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Capítulo 30

Jennie creyó que iba a desmayarse. Cuando la puerta se abrió, lo primero que sintió, fue el aroma a alfa. El aroma más delicioso que se inventaría en la faz de la tierra.

Cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación de calidez que fluía por su pecho. Podía decir que había entrado al paraíso. Estaba totalmente en el paraíso.

Podía sentir a Roseanne. Con todos sus sentidos. Su mente había soltado todos esos recuerdos que atesoraba con cariño en su memoria. Había soñado mucho con el momento de volver a verla, pero no se comparaba con esa sensación.

Nunca se compararía a eso.

Escuchaba pasos tímidos caminar hasta la silla que había sido ocupada por Jisoo, y aunque no la viera, sabía que se sentó en el lugar.

No estaban a tanta distancia.

—Mírame.

La voz que tanto eco le había hecho en su cabeza estaba resonando con fuerza. Sus palabras suaves, acompañadas de esa melodía angelical, estaban llevando a Jennie a un límite desconocido. No podría aguantar mucho más, sin lanzarle a los brazos que tanto extrañaba.

Su interior se removió con tanta fuerza, que cualquier proyectil, no se le comparaba a esa sensación. Necesitaba de Roseanne, como las plantas necesitaban el sol para vivir.

Ella está aquí. Está aquí. Conmigo.

—Mírame, por favor. Te necesito.

Debía golpearse internamente después de haber cedido ante la petición de Roseanne.

Su alfa estaba muchísimo más delgada de lo que recordaba. Lucía un poco desconcertada, pero cuando notó que Jennie tenía la mirada sobre su cuerpo, le mostró una sonrisa, que era capaz de iluminar la penumbra más oscura.

Los ojos de la alfa brillaban con tanta fuerza, que terminaría haciéndole daño, pero moriría feliz con tal de sentir esa mirada tan preciosa en ella.

Podía notar claramente, las marcas de la ausencia de sueño, en el rostro de Roseanne. Tenía un par de grandes ojeras, pero entendía que era una persona lo suficientemente ocupada, como para dormir poco.

—Hola.

Saludó suavemente, sin dejar de observar con intensidad su rostro, para luego, comenzar a mover su pierna desesperadamente, y realizar inconscientemente la acción que le ponía los pelos de punta a Jennie.

Mordía su labio inferior con una fuerza desmedida, intentado aplacar de cierta manera, los nervios que estaban dañando su interior.

Suelta ese labio.

No pudo mantener su concentración, ya que automáticamente, su mirada fue hasta el conjunto carnoso que tanto extrañaba. Extrañaba demasiado los suaves labios que la besaban con amor y pasión.

Los colores subieron al instante a su rostro, pero no se sentía precisamente culpable de sus pensamientos. Realmente extrañaba los besos de Roseanne.

—Hola.

Respondió al saludo que le había dado su alfa hace algunos minutos. Aunque no le gustase admitir en voz alta, la tensión entre ambas era totalmente palpable.

—¿C-cómo te sientes?

—Bien, supongo.

Comenzó a jugar con sus dedos de manera nerviosa, mientras observaba el suelo con muchísima entretención.

A Jennie no le agradaba mantenerse en silencio, cuando lo único que necesitaba, era escuchar a Roseanne. Había extrañado demasiado su voz, como para aguantar su silencio.

Había imaginado su reencuentro como un intercambio de besos pasionales, palabras amorosas, y tal vez, sexo, pero ninguna de esas tres cosas estaban ocurriendo. Roseanne parecía más interesada en el suelo, que en ella.

No entendía como se mantenía serena y tranquila, mientras ella se encontraba desesperada por conseguir la atención de su alfa.

—Jennie, tenemos muchas cosas que hablar.

Todas sus ideas iniciales, se esfumaron al escuchar ese tono tan denso, siendo utilizado por Roseanne. Conocía perfectamente a la chica frente a ella, y sabía que muy pocas veces tenía que recurrir a ese recurso.

Si hablaba de esa manera, era porque realmente deseaba hablar con ella de manera seria.

—Dime.

Roseanne estaba batallando con su interior al estar hablando con Jennie. No podía mirarla a los ojos. Tenía vergüenza de las cosas que había provocado. Todo era su culpa. Tendría que haber decidido con argumentos reales, pero simplemente, se dejó llevar por sentimientos traicioneros.

Jennie la amaba, tanto, como ella misma amaba a Jennie.

—Lamento muchísimo todo lo que te hice pasar. Todo esto es más de lo que debías soportar.

La omega podía notar la tristeza a través de su voz. Su alfa estaba triste consigo misma, y ella, también se sentía particularmente triste por todo eso.

No quería mostrar a culpables de las cosas que habían sucedido. No sentía a Roseanne como la culpable de su situación, y tampoco se sentía culpable de lo sucedido.

Ella estaba en todo su derecho de sentirse triste, de dudar sobre los sentimientos de Jennie. Le había mentido en su cara por algún tiempo, y su misión era destruirla. Cualquier persona con algo de sentido común, pensaría que es un juguete, pero Roseanne, nunca sería el juguete de Jennie.

Lo que si le dolía un poco, era que Roseanne no tuviera la capacidad de buscarla antes. Ese hecho, la hacía sentirse triste, y extremadamente molesta con ella.

En el caso anterior, ella no podría alejarse de Roseanne por más de una semana, y como máximo dos. Habían pasado dos meses. Dos largos meses, en los cuales no había recibido absolutamente ninguna señal de su parte. En esos dos meses, Jennie había muerto para Roseanne.

Obviamente dolía.

Sabía que Roseanne sentía por ella, muchísimas cosas, pero inevitablemente, se sentía insegura con respecto a lo sucedido. Roseanne no la miraba, no la tocaba, no la sentía lo suficiente, y ella, la necesitaba.

¿Realmente la amaba?

—¿Qué soy para ti?

Esa pregunta, dejó más que sorprendida a la alfa, que se acomodó a su manera, mientras buscaba las palabras correctas. Estaba luchando contra sus impulso más animales al interior de su pecho. Deseaba tantas cosas, que no había una concordancia entre ellas.

—Todo. Eres todo para mí.

—¿P-por... Por qué has tardado tanto en venir?

Quería mantenerse fuerte. Quería mostrarse fuerte, pero con sólo pensar que Roseanne realmente no se arrepentía de lo sucedido, o que sus palabras iban más allá de la molestia o el enojo, provocaba que su pecho se apretase con una dolorosa fuerza.

Sintió como sus ojos, comenzaba a empaparse a causa de las lágrimas. Mordió su mejilla interna, y respiró profundamente, para contener el sollozo que deseaba abandonar su cuerpo.

—Porque soy idiota. Soy muy idiota. Jennie, yo te amo con todas mis fuerzas, pero no puedo mentirte. Creí que habías mentido para sacarme información, y hacerte más cercana a mí. Pensé que habías jugado con mis sentimientos. Yo estoy tan enamorada de ti, que la simple idea de pensar eso, me duele.

—¿Y qué te hizo cambiar de opinión?

—Todo esto. El estar a punto de perderte, mi madre, Jisoo, Lisa y todo el mundo. Tú me hiciste cambiar de opinión.

—¿Yo te hice cambiar de opinión?

—Lo hiciste —afirmó observando una esquina de las paredes blancas. Apretaba sus manos entre sí, para evitar hacer algo de lo cual, se arrepentiría— Me hiciste cambiar de opinión.

—Tardaste demasiado.

No era una pregunta, sino, una afirmación llena de dolor. Ver a Jennie en ese estado, provocaba que su pecho se contrajera con mucho dolor. Quería sacarla la sonrisa más linda que tuviera en toda su vida.

—Lo siento, Jennie. Realmente fui una estúpida. Quisiera retroceder el tiempo, y hacer las cosas bien.

—Sólo me quieres en el momento que me vas a perder. Cuando me vas a perder, regresa todo tu supuesto amor por mí. Cuando hago algo mal, me odias, me deseas la muerte, y me sacas de tu lado.

Intentó responder a ese argumento, pero su concentración se fue a las lágrimas que caían por sus mejillas. Nuevamente, lo había conseguido. Su omega lloraba a causa de ella y su estupidez.

Deseaba consolarla, abrazarla y decirle que todo estaría bien. No lo hizo. Roseanne sabía que no todo estaría bien, y que las situaciones que pasó Jennie eran demasiado complejas. De cierta manera, se sentía una más de las personas que le habían fallado en la vida. La culpa fluía en su interior.

—En el caso contrario. Si yo te hubiera dejado a ti, no podría pasar más de un día sin ti. Es porque te amo, y porque te acepto como lo que eres. Te respeto porque eres mi alfa, pero también te amo muchísimo. Te entregué todo lo que soy, te entregué mi vida sin importarme nada, y jugaste con eso. Duele. Duele mucho. Yo estoy dispuesta a dar mi vida por ti, y alejándote de mí, terminaríamos en eso. Jisoo tiene razón, debería importarme mucho más mi vida, pero soy tan idiota, que no podré dejarte de amar, y aunque quiera, no dejarás de ser importante

Se sentía liberada, se sentía mareada, pero sobre todo, se sentía triste. Decir cada una de las cosas que pensaba, directamente hacia la persona que las provocaba, había sido más difícil de lo que creía.

Jennie daría la vida por Roseanne, pero tal vez el amor que creía que le tenían, no era tan intenso como ese. Tal vez era la única enamorada profundamente.

Un pinchazo provocó que cerrase los ojos con fuerza, y sostuviera la zona de la herida. Prefería que el tiro que Irene le dio hubiera sido realmente efectivo. No tenía fuerzas para continuar, y tampoco un plan de vida sin la persona que estaba frente a ella. Sin Roseanne, estaba perdida, sola, asustada, desprotegida y sin un propósito.

Su ideal de vida perfecta junto a su alfa comenzaba a verse un panorama aún más lejano. No tendrían hijos, no se casarán, no van a enlazarse, y mucho menos, vivirán su historia de amor.

Ilusa.

—Jennie, sé que todo lo que hice, provocó eso.

—No me amas —un puchero triste se formó en sus temblorosos labios— No me amas. No me amas...

—Si te amo. Sabes que te amo. Te amo con mi vida, y nunca voy a amar a otra persona como te amo a ti. Fui una idiota. Lo sé, y casi te pierdo, pero no volverá a pasar algo así. Quiero remediar todo lo que hice. Quiero ganarme tu corazón otra vez —respondió con una seguridad pocas veces vista en ella. Roseanne sólo estaba segura de querer recuperar nuevamente el corazón de su omega. Lo necesitaba siendo suyo otra vez— Quiero hacerte feliz.

Jennie no sabía que decir ante esas palabras. Roseanne siempre sería la reina de tu corazón, siempre estaría en su lista de personas favoritas, y nunca dejaría de sentir amor por ella.

Sabía perfectamente que podía perdonar a la persona frente a ella de manera inmediata. Su cerebro pensaba únicamente en Park Roseanne, y reaccionaba a todo lo que ella realizaba.

—¿Quieres ganarte mi corazón otra vez?

—Sí.

—¿Y si ya lo tienes? ¿Qué tengo que hacer para dejarte de amar? Ya tienes mi corazón. Siempre ha sido tuyo. Desde el primer día en que te vi. Mi corazón es tuyo.

Roseanne podía considerarse la persona más afortunada de ese planeta. Podía considerarse la persona más afortunada de ese mundo. No había otra palabra para describir su sentir.

Su rostro poseía una gran marca de felicidad, llamada sonrisa. El corazón de Jennie, seguía siendo completamente suyo, y lo sería hasta el final de sus días.

—Voy a hacerte la persona más feliz del mundo.

—¿Lo prometes?

Asintió con fervor, sin dejar de observar el rostro de la persona que la enamoraba con sólo existir. Su corazón latía con una fuerza incontrolable.

—Te amo, Jennie. Te amo demasiado.

—¿De verdad?

—Sí. No podría mentirte por algo así. Te amo. Te amo muchísimo.

La omega sonrió para sus adentros. Eran las palabras que más deseaba escuchar, y tener a su alfa, pronunciando cada cosa con cuidado, sintiendo la verdad en su voz, era lo mismo que tocar el cielo.

Con desesperación, la atrajo hacia ella, y se aferró a su cuello. Temblaba de goce al sentir aquellas manos firmes, tomándola como si nunca quisiera soltarla. El aroma de Roseanne la golpeó de manera instantánea, y sintió marearse por aquello. Extrañaba tanto su piel junto a la suya, o sus aromas mezclándose, formando uno solo.

Inconscientemente, comenzó a frotar su cuerpo, contra el cuello de Roseanne, sacándole un jadeo de sorpresa y felicidad. Adoraba que Jennie la marcase como suya. Era suya.

¿Hay otra omega? No soy tan especial como creía. No lo soy.

Un carraspeo fuerte, las sacó del trance, pero Roseanne no parecía importarle mucho. El aroma de su omega, realmente la traía atontada.

—Roseanne...

Jennie sintió la presencia de aquel alfa vestido perfectamente con un traje impoluto. Poseía una expresión seria, y esperaba que Roseanne saliera de su trance.

No pudo evitar encogerse en su lugar. Nunca lo había visto en casa. Nunca lo había visto junto a Roseanne, y por lo que conocía de Roseanne, sabía que ella no dejaría entrar a cualquier alfa que no fuera de su extrema confianza a la habitación.

Ese alfa no era de la confianza de Roseanne.

—¿Qué haces aquí?

Podía sentir la molestia irradiando del cuerpo de su alfa, que había adoptado una posición mucho más a la defensiva en ese momento. No sabía si tenía que preocuparse o no.

—Hay muchos problemas por resolver. Su tío ha pedido una reunión.

—Fuera.

—Su tío...

—Ya lo he escuchado.

Por la puerta, ingresó rápidamente Lisa, mientras se dedicaba a fulminar al hombre que abandonaba la habitación con cierto terror en sus ojos.

Roseanne volvió a apoyar su rostro en el hueco del cuello de la omega, dejándose vencer nuevamente por sus impulsos. Había extrañado ese lugar. Había extrañado a Jennie. Había extrañado tantas cosas, que no deseaba moverse hasta quedar satisfecha de su contacto. Nunca estaría satisfecha.

—No sé si golpearte o felicitarte. Tienes a toda una maldita familia en jaque. ¿Qué vas a hacer?

—Te amo.

Dejó un sonoro beso en la sien de Jennie, para luego, mostrarle su mejor sonrisa, abandonando la habitación sin darle ningún tipo de explicación por su ausencia.

Comprendió que las cosas no iban como lo estaba pensando. El tío de Roseanne. El padre de Ji-hu. Todo parecía estar mal.

—¿Qué pasa?

Sabía que Lisa conocía los problemas de Roseanne. Lisa era parte, y sería siempre parte de la familia Park, sin importar el tiempo que pasen distanciadas.

Se acomodó junto a la omega, para darle un fuerte abrazo, y recordarle lo mucho que la quería.

—Creímos que te perdíamos. Fueron las peores horas para todas.

Jennie sonrió, tomando la mano de la beta, y suspiró pesadamente. Deseaba no haber asustado a sus amigas, ni a su madre.

—No volverá a pasar. Yo... Creo que debía pasar.

—Nunca había visto tan mal a Jisoo —comentó con un tono triste. De sólo recordar a su pareja sufriendo por Jennie, sentía ganas de llorar nuevamente— Y tampoco había visto así a Roseanne.

Las palabras de Lisa llegaron hasta el fondo de su ser. No deseaba imaginar a Roseanne sufriendo por su culpa. Con sólo notar la delgadez de su cuerpo, y las ojeras que tenía, era más que suficiente.

—Ya estoy aquí.

—Y ese es un nuevo tema a discutir.

Jennie ladeo su cabeza con confusión, observando a Lisa, y esperando una respuesta coherente a sus palabras.

Pensar en el tío de Roseanne, tenía que ver con las palabras de Lisa. Estaba cansada de problemas, y más problemas. Debía sortear tantas cosas. Lo único que deseaba, era estar con Roseanne. Amar a Roseanne, y formar una familia con ella.

—¿Qué pasa?

—Tienes a todo el mundo paralizado. Están investigando la muerte masiva de todos los detectives. No íbamos a salir libres de tantas muertes.

—¿Y?

—El caso ha llegado a los oídos de organismos externos. Imagina todo lo que ocurre fuera de estas paredes. Se sospecha que fue crimen organizado y se buscan a las posibles familias causantes de esto. Tenemos problemas. El tío de Roseanne desea que te entregues como la culpable de todo esto —tomó la mano de Jennie, para evitar aumentar el notorio pánico en el rostro de esa omega— Toda la familia conoce lo sucedido. Muchas otras familias saben que tenemos algo que ver.

La omega quedó atónita en su lugar. No podía pretender que todo estuviera bien después de escuchar aquellas palabras.

Todo llegó a ella como una ola de culpabilidad. Habían sido partícipes de una matanza masiva. Obviamente, debían atribuirle a la mafia algo así.

El hecho de que involucraran a otras familias era lo preocupante para Jennie, y que el tío de Roseanne estuviera detrás de todo eso, intentando deshacerse de ella, también le preocupaba. Le preocupaba demasiado.

Mordió su labio inferior con miedo. Debía admitir que tenía miedo desde ese momento. No entendía como una cosa, desencadenó en otra, y esa otra, en otra. Estaba metida en un gran problema.

—Roseanne no dejará que te hagan nada.

—P-per...

—No te preocupes. Necesito que te pongas bien para poder salir de aquí lo más pronto posible. Tenemos que volver a casa.

Contuvo las palabras que deseaban escaparse sin su permiso, y apoyó su cabeza en las suaves almohadas. El pinchazo en su abdomen, le recordó que seguía en una clínica.

—¿Cuándo tendré el alta médica para salir de aquí?

—No te apresures. Mira, vamos a mover todas las fichas internacionales para no seguir llamando la atención. Somos la familia más importante del continente. Y tu alfa, lo va a heredar todo. Su tío no podrá ni siquiera mirarte.

Deseaba creer eso. Realmente deseaba creen en las palabras, o en la convicción de Lisa, pero no podía. Tenía miedo.

Recordaba a Ji-hu a la perfección. Nunca podría olvidarlo. Incluso recordaba el aroma nauseabundo que desprendía el hombre. Tenía miedo de las cosas que podía planear contra Roseanne.

¿Qué tanto poder tenían ellos en la familia?

Era una de las tantas preguntas que tenía Jennie en su mente. No se quedaría tranquila hasta saber que todo estuviera solucionado. El estar en una camilla de hospital, no ayudaba de mucho, cuando lo único que deseaba, era salir de ese lugar, para saber más de Ji-hu y su padre.

Suponía que tenían mucho poder.

—Lisa...

—¿Qué?

—Necesito que me ayudes en algo. Es un poco urgente. ¿Puedes ayudarme en eso?

—Depende de lo que quieres —respondió con seguridad ante la pregunta de Jennie. Su ayuda siempre estaría garantizada para ella— ¿Qué sucede?

—Quiero saberlo todo. Todo sobre el padre de Ji-hu. Su alcance en la familia, y también quiero saber cómo se difundió toda la información hasta caer en esta situación.

Lisa realizó una nota mental con las peticiones de Jennie. Si quería algo, ella estaba en la obligación de darle aquello. Sabía que podía ganarse más problemas de los que tenía, pero algo no le cuadraba en todo ese escenario.

De las pocas cosas que aprendió en la academia para convertirse en una detective, era la desconfianza. Nunca se podía confiar en nadie, sobre todo si era parte de tu propia familia.

Algo escondían.

—Otra cosa. Nuestro secreto. Roseanne no puede saberlo.

—¿Nada de nada?

—Nada, ni siquiera Jisoo. Déjame a mí manejar esta situación.

Lisa sonrío de manera orgullosa. Le gustaba escuchar la convicción de Jennie. Le gustaba volver a notar ese brillo precioso en sus ojos. Era admirable.

Confiaba en las habilidades de Jennie, aunque ella siempre se jactaba de que no era una buena detective, o que nunca llegaría a ser decente en el que había sido su sueño en algún momento, Lisa confiaba en Jennie.

Después de todo, Roseanne y ella quedarían a cargo de la familia. Debían confiar en ella.

—¿Sospechas algo?

—Claro. Siempre debes sospechar.

—Lo que más miedo me da, es que puedan atentar contra el orden natural de las cosas. Roseanne y Ji-hu se odian. Desde Joy se odian, y con tu presencia, terminaron con más odio acumulado.

Quería creer que sus problemas con ese idiota habían llevado a la familia a esa situación, pero su intuición le daba a entender que realmente había algo detrás de eso.

Estaba con la persona más importante del continente.

La persona más importante del continente.

Algo pareció activarse en su mente. Algo demasiado potente y real. Algo que debía ponerle atención. En poco tiempo, Roseanne iba a heredar todo el poder de su padre, transformándose en la persona más importante del continente. Un poder que todo el mundo desea.

¿Podría ser a causa de algo así todo ese circo?

Deseaba creer que no, pero sabía que no podía dar nada por sentado. No hasta que estuviera cara a cara con el tío de Roseanne, o con Ji-hu.

Serían largas semanas.

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