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𖤍 𝑫𝒊𝒗𝒊𝒏𝒆 𝑫𝒂𝒏𝒄𝒆 𖤍

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D𝐀𝐍𝐂𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐘𝐎𝐔

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𝐸𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎 𝑒𝑙 𝑠𝑜𝑛𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑓𝑙𝑎𝑢𝑡𝑎
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Su reino era hermoso, tranquilo, era lo que cualquier ser viviente podría soñar. Tenía todo a manos tendidas, hasta elogios por ser el ángel más hermoso del paraíso… pero, había algo que no lo llenaba por completo, era una voz dentro de su cabeza que lo atormentaba día y noche haciéndole dudar de sí mismo. 

Él, como todos los días, se preparaba para las largas horas en las que tenía que tocar el arpa en la entrada al salón de Dios. La idea le parecía maravillosa, lo hacía con la alegría más grande y la sonrisa más radiante que pudiera existir en todo el cielo, pero esa sonrisa no era tan debido a tocar el arpa sentado en un escalón, no, era más por ver el sol esconderse entre las nubes del horizonte en donde flotaba el reino de los cielos, porque entonces eso anunciaba el final de su servicio, y con ello, la llegada del  tiempo libre en el que podría pasear por aquí y por allá. 

Y la tarde llegó, y con ello su sonrisa se ensanchó haciendo suspirar hasta al mismo viento que lo abrazaba. El arpa fué dejada a un lado, y corrió hacia la ciudad dorada en donde se encontraba su casa.

Buscó bajo su cama la caja en dónde guardaba aquellos harapos viejos, los mismos que utilizaba para camuflarse y poder salir sin llamar la atención. Una vez empacados en un pequeño morral, salió por la puerta trasera y se encaminó hacia él bosque prohibido. 

Alguna vez se preguntó… ¿Porqué existía un bosque que tenía una entrada hacia el mundo humano?, si Dios no quisiera que esa entrada fuera descubierta, sencillamente la desaparece para evitar que la cruzaran, pero mientras eso no pasara, él tenía la oportunidad de ir a visitar a esas criaturas semejantes a él y tan diferentes a la vez. 

Le encantaba ir ahí, el porqué era un demás. Cada vez que iba veía cómo las personas disfrutaban. Para esa época se celebraba las cosechas de frutas, y es cuando él se regocijaba con las oraciones que los humanos hacían, porque en parte eran para él, ya que su trabajo era mantener el orden de las cosechas; también, se encargaba de vigilar los corazones de cada persona, y con eso, bendecir a los que en realidad merecían tener sus tierras fértiles. 

A la entrada del mundo humano, tan solo volteó al reino dorado para cerciorarse de que nadie lo veía, solo entonces cruzó la entrada, acabando de una vez en el bosque del pueblo humano. 

Los sonidos de la llegada de la noche envolvían su entorno, como esos pequeños grillos o los pajarillos ya escondidos en sus nidos que rompían el silencio; pero más allá, se podía escuchar como un murmullo la melodía proveniente del festejo de los pueblerinos, esa era la razón de su sonrisa. 

Ver aquél disfrutar era lo que le traía sentimientos cálidos a su pecho. Avanzó contento, y se escondió entre los árboles para poder sacar aquellos harapos de su morral, y dejar escondida su ropa entre unas rocas. Cuando se hubo despojado de sus blancas y doradas vestiduras, se envolvió con las prendas que a pesar de no pasar desapercibidas, era las únicas que pudo conseguir para camuflarse. Colocó la capucha en su cabeza para cubrir su cabello blanco, y entonces salió. 

Un poco tímido al principio, avanzó por el camino en dónde empezaban las casas. Hacía un año que no visitaba el pueblo, la puerta nada más se abría durante díez días, que era la temporada de cosecha. Es por eso que ansiaba la llegada de esos días en los que podía convivir un poco con los humanos. 

Tocaba todo a su alrededor, le parecía maravilloso todos los objetos y artilugios del mundo humano, era imposible no tocar las telas de lino, o los cacharros de plata que vendían en el festival, o las frutas que él mismo hacía crecer. Era todo muy bonito, muy diferente, y era lo único que sentía que era real. 

La algabaria se extendía por todos los caminos, mujeres muy bellas pasaban por su lado bailando y contoneándose al ritmo de panderetas que movían entre sus manos, dejando que el aire hiciera de las suyas, elevando sus capas y haciéndolas ver casi como las ángeles y musas que vivían en el cielo. 

Se acercó a un pequeño puesto de plata, en dónde collares y alhajas de todo tipo colgaban. Maravillado tomó una entre sus manos, y esta cobró brillo cuál magia entre sus dedos. Entonces algo llamó su atención. 

Una melodía, era muy diferente al resto, era preciosa y dulce, pero trágica y oscura. Volteó a todos lados en busca del origen de tan hermoso sonido. Y a unos cuantos metros pudo verlo, a un ser cubierto de pies a cabeza con ropa oscura, su rostro era cubierto por una capucha como la suya, ni siquiera sus manos se dejaban ver, porque estas las cubría de igual forma unos guantes del mismo color. Sentado al pie de una construcción vieja, así se encontraba aquél ser rodeado de un grupo de algunas diez personas que lo admiraban. 

Se acercó con cautela, maravillado e hipnotizado por el compás, los dedos del ser se movían por un pequeño objeto alargado con varios orificios, y solo se podía ver el extremo del instrumento perderse en la oscuridad del interior de la capa, justo donde debía estar su boca. Y solo unos segundos después pudo reconocer el objeto y la melodía que aquél transmitía, pues ese extraño ser se encontraba tocando una flauta. Y perdido en aquél sonido, se centró en él, sin fijarse de ninguna otra cosa a su alrededor. 

—¡Ladrón!

Escuchó, pero lo ignoró, segundos después volvió a escuchar ese grito y alguien lo jaló de sus prendas hacia atrás. 

—¡Ladrón! ¡Embustero! 

—¿Qué? —el ángel no entendía nada. 

—¡Devuélveme lo que me robaste! 

—Yo no he… Señor, creo que aquí hay un malentendido. 

Entonces fué jalado casi al instante, no supo cuándo ni cómo, solo que empezó a correr al ritmo de aquél ser oscuro que lo tomó de la mano y lo llevó consigo a través de las calles del pueblo. 

Su corazón latía rápido, y llegó a un punto que sus piernas fallaron y suplicó entre jadeos parar. 

—¡Por favor, detente!

—¡Quieres que te atrapen!

—Yo no…

—¡Corre! 

El ángel hizo caso y siguió, a pesar que sus piernas no daban para más, aquél ser parecido a una sombra lo guiaba hasta que entraron de nuevo al bosque, y ahí se perdieron de los pocos pueblerinos que los seguían de cerca. 

A poco de llegar a la entrada al reino de los cielos, el ángel se soltó a la fuerza y se dejó caer al suelo, completamente rendido y asustado de que aquél ser descubriera la entrada a su hogar. 

Jadeó cansado por la falta de aire, escuchando el inicio de una larga carcajada de parte de su oscuro acompañante que se encontraba desparramado en el suelo a unos metros de él. 

—¡Eso fue divertido! —frunció el ceño molesto. 

—Yo no le veo la gracia. 

—Yo si. A ver, muéstrame qué robaste. 

—¡Yo no robé nada! —gritó molesto y ofendido, él era incapaz de una aberración como esa. 

—¿Y qué es eso que tienes en tu mano? 

El ángel alzó su diestra y observó en ella el collar de plata enrollado en su mano. Con un chillido lo aventó hacia el ser que reía sin parar, y retrocedió asustado de su despiste. 

—¡Jesucristo! ¡Yo no quise! 

—Ey, ey, ey. En primera, deja de decir ese nombre; en segunda, si no lo quieres me lo quedo yo. 

—Devuélvemelo, voy a regresarlo a su dueño. 

—¿Quieres que te maten a pedradas? 

—No… 

—Pues entonces no puedes devolverlo —se quedó callado un momento, al igual que aquél humano que no se quitaba su capucha— ¿Para qué querías el collar? ¿Ibas a venderlo? 

—¡Que yo no lo robé! —alzó la voz—. Yo… me quedé hipnotizado por la melodía que tocabas y ese señor armó un escándalo. 

—¿Mi melodía? —asintió— ¿Te gustó?

—Si, era hermosa, ¿En dónde aprendiste a tocar la flauta? 

La sombra se encogió de hombros. 

—No lo sé, supongo que siempre he sabido tocarla. 

—Lo haces muy hermoso. 

El ser se removió incómodo, aquella voz dulce lo incomodaba mucho. 

—¿Eres de aquí cerca? 

—No, yo… soy de otro pueblo ¿Y tú? 

—Digamos que estoy en casa. 

—Ya veo, espero no meterte en problemas por esto. 

—No lo harás. 

El ángel se levantó del suelo y se sacudió un poco la ropa, vió a ambos lados tratando de ubicarse en el bosque, no estaba tan lejos de donde había dejado escondida su ropa. 

—Bueno, te agradezco la ayuda. No quiero ligarme a ese objeto, así que devuélvelo. Adiós. 

—¡Espera!

El ser oscuro se levantó lo más rápido que pudo, y negándose a dejar ir al portador de aquella hermosa voz jaló su capa, dejando al descubierto su identidad. Su cabello blanco y brillante desbordó entre la tela, y al voltearse con molestia y pánico pudo ver sus ojos azules como el mismísimo océano, su piel tan hermosa que quiso tocarla, y para rematar, sus labios rojos eran una perdición. Lo que no entendía era porqué estaba vestido como un pueblerino, aunque esas prendas parecían costosas. 

—¿Pero cómo te atreves? —los ojos llorosos del ángel le removieron algo en su interior— ¡Quítate la capucha! Así estaremos a mano por tu acto de atrevimiento. 

El ser no se movía, estaba en shock ante la belleza y ante el ser que tenía delante de él. Hasta que una rama chocando en su pecho lo hizo reaccionar, pues el ángel se la había lanzado al no recibir respuesta, sonrió, aquello le había causado ternura. 

—Creo que es lo justo —dijo el ser acercándose—... Pero no creo que te guste mi aspecto, angelito. 

Sin darle tiempo a responder, el ser tomó los bordes de la capucha y la jaló hacia atrás dejando al descubierto su pálida piel. El ángel retrocedió con pavor, hasta chocar contra un tronco. 

—Un… de… demonio. 

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𝐻𝑒 𝑣𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑠𝑎𝑙𝑣𝑎𝑟𝑡𝑒
𝐻𝑒 𝑣𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑟𝑟𝑢𝑖𝑛𝑎𝑟𝑡𝑒
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—Te dije que mi aspecto no sería de tu agrado, angelito. 

El ángel vió como el demonio se despojó de su capa, dejando ver su vestimentas oscura que consistía en un pantalón negro bastante tallado a sus piernas, una camisa manga larga negra de cuello y botones, con los primeros de estos sueltos dejando ver parte de su pecho, y unos zapatos extraños, con cadenas y que al caminar resonaban bastante. 

Volvió a su rostro, era bastante pálido. Su cabello negro caía en sus hombros y mechones de él cubrían su frente y los costados de su rostro, en la naríz, el labio y la ceja tenía unas piezas de plata incrustadas a su piel y en su cuello unos dibujos vanales. Sus ojos, como los de cualquier demonio, eran oscuros y profundos. 

Él nunca pensó que los demonios no fueran… tan feos. 

Sacudió su cabeza totalmente aturdido, y volviendo a su postura seria quiso intimidar al demonio que le llevaba por lo menos dos cabezas de altura.

—¿Qué hace una bestia como tú en la tierra? 

El demonio alzó una de sus cejas con una sonrisa ladina. 

—Vaya, vaya. Se reveló el angelito, y qué me dices de tí, ¿Qué hace un ángel en la tierra? ¿Acaso resbalaste de las nubes? —preguntó con sarcasmo. 

—Eso no te interesa, demonio. 

—Ouch ¿Así me tratas después de salvarte de ser apedreado por ladronsillo?, para ser un ángel eres muy cruel. 

—Yo no robé, fué un error. Y el hecho que sea ángel no me hace perfecto. Los ángeles no somos perfectos, el único que lo es, es nuestro padre. 

El demonio sonrió aún más, le impresionaba mucho la actitud del pequeño ángel, jamás se había topado con uno. Él creía que esos seres puros eran demaciado inocentes y sumisos, pero que equivocado estaba. 

—Bueno, tampoco me interesa. Me interesa saber qué haces aquí. Tu papito celestial te va a castigar. 

—Dime qué haces tú aquí. 

—Eso es fácil —dijo encogiéndose de hombros—. Llevar almas al infierno, divertirme atormentándolas. 

El demonio se cruzó de brazos alejándose del ángel, y este se relajó al no ver amenaza; sin embargo, estaba listo para defenderse si acaso ese demonio quería hacerle daño. Bien, el ser infernal con cuernos le había contestado, ahora por desgracia le tocaba a él. 

—Yo… tenía curiosidad por el mundo humano. 

—¿Qué te da curiosidad? No hay mucho que ver, nada más pecados, imperfección, lujuria, robo, sodomía —el demonio chasqueó la lengua y luego sonrió ampliamente con perversión, cosa que incómodo al ángel— ¿Es eso lo que te atrae, angelito?, ¿el pecado te gusta? 

—No… es eso… ¡aléjate!

El demonio se acercó cada vez más a él, hasta que volvió a quedar contra el tronco, el torso del demonio pegó con el suyo, y su calor, muy contrario a parecer aberrante, le causó atracción. 

—Si tanto te atrae el pecado, yo puedo hacerte vivir el más grande de todos ¿Qué dices? Te gustará, hasta me pedirás más. 

—No digas… sandeces, aléjate de mí. 

—Aburrido —el demonio se alejó abruptamente, dejando respirar con normalidad al ángel, ya que el corazón de este latía con rapidez— ¿Cuál es tu nombre? 

—¿Pa… para qué quieres saberlo? 

—Entre ángeles y demonios nos entendemos, después de todo lo único que nos diferencia es el bien y el mal. 

—Jimin —dijo de golpe, llamando la atención del demonio. 

—¿Jimin? —sonrió con ironía—. El ángel de las cosechas y la flora. Lindo. 

—¿Tú cómo te llamas? 

—Yoongi.

—No conozco a ningún demonio con tu nombre. 

—¿A no? Bueno… es por qué no es mi nombre real. 

El ángel se retiró del tronco al ver al demonio sentarse en una piedra e imitó su acción, sentándose en una al lado de un arbusto de flores, estas al sentarse florecieron de manera hermosa asustando al propio ángel, aún no estaba acostumbrado a eso. 

—¿Cuál es tu nombre real? 

—Tal vez otro día te lo diga —Jimin observó al demonio relajarse y mirar hacia donde se encontraba la entrada al cielo, le parecía curioso que supiera su ubicación—. ¿No te meterás en problemas si te quedas mucho tiempo aquí? 

—Tengo hasta media noche. 

Los ojos del demonio se tornaron de un color rojo por breves segundos, y casi leyendo los pensamientos del bonito ángel atinó a arriesgarse. 

—¿Quieres volver? 

—¿Al pueblo? —Jimin negó asustado—. Nos reconocerán.

—No lo harán, yo me encargaré de eso, vamos. 

Caminaron juntos de nuevo al pueblo, Yoongi antes de llegar cambió sus aspectos por completo. Jimin estaba anonadado, pues jamás había visto su aspecto como un humano, había intentado en varias ocasiones transformarse, pero era un poder fuera de su alcance. 

Esta vez no había capucha que le impidiera ver con lujo de detalle cada rincón del pueblo, ni tampoco capa que le estorbara en el cuerpo. Ahora era libre de ver y tocar todo lo que quisiera, estaba eufórico, saltando y yendo de aquí a allá mientras unos ojos oscuros lo veían atentos, sin poder despegarse de su belleza. 

—¿Te gustan las cosas de los humanos? 

Jimin le sonrió, aquella sonrisa paralizó cada función del cuerpo del demonio, sus ojos azules desaparecieron en dos líneas finas haciéndolo ver hermoso. Sabía que los angeles eran lindos, pero el ángel frente a él era mucho más que eso. 

—Si, mucho. Pero nunca he podido tenerlas porque en el cielo no existe la plata para comprarlas. 

—Pues si, si tu padre lo agarra todo para él es obvio... —murmuró bastante bajito para no ser escuchado por el ángel. 

—¿Qué dijiste? 

—Que si te gustaría tener algo. 

—Te acabo de decir… 

—¿Quieres o no? —interrumpió

—Si. 

—Toma lo que quieras entonces. 

—¿Es en serio? —el brillo en los ojos del ángel lo cautivaron, apartó la mirada de él mientras asentía y lo único que recibió como respuesta fue un chillido de emoción antes que la hermosa criatura desapareciera. 

El ángel caminaba de un lado a otro. El demonio se quedó boquiabierto cuando no supo de dónde rayos había conseguido una canasta para hechar las cosas que le gustaban. A cada puesto que el ángel iba, él se acercaba a dejar una moneda de oro a los vendedores de los puestos, a veces recibiendo una negativa al no tener cambio para esas monedas, y otras veces las profundas gracias que le empezaban a hastiar. Si no fuera por el hermoso ángel que se mostraba ilusionado con cosas materiales humanas, hubiera vuelto a la comodidad del infierno.

El ángel por fin se detuvo, y se dejó caer en los escalones de una iglesia, el demonio alzó la vista con ironía, sin tomarle mucha importancia.

—¿Ya estás contento?

—Mucho, gracias. 

Jimin sonrió con su cabeza de lado, y un gesto tierno que volvió loco él corazón del demonio. 

—No hagas eso. —Suplicó en un susurro. 

—¿Hacer qué? 

—Agh, tu padre va a matarme. 

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𝐼𝑛𝑐𝑙𝑢𝑠𝑜 𝑠𝑖 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑟𝑒𝑠𝑖𝑠𝑡𝑖𝑟𝑡𝑒,
𝑠𝑒𝑟𝑎 𝑖𝑛𝑢𝑡𝑖𝑙
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—¿Por qué dices eso? —preguntó el ángel con miedo, pues apesar de lo que muchos decían, a él le había agradado mucho el demonio, más de lo que debería. 

Yoongi se quedó en silencio, y suspiró con pesar cuando la música del festival empezó a sonar más fuerte. 

—¿Sabes bailar? 

—Si ¿Por qué? 

Antes de siquiera que el ángel protestara, lo tomó de la cintura y los guió hacia el centro del festival, en dónde varias parejas bailaban, las mujeres se contoneban, hombres se pegaban a ellas para danzar y seducirlas con sus movimientos, y algunos hombres con otros hombres y mujeres con mujeres se divertían sin ser juzgados, siendo ellos unos con el pueblo, bailando y gozando del momento. 

Yoongi hacía girar al ángel al compás de la música, mientras este reía y disfrutaba en grande, hasta que la musica paró y en un giro el ángel terminó con su cabeza escondida en el pecho del demonio, ambos con la respiración agitada, pero felices. Yoongi por primera vez podía acercarse a sentir lo que era en realidad la felicidad. 

—¿Vendrás mañana? 

Ambos ya se encontraban en el límite del bosque, exactamente en la puerta al cielo. 

—¿Quieres que venga? —el demonio estaba impresionado. 

—Claro que sí, tú no eres malo. Me gustó mucho estar contigo —dijo con una sonrisa tierna— ¿Vendrás? 

—¿A qué hora cruzaras la puerta? 

—A las seis. 

Yoongi asintió sonriente. 

—Aquí estaré. 

Con mucho pesar ambos se despidieron, pero a medio camino el ángel se regresó corriendo a abrazar al demonio, quien quedó paralizado ante la acción, y tímidamente Jimin se puso de puntitas para poder dejar un beso en su mejilla antes de salir corriendo hacia la puerta. 

Yoongi quedó embobado observando hacia el lugar en dónde Jimin desapareció, ansiando tener el poder de acelerar el tiempo. 

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𝐃𝐀𝐍𝐂𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐇𝐈𝐌

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𝐸𝑠𝑡𝑜𝑦 𝑎𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟𝑎𝑛𝑑𝑜𝑚𝑒 𝑑𝑒 𝑡𝑖 
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Jimin estaba felíz, pues su horario terminó y se dirigió rápidamente a su casa y luego a la puerta, esperando poder volver a encontrarse a Yoongi en el pueblo. Grande fué su sorpresa al cruzar la puerta y lo primero que captó su mirada fue a Yoongi esperándolo del otro lado. Y no pudo evitar lanzarse a sus brazos, como si fueran conocidos de una vida entera. 

En medio de ese abrazo Yoongi los transformó a simples humanos, y Jimin sintiendo el cambio se separó de su pecho para observar la bonita sonrisa que él demonio le dedicaba, 

«Que tu padre y el mío me perdonen», pensó el demonio antes de apartar un mechón del cabello del ángel y acercarse lentamente a él, esperando el rechazo o la lejanía, pero esta nunca llegó. Sus labios se encontraron en un beso suave y delicado, los brazos de Jimin rodearon su cuello y los suyos alzaron al ángel hacía él, estrechando su cintura para profundizar aún más los movimientos de sus labios. Hasta el momento en el que tuvieron que separarse sin dejar aquella posición.

—¿Qué es esto, Yoongi? —preguntó con inocencia. 

—Se llama amor. Tú me gustas, y si me dejaste besarte es porque yo también te gusto. 

—Me gustas, me gustan tus labios —dijo volviendo a besarlo, está vez más profundo y enredando sus dedos en el cabello de él, se separó un momento para volver a verlo y remarcar con sus ojos cada detalle de su rostro—. Tu cabello es hermoso, es suave y muy oscuro. Tus labios son finos, me gustan mucho… ¿Pero sabes que me gusta más? —Yoongi estaba encantado, hechizado por las palabras del ángel en sus brazos, negó embobado—. Tus ojos. 

—¿Mis ojos? ¿Por qué? 

—Porque son hermosos, la forma de ellos es bellísima, y…

—¿Y…?

—Parecen los de un gatito… —dijo completamente sonrojado. 

Yoongi cerró los ojos, y al abrirlos Jimin pudo ver con asombro los ojos de él, eran los de un gato, con sus pupilas alargadas en forma vertical, y destellos verdes y amarillos. Jimin empezó a reír con fascinación, sin resistirse a volver a besarlo fugazmente. 

—Creo que me está encantado que vengas. 

—Y a mi me están encantando tus besos —respondió Jimin.

Yoongi bajó con delicadeza al lindo ángel, y tomándolo de la mano caminaron juntos al pueblo, volviendo a disfrutar juntos del festival, bailando juntos hasta que sus cuerpos se cansaron y hasta que la hora de irse llegó y con ello la despedida que está vez se dió entre besos largos y húmedos que empezaban a tener efecto en el demonio. 

—Jimin… ya tienes que irte… —dijo entre sus labios, escondiendo que enrealidad quería hacerlo suyo en ese mismo instante, y que solo estaba evitando que las cosas se fueran a ese extremo en el que no habría marcha atrás. 

—No quiero irme. 

—Yo tampoco quiero que te vayas. Pero no quiero que te metas en problemas y luego no puedas venir. 

Jimin asintió y tras un último beso se volteó hacia la puerta y caminó hacia ella.

—Hasta mañana —dijo el ángel antes de desaparecer por completo y volver a dejar al demonio con las ansias del próximo día. 

Así pasaron cinco días, cinco tortuosos días en los que Yoongi resistía las ganas de hacer suyo al pequeño ángel, en la que los besos habían subido más y más de intensidad, en los que el ángel se desesperaba por probar más allá de eso si es que había otra forma de amor más allá, solo sabía que en su interior había un deseo desenfrenado por ser tocado profundamente por Yoongi. 

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𝑀𝑒 𝑝𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑎 𝑝𝑟𝑢𝑒𝑏𝑎 𝑐𝑜𝑚𝑜
𝑒𝑙 𝑓𝑟𝑢𝑡𝑜 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑑𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑎𝑡𝑟𝑎𝑒
𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑝𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑚𝑎𝑙.
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Al día siguiente, la celebración había terminado, y con ello la despedida de ambos. Se encontraban sentados en una de las grandes rocas, faltando solo cinco minutos para la media noche. 

Jimin no resistía ese sentimiento en su interior y en su cuerpo, por lo que sin despegarse de los labios de Yoongi se sentó encima de él, con sus piernas a cada lado de su cadera. 

—Jimin… 

El ángel lo silenció continuando el beso que llevaban, esta vez profundizando y atreviéndose a frotar su lengua entre los labios del demonio, quien gimió sorprendido, pero aún más fue su sorpresa al sentir al ángel mover sus caderas encima de él, se separó del beso, jadeando al sentir la fricción aún más insistente. 

—Jimin… ¿Do…Dónde aprendiste a hacer…esto? 

Dulces gemidos escaparon de los labios del ángel, trató lo mas que pudo controlarse pero le fue imposible. 

—No lo sé… sólo siento que quiero seguir, Yoongi, yo… me siento extraño. 

—Mi ángel, si no te detienes no podré parar. 

Rogaba a su infierno y al cielo del ángel por que se detuviera, porque él era incapaz de apartar al ángel de sus piernas, o siquiera de apartar sus manos de su cintura. 

—No quiero parar. Yoongi, por favor… tócame. 

—Jimin… no… 

—Por favor. 

El demonio se rindió, pues los labios de ángel besaban su cuello de una manera excitante, como si dentro de ese precioso ángel se escondiera un pequeño demonio lujurioso. Sin embargo, dentro de Jimin había un sentimiento de miedo y ansiedad, ansiedad de sentir las manos del demonio en su cuerpo, y por eso mismo empezó a restregarse con más insistencia, escuchando un gruñido de parte de Yoongi y al fin sintiendo algo crecer entre sus piernas, algo que lo hizo ruborizar y a la vez sentir todo su cuerpo reaccionar. 

—A la mierda. 

Yoongi rodeó con uno de sus brazos la cintura del ángel, entonces ambos se hallaron en cuestión de un segundo en otro lugar, y está vez Yoongi se encontraba encima de Jimin, recostados. El ángel abrió sus ojos y observó a su alrededor, era un paraíso muy hermoso, tanto que creyó estar en su cielo, arriba de ellos los cubría la sombra de un gran árbol con flores de varios colores y hojas verdes brillosas. Y lo más curioso, era que sentía la suavidad bajo su cuerpo, como si flotara entre nubes. 

No pensó mucho, porque los besos de Yoongi fueron en descenso por su cuerpo y eso lo estaba volviendo loco, intensificando esa sensación extraña en su estómago y en la parte baja de su ombligo. 

—Yoongi… —gimió su nombre de forma deliciosa. 

—Jimin ¿Estás seguro de esto?... No habrá vuelta atrás, mi ángel. 

—Lo quiero, te necesito. 

—¿Sabes lo que es esto? —Jimin se mordió el labio inferior negando—. No quiero tomar tu pureza. 

Los ojos del ángel se abrieron y estos se mostraron llorosos por la excitación que recorría cada fibra de su cuerpo. Yoongi apartó la mirada hacia el pecho del ángel, y con manos temblorosas empezó a quitar su prenda superior, deslizandola por su torso y brazos para despojarlo de ella y empezar un camino de besos por su cuello, yendo en una línea recta por la mitad de su pecho, pasando por su ombligo y llegando hasta el borde del pantalón medio gastado que usaba como parte de su vestimenta común. 

Quitó el broche del pantalón con lentitud y nerviosismo, con ambas manos bajó la prenda dejando desnudo al pequeño ángel que gimió por el roce del pantalón en su miembro. El demonio se acomodó entre sus piernas dejando que su aliento bañara aún más la excitación del pequeño peliblanco. 

Observando desde su posición como Jimin se removía, sacó su lengua y lamió todo su miembro con dedicación, sin perder rastro de las facciones y jadeos del ángel. Metió el miembro de Jimin a su boca por completo, escuchando lo gemidos sonoros de él. Se apartaba y lo volvía a meter, succionando con fuerza cada gota de semen que empezaba a salir de él. 

Las piernas del ángel temblaron anunciando su culminación, y su cuerpo se vió atacado por múltiples sensaciones que lo tenían divagando entre nubes. Yoongi dejó que la esencia del ángel resbalara por su falo, de su lengua caían gotas y chorros de ambos líquidos combinados, resbalando por sus testículos y perdiéndose justo en dónde quería. 

Se alzó sobre su cuerpo, dedicando a besar su cuello para distraerlo de uno de sus dedos que empezaba a colarse en su interior. 

—Tu padre es tan egoísta, cariño… 

Jimin jadeó al sentir la intromisión. Sin embargo, aquella no era del todo mala, solo ligeramente incómoda. 

—No… entiendo.

—Pensaba dejarte casto y puro… ¿Cómo sería eso posible siendo un manjar? 

Yoongi introdujo otro dedo, deslizando hacia adentro y hacia afuera, embriagándose con la estreches que sentía en sus dedos. Minutos después los sacó y se desvistió por completo ante el ángel, que avergonzado vió hacia otro lado cuando el demonio quedó desnudo. Estaba completamente confundido, no sabía que harían ambos desnudos, pero no evitó tener curiosidad al ver la intimidad del demonio demasiado rígida. Sabía que eso no era malo, porque algo malo no se podía sentir tan bien, y en las manos y boca del demonio había descubierto un nuevo paraíso plagado de placer. 

Yoongi se acomodó entre las piernas del ángel, alineando su miembro entre sus glúteos y restregando la punta de su miembro en la zona. Se dirigió a sus labios, besándolo como si no hubiese un mañana, y empujando sus caderas cada vez mas para fundirse en el esbelto cuerpo bajo suyo. 

Jimin se quejaba en su boca, salió de él apenas dejando la punta aún dentro, y con las mismas volvió a adentrarse un poco más al fondo, hasta que sintió la estreches adaptarse a él. Jimin ya no temblaba y ya no se quejaba de dolor, en cambio gemía y empezó a mover sus caderas con lentitud en señal para él demonio. 

Las embestidas lentas empezaron, lentas como los besos que empezó a repartir desde el dorso de su mano hasta su hombro y cuello, deleitándose con los sonidos de placer que el ángel vociferaba al cielo, deleitándose con el sonido de su pene entrando y saliendo de él, y con el mismo de su pelvis chocando en su entrepierna. 

Estaba pecando más de lo debido, había marcado una sentencia a sí mismo y estaba arrastrando al bello ángel consigo a las llamas de un eterno infierno en donde él ya no sería el verdugo. Pero no le importaba, si tenía que quemarse solamente él, si tenía que mentir, blasfemar y engañar para que su ángel no fuera mal visto lo haría, solo para seguir teniéndolo por más tiempo. Solo para seguir viendo ese paraíso suyo que apenas había descubierto.

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𝑌 𝑠𝑖 𝑡𝑒 𝑑𝑖𝑗𝑒𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑦 𝑎𝑟𝑟𝑢𝑖𝑛𝑎𝑛𝑑𝑜𝑡𝑒
¿𝑀𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑜𝑛𝑎𝑟𝑖𝑎𝑠?

𝑉𝑒𝑛 𝑎𝑞𝑢𝑖, 𝑦𝑜 𝑠𝑜𝑦 𝑡𝑢 𝑝𝑎𝑟𝑎𝑖𝑠𝑜
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—Te quiero, mi ángel. 

—Yo también te quiero, Yoon —Jimin lo observó con preocupación—. Ya deben de saber que no estoy en el cielo… 

—Lo sé, cariño.

—Tengo miedo —dijo abrazándose a su cuerpo. 

—¿De un castigo? —el ángel negó. 

—Que me separen de tí, no quiero, no lo resistiría. 

Ya era el amanecer, ambos seguían recostados en aquella espesa nube que utilizaron como colchón para amarse una y otra vez. 

—Ni yo quiero que eso pase, mi ángel. 

Jimin se despegó del pecho del demonio, con los ojos brillantes y llenos de ilusión. 

—Llévame contigo. 

—¿Dónde? 

—A tu casa. 

Yoongi sonrió con ternura y tristeza a la vez. 

—Mi amor, yo vivo en el infierno. 

—No me importa. Quiero estar contigo.

Yoongi acarició su cabello y besó su frente. Sin duda el pequeño ángel era lo más valioso que pudo haberse encontrado. 

—No te llevaría a un lugar así, mi amor. Tú te mereces el mejor paraíso que alguien te pueda ofrecer. 

—Nadie me ofrecerá un paraíso mejor del que tú me haces ver, Yoongi. Tú eres mi paraíso. Además, los angeles no nos enamoramos, es prohibido en el reino dorado que algo así pase. 

El demonio bufó. 

—Claro, por qué no me sorprende…—el demonio se levantó, quedando entre las piernas de su pequeño ángel—. Si te llevo conmigo tendrás que convertirte en un demonio, renunciar completamente a ser un ángel. 

—Si esas son las consecuencias de amarte, las asumiré con gusto. 

—Oh, mi amor —besó sus labios con cariño, incapaz de aburrirse de probarlos—. Ve a tu casa y trae tus cosas, te esperaré de este lado y nos iremos juntos ¿Está bien? 

El ángel asintió felíz, completamente dichoso de poder escapar con el amor de su vida, de poder ir a un lugar en el que podrían amarse libremente. 

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𝐿𝑜 𝑝𝑟𝑒𝑓𝑖𝑒𝑟𝑒𝑠 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 ℎ𝑎𝑐𝑒 𝑑𝑎ñ𝑜
𝑑𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑡𝑖 𝑙𝑜 𝑠𝑎𝑏𝑒𝑠 𝑚𝑢𝑦 𝑏𝑖𝑒𝑛
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Jimin se escabulló en su casa sin ser visto, a esa hora todos los ángeles se encontraban dándole alabanzas a Dios en sus aposentos. Asique con gran felicidad empezó a empacar en un bolso sus prendas y lo necesario, ya que sabía que Yoongi lo estaba esperando del otro lado de la puerta. 

De repente, una ráfaga de luz iluminó todo el interior de su casa, dejándolo ciego un par de segundos. 

—Jimin, hijo mío, ¿En dónde estuviste toda esta mañana? 

El cuerpo del ángel tembló, e inmediatamente calló de rodillas. 

—Padre mío, perdóneme. 

—¿En dónde estabas?

—Yo… estuve aquí. 

La luz enceguecedora se hizo menos dolorosa a la vista. Y el solo hecho de la presencia de su creador le carcomió la conciencia.

—Jimin, hijo mío, mi más hermoso ángel… ¿Quién te enseñó a mentir? 

—Nadie, padre. 

—Ese demonio con el que te has estado viendo —un escalofrío recorrió su ser entero— ¿Pensabas escaparte con él? 

Jimin dejó caer lágrimas tras lágrimas de sus ojos azules, con el pesar en su corazón y el nerviosismo en su cuerpo. No le mentiría a su creador. 

—Padre mío, me he enamorado. He pecado y he decidido abandonar el paraíso para no manchar con mis aberraciones la pulcritud de este lugar. 

—¿Así lo decidiste?... Dime, hijo mío ¿Confías tanto en Belial? 

—¿Q-Quién? 

—¿Acaso no te dijo su nombre? ¿Así piensas escapar con él? —Jimin se quedó callado, pues jamás pensó que su amado demonio fuera el principe del infierno—... Hijo mío, él es el demonio de la mentira, el orgullo, la vanidad… todos los pecados posibles recaen en él, ¿Aún así quieres irte? 

—Yo…

—Está bien, si así lo quieres, vamos. Te acompañaré a la puerta que une al cielo y a la tierra. Al menos… déjame despedirme de tí. 

Jimin sonrió en grande, pues se sentía más que feliz de que fuera su padre quien le permitiría estar al lado de su amor. Al llegar, cruzó la puerta luego de despedirse, pero Yoongi no estaba. Lo fué a buscar a la aldea, a los alrededores, por todo el bosque, gritó su nombre y aún sabiendo el verdadero lo hizo, pero no obtuvo respuesta. Yoongi lo había abandonado. 

Regresó a la puerta hecho un mar de lágrimas, abrazándose a su padre, quien lo consoló como solo él sabía hacerlo. 

—Te dije, hijo mío, que en un demonio no se puede confiar. 

Y su corazón se rompió en millones de pedazos. Las cosechas del siguiente año, fueron completamente secas, no hubo tierra fértil que pudiera dar fruto, no hubo césped verdes en los prados, ni flores en los arbustos del bosque, la fauna había migrado por la falta de flora, y los propios pueblerino iban mudandose por la baja producción. 

Pues el ángel que un día estuvo feliz, ahora no hallaba más motivo para cumplir su misión. Se enfermó del corazón, y su padre no le exigió seguir con su trabajo. 

No había día que no pensara en él, no había noche que no susurrara su nombre rogando al mismísimo satanás que le enviara a su hijo para pedirle aunque sea una explicación de qué había hecho mal. No había noche que sus lágrimas no se convirtieran en raíces secas al caer en la tierra del paraíso. Su felicidad había sido arrebatada por un demonio que le mintió, se enamoró perdidamente y ahora sufría su abandono. 

¿Acaso había encontrado a alguien mejor? 

Él le había entregado todo, incluso decidió renunciar a su naturaleza para estar a su lado, un año había pasado, y su llanto se hacía más pesado al imaginar a Yoongi en brazos de alguien más. No podía, su corazón no resistía a esa idea. 

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𝐃𝐀𝐍𝐂𝐄 𝐓𝐎𝐆𝐄𝐓𝐇𝐄𝐑

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𝑁𝑜 𝑡𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑜𝑐𝑢𝑝𝑒𝑠, 𝑚𝑖𝑠 𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠
𝑆𝑜𝑙𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑛 𝑐𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑡𝑖
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Un estruendo se escuchó a lo largo y ancho del paraíso, como un trueno que quebraba las capas de cielo, todas a la vez. Observó por su ventana como los ángeles volaban despavoridos, y una figura envuelta de sombras se apoderó de la mitad del reino dorado, la otra mitad, su padre se hallaba esperando un enfrentamiento seguro con aquél ser demoníaco que venía sólo, y que de ser una batalla campal, tendría que enfrentarse a todos los seres celestiales que conformaban el ejercito de Dios. 

—Lucifer —dijo con voz autoritaria su padre. 

—No he venido aquí en son de guerra, he venido para que me devuelvas a mi hijo. 

—¡Vete por dónde has venido, Satanás! 

Lucifer rio de forma que le causó escalofríos, Jimin se escondía detrás de los postes del palacio, teniendo vista a aquél suceso. 

—No eres tan santo como todos piensan, YHWH. Por un momento creí que el irresponsable de mi hijo había abandonado su puesto, pero tú lo encerraste. Devuélvemelo, no quieras iniciar una guerra. 

—¡No tienes derecho alguno a reclamar nada!, él ensució a uno de mis hijos, lo manchó con sus pecados. 

—¿Hablas del pequeño ángel que hace crecer las cosechas? —Jimin puso aún más atención a aquella charla—. Jimin, ven aquí angelito, sé que estás detrás de esos pilares. 

El ángel salió caminando a paso tímido, sin levantar la mirada ante aquellos seres poderosos. 

—¡Vuelve a tu casa, Jimin! 

—No, quédate angelito. Quédate a escuchar como tu creador te mintió haciéndote creer que mi hijo te abandonó —Jimin sintió su corazón latir con fuerza, levantó su vista a su padre, y a pesar que su vista quemaba pudo ver su semblante molestó. 

—¿Por qué? —preguntó rendido— ¡Por qué! —gritó desgarrando su garganta.

—Es lo que él hace, angelito. Mírame a mí, acabé en el infierno por su egoísmo de querer ser idolatrado. 

—¡Cállate! —dijo la imponente voz de su padre. 

—Eso ya no sirve conmigo, deja que me lleve a mi hijo y a su ángel. Jimin ya no quiere estar aquí, déjalo ir también y te evitarás una guerra. 

—De aquí no saldrá nadie, bestia engañosa. 

—Como quieras. 

Otro estruendo se escuchó, y miles de demonios empezaron a atacar el reino dorado, Jimin se cubrió detrás de los pilares Pero pronto una figura parecida a Yoongi se acercó a él tomándolo de los hombros. El ángel forcejeó por unos segundos. 

—Ey, ey. Cálmate, Jimin. Soy Lucifer, el padre de Belial. 

—¿Tú… eres el papá… de Yoongi? —el contrario asintió. 

—También puedes llamarme Namjoon si te parece más cómodo. 

—¿Dónde está Yoongi? 

—Tu padre lo encerró en el fondo del mar, al lado de Leviatán. Lo encadenó, así que tendré que irlo a sacar. Pero tú… ¿Quieres venir para estar con él? 

—Si.

Contestó sin dudar, y tan rápido como tomó la mano de lucifer, ambos desaparecieron del reino dorado. Y pronto, estuvieron en un castillo idéntico al de su padre, hecho de oro y plata, pero este era oscuro, sumergido en las penumbras de un cielo eternamente gris, con arboles secos rodeándolo y con fuego quemando a través de grietas en el suelo, pero este fuego no quemaba, ese fuego se sentía cálido. Reconfortante. 

—Bienvenido a tu nuevo hogar. 

—Aquí… ¿Es el infierno? 

—No, esta es mi casa y la de mi familia. 

—¿Fa…Familia? 

Lucifer asintió con una sonrisa. 

—Mi pareja e hijos, y también la muerte, su nombre es Hoseok, él se incorporó a la familia a penas hace unos siglos. 

—Es… maravilloso. No pensé que el infierno fuera… así. 

—¿Pensabas que éramos despiadados? ¿Que matabamos a diestra y siniestra y que nos dedicamos a andar atormentando al mundo entero? 

—Pues… si —Lucifer rió a carcajadas —. Eso es lo que hace Yoongi ¿No? 

—No, Yoongi se divierte yendo al mundo humano, no hace daño, solo algunas travesuras cuando se aburre, pero nada malo. 

Namjoon lo detuvo a las puertas del castillo, e inmediatamente este se abrió dejando ver a otro demonio con un aspecto menos rudo pero bastante molesto. 

—Cariño, él es Jimin. 

—Jimin… ¿Jimin?, ¿Ese Jimin? —Namjoon asintió, y en cuanto lo hizo, aquél demonio se lanzó a abrazarlo de forma familiar—. Bienvenido a la familia, cariño. Mi nombre es SeokJin, en teoría… soy la madre de Yoongi. 

Jimin estaba boquiabierto observando las miradas divertidas de ambos reyes del infierno. 

—Me retiro, tengo que ir por tu hijo —dijo Lucifer a su pareja. 

—¿En dónde se metió? 

—Diosito lo encerró con Leviatán —ambos rieron ante la burla, pues sabían que sacarlo de ahí sería pan comido. 

Lucifer desapareció, y una mano se posó en su hombro. 

—Ven, te mostraré la habitación de Yoongi para que descanses, luego podrás conocer al resto de la familia. 

El cuarto de Yoongi parecía más bien una casa entera por dentro, era asombrosa la magia dentro del infierno, pues nada era lo que parecía realmente. Llegó al cuarto y al abrirlo una cama con sábanas oscuras lo recibió, que a penas posó su cuerpo en las suaves sábanas entró en un profundo sueño, sintiendo que su alma estaba en paz mientras el aroma de Yoongi de impregnarse en él. 

Luego de algunas horas intentó levantarse, pero unos fuertes brazos le impidieron la lejanía. Tocó sus manos aún con los ojos cerrados, subió su toque por sus brazos y hasta su rostro suspirando al sentirlo tan cerca. Se lanzó hacia él, los labios de Yoongi lo recibieron con cariño y devoción, con anhelo, deseo... y todo el amor que sentía por su ángel. 

—Mi amor…

—Mi ángel. 

—Te extrañé —sollozó el ángel—. Yo creí que… me habías abandonado. 

—Eso nunca mi amor, jamás haría algo como eso. Yo te amo. 

—Yo más. 

—Al fin estamos juntos, perdón por hacerte esperar tanto, mi vida. 

—No es tu culpa. Mejor… ¿Por qué no recuperamos el tiempo perdido ? 

—Estoy de acuerdo. 

Yoongi se levantó quedando entre las piernas de Jimin, dando embestidas por encima de la ropa, pero esta fue mágicamente desaparecida con un chasquido de dedos, y entre besos y caricias, volvieron a recrear cariños y toques obscenos entre sus cuerpos. Profezándose amor.

Para esa, y para mil eternidades más. 

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𝑃𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑣𝑖𝑣𝑖𝑟 𝑠𝑖𝑛 𝑚𝑖
𝑌 𝑙𝑜 𝑠𝑎𝑏𝑒𝑠
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Este shot consistía en una dinámica de hacer un One Shot en base a una tematica, yo elegí "Angeles y demonios"
E inspirada en la canción Pied Piper...

Cómo dato curioso, cada frase encerrada entre los separadores, son frases de la canción, si quieren pueden buscar la tradición, yo usé la de "Moonlyrics", toda Army sabrá que ella hace las mejores traducciones.

Espero que les haya gustado, le den me gusta, compartan y comenten.

Y ¿Porqué no?
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Besitos

❤️✨

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