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Diecinueve❈

La mitad del cuerpo de la omega estaba entrelazado al cuerpo desnudo de la alfa, mientras reposaban en absoluto silencio. 

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que Jeongyeon había dejado su mandíbula marcada sobre su hombro junto a su cuello, pero aunque dolía suavemente, Nayeon se sentía satisfecha con esa decisión. Creía que ya no eran necesarias las palabras, todo estaba claro ahora que sé habían convertido en una. La omega buscó el dulce aroma de su alfa con la punta de la nariz y esta sonrió cuando dejó un beso sobre su marca, mientras la peinaba con sus manos. Nayeon encimó sus pies con los suyos, buscando estar unida a ella de todos los modos posibles y Jeongyeon logró identificar sus deseos.

—Ya soy parte de ti, cariño... —Susurró contra su sien antes de dejarle un beso.

—No es suficiente, me quedaré aquí hasta que te hartes de mi... —Respondió con aquella suave voz de omega. 

Jeongyeon rió cautivada por el luminoso brillo de sus ojos y disfruto de aquella sensación de gozo que recorría a su omega mientras la abrazaba contra su cuerpo y seguía deslizando caricias sobre su pelo. Estaba segura de que Nayeon podía percibir que jamás podría cansarse de ella.

La omega gruñó cuando oyó sus palabras y Jeongyeon sintió que el corazón le palpitaba con fuerza.

—Tengo que ir, pero solo serán dos días, cariño... —Intentó aliviar su inesperada reacción.

—Habías dicho que ya no tenías que salir de la ciudad, alfa —Recrimina la omega, desencajada por su pronta partida.

—Cariño, no estaba estipulado en mi agenda, me sorprendió tanto como a ti... —Jeongyeon se preocupó cuando Nayeon se negó a su agarre y sintió su inquietud. 

—Pero nuestro lazo... —Sollozó —Está bien, vete. —¿Qué era eso? Se preguntó la omega, ¿Porqué otra vez se estaba comportando de modo irracional? Aquello la confundió un poco más.

—Nayeon, tu sabes que no puedo controlar esto, es mi responsabilidad...

—Debiste pensarlo cuando me marcaste, no dijiste que debías irte... —Respondió aún ante su confusión y Jeongyeon aceptó sus palabras.

—No lo sabía, cariño. He estado evitando mis... ¿Nayeon? —Musitó la pelicorta, cuando la omega había palidecido tanto, que se veía tan blanca como una hoja.

—E-estoy b-bien... —Musitó tomándose la frente con la mano, pero cuando creyó que no podría ponerse peor, todo a su alrededor se apagó de pronto.

Jeongyeon al percatarse de la situación, reaccionó instantáneamente para alcanzarla justo a tiempo antes de que llegue al piso, para luego recostarla sobre el sofá de la sala.

—¿Nayeon? ¿Qué tienes, mi amor? —La nombró desesperada, pero ella no respondió a su llamado.

Aunque la alfa estaba desesperada por la salud de su omega, no quiso llamar la atención de Yuna para no preocuparla, entonces se dirigió al botiquín del baño en donde busca el alcohol. Luego de arrimarlo un poco para que ella respire su fuerte aroma, no tardó en reaccionar.

—Nay, ¿Cómo estás? ¿Te encuentras bien? ¿Qué tienes mi amor? —Se apresuró en preguntar la alfa, sin poder contener su ansiedad.

—¿Qué pasó? —Preguntó Nayeon, desconcertada y con un fuerte dolor de cabeza.

—Perdiste el conocimiento y te desmayaste aquí, ¿Qué rayos está sucediendo? ¿Estás enferma? —Insistió la alfa. Nayeon la miró igual de asombrada que ella.

—¿Y Yuna se dió cuenta? —preguntó la rubia, ahora con preocupación.

—No, por suerte no se percató y no quise preocuparla. —Admitió la alfa, acariciando su mejilla.

—Gracias. —Aceptó Nayeon, negándose a verla a los ojos.

—No tienes por qué darme las gracias —Besó su frente —Iremos a ver un médico, ese desmayo no es nada normal, cariño...

—Necesito estar sola un momento. —La omega tragó y la miró con demasiada seriedad. 

—¿Qué? —Habló la alfa, confundida —Pero omega, por favor, solo... —Nayeon la detuvo, posando sus dedos sobre sus labios.

—Simplemente estuve bajo momentos de presión con todo el trabajo que me provocó esta nueva temporada, con la expansión, por nosotras...

—¿Estoy siendo una presión para ti? —La miró desconcertada. 

—No, no quise decir eso. —La abrazó con fuerza y la alfa correspondió de inmediato, aún preocupada. —Solo necesito un momento, dame un momento. —Musitó la omega contra su hombro. 

—Solo son dos días mi amor, solo dos días lo prometo... —Musitó contra su pelo y Nayeon asintió.

—Está bien. —admitió luchando con su insoportable loba caprichosa y sonrió cuando la alfa la besó una última vez.

Jeongyeon dejó un beso sobre su mejilla y uno sobre su frente, antes de oler su marca y acatar su órden. Se fue sin chistar, pues no quería que una discusión fuera la causante de problemas mayores, la amaba y quería darle el espacio que necesitaba. Si de algo estaba segura, era del claro amor que sentían una por la otra, ya no necesitaba que se lo dijera, podía sentirlo fácilmente.

Dos noches más tarde, el apacible sueño de Nayeon fue interrumpido por los gritos alarmados de su Yuna. La omega se dió vuelta en la cama y vió el reloj que estaba en la mesa de cabecera. Las cinco de la madrugada, debía de tratarse de una mala broma.

—¡Mami, mami, ven pronto! —Lloriqueó la pequeña sin cesar.

—¿Qué sucede, Yuna? —Se incorporó en la cama, fastidiada por la irrupción de su hija.

—¡Mami! ¡Ayúdame por favor!

Las palabras denotaban tal pavor, que el corazón de Nayeon dió un vuelco. Apartó las mantas con presteza y corrió descalza hacía el pasillo. Casi de inmediato, sus pies se encontraron con agua fría.

—Oh cielos... —Jadeó la rubia mujer, asombrada de lo que estaba viendo.

—Creo que algo está descompuesto en el baño —Gritó Yuna, saltando con nerviosidad —El agua no deja de salir.

Por la forma como brotaba el agua parecía como si se hubiera desbordado una presa.

—Ve por unas toallas —Instruyó señalando hacia el gabinete de la ropa blanca en el pasillo. 

El borde de su pijama estaba mojado ya, cuando corrió hacia el cuarto de baño, apartando a su hija quien seguía brincando como un canguro enloquecido y al final, una investigación más atenta reveló que el agua salía del gabinete bajo el lavamanos.

—¡Mami, mami, toma! —Saltando a su alrededor, Yuna le lanzó un bulto de toallas que se separaron en el aire y cayeron por todas partes.

—¡Pero Yuna! —Le regañó su madre.

Acuclillándose frente al lavamanos, abrió el gabinete y de inmediato brotó una pared de burbujas. La fuerza del agua que fluía había volcado el recipiente del jabón de burbujas. 

—¡Estuviste con el baño de burbujas! —Afirmó su madre con molestia en su voz.

—Pero... ¿cómo lo supiste?

—El frasco no tiene la tapa niña, y ahora todo el contenido se derramó.

—Sólo usé un poquito... —Musitó la jovencita, cabizbaja.

Tres barras de jabón perfumado de París, todavía en sus envolturas, flotaron entre los pies de Nayeon. Estaba segura de que tardaría un tiempo en regresar a París por más.

—Lamento lo del baño de burbujas —Bufó Yuna, apenada con su madre —Supuse que te enfadarías si lo descubrías, pero una niña necesita saber lo que se siente darse un lujo de vez en cuando, ¿Sabes?

—E-está bien, no podemos preocuparnos por eso ahora.

Nayeon agitaba las manos tratando de apartar las burbujas para apreciar el daño. Pronto descubrió que un tubo se había roto y descascarado. Con la cabeza apoyada contra el borde del vertedero, buscó dentro del gabinete la llave para cortar el suministro de agua. Cuando la encontró, la cerró hasta que el agua se redujo a un simple chorro.

—¡Yuna! —Gritó mirando por encima de su hombro. Por supuesto, cuando la necesitaba más, su hija desaparecía —¡Trae más toallas! ¡Pronto, niña!

Dos minutos después la pequeña omega apareció con los brazos llenos con cada toalla y lienzo de limpieza de la casa.

—¡Uf! —Murmuró la niña haciendo una mueca de disgusto.

—¿Entró algo de agua a la sala?

Yuna asintió.

—Pero sólo hasta la puerta de enfrente.

—¡Rayos! —Masculló. Su humor no era el mejor 'Ahora tendré que contratar a alguien para secar la alfombra' se lamentó la rubia.

De rodillas y apoyada en una mano, Nayeon secó lo más que pudo, con el pijama ya empapado.

—Necesitarás ayuda mami... —Anunció su hija

—Mejor ve y cámbiate de ropa, no quiero que pesques una gripe.

—¿Y tú?

—Iré a ponerme ropa seca en cuanto termine de limpiar esto.

—Pero mami...

—Bebé —Dijo presionando los ojos para no perder la paciencia tan pronto —Has lo que te digo por favor. No estoy de humor para discutir, ¿Está bien?

El pijama de Nayeon estaba empapado, las burbujas se reventaban a su alrededor y sobre su cabeza. Sencillamente no sabía qué hacer, a las cinco de la madrugada, con una casa inundada de agua, una jovencita hiperactiva y curiosa, una marca recién hecha, el constante desconcierto de su alfa ausente y su alfombra. Estornudó con fuerza y buscó un pañuelo de papel que se deshizo en sus manos mojadas.

—Toma, usa este, mejor.

La voz grave que oyó detrás de ella sorprendió tanto a Nayeon que cuando se volvió, resbaló y cayó sentada en un charco de agua helada sobre su trasero.

—¡Jeongyeon! —Exclamó, poniéndose de pie con dificultad —¿Qué haces aquí? —Nayeon miraba a la alfa, boquiabierta y con los ojos redondos. ¿Desde cuándo y porqué estaba allí a esas horas de la madrugada?

—Necesitaba una excusa para venir después de que mi avión arribó, y Yuna me llamó por teléfono, muy agitada y me preocupé cuando dijo que se había inundado tu casa...

—¿Yuna? Ahg, esa niña... —Lamentó la omega, meciendo la cabeza.

—Sí, la misma. Me sugirió que viniera pronto en tu ayuda, diciendo que algo drástico había sucedido —Dió un paso hacia ella y con ternura le apartó un mechón de su frente —¿Qué pasó aquí?

—Se rompió un tubo debajo del fregadero, pero creo que ya lo tengo bajo control... 

El pijama le colgaba sobre los tobillos, chorreando agua en sus pies. El cabello le caía húmedo alrededor de la cara y Nayeon nunca se había sentido más vulnerable y tan cerca de las lágrimas antes.

—Yuna no debió llamarte, lo siento —Murmuró, cuando encontró su voz.

—Me alegro de que lo haya hecho. No podía dormir, y me complace saber que puedo ser útil de vez en cuando, ¿Sabes? —Sin importarle que estuviera empapada, la estrechó en sus brazos, apretando la mojada cabeza contra su pecho

Nayeon se estremeció. Sentía a Jeongyeon tan cálida y llena de vida, su loba retomó un buen ánimo apenas percibió de su delicioso aroma floral, tan preocupada y amorosa. Ella le había dicho que era una mujer fuerte e independiente, y por lo regular lo era, pero cuando se trataba de tuberías rotas y de lazos de amor, se derrumbaba.

—Estás empapada hasta la médula, cariño —Murmuró junto a su oído —Déjate ayudar...

—Lo sé...

—Ve a cambiarte. Yo me encargaré de esto.

—¿Y tú qué sabes de tuberías?

—Te puede sorprender todo lo que puedo hacer por ti, si solo te dejaras ayudar, mi amor... 

Entonces brotaron las lágrimas, lágrimas tontas que surgían de algún lugar profundo dentro de ella y se negaban a contenerse.

—No puedo secarme —Sollozó, enjugándose con la mano furiosa las mejillas —Ya no hay una sola toalla seca en toda la casa.

Jeonyeong se quitó la chaqueta negra y se la puso sobre los hombros.

—Omega, no llores, por favor. Todo va a estar bien, sólo se trata de un tubo roto y lo puedo arreglar antes del mediodía... quizás antes. Ya no llores.

—No lo puedo evitar —Farfulló y se llevó una mano a la boca, posando la frente en el pecho de la alfa, quien la acarició de inmediato.

—Son las cinco de la mañana Jeongyeon, mi costoso baño de burbujas de París está arruinado, te extrañé tanto y estoy tan enamorada de ti, que no puedo pensar con claridad en cosas tan estúpidas como en este estúpido tubo roto, también...

Nayeon lloraba contra su pecho, cuando Jeongyeon la tomó por los hombros y la apartó para mirarla a los ojos.

—¿Qué dijiste? —Musitó con aquellos hermosos ojos iluminados de ilusión.

Nayeon bajó la mirada, hipando mediante.

—Que se arruinó mi baño de burbujas —Balbuceó, la omega.

—Eso no. Quiero oír la otra parte.

Nayeon lanzó un suspiro.

—¿Qué otra parte?

—En la que admites que estás tan enamorada que no puedes pensar claro. ¡Cielos, mi amor! Hace unos días estaba yo aquí con el corazón en la mano, trémula y emocionada como una adolescente, y tú tomaste las cosas con tanta negatividad, que creí que había cometido un error, y ahora...

—Fuiste tú quien tomó todo con frialdad al decidir irte, como si lo sucedido entre nosotras no te importara —Ella se pasó el dorso de la mano debajo de la nariz y estornudó con fuerza —Oh Luna, lo siento alfa, no quería que te vayas, no quiero que te vayas nunca... —Sollozó con más fuerza, pegándose a su pecho a su cuello impregnándose de su aroma.

—Estaba nerviosa también por tener que irme, pero ya no lo haré, lo prometo. Ahora, ¿Hacemos otro intento? Quiero casarme contigo, Im Nayeon, quiero que seas mi omega, que hagamos una familia con nuestras niñas. Quiero amarte hasta que las dos estemos viejitas. Incluso he abrigado fantasías de las dos viajando para visitar a nuestros nietos... —Musitó con un mohín y Nayeon alzó los ojos con timidez.

—¿Nuestros nietos? —Se sintió incapaz de creer lo que estaba escuchando. Jeongyeon sonrió con aquella irresistible sonrisa amable, que su alfa tan siquiera sabía cuánto poder tenía en su atractivo.

—Claro, pero preferiría tomar esto paso a paso. Lo primero que quiero que hagamos es casarnos. No pude haberlo hecho más evidente hace unos días.

—Pe-pero...

—Un momento, déjame continuar antes que nos metamos otra vez en más complicaciones. —Bromeó la pelicorta —Lo primero es lo primero. ¿Quieren casarse Yuna y tú con Ryujin y conmigo?

Nayeon la miró boquiabierta sin hallar una respuesta correcta, porque ¡Diablos! Era obvio que moría por estar con ella eternamente, pero las palabras escaparon otra vez.

—Creo que deberíamos hacerlo... —Habló la pequeña adolescente desde el pasillo, complacida por cómo se estaban encaminando las cosas —Quiero decir, para Ryu y para mí ha sido obvio desde hace mucho que ustedes hacen la pareja perfecta —La pequeña omega suspiró y se apoyó contra la pared, cruzando los brazos al pecho en una actitud de persona adulta —Sólo hay una falla en todo el plan.

—¿Una falla? —preguntó Nayeon, con confusión. Siquiera podía creer que su hija tuviera la osadía de admitir que tenían un plan. Pero sabía que mentiría si dijera que no estaba feliz de que fuera con Jeongyeon.

—Sipi —Asintió Yuna —Ryu va a estar muy molesta por haberse perdido todo esto.

Jeongyeon frunció el entrecejo y luego soltó una carcajada nerviosa.

—Vaya, vaya... Creo que Yuna tiene razón. Tendré que hacer una segunda proposición. —Murmulló la alfa, divertida.

Nayeon se incorporó y puso las manos en jarras, sin problema con evidenciar su descontento, hacia ambas.

—Escuchen ustedes dos, nunca he dicho que me casaría con nadie, aún ¿De acuerdo? 

—Por supuesto que vamos a casarnos con Jeongyeon unnie —intervino Yuna con firmeza —De verdad mami, no es el momento para hacerse la difícil.

—¿Qué? —Estupefacta, miró a su hija. Luego desvió la mirada hacia Jeongyeon quien intentaba detener una sonrisa, y luego hacia su hija otra vez.

—Yuna tiene toda la razón cariño, ¿sabes? —Dijo la alfa, levantando una ceja.

—No puedo creer que estoy oyendo esto... —Estaba de pie sobre un mar de toallas mojadas, mientras su hija y su alfa debatían su destino como si ella poco o nada tuviera que ver en ello.

—Tenemos que pensar en alguna manera de incluir a Ryu... —Comentó la pelicorta, con aire reflexivo.

—Me iré a cambiar de ropa —Bufó Nayeon, ignorando a ese par que no parecía tener remedio alguno.

—Buena idea —Replicó la alfa, sin mirarla.

Nayeon fue a su habitación y cerró con fuerza la puerta. Se quitó el pijama y, temblando, buscó un suéter de lana y unos jeans.

Yuna y Jeongyeon estaban todavía en el umbral del cuarto debatiendo detalles, cuando Nayeon reapareció. La rubia pasó frente a ellas con suavidad y se encaminó a la cocina, donde preparó café. Luego levantó las toallas tiradas, las llevó, las metió en la lavadora y encendió la máquina. Cuando regresó a la cocina, Jeongyeon ya estaba allí.

—¡Oh! Problemas —Comentó la pelicorta al observar sus furiosos movimientos —Bien, dime qué te molesta.

—No me gusta el modo en el que tú y mi hija están planificando mi vida —ironizó y la alfa sonrió de lado —Realmente Jeongyeon, ni siquiera he aceptado tu proposición de matrimonio y ya tú y Yuna tienen previstos los próximos diez años.

Jeongyeon hundió las manos en los bolsillos de su pantalón.

—No es para enfadarse tanto, cariño...

—Quizá no, pero de cualquier manera es irritante. Desde ahora te advierto que no te dejaré hacer una segunda proposición sólo para que Ryujin la presencie. —Musitó con aquel tierno mohín —Para serte sincera, no me entusiasma mucho el que Yuna haya participado en esta. ¿Sabes? Se supone que una proposición matrimonial es un asunto privado, alfa. Un momento romántico, con flores y música, no enfrente de una tubería rota, con burbujas de baño alrededor y con mi hija como público. —Le regañó y Jeongyeon asintió cabizbaja pretendiendo verse arrepentida, aunque no quitando esa expresión divertida de su rostro.

—Está bien, entonces ¿qué sugieres? —Consultó, como respuesta.

—No sé, usa tu imaginación, alfa tonta. —La regañó, regresando hacia su cometido, preparando el café molido para ponerlo en la cafetera. Jeongyeon se recordó el primer día, que parecía incapaz de quedarse quieta y sonrió.

—Si quieres romance, me parece bien. Te lo daré con todo gusto.

—A la mayoría de las mujeres nos gusta el romance, estoy segura que a ti también... —Le regañó, parecía determinada a cobrarle esos dos días lejos de casa.

Jeongyeon caminó hacia ella justo detrás, la tomó suavemente buscando que la mire. Nayeon dejó que sus brazos la rodeen y hasta ese momento no tuvo idea de cuánto deseaba el romance, en realidad, lo quería todo.

Todo con Yoo Jeongyeon la fascinaba. Alzó una mano para rozarle con delicadeza la orgullosa línea de la mandíbula. Realmente amaba a esa mujer. Sus ojos de un negro aceituna intenso, se encontraron con los de ella y un exquisito escalofrío la recorrió. La alfa la agarró por la cintura y luego la alzó del suelo hasta que sus ojos estuvieron al mismo nivel.

Nayeon emitió un leve jadeo de sorpresa. Sonriendo, le rodeó el cuello con los brazos. Jeongyeon la besó entonces, adorando cada centímetro de sus suaves labios, con una pasión que la dejó lánguida y temblorosa.

—¿Qué tal estuvo eso? —preguntó la alfa con voz enronquecida.

—Vas bien, muuuy bien. Es un buen comienzo. ¿Sabes algo? Me fascinan tus besos... —admitió la omega, con aquellos dilatados ojos que la veían con tantos sentimientos. Estaba agradecida de poder percibir todo lo que sentía en su marca, no se arrepentía en lo absoluto de aquello, lo que la recorría a causa de ello, era maravilloso.

—Eso supuse cariño, y a mí los tuyos me encantan —Una vez más, la boca de la pelicorta hizo contacto con los labios de la omega.

Nayeon quedó azorada y excitada ante la intensidad de la caricia de los besos de Jeongyeon. La misma, por su parte, insistió en el beso una y otra vez, hasta que la rubia pensó que si la soltaba, caería al suelo porque sus pies no la aguantarían. Nayeon estaba comenzando a asimilar que no parecía ceder la intensidad de su conexión con la alfa.

—Nayeon...Te amo, quiero que seas mi omega y mi esposa, ¿Aceptarías unir tu vida junto a la mía y a la de nuestras maravillosas hijas traviesas?

La omega plantó una serie de besos en todo el rostro de su amada, sintiendo que el corazón le explotaría en el pecho. Jeongyeon había despertado su parte sensual, enterrado en todos esos años desde su separación, y ahora volvía a la vida y ella sentía hambre de amor por esta mujer que cada día estaba más dentro en su corazón.

—Sí... —Susurró contra sus labios —Sí, sí, sí. —Repitió convencida.

—Sí, ¿qué? —insistió la alfa y Nayeon hizo una pausa y sonrió con ternura ante su intento de ser exigente.

—Sí, me casaré contigo. 

—Ahora mismo. ¿De acuerdo? —Exigió la alfa, fundiendo su nariz contra su cuello, persiguiendo su delicioso aroma.

—En este minuto. —Aceptó Nayeon en un suspiro.

—Podemos volar a alguna parte... encontrar una licencia...

—Oh, mi amor, ¡Te necesito tanto! —Sollozó abrazándose a ella, quien insistió en el abrazo con el que la rodeaba por completo.

—Nay, no podemos... —Las palabras de Jeongyeon brotaron en un gruñido proveniente de lo más profundo de su ser y Nayeon rió ante sus palabras.

La omega la oyó, pero no pareció importarle, solo la besó, beso que la alfa continuó mientras la hacía reír con las caricias de sus manos.

—Yuna no debe estar viendo de alguna parte...

—Lo sé, mi amor, solo te he besado nada más...

Nayeon se incorporó y se apartó. Con voz trémula.

—Creo que deberíamos esperar un poco para casarnos. —Habló ahora con seriedad y Jeongyeon asintió, muy a su pesar.

—Bueno, al menos hasta que llegue Ryujin. Estoy completamente de acuerdo.

—¿Cuándo regresará?

—La próxima semana.

La rubia asintió y cerró los ojos. Le parecía una eternidad. En ese momento, no obstante, en todo lo que Nayeon podía pensar era en lo que le deparaba un futuro con Yoo Jeongyeon repleto de vacaciones familiares, galletas horneadas en casa y quizás mucho más que dos pequeñas omegas hábiles y manipuladoras que tenían como hijas.

Hola hola tu, ¿Me extrañabas por aquí?

Te comentaré. Como bien sabes esta es una adaptación de una historia original y honestamente está escena era bien confusa, el personaje de Nayeon se enojaba no supe porqué y el de Jeongyeon acababa yéndose, por lo que decidí crear esta escena que le da un poco más de sentido con el viaje de Jeongyeon. Aún así la propuesta y demás, estaba estipulada en su formato original así que espero que te haya gustado.

En fin, el próximo capítulo tenemos final de historia TT 

Esperado con ansias, tqm, tu JazUnnie🌻

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