Siete❈
Nayeon caminó hacia su pequeña omega, con expresión de preocupación y ansiedad.
—Tenemos que hablar.
Yuna apartó con renuencia la vista de su idol en la televisión.
—Mami, ¿no puedes esperar?
—Supongo que sí. —Suspiró, frustrada.
—Bien.
La jovencita ya la había sacado de su "onda". Nayeon se fue a la cocina, abrió y cerró alacenas, en busca de algo interesante para la cena. Una lata de atún no alcanzaría la aprobación de Yuna. La adolescencia no había estropeado su saludable apetito, eso era cierto. La omega asomó la cabeza por la puerta de la sala, dirigiéndose a la menor.
—¿Qué te parece ensalada de atún para cenar?
Yuna no se dignó a volverse a mirarla, sólo bajó el pulgar hacia el suelo.
—¿Ramen y emparedados?
Una vez más el pulgar de la niña indicó su desaprobación y su madre gruñó.
—Ensalada de espinacas y sopa de pollo —Intentó —Y es lo mejor que puedo ofrecerte. Tómalo o déjalo.
—Está bien —accedió Yuna, alzando el pulgar.
Nayeon alistaba la comida cuando Yuna se reunió con ella en la cocina, sentándose en un banco a su lado.
—¿Me querías decir algo?
—Sí —se concentró en lo que hacía, mientras hacía un esfuerzo por ordenar sus pensamientos. Vaciló por un momento, tratando de encontrar alguna manera de decir lo que tenía que decir sin hablar más de lo necesario
—Debe de ser algo serio —Pensó la jovencita —¿Te llamó mi maestra por teléfono al trabajo o algo así?
—No, ¿habría alguna razón para qué me llamara? —Escrutó el rostro de su hija, pero Yuna negó con la cabeza, tranquilamente.
—No. Este año soy la alumna estrella. Ryu y yo estamos muy bien en los estudios. Sólo espera a que te llegue el reporte.
—Te creo —Nunca había tenido problemas serios con relación al aprovechamiento académico de su hija —Lo que tengo que decirte se refiere a Ryujin y... —Vaciló y tragó saliva —Y a su madre.
—Qué hermosa es el Jeongyeon unnie, ¿verdad mami? —Musitó la pequeña, con un suspiro tan real, que hizo voltear los ojos a Nayeon.
—Supongo que sí —espetó con seriedad.
—Oh, mami, no te hagas... es una actriz de televisión. —Halaga la pequeña, con satisfacción.
—Está bien —No quiso alentar mucho a su hija —Debo admitir que ella tiene cierto... atractivo —Yuna sonrió de oreja a oreja —Pero bien, en realidad era de Jeongyeon unnie de quien te quería hablar —Continuó la mayor.
—¿De verdad? —Los ojos de la niña se abrieron mucho.
—Sí, yo... bueno... quería decirle que no sería buena idea que nosotras cuatro volviéramos a hacer cosas juntas.
Yuna miró a su madre con asombro y decepción, su aroma dulce se intensificó y Nayeon volteó la mirada, apenada.
—¿Por qué no? —Exclamó con aquella férrea voluntad adolescente.
—Pues... porque ella y yo somos personas muy ocupadas —Tan siquiera ella misma encontró convincente la razón, pero le era imposible decir a su hija que la atracción que sentía por esa alfa la aterraba.
—¡Ay mamá, por todos los cielos! ¡Eso es absurdo!
—Está bien, seré sincera —Se preguntó si una niña de doce años podría entender las complejidades de las relaciones entre adultos —No quiero dar a la mamá de Ryujin una idea equivocada —Señaló con precaución.
Yuna se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre el mostrador de la cocina y el rostro entre las dos manos.
—¿Una idea equivocada sobre qué?
—Sobre mí —Tragó saliva y encogió los hombros con bochorno.
—¿Sobre ti? —La jovencita arrugó el ceño. Luego abrió la boca al entender y su ceño se aclaró —Ahhh, ya sé, no quieres que unnie crea que andas en busca de una pareja.
—¡Le atinaste! —Sonrió Nayeon. Bueno, había sido más fácil de lo que creyó.
—Pero mami, a mí me parecería sensacional que tú y unnie se entendieran. Por cierto, Ryujin y yo lo estábamos comentando hoy. Piensa en todas las ventajas que tendríamos. Podríamos ser una verdadera familia y podrías tener más bebés... a Ryu y a mí nos gustaría tener hermanitos. Y si te casas con ella, podríamos salir todas juntas de vacaciones...
Nayeon estaba tan asombrada que le costó trabajo recuperar la voz.
—De-de ninguna manera, Yuna ¿Pero que demon...? —Se retuvo a decir la grosería mordiéndose la lengua.
¿De dónde demonios había sacado todas esas ideas esa pequeña mocosa? Se preguntó, luego se acercó a una silla y se sentó antes deque le fallaran las piernas. Todo ese tiempo había dado por sentado que era una buena madre, que había dado a su hija todo lo que necesitaba para compensar la falta de un referente alfa, pero por lo visto no era así. Y tanto Yuna, como Ryujin, conspiraban para juntarla con Jeongyeon. ¡Y nada menos que con lazos conyugales! Tenía que hacer algo pronto.
Decidió hablar con la alfa, pero no se presentó una oportunidad sino hasta mucho después de esa noche, cuando Yuna ya estaba dormida. Al menos eso esperaba Nayeon. Marcó el número y rogó al cielo que no contestara Ryujin.
—¿Bueno? —Contestó aquella alfa con su grave voz atractiva y Nayeon tragó saliva nerviosamente al recordar que aquella se oía mejor en persona. Por suerte no contestó la niña.
—Jeongyeon-ah, habla Nayeon —Murmuró, cubriendo el auricular con una mano.
—¿Qué pasa? ¿Tienes laringitis? —Consultó la alfa, preocupada.
—No, no quiero que Yuna me oiga llamándote.
—Entiendo. ¿Finjo que eres otra persona para que Ryujinnie tampoco se dé cuenta? —Comentó con una sonrisa de lado, mientras atendía su papeleo.
—Por favor —Se irritó un poco por el humor que adivinaba en su voz —Tenemos que hablar.
—¿Sí? —Consultó, si ya estaba sorprendida cuando supo que era ella quien hablaba, más ahora que "debían hablar".
—No tienes idea de lo que acabo de saber. Las chicas están tramando casarnos.
—¿Casarnos? —Casi gritó, la alfa del otro lado.
Eso iba a provocar una reacción en ella, había anticipado Nayeon.
—¿Cuándo quieres que nos veamos? —Era obvio que la alfa todavía pensaba que ella bromeaba, pero no la culpaba. La situación no era para menos.
—Lo más pronto posible. Yuna ya ha preparado planes para ir con Ryujin a nadar el miércoles a la piscina municipal, por lo que no va estar en casa ¿Qué tal si nos vemos en el Denny's después que dejes a Ryu?
—¿A qué hora? —Dijo con el mismo tono de quienes traman una estrategia en territorio enemigo.
—A las siete y diez —Esto les daría a las dos tiempo suficiente para llegar al restaurante.
—¿Debemos sincronizar nuestros relojes?
—Esto no es un chiste, Jeongyeon.
—No me estoy riendo.
Pero sí se reía, y Nayeon estaba furiosa por notarlo.
—Nos veremos, entonces.
—Las siete y diez, miércoles por la noche, en Denny's —Repitió aquella voz con una solemnidad grotesca —Estaré allí.
La tarde de su cita, Nayeon llegó al restaurante antes que Jeongyeon. Ya se había arrepentido de haberla citado en Denny's, pero era demasiado tarde para cambiar el plan. Podían encontrarse a otros clientes que reconocieran a Jeongyeon o a ella, y temía que el rumor de su encuentro pudiera llegarle a sus hijas. Si Yuna y Ryujin se enteraban de este encuentro privado, podrían hallar una motivación en su deseo de casarlas.
Yoo Jeongyeon entró al restaurante y miró a su alrededor. No parecía reconocer a Nayeon y ella se quitó las gafas de sol y agitó una mano en su dirección. La alfa la miró y, aún desde el otro lado del local, Nayeon pudo notar que ella hacía esfuerzos por contener la risa.
—¿A qué vienen los anteojos oscuros y la pañoleta? —Susurró cuándo se sentó enfrente de ella.
—Temía que alguien nos reconociera y se lo dijera a nuestras hijas —Le parecía muy lógico, pero era evidente que a ella le parecía absurdo.
—Entiendo —Volvió a susurrar, miró a su alrededor con aire conspiratorio bastante cómico y dijo —¿Prefieres que me siente en el compartimento contiguo y hablemos una a espaldas de la otra? —Bromeó sin alzar la voz y Nayeon alzó los ojos al cielo.
—No seas tonta. —La regañó.
—¿Yo? —Musitó mientras esbozaba una sonrisa irónica y tomó el menú —¿Tienes hambre? —Prosiguió con aquel susurro burlesco.
—No —Su actitud comenzaba a irritarla —Sólo tomaré café y ya deja de susurrar Jeongyeon.
—De acuerdo —Contestó presionando la sonrisa en sus labios —Ryujinnie preparó la cena para esta noche y la verdad es que me muero de hambre.
Cuando la camarera apareció, la alfa ordenó una cena completa y Nayeon solo pidió café.
—Está bien, ¿qué pasa, Sherlock Holmes? —preguntó, una vez que sirvieron el café. Jeongyeon se dedicó a unir sus manos debajo de su mentón y poner atención a cada una de sus preciosas facciones.
—Para empezar, Yuna vio la otra noche cuando me besabas.
Jeongyeon no comentó nada, pero su ceño se arrugó un poco.
—Me parece que las dos han estado hablando y, por lo que me pude dar cuenta, quieren... eh... pues, ¿cómo decirlo?... quieren juntarnos.
—Ya veo.
Para desazón de Nayeon, Jeongyeon no parecía en absoluto consternada por esta revelación.
—¿Te parece tan terrible?
—¡Es terrible! —La regañó e inclinándose hacia ella, continuó —Yuna me comentó que ella y Ryujin han pensado que sería muy conveniente que tú y yo nos casáramos —Esperó su reacción, pero la alfa permanecía impasible y tranquila —Incluso me dijo que yo podría dejar de trabajar tanto y que podría quedarme en casa a... a hacer galletas y cosas así.
—¿Qué clase de galletas? —Consultó la alfa después de degustar un sorbo de café.
—¡Jeongyeon, si vas a convertir esto en una broma, me iré! —Comenzó a deslizarse fuera del compartimento, pero la alfa la detuvo alzando una mano.
—Está bien, lo siento, lo siento. —Repitió sin poder abandonar aquella preciosa sonrisa insolente. No parecía muy arrepentida. Nayeon exhaló un suspiro de fastidio.
—Esto podrá parecerte muy gracioso, pero a mí no.
—Nayeon, somos adultas —Declaró con voz pausada —No vamos a dejar que un par de chiquillas nos manipulen.
—Sí, pero...
—Desde el principio hemos sido honestas la una con la otra, eso no cambiará. Tú no tienes interés en casarte, ni yo tampoco. Mientras ambas pensemos lo mismo, lo que hagan o digan ellas, nos debe tener sin cuidado.
—Pero hay algo más —Dijo con vehemencia.
—¿Qué es?
—Jeongyeon, he llegado a la conclusión de que hay algo en lo que estamos fallando como madres...
—¿Por qué dices eso? —Preguntó alzando las cejas en su duda.
—¿No es obvio?, Yuna quiere una familia completa, y supongo que tu hija también. Lo que mi niña está diciendo indirectamente, es que anhela un referente de alfa y, a su vez, Ryujin desea un referente de omega y eso si es un problema, aunque te guste bromear...
El humor desapareció de los ojos de Jeongyeon.
—Entiendo. ¿Y crees que todo esto comenzó porque Yuna nos vio besarnos la otra noche?
—No sé —Murmuró —Pero conozco a mi hija y cuando quiere algo va tras ello con la fuerza de un bulldog y no lo deja hasta conseguirlo.
—Ryujin también es así respecto a ciertas cosas —Repuso la alfa, con aire pensativo.
La camarera llegó con el pedido para Jeongyeon y volvió a llenar de café la taza de Nayeon.
Quizá ella había reaccionado exageradamente ante la situación, pero creía tener razones para estar preocupada.
—Supongo que pensarás que estoy haciendo una tormenta en un vaso de agua.
—¿Sobre la manipulación de las niñas?
—No, sobre el hecho de que hemos tratado, de veras, ser suficiente para ambas, pero sin conseguirlo del todo.
—Debo admitir que a mí también me preocupa eso.
—Toda la semana he estado aterrada pensando en qué me habré equivocado. Tenemos que afrontar esto. Tomar decisiones importantes.
—¿Qué sugieres?
—Para empezar, debemos reprimir todo indicio de implicación sentimental. Comprendo que, siendo las niñas tan buenas amigas, tú y yo tendremos que vernos con relativa frecuencia —Hizo una pausa y se mordió el labio inferior —No quiero perturbar su amistad, es muy bonita...
—Estoy de acuerdo. La amistad con Yuna ha ayudado mucho a mi bebé. —Aunque quiso, no pudo evitar tragar saliva cuando la omega se mordió su delicioso labio, pero rápidamente devolvió su mirada a la suya, intentando contener los instintos de su alfa, los cuales se alternaban fácilmente cuando Nayeon estaba cerca.
—Tú y yo pasamos varios meses sin hablarnos Jeongyeon. No habrá necesidad de que nos veamos muy seguido, ¿no crees?
—Pero Ryujin pasará la noche en tu casa el próximo jueves, ¿verdad? A menos que prefieras que no vaya, no habrá problemas si...
—¡Por supuesto que se puede quedar con nosotras! —Le interrumpió Nayeon, de inmediato.
Jeongyeon asintió y se vió aliviada con su respuesta inmediata.
—Para serte sincera, no creo que regrese a casa de la señora Lee sin armar una guerra terrible. —Suspiró la alfa, con pesadez.
—Cuidar de Ryu es una cosa, pero otra muy diferente es que volvamos a hacer algo las cuatro juntas.
Jeongyeon volvió a asentir, pero no pareció complacida con la sugerencia.
—También creo que sería lo mejor.
—No debemos alentar sus estrategias.
Jeongyeon apartó su plato, tomó su vaso con agua y lo colocó entre las dos manos.
—¿Sabes una cosa, Nayeon? Pienso mucho en ti —hizo una pausa y luego le dirigió una sonrisa juguetona —Tienes la costumbre de vestirte un poco rara de vez en cuando, y de dramatizar algunas veces, pero respeto tu buen juicio. Me gustaría considerarte una amiga.
—Yo también quiero tu amistad, Jeongyeon-ah...
Jeongyeon sonrió y la miró sin pestañear durante un momento, luego apartó la mirada.
—Sé que quizás el beso de la otra noche te parezca un gran error, y es posible que tengas razón, pero no me arrepiento, absolutamente —Musitó y vaciló, como esperando alguna airada réplica, pero como Nayeon permaneció en silencio, continuó —Hacía un largo tiempo que no tomaba la mano de una chica en el cine, ni la besaba en la forma en que te besé. Es agradable volver a sentirse joven e inocente.
Nayeon bajó la mirada a su taza. También a ella le había gustado. Tanto que desde entonces estaba aterrada por no poder parar de pensarla. Muy fácilmente podría enamorarse de Jeongyeon y eso sería lo peor que podía sucederle. No estaba dispuesta a correr otra vez con semejante riesgo.
—De una manera extraña nos necesitamos —Afirmó la alfa —Ryujinnie necesita una imagen de omega con la cual identificarse, una imagen sensible, y ella te considera maravillosa siempre me lo recuerda. Y Yuna a su vez necesita una figura de alfa con quien sentirse protegida, supongo. Lo más natural es que nos quieran juntar para sentir que encuentran todo eso en un solo lugar.
—Sí. Pero no debemos comprometernos sentimentalmente.
—De acuerdo —Aceptó con convicción para tranquilizarla.
Permanecieron en silencio largo rato.
—¿Por qué, no? —insistió la alfa, buscándola desesperadamente con la mirada.
Curiosamente, Nayeon supo de inmediato lo que ella estaba preguntando.
—Mis relaciones anteriores me han enseñado a no creer en el amor —La rubia hizo una pausa y apartó la mirada, su voz se había convertido casi en un susurro —Yo había confiado ciegamente en mi anterior pareja, Mina. Después, cuando habíamos decidido convivir juntas, muchas veces me dijo que tenía que trabajar tarde, hubo muchas ausencias inexplicadas, pero tampoco cuestioné eso. Ahora pienso en todas esas noches que me pasaba sola, confiando en que mi alfa estaba trabajando... para después descubrir que había estado con otra omega.
—¿Cómo lo descubriste?
—¿Lo de la primera mujer?
—¿Hubo más?
Nayeon asintió avergonzada al revelar a Jeongyeon su debilidad.
—Estuve ciega a sus engaños durante los primeros dos años. Cuando descubrí su infidelidad, me enfermé físicamente. Sin embargo, permanecí con ella, confiando en sus promesas de cambio. Yo deseaba tanto creer en mi alfa, confiar en ella, que acepté todo lo que me decía, por increíble que pareciera. El problema era que cuanto más la perdonaba, más bajo caía mi autoestima y más se deprimía mi loba. Llegué a convencerme de que todo era mi culpa. Pensaba que me faltaba algo que ella se veía obligada a buscar en las otras mujeres.
—Ahora sabes que eso no es verdad, ¿no es cierto? —La voz de Jeongyeon era tan gentil, tan tierna, que Nayeon tuvo que reprimir una oleada de emoción, cuando asintió.
—Pensé que Mina iba a cambiar, como siempre me lo prometía —Prosiguió ella en tono apacible —Creo que esa fue una de las razones por las que aguanté tanto tiempo, pero ella nunca cambió... Y una tarde, sin saber qué lo provocó con exactitud, decidí de repente que ya no podía seguir viviendo con ella. Hice mis maletas, las de mi pequeña Yuna y nos fuimos. Nunca regresé con ella, nunca quise regresar. Mi amor por ella había muerto profundamente y mi loba no estaba afectada profundamente por esa ruptura, supuse que tan siquiera existía la posibilidad de que fuera mi alfa destinada.
Jeongyeon entrelazó la mano de Nayeon, pasó un momento antes que la alfa hablara y, cuando lo hizo, su voz estaba tensa por el dolor que le provocaban los recuerdos.
—Yo pensaba que Jennie era la omega más dulce y gentil en este mundo. Por absurdo que parezca, creo que me enamoré de ella incluso antes de conocer su nombre. Era porrista del colegio y una de las chicas más populares entre los estudiantes, y yo me sentía como una don nadie. Por casualidad, nos conocimos varios años después de la graduación, cuando yo apenas comenzaba a progresar. Me había comprado un pequeño negocio y junto con mi padre, lo administrábamos muy bien. Yo trabajaba noche y día para echar a andar el negocio.
Jeongyeon hizo una pausa, y añadió con voz nostálgica, sin pretenderlo.
—Mi posición era en cierto sentido envidiable. Una alfa joven que progresaba tan rápido, vaya, era sorprendente al parecer. Ella fue la chica más popular del colegio y salir con ella era satisfacer un sueño o alguna fantasía, supongo. Jennie acababa de terminar con una alfa con quien había estado relacionada durante dos años y supongo que tenía que probarse algo a sí misma —Apartó la mirada —Las cosas se salieron de control y dos meses después me anunció que estaba embarazada. —La alfa se perdió entre los recuerdos —Para serte sincera, yo estaba feliz con la noticia, muy feliz. No vacilé un minuto en decidirme a que nos casáramos. Entonces yo estaba demasiado enamorada para ver con claridad. Ocho meses después de la boda nació Ryujin, era la bebé más hermosa que había visto jamás... —Vaciló, como ordenando sus recuerdos.
—Creo que no todas las omegas tienen instinto maternal y son sensibles. Era el caso de Jennie. Ni siquiera quería tomar en brazos a la bebé Nayeon, no quería tener nada que ver con ella. Cuando regresaba a casa por las noches, descubría que había descuidado a la niña la mayor parte del día. Pero yo la disculpaba siempre, los inexplicables moretones en sus bracitos, la expresión de miedo que veía en los ojos de mi pequeña cada vez que su madre estaba cerca. Comencé a dejar a Ryujin con mis padres para asegurarme de que estuviera bien cuidada, no me quedaba otra opción que protegerla, así sea de su propia madre.
Nayeon se mordió la comisura del labio al ver el dolor retratado en el rostro de Jeongyeon, quería abrazarla fuerte, quería devolverle la esperanza que, había notado, ya estaba perdida en alguna parte del pasado y amargaba su delicioso aroma floral.
—Para ser justa con Jennie, debo confesar que yo no era la mejor alfa en esos primeros meses. No tenía tiempo para serlo. Cuando nos volvimos a encontrar, yo me sentía como una gran triunfadora. Luego las cosas comenzaron a marchar mal en el negocio y casi perdí hasta la camisa —Suspiró —Después, —continuó con lentitud —... supe que mientras yo me afanaba por salvar la compañía, Jennie estaba saliendo con su antigua novia, Lisa.
—Oh, no... —Susurró con total empatía ante la sonrisa amarga que ella dibujó en sus hermosos labios.
—Ryujin es mi hija, de eso no hay duda. Pero Jennie nunca quiso cachorros en realidad y se sentía atrapada en nuestro lazo. —Suspiró largo y tendido antes de terminar su relato —Nos separamos cuando mi Ryujin apenas había cumplido su primer año.
—¿Cómo fue que falleció? —No se preocupó en simular su preocupación.
—Luego de separarnos, yo me quede con la custodia de Ryujin y ella se fue a vivir con la tal Lisa. Y varios días después un oficial de policía me comunicó del accidente que cegó la vida de ambas. Ryujin no recuerda nada de su relación con su madre, gracias a la madre Luna, y parece tener una imagen idealizada de su madre. Tiene la foto de Jennie en su habitación y en ocasiones la encuentro mirándola con nostalgia —Hizo una pausa, tragó, bajó la mirada intentando escapar en la situación en la que ella misma se había envuelto y consultó su reloj —¿A qué hora se supone que debemos recoger a las chicas?
—A las ocho.
—Ya son las ocho y cinco.
—¡Cielos! —Se echó el bolso al hombro mientras se deslizaban fuera del compartimento y se apresuraba hacia la caja.
Jeongyeon insistió en pagarle el café y ella no quiso perder tiempo discutiendo. Luego caminaron con rapidez hacia sus autos.
—¡Nayeon-ah! —Le llamó, mientras ella sacaba la llave de su bolso —Esperaré un par de minutos para no llegar al mismo tiempo.
Nayeon le dirigió una sonrisa agradecida.
—Bien pensado, señora Yoo.
—Nayeon... —Volvió a llamarla y la omega alzó la mirada interrogante mientras ella se le acercaba una vez más. —No malinterpretes esto, por favor —Dijo con suavidad y la estrechó en un abrazo gentil, palmeando suavemente su espalda —Lamento lo que Mina te hizo. Esa alfa es una tonta —Le besó con ternura en la frente y luego se volvió de improviso, alejándose de ella.
Nayeon tardó un minuto en serenarse lo suficiente para entrar a su auto y ponerlo en marcha.
Este par se quieren alejar y se acercan más...
¿Extrañabas esta historia? Luego publicó otro.
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