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Piezas de dominó

Advertencia: NSFW. Contenido sexual explícito, procede con cuidado.

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Fyodor se había alejado del baile para despejar su mente de aquellas ideas de rebelión propuestas por los aristócratas egoístas que deseaban mantener sus privilegios sin importarles los avances del actual rey. Un estruendo lo hizo acercarse a la sala del alto septo, sabía que había un intruso pues lo vió pasar segundos antes.

Seguramente el alto septo rompió su voto como en la juventud” esos pensamientos desaparecieron al ver al rey devorando al príncipe, pero su ceño se frunció al percatarse de que el otro lo tomaba de la nuca para profundizar las caricias. Se alejó lentamente de la puerta y siguió su camino hasta el banquete. Era claro que de haber querido, lo habría delatado, pero un demonio no hace las cosas sencillas, y quizá también quería la diversión de lastimar a las personas en su paso al trono.

Además, si el rumor se extendía durante su estadía, él sería culpado de calumnias.

Fyodor se acercó a su propia prima lejana para tomar su brazo, pues la pobre lloraba desconsoladamente por el trato de Dazai—. Es una pena que mi hermano y rey la dejara así, pero él tiene deberes.

—Lo sé, es solo que me emocioné porque es más hermoso de lo que decían y…¡Yo no quería ofender a su amigo! —la muchacha de figura agradable se aferró a su brazo—. ¿Crees qué está enfadado conmigo?.

El de ojos amatista negó y acarició su cabeza lentamente—. Nadie podría odiarte, adorable niña.

—¿Y si le pido perdón? —preguntó la más baja.

Fyodor apretó suavemente su cabellera negra apenas lo suficiente para notarlo—. Disfruta de la velada, tendrás más días para hacerlo.

La de ojos claros le dió una sonrisa a medias—. Cualquier mujer que se case contigo será muy afortunada, te mereces una buena mujer.

—Y yo la haré reina —eso último fue inaudible para la alemana, pero no quería ser escuchado.

El viejo recuerdo de Oda azotaba los pensamientos de Dazai, era como si ese ciclo de culpa se repitiera para hacerle la vida imposible. Caminó hasta el balcón de su oficina notando que Fyodor ya era escoltado hasta su carruaje, definitivamente ese tipo planeó algo antes de irse.

Sin darle muchas vueltas al asunto les pidió que fueran con él hasta las afueras de la ciudad para asegurarse de que no escapará.

Su día transcurrió sin altercados, lo más relevante era que Osamu terminó sus obligaciones antes para ir a ver a Chuuya. Quería verlo, quería molestarlo y de ser posible descansar en sus brazos.

Al tener un descanso, la noble que él mismo invitó paseaba por los jardines con Chuuya. El pelinaranja apretaba su cintura para sostenerla cuando parecía poder resbalar. Entonces Dazai notó que esa mujer hablaba mucho, y que era desagradable. Notó que sus senos redondos lo hacían sentir arcadas, y esa sonrisa perfecta le daba ganas de taparla con ambas manos y de paso golpear a Chuuya. “Los odio” pensó antes de abrir la ventana para asomarse más.

—Sol del imperio, la envidia es mala, los celos son el diablo —habló el mayor con una sonrisita—. Las mujeres son un regalo de dios, al no poder vivir solos nos dieron a una compañera, puede ser tu madre, esposa o una amiga.

El castaño apretó sus guantes—. Deja de jugar conmigo, alto Septo. Asegurate que Fyodor no ponga un pie fuera de su mansión, de lo contrario le cortaré la garganta a él y a todos sus seguidores.

—Sobre lo sucedido ayer, quiero que sepa que nadie en la fiesta notó su ausencia más que el objeto de sus celos —murmuró logrando la reacción esperada en el rey, había tirado algunos objetos de su mesa—. No estoy tratando de jugar contigo, sobrino, pero de no ser eficiente por tu enamoramiento lo mejor será ser un seguidor de Fyodor. Tenga un día tranquilo su majestad.

Lo dejó solo para disfrutar su miseria.

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—¿Sabe lo que le gusta al rey Osamu? —la muchacha delgada sostenía el antebrazo de Nakahara.

Tenía celos, era evidente, y se debían a que la mujer era candidata para ser la esposa de su concubino, además de ser más alta que él—. No lo llame por su nombre, él detesta que le digan así, aún no sé por qué.

La joven sintió vergüenza, pero asintió. Con una linda sonrisa, la pelinegra le señaló la banca para poder platicar cómodamente—. Escuché que ustedes parecen muy cercanos en cuestión de pocos meses, usted tiene mi admiración, príncipe.

—¿Por ser cercanos? no creo que lo seamos —una liviana pizca de bochorno se apoderó de su rostro—. Estar aquí es por deber.

—¿A dónde iría si no fuera deber estar en el palacio? —preguntó sin notar que Chuuya no se refería solo a la construcción, era a su título.

—Me gusta el campo, la idea de vivir en una casa cómoda con un invernadero pequeño y rodeado de las personas que amo —al terminar su oración, la joven de cabellos negros sonreía de lado a lado, como si entendiera el sentimiento de tranquilidad que buscaba transmitir—. ¿Qué ocurre, señorita Emma?

—Es hermoso que guarde tan hermosos afectos, supongo que la esposa va incluida en las personas que ama —comenzó a jugar con sus dedos buscando la oportunidad para hablar del castaño, pero no hizo falta.

Chuuya volteó a la ventana donde podía distinguir la figura del rey—. Con Dazai —murmuró.

—¿Cómo dijo? —Emma imitó su acción logrando ver al rey—. Oh, tiene razón, ahí está el sol del imperio.

La noche era fría, pero eso no impidió que Osamu paseara por los pasillos hasta llegar al cuarto del príncipe. Abrió sin mayor dificultad que forzar el seguro solo para quedar fascinado por la figura del más bajo siendo desvestida.

Claro que no todo lo bueno es para siempre, una vela cayó directo en su cara obligándolo a cerrar los ojos por el dolor— ¡Idiota!

—¡Lo dice el maldito pervertido que entra sin permiso! —replicó rápidamente a la par que alcanzaba su bata roja para cubrir lo que la ropa interior no podía—. Creo recordar pedirte no hablar por un largo tiempo.

El castaño cerró la puerta con enojo—. Y yo te dije que no, pues te pones duro solo por pensar en mí.

Chuuya se ruborizó negando frenéticamente—. ¡Estúpido delirante!

Cual víbora se deslizó hasta hallarse a unos centímetros del príncipe—. Yo lo hago, no hay vergüenza en eso —y se inclinó para susurrar las palabras en un tono más lascivo—. ¿O te gusta tanto la señorita Emma qué te imaginas profanando su cuerpo en lugar del mío?

Nakahara odiaba la idea de tocar a la mujer, no porque la odiara, en realidad era linda y bella, pero no rivalizaba con su atracción con el rey. Negó tratando de alejarse, pero el otro lo abrazó desde atrás—. ¿No le tienes envidia a tu invitada cierto? ¿O ya odias a tu esposa sin siquiera estar casados?

No tomaré a nadie que no sea Chuuya, no me casaré con nadie que no sea Chuuya —murmuró deslizando su mano derecha hasta la hombría de Nakahara—. Te lo dije, te vuelves loco estando junto a mí.

Chuuya se dejó envenenar por las caricias, y una vez completamente duro en su mano comenzó a moverse para obtener más—. Continua, idiota.

El más alto besó su oreja para después lamerla procurando dejarlas aún más rojas, las propias manos de Chuuya desataron su bata para darle más acceso—. ¿No estás siendo descortés conmigo, Chuuya? ¿No aprendiste nada de modales? —lo soltó provocando que el otro gruñera mientras él se despojaba de sus prendas—. Se supone que deberías regresarme el favor.

Bajo su ropa interior—. No hiciste nada más que provocarme, una almohada haría un mejor trabajo —murmuró caminando hasta su compañero para ayudarlo y empujarlo a la cama—. Eres tan malo en todo lo que haces.

—Chuuya sigue diciendolo, tal vez te lo creas y puedas tener una vida sin imaginarte como era tocarme —se burló de su propio chiste antes de que Nakahara presionara su miembro ocasionando que soltara un chillido—. Eso duele.

Te gusta lo que duele” pensó Chuuya rodando los ojos—. Callate, te haré sentir bien —lo dejó totalmente recostado poniéndose sobre él cara a cara, sus entrepiernas se tocaban causando espasmos en ambos hombres—. Esos ruidos son apropiados para tí, Dazai.

El rey se estiró para besarse fugazmente, pues el contacto lo hizo jadear necesitado—. ¿Qué demonios haces?

—Callate, no duele —respondió entre mordidas al cuello del menor—. ¿Te gusta?

Le encantaba la forma en la que sus miembros se frotaban embarrando el líquido blanquecino. Gemido tras gemido era su respuesta. Prácticamente ya no era el demonio prodigio, era la almohada de Chuuya si él así lo quería. El otro no se quedaba atrás soltando ruidos obscenos, era vulgar, ambos lo sabían, pero frotar sus penes era placentero y valía cada movimiento ejercido por los dos.

El más joven apretó los hombros de Chuuya posiblemente como aviso, pero llegó demasiado tarde, pues su semilla pintó su propio abdomen y el miembro de Nakahara. El pelinaranja se enderezó quedando hincado entre sus piernas notando que se volvía blando a la par que Dazai seguía temblando.

Hermoso —dijo llamando la atención del rey—. Tan jodidamente precioso para mí —y su mano bajó hasta su intimidad para acariciarla, naturalmente fue más fácil gracias al semen de Dazai, dicha persona lo veía maravillado por sus movimientos, hasta que ingle fue cubierta por el espeso líquido blanco.

Se acostó junto al más alto para disfrutar de su orgasmo, cosa que Dazai aprovechó para envolver sus piernas en la cadera de Chuuya—. ¿No te vuelves loco junto a mí?

El pecho del de ojos azules subía y bajaba con pesadez—. Evidentemente sí —acarició su muslo delicadamente—. Deja de jugar conmigo, no me importaría si solo quisieras jactarte de que tomaste mi primera vez, pero ya estás yendo más lejos…hasta mi corazón.

—¿Soy tu primera vez? —una sonrisa ebria se filtró por sus labios—. Chuuya es mi perro, así tendrás que quedarte conmigo hasta que te mueras de viejo.

Notas de la autora:

Yo les prometí sexo, y aquí está.

Pues nada, me encanta el juego previo y según yo me queda decente el "Lemmon" como diría mi yo de hace años.

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