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✯𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏✯


 ✯ 𝐄𝐭𝐡𝐚𝐧 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤

Después de llegar del cumpleaños de mí prima no de sangre, pero sí de corazón, porque ella es hija de la mejor amiga de mí madre, no la veía desde que ellos se mudaron para que ella pudiera ir a estudiar y le quedará más cerca la universidad, igual no éramos muy unidos pero si de chiquitos, ella es una chica genial, ah pero si habla hasta no cansarse. He conocido a su novio en su cumpleaños, era un chico alto como de dos metros me llevaba como dos cabezas, de cabello castaño y rizado o eso vi, es que me le quedé viendo un buen rato, no podía apartarle la mirada a ese chico, en fin. Yo había ido por el pastel, Mery había dicho que había hecho un enorme pastel y estaba delicioso, pero la azúcar no es mí mejor amiga, porque me pone más imperativo, como un niño.

Creo que no me he presentado pero soy Ethan Black, conocerán mucho de mí, hasta no sé si me aguantarian, porque a veces ni yo me aguanto, literalmente. Si, también suelo hablar mucho o corregir a alguien cuando habla mal, soy un chico perfeccionista con algunas cosas…bueno, quizás muchas, demasiadas o un extremo, no me gustan las preguntas tontas que a veces me hacen, eso me irrita, ¿Porque las personas hacen preguntas que ya tienen respuestas obvias? Por ejemplo, mí prima me preguntó cómo había llegado a su casa, iba a responderle que en auto con mis padres, porque no iba a ir volando o aparecer en su casa como si me transportará, no…aunque no estaría mal. 

Ahora me estoy viendo al espejo y noto que mí camisa está arrugada, fruncí el ceño, odio eso, por más que sea pequeño me molesta, me la saco bufando y me pongo a plancharla. Hoy es día de ir al nuevo terapeuta…uy si, que divertido es ir a Terapia. Voy desde que, tenía diez años, estoy cansado, pero me habían diagnosticado que tenía  TEA y más depresión, no era nada grave pero si algo molesto, de niño no podía controlarlo mucho, pero ahora que tengo veintiuno lo trato de disimular, la Terapia me ha ayudado también a sobrellevarlo, en fin. 

Cómo decía, estoy planchando la camisa que tenía puesta, una vez que la tengo lista me la vuelvo a poner sin importar que estaba caliente, me la iba abrochando de a poco y justamente la voz de mí madre me distrae. 

—Ethan, ¿Estás listo?.—pregunta ella desde la entrada de mí habitación. 

—Si, solo espera que termine de abrochar la camisa.—digo, mientras me los abrochaba con toda la paciencia. 

—De acuerdo, te esperamos en el auto.

Suspiro al verme otra vez al espejo, luego veo mí cabello que está bien arreglado, luego me pongo mis lentes de contacto, cuando iba a irme me detengo y vuelvo a verme al espejo, el peinado que me hice parecía de mí abuelo, así que me lo acomode con una mano y ahora si quedó bien. 

Al bajar de las escaleras, agarro a mí mejor amigo que son los auriculares inalámbricos que vengo usando desde hace años, sin esto no sé qué haría, pero lo que no tolero son los más mínimos ruidos que pueda escuchar. Me molesta hasta el de una mosca, no no exagero. De niño me han llamado dramático por todo lo que me molestaba. 

Al abrir la puerta del auto sin ganas, y ponerme el cinturón de seguridad, saco el paquete de toallitas húmedas que son desinfectantes, las paso por mis auriculares, antes de ponerlos por encima de mis oídos, papá había empezado a conducir y yo miraba por la ventanilla, iba a extrañar mí casa, las historias que he vivido ahí, irnos a un nuevo vecindario para que yo pueda ir al nuevo terapeuta me abrumaba, no quería dejar mí casa, mí lugar, suspiré y luego empiezo a mover la liga de mi muñeca, es una simple y en la otra mano tengo un anillo en mí dedo índice ese si tiene un gran significado. 

Después de unas horas, ya que dejamos nuestras cosas en la nueva casa, papá estaciona en un edificio súper alto y grande, me bajo del auto para apreciarlo más, veo cada detalle con detenimiento. 

—Te irá bien, dicen que el señor Tompson es unos de los mejores terapeutas y que es muy amable. 

—Para mí la señorita Juliet, era mucho mejor..—le murmuré viéndola. 

—Ella nos lo recomendó al señor Tompson Ethan, anda, vamos adentro, verás que te agradará.

Rodeé los ojos, pude escuchar como murmuraban algo mis padres, veía todo, las paredes eran color verde pastel, tenían luces bajas, estaba la sala en silencio, hasta que me encuentro con una mujer que parecía amable, supongo que era la recepcionista de aquí. Mí madre se acerca a ella con una sonrisa amable y yo me quedo ahí mirándolas a distancia. Pero luego decidí sentarme.

Después de unos segundos veo como una chica rubia, llega corriendo hasta donde la mujer estaba, pedía disculpas por su retraso, se la veía agitada como si fuera ido a correr a una maratón, la miré fijamente, mientras se movía en cámara lenta, su cabello casi brillaba, sus ojos son celestes, su sonrisa era perfecta, sacudí la cabeza cuando mí padre se puso a mí lado. 

—Vas a darle dolor de cabeza si la miras mucho.—dice mí padre con una sonrisa. 

Miré hacia otro lado, ignorando lo que había dicho mí padre, no la estaba viendo, yo miro a todo el mundo así, es de lo más normal del universo. 

El señor que se hace llamar Tompson que supongo es su apellido, no creo que sea su nombre sería uno muy raro, me llama para que pasara, veo a mis padres y ellos me dan una sonrisa tranquila, a lo que entré confiado. Me siento en la silla frente a él, él empezó a ver mis datos personales y me mira con una media sonrisa. 

—Bueno, Ethan ¿Verdad?.—Y ahí vamos con una pregunta tonta. 

—Lo dice ahí, si soy Ethan.—digo a lo bajo. 

—Lo sé, dime Ethan ¿Cómo estuvo tu día hoy?. 

—De lo más triste, nos hemos mudado esta mañana y ahora me encuentro aquí con usted.—hablo siendo sincero. 

—Bien..

—¿Bien?, creo que no está bien..

—¿Crees que es malo mudarse?. 

—Si, porque me han alejado de mí hogar, dónde yo he crecido ¿Entiende?.—frunzo el ceño. 

—Entiendo. Vamos a hacer una actividad que me ha dejado la tarea Juliet. ¿Tienes ganas de hacerlo? 

Asiento con la cabeza, mientras hago golpecitos con los dedos en el antebrazo de la silla. 

Después de hacer una actividad, salgo de su oficina y me encuentro una escena media rara, la chica rubia que vi hace rato estaba riendo con un chico muy cerca de ella, a lo que él se había dado cuenta de que los miraba, él la miró a ella y luego a mí para luego hacerme una seña completamente obscena que fue hacerme el fuckyou, ella dejó de sonreír y le bajó la mano a lo que yo sonreí y le hago la seña del cuerno, él dejó de reír veo como ella lo agarra de la remera ya que se iba acercar a mí, ladee la cabeza hacia un costado, al ver lo que estaba haciendo ahora.  

—Ethan.—la voz del señor Tompson hizo que girara a verlo.—Nos vemos la semana que viene ¿De acuerdo?.

—Si, está bien..—estaba por irme, pero vuelvo a hablarle.—Oiga señor, ¿Deja que su empleada esté con ese chico en horas de trabajo?. 

Él mira hacia donde se encuentra la chica rubia, vuelve a mirarme pero con una mirada de confusión. 

—¿Qué chico?. Ella está sola ahí. 

—Oh, claro, es que no lo ve bien, está escondido. 

—¿Clarice?.—él se acerca a dónde está ella. 

—Ethan, ¿Porque te metes donde no debes?.—me encogí de hombros. 

—Papá, no hay nadie aquí..

¿Papá? Ajá, con razón, ella es su hija y trae a su noviecito cuando quiere. 

—Quiero que salgas de ahí ahora mismo Asher.—dice él ya serio. 

El chico llamado Asher, sale de su escondite, me mira con seriedad y luego lo mira al señor Tompson. 

—Asher, ¿Que te he dicho de no venir cuando Clarice está trabajando? ¿Acaso no entiendes?. 

—Papá, él solo quiso venir a traerme la merienda, ya se iba. 

—Si señor, solo vine a traerle eso, ya me voy, lo siento.—él se disculpa y besa a su novia. 

Que asco ver cuando se pasan saliva, hay millones de bacterias entre otras. Hice la mueca de asco. Cuando estamos por irnos, mí mirada se cruza con la chica rubia y le guiño un ojo con diversión. 

—Ethan, no debes meterte donde no te llaman hijo.—dijo mí madre mientras nos subíamos al auto.

—Mamá, las mentiras tienen patas cortas, no hay que mentir ni ocultar nada. ¿No es lo que me has enseñado?. —le pregunto mientras me limpio las manos con mis toallitas húmedas. 

—Si, pero no debes meterte en problemas, ¿De acuerdo?. 

—Quiero dulces, por favor.—digo como si nada.

—No tendrás hoy, te hace mal, además, ya lo sabes.—dice mí padre con la vista al frente. 

—No importa, quiero un dulce.

—Está bien, ten..—mi madre me da un dulce y empiezo a sacar la envoltura con toda la calma. 

Pero entre no querer escuchar el ruido y la ansiedad de ya abrirlo me desespera. Son las peores combinaciones que puedo tener. 

Al llegar a la nueva casa, me dirijo hacia mí nueva habitación, lanzo los auriculares a mí cama y me agarro ropa para bañarme. Al terminar de ducharme paso el peine a mí cabello mientras sigo con la toalla alrededor de mí cintura, mí cabello no estaba quedando como quería, pero me cansé y dejé que se secara a lo natural, cepillo mis dientes,  me pongo crema en la cara, me cambio por completo y me pongo perfume, uno suave. Luego bajo para ver si necesitan ayuda con algo. 

—¿Necesitan ayuda con algo?.—pregunto viéndolos ordenar algunas cosas en la sala. 

—No cariño, si quieres puedes ir a caminar un rato. Hay una plaza cerca. 

—Claro, quizás pueda ir un rato. 

—Ve a disfrutar el día, ¿Tomaste tu medicamento?. 

Eleve ambas cejas recordando que no las he tomado. 

—No, ahora iré a tomarlas, de paso buscaré mí libro y mí patineta. 

—Ten cuidado y abrigate que hace frío. 

—Sí mamá.—murmuro y fui hacia las escaleras. 

Tomo mis medicamentos para la ansiedad y depresión, luego agarro mí patineta y mí libro, también mis auriculares. Me pongo mí campera y salgo hacia afuera. 

Subo a mí patineta y voy hacia la plaza, que por cierto queda cerca de casa, la había visto al pasar cuando llegamos a la nueva casa, no quedaba a más de cinco calles. El día está un poco fresco, pero está soportable al menos. 

Cuando llego a la plaza, agarro mí patineta y voy caminando hacia un árbol que estaba dando una linda sombra, me siento apoyando mí espalda hacia el tronco y empiezo a meterme en la lectura. Pero no podía distraerme bien porque mí vista estaba fija nuevamente en esa pareja que había visto hoy, miles de preguntas pasaban por mí mente, bajé la mirada al libro cuando ellos se dieron cuenta, suspiré, me levanté y agarré mis cosas pero la voz de ese chico me detiene. 

—Pero mira, el destino nos volvió a cruzar.—dijo él con una sonrisa traviesa.

—Sí, ¿me has extrañado?—digo sin más, tensando la mandíbula.

—¿Cómo fue la seña que me hiciste hoy?—se acerca a mí lentamente.

—Asher, no busques problemas, por favor.—dice la chica rubia.

—Tranquila, solo quiero saber si se anima a hacer de nuevo la seña que me hizo hoy, ¿Tú crees que mi novia me está engañando?

La miro a ella y luego a él.

—Pues, tienes cara de ser un idiota, quizás sí, te esté engañando.

Él me empuja en el pecho, haciéndome retroceder un poco.

—¿Te crees gracioso?

—¿Me ves cara de... payaso?—digo las palabras lentamente, ladeando la cabeza.

—Pues sí, creo que eres un payaso.

—Asher, vamos, déjalo en paz.

—Clarice, cierra la boca.

—No hay manera de que cierre la boca, a menos que se lo pegues con pegamento.—digo esto último en un murmullo. 

—¿Cómo dices?

—Lo que escuchaste, que ella no puede cerrar la boca como si nada, no tendría lógica.

—Ah, eres un cerebrito.

—No, soy humano, no un cerebro.

El chico empuja la mejilla con su lengua, yo lo miro esperando a que hablara, pero se queda completamente en silencio. 

—Mejor vámonos, Asher, se nos hará tarde.

—Espero no volver a encontrarte, porque la pasarás muy mal.—dijo, apuntándome con un dedo. 

—Bueno, esto es público así que puedo venir las veces que quiera. 

Él no dijo más nada, la chica rubia ahora llamada Clarice, se lo llevaba del brazo no sin antes darme una mirada confundida. 





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