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Capítulo 8

Jennie había estado en silencio por más de cinco minutos. Los cinco minutos más eternos en la vida de Roseanne. Estaba asustada, nerviosa, y deseaba saber lo que le pasaba a la chica frente a ella. Quería ayudarla, si tenía un problema, o ser lo que necesitara.

—No lo sé.

Después de tanta espera, respondió, haciendo que toda la atención de Roseanne fuera a la omega. No quería asustarla, pero estaba preocupada.

—¿Tienes algún problema? ¿Puedo ayudarte en algo?

—¿Qué pasó? —preguntó en un tono serio, pero en realidad, también estaba preocupada por lo que había pasado con Roseanne— ¿Puedo saber eso?

—Mi primo es un imbécil. No tenías que conocerlo. Es malo.

—Es un acosador.

—Sí. Lo es, y en mi familia, no hay lugar para los acosadores, ni para los abusadores. Lo golpeé. Mucho. Y mi tío se enojó. Vinieron algunos miembros de la familia a reclamar. Se supone que debemos anteponer a la familia sobre todo, pero... Yo no puedo. Tú no merecías eso, y por eso lo golpeé. Volvería a hacerlo si se da la oportunidad. Espero que no vuelva a pasar, pero si pasa, lo voy a matar. Nadie puede faltarte el respeto. Ni a otro omega.

—Me defendiste.

—Oh... Sí. Querían que te fueras.

La omega estaba más que asustada, y al escuchar esas palabras, una opresión en su pecho la atacó. Tenía ganas de llorar. No quería irse. Deseaba quedarse. No por la investigación, no por llevar a la familia Park a la cárcel, sino, quería quedarse por ella. Por el sentimiento que estaba recorriendo su pecho al tener a Roseanne cerca.

—¿Cuándo tengo que irme?

—¿Qué? No... No te vayas. Quiero decir.... No quiero que te vayas, no tienes que irte. ¿Quieres irte?

—Dijiste... Tu familia quiere que me vaya. No puedo estar en un lugar donde no me quieren. Ya tuviste un problema por mi culpa. No quiero que vuelvas a eso. Pudieron hacerte daño.

—No más peleas, lo prometo —Roseanne creía que su actuar había asustado a la omega, y por eso deseaba irse. Se sentía una estúpida, incapaz de controlarse— No más peleas. ¿Te asusté? ¿Por eso quieres irte?

—Tu familia... Me quiere fuera. Creen que soy una puta. Y también creen que me acuesto contigo.

—Les dejé en claro que no pasaba nada entre nosotras. O sea, pasan cosas, pero no las cosas que ellos creen. Yo no voy a hacerte nada.

—Pero de todas maneras tendré que irme. Tu padre debe estar furioso.

—Lo está, pero no contigo, ni conmigo. Mi padre detesta a las personas que acosan omegas, o abusan de ellos. Él me enseñó que debíamos respetarlos, porque todo el mundo los pasaba a llevar sin motivos reales. Para mi padre, son personas muy dañadas por la sociedad en la que vivimos, y a pesar de no ser un omega, intenta empatizar con ustedes. Intervino a nuestro favor. Ji-hu no volverá a pisar esta casa. Mientras él o yo estemos con vida, no va a estar aquí. Puedes estar tranquila.

Jennie no podía estar tranquila. No podía estar tranquila sabiendo que Roseanne se había metido en problemas por su culpa, o que su padre, tuviera que intervenir a su favor. No creía a Park Jung-Ki capaz de intervenir a favor de un omega. Después de todo, los traficaba, para ganar dinero.

—¿Q-quieres irte? —Roseanne sabía en el fondo de su corazón, que Jennie no la quería como su alfa, a pesar de ser su pareja predestinada. Jennie había sido clara, y ella no podía hacer nada— Si deseas irte...

—No. No quiero irme —olvidó cualquier pensamiento racional, y se dejó llevar por lo que deseaba su omega, y lo que deseaba su corazón— Quiero quedarme, pero si tú quieres...

—Quédate. Por favor. No quiero que te vayas. Yo no quiero que te vayas. No...

—Me quedaré.

—Te quedarás. ¿No quieres irte?

—No.

—No quieres irte —repitió para sí misma, sintiendo como su corazón desbordaba de alegría ante las palabras de Jennie— No quieres irte.

—No quiero irme.

—¿Estás segura? Yo... Yo no quiero que estés mal. Digo, incómoda. No quiero que estés incómoda por mi culpa. Sé que no lo sientes. No lo sientes, y yo...

—¿Desde cuándo lo sabes?

Roseanne cerró sus ojos con amargura, le dolía el corazón al saber que su omega no la quería. Le dolía todo al pensar que el amor que tanto había esperado no podía corresponderle.

—Desde que te vi. El primer momento. Lo siento aquí —apuntó al centro de su pecho, cercano al lugar de su corazón. Jennie podía notar los orbes color chocolate brillar, pero a causa de las lágrimas que se colaban en el lugar— Yo te siento, pero tú no quieres una alfa como yo. No lo mereces. Soy mala persona, y hago cosas malas. No puedo ofrecerte nada bueno. Lo entiendo. Me duele, pero lo entiendo.

—Roseanne...

—No tienes que retractar tus palabras. Está bien. Lamento haber escuchado tu conversación con Lisa. Estuvo mal, pero tenía que saberlo. Es mejor la honestidad.

—Lo siento mucho. Yo no sabía que tú estabas escuchando. Roseanne, es una situación compleja. Yo no esperaba encontrarla nada aquí. Y luego estás tú. Ni siquiera sabía de tu existencia. Jisoo nunca te mencionó.

Jisoo no mencionó a nadie. Si lo supiera, no hubiera venido. No te hubiera conocido.

—Jennie... Lo entiendo. Soy de la mafia. Mi familia es mala. Para ti, todos somos malos. Lo somos. Ellos no tanto, pero yo lo soy.

Dudo que seas mala. No eres mala. No eres una mala persona. Lo siento. Sigo siendo estúpida.

—Roseanne, yo creo que es mejor que me vaya a mi habitación. Te ves cansada. ¿Dormiste? —negó con la cabeza, mientras observaba un punto muerto en el suelo. Sus ojos estaban plagados de lágrimas, y eso, le dolía profundamente a Jennie. Era la culpable de que dos lindos y expresivos ojos, estuvieran al borde del llanto— Tienes que descansar. Dormir para estar bien. Tu mano... Se ve fatal. Deberías llamar a un médico.

—Voy a ponerme una compresa fría. La hinchazón va a disminuir. Con un antiinflamatorio estaré bien. Tal vez mañana vaya a hacerme una radiografía si no disminuye el dolor, o si no puedo mover los dedos. Al momento de las contusiones, es normal que ocurra esto. No será eterno.

—Dije a un médico. Señorita sabelotodo.

—No me gané mi título en una subasta —le mostró una sonrisa triste a la omega, y se alejó unos pasos, hasta llegar a la puerta— ¿Puedo acompañarte a tu habitación?

—¿Título?

Jennie estaba confundida con las palabras de Roseanne. Ocupaba un vocabulario bastante serio y correcto.

—Estudie medicina. Terminé antes la escuela. O sea, es una historia larga. Me presento, soy la doctora Park Roseanne.

La omega sonrió ante ese dato. Ahora, no sacaba la idea de Roseanne con una bata blanca en ella. La doctora Park.

—No lo sabía. Tampoco lo imaginaba. Me sorprendes.

—¿Quieres saber más cosas? Lisa dijo que podía sorprenderte. No lo creo, pero bueno. Si quieres saber algo, sólo pregunta. Yo te diré lo que quieras.

—¿Eres la única que estudió algo?

—Mi padre también es médico. Antes de tomar su cargo, trabajó en un hospital, donde conoció a mi madre. Ella era enfermera, y se enamoraron.

Roseanne volvió al centro de la habitación, y se sentó en el suelo del lugar. Jennie siguió sus pasos, y se sentó frente a la alfa. A pesar de tener la idea de irse, no podía alejarse. Incluso, deseaba tenerla más cerca.

—No sabía que los hijos de mafiosos podían ir a la universidad. ¿Cómo lo hiciste?

—Termine de estudiar a los quince. Pasaba la mayoría del tiempo en la biblioteca. Mi madre me enseñó a leer desde antes, y eso me ayudó a pasar cursos con más facilidad, y bueno, fui a la universidad. Siempre quise dedicar mi vida a otras personas.

—¿Pudiste trabajar?

—Algo así. No tanto. Ocho meses, y después, la familia comenzó a necesitar más de mí. Tuve que decidir entre eso, y esto. Al menos puedo ayudar a algunas personas aquí.

—Entonces, si me rompo un pie, ¿Me vas a atender?

—No, no tengo especialización. Puedo derivarte al traumatólogo, y en el caso extremo, atenderte. ¿Te sientes mal?

—No. Estoy bien, pero aún tengo muchas dudas. Empezando por tu primo. ¿Por qué...

—Es un idiota.

—Él quería llevarme a un lugar. Una cena en el centro con sus amigos. No... No me preguntó si deseaba hacerlo, sólo lo ordenó, por eso quería salir. Yo no quiero... No quiero salir con él. No lo deseo. ¿Va a volver a invitarme? Me dio flores.

—No. No va a volver. No lo dejaré. Yo... No quiero que salgas con él —las últimas palabras salieron en un susurro. Roseanne estaba avergonzada, pero tenía que saberlo— No lo quiero cerca. No lo quiero cerca de ti.

La omega estaba disfrutando todas las palabras que salían de Roseanne. Eran posesivas, fuertes, y una locura, tomando en cuenta de que se conocían hace pocos días, pero su voz suave y relajada, era embriagadora para Jennie. Podría escucharla una eternidad, y jamás iba a aburrirse de hacerlo.

—Yo tampoco lo quiero cerca. De sólo imaginarlo cerca otra vez...

—No volverá a estar cerca. No lo dejaré. Lo prometo.

—¿Y tus padres me odian?

—No. Mi madre sigue con ganas de seguir conociéndote, y papá, quiere conocerte. Mañana habrá un almuerzo con los omegas que llegaron hace poco. Es una tradición por parte de mis padres. Los miembros más importantes de la familia, y los nuevos miembros.

—¿Y tengo que ir?

—Entenderán si no puedes asistir. Ellos sólo quieren saber si estás bien. Nada que temer.

Son tus padres de los que hablas. Tengo que temer. Pueden odiarme. Ellos van a odiarme.

Jennie observó el rostro de Roseanne con detención. Aún habían marcas en él. Su pómulo, comenzaba a tomar tonos violeta. El corte en su labio inferior, no se veía tan mal, pero parecía doler. A pesar de los golpes, seguía siendo hermosa. Igual de hermosa que ese día en el jardín. Igual de hermosa que todos los otros días que se había encontrado con ella.

Un bostezo por parte de la alfa aceleró el corazón de Jennie. Había sido la imagen más tierna de todo el mundo, y pagaría por repetirla mil veces. Después de eso, recibió una sonrisa tímida, que se volvía característica en Roseanne.

—¿Tienes sueño? Puedo irme...

—No quiero que te vayas... Realmente no quiero que te vayas, pero entendería si quieres hacerlo.

—No puedo quedarme a dormir, como si esto fuera una pijamada. Tienes que dormir. No te ves bien.

La puerta de la habitación se abrió, mostrando a Lisa con los ojos muy abiertos, y una sonrisa que parecía aterradora. Entre sus manos tenía la pijama de Jennie, junto con su cepillo de dientes, y también tenía otra pijama, que la omega desconocía, pero Roseanne no.

—Justamente tenía la idea de hacer una pijamada. Estoy feliz de que me leyeran el pensamiento. Estamos muy conectadas. Jennie, vas a ver que dormir junto a Roseanne es lo mejor del mundo. Yo duermo al medio.

La beta le entregó su pijama, para escapar al baño, y encerrarse en el lugar. Era mejor aprovechar el silencio de Roseanne, antes de que pudiera recriminarle, y enviar su plan al demonio.

Jennie escondía su sonrojo al tener la cabeza agachada, pero estaba nerviosa, emocionada y ansiosa. Debería estar asustada, por dormir con Roseanne. En la misma cama, pero lo no estaba. No tenía miedo, sino, todo lo contrario. Un calor le subía por el pecho. Un calor agradable, que hacía a su corazón latir con fuerza.

Cuando Lisa salió del baño, su pijama ya estaba puesta, y corría con emoción hacia la cama, en donde se dejó caer. Observó al par, que se encontraba inmóvil.

—Alguna vaya al baño, no he dormido nada. Espero que sí me dejen dormir con ustedes. Roseanne, ve a cambiarte de ropa. No querrás hacerlo aquí, aunque tienes un lindo cuerpo, no me molestaría ver.

—Lisa...

—¿Qué?

—Cállate, por favor. No creo que lo mejor sea esto. Ustedes pueden dormir aquí, yo iré a la habitación de invitados.

—Ni se te ocurra, Roseanne —la beta se sentía como cupido, y esta era su misión más importante— Vamos a dormir las tres juntas, como familia. Jennie, ve a cambiarte de ropa, por favor. ¿Necesitas ayuda? ¿Algo?

La omega negó suavemente, y corrió hasta el baño con nerviosismo. Cerró la puerta a seis espaldas, dejando al par de amigas a solas.

—¿Qué mierda te pasa? ¿Cómo piensas que voy a dormir con ella? ¿Estás loca?

—No estarán solas. No vas a enterrar nada esta noche. Calma. Ve a cambiarte. Tengo sueño. ¿Necesitas algo? ¿Un tranquilizante? ¿Un par de manos? ¿Algo?

—Lisa...

—No. No vamos a arruinar mis planes. No va a pasar nada. Si pasa, pasará. ¿Quieres preservativos?

—No es eso, estúpida. Jennie... No me quiere cerca. ¿Cómo vamos a dormir juntas?

La beta levantó a Roseanne de su cama, para mostrarle el vestidor. Entendió el mensaje de su amiga, y suspiró de manera derrotada. No entendía el pacto que había hecho Lisa con el Diablo para que todo le saliera bien. No había manera de decirle que no.

Jennie se observaba en el espejo con una ansiedad creciente. No entendía de qué manera no salía corriendo de esta habitación, y se encerraba en la suya.

No podía meterse en la cama con cualquier alfa que se le cruzaba en el camino, pero Roseanne no era cualquier alfa, era su alfa, y deseaba con todas las fuerzas estar cerca de ella. No tenía autocontrol.

Tranquila, Jennie. No hay nada de que temer. Sólo tengo que estar tranquila, y ya. No pasará nada malo.

La puerta fue golpeada con suavidad, sacándola de su trance, y se abrió a los segundos, mostrando a Lisa.

—Pensé que te habías escapado por la ventana. ¿Qué pasa?

—¿D-dónde dejo la ropa? ¿Puedo llevarla a mi habitación?

—Déjala allí.

Apuntó al cesto que utilizaba Roseanne, y negó con la cabeza asustada. Ya era demasiado vergonzoso estar allí, para tener que utilizar esas cosas que parecían personales.

—Tu cepillo queda bonito con el de Roseanne. Comparten vasito. Pásame la ropa.

Le arrebató las prendas, para luego sacarla de la habitación, y guiarla hasta la cama con agilidad. Se encargó de que Jennie, estuviera al centro, y se acostó a su lado.

Roseanne salió del vestidor con una polera gris, bastante amplia, y unos pantalones gastados de color negro. Jennie no pudo evitar sonrojarse ante la idea de que dormirán en la misma cama. No sabía cómo iba a hacer eso.

—Amo esta cama. Es muy cómoda. ¿Te gusta?

—Es cómoda...

—Tienes la suerte que te dejé dormir al medio. Ya vas a ver lo cómodo que es dormir con Roseanne. Es como un sueño. De verdad.

El par, esperó pacientemente a que la alfa saliera del baño. Jennie no quería encontrarse de nuevo con esa imagen, que le parecía tan íntima, y Lisa, únicamente, deseaba burlarse de su amiga por lo mucho que tardaba.

Roseanne abandonó el lugar, para buscar a Jennie, que tenía la vista fija en ella. Le mostró una sonrisa tímida, y caminó hasta el interruptor, para dejar la habitación a oscuras.

El único lugar libre, era a la derecha de Jennie, y cuando sintió como el colchón se hundía por la presencia de Roseanne, sonrió avergonzada. Parecía una adolescente hormonal, en frente de su primer crush. Ella no era una niña, y mucho menos tenía que actuar de esa manera.

El aroma de Roseanne, se sentía tan cerca, que la omega comenzó a temblar, sintiéndose débil. Roseanne estaba tan presente, que era difícil pensar con claridad. Tenía ganas de pegarse a su cuello, y no separarse jamás.

La cama era tan grande, que no podían tocar pero si se sentían. Lisa abrazaba a Jennie con cariño, mientras Roseanne, observaba el techo de su habitación, con una sonrisa imposible de ocultar. No dejaría de sonreír nunca.

—Roseanne, ¿Estás despierta?

—Sí.

—Jennie, ¿Estás despierta?

—Aquí estoy.

—Bien, misión cumplida.

En menos de tres segundos, Lisa se separó del cuerpo de Jennie, para correr hasta la puerta, y salir disparada del lugar.

La omega quedó tan confundida, que comenzó a reír por lo que había hecho Lisa. Una pijamada falsa. Ahora, estaba completamente a solas con Roseanne. No escuchaba nada de su parte, y no sabía si odiaba u amaba que ella estuviera en la cama. Debería irse. Era lo más sensato. Ya no tenía nada que hacer.

—¿Estás enojada con Lisa?

—No. ¿Tú lo estás?

—Tampoco, pero jamás había pensado en la posibilidad de una pijamada falsa. Son cosas que sólo se le pueden ocurrir a ella —tenía una duda sonando en su cabeza. Punzando, molestando, y dañando— ¿Puedo hacerte una pregunta?

—La que quieras.

—¿Q-quieres que me vaya?

—Oh, yo nunca quiero ni querré que te vayas. Me agrada estar así. ¿Tú quieres irte?

A mí también me agrada. No sabes cuánto.

—No. No quiero irme.

—¿Te quedarás esta noche?

Me quedaría siempre que tú me lo pidieras. Me quedaría todas las noches.

—Sí.

—Yo... Yo tengo un trastorno del sueño. Desde que nací. ¿No te molesta?

—Mientras no hagas cosas extrañas, como caminar por las paredes o invocar demonios, todo estará bien.

—Bien. No hago eso. Creo que podrás sobrevivir.

Jennie sonrió en la oscuridad, y buscó a Roseanne con la mirada. A pesar de estar terriblemente oscuro, y de que no hubiera posibilidad de observarla claramente, creía son todo su ser, que la alfa sonreía de la misma manera que ella.

—¿Estás cómoda?

—Nunca... Nunca he compartido la cama con una omega. Eres la primera, pero no estoy incómoda. No quiero arruinar todo y que te vayas. No quiero eso...

—Yo tampoco he compartido la cama. Con nadie.

—Oh... Que bien —la sonrisa de Roseanne no cabía en su rostro, y suspiró tranquilamente. Era la primera persona que compartía un espacio tan íntimo con Jennie— Entonces, es tu primera vez.

—Supongo. Y también es la tuya. Bueno... Lisa ha dormido contigo.

—Lisa es como mi hermana. No cuenta.

—¿Por qué?

—Porque mi corazón no latía de esta manera cuando estaba con ella. Nunca ha latido de esta manera. Con nadie. Sólo tú. Y sé que no volverá a latir tan fuerte con nadie que no seas tú. ¿Estoy perdiendo la cabeza?

La omega creyó fallecer al escuchar tales palabras. Roseanne estaba jugando con fuego. No le importaba quemarse. Sentía tantas cosas en su pecho, que esas palabras se quedaban pequeñas ante todo lo que deseaba decirle a la omega, pero también dolía el saber que no recibiría una respuesta de vuelta. Le gustaría escuchar lo mismo por parte de Jennie, o una pequeña pista. Sólo necesitaba una ventanita.

Jennie no sabía de qué manera responder ante tales palabras tan significativas. Roseanne era su alfa. Ya no había manera de ponerlo en duda, y ella, era la omega de Roseanne, pero a pesar de eso, no podía responderle de la misma forma. Estaba asimilando lo que ocurría con ella, con su omega, con su corazón. Debía asimilarlo todo. Eran sensaciones tan primitivas, y descontroladas, que no sabía cómo manejarlas.

—Roseanne...

—¿Sí?

—¿Puedes acercarte?

La alfa quedó confundida ante las palabras de Jennie, y movió su cuerpo ligeramente hacia la izquierda, pero seguía bastante lejos de lo que esperaba la castaña.

—Un poco más.

—¿Más?

—Sí.

Volvió a recorrer un poco de su cama, para quedar más cerca de Jennie. Podía sentir el aroma de la omega, y apretó su mandíbula. Era su primera vez tan cerca de ella, y debía controlarse. Tenía que controlar sus impulsos de abrazarla contra su pecho.

Jennie aún no sentía a Roseanne, pero ya estaba mucho más cerca. Buscó su mano entre las sábanas, y la encontró. Estaba caliente, como si estuviera expuesta al verano eterno, y con cuidado, jaló el cuerpo de la mayor hasta ella.

Estaban frente a frente, en una habitación a oscuras. Ambos corazones latían a la misma frecuencia, y provocaban nerviosismo y expectación entre ellas. Jennie no había soltado la mano de Roseanne. Jugaba con sus dedos y la acariciaba con cuidado. Sabía que no era su mano lastimada, pero no quería hacerle más daño.

—¿No te incomoda? —preguntó en un susurro que llegó hasta el fondo de Roseanne— Si quieres, me voy.

—No. Estoy bien.

—Qué bueno. Al menos puedo estar segura de que podrás dormir. ¿Estás muy cansada?

—Un poquito. Tú también deberías dormir. Yo... Tienes ojeras, y puede ser peligroso que tu horario cambie tanto.

—¿Mañana trabajas?

—No. Por la vuelta de mi padre, y bueno, el almuerzo, no trabajaremos. Tendré algunos días para reponerme.

—¿No va a sonar ninguna alarma?

—No.

Jennie podía dedicarse a dormir, pero algo en ella, le pedía aún más contacto con Roseanne. No era suficiente tenerla frente a ella, no era suficiente tener la mano de la chica entre la suya. Quería más. Necesitaba más.

Te necesito, alfa.

—Buenas noches, Jennie.

—Buenas noches.

Esa, fue la primera noche en la que Roseanne, pudo dormir tranquila. Nada la atacó por las noches, y también, fue la primera noche en la que Jennie, se sintió completa, llena y protegida. Más protegida que nunca.

[🌠]

Lo primero que sintió Jennie al despertar, fue el aroma a alfa a su lado, y con eso, sonrió para sí misma. Estaba completaba ida con ese aroma tan adictivo.

Intentó moverse, pero allí, tomó consciencia de que estaba junto a Roseanne. No sólo eso, sino, que estaba pegada a Roseanne. La cabeza de la omega descansaba en el pecho de la alfa, y en su cintura, tenía una mano posesiva, evitando un posible escape. Jennie, no podía ni siquiera pensar con claridad. No iba a escapar.

El cuerpo de Roseanne transmitía un calor abrasador, del cual, no tenía queja alguna. Le gustaba, le agradaba y la hacía sentir segura. Y si se combinaba con su aroma, Jennie podría quedarse una eternidad así.

Lisa tenía razón. Dormir junto a Roseanne, era una maravilla. Una maravilla de la cual no quería escapar.

Elevó su rostro, para encontrarse con la imagen más adorable y atractiva del mundo. Roseanne dormía con el ceño fruncido, pero tenía una sonrisa perfecta. Respira tranquilamente, y lo mejor de todo, es que se notaba bien. Eso le importaba a Jennie, que Roseanne estuviera bien.

La mano en su cintura descendió hasta llegar a su cadera, y apretó despacio. La omega creyó fallecer en ese momento. Ocultó su sonrisa, volviendo a poner la cabeza en el pecho de su alfa. El corazón de la mayor latía con fuerza, y en cualquier momento, iba a abandonar su lugar.

La mano libre de Jennie, llegó al rostro de Roseanne, y con la punta de sus dedos, empezó a recorrer toda la zona. Partió con su frente, hasta llegar al área de su mandíbula. Con algo de vergüenza, sus dedos aterrizaron en los labios ajenos. Trazó la sonrisa de Roseanne con cuidado, y suspiró con una sensación de comodidad.

Cuando pensó que nada más podía afectar su mañana, la mano lastimada que descansaba en su abdomen, subió, hasta atrapar la suya, y guiarla nuevamente al área de sus labios. Jennie recibió suaves besos en cada uno de sus nudillos.

Su sonrojo alcanzaba niveles inhumanos, y únicamente pudo apretarse aún más con Roseanne, que se aferraba a Jennie como si su vida dependiera de eso.

—Buenos días.

Una corriente cruzó por la espalda de la omega, al escuchar la voz de Roseanne. Tembló fuerte, y mordió su labio inferior. Era la voz más atractiva, erótica y peligrosa que había escuchado. De esa manera, podía describir a su voz por las mañanas. Tanto, que su omega parecía una hoja de otoño. Temblorosa.

—Hola.

—¿Cómo estás? ¿Bien? ¿He sido muy insoportable?

—No. No has sido insoportable.

—Yo... Lamento... ¿Te estoy faltando el respeto?

Jennie elevó su rostro, y se encontró con la mirada de Roseanne preocupada. La alfa realmente estaba preocupada por lo que estaba haciendo. Amanecer abrazaba a Jennie era un sueño, pero sabía que podría estar mal.

—No. No lo haces.

—¿Segura?

Roseanne sacó su mano de la cadera ajena, y Jennie sintió como todo cambiaba a su al rededor. La alfa salió de la cama, para sentarse en la esquina de esta, y esconder su rostro entre sus manos.

Las alarmas de Jennie se encendieron automáticamente. ¿Había cometido un error? ¿Estaba haciendo las cosas mal? ¿Roseanne se encontraba enojada o molesta?

—¿Estás bien?

—Yo... Sí. Lamento haberme sobrepasado contigo. No debí. Creo que no puedo controlar al animal que tengo adentro. Lo siento mucho, Jennie.

No quiero que te controles. Yo tampoco podré controlarme. No puedo hacerlo si te tengo cerca.

—¿Es por tu mano?

—Sí. Yo no... No debí. No estabas consciente, y no lo sé, tenía que preguntar. No me quieres cerca, y lo hice, y debes estar odiándome.

—Oh...

Suaves toques en la puerta sacaron a Jennie de su burbuja. Roseanne estaba sido cautelosa, cuidadosa y sobre todo, respetuosa con ella. A Jennie no le importaba si la abrazaba por las noches. Nunca se había sentido de mejor manera. Había sido una fantasía pura.

Lisa venía en compañía de una omega desconocida. Jamás la había visto en su vida, ni siquiera en los horarios de comida. Tenía una sonrisa amable, pero cuando posó sus ojos en Roseanne, una sensación extraña se apoderó de su cuerpo. Le extendió una taza, y la alfa le sonrió de manera cómplice.

La beta dejó la bandeja en el escritorio, y llamó a Jennie con la mirada. Sin esperar mucho, caminó hasta el lugar, y se sentó. Quería disimular su interés en la interacción que estaba teniendo Roseanne con aquella omega. Parecían conocerse.

—Buenos días. ¿Cómo te sientes? ¿Bien? ¿Te... Te duele? ¿Hay algún problema? Me tomé la molestia de revisar tu habitación. Me alegro que hayas decidido tomar los supresores, pero ese no es el punto. ¿Tú estás bien?

—Sí. ¿Por qué estaría mal?

—Bueno, porque... Pues... Cuando dos personas se aman mucho, pasan cosas. Si necesitas algo, me los dices. Un médico, un oído para despotricar contra tu alfa, lo que sea. Si te sientes adolorida, puedes quedarte en cama, puede pasar las primeras veces.

—Lisa... No pasó lo que piensas. Roseanne, bueno ella es...

—¿Aburrida? ¿No quería?

—Simplemente no pasó. No creo que pase nada de lo que piensas.

—Al menos tomas los supresores. Aún no es tiempo de recién nacidos.

Cuando la omega desconocida, se abrazó al cuerpo de Roseanne, Jennie tuvo que concentrarse en el desayuno, aunque no se creía capaz de comer después de eso.

¿Quién es ella? ¿Por qué la abrazas? No la abraces.

—A todo esto —Lisa sonrío por la expresión de Jennie. Era imposible controlar sus celos. Al menos, algo le provocaba Roseanne— Ella es Kim Yerim. Sé que ustedes no se conocían, pero bueno. Yeri, ella es Bae Jennie. La nueva omega de la casa.

—Es un placer conocerte.

La pequeña, se acercó a Jennie, y la saludó de la manera más cordial posible. La omega pudo ser el aroma de Roseanne impregnado en la chica, y simplemente, apretó su mandíbula.

—Yeri es una amiga de toda la familia, y también trabaja aquí. No como nosotras, sino que es parte de la mafia. La traje conmigo, porque hace mucho tiempo no veía a Roseanne, y como son muy amigas, estaba emocionada de verla nuevamente.

—Sí, estaba de viaje en el extranjero, arreglando unos asuntos, y bueno, volví.

—Jennie, voy a traer tu ropa, y después necesito que me dejen hacer mi trabajo. Necesito una hora al menos. Después pueden volver aquí.

Roseanne asintió sin dejar de observar a Jennie, mientras le daba pequeños sorbos a su taza de café.

—Nos vamos.

Yeri volvió a abrazar a Roseanne, para luego salir del lugar, dejando a ambas a solas.

Jennie se concentró en la bandeja frente a ella, ignorando a Roseanne por completo. Estaba celosa. Estaba más que celosa. Su alfa, se dejaba abrazar por otros omegas. Y esa omega, había quedado con su olor impregnado. El mismo olor que sentía Jennie en su ropa, lo tenía que compartir con Yeri.

¿Por qué no me abrazas a mí? Escapaste sin motivo. Me dejaste sin tu cercanía.

La omega quedó con la imagen de Roseanne alejándose de ella, como si tuviera un problema específico. Eso le había dolido. A ella no le molestaba la cercanía de Roseanne, por el contrario, se sentía mejor que nunca, pero su alfa, ni siquiera le había dado tiempo de responder. En cambio, abrazaba a esa chica sin problemas.

Roseanne se levantó de su lugar, para ir hasta la puerta que daba con el balcón, y la abrió de par en par. Le mostró una sonrisa a Jennie, antes de salir con su taza de café en mano.

A pesar de ser otoño, podía sentir la luz del sol en su cara. Se apoyó en el borde del balcón, y observó el gran jardín de su casa. Podía ver a los guardias moviéndose de lado a lado. Su vida se había basado en observar a las personas que estaban allí.

Jennie siguió los pasos de Roseanne, hasta el gran balcón, y se ubicó a su lado. Quería mostrarse molesta, indiferente, o lo que sea, pero no podía. Era débil, y con sólo una sonrisa, Roseanne era capaz de romper todas sus barreras.

—¿Quieres?

Tomó la taza entre sus manos, y bebió un sorbo del café. Estaba asquerosamente amargo, y cargado, y Roseanne se ganó una mueco chistosa. La risa de la alfa era tan delicada, que Jennie estaba dudando si era ella, o cantos angelicales.

—¿No te gusta?

—Muy amargo. ¿Te gusta así?

—Sí. Sabe bien.

—Sabe mal. Es amargo, y... Y no tiene nada dulce. Es malo. Te van a salir úlceras en el estómago. No sólo es amargo. Está cargado. Muy cargado.

—De algo tengo que morir, ¿no?

Jennie negó con la cabeza. Podía ser exagerada, pero escuchar la palabra muerte, saliendo de los labios de Roseanne, había sido de las peores cosas que le habían pasado. Su omega se removió desesperado, y ella, tomó aire, para mirar directamente a Roseanne.

—¿Quién era esa chica? La omega que vino. ¿Qué relación tiene contigo?

¿Siempre te dejas abrazar por ella? ¿Siempre tiene tu olor en su cuerpo y en su ropa?

—Yeri es parte de la familia. Trabaja como mi guardaespaldas. Es la omega más atrevida que conozco. No parece omega. Nos conocemos hace años. Su papá era mi chófer, y bueno, es una amiga.

—Amiga...

—Sí, no tengo muchas amigas fuera de aquí. Lisa, Yeri, Tzuyu y ya. Nadie más. El resto, no existe. ¿Por qué? ¿Quieres conocerla?

—Curiosidad. Hay cosas que aún no conozco de ti. Muchísimas. Como a tus amigas

—Yo tampoco conozco a tus amigas... O amigos. ¿Tienes muchos?

La expresión de Roseanne cambió radicalmente al pensar en la idea de que Jennie, tuvieran muchos amigos. Mordió el interior de su mejilla, y espero por la respuesta. Roseanne creía que había pasado desapercibida, pero no era así. La tensión que emanaba de su cuerpo era palpable. Jennie podía sentirla en el pecho.

—No. Sólo dos amigas. Una es Jisoo, y la otra es una alfa —se felicitó internamente por haber actuado con tranquilidad ante esas preguntas que la comprometían— Sólo dos amigas.

—¿T-tu... Tu amiga es alfa?

—Sí. Vivíamos juntas, pero Jisoo me ofreció el trabajo.

—¿Vivías con ella? ¿Tú y ella en la misma casa? ¿Ella....

Jennie soltó una risa por la expresión que se formó en Roseanne. Si antes estaba seria, ahora era mucho peor, pero su parte irracional, saltaba de alegría.

Le quitó la taza que tenía entre sus manos, y la dejó en el suelo. Quería la atención completa de Roseanne. Quería el tacto de sus manos, sólo para ella.

Sin pensarlo más, Jennie se abrazó al cuerpo de Roseanne. Todas sus dudas, preocupaciones y celos, se fueron al sentir los brazos de la alfa, enroscándose en su cintura, dejándola en jaque. Roseanne escondió su rostro, en el cuello de Jennie, y olisqueo con desesperación. Podía morir en ese instante, pero lo haría siendo la persona más feliz del mundo.

Encajaban perfectamente. Encajaban como dos piezas destinadas a estar juntas. Estaban destinadas a estar juntas. Jennie lo sentía hasta el fondo de su ser. Lo sentía al estar entre los brazos de Roseanne, tener su aroma cerca. Se sentía protegida, segura, tranquila, feliz. Se sentía en casa. Roseanne era su casa, su lugar seguro. Roseanne era la única.

Siempre serás la única.

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