𝟎𝟎𝟏
Dos hombres se encontraban reunidos en lo más alto de un edificio.
—Zeus —llamó uno de ellos.
—Poseidón —respondió el otro quedando cara a cara con el otro hombre.
Eran los dioses griegos, eran el dios del mar y el dios del trueno.
—Han pasado muchos años —dijo Poseidón a su hermano.
—¿Qué ves ahí? —le preguntó Zeus mirando al horizonte.
—Nubes de tormenta —contestó el hombre mirando el cielo.
—Sin rayos —exclamó el dios supremo —. Robados.
—¿Qué? —preguntó el hombre al ver como Zeus se alejaba totalmente enojado —. ¿Crees que yo los robé? —Poseidón siguió a su hermano —. La omnipotencia te ha cegado hermano. Tenemos prohibido robar nuestros poderes.
—Pero nuestros hijos no —dijo Zeus enfrentando a su hermano.
—Acusas a mi hijo —respondió discriminatoriamente el dios del mar —. No lo veo desde que era un bebé. No me conoce ni sabe quién es por tu culpa.
Zeus miraba al hombre.
—Ni mi hijo ni la hija de Afrodita y Ares saben lo que son —espetó Poseidón —, todo es tu culpa así que no trates de hacernos creer que alguno de ellos robó tu rayo.
—Yo no dije nada sobre ella —dijo el hombre de manera hostil. Hablar sobre la pequeña era como tocar una fibra sensible, se seguía arrepintiendo de haberle causado ese destino.
—Pero lo pensaste —acusó su hermano —. Sabes que si Ares y Afrodita se enteran se enojaran. Ella jamás te lo perdonaría.
Afrodita, la debilidad de los dioses. La mujer era amada por los demás. Afrodita era el punto débil de los dioses, más del dios del trueno, su hermana era muy importante para él. El hombre sufrió cuando esta lo ignoró por años por lo que le hizo a su hija. No podía volver a tener el odio de ella, no de su preciosa niña.
—Déjalas fuera de esto —espetó el hombre —. Si tu hijo es el ladrón, lo enviaré a los abismos del tártaro.
Poseidón arremetió contra su hermano.
—Si les tocas un solo cabello —amenazó —, te arrepentirás toda tu vida.
El dios mayor se liberó y demandó claramente.
—Tendrá que devolver el rayo en catorce días para la media noche del solsticio de verano. —Zeus se alejó de su hermano —. O entonces habrá guerra, y ella no estará involucrada.
El dios del rayo hizo explotar una entrada y se fue dejando a su hermano totalmente solo.
Lynette Roberts
Me desperté con la respiración agitada luego de tener ese sueño con los hombres en la torre.
—Está bien, cariño —dijo mi madre calmándome.
—Lynette —llamó mi padre —, es solo un sueño.
Asentí y se fueron dejándome en la oscuridad, sola con mis pensamientos.
¿Solsticio de verano? ¿Rayo?
—Pasará pronto, Peter —escuché decir a mi madre.
—No te preocupes tanto, Lori —dijo mi padre —. Ni ello ni nosotros dejaremos que algo le suceda.
Volví a dormir con la fe de poder descansar con tranquilidad.
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—Poseidón —dije a Grover —. Percy sería hijo de Poseidón si los dioses existieran.
—Estás loca —negó el moreno.
—Solo míralo. —señalé la piscina donde el castaño se encontraba sumergido —. Lleva mucho tiempo ahí, definitivamente sería hijo de Poseidón.
—Tú y tu obsesión con los dioses —respondió el chico —. Aunque si estos existieran tú definitivamente serías hija de Afrodita.
Lo miré fijamente.
—Traes a muchos chicos locos por ti, no puedes negarlo. Eres bella, Lynette.
Me sonrojé un poco.
—Gracias, Gro.
—Está vivo —celebró Grover al ver a Percy salir del agua mientras aplaudía—. Percy Jackson es una bestia. Eres una bestia, chócala.
—¿Cuánto fue? —preguntó Percy saliendo del agua y sentándose en la orilla.
—Siete minutos —contesté mientras lo rodeaba con la toalla —. No quiero que te resfríes —dije para luego dejar un beso en su frente haciendo que el chico sonriera.
—¿Siete minutos? —cuestionó Percy.
—Ajá —afirmó Grover —, es increíble, estás loco. ¿Cómo lo haces?
—Me gusta mucho el agua —dijo Percy —. No pienso en otra cosa.
—¿Seguro? —preguntó Grover haciendo que Percy se sonrojara.
—Ya te lo dije —exclamé cuando el chico acercó —, eres un digno hijo de Poseidón.
—Lo que tú digas —respondió sentándose a mi lado y besando mi mejilla.
Percy era el único que no me molestaba con mi fascinación por los dioses griegos. De hecho, podría escucharme hablar durante horas sobre ellos y no lo escucharía quejarse ni una vez. Lo comprobé la vez que hablé por más de dos horas sobre Ares y Afrodita. Ambos dioses habían atraído mi atención siempre, aunque los demás tenían un pedazo en mi corazón.
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—Ojalá pudiera pasar todo el día en el agua y no aquí —se quejó Percy mientras caminábamos por los pasillos de la academia Yancy.
—No es como lo vemos en televisión—se quejó Grover.
El lugar era una mierda, la gente peleaba entre sí y más.
—Hola, linda —dijo un chico en los pasillos acercándose a mí.
Percy —quien traía su brazo sobre mis hombros —apretó más su agarre al notar la cercanía del chico.
—¿Por qué no dejas a estos perdedores y nos vamos a divertirnos? —preguntó acercándose.
El tipo logró zafarme del agarre del castaño y ahora él rodeaba mi cintura.
—Déjala —exclamó un Percy furioso.
—Si no quitas tus asquerosas manos de mí, yo misma me encargaré de cortártelas y dártelas de comer una por una —espeté furiosa empujándolo — mejor vete de aquí y déjame en paz con mis chicos.
Antes de que él diga algo seguí caminando con mis amigos hasta que algo me detuvo. El maldito había tocado mi trasero. No lo pensé dos veces y me lancé contra él. Por la fuerza lo había derribado y ahora me encontraba encima de él en el piso repartiendo puñetazos a diestra y siniestra sin importarme la cantidad de sangre que botara de su rostro. Estaba aplicando lo que papá me había enseñado; Desde que tengo uso de razón mi padre me ha enseñado a pelear y defenderme, sé utilizar muchas armas —la mayoría medievales — de manera eficaz.
—Vuelve a tocarme y te mataré —exclamé en su sangrante rostro antes de pararme con la ayuda de Percy, quien tenía sus manos en mi cintura.
—Todos los días es lo mismo —se quejó Grover.
Los chicos siempre se acercaban a "coquetearme".
—Dan asco —dijo Percy limpiando mis nudillos con un pañuelo. Mágicamente estos estaban intactos, pero el chico no soltó mis manos, solo las acercó a su boca y dejó besos en ambas manos.
—Otelo 4.2 —exclamó la profesora —. Buenos días. Soy la señorita Dodds, soy su maestra suplente. ¿Alguien intentaría decirme qué intentó decir Shakespeare con esta frase de Otelo?
Algunos levantaron su mano, pero la profesora nombró al elegido.
—Percy Jackson. —Mi amigo miraba la pizarra inquieto —. ¿Y bien?
Sabía que Percy la estaba pasando mal, su dislexia le impedía leer. Yo también la tenía, pero muchas veces me las arreglaba para entender.
—Lo siento, no lo sé —respondió el de ojos azules.
—¿Alguien más? —preguntó la señorita Dodds.
Yo me encontraba en la banca tras de Percy, mientras que Grover en la que estaba a nuestro lado derecho, aproveché eso y tomé la mano del de ojos azules tratando de reconfortarlo.
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—Esa señorita es una mierda —me quejé mientras caminaba con Percy —. No debió hacer eso, sé que ella sabe que tienes dislexia.
—Está bien —dijo el chico dándome un apretón en nuestras manos entrelazadas.
—Claro que no.
Seguimos caminando hasta llegar a casa de Percy.
—Hola, mamá, ya llegamos —anunció el chico. Sally sabía que se refería a mí, siempre venía con Percy hasta su casa y luego me iba a la mía.
—Aquí arriba, cariño —contestó la mujer.
—Hola —saludó la mujer mientras planchaba.
—Hola, ma.
—Hola, Sally —saludé, la mujer había insistido tanto en que la llamara por su nombre que cada que la veía se me hacía difícil no decirle señora Jackson.
—Lynette, cariño —dijo la mujer abrazándome luego de abrazar a su hijo —. ¿Qué tal la escuela?
—Como siempre —contestó Percy —. Creo que la dislexia se está poniendo peor.
—Ay, ¿por qué dices eso?
—Hoy una maestra prácticamente se burló de eso —conté enojada.
Percy se acercó al verme con los brazos cruzados y un pequeño puchero del enojo, acarició mi mejilla y dio un beso en mi frente.
—Tal vez sea el déficit de atención. Se supone que esta escuela debería de ayudarme.
—Percy, sé lo difícil que es esto para ti, pero algún día lo comprenderás.
—¿En serio? ¿Cuándo? —preguntó —. ¿Será hoy, mañana? ¿Cuándo lo haré?
—Mujer, ya llegué —anunció el asqueroso padrastro de mi amigo.
—Hola, Gabe —contestó Sally.
—¿Dónde está mi cerveza?
—En el refrigerador.
—¿Y qué, estás esperando a que mágicamente vuele del refrigerador hasta mi mano?
Percy se encogió de hombros.
—Muévete. —Cuando la mamá de Percy pasó junto al hombre este dio una palmada a su trasero.
—Por favor, ¿tienes que hacer eso aquí? —se quejó Percy —. Es asqueroso, estás en la cocina. Se nota que es encantador —dijo mirando a su madre.
El hombre me miró de arriba a abajo fijándose en mis piernas descubiertas por mi falda durante más tiempo. Miré a Gabe amenazadoramente y las manos de Percy se colocaron frente a mis piernas tapando la mirada del hombre.
—Me das asco —espetó hacia Gabe —. Oye ten más respeto, son unas damas, Lynette y mi madre.
El hombre se acercó y Percy se enfrentó a él.
—Esta es mi casa —dijo tomando a Percy del pelo haciendo que mis alertas se disparan — Tú respétame a mí.
Cuando soltó al castaño y pasó junto a mí lo empujé con mi hombro fuertemente.
—Por favor —dijo el de ojos azules con gracia.
Gabe se fue.
—¿Por qué sigues con ese animal? Apesta a drenaje. Duerme hasta el mediodía y ni siquiera tiene trabajo. ¿Por qué sigues con él, ma?
Mi celular sonó haciendo que mi atención se desvíe de ambos. Era un mensaje de mi madre diciendo que me esperaba en casa.
—Me voy —dije haciendo que ambos me miraran.
—Te acompaño hasta casa —exclamó Percy.
—No, iré sola
Luego de despedirme, el chico me acompañó hasta afuera, pero no lo dejé ir conmigo.
—No seas tan duro con ella —dije mirando fijamente al castaño.
El chico bajó su cabeza así que tomé su barbilla y la levanté para que me mirara.
—Ella te ama. —Nuestros rostros estaban a escasos centímetros, nadie decía nada, solo nos mirábamos uno al otro. Me acerqué más y dejé un beso en su mejilla a modo de despedida.
El camino no fue tan largo, en menos de lo que esperaba ya estaba en mi casa que estaba un poco alejada de la ciudad. Se encontraba rodeada de árboles y era hermosa.
—Mamá —saludé con un beso en la mejilla.
—Lynette —contestó mi madre para comenzar a servirme comida.
Comí y fui a mi habitación, mi padre llegó luego de unas horas.
Actualizaciones Lunes y Viernes
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