Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

I

Los pasos sonoros de sus bajos tacones se hicieron presentes por el extenso pasillo que se abría a su paso. Aquel palacio en el que había acostumbrado a vivir, durante aquel tiempo, se había convertido en una zona agradable donde podía descansar. Enredarse en sus libros de medicina y perderse entre sus hojas finas. Sentarse en los jardines de las afueras y sentirse acompañado de la brisa invernal. 

Cerca de una de las ventanas del palacio, sus cristalinos índigos veían caer la nieve con suavidad. Era quizá la primera vez que veía un paisaje tan hermoso ante sus ojos. Casi como si fuera un regalo, únicamente para él.

La situación que había desencadenado el que ahora se encontrase en aquel castillo, se resumía en un amor que había iniciado en el bosque, que desesperadamente había desembocado en una presurosa desesperación por encontrarse el uno al otro, y que finalmente, había terminado con un romance correspondido. Entre él y su amado, Noé.

Acerca del final de Jeanne, había sido mejor de lo que Vanitas podría haber esperado. La chica, obviamente, estuvo con él de forma reacia durante sus últimos momentos en palacio, el día de la coronación. Sin embargo, después de haber concertado otra cita con ella, tiempo más tarde, la joven le pidió disculpas por su comportamiento. Antes de ser prometidos, ellos habían sido amigos y, a sabiendas de la posición de Vanitas ante su matrimonio arreglado, había reaccionado mal ante los sentimientos de su compañero y ante el amor que le profesaba a su pareja, quién además era el rey de Francia.

Aquel día, también Noé habló con ella. Pues la reunión fue concertada en palacio. Tras ella digerida de una mejor forma la ruptura con Vanitas, se le explicó lo que había sucedido con su tío y archiduque Ruthven. Exceptuando el hecho de que había traicionado a Francia —en esta caso al príncipe y su familia—, además de que se hubiera convertido en vampiro y, que su cuerpo yacía enterrado en las tierras de palacio. Por el contrario, se le explicó que había habido un altercado en uno de sus viajes y había perdido su vida defendiendo a un grupo de jóvenes.

El hombre había sido ruin, un traidor y un ser maligno, pero Noé prefirió no ensuciar su nombre después de muerto, además si contaba la verdad, tendría que haberle explicado sobre la existencia de los vampiros, por lo que, terminó optando por la opción más fácil. 

Condecorar el nombre de Ruthven como un valeroso héroe, no fue muy creíble para los que sabían la verdad, pero era lo mejorar para aquella situación. Eso no recompensaría la muerte del tío a la doncella Jeanne, pero, Noé la nombró archi-duquesa, para que pudiera obtener más accesibilidades y facilidades en su vida. Ahora, ella dirigía la mansión Ruthven junto a la compañía de su primo menor Luca.

Como última instancia, se despidió de ambos caballeros y les deseó una buena vida juntos. La mujer siempre fue de buen corazón, pero había salido lastimada y era normal la reacción que había tenido. También se le pidió que guardará el secreto de la relación que mantenían ambos, cosa que ella aceptó sin dudarlo. Finalmente quedaron como amigos entre los tres, y prometieron verse algún día de nuevo.

Aún había muchas cosas que le sorprendían, incluso hasta de él mismo. La forma en la que se había aferrado a no enamorarse nunca, no entregarle su precioso corazón a nadie..., había quedado en cuestión de días como una marchita flor. Una flor que el moreno había tomado en sus manos y había hecho refulgir de forma brillante y cuidada.

Dirigiendo su mirada al horizonte extenso que aparecía frente al cristal, donde podía ver el pueblo y las casas adosadas a lo lejos, cubiertas en nieve, su corazón se arrugó. Era verdad que a Noé le había costado mucho demostrar su amor y aceptar que correspondía sus sentimientos, debido al miedo que tenía de su inmenso poder. 

Si el día de su coronación, no hubiera logrado demostrarle lo que sentía al moreno y, este no hubiera deshecho cualquier duda para aferrarse a su lado, quizás ahora estaría en su antiguo hogar, sufriendo por amor.

Al igual que había hecho su padre con anterioridad. Sufrir por amor. Era tan graciosa la forma en la que caías por el corazón de alguien y, la debilidad tan necesaria que nacía al enamorarse, que se sorprendía de haberlo hecho con el anterior príncipe, ahora rey de Francia. Pero, ¿Cómo podría haberse negado a sus encantos?

El chico era gentil, dulce y protector. Durante su travesía en el bosque, le había dado lujos y lo había llenado de risas y momentos agradables, los cuáles, poco a poco habían derretido su corazón. Hasta un punto, en el que ni siquiera se dio cuenta del amor que había comenzado a sentir. Y, para cuando se enteró, estaba a días de perderlo.

Soltó una baja risa al recordar aquellos días tan ajetreados. Ahora que vivía en palacio, y Noé ya no tenía dudas de mostrarle su amor..., había llegado a ser muy abrasante, más de lo que nunca podría haber imaginado. Siempre que podía, Noé lo besaba, abrazaba o sujetaba de sus manos; eso aún era muy extraño para el corazón frágil de Vanitas y siempre se avergonzaba de aquellas cercanías.

No iba a negar que cuando estuvo en el momento de poder perder al moreno, su cuerpo actuaba antes de pensar; por ende, eso le llevó a recordar el beso que le dio el día que despertó de su inconsciencia, tras haber sido mordido por el moreno y haber quedado debilitado. También el día de la coronación cuando lo dejó beber su sangre o con la facilidad que le había dicho al moreno que lo amaba y que era consciente de sus sentimientos por él.

Aquello habían sido en situaciones que lo ameritaban y que de no haberlas hecho, podría haber perdido al moreno para siempre. Sin embargo, ahora que eran pareja y estaban oficialmente juntos, su corazón no era capaz de soportar tanta proximidad y cariño por parte del otro. 

Era demasiado asfixiante para sus pulmones, mente y cuerpo. No era porque no le gustase, al contrario, lo deseaba tanto que se avergonzaba de lo feliz que era al sentir las caricias del otro, y al siempre haber tenido una personalidad ególatra y solitaria, se le hacía extraño la necesidad inherente de su cuerpo por el otro.

Colocó su mano sobre su rostro al sentirse completamente rojo. «Aaah, demonios, ¿Qué me has hecho Noé? », pensó, al sentir sus orejas acaloradas y su pecho ardiente. Nunca, nunca había sentido aquello. Por ende, muchos pensamientos intrusivos circulaban por su mente.

Arrastrando sus dedos por el cristal, continuó su camino por el pasillo, balanceando su cabello oscuro. Recordó como hace unos días, Noé le mostró la puerta a un lugar completamente nuevo: "El mundo de los vampiros". 

Este le explicó que él también desconocía de la existencia de ese lugar, pues su abuelo se lo había confesado apenas aquel día, como el segundo secreto mejor guardado del reino. Sin embargo, no se adentraron a conocer ese mundo, Noé le ordenó a Vanitas que ni le fuese a cruzar la idea de atravesar aquella puerta sin él, y por supuesto, él no lo haría. No lo necesitaba, después de todo, en aquel mundo ya tenía todo lo que quería.

Aún así, la curiosidad parecía llamarlo de vez en cuando. Renegando con fuerza aquel pensamiento y, uno tortuoso que llevaba en su cabeza un tiempo, pero que sin embargo, no hablaría con Noé, los apartó y salió corriendo hacia donde se encontraba el moreno.

Bajó las escaleras con prisa, saludando a los sirvientes que atendían el lugar, limpiaban el polvo o simplemente caminaban por los pasillos. Cruzando el umbral de la entrada, salió al jardín principal con prisa. El paisaje de los florestas parecía sonreírle con cautela; el color del verde, rosa, y blanco predominaba el lugar. Rodeó los arbustos mientras corría hacia la ladera contraria, donde sabía perfectamente que Noé se encontraba en el invernadero.

Aquel invernadero donde una vez, tuvo la conversación más importante con el maestre de Noé y donde descubrió, que era el destinado del moreno. Tomando aire, se acomodó su blusilla azulada, y acomodó su largo cabello atado en un lazo violeta. Abrió la puerta de cristal, dejándose infundir del olor de las flores y sus plantas, para con una sonrisa, cruzar el camino y saltar sobre el moreno.

¿Quién demonios era ese Vanitas? Hacía unos segundos afirmaba sentirse avergonzado de sus cercanías, pero cada célula de su cuerpo le pedía ser abrazada por los grandes y morenos brazos; haciendo que nuevamente, su razón y deseo chocarán y acabaran saltando sobre el otro.

Este quien estaba arrodillado, cortando el tallo de algunas flores, percibió la fragancia a canela y vainilla; para cuando tornó su rostro diciendo su nombre, lo observó sobrevolar hacia su dirección. 

Con rapidez, soltó las tijeras en el suelo y tomó al otro en brazos. —¡Vanitas! ¡Eso podría haber sido peligroso! —exclamó el más alto, para cuando, se irguió alzando al contrario y depositándolo en el suelo a unos metros.

Este se coloreó por la vergüenza, fijándose en como el albino tomaba las tijeras del suelo y las dejaba en el interior de una maceta. —Lo siento..., no sé..., solo quería verte... —musitó cada palabra cada vez más bajo, con sus orejas rojas y las pulsaciones aceleradas en su pecho.

Noé sonrió tras lo dicho por el lechoso, por ende, Vanitas de forma tímida vio al más alto. Este vestía una ropa más casual de la que acostumbraba, una blusilla blanca con abertura triangular, de mangas anchas, bajo unos pantalones de tiro alto que llegaban hasta su cintura, estos eran ceñidos a sus caderas y piernas. Unas botas cortas negras terminaban su atuendo. Le había crecido un poco el cabello, y llevaba una ligera coletilla en la parte posterior, peinado que dejaba entre caer algunos de sus mechones blancos. «Vanitas, ten fuerza, por favor» , pensó, con su rostro enrojecido.

El moreno le regaló una de esas sonrisas, esas que eran coquetas pero gentiles. Ahí estaba, con un ligero temblor en sus piernas. Ese hombre lo convertía en un manojo de nervios. —¿Te sientes bien, Vani?

—Por supuesto que sí, mamerto. Solo..., deja de mirarme de esa forma —señaló el más bajo, estirando su blusilla para que le entrase algo de aire.

El moreno se le acercó y lo tomó de las mejillas. —¿Estás avergonzado por qué te he regañado? —le cuestionó, encorvándose para verlo a su altura.

Vanitas asintió, torciendo su rostro y evadiendo verle directamente. —En realidad..., me he puesto muy feliz, al saber que querías verme. Yo también quería verte, Vani. Estaba apunto de acabar, para ir a buscarte.

«No, no digas eso que mi corazón no deja de dar vuelcos», pensó con timidez el de cabello negro, para experimentar como el moreno se acercaba a él y tomaba aire antes de que sus labios rozasen los suyos. 

Así, lo tomaba de las mejillas, sosteniendo su mandíbula e inclinando su rostro mientras se encorvaba. Vanitas por ende, había cerrado los ojos con fuerza, frunciendo su ceño con timidez, continuando como podía el movimiento de los labios contrarios. Noé había mejorado en cuestión de días en sus besos.

El contacto fue suave al principio, pero luego, como si Noé necesitase más, se apoyó contra él y le besó con ansiedad. Sus labios eran cálidos y suaves, mientras sus mechones blancos acariciaban la piel contraria. Las manos del moreno se deslizaron por su cuello, apretando suavemente la garganta con los pulgares, mientras echaba la cabeza del más bajo hacia atrás. 

Vanitas trataba de aferrarse a los detalles, pero se le escurrían entre sus dedos; tardó apenas unos instantes en darse cuenta de que le estaba devolviendo el beso con la misma ansia. «Hace demasiado calor, tengo la cara ardiendo», pensaba nuevamente la frenética mente del más bajo.

Se sostuvo de los brazos del moreno, cuyas manos se aferraban a su piel, ahora ahuecando su rostro. La boca insistente de Noé se apoyaba en los temblorosos labios de Vanitas. Conseguía hacer refulgir todos sus nervios, evocando en el más bajo sensaciones que nunca había experimentado de forma tan continuada, sobre todo con aquel juego de lenguas que estaba acabando con el poco aire que le quedaba. Y antes de que el vértigo se apoderará de él, se separó forzosamente en busca de oxígeno, con sus orejas completamente rojas.

—Noé, no puedo más —balbuceó, intentando débilmente volver la cabeza mientras respiraba agitado. Para que Noé, con la rojez de sus mejillas, se inclinase de nuevo hacia él, regresando a darle otro beso con mayor suavidad. Vanitas jadeó, perplejo, pero cerró los ojos y se dejó llevar, sintiendo que algo estallaba en su pecho y que un extraño hormigueo recorría todo su cuerpo.

Los labios de Noé acariciaron por última vez los suyos, con ternura, y cuando se separó de él, Vanitas se sentía tan débil que tuvo que apoyarse en el pecho del moreno para no venirse abajo.

—¿Por qué me haces esto? —susurró dejando caer la cabeza sobre el pecho del hombre—. No es justo.

—Perdóname, Vani. Cada vez..., me es más difícil..., —respondió el agitado moreno, mientras sus manos bajaron hasta los hombros contrarios, rozando sus brazos y, posándose en la región lumbar del más bajo. Las miradas se reencontraron de nuevo, mientras aseguraban algo en sus cabezas; aquella tensión estaba pronto de sobre pasar sus límites.

Vanitas afirmó su agarre en el pecho del otro y dejó un golpeteo en esa firmeza de tronco superior. —Tienes que controlarte, Noé, o..., —indicó el más bajo, experimentando las caricias del más alto.

« O..., a este paso, tampoco podré controlarme», pensó como última instancia el de cabello oscuro.




||

¡Bueno, bueno! Este capítulo estuvo intensito jaja, todo y con mi mayor esfuerzo para ustedes. Esa tensión que se traen esos dos, jaja, está acabando con mi poca estabilidad emocional.

El primer capítulo del segundo libro de One last dance? Aaaa estoy tan ilusionada de iniciar este proyecto, que mi corazón va a explotar como el de Vanitas. 

Por otro lado, ¿no es precioso el separador que me ha hecho mi querida amiga? Es la mejor en esto, ha sabido captar justo lo que necesitaba.

Tengo muchas sorpresas para esta segunda parte, así que, espero puedan apoyarme y seguir ofreciendo su cariño a estos dos. Sigo nerviosa de haber acabado finalmente una obra, y tras muchas actualizaciones el día de hoy, me siento muy satisfecha.

Perdonen cualquier falta como siempre, mer chers chatons ♡!

¡Los amo a todos, cuídense y beban agüita! ¡Bienvenidos a este segundo libro!

¡All the love, Ella!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro