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01

Seonghwa cayó a su asiento grácilmente, como una pluma hacia el mullido asiento viejo pero útil. Su frente un poco arrugada y los dedos acalambrados y adoloridos cuando apenas eran las 8 de la mañana. Sus codos dolían y estaban con una leve hinchazón de la cual ya no tenía cuidado. Era bastante malo tener artritis a tan temprana edad ya que afectaba mucho en su trabajo que necesitaba el uso constante de sus extremidades superiores, pero tratarse por completo su artritis era algo que salía de su presupuesto, por lo que se trataba con algo de acupuntura y analgésicos aunque no sirviese de mucho.

Encargarse de la floristería de su familia siempre fue algo que le llamó su atención, pero no contó con que sus padres murieran a tan temprana edad en un accidente y él, como el hijo menor y sin trabajo estable, se quedó con esta por completo. No era malo, ganaba mucho más que el promedio y tenía una clientela buena con un par de empleados -que eran sus amigos- bajo su cargo.

No, no era nada malo, porque uno de sus clientes no era nadie más ni nadie menos que la cónyuge del rey, la auténtica familia real de Corea del Sur.

"Ay no", murmuró, parándose al ver como de una de las preciosas dalías blancas encajadas en el foam del arreglo caían los pétalos, por lo que aguantando el dolor de sus brazos y el tirón acalambrado de sus falanges, retiró la dalía dañada del foam con cuidado de no arruinar los astilbes rosas ni las paniculatas, reemplazándola enseguida por una dalía fresca y cortada que tenía de repuesto en la misma mesita por si llegaba a suceder justamente eso y encajándola suavemente en el foam mojado.

Cuando estaba firme, sonrió satisfecho y dejó caer sus pobres brazos doloridos a su costado, retrocediendo un par de pasos evitando su silla para ver los cuatro arreglos florales de tamaño mediano que cada semana la reina encargaba a su florería. Cuatro arreglos no eran nada para la inmensidad del castillo y las primeras veces que la reina le pidió sus servicios hace dos años se extrañó al ver la poca cantidad de flores encargadas, pero luego se enteró que era una florería internacional y grande quien se encargaba de decorar con flores cada rincón del castillo gracias al diario, concluyendo que finalmente, la reina no tenía poder sobre con qué decoraba su propio hogar y que si encargaba con él era por gusto propio y capricho.

Jamás había cruzado palabras con la reina, pero con su hijo y el segundo primogénito de la familia si, Jeong Yunho.

La primera vez que se conocieron fue algo bastante extraño, era apenas la tercera vez que recibía un encargo a nombre de la reina y los nervios le comían por dentro como las dos veces anteriores, viendo como el auto blanco y brillante con las banderas del país en el capó estacionaba frente a su pequeña florería y bajaba el mismo asistente que había visto las veces pasadas. Pero esa vez se había asustado al ver como aparte de aquello, dos grandes gorilas de negro salían por la cabina de más atrás, y por detrás del asistente aparecía nadie más ni nadie menos que el principe fragante de cabello negro llamado Jeong Yunho.

No iba a mentir que sus nervios casi hacen que vomite el almuerzo del día anterior al ver al príncipe de su edad que solo había visto por televisión en sus 23 años frente a él y luciendo tan atemorizante, con el impecable saco negro y el cabello azabache peinado hacia un costado de forma pulcra, el ceño fruncido juzgando y recorriendo la calle donde habían parado.

"¿Es este el asombroso lugar del cual mi madre habla?", había escuchado en voz baja de parte del imponente hombre que aún no reparaba en su presencia en la puerta de su florería, pudo haber sido un buen comentario, pero el rostro fruncido del príncipe y los ojos juzgadores le habían llegado como una patada en el estómago que le hizo sentir algo mal y mirar con duda y algo de resentimiento al príncipe.

A pesar de eso no fue maleducado, se inclinó en un saludo cortés y nervioso de pocas palabras frente a los hombres y evitó los ojos escrutadores del príncipe que fueron a parar sobre él apenas dejó de mirar a su alrededor. Y los invitó a pasar a su local donde tenía adentro bien envueltos y protegidos los grandes arreglos para la reina que se procuró de dar una última mirada antes de que Hongjoong y Yeosang, sus mejores amigos y quienes trabajaban con él, los cargaran bajo sus indicaciones hasta el auto para guardarlos.

Pudo haber aceptado el cheque que el asistente le tendió y despedirlos, demasiado nervioso que sus dedos sudaban y sentía sus ojos lagrimear por la presencia del príncipe que no le había quitado los ojos de encima desde que se presentó frente a él, pero su amabilidad le jugó en contra y preguntó con voz temblorosa si alguno de los dos quería llevar otro par de flores. Rogando que fuese una negativa tuvo que tirar de una sonrisa y acomodar el clavel rosa en su cabello cuando el señor Lee le pidió un ramo de petunias para su esposa. Así que dándose la media vuelta luego de confirmar que tenía, dejó a ambos hombres y paseó por su florería en busca de las petunias con las uñas cortas encajándose en sus palmas. Al no tener cerca los pares de ojos encima suyo pudo relajarse y no tardarse luego de tomar unas petunias e ir a su pequeña oficina de atrás para armar un ramo. El problema fue al salir de allí.

Cuando abrió la puerta pintada con girasoles casi da un grito en el cielo al ver al príncipe a apenas un metro de esta observando las Ilusiones que tenía en exposición, quien ante su ruidito se giró hacia él y le miró con esos ojos atentamente. Seonghwa siempre había asociado al príncipe Yunho como un cachorro, pero en esos momentos se veía como un doberman rabioso a punto de morderlo.

"Uh-uh, perdón, me tomó de sorpresa, su alteza", se había disculpado, bajando los ojos sumísamente con el ramo entre sus brazos y sintiendose observado por aquellos ojos. Esperando cualquier cosa del príncipe, su respiración se atascó al ver como esos zapatos lustrados se acercaban hasta estar frente a él, y como aquellos dedos largos y varoniles subían hasta el costado de su cabeza y empujaban el clavel rosa que se había soltado detrás de su oreja, acomodándolo de nuevo sin decir absolutamente nada.

Cuando el príncipe Yunho se fue, Hongjoong y Yeosang tuvieron que darle un vaso de agua con azúcar y abrazarlo por las violentas sacudidas de su cuerpo. Y pensó que sería la última vez que vería al príncipe.

Dos años después en la actual fecha, ya no era el asistente el que venía a retirar las flores, si no que era Jeong Yunho y le traía regalos cada vez que llegaba a tocar la puerta de su florería. Regalos que Seonghwa debía aceptar casi a la fuerza porque eran costosos aretes o anillos especialmente para él, y el príncipe le demostraba su amor que había desarrollado por él en todo ese tiempo en la corta media hora que podían pasar entre las flores.

Seonghwa suspiró, volviendo de sus recuerdos para revisar por última vez los ramos de flores y dejar de pensar en el príncipe Yunho y sus sentimientos, no tardaría en llegar y si sus manos seguían acalambradas seguro no podría sujetar bien la mano de Yunho. Odiaba que sucediera eso y siempre terminaba con los ojos llorosos por no poder entrelazar sus dedos con los de su amor, pero allí estaba Yunho acariciando y besando sus manos, intentando que se olvidase del dolor y restándole importancia.

De pronto, vio de reojo la cabeza de Hongjoong asomarse por su oficina, y se giró colocando sus brazos sutilmente por detrás de su espalda para mirar al rubio.

"Ya llegó, Seonghwa", anunció con voz calmada.

El peligris asintió intentando lucir tranquilo, y bajando las mangas de su blusa blanca con pequeños ribetes, se llevó las manos a sus orejas para asegurarse que los preciosos aretes pequeños de oro con forma de mariposa que Yunho le dio por su cumpleaños no se habían caido. Escuchó un auto estacionarse afuera, así que se apresuró en dejar la oficina seguido de Hongjoong con una sonrisa porque al fin vería a Yunho luego de siete largos días donde solo supo de él por la radio. Se dio una rápida mirada en la pared espejada que tenia el local para ver si se veía bonito y al confirmar que si, se giró hacia la puerta principal que justo estaba siendo abierta con una sonrisa enamorada.

Pero debió haberse visto patético al sus ilusiones verse rotas, viendo el canoso cabello del señor Lee en vez del azabache de Yunho. Su sonrisa decayó al suelo y sus ojos se aguaron en un instante al darse cuenta que esa semana el príncipe Yunho no vino a verlo ni a recoger las flores de su madre.

"S-señor Lee", voz algo rota, quiso golpearse en la garganta y llorar cuando sonó tan triste, forzándose a sonreir y atender con hospitalidad al señor Lee, el amable hombre no tenía la culpa de que sus ilusiones se vieran pisoteadas. "B-buenos días, hace mucho no lo veía"

Hongjoong le miró con ojos grandes a un costado, Seonghwa girándose hacia él pestañeó un par de veces y apuntó con la cabeza hacia la oficina indicándole que fuese a buscar los arreglos. Hongjoong le miró con duda por dos segundos antes de asentir y dejar a Seonghwa con el hombre.

"Buenos días, señorito Park", saludó cortesmente el asistente de la reina, "Hace bastante no tengo la dicha de poder pasarme por aquí, perdóneme por no avisar que esta vez sería yo el que viniese a retirar las flores de su majestad, pero el príncipe ha tenido que atender sus responsabilidades", excusó, tan amable y cordial que Seonghwa se sintió mal por haber sonado tan desilusionado.

"Oh, lo suponía, no tiene por qué disculparse", sujetó sus muñecas detrás de su espalda, inclinándose sutilmente, "el príncipe es alguien ocupado, no quiero importunar en su agenda", negó con la cabeza, viendo como Hongjoong y Yeosang acarreaban los cuatro arreglos por el local hacia el auto afuera.

Cuando ambos salieron y se quedó con el señor Lee solamente, aspiró aire y observó atentamente como del elegante saco de lino del hombre, sacaba con su enguantada mano por el bolsillo interno el distintivo sobre color crema con el cheque que siempre recibía, pero aparte de eso otro sobre de color gris que hizo que su corazón se acelerara al reconocer de quien era.

"Lo es, pero él aprecia mucho su amistad como sabe, así que no puede evitar dejarme recados", la garganta se le cerró y las ganas de llorar aumentaron cuando el señor Lee se acercó con pasos de pinguinos, el sonido de sus zapatos resonando en su cabeza y tendiendole con sus dos manos ambos sobres.

Para el señor Lee, sus amigos -exceptuando a Hongjoong y Yeosang-, familiares y conocidos, él y el principe Yunho no eran nada más que amigos, toda su pequeña historia de amor era ocultada al espacio que era su florería. Tener que asentir ante cada vez que externos recalcaban su amistad con el príncipe menor era doloroso como las espinas de una rosa en la piel, ¿pero qué podía hacer?

"Y yo aprecio la de él, muchas gracias por entregarme su recado", ya ni si quiera sonaba triste al decir aquello por la costumbre, aunque su interior muriera cada vez que lo hacía.

No tardó más de diez minutos en despedir al señor Lee con los sobres apretados contra su pecho, mirando el auto blanco desaparecer al doblar la calle, la mueca de tristeza se instaló en su rostro y fue escoltado por Yeosang quien se encontraba acompañadolo afuera haciendole entrar a su oficina y sentarse allí mientras Hongjoong atendía a un cliente.

Sus ojos lagrimearon apenas volvió a poner su culo en esa silla, sus brazos dolían al igual que sus dedos, pero tenía tanta pena en su corazón de no poder haber visto a Yunho que no pudo evitar llorar como un gatito en silencio apenas sus ojos se cerraron.

"N-no vino", murmuró, inclinándose y logrando que su frente chocara con el abdomen de Yeosang que estaba apoyado en la mesa frente a él.

"Pero te dejó una carta, Hwa", lloró aún más al sentir los dedos de su amigo en su cabello acariciando sus hebras, "Sabes que es un principe y tiene mil cosas que hacer, pero te ama y por eso te ha dejado una carta, ¿por qué no la lees antes de ponerte más triste?"

Seonghwa no quería leerla, odiaba las cartas de Yunho, odiaba leer la pulcra letra característica de su enamorado, sus palabras escritas con tinta en la hoja, odiaba no poder escuchar esas palabras con la voz de Yunho. Porque si las escuchara el dolor sería menor, la tristeza de su corazón se alivianaría si no viese aquellas letras en el blanco papel, si no supiese lo que significan.

Pero aún así, sabiendo que solo se dañaría aún más y queriendo hacerlo porque buscaba reconfortarse en Yunho de alguna manera, despidió a Yeosang de la oficina y se encerró allí. Tirando el sobre con el cheque descuidadamente a la mesa solo se concentró en el gris entre sus manos, que tenía el perfume de Yunho impregnado y un perfecto sello de cera con el logo de la familia real en rojo. Se llevó la carta a la nariz con cuidado de no mojarla con sus lágrimas en proceso de secarse, queriendo refugiarse en esa fragancia que tanto adoraba olisquear al abrazar al mayor.

La abrió con delicadeza tirando del sello y rasgando un poco el bonito sobre, antes de encontrarse con la hoja color crema suavemente doblada adentro con el escrito de Yunho. Se paseó por la oficina antes de volver a sentarse y con dedos doloridos sacó la carta dejando el sobre en la mesa, viendo la tinta pasando sutilmente la hoja por detrás.

"¿Por qué me haces esto?", murmuró como si Yunho pudiese escucharle, pestañeando un par de veces para desnublar sus ojo y abrir el papel para comenzar a leer con el corazón pendiendo de un hilo.

Buenos días, señorito Seonghwa

Me quiero disculpar especialmente por no haberle notificado que esta semana se me hacía imposible ir a retirar el recado de mi madre, mis obligaciones como principe son tediosas y no me vi capaz de hacer un espacio en mi agenda para ir y disfrutar unos minutos de su amistad en medio de las flores de su florería.

Supongo que si alguien que no fuese tú estaba leyendo esto ya dejó de hacerlo al ver que no es nada interesante.

Hola, mi dulce estrella.

Seonghwa soltó una pequeña risita tristona ante aquello, Yunho siempre hacía aquello con las cartas para evitar que alguien no deseado las espiase.

¿Cómo estás, amor mío?
Perdóname por no haber podido avisarte que no pude ir a verte, mi agenda cambió el día anterior de la nada porque a mi madre se le ocurrió acarrearme a una reunión.
Realmente tenía ganas de verte, en especial con la blusa blanca de ribetes que sé que utilizarías hoy para verme, esa que te dí la última vez, en mis ilusiones y sueños te debes ver hermoso en ella, tan precioso como una margarita.
Me paso el día con tu dulce rostro en mi cabeza, añorando verte y sostenerlo entre mis manos para besarlo suavemente, acariciar tus manos y decirte estas palabras con mis propias cuerdas vocales.
Por favor, no quiero que tus mejillas de azúcar se bañen en lágrimas por esta situación, mi corazón se rompería en mil pedazos si sé que estas desanimado a costa mía.
Te prometo que iré por tí, que te tomaré entre mis brazos y te diré al oído lo mucho que te amo.
Mis responsabilidades no son más importantes que tú, que eres mi mundo entero, por favor espérame que yo iré a buscarte.
No sabes cuanto añoro el día en donde pueda tomar tu mano libremente y besarte frente a quien se me dé la gana, poder mostrarle a todo el mundo que eres mi hogar y mi vida, la persona que ilumina mi horrorosa vida y con la que quiero estar y envejecer.
No cuesta soñar, y sueño cada día con aquello, no pierdo las esperanzas y sé que algún día lo haré.
Te amo, dulce estrella, estan llamando a mi puerta y debo terminar aquí, aunque si fuese por mi me pasaría la noche escribiendo para ti.

Tu amor, el príncipe Jeong Yunho.

Seonghwa se encogió en la silla, finalmente terminando de leer con el corazón roto y poca esperanza aquella carta, sin dejar de verla realmente.

Sorbiendo su nariz, se detestó profundamente y detestó a Yunho por mentirle de aquella forma y él pensar que podía ser cierto.

Porque las "o" de doble vuelta que escribía al prometerle estar con él, eran una vil mentira que le destruía y que intentaba obviar. Intentaba refugiarse en esas "o" bonitas y redondas donde decía que le amaba y deseaba verle.

Porque Yunho era un mentiroso a medias y él estaba enterado de aquello, pero era demasiado débil para dejarle ir.


Al día siguiente, Seonghwa entró a su florería dos horas más tarde de lo usual, con los dedos adormecidos y demasiado calmado luego de haber asistido a una de sus sesiones de acupuntura. Su hermano tuvo que traerlo para evitar un accidente en su bicicleta y aunque le hubiesen recomendado reposo, no quería ir a casa.

Cuando la campanilla sonó, las dos cabezas de sus amigos emergieron de la encimera donde estaba la caja registradora, ambos asombrados al ver a su dañado amigo y jefe allí. Acercándose a él apenas la puerta se cerró, le jalaron con cuidado riñiendole por su tiendita hasta dejarlo sentado frente a la caja y por poco casi atado allí, alegando que sus manos estaban dormidas y él inestable y que ellos se encargarían de cualquier cosa por hoy. Seonghwa quiso llorar ante eso, odiaba sentirse inútil y no poder hacer mucho cuando debía, que lo trataran como porcelana -cuando lo era-. Pero finalmente obedeció con ojos lagrimeantes y se quedó allí, jugando con las mangas de su blusa bordada y escuchando la radio sin prestarle atención del todo a las noticias del día de ayer.

Claro, hasta que escuchó el nombre del príncipe.

Su cabeza virando hacia el pequeño aparato, con los ojos grandes, miró hacia sus amigos quienes atendían a clientes por separado y no se estaban percatando de la radio. Estiró su brazo y con dedos torpes subió el volumen un poco para escuchar mejor.

"En la jornada del día de ayer, nuestros reporteros estuvieron presentes en la reunión de la familia real junto a la familia Choi en la mansión familiar del empresario más poderoso de los últimos cinco años, Choi Gyeonghoo. Tenemos fotos exclusivas de su alteza, la reina Jeong Hyori, junto a su segundo heredero y principe Yunho, conversar deliberadamente con Choi Yunhee y sus ambos hijos, San y Haneul"

Seonghwa prestó atención, en la carta de Yunho ayer había leido sobre una reunión, pero no entraba en detalles, y se sentía curioso de saber lo que hacía su amado. No se esperó que aquella reunión se llevara a cabo con la familia Choi donde San, el mejor amigo de Yunho, formaba parte de esta.

"Luego de una reunión extensa que rozó las tres horas, su alteza y el príncipe se vieron saliendo por las puertas de la familia Choi con semblantes que dejaban mucho que desear, y por más que pudimos acercarnos a ellos, no quisieron hablar"

"¡Seonghwa!", de pronto, Hongjoong le llamó, y él se desconcentró de la radio para alzar su cabeza como un gato hacia su amigo, "¿Cuanto costaba el ramo de no me olvides?"

Seonghwa pestañeó un par de veces, intentando volver a la realidad de su trabajo bajo la mirada de Hongjoong y el hombre que estaba atendiendo y esperando, todavia ensimismado en la noticia de la radio, respondió cuando su cabeza hizo click luego de un par de segundos.

"U-uh, 8000 won media docena, 13000 la docena", respondió lo suficientemente alto, viendo la afirmativa de Hongjoong para volver al hombre, miró un poco más por la florería por si Yeosang necesitaba ayuda o por si Hongjoong preguntaba algo más, olvidándose durante un par de segundos de la radio.

Hasta que se congeló al escuchar en volumen bajo a esta en su costado.

"oh si, nosotros realmente nos pensamos casar, el principe Yunho y yo nos conocemos desde hace aproximadamente cuatro años y negar las cosas entre nosotros ya no se pue- ¡San!¡¿Por qué me estás jalando?!"

Esa era la voz de Haneul, la hermana menor de San que hace poco había cumplido la mayoría de edad, la reconocía fuerte y claro por la cantidad de veces que fue utilizada para farándula de noche.

Pero lo que le aceleró el corazón fue lo que escuchó. ¿Yunho y ella... se iban a casar?¿estaban comprometidos?¿había algo allí?

"Esa fue la declaración que pudimos obtener de la Señorita Haneul antes de que su hermano mayor San la alejara de nosotros. Asegurando que aquella reunión fue para finalmente establecer un compromiso entre ella y el segundo heredero al trono, Jeong Yunho"

El estómago le dio un vuelco, sintiendo la bilis subiendo por su garganta para expulsar su cena de ayer. Sus oidos pitando sin escuchar nada más a su alrededor, la radio ahora solo era un disturbio cacofónico y la voz clara de la reportera una voz borrosa.

Yunho se había comprometido, ¿era real?¿cómo no podría serlo? Esa niñita ricachona por más que quisiera no podría mentir con algo como eso, ¿aquella reunión que le arrebató la posibilidad de estar con su amado ayer fue para establecer un compromiso con la hija de un millonario?¿realmente estaba pasando aquello, y él se estaba enterando por una tonta radio y una reportera que invadió la privacidad para obtener una jugosa noticia?

Iba a vomitar, su cuerpo temblaba y fue consciente de que estaba llorando cuando pequeñas gotas saladas cayeron a sus manos que parecían más despiertas que nunca. Se sentía enfermo y perdido, repitiendo una y otra vez lo que escuchó, como Yunho se excusó sobre haber sido jalado a una reunión improvista, y cayendo en cuenta que realmente le había mentido a través de esas "o" con doble vuelta jurando que estarían juntos por siempre.

Ni si quiera fue consciente cuando Hongjoong y Yeosang llegaron a atenderlo, la miseria acabando de un pisotón con él y solo dejando que un quebrado sollozo saliera de su garganta para derrumbarse en el suelo y vomitar agua en el basurero que había allí. Sus defensas sin responderle y su cuerpo terriblemente adolorido, pero no se podía comparar con lo quebrado que se sentía su corazón en ese momento y el dolor que su alma estaba experimentando.

Porque Yunho se iba a casar con alguien que no era él.

Su pobre cuerpo débil y roto fue sostenido por Yeosang mientras lloraba y apenas procesaba que Hongjoong estaba llamando a su hermano mayor con urgencia en busca de ayuda. Su pecho dolía a horrores y sus mejillas estaban mojadas, no podía respirar bien y nuevamente el sentir los dedos de sus manos dormirse y sus pies dejar de funcionar solo mandaban alertas a su cabeza que estaba teniendo un ataque de pánico. Pero él no podía calmarse, no podía sostenerse, solo podía sollozar y respirar cada vez más fuerte en busca de aire contra el pecho de Yeosang.

Fue llevado a su pequeña casa solitaria y recostado en la cama, con las caricias dulces de Hongjoong contra su pecho luego de un rato pudo dejar de llorar y calmarse antes de caer desmayado. Pero nadie iba a poder calmar aquella fea grieta que ahora sentía en su corazón, nadie más que Yunho.

Y era triste saber que Yunho nunca estaría para él cuando le necesitase, justo como ahora.

Para el sábado, Seonghwa ya llevaba su tercer día en casa. Luego de su ataque de pánico, Yeosang le había prohibido rotundamente ir a la florería por al menos, cuatro días. Y estaba bien con eso, quedarse en cama sumido en su tristeza sin forzar sus manos a dolores era bastante mejor que forzarse a levantarse para ir a trabajar con una sonrisa.

Tampoco había escuchado la radio en todo ese tiempo, su casa estaba en un silencio sepulcral y tristón que no quería romper con las noticias, porque de seguro estaría en boca de todos la torpeza de la señorita Haneul y como anunció sus planes de casarse con Yunho.

Al recordar aquello, sus ojos lagrimeaban poquito, la necesidad de ver a Yunho y poder confirmar si era verdad o no crecía a cada hora. Su pobre corazón se resquebrajaba cada vez más mientras estaba solo, ¿pero qué podía hacer? No podía contactar a Yunho a menos que enviara cartas hacia él, lo cual era imposible porque la mensajería hacia el castillo era revisada por si contenían algo extraño dentro, y tampoco podía ir allá y exigir verlo por mucho que fuesen amigos, lo sacarían a patadas antes de si quiera ver un cabello del príncipe. Así que se resignó a seguir sintiéndose un miserable ilusionado, y se hundió más en su cama.

Pero el hambre le estaba pasando la cuenta, así que tuvo que salir de sus sábanas con olor a almendra y calzarse sus pantuflas blancas, ajustándose la bata que cubría su cuerpo porque hacía algo de frío, salió de su habitación y caminó hacia su pequeña cocina en busca de un ramen instantáneo para cocinar y llevarse a la cama, porque no tenía la motivación de hacer algo más producido. Sintiendose frío y solitario, con el cabello con rulos hacia abajo tiró el chorro de agua caliente dentro del envase y esperó mientras su estómago rugía, intentando salirse de sus pensamientos feos con Yunho para concentrarse en otra cosa.

El toque de su puerta captó su atención en un sobresalto, eran las diez de la noche, ¿quién estaba tocando tan tarde a su casa? Otro toque, más insistente le hizo pestañear, sintiendo de pronto un poquito de miedo ante quien podía estar fuera de su casa. No podía ocultarse porque todas sus luces estaban encendidas y se notaba su presencia en casa, y por unos instantes deseó tener la compañía de uno de sus amigos para superar el pánico de ir y abrir la puerta. Mordisqueando su labio se arropó aún más con su bata y caminó hacia ella sintiendo otro toque, y cuando tomo el picaporte para girarlo y tirar de su puerta principal, soltó un gritito agudo cuando en un borrón sintió como alguien entraba con fuerza por su casa, le tomaba del cuerpo y cubría su boca con una de las manos. El pánico inundándole por completo al no reconocer las ropas, y terminó por gritar contra esa mano y patalear a punto de llorar por el miedo de quien sea que le estuviese agarrando.

¿Le querían secuestrar o lastimar?¿querían robar su casa? Su cuerpo tembló y las lágrimas cayeron, comenzando a forcejear con su débil cuerpo, intentando gritar y tratando de ver quien era su agresor.

Pero cuando entre sus ojos lagrimeantes pudo conectar con los aguamarina de quien le tenía apresado, todo el pánico que sentía se esfumó como viento. Viendo la sonrisa del principe Yunho quien le sostenía contra la puerta y le instaba a callarse.

"¡Soy yo, soy yo!", exclamó el pelinegro, y Seonghwa casi cae como peso muerto entre los brazos de Yunho, las lágrimas cayendo por sus mejillas, Yunho destapó su boca y le agarró con fuerza, mirándole con preocupación.

"¡M-me asustaste t-tanto!", Seonghwa le golpeó los hombros, pero terminó su lloradera tan pronto procesó la situación, ¿qué hacía Yunho allí, vestido con ropas negras y camuflado con una mochila al lado? Al parecer su carita de confusión, roja por el llanto, le causó gracia al príncipe que besó su nariz y le tomó de los muslos.

Seonghwa chilló, aún confundido pero dejándose cargar por el gran cuerpo de Yunho hacia su cocina donde antes estaba su pobre ramen instantáneo, fue puesto encima de la pequeña mesita de diario que tenía, aún su cabecita con interrogantes sobre como Yunho había llegado allí y que al parecer fueron tan obvias que el príncipe las captó.

"Me escapé del castillo", Si Seonghwa no hubiese estado encima de la mesita, caía de culo de la impresión, Yunho rió mientras sujetaba su pequeña cintura sobre la bata, "Necesitaba verte, dulce estrella, no sabes cuanto", balanceó la cabeza, ocupando ese jodido cursi apodo que Seonghwa decía odiar pero calentaba sus mejillas, "Nadie supo nada, tranquilo, despedí a Mingi una hora antes de que terminara su servicio fingiendo que iba a la cama", aclaró.

"Y-Yunho pero... ¿y si se dan cuenta? No puedes desaparecer así como así", las manos de Seonghwa, delicadas, fueron hacia el cabello azabache del príncipe, enredando estos mismos en las hebras suaves sin gel, e intentando evitar esos ojos de cachorro que le miraban enamorado.

"Ya te dije, necesitaba verte", susurró, jalando del mentón de Seonghwa para lograr conectar sus ojos. Esos brillantes luceros de Seonghwa que se veían preocupados por él y aún confundidos, como un pequeño cachorro perdido.

Yunho se inclinó, atrapando los labios de Seonghwa en un suave beso que causó un respingo en el peligris de la impresión. Pero no tardó nada en dejarse llevar por el choque de labios y el toque de Yunho, era difícil no hacerlo, el príncipe tenía tanto poder sobre él que aquellos ojos eran suficientes para dejarle tembloroso y sonrojado. Los labios acorazonados y frios acoplandose con los tibios suyos causando un temblor agradable en su estómago, sus bocas moviendose gracia y sutilmente contra la otra entre chasquidos que no planeaban ir más allá de lo dulce y tierno. Seonghwa se derretía cuando era besado de esa manera, cuando Yunho se encargaba de sostenerle y se inclinaba sobre él buscándolo, cuando solo el movimiento de sus belfos hacía inexistente el sentimiento de haber estado separados por días. Ese era realmente el poder que Yunho tenía sobre el enamorado Seonghwa.

Al separarse, se sintió pequeño con la gigante sonrisa de cachorro que adornó el rostro de Yunho, y quiso gimotear cuando fue soltado de la nada, mirando con ojos grandes y redondos que Yunho se sacaba la mochila de la espalda y se giraba para ir hacia la encimera donde antes estaba esperando a que su ramen estuviese listo.

"¿No habías comido?", preguntó el más alto, sin esperar realmente una respuesta antes de volver a hablar, "antes de venir hacia acá, durante la cena pude colarme a la cocina sin que papá se diese cuenta, estaba hablando con mamá sobre los padres de San"

Seonghwa, ante la mención del mejor amigo de Yunho y su familia, regresó a su quebrada realidad. Esa en donde él y Yunho eran amantes a escondidas y él había descubierto como este se iba a casar. ¿Qué hacía Yunho aquí, luciendo tan feliz y besándolo de esa manera?¿Por qué no lucía afectado, o preocupado, o simplemente ansioso?

"... Así que traje bollos con crema y fresas, yo sé que te gustan y traje especialmente para comer contigo hoy", Yunho lucía tan relajado, con los hombros bajos y ese tono de voz hogareño, ¿por qué no decía nada?

¿No tenía planeado contarle sobre su compromiso? Seonghwa sabía leerlo, Yunho estaba con la guardia baja actuando como el normal chico enamorado que solía hacer, y Seonghwa no lo culpaba por actuar así luego de estar constantemente bajo una familia tan estricta, pero ¿tan tonto creía que era como para no enterarse? Era su enamorado, ¿no debería estarle diciendo sobre aquello ahora mismo? Y allí estaba, sacando unos bollos con esa sonrisa de suficiencia.

Ni si quiera sabía lo mal que lo había pasado Seonghwa esos días, como lloró con su carta y se derrumbó con la radio. Simplemente llegó y le besó diciéndole que le necesitaba, ¿Y Seonghwa acaso no lo hacía?

"Hwa, cielo", salió de sus pensamientos al llamado de Yunho, parpadeó un par de veces prestándole atención al azabache quien tenía un tuper en una mano con los bollos, "Recibiste mi carta, ¿cierto?"

Algo patidifuso, reordenó sus pensamientos lo más rápido posible, sintiendose mareado y triste, con el estómago hecho un nudo y sintiendo su pecho arder porque no sabía qué decir.

"Yo... no me gusta que me envies cartas", sinceró, sin saber qué era lo que estaba haciendo realmente.

Yunho detuvo todo movimiento frente a él, ladeando la cabeza y mirándole por unos segundos con una expresión de alarma.

"¿Por qué no?¿son muy cursis?", preguntó, y Seonghwa tuvo que aspirar aire para intentar responder, "¿Es porque es peligroso?¿O no estás acostumbrado a ellas? Lo sien-"

"Porque no me gusta ver como me mientes", soltó en una bruma y sin pensar, simplemente abriendo la boca y soltando lo primero que se le vino a la cabeza.

Yunho esta vez dejó todo encima de la encimera, girándose por completo con preocupación y confusión hacia Seonghwa, quien solo pudo aguantar las lágrimas en sus ojos, porque se sentía tan frustrado y mal.

"¿Cuando me ibas a contar sobre tu compromiso con la hermana de San?", la voz apenas le salió en un hilo, pero gracias al silencio del lugar, eso fue suficiente para poder quebrarse al ver la mueca de terror que invadió el rostro de Yunho ante su pregunta.

Allí estaba, como un torpe niñito enamorado, llorando y sujetándose a si mismo por los hombros. Yunho ni si quiera le podía decir algo de la impresión, pero su mirada no mentía, había sido descubierto y el pánico inundaba esos ojos de cachorro. Era verdad, todo era verdad y al parecer Yunho no tenía planeado contarselo.

"¿C-como...?", Yunho se desestabilizó, volviéndose más blanco que el papel y sujetándose de su encimera.

"La radio", su voz por alguna razón no se estaba quebrando, aunque él estuviese hecho añicos, "Escuché a Haneul decirlo por la radio"

"Yo... yo pagué para quitar todo"

Seonghwa abrió los ojos con impresión ante eso, las lágrimas bañando sus ojos mientras Yunho seguía estático allí. El estómago le dolía y un mareo incontrolable hizo que la bilis subiese por su garganta al correrse de la mesa para llegar al suelo.

"¿N-no me planeabas decir?", esta vez, su voz sí se rompió, demasiado cansado y agotado por la situación. "¿Q-querías ocultarme todo, acaso?", se acercó a él, a paso tembloroso porque sus rodillas parecían no querer funcionar, se encontraba débil, odiaba ser tan débil que ni podía soportar una mala situación sin caer en cama, "¿p-por qué? Se supone que confías en mi... y-y me amas, ¿p-por qué me ocultas esto?"

Chilló asustado cuando Yunho le tomó por la cintura, llorando aún más fuerte al sentir la presión de esas grandes manos desesperadas enterrarse en la poca piel que tenía por su delgadez.

"Yo te amo, créeme", el tono de voz sonó tan desesperado que Seonghwa pudo calificarlo hasta patético, ¿aunque quién más patético que él, que se arrastra por alguien que a pesar de amarlo, no puede?, "Te amo, te amo mucho, eres la única persona por la cual siento y sentiré algo tan real... créeme"

Agarrándose de la ropa negra de Yunho, se lamentó, cerrando sus ojos para no cruzarse con esos ojos de cachorro que eran su debilidad. Sintió la tela de aquella sudadera, oh, eran tan diferentes, hasta en ropa tan común como lo era aquella sudadera negra Seonghwa podía sentir la diferencia de estatus social. ¿Quién era él al lado de Jeong Yunho? Un simple niño florista, huérfano y tan débil como un pétalo de rosa, no era nada comparado al gran príncipe Yunho, ¿por qué era tan tonto para pensar que algún día podría ser suficiente para poder tomar la mano de Yunho en público?

"Seonghwa, por favor, créeme", la voz de Yunho sonaba terriblemente desesperada y angustiada, pitaba contra sus oídos, sintiendo como le zarandeaba suavemente para que alzace la cabeza, "Te amo, te amo mi dulce estrella, no te estoy mintiendo, ¡ese compromiso no significa nada para mi!¡nada!"

Seonghwa se encogió más, gordas lágrimas cristalinas llegando a sus labios hinchados por contener tanto el llanto y el cansancio, la cabeza le punzaba.

"Te lo juro, te lo prometo, tú eres mi todo, eres con quién planeo pasar hasta el último día de mi vida", Seonghwa abrió los ojos ante eso, encontrándose con los ojos llenos de lágrimas y desesperación de su amante, quien seguía sujetándolo como si en algún momento fuera a desaparecer.

Yunho le seguía diciendo ese tipo de cosas, ¿pasar toda una vida con él? Eso era imposible, pero como el tonto enamorado que era, caía en aquella farsa nuevamente. Porque Yunho se veía tan honesto y decidido, porque no podía diferenciar la mentira como lo hacía en las cartas y esas estúpidas o's con dos vueltas.

Yunho le amaba, pero no iba a permanecer a su lado.

"¿P-podemos ir a dormir?", preguntó, como un niñito pequeño, logrando descolocar a Yunho al haber ignorado sus palabras, "¿m-me puedes... lle-llevar a la cama? Mis piernas no responden"

Yunho miró hacia abajo, dándose cuenta efectivamente que las rodillas de Seonghwa temblaban y todo su delgado cuerpo se sujetaba de él. Por lo que tragándose todo lo que tenía que decir, bajó sus manos hasta los muslos delgados de su amante, y en un rápido movimiento sin dejar que el peligris se desestabilizara, lo subió a su cintura y las piernas se enrollaron contra esta.

Yunho se quedó un rato allí, en la cocina, mirando a Seonghwa sin decir absolutamente nada. Los ojos del peligris se cerraban y se sentía tan mal, pero aún así se inclinó y dejó que su frente chocara suavemente con la de Yunho en una caricia muda. Aspiró la colonia de este, tan varonil y costosa que era única, y se permitió inclinarse un poco más para dejar un pico en los labios del príncipe estático, y luego otro más, sus labios desviandose a las comisuras de estos y regando por su mejilla tersa finalmente, permitiendose amar un poquito entre la bruma.

"Te llevo a la cama, amor", escuchó aquel susurro quebrado cuando abrazó débilmente el cuello de Yunho y hundió su rostro allí entre sus brazos.

Yunho ya había ido a su casa, solo dos veces hace meses atrás y de la misma forma, escapándose, pero eso había bastado para que supiese el recorrido de la florería hasta esta y saberse las habitaciones de memoria. Por lo que en apenas cuatro segundos, él ya estaba en su habitación deshecha, y Yunho le dejaba como un bebé encima de las sábanas desordenadas.

Solo bastó una mirada de Seonghwa, para que Yunho se quitase los zapatos y la sudadera y adentrarse en la cama junto a él, acomodando las sábanas para taparlos a ambos. Seonghwa no pudo mirar a Yunho a los ojos, por lo que se movió un poco hacia abajo y se permitió recostar su cabeza adolorida en el pecho firme del pelinegro. Ambos en silencio y con apenas sus respiraciones escuchándose, Seonghwa se preguntó como llegó a esta situación, ¿como él, alguien tan básico, y el segundo principe de Seul pudieron enamorarse y guardar una relación de más de un año en secreto?

Seonghwa notó a Yunho inquieto, escuchando como tragaba saliva y respiraba irregularmente al mismo tiempo que no podía dejar quietas las manos que le acariciaban, Seonghwa se preparó para lo que no quería escuchar.

"Cielo..", empezó, pero Seonghwa le detuvo alzando la cabeza.

"Yo sé que me amas, Yunho, no tienes que aclararmelo", susurró, aunque nadie más que el príncipe le estuviese escuchando, "sé que nunca me mentirías sobre tu amor por mi... pero si me mientes con lo demás"

"Seong-"

"Déjame terminar", Seonghwa alzó su mano en señal de stop, y Yunho obedeció apretando los labios observando la triste sonrisa de su amor, "Deja de mentirme a mi y a ti que estaremos juntos por siempre... Yunho, eres un príncipe, el segundo príncipe más importante de Corea del Sur... y yo soy un simple niño huérfano con artritis, débil como un papel, y florista, no soy nada"

Yunho abrió la boca, Seonghwa pensando que le iba a refutar y siendo más rápido para llevarle un dedo a los labios.

"Aunque me lo niegues, Yunho, sabes en el fondo que nunca podrás tomarme de la mano por la calle, venirme a ver solo porque me extrañas y poder llamarme tu pareja en público", sintió sus ojos picar, pero siguió hablando, "¿Sabes sobre la grafología?"

Yunho pensó un poco, "El análisis de la letra sobre la personalidad de una persona"

Seonghwa asintió con una sonrisa, porque Yunho era tan inteligente y acertivo.

"La grafología indica que si una persona escribe sus o's con una doble vuelta, significa que está mintiendo u ocultando algo", Yunho pestañeó un poco, sin captar del todo. Seonghwa se tuvo que pasar el dorso de la mano por los ojos, "Yunho, tú escribes así, ¿por qué crees que no me gusta recibir tus cartas? Porque me doy cuenta que me mientes, y te mientes a ti", la voz se le quebró un poco al final, y enseguida sintió las manos de Yunho ir a su rostro, "¿P-por qué no me puedes de-decir esas cosas en voz alta...? P-por lo menos puedo creérmelas de ese modo"

Yunho no dijo nada. Seonghwa se sentía tan extraño y desamparado, Yunho jamás se quedaba mudo, tenía una capacidad de responder ante cualquier situación de manera calmada que Seonghwa admiraba. Pero cuando vio esas cristalinas bajar por las mejillas rellenas, se permitió llorar porque ambos sabían que tenía razón. Y les dolía tanto, que solo podían abrazarse con más fuerza y llorar en silencio.

"N-nunca podrás estar cuando yo lo necesite, y yo tampoco para ti"

hwalight | 210926

Empezando este mini proyecto!

Dato curioso: este minific iba a ser un oneshot, pasaron cosas y terminó teniendo más de 35 mil palabras

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