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》Cuanto me gustas《

Después de tantos altibajos, de un sube y baja de logros y ausencias, del encierro y del poco contacto con Once, estaban listas para recorrer el mundo de nueva cuenta.

Dejaban una de las últimas prácticas antes de comenzar el nuevo tour mundial, estaba todo listo y prometía ser genial, muchos Onces serían testigos de aquella evolución. Twice se había convertido en mucho más que un girl group de kpop, se habían vuelto en grandes artistas internacionales que lograban sólidos sold out.

—Esto no es justo Pd-nim —musitó Nayeon algo apenada de tener que ser tan insistente.

Sus compañeras la veían con los ojos muy abiertos. Ellas siempre esperaban más de Nayeon, incluso por sobre Jihyo quien realmente era la líder allí.

—Usted debería reconsiderar un poco más. Entendemos que la última palabra es la suya y como bien sabe, la ausencia de Jeongyeon solo deja más trabajo sobre los demás miembros y Once no aceptará toda la transmisión sin ella, no tiene sentido que no esté presente, si será parte de todo el tour —Señaló la mayor, algo preocupada aunque intentando verse firme.

La ausencia de Yoo Jeongyeon había sido un golpe muy fuerte para once, pero por sobre todo, para Twice, después de aquel hiatus de Mina, algún tiempo antes. Porque todas conformaban un jodido motor y cada una era como un pequeño engrane, si alguna de ellas no estaba para cumplir con su función, lo demás solo eran fallas, espacios vacíos y sobreexigencias muchas.

—Ella aún debe poder controlar la ansiedad, no hay nada que pueda hacer aquí Nayeon. Su psicoanalista dijo que aún sería impactante para su recuperación. No está lista. —Terminó el hombre, intentando verse firme.

Hacia la puerta, ocho jóvenes mujeres le veían con pesadumbre y fue Park Jihyo quien gruñó cuál leona, antes de salir de allí sin disimular su molestia.

Estaban indignadas, todo se resumía a un número unánime e impar, y si alguna de ellas faltaba solo quedaba un show extraño a causa de un espacio vacío, que parecía imposible de llenar. 

—Por favor, solo regresemos, ya se está haciendo tarde... —Musitó su menor y Nayeon la miró con frustración, antes de dejar un pisotón de molestia y salir detrás de Jihyo.

—Es lo mejor para ti Jeongyeon, créeme, no quieres exigir tu salud mental. Si ya determinaron que aún no estás lista para regresar, es mejor que hagamos caso a los profesionales. Todos queremos que estés bien. —Señaló el hombre, sin alzar la vista desde donde la tenía y la rubia asintió dejando una reverencia antes de salir. 

—Sí señor. —Musitó con la voz muy baja antes de empujar a las chicas, para terminar por dejar la oficina. 

Caminaban en silencio por los pasillos de aquel alto edificio, dispuestas a tomar sus pertenencias para regresar al departamento.

El silencio era escabroso de regreso a su lugar de alojamiento antes de la gira, Nayeon la traía tomada de la mano, normal.

Sí. Era muy normal que siempre estuvieran tomadas de la mano entre sí, siendo de apoyo y contención, pero para nadie era una novedad que el par de Yeon solían ser uña y carne, por aquella indefinible relación que tenían.

Ya las habían dejado frente a su edificio, cuando una rencorosa Chaeyoung, habló por primera vez. 

—Es totalmente injusto que se desentienda así, nunca pedimos nada. —Expresó Chae, meciendo la cabeza. 

—¡Es un maldito imbécil! Pero ya se vendrá el aniversario número siete, él besará tus pies Jeongyeon-ah, te lo prometo... —Señaló Jihyo ingresando al edificio con furor, seguida por Chaeng y una Tzuyu muy desanimada. Sana y Mina se encargaban de arrullar a su unnie, mientras Nayeon venía caminando a su par tomando la mano de Momo, con expresión de culpa. 

—Me gustaría poder hacerlo mejor, soy consciente que todo lo que hago es poco desde que regresé, pero me esfuerzo mucho por lograrlo y no seré la mejor bailarina, ni la mejor vocalista pero hago mi mejor esfuerzo, y de todos modos siempre me pregunto ¿qué rayos hago aquí? —Admitió la rubia tapándose el rostro con ambas manos. 

—Oh no, no digas eso Jeongyeonnie, a nadie le importa su opinión y sabes que Jihyo tiene razón, él se inclinará ante ti para que firmes un nuevo contrato con la compañía... 

—¿Podemos cambiar de compañía? —Expresó Momo con entusiasmo y Dahyun le miró con los labios presionados. 

—¡Podríamos firmar con una empresa americana! —Festejó Sana con emoción y Dahyun negó con la cabeza. 

—Jypenterteiment es propietario del nombre, material en bruto y concepto de Twice, si quisiéramos firmar con otra empresa, deberíamos abandonar hasta el nombre y Twice sin nombre, sería extraño ¿no crees? Además todo sería diferente, deberíamos mudarnos a Estados Unidos, debería dejar de ser un grupo de kapop, sería raro... —Supuso Dahyun, con todo su entendimiento. Sana le miró aterrada. 

—Que horror... —Murmuró la nipona de en medio, bajando la mirada ante la sola idea. Las palabras de la maknae la habían dejado helada.

—Tu sabes que eso no será posible Satang y Pd-nim no cederá fácilmente ni  en cien años luz. —Acotó Nayeon sin poder alzar la mirada. 

—Entonces él deberá dejar de ser tan imbécil con Jeongyeon-ah, si quiere más Twice para sostener su maldito imperio. —Señaló Momo con la voz demasiado grave y Nayeon asintió. 

—Así será y habrán condiciones, muchas y la principal es que ya no tendrán tanto poder por sobre la producción de nuestra agenda, ya veras Jeongyeon unnie... —Le animó Dahyun, un poco desanimada por el semblante ausente de aquella rubia.

—Solo quiero ir a la cama. El maldito día parece nunca acabar. —Masculló la rubia, acomodándose el barbijo.

—Lo siento unnie, y nosotras aquí molestando... —Musitó Mina, igual de apenada que Sana, quienes no habían podido apartarse de ella.

—Oh no Mina-chan, no es contra ti, tu estas bien. Ven Sana picotéame... —Animó Jeongyeon y sus ojitos tristes hacían alusión a la sonrisa que escondía debajo del tapabocas, abrazándola por la cintura. 

La japonesa se apresuró a seguir la indicación de su unnie con todo gusto y emoción. Mina estuvo a su par aún tomando su mano y pronto llegaron al edificio que compartían ese mes previo al show que daría inicio a la tercera gira mundial.

¿Cuál era el problema? Sintonizarían el primer show de la gira que se realizaría en Seúl, y Jeongyeon no estaría presente. Las chicas entendían que eso no estaba nada bien.

—Bueno chicas, iré a darme un baño y descansar un rato, pero estaré bien no se preocupen por mi. —Musitó la rubia con esa voz demasiado baja para ser la de Jeongyeon.

Las japonesas y Dahyun asintieron como respuesta, más Nayeon no estuvo muy de acuerdo con sus palabras, ella solía decir siempre que estaba bien y eso acababa siendo un maldito hiatus tan largo que parecía que la dejaría sin respiración. 

—Iré con ella... 

—Pero unnie, ella dijo que... 

—Déjenla, nadie conoce a Jeongyeon unnie como lo hace Nayeon unnie —Defendió Mina, dándole el pie para que ella siguiera el camino. 

Las japonesas quedaron en el humbral discutiendo, bueno, quizás solo Sana y Momo, Mina y Dahyun jamás discutirían por nada semejante. En cuanto las mellizas japonesas separadas al nacer, esas parecían buscar excusas para pelear y así sacarle canas verdes a Jihyo.

Una vez estuvo dentro de la habitación de la rubia, Nayeon cerró la puerta detrás de ella, después de divisar al bulto que se ocultaba entre las cobijas. 

Apenada, la castaña buscó en la habitación algo con que complementar su plan mental y pronto halló lo que buscaba. A paso lento y silencioso se acercó al Movely de treinta centímetros que tenía un bonito tutú rosa y lo tomó entre sus manos. Nayeon caminó sigilosamente para estar a la altura de la cabeza de Jeongyeon y puso el peluche frente a su rostro antes de hablar. 

—I love you so mutch, sarangheo, te amo... —Exclamó con su voz fina y juguetona, llamando así la atención de Jeongyeon quien se destapó para ver al peluche en primer plano. 

La rubia no pudo evitar sonreír cuando tomó el peluche y halló la hermosa sonrisa de Nayeon detrás. 

—Dije que quería dormir un rato, nada más... —Intentó oírse seria, pero no pudo detener la sonrisa que le arrancó su mayor con tanta facilidad.

—Tu "dormir un rato nada más" me hace pensar que me dejarás otro año sola y sabes que no puedo vivir sin ti... —Dramatizó con un puchero. Aunque, mentiría si dijera que no le temía a aquello más que a nada.

—No exageres Nayeonnie, no volverá a suceder, ya estoy bien. —Volteó los ojos y se recostó de nueva cuenta.

—No puedes manejar esas cosas, ya he visto los ataques de ansiedad que sientes en público, once se dio cuenta la última vez... 

—Unnie... —Bufó la menor.

—Jeongyeonie, no me engañas. 

—Estoy molesta. —Admitió, sin poder enfrentar a la castaña.

—Lo sé... 

—Tengo miedo... —Susurró ahora, y su voz exponía tanto de su sentir.

—¿De qué? 

—De que Pd-nim esté intentando deshacerse de mí... 

—No. No digas eso Jeongyeonnie, no lo digas ni en broma. 

—¿Y entonces? ¿Por qué rayos haría lo que está haciendo? Tu sabes que nada cambiaría en el grupo, yo sé que el show funciona perfectamente sin mi, pero a veces creo que Twice somos Nayeon, Jihyo, Momo y las demás para él... —Lamentó la rubia.

—Lo sé, y lo siento tanto, no es mi intención... 

—Tu no tienes que disculparte, no es tu culpa, porque tu no manejas esas cosas Nayeon, son ellos. Es como si quisiera deshacerse de mí, a veces pienso que desean hacerlo de Chewy, rayos, la única que no se siente menospreciada es Momo y eso es porque siempre destacó siendo nuestra bailarina principal... —Señaló —Pero, ¿por qué debemos conformarnos con tan poco? Twice es mucho más que esto, Nayeon. 

—Y él lo sabe, no es ningún idiota... —Musitó la mayor, haciéndose un lugar junto a su rubia. —No quiero perderte otra vez... —Abrazó su cintura, apoyando la cabeza contra su pecho. 

—No me iré a ninguna parte, seguiré aquí hasta que me lo impidan... —Ironizó la menor.

—Eso jamás sucederá... —Gruñó la castaña.

—¿Y tú cómo estás tan segura de eso? Nadie puede asegurarnos que deseen renovarnos a todas. 

—¿Qué insinúas pequeña bruja? —Se quejó ahora tomando un lugar a su lado. Jeongyeon le cedió un espacio con tanta naturalidad, que siquiera parecía fijarse en ello.

—Pienso que él desea hacer un contrato con Im Nayeon y con Park Jihyo como solistas así poder enviar a Twice al closet, por eso ha estado tanteando ese terreno sigilosamente. Tú has sido un éxito rotundo y a Jihyo le ha ido muy bien con sus proyectos en solitario, sería lo más común si...

—¡Oh por Dios, cállate! —Le golpeó el hombro —¡Ya cállate! Odio cuando te pones de pesimista... 

—Ser realista no es ser pesimista Nayeon, y lo sabes... —Hizo un mohín en medio de su respuesta, sobándose el brazo.

—Basta por favor, ¿puedes detenerte aunque sea un segundo? Sé que estás molesta y asustada, todas lo estamos, pero debes dejar de hacerte todas esas historias en la cabeza porque de ese modo es que te haces tanto daño...

Jeongyeon volteó la mirada, algo apenada pues sabía que su mayor tenía razón. Especular era un trabajo interminable en la cabeza de Yoo Jeongyeon. 

—Lo siento unnie, a veces intento hallar una respuesta a todo esto y solo consigo... 

—Enredarte más, ¿no es así? No cambias, Yoo. —Lamentó la castaña.

—No quiero perder todo lo que hemos logrado con tanto esfuerzo. 

—No lo perderemos Jeongyeon, todo seguirá aquí y estaremos todo el tiempo que nos lo permitan, pero seremos todas o ninguna. —Finiquito, infranqueable. Jeongyeon sonrió con tremulidad.

—Todas o ninguna. —Repitió la rubia apoyando su cabeza contra el hombro de su mayor. 

—Quisiera poder besarte ahora... —Murmuró Nayeon, abrazándola con fuerza contra su pecho. Jeongyeon la miró, sorprendida.

—¿Aquí? Pe-pero no estamos en tu apartamento, unnie... 

—Cerré la puerta con seguro al entrar. —admitió la mayor, con aquella expresión traviesa.

Jeongyeon sonrió con timidez cuando ella estiró sus labios, esperando un beso.

—Momo puede regresar en cualquier momento... —Respondió la rubia, contrayendo la nuca y huyendo de sus intenciones. Aunque quisiera admitir que era por pena de que fueran a descubrirlas, la menor se negaba a besar a su hermosa y atractiva unnie porque no sabía si era capaz de detenerse, luego.

—Oí que habían pedido jokbal para cenar... 

—Haz pensado en todo... 

—En realidad no he dejado de pensar en ti, en lo perezosa que te encuentras, deberíamos de ir a correr por la mañana, liberar el estrés, en vez de estar aquí espantando moscas... 

—Unnie... —Le reclamó con un inocente mohín, ese que se le escapaba sin su consentimiento. 

Nayeon sabía que si Jeongyeon fuera consciente de lo tierna y adorable que se veía cuando tomaba esa expresión, esta se desmayaría, por eso procuraba guardárselo exclusivamente para sus ojos. 

—Dios, te ves preciosa hoy, Jeongyeonnie... —Musitó acercándose a su menor quien le miraba atentamente, tan fuerte, impenetrable.

Nayeon admiró el brillo que nuevamente nació en su mirada y se sintió agradecida de estar ahí para poder verlo. 

—No sigas unnie... —Corrió la mirada, algo apenada y la mayor se burló del rubor en sus lindas mejillas.

Pasaron algunos largos minutos en los que Nayeon pudo persuadir a Jeongyeon para que dejara de pensar en la próxima presentación del tour, todas estaban ya demasiado cansadas de luchar contra la corriente, aunque este más que río, fuera un maldito océano. 

Abrió los ojos y se halló en la habitación que le habían designado a Jeongyeon y Momo otra vez, aunque no recordaba haberse quedado allí.

Durante la cena juntas, habían comentado sobre la nueva puesta en escena y de lo increíbles que se veían las coreografías ahora completas con Jeongyeon tomando su lugar. Aunque esta se viera realmente apenada de no poder seguirle el paso a las demás miembros, todas le recordaron lo mucho que les alegraba que estuviera de regreso haciendo su mejor esfuerzo, mientras le echaban muchos ánimos para enfrentar todo el tour, que parecía convertirse en un gran desafío para la rubia.

La mayor aclaró la mirada ante la pantalla que se iluminaba en la oscuridad y podía sentir los breves ronquidos de Momo de fondo.

Nayeon se mantuvo inerte mientras intentaba adivinar lo que su chica estaba viendo en la pantalla de su teléfono en lo que parecían ser altas horas de la madrugada, y pudo ver sus labios en ese mohín alto y analítico. Su ceño estaba arrugado y sus cejas casi se unían mientras se acomodaba los lentes para seguir viendo. 

—Rayos, ¡Muévete! ¿cómo puedes ser tan malditamente lenta? Estás arruinando toda la coreografía ¡y en transmisión internacional! —Gruñó entre dientes, mientras mecía la cabeza con desaprobación.

Nayeon entrecerró los ojos para captar lo que estaba viendo con tanto fastidio. Oh no, lo estaba haciendo otra vez.

—Era la primera vez, solo tenías que hacerlo bien una maldita vez... —Se quejó con la garganta rasposa y Nayeon presionó la mano en un puño. ¿Porque tenía que ser tan autocrítica? —Oh Dios, no puedo seguir viéndolo me da asco... —Deparó moviendo el móvil hacia un costado. Nayeon le tomó una mano con las cejas unidas. 

—¿Qué sucede contigo? Vas a despertar a Momo y no hay quien la soporte hablando a estas horas... —Señaló con un movimiento de cabeza. 

—Unnie... —Se quejó hundiendo las cejas otra vez y pronunciando sus pomposos labios.

Nayeon tragó al ver esa expresión, supuso que por la oscuridad no pudo ver lo que oyó segundos después.

—¿Qué es lo que hice mal? Todo mi cuerpo se volvió tan perezoso y no me quiere obedecer... —Sollozó, escondiendo su rostro entre sus manos.

Nayeon se obligó a tomar su teléfono para iluminar a su rostro, porque no lo podía creer. Aún no se terminaba de acostumbrar a esa versión hipersensible de Jeongyeon. Solía ser ella la que lloraba demasiado y solía ser Jeongyeon quien la consolaba recordándole lo fea que se ponía después de tanto llorar. ¿Cuándo había madurado tanto y cuando se habían quebrado tanto las emociones de Jeongyeon?

Su naricita roja, sus labios humedos, sus hermosos ojos llorosos y su garganta contraída por la presión. Nayeon gimió cuando ella dejó caer algunas lágrimas y se apresuró a tomarla entre sus brazos.

¡No eso no! Jeongyeon era quien detenía las lágrimas de Nayeon, no podía soportar la idea de que fuera al revés, y no porque ella no pudiera llorar y porque se viera extremadamente tierna haciéndolo, sinó porque esa no era la chica que ella había conocido y de la cual se había enamorado perdidamente. Nayeon la amaría de cualquier modo, pero verla tan desanimada solo le provocaba una impotencia insoportable que comenzaba a desesperarla.

—¡Pero que rayos dices Jeongyeon-ah, eso no es relevante...

—Sí que lo es  —Insistió la menor —Soy una floja. No sé como regresar a Jeongyeon que era antes, no sé como regresarla, ayúdame por favor... —Suplicó apoyando su frente sobre su hombro. —Lo siento, no sé como hacerlo, lo siento mucho…

Ella sollozaba con tanta violencia, que Nayeon sintió las lágrimas replicarse en sus ojos y presionó la mandíbula a tal punto que creyó que se dañaría los dientes. 

—No digas esas cosas, tu no debes disculparte por nada.  Tu eres tu, eres hermosa siendo tú Jeongyeon, eres perfecta como eres, ¿qué sucede contigo? —Habló horrorizada y sintió las lágrimas saltar de sus ojos. Ya no quería seguir oyéndola si seguiría diciendo tantas cosas negativas de sí misma.

—No, esta no soy yo, es un envase desechable. Quiero regresarme, esta no soy yo... —Negó, sorbiendo la nariz e insistiendo en ocultarse contra su pecho.

—Cállate, ¡Cállate! —Exigió la castaña, mientras la rubia seguía quejándose de cosas que para su mayor carecían de tanto sentido. 

—Estoy fea, estoy gorda, mi cuerpo no me obedece, no puedo hacer un solo tiempo a la par del grupo, esto está mal, esto está muy mal, me van a correr... —Jadeó llorosa y Nayeon la apartó de su escondite, con los ojos demasiado abiertos. 

Jeongyeon le miró con el temor apagando su tierna mirada cálida y cuando ella respiró con furor, fue tal que creyó que en cualquier momento su unnie le daría una lección. Pero todo acabó cuando los suaves labios de Nayeon aterrizaron sobre los de ella. No lo sabía, pero lo necesitaba, la necesitaba siendo su apoyo, su contención y su refugio.

—Cierra la boca ¿esta bien?, estoy cansada de oír tus quejas, estoy cansada de verte sufrir, ya-solo detente... —Suplicó luego de haber dejado un beso sobre sus lindos labios. 

La menor le miraba con las mejillas resplandecientes de rubor mientras miraba sus labios con la respiración extrañamente agitada y el ritmo de su corazón aturdiendo sus sentidos.

—¿Jeongyeonnie? —Le habló preocupada por su falta de reacción. Pero la menor no buscó su mirada, sólo se detuvo allí entre sus hermosos, suaves y apetecibles labios rojos que deseaba tomar entre los suyos y sentirse así de amada. 

—¿Qué es lo que hice para que estés en mi cama, unnie? —Murmuró ella sin poder dejar de saborearse de esos labios. 

Nayeon tragó al perseguir sus finas pestañas, su naricita hinchada, sus hermosos ojos brillantes de ese extraño color a jarabe de maple, ella era preciosa ¿Acaso estuvo evitando ponerse los lentes y por eso no podía verse bien? Se preguntó la mayor, mientras se remojaba los labios otra vez. 

—Ya no me mires así... —Bajó la mirada y sintió el rostro tan caliente que creyó que algo podría estar mal en ella. De hecho, lo que estaba mal, era no haber tomado esos labios con los suyos de una vez.

—Jeongyeon-ah... —Habló luego de un momento. 

—¿Mju? —Preguntó sin despegar los ojos de su boca 

—¿Quieres besarme? —Murmuró igual de afectada que la rubia.

Era el tiempo, era el espacio, la distancia quizás. Rayos, había extrañado su presencia en su espacio, había extrañado tenerla allí, siendo su atmósfera y todo su mas cálido sentir.

—¿Eh? —Preguntó ahora algo abrumada de haberle oído. 

—Besarme, ¿quieres besarme de verdad? 

—¿Besarnos de verdad, aquí? —Preguntó la menor preocupada por su compañera. —Unnie, besarnos de verdad aquí puede ser peligroso... —Dudó, ronca.

—Jeongyeon, por favor... —Unió sus manos.

—Oh no, no comiences Nayeonnie... —Le regañó la rubia.

—Pofavó... —Chilló en su aegeo y Jeongyeon arrugó su nariz, ante las acciones de su mayor.

—Cielos, ¿cómo lo haces a cualquier hora y en cualquier instante? —Preguntó en una sonrisa, limpiándose unas lágrimas del borde de sus ojos. 

Nayeon se apresuró a ayudarle. Odiaba verla llorar, odiaba verla sufrir, odiaba que estuviera triste, porque era siempre el corazón y la alegría, no podía soportar verla de ese modo, solo le provocaba eso, más tristeza.

—Lo hago solo cuando estoy contigo... 

—Mentirosa —Le regañó, la alta.

—Sólo para ti, Jeongyeonnie... 

—Unnie... 

—Bésame, por favor... —Suplicó Nayeon, acercando su cabeza a la de ella.

—Unnie, por favor. —Renegó la menor, apartándose.

—Bésame como solo tu sabes hacerlo. —Habló entonces y Jeongyeon se ruborizó mas intenso al correr su mirada anhelante. —Mírame, quiero que me beses ahora. 

—Te estás comportando como una niña malcriada. —Se burló.

—Soy tu malcriada, tu me criaste... —Puchereó, haciéndole ojitos. 

Jeongyeon sonrió ante esas palabras y su inigualable aegeo, hasta que halló nuevamente esos hermosos labios que deseaba besar. Si, por supuesto que también lo deseaba. Habían sido muchos meses, mucho tiempo lejos de la otra, aparentando que no se extrañaban de un modo descomunal.

—Bésame... —Incitó, ahora apoyando su nariz contra la suya. 

Jeongyeon tragó dejando que su mayor le acariciara de esquimal, cuando sintió el aroma intenso de su perfume y suspiró. La amaba tanto, era la maldita perfección hecha mujer, y si así no era, pues entonces era su perfección, no había nada más hermoso y perfecto que su hermosa princesa Nayeon. Jeongyeon buscó su mirada curiosa y se relamió los labios por enésima vez. 

—Convénceme... —Musitó la menor haciendo a Nayeon mirarle con desafío y resaltar su bunnysmile que la hizo suspirar sin voluntad. 

No tardó mucho en pegar sus labios a su mejilla. Jeongyeon tragó nerviosamente, sintiendo sus labios sobre su cálida piel, pero se asombró al notar que ella no se detenía solo por allí. 

Con una sonrisa traviesa, Nayeon se dirigió hacia su mentón. La rubia exhaló al sentir la suavidad de sus besos y se dejó tentar por esos labios tan suaves. 

Nayeon inclinó su cabeza hacia atrás para seguir la línea debajo, en dirección hacia su garganta. Jeongyeon cerró los ojos cuando dejó un beso sobre el hueso que sobresalía brevemente de un modo muy femenino por allí, y prosiguió hasta su clavícula. 

—Basta unnie, detente... —Jadeó la menor al verla con los ojos llorosos, pero esta vez de excitanción. —Ya no quiero más besos de verdad. 

—¿Acaso tu no me extrañas también, no extrañas mis besos, mi amor? —Preguntó junto a su mejilla.

Jeongyeon sonrió ante sus palabras desvergonzadas. Su unnie jamás temía en decir lo que pensaba y eso la hacía tan perfecta en sus ojos que solo brillaban para Nayeon.

—No es el lugar, ni el momento Nayeonnie...

—Rayos, mi chica prudente ha regresado, ya no soy unnie... —Habló ronca y buscó su mirada. 

Nayeon navegó en el dulce color de su mirada que tanto adoraba hallar en la distancia para sentirse a salvo y en casa.

—Nayeon...

—Ven a mi habitación. Duerme conmigo. —Suplicó con un mohín demasiado pronunciado.

—¿No la compartes con Mina? 

—Mina duerme con Chaeng, ya sabes, fall in love... —Se burló la mayor y Jeongyeon se rió.

—Ellas se esfuerzan mucho Nayeonnie...

—En disimular que no se traen ganas, y fracasan déjame admitir. —Se burló la mayor.

—No hablemos del Michaeng… —Masculló la rubia, con una risilla.

—¿Te haz puesto celosa?

—Siempre. —Susurró y la mayor sonrió conforme con su respuesta. Antes de ponerse en pie, sostuvo su mano con fuerza.

—Vamos a mi habitación.

—¿De enserio, aquí y ahora? —Consultó la rubia, ahora sobresaltada.

—Que mojigata te has vuelto Jeongyeonnie... —Le regañó —Aquí y ahora, ven. —Estiró su mano y Jeongyeon bufó ante sus palabras, más cedió a ella, como la mayoría de las veces.

—Nayeon, yo creo que no es el lugar más indicado para que tu y yo… —Dudó la menor. Nayeon se rió por lo bajo.

—¿Te da pena? ¿Te da miedo de que nos descubran, bebé?

—Me da pena... —Admitió aunque no señaló que exactamente. Le daba pena estar a solas con ella porque temía que descubra todos sus defectos. Al menos todos los que ella creía ver.

—Oh vamos Jeongyeon, no puedes sentir pena de mi —Desestimó Nayeon. Se obligó a detenerse cuando la rubia ancló los pies, ya en el pasillo.

—No quiero Nayeon. —Insistió la rubia, huyendo de su mirada. 

Algo en su semblante removía el corazón de Nayeon, que no había hecho otra cosa más que extrañarla. La conocía tan bien. ¿Qué parte no entendía? A ella no le importaba como se viera, porque del modo que fuera, significaba todo dentro de su corazón y allí en sus ojos que no sabían hacer otra cosa que adorarla.

—¿Qué sucede? Dime... —Se acercó a ella, para unirla en un abrazo. Jeongyeon no parecía capaz de verla nuevamente.

—¿No lo entiendes? Nada es como antes unnie, ¿no lo notas en mi?

—¿En ti? Solo encuentro a la chica que me gusta, siempre me has gustado, de todos los modos y en todas tus formas, me gustas Jeongyeonnie... —Insistió la mayor, apoyando su mejilla contra la suya. Jeongyeon meció la cabeza, toda terca y testaruda.

—Ya basta Nayeon. —Murmuró, y otra vez estaba de regreso Jeongyeon frágil que parecía estar al borde del llanto.

—Te extrañé tanto, Jeongyeon… —Insistió sin titubear. —¿Qué debo hacer? ¿Darte la razón para no alterarte y dejar que te angusties más creyendo que no deseo desnudarte?

—Nayeon... —Lloriqueó la rubia, bajando la cabeza, huyendo de sus palabras. Nayeon se apresuró a estar a su lado, rodeando su cuello con sus brazos y buscando sus lindos ojos.

—Oh no, no dejaré que vuelvas a llorar. 

Nayeon estiró de su mano hasta que estuvieron frente a su habitación, abrió la puerta que compartía con Mina, empujó a la rubia dentro y se ingresó, después de asegurarse que nadie estaba viendo y que fuera a interrumpir. Trabó la puerta detrás de ella y se apoyó en su firmeza, para admirar a su novia. 

Toda linda con esa camisa demasiado grande y sus largas piernas adornadas de calcetas con flores. Nayeon no deseaba más que abrazarse a ella, así poder asegurarse que no volvería a perderla de vista durante tanto tiempo.

—Eres hermosa Jeongyeonnie... 

—Me pone nerviosa que me veas tan fijo.

—Te veo porque me gustas, lo que tengo en mente cuando estoy cerca de ti nunca es decente, amor...

—¡Nayeon-ah! —Le regañó, sorprendida por su hermosa sonrisa desvergonzada.

—Me gustas Jeongyeonnie... —Insistió la mayor, acechandola lentamente.

—Estoy demasiado rota, unnie... —Susurró cuando se halló en la mirada de admiración de su mayor. 

—No mi amor, no digas eso, estás perfecta como estas, te lo prometo —Susurró como si no quisieran despertar a las paredes. Jeongyeon se dejó rodear por sus brazos.

—No, no lo estoy.

—Si lo estas. —Le regañó entre dientes, mientras reiniciaba los suaves besos que desplegaba sobre su mejilla. Jeongyeon tragó.

—Todo se rompió en mí, unnie... —Insistió la joven rubia en su lamento.

Nayeon tomó sus mejillas y le indicó que la viera con aquella acción.

—No, no es así. Te veo tan hermosa, tan madura, tan mujer Jeongyeonnie... —Susurró sobre sus labios. La menor frunció el entrecejo como respueesta.

—No me siento así, para nada… —Meció la cabeza, en necia y Nayeon se sonrió de su adorable expresión, cuando estaba haciendo eso de pronunciar sus labios otra vez. Adoraba cada mínimo detalle de ella, ¿cómo podía dudar?

—Entonces déjame demostrarte cuanto me gustas…

La conversación parecía redireccionar las cosas a un lugar demasiado incorrecto de donde Nayeon realmente lo deseaba. No iba a decir que no deseaba volver a explorar a su hermosa novia, porque sería una bonita mentirosa, pero había tanto en ella que había añorado, ella siquiera lo imaginaba, pero rayos, era tan normal verse y no, cruzarse y no, que sencillamente dejar de verla por completo la había aturdido más de lo que deseaba admitir.

—No haré nada que te haga sentir incómoda Jeongyeonnie, ¿confías en mi?

La castaña la tomó de la mano cuando la rubia no dudó en asentir. Una vez la tuvo junto a su cama, le quitó la camisa, la observó detenidamente con pura atención y luego sonrió con aquel lindo bunnysmile, que no tardó en acentuar en su bonito rostro antes de incentivarla a que la siga en la cama.

—¿Unnie? —Susurró la menor cuando esta apoyó la mejilla contra su cuello y las cubrió con las mantas.

—¿Si, Jeongyeonnie? —Musitó cuando esta la buscó con su mirada.

—Creí que...

—¿Sabes lo que más extrañé de ti, mi chica linda? —Musitó contra su cuello y la menor exhaló, antes de mecer con la cabeza, como respuesta.  —Tus abrazos Jeongyeonnie, son mi casa, tu me haces sentir segura —Murmuró y Jeongyeon sonrió con aquellos lindos ojos al borde de colmarse una vez más.

—Creí que tu...

——Debes dejar de pintarte el pelo cada vez que tienes problemas emocionales, te quedarás calva…

—Oh Nayeon... —Murmuró antes de reírse entre dientes, sintiendo como la mayor se unía a su cuerpo y la abrazaba con fuerza.

—Te amo mucho Jeongyeon, tengo mucho tiempo para demostrarte cuanto me gustas, pero prefiero comenzar con un beso. Solo quiero un beso de verdad... —Musitó con aquel tono tierno en su voz que hacía arrugar la nariz de la menor.

—Te amo Nayeon —Respondió con aquellos lindos ojos brillantes sobre ella.

—Ya comenzamos a hablar el mismo idioma, bebé —Se sonrió cuando la chica se encogió tímida —Ahora dame mi beso.

—Solo porque te lo has ganado. —Admitió la menor riendo ante la tierna expresión de la castaña abultando sus lindos labios para ella, quien no tardó en tomarlos con los suyos.

No fue solo un beso de verdad. Fueron muchos, intentaban ocupar los espacios vacíos de esos besos ausentes.

La rubia, quien curiosamente no tardó en convertirse en peliazul, había regresado para quedarse, y no se apartó un solo instante de su linda unnie, quien, en todo lo que duró la gira, no dejó de exponer descaradamente lo mucho que le gustaba su hermosa chica, Yoo Jeongyeon.

Soy una neurótica, basta, cuanto más lo leía más le agregaba, me emocioné con retocarlo más y más, lo siento Tu.

¡HappyJEONGYENday! 🐶💚 Te amo princesa Yoo♡

Me voy a mimir, coméntame mucho o me deprimo. Bai, tqm, tu JazUnnie🌻

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