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2세.


—Es fantástico, ¡Puedes verme! —exclamó emocionado y con cierta incredulidad.

Entonces la razón nuevamente se apoderó de ella y reaccionó.

—¡¿Quién eres tú?!—grito levantándose asustada, haciendo que la silla se cayese de espalda— ¡¿Qué haces en mi casa?! ¡¿Me seguiste?!—bajo la mirada hacia el suelo nerviosa —No, espera, debería ignorarte.

Aquella se dio media vuelta rápidamente, golpeando sin querer la mesa con su pierna, provocando que el vaso cayera. Un fuerte sonido del cristal rompiéndose se presenció por todo el lugar.

—¡Ah!—grito al mismo tiempo en que este se impactaba con el piso, tapándose los oídos—¡No puede ser!— visualizó aquel desastre, rápidamente se hincó a recoger los pedazos de vidrio esparcidos.

—Déjame ayudarte —se colocó de rodillas al frente suyo para brindarle su ayuda. 

—Puedo hacerlo yo sola, no necesito que...Ahh ¡Maldición! —la sangre comenzó a deslizarse sobre la palma de su mano provocando un ardor en está.

—¡Solo déjame ayudarte! —el la miró con tranquilidad y preocupación al mismo tiempo —Necesitas ayuda, el miedo se está apoderando de ti.

—¡No es verdad! —vocifero, mirándole con enojo y desconfianza.

¡Pero claro que se estaba muriendo de miedo!

—Entonces ¿Por qué te pusiste nerviosa cuando me viste? —una sonrisa rectangular se formó en su rostro.

—¿Porqué?—cuestiono bruscamente con una risilla—¿Cómo que porqué? Eres un fantasma, incluso es estúpido preguntarlo.

—Lo ves, ¿Por qué lo negaste antes? —la contraria guardó silencio por su repentina pregunta—¿No hay nadie en casa? ¿Por qué estás solo tú? ¿Por eso hablabas sola hace un momento?

La chica bajó la mirada derrotada. ¿Por qué tenía que preguntar justo eso? Lágrimas amenazaban ya con salir.

—Estás mintiéndote a ti misma —volvió a hablar.

Ella frunció el entrecejo.

—¡Eso no es de tu incumbencia!— exclamó con brusquedad y se levantó rápidamente —¡¿Tú que vas saber de mi?! No sabes nada, ni siquiera deberías estar aqu.

—Pero yo..

—¡Largo!

Soltó al tiempo en que dejaba caer los pedazos de vidrio que con anterioridad había recogido sobre la mesa y se adentró a la habitación azotando la puerta detrás suyo .

Una familia es el mejor regalo que puedes tener para ser feliz.

Cuando aquella chica pensaba en su padre, que era casi todo el tiempo, podía asegurar que nadie se comparaba con el. Pensaba que su amor era como ningún otro.
El ponía a los demás primero y le mostraba el amor cuando no lo sentía, la ayudaba a luchar cuando tenía miedo.
«¿Cómo pudo irse tan pronto?» Era aquello que noche tras noche se preguntaba. Esperaba verlo tras su muerte. Pero nunca apareció frente a sus ojos. Nunca pudo despedirse.

—Estaré bien —se dijo tratando de consolarse así misma.

Camino hacia el baño, giró el grifo y colocó su mano dejando que el agua recorriera la cortadura que se había provocado minutos atrás.

—Puedo hacerlo todo por mi cuenta —continúo observando su reflejo, aquel que mostraba a una chica cansada, desaliñada. Quien poseía una tristeza enorme derrochada en sus ojos—Estaré bien.


4 de febrero 2020

La peli negro, abrió los ojos con pesadez al sentir los rayos del sol golpeando su rostro. Se incorporó con lentitud y un bostezo abandonó su cuerpo, luego estiró los brazos y se froto sus ojos.
Un nuevo día habia llagado, giró el rostro llevando la mirada hacia el reloj. Si no se apresuraba, llegaría tarde a la escuela.
Así que sin pensarlo de más, salió con rapidez de la cama y tomó una ducha rápidamente, se vistió, y finalmente salió de aquella habitación.

—¡Ahhh! —gritó a todo pulmón cuando lo visualizo parado al frente suyo—¡¿Sigues aquí?!—soltó molesta con la mano sobre su ahora incontrolable corazón.

Su típica ronrisa rectangular apareció.

—No me has dicho tu nombre —dijo con su voz ronca.

—¿Qué haces aquí? ¿Por qué no te has ido de mi casa?—pregunto tropezándose con las palabras.

—Es algo complicado de explicar, por ahora, solo podré decir que no puedo alejarme de ti.

—Como sea—espetó tomando su mochila del suelo.

Colocó su zapatos y salió del viejo edificio.

—¿Ahora me seguirás a la escuela también? —cuestiono con fastidio llevando su cabello hacia atrás, al notar que ahora el fantasma la seguía.

—Te acompañaré a todas partes —dijo con tranquilidad caminando a su lado.

Negó un par de veces y colocó los audífonos sin darle play a la música para evadir cualquier tipo de conversación con él. Después de caminar unas cuantas calles, llegaron a la parada de autobús, fue ahí, cuando una silueta captó su completa atención.

Ese cabello largo. Esos hombros. Esa piel tersa.

¿Como no reconocerlo?
Ahí estaba como todas las mañanas: Lee Jun.
Con rapidez se puso el gorro de la sudadera esperando que no notara su presencia.

El corazón se volvía hiperactivo ante su presencia o mención. Y su cerebro, por un momento se soltaba la melena y se dedicaba a hacer el pino puente mientras creaba fantasías maravillosas con el objeto de su amor como protagonista. Veía el mundo a todo color, sentía una alegría inmensa y también un poder infinito. La hacía sentir bien, poderosa, eufórica, vital, enérgica, y con ganas de vivir como nunca. Ese era el efecto que ese chico causaba sobre ella.

—¿JoJo? —interrumpió su dulce voz ante sus oídos.

La susodicha se volteé a mirarle.

—¡Hola! —dijo con tono casual tratando de no hacer notar el nerviosismo que la acompañaba.

—¿Te dirigías a clase? —preguntó el pelinegro sonriendo.

—¿Quién es este chico? —cuestionó el fantasma a su lado.

—Cállate —susurró—Si, iba a clase —aquella se quitó el gorro y los audífonos.

—¿Te molesta si te hago compañía? —sonrió aun más.

—Hey, lo dice como si estuvieras sola —se quejó el espectro.

—¿Por qué crees?—menciono rápido entre dientes—Pará nada —le contestó a Jun sonriendo ligeramente—Vamos.


—¿Enserio no dejaras de seguirme? —preguntó levantando la voz, frenando en seco frente al edificio donde estudiaba.

Sin embargo. Se arrepintió de ello cuando varios estudiantes voltearon a mirarle con la confusión dibujada en sus rostros. Agradecía que su querido amor platónico estudiara en otro edificio, de lo contrario ahora pensaría que era una lunática.

—¿Ese chico te gusta? —habló evadiendo la pregunta a toda costa.

—Te hice una pregunta —lo miró con el entrecejo fruncido.

—No, jamas—respondió con voz queda.

—¿Por qué? —lo miró confundida —Lo sé, debo estar agradecida, salvaste mi vida anoche, pero ni si quiera te conozco, no sé ni tu nombre.

—¿Mi nombre? —preguntó bajando la mirada.

—Si, ¿Cuál es tu nombre? —lo miró esperando respuesta de su parte, más sin embargo, el se mantuvo en silencio —¿No lo recuerdas?

—No —respondió apretando los labios.

—¿Cómo es posible que no recuerdes cómo te llamas?

—Lo olvide, disculpa.

Aquella chica tomó una larga bocanada de aire fresco para poder pensar mejor. Definitivamente terminaba de confirmar su locura, por tal decisión que estaba a punto de tomar.

—Mmm —comenzó a observar las cosas y lugares que le rodeaban, cuando algo llamó su completa atención.

Cruzando la calle, frente a la escuela, se encontraba un local de maquillaje llamado: "Venecia" resaltando la primer letra.

—Entonces te llamaré V, hasta que recuerdes tu verdadero nombre —explicó sin evitar sonreír—¿Qué te parece?

—¡Me parece increíble! —le dijo el fantasma correspondiendo esa sonrisa.

—Muy bien, V, yo me llamo Han Hyun Joo, pero puedes decirme Jojo, un gusto —le extendió su mano.

—El gusto es mío Jojo —la tomó aún sonriente.

Esa mañana, cuando Jojo lo vio en medio de la estancia, fue un comienzo lleno de calidez. Volteó asustado por su grito, la miró confundido, luego sonrió con cariño.

A aquella chica de cabello negro le dolía no tener a nadie a quien contarle como estuvo su día con sinceridad.
Gracias a él... Por un momento, por más mínimo que fuese...no se sintió vacía, como todas sus mañanas.

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