Namjoon observó las medidas lunas que creaban los ojos de Hoseok cuando sonreía y por supuesto sus hermosos y delicados labios, que en estos momentos se encontraban estirados formando un bonito corazón, y no pudo resistir tomar las mejillas ajenas con sus grandes manos y acercarlo poco a poco, con el propósito de unir ambos pares de labios en un tierno beso. Sería el primer beso que le daría a su ahora novio y tenía toda la intención de que fuera un beso inolvidable y perfecto, aunque en estos momentos todo su cuerpo se encontrará temblando nuevamente después de su confesión.

— Namjoonie...en serio me gustas mucho — dijo Hoseok a pocos centímetros de su rostro, sin dejar de regalarle esa hermosa sonrisa.

El corazón de Namjoon parecía jugar una carrera dentro de su pecho, se encontraba inmensamente feliz de haberse atrevido a confesarle sus sentimientos a su mejor amigo, a su lindo omega.

— Hoseok-hyung, mi novio, he esperado tantos años por escuchar salir esas palabras de tu boca, que siento que me desmayare de la emoción. — Namjoon soltó una risita nerviosa después de confesar su sentir en estos instantes, y no espero más para poder tocar esos finos labios, así que comenzó otra vez a acercarse y...

...Y despertó, observó el blanco techo de su habitación, giró la cabeza a su izquierda y encontró ese lado de su grande cama desierto, al igual que todas sus mañanas.

Empezó a recordar los detalles de su sueño y casi se pone a llorar, ¿cómo es que nunca lograba recordar lo que soñaba durante sus noches, pero recordaba todos los detalles cuando esos sueños incluían a su hyung, Hoseok?, se empezaba a preguntar si el en realidad era un masoquista.

Con pesadez se levantó de la cama, aunque siguiera triste por un sueño, que sabe que nunca se convertiría en realidad, él todavía tenía responsabilidades, lamentablemente ser uno de los dueños del restaurante donde llevaba la administración no le beneficiaba en lo absoluto, pues sabía que si se le cruzaba por la mente el quedarse ese día lamentando su amor no correspondido, los otros dos dueños del restaurante estarían tan preocupados por su posible secuestro o asesinato, que cuando se enteraran de lo sucedido, probablemente ellos mismos lo matarían por quedarse llorando y preocuparlos en el proceso.

Camino hasta su armario y escogió algo ligero para ponerse, unos shorts y una camiseta de manga corta, ideal para el caluroso clima que los atacaba ese mes. Por fortuna el solo estaba en su oficina dentro del restaurante y no tenía contacto con los clientes, por ello no creía necesario el vestirse muy formal.

Cuando tuvo su ropa, se dirigió a darse una refrescante ducha mientras pensaba en el trabajo que tenía para ese día, tal vez si pensaba en eso dejaría de recordar y atormentarse con su sueño.

Una vez duchado y listo, tomó las llaves de su carro, su teléfono y la cartera y se dirigió a la cocina, no fue al cuarto de Yoongi, al igual que todas las mañanas, porque el día anterior él le mencionó que saldría más temprano de casa para ir a comprar algunas cosas que hacían falta en el restaurante.

Cuando llegó a esa habitación de la casa, en medio de la mesa, noto un plato cubierto con plástico y una nota.

Namjoonie:

Salí temprano a comprar lo faltante del restaurante, como te dije ayer.
Te deje el desayuno ya listo, no quiero que vuelvas a tener otro accidente con el cuchillo.
Por favor no salgas de casa sin comer.
Nos vemos en el restaurante.

Yoongi.

Namjoon sonrió al terminar de leer la nota, su hyung siempre lo cuidaba bien.

Hace tres años, decidió abrir el restaurante con sus dos amigos de universidad Seokjin y Yoongi, en ese entonces sus padres lo sorprendieron al darle una pequeña casa, la cual antes pertenecía a su madre, como regalo por su nuevo negocio. La casa era de tamaño mediano, con una habitación principal, dos recamaras pequeñas, dos baños, una cómoda sala y una cocina equipada, era perfecta para vivir cómodamente y además le quedaba cerca del trabajo y de su antigua casa.

Sus hyungs habían vivido juntos desde que iniciaron la universidad, pero Yoongi dejó el departamento para que Seokjin viviera con su hermano menor, el cual se acababa de mudar a Seúl por su nuevo trabajo.

Cuando se enteró, Namjoon no dudó en ofrecerle una de las habitaciones de su casa al omega. Tenían tres años de conocerse y desde que Seokjin los presentó en la universidad se volvieron muy cercanos, además Namjoon era un beta, por lo que Yoongi no tenía que preocuparse por sus días de celo mientras estuviera viviendo con él.

Y después de dos años no se arrepentía de su decisión, era muy fácil convivir con el omega, era ordenado, se preocupaba por él y sabía hacer de comer, algo que Namjoon agradecía mucho, porque él se consideraba un riesgo en la cocina. Cuando vivía solo, se alimentaba de comidas que sólo necesitan calentarse en el horno de microondas o gastaba bastante dinero en comprar comidas rápidas cuando no quería molestar a sus hyungs para que le preparaban algo dignamente comestible. Ahora por fin comía comida casera decente y no era tanto trabajo mantener la casa en buen estado repartiéndose las tareas entre los dos.

Había sido fácil adaptarse el uno al otro, ambos tenían gustos similares en cuanto a música, películas y comida. Cuando no era posible que su pequeño grupo de amigos se juntara, pasaba su tiempo libre en la sala recargado con el omega y viendo alguna película, teniendo largas conversaciones sobre música o platicando de los libros que había leído recientemente.

Seokjin y Yoongi se habían vuelto sus grandes amigos en poco tiempo y eran ellos quienes lo escuchaban cuando necesitaba platicar con alguien de su amor unilateral por su hyung Hoseok. A pesar de los años, y de que siempre fueran las mismas pláticas, el alfa y el omega siempre lo escuchaba atentamente y lo ayudaba a distraerse o lo dejaba llorar en sus hombros todo lo que él necesitara.

Agradecía haber conocido a alguien como Yoongi y Seokjin.

Cuando llegó al estacionamiento del restaurante ya se sentía lo suficientemente listo para comenzar otro día de trabajo, tal vez eso lo ayudaría a olvidar por completo aquel sueño que tuvo.

Al entrar se encontró un lugar tranquilo y silencioso, claro que eso solo duraba hasta que abrían las puertas del local al público, afortunadamente su negocio se volvió popular a los pocos meses de empezar a funcionar, gracias a la excelente comida que sus hyungs hacían y el buen servicio que sus meseros se encargaban de entregar.

Después de saludar a dos de las meseras que ya se estaban preparando para su turno, se dirigió a su oficina, pensando en ir a saludar a sus hyungs un poco más tarde, pero su camino se vio interrumpido por un alto chico con cabello gris, Yeonjun uno más de los meseros del lugar.

— Buenos días, Namjoon-hyung.

— Buenos días Yeonjun-ah, ¿como estas? — Su respuesta fue acompañada con una cálida sonrisa, le agradaba el joven alfa, tenía alrededor de nueve meses trabajando con ellos y desde un principio demostró ser muy eficiente, además de alegre, siempre lograba encantar a los clientes que atendía.

— Bien hyung, gracias por preguntar y perdón por detenerlo, pero Jin-hyung me pidió esperarlo y decirle que lo estaría esperando en la cocina.

— Oh claro, gracias Yeonjun-ah, ahora mismo voy — le regaló una última sonrisa al chico y cambió su rumbo hacia la cocina, preguntándose el porqué su hyung lo mandaba a llamar.

Normalmente cuando alguno de sus hyungs quería hablar algo con él, eran ellos quienes iban hacia su oficina, ya que la mayoría de las veces que Namjoon entraba a la cocina había algún accidente que él provocaba.

Antes de entrar, escucho la característica, y ruidosa, risa de Jiin, así que supuso que se encontraba contándole algo gracioso a Yoongi, por lo que entró sin antes llamar a la puerta.

Dentro solo había dos personas, pero con quien su Seokjin platicaba no era Yoongi, era un lindo omega pelirrojo, aquel con el que había soñado y que lo hacía suspirar.

— Hola Namjoonie — dijo regalándole una hermosa sonrisa con hoyuelos que aceleró su corazón.

Hoseok.