Capítulo 9
Las horas parecieron tortuosas y molestas, Hana no paraba de llorar y de pedirle a los dioses por el bien de Isis, Maximilliam había adoptado una postura neutra y se mantenía callado y Regis quien había llegado al saber todo, se mantenía inquieto.
—Su alteza - el doctor salió —Por suerte el veneno no fue ingerido por completo, logramos salvar al bebé.
—¿Veneno? - Hana se acercó —¿Qué veneno?
—Encontramos veneno en su taza de té - Regis miro a Maximilliam.
—¿de esta forma tan cruel planeas deshacerte de tu hijo? No tienes corazón Maximilliam.
—Eso jamás, nunca le haría daño.
—¿No? ¿Entonces por que entro el veneno al palacio? ¿Por qué no la cuidas?
—¿por que te interesa tanto? Dime.
—Por qué yo se lo que es perder a una esposa y si pudiera la protegiera a ella de ti, cada día te desconozco más. -ingreso sin esperar nada, Maximilliam le miró mal y le siguió pero se detuvo a media entrada.
Isis estaba pálida e inconsciente, aún había sangre en las sábanas y en los cuencos de agua, sintió algo removerae en él, pero su postura jamás cambió, no la quería.
—Mi señorita- Hana sollozo —Perdóneme, cuidare bien de usted.
—Hice lo que me pidió. - Regis hablo con Hana —No conseguí damas nobles, ellas solo son un dolor de cabeza, traje nueva servidumbre y a dos de mis doncellas de confianza, cuidarán de ella.
—Gracias excelencia, le agradezco en nombre de la princesa -Regis asintió y se levantó.
—Espero que en esta ocasión si cuides de ella, por que yo no me rendiré Maximilliam -paso golpeando su hombro, Max trato de procesar lo dicho y cuando conecto todo se enfureció.
—El duque tiene prohibido venir - Hana le miró.
—Eso solo la princesa puede decirlo alteza, si nos disculpa cambiaremos a la princesa - Maximilliam suspiro y salió.
Cuando Isis despertó lo primero que hizo fue preguntar por su bebé, ya había sufrido dos atentados y temía que en el tercero su bebé no la librará, por lo cual agradeció al duque por su preocupación y su esfuerzo en traerle doncellas nuevas.
—Hana, diles que preparen una deliciosa cena, envia una carta al duque, solicita su presencia en la cena.
—Princesa... - Isis sonrió.
—Yo se que esta mal, pero no me detendré, ve y hazlo - la joven se reverenció y salió —Es hora de dejar de sufrir Isis.
Regis se miro al espejo y sonrió, con la ayuda de Jubelian había logrado escoger su ropa, se había peinado lo mejor posible y había colocado sus lentes.
—¿Estas seguro de esto? Pueden acusarlos...
—No ha pasado nada de lo que imaginas, solo somos amigos.
—Papá -suspiro la menor —Tú sabes bien que haces, confío en ti, le dije a Marilyn que preparan un postre, llévalo.
—Gracias cielo - Jubelian asintió y lo vio irse.
Al ingresar al palacio de la princesa noto varios cambios, desde la última vez las flores habían crecido, el palacio se notaba más iluminado y el toque femenino de Isis se notaba.
—Princesa. - Regis se reverenció.
—Duque venga - Regis se acercó.
—Traje un postre... espero te guste. - Isis asintió.
Había algo que ella debía de hacer, aclarar su mente, estaba casada, aunque no por amor, era esposa de alguien más y tener cerca a Regis le costaba, estaba sintiendo algo que tenia prohibido, no solo estaba casada, tendría un hijo de ese mismo hombre y ver a Regis con otros ojos solo le traería dolor.
Pero no podía evitarlo, Regis estaba despertando algo prohibido en ella, algo doloroso y cruel.
Regis observo a Isis, era hermosa, una belleza, cada que la veía su corazón se aceleraba, le dolía pensar que tenía sentimientos prohibidos y dolorosos.
Isis le pertenecía a alguien más y tenía un bebé creciendo en ella, pero había algo que su corazón no podía evitar y ese era el quererla
Debía de aclarar su mente y evitar aquellos sentimientos, pero siempre sentía la necesidad de buscarla, de buscarla y tenerla cerca, de sentir su aroma y de ver su sonrisa.
Tenía que hablar consigo mismo y evitar aquel sentimiento, pero con el paso del tiempo aquel sentimiento aumentaba más y ya no había escapatoria.
Ambos cenaban en silencio, uno muy cómodo y cálido, se daban pequeñas sonrisas y aveces hablaban sobre sus vivencias, Isis sobre su corta vida en Shim y Regis sobre las batallas vividas en el pasado.
Ambos tenían poco en común, o eso creían ellos, les gustaba el mismo postre, el mismo color, la misma canción y pasar en silencio, tenían más en común, que ella y Maximilliam.
Cada que pensaba en Maximilliam le causaba dolores de cabeza, paso de ser tierno y amable, a un diablo, siempre se quejaba de ella y le juzgaba, ambos habían cometido el error pero parecía que ella era la única culpable.
Ahora estaba en una encrucijada, pasaría toda su vida con Maximilliam, pero el hombre que quería estaba lejos de ella y así se quedaría.
—¿Isis? -ella alzó la vista y le miró —¿Estas bien?
—Si, solo pensaba en algo, ¿me decías algo?
Habían dicho que se tratarían de Regis y Isis, y no de princesa y duque, era un paso más y un conflicto más, pero poco les importo a ambos.
Serian Isis y Regis de ahora en adelante.
Potente el asunto.
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