 😅
Espero que si te haya gustado el cap, personalmente estoy disfrutando mucho este fict.
Oye... 👉🏼👈🏼 el siguiente es el último capitulo. ¡Si ya sé que no queremos que se acabe! Pero, todo tiene un final alguna vez y es mejor que lo acabe antes de que me termine estancando, créeme que no quieres eso.
Déjame aquí tus comentarios y tu opinión, estoy ansiosa por saber que tienes para decir al respecto.
Ey tu, gracias por regresar 😊
Te dejo un beso grande como ola de mar, dulces sueños, tu JazUnnie 🌻
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