𝐁𝐞𝐬𝐨𝐬 - 𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝟏
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Oh... los besos, ese movimiento tan suave, dulce. Es capaz de congelar el tiempo, de acelerar el ritmo cardíaco y ... enamorar. Besar a tu amado era una sensación indescriptible, el cielo te abraza por detrás y te lleva al paraíso en solo un par de segundos.
Eso era lo que Papulince deseaba compartir con su ser amado... Panafresco, a pesar de ser alguien odioso que juraba destruirte, a los ojos de un enamorado, era el ser más bello. Y eso aumentaba sus ganas de besarlo hasta dejarlo sin aire, el tan solo pensarlo era embriagante.
Su bobo corazón se regocijaba de alegría al verle. Si tan solo pudiese hablarle... pero a pesar de ser alguien muy social, temía cómo le respondería aquel misterioso chico de lentes negros. Era un completo ramé.
Quizás algún día tenga el valor de finalmente conversar con él, aunque sea saludarle. Acercarse a él y robarle un beso... ¡No! ni siquiera podía mirarlo sin sentir mariposas en el estómago, no podía.
Realmente consideraba imposible conseguir su sueño. Solo un milagro podría lograr que su dulce amor sea correspondido por aquel al que llamaba su amado... Hasta que eso pase, tendrá que conformarse con caminar solo por los pasillos de la escuela que parecían ya océanos de estudiantes. Uno... dos...tres... es mejor contar los pasos antes de tropezar otra vez. Uno... dos...
-¡Fíjate por donde caminas, imbécil malparido!- tres... Era él, sus manos hormigueaban de los nervios como si le caminara un ciempiés. Pero no lo dejaría allí en el suelo tirado, esa no era forma de tratar a su amado.
-Emm... yo, l-lo siento papu :'v- El muchacho de camisa bicolor se limitó a extender su mano, por un momento el tiempo se detuvo cuando Panafresco acercó su palma... pero fue brutalmente rechazado de una bofetada.
-No te me acerques, ugh... eres ese maldito grasoso con olor a cebolla de mi clase- su expresión denotaba asco puro. No solo se negó a tocarle, sino que prefirió alejarse de él sin decir nada más. El muchacho de lentes desapareció como el viento, dejando al pobre corazón del que era dueño sin siquiera saberlo.
-Se acordó de mí...- Y como si hubiera ganado la lotería, sonrió como un bobo. Poco le importaba ser despreciado si al menos tenía un pequeño lugar en la mente de su amado.
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No sé cuantos libros incompletos tenga, pero eso no es motivo para abstenerme de publicar más.
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