Cap 24 [1/2]
[Selección final]
Lentamente empezaste a abrir con pesadez tus ojos tras las repetidas insistencias de Kentaro, su vista empezó a aclararse, posaste una sonrisa en tus labios poniendote en pie para bañarte.
Ayer iba a ser la última noche en la que despertarias en la comodidad de tu cama y disfrutarías de un baño caliente, era para lo que habías sido duramente entrenada por dos años, la emoción no se disimulaba en tu sonriente rostro.
La fresca mañana se pasaba tan rápido, que ya era hora del almuerzo, te arreglaste con tu ropa previamente seleccionada desde la semana pasada, desesperada corriste por el pasillo camino a la cocina, al parecer tu ex maestro Sekido si te llevaría de camino a la selección final, llegaría a las 10:00 am y ya eran las 9:40.
—¡Kentaro-san! —saludaste agitada llegando a la mesa ya con tu cabello trenzado, dejaste caer tu libreta sobre la mesa— Buenos días.
Saludaste animada, empezado a comer.
—Buenos di-. —abruptamente se detuvo, suspiro cansado llamando tu atención encontrando su ceño fruncido recaído en tu libreta— T/n , ya hablamos de esto, el señor Dōuma se va a molestar.
Pusiste los ojos en blanco y agarraste tu libreta antes de que siquiera pudiera tenerla en sus manos
—¿Por qué no puedo conservarla? No veo en que afecta —comiste lentamente sin quitar el contacto visual.
—Afecta en que te distraes, eres excelente escribiendo y dibujando algunas cosas pero sabes que no me gusta que te ilusiones —justificó preocupado.
—Siempre hay una esperanza.
—Y esa esperanza ha perdurado por más de mil años —estas palabras calaron como un balde de agua fría— esa esperanza y esos sueños se convertirán en agonía para ti misma.
—Ya déjalo así por favor —interrumpiste cansada de ese sermón— solo la llevaré para poder estar distraída durante el día.
—Promete que no sacaras esa libreta con nadie, esa cosa en manos equivocadas...es un peligro —advirtió serio.
—Lo se lo se —aseguraste comiendo ya otra vez.
—No seas grosera —regaño por fin— te dejaré llevar esa cosa si desde hoy dejas de poner cosas referente a la organización.
—Bien, nada de perderla.
Las niñas llegaron corriendo de la emoción hacía tí abrazandote, ellas te daban mucha paz, no era una gran diferencia de edad, lograron enseñarte a dibujar, las querías como si fueran unas hermanitas menores.
Tu libreta y ellas eran tu lugar seguro, te hacían deseabas escribirlo todo, cada sensación, cada situación, describir los bellos paisajes, te ayudaron a plegarlo todo en un papel.
Claro que dibujar caminos de aquí a varías fincas de los pilares tal vez no era mucho por arte pero, eras muy olvidadiza.
Pero era el momento de pensar en todos los pueblos que recorrerias ya como cazadora.
[...]
Esperabas paciente a la llegada de Sekido, querías iniciar el viaje de una buena vez y no había ni una mínima señal de él.
—No te desanimes T/n-chan, ya viene
—aseguró Naho con una sonrisa sentada a tu lado.
—Que irresponsable de su parte —murmullo Kentaro.
—Si, que malo —exclamaron las tres niñas al unísono abrazandote de manera grupal— ¡dejó a T/n-chan plantada!
El rubio a su lado parpadeo confundido ante todo el alboroto.
—¿Están consientes de que apenas son las 10:03 verdad? —preguntó Douma sorprendido tapándose la parte inferior de su rostro con el abanico ante la desesperación.
T/n/Kentaro/Sumi/Naho/Kiyo: ¡NO ES EXCUSA DOUMA-SAMA!
—Ay pero que delicaditos —Se dió media vuelta haciéndose el ofendido.
—¿Y por qué mejor no me lleva usted? —achinaste los ojos lo mejor que pudiste para que aceptara.
Era tu encantó, lo descubriste al estar el primer mes con él.
Volteó a verte con una expresión dudosa, los Hantengu si bien tenían poder sobre tí, Douma era tu tutor y también podía ejercer sobre tí.
—Andaleee s-. mhmhn —empezaste a retorcerte cuando puso su mano entera sobre tu rostro.
—¡¿Ah?! —Exclamaron las niñas y Kentaro impactados.
—No no no pequeña T/n —Negó Douma— no me vas a convencer con esa cara, así que ni lo intentes más.
—Uhg...—murmullaste fastidiada ante su negación y su mano en tu rostro.
—¿Ni cuatro minutos pueden soportar sin mí? Que adorable —Preguntó una voz a la distancia y abriste los ojos asombrada...él no era Sekido.
Douma retiró la mano de tu rostro delicadamente impactado hasta el mismo sobre de quien se trataba, Kentaro ayudó a ponerte en pie , quedaste horrorizada no pudiste evitar quedarte tras de él.
—Urogi —saludo Douma tomandote de la muñeca para llevarte hacia enfrente— que sorpresa, pero de pura casualidad ¿Donde esta Sekido?
El contrario solo rodo los ojos como si le hubieran hecho esa pregunta mínimo unas cuatro veces, pero puso su característica sonrisa traviesa.
—Bueno —Puso una mano tras su nuca— Sekido estaba impaciente por venir peeero tuvo un asunto más preocupante y no quería decepcionar a T/n.
—Ya veo —siseo Kentaro irritado.
[Mientras tanto en la finca]
—¡Sueltame imbécil! —ordenó en gritos el pelirrojo aún mareado por ese té— cuando logre salir de aquí tu y el cerebro de pájaro estarán muertos.
La cabeza le ardía, en especial el entre cejó, ya era demasiado extraño que ellos prepararan el desayuno, las cadenas no eran apretadas pero lo retenían.
Conocía su rara obsesión por tener a la joven demonio rogando por ellos a pesar de que se viera como lo contrario.
Elevó la mirada observando a su hermano con coraje, aún con la vista borrosa lograba ver esa estúpida sonrisa dibujada en el rostro del oji-verde quien se puso de cunclillas estando ya a la misma altura.
—Esto te lo ganaste tu solo —declaró quitando algunos cabellos de la frente sudada de su hermano— entre más nos contienes, más nos haces desearla~
—Están enfermos —Tocio Sekido, para finalmente vomitar en el balde a su lado.
Logró sacar todo, estaba obviamente drogado, miro a Karaku directamente a los ojos con la poca fuerza que le quedaba, el sueño lentamente lo volvía a invadir y dormiría de vuelta, era el más resistente de los pilares pero cuando se trataba de las drogas de Urogi nadie podría soportar.
Era algo que detesta admitir
—Y creo que muy pronto tu también lo estarás por ella hermanito —susurro de forma juguetona dandole agua.
Le gusto ver la expresión de negación en el rostro de Sekido.
Karaku solo sonrió descaradamente al ver cómo en contra de su voluntad Sekido no tenía de otra más que dormir.
[...]
El trayecto hasta ahorita no era tan pesado como creías, pero la convivencia sí.
—Entonces yo salte y decapite a ese asqueroso demonio JAJAJJAJA —Rió a carcajadas Urogi— pero el imbécil de Aizetsu estaba frente de esa cosa y le salpicó toda la sangre.
Incómoda miraste al suelo, iban de camino en tren, al parecer era necesario ya que la finca de Douma era más lejana de lo que pensabas.
Tu silencio logró irritarlo por fin, bajo la mirada hacia donde tus ojos y fruncio ligeramente el entrecejo aunque se forzó a poner una sonrisa.
—Veo que estas muy concentrada en algo —te sorprendió cuando por fin te habló.
—E-este no fue mi intención —negaste con la cabeza— los paisajes de la ventana la verdad son hermosos, lo siento.
—Relájate un poco, el vagón esta vacío —sonrió de manera que te dió escalofríos, no te agradaba— la selección es un verdadero desafío para los idiotas.
—Bueno creo-. Es verdad —no querías discutir con él para nada.
Por un momento su mirada pareció analizarte de manera que te incómodo.
—Haz crecido mucho —dijo directamente— no puedo creer que ya tengas dieciséis años, te ves muy desarrollada.
—Gracias señor Urogi.
—Ay vamos, todavía recuerdo cuando eras unos centímetros más baja, me llamabas maestro —sonrió de manera que sus ojos se ensombrecieron al tener él nublado cielo de la ventana tras de él.
De manera repentina tomó con su mano un pedazo de mejilla derecha con brusquedad como si fuera masa de fideo.
—Agh...—jadeaste al sentir sus dedos hundidos en tu piel, su otra mano estaba posada sobre tu brazo izquierdo.
Te tenía inmovilizada.
—Mira nada más, que lindo rostro tienes, ahora esta más gordo —acarició con su pulgar de manera brusca— te extrañamos mucho.
—Por favor suelteme —súplicaste poniendo tu mano en su firme pecho.
Cerraste los ojos al ver su sonrisa ladina, lleno de satisfacción, como si tu incomodidad le fascinara.
Tras de ustedes la puerta que conectaba al otro vagón se abrió y se vió obligado a soltarte, no sin antes besar de manera asquerosa la mejilla.
—Shh —calló rodeando tu cadera con su brazo, parecían pareja, era tan repugnante.
Detestabas esos asquerosos actos, lastimosamente era lo que soportabas visita con visita, ningún demonio podría causarte tanto miedo como ellos.
Cerraste los ojos deseando que el tiempo pasará volando, no soportarias cinco minutos más estando despierta.
No lo lograste, estabas atento a sus movimientos puesto que de reojo lograste ver como rebuscaba en su bolsillo algo apenas las de limpieza salieron.
Abriste los ojos espantantada, otra vez lo haría, de manera veloz te levantaste del asiento, tu respiración se aceleró.
—Por favor no..se lo ruego, es la selección Urogi-sama —sollozaste, en algún momento habías comenzado a llorar.
Este ignoro tus lamentos y sin dejarte reaccionar...pateo duramente tu estómago tirandote unos metros del pasillo.
Te retorciste en el piso por el dolor y desesperación de encontrar aire, sabías pelear pero no estabas a nivel de un pilar.
—No llores jaja vamos~ calmate ¿Sí? —pidió con la jeringa de veneno en mano con esa sonrisa— tu sabías lo que pasaría cuando me viste.
No te quedaba de otra
—Técnica de sangre —Murmullaste para ti misma poniendo tu mano contra el piso— enredadera mortal.
Unas lianas empezaron a brotar de tu palma en dirección a él...en cambió de lo que esperabas, la enredadera rápido se deshidrato.
—Jajaj eso si que fue divertido de ver —Rió al ver el sol por la ventana.
En un momento término encima de tí, logró inmovilizarte de manera sencilla he inyectarte, ardió tanto como la última vez en meses...no soportabas esto.
—Vamos descansa~
Duerme
Duerme
𝐃𝐔𝐄𝐑𝐌𝐄
[...]
𝐄𝐧 𝐚𝐥𝐠𝐮́𝐧 punto habías caído rendida, ya ni recordabas, lentamente comenzaste a abrir los ojos, era un atardecer hermoso.
Ibas en el hombro de Urogi, tu cuello se estaba regenerando, no era necesario ver para saber que tu cuellos tenía chupetones, tenias tus prendas desacomodadas.
—¿Ya vamos a llegar? —murmullaste con asco, solo querías ya desaparecer.
—Ya llegamos demonio —rió y te soltó, estabas desorientada, apenas podías moverte, tus piernas temblaban como espagueti.
Estabas rodeada de glicinas, ni en humana lograron abrazarte esas flores y más sabiendo que eran tu debilidad, nunca sabrás a que huelen actualmente después de doce años, la medicina solo neutralizó tu olfato.
Todo se veía hermoso, era inegable.
—Hasta aquí te dejó pequeña demonio, hoy fuiste una buena mascotita —lamio la comisura de sus labios al posar la vista sobre tu cuello— sigue usando ese jabón, me fascinó.
—....—querías darle una bofetada, pero arriba estaban todos los demás participantes no querías hacer una escena— gracias.
Te diste media vuelta pero tomó firmemente tu muñeca y te acercó a él.
—Despidete bien —dijo para tomarte de la cintura y poner su rostro hundido en su cuello.
Su mano se encargaba de manosear hasta desde tus hombros hasta tu trasero, reprimiste unas lágrimas, tendrías siete días para hacerlo.
—Adiós hermosa —te soltó finalmente.
Tu empezaste a irte en silencio llorando durante el camino, el se retiró de manera muy rápida, ni siquiera se esperó a que llegaras.
Subiste una tanda de escalera cuado lograste ver a una chica, ella tocaba sorprendida la planta de glicinas
(Imaginen que es nezuko que no hay presupuesto para una)
(Así se veía nezuko)
Lamentablemente tu eras muy quitada de la pena, no podías estar centrada en algo por mucho tiempo así que te acercaste a ella y para ser honesta...no sabías si habría otro camino aparte.
—Deberían de quitar unos árboles, seguro huele demasiado a glicina —opinaste sin siquiera presentarte.
Sacándole un gran susto a la muchacha quien parecía hundida en sus pensamientos
—¡A-ah!? —dió un pequeño salto y te observo con curiosidad.
—L-lo siento mucho —te disculpaste de inmediato— no era mi intención asustarte.
—No te preocupes, suele pasar. —sonrió dulcemente.
—¿Tu también vienés a la selección final? —preguntaste.
Obviamente la respuesta era que sí, pero no dijo nada más que asentir de forma amigable.
—Si, ando algo nerviosa.
—Yo igual —confesaste nerviosa y reiste un poco al darte cuenta que siquiera te habías presentando— una disculpa,no me presente, mi nombre es T/n
—Un gusto, yo soy Nezuko Kamado
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro