"Valentine's Game"
Parte 2: Momo' s Pov
¡Ahg! Penes, alfas, esa irritante actitud de prepotencia, mi loba y yo, todos juntos, nunca nos hemos llevado para nada bien.
La primera vez, estuve en una relación demasiado tóxica para mi propio bien de la cual mis padres tuvieron que ayudarme a soltar. Esa alfa había provocado que mi loba desarrolle una especie de tétrica dependencia emocional hacia ella, que me había dejado en cama durante dos meses en la corta edad de diecisiete años. Lo demás, fueron malas experiencias ocasionales, que nadie quiere recordar.
Las alfas que conocí fueron demasiado egoístas, narcisistas, orgullosas y prepotentes en toda la extensión de su asquerosa casta para mi gusto personal, y la primera vez con esa alfa mucho mayor, fue una mala decisión que no deseo rememorar.
Me aburren. Ese estúpido deseo de intentar domesticar a gusto a una omega como si fuera una mascota, me provocaba náuseas. Estaba totalmente negada a incursionar allí otra vez pues, no lo necesitaba. Soy demasiado bonita y talentosa para dejarme maltratar por una alfa con complejos de superioridad, mi papá omega no crió una omega tan hermosa para dejarme caer tan bajo, y se encargaba de recordármelo siempre.
No digo que Momo unnie no sea una omega narcisista, pero si Momo unnie lo es, será a causa de aprender a ser autosuficiente como instinto de supervivencia y si de algo estoy muy segura es de que a los alfas en general, no les gustan las omegas como yo.
Con el tiempo fue sencillo para mí aceptar que me siento más cómoda con omegas, mi loba no sentía ese estúpido deseo constante de complacencia y sumisión absoluta y, he de admitir que tener a una hermosa omega deseando complacerme continuamente, se había convertido en algo muy bueno que no deseaba dejar facilmente. Supongo que se debe a que mi omega y yo aprendimos a ser nuestro propio consuelo. Quizás Nayeon tenga razón y mi loba era bastante dominante.
Cuando me encontré con Nayeon en la universidad, su dulce aroma complementaba tan bien con el mío que sentía que comía duraznos con crema cuando le comía el coño y, a decir verdad, para cualquier omega era sencillo acostumbrarse al buen trato.
Su linda bunnysmile, esa atractiva manía que tiene aún de tomarse la lengua con los dientes, su cintura marcada, su piel suave, su bonito cabello largo y oscuro, tan tímida y complaciente, me gustaba mimarla después de que se escurriera a causa de mi dedos en su interior, me hacía sentir poderosa y satisfecha conmigo misma. Me gustó cada segundo de enseñarle y permitir que me explorase a su gusto, fue divertido y un verdadero placer.
Habían pasado varios años cuando decidí hacer esa propuesta a mi omega, algo en mi buscaba más y no tenía que ver con que algo haya cambiado en el importante significado de Nayeon para mi, era algo más allá que siquiera sabía que estaba buscando. Deseaba que Nayeon conociera otros límites, pero no pretendía que fuera precisamente con una alfa. Vaya, ni siquiera me podía imaginar que ella quisiera con una...
Lo que sentí cuando Jeongyeon se expandió en mi interior con tanta gentileza, no fue lo que esperaba para nada, pero me hizo desear haberla conocido antes, me hizo fantasear con resguardarla allí dentro para siempre. No entendí su significado entonces, pero estaba segura que no era un mero deseo o un capricho más, significaba algo más específico que involucraba a la loba de ambas con esa alfa y que no podía descifrar con claridad.
Jeongyeon fue una jodida tierna desde el comienzo, constamente buscaba mi aprobación en cada cosa que hacía. Sus palabras más que una orden, parecían una propuesta continua que estimulaba a mi cerebro y a mi loba de un modo abrumador. Cuando me buscaba con esos ojos de cachorra asustada y me preguntaba si 'estaba bien' como si fuera una frágil e invaluable escultura, me abrumada más que cualquier cosa que hiciera.
¿Cómo lo hacía? Sus ojos, esos ojos parecían estar a punto de atravesarme cuando se encontraban con los míos y no podía evitar sostenerle la mirada con curiosidad, pero después de que sumergía su monstruo en mi, no podía verla más de dos segundos seguidos porque sentía que estaba a punto de hincarme a sus pies, rayos... ella era tan complaciente que no creía que una alfa pudiera ser así, ella no buscaba sumisión, ella solo buscaba abrigo, pero aún así doblegaba a mi omega de un modo abrumador.
En sus movimientos suaves, parecía estar buscando el modo correcto para hacerlo. Aún recuerdo su lentitud y esa paciencia que siquiera le pedí. Me abracé al cuello de mi omega que intentaba darme seguridad y la alfa se tomó de mi cintura antes de comenzar a estocar con más firmeza. Mi boca gimió, pero mi loba aulló al percibir su aroma por primera vez y busqué de más apartándome de Nayeon, para enredarme a su largo cuello. Ella jadeó cuando perseguí una vena marcada debajo de su mandíbula con mi boca, no podía abrir los ojos, pero deseaba sentirla más.
"Relájate" susurró Nayeon cuando estuvo junto a mi rostro. Tener a mi omega junto, había sido bastante erótico de recordar.
La primera vez juntas. Todo se volvió muy intenso desde entonces.
Celos vibraron desde que las vi juntas la primera vez. Lo supe al instante, había algo diferente en el modo en el que Nayeon veía a la alfa y en como la alfa la estocaba, como si se deshiciera por ella. Se veían como una pareja experimentada, como si hubieran hecho eso desde hace tiempo, había una química tan específica que me llenó de remordimiento, y mi loba me exigió que intercediera.
Sí, Momo unnie podía ser bastante orgullosa, nunca hubiera peleado por la atención de nadie, estoy segura que en cualquier otra circunstancia u otra persona en cuestión, no hubiera tenido problema en hacerme a un lado, pero rayos, codiciaba de ella más que nada, la atención de Jeongyeon. Una alfa introvertida. Mentiría si dijera que no me aterraba el efecto que tenía en mi omega.
—Tu me haces sentir bien, unnie... —Musitó con su voz ronca y melosa en medio de una conversación que estaba ignorando.
Arrugué la nariz como si algo apestara en la habitación, y luego me volteé lanzando un gruñido que me dejó desconcertada incluso a mi misma.
—¿Desde cuando eliges entre las dos? ¿Huh? —Pregunté hacia su dirección y ambas me miraron como si las hubiera sorprendida en una posición cuestionable.
Lancé lo que estaba atendiendo en el fregadero, provocando que hiciera mucho ruido y que cortara su extraño y cálido ambiente. Cuando ella me buscó con esos ojos que pretendían ser inocentes, me acerqué a paso firme, subiéndome sobre sus piernas, apresándola con mi cuerpo.
La alfa me miró con la expresión divertida. Siempre tenía esa expresión cuando se dirigía a mi y me irritaba tanto. Rayos, ¿Cómo hacía para verme con esos ojos de miel y quemarme con ellos? Corrí la mirada, su mirada imponente me penetraba de tal modo que no parecía tener explicación, tan solo, ella tenía ese poder en mi, parecía querer huír de ese fuego que consumía a mi loba, me resistía.
—¿Estás celosa unnie? —Preguntó, hundiendo esa calida nariz contra mi cuello. Carcajeé irónicamente al oír sus palabras. Ese había sido un buen intento.
—Deseas... ¿Sabes? Soy demasiado caliente para rogar por la atención de una chica tonta como tu, cachorra. —Musité contra sus apetitosos labios, antes de tomar su labio inferior y darle un mordisco que la hizo gemir de dolor.
—Oye no le hagas daño. —Se compadeció Nayeon y me recordó que estaba allí, como la mirona que era, siempre allí, siempre en medio. Le miré con determinación y ella se encogió.
—Callate. —Señalé entre dientes mientras la lengua de la alfa se hundía contra mi clavícula. —No te metas, Nayeon...
—¡Pero quien te...! —Chilló, dispuesta a comenzar una discusión.
—Unnie, está bien —Respondió Jeongyeon en dirección de Nayeon, deteniéndola y sonreí triunfante removiendo la cadera sobre la rubia, cuando esta sonrió en mi dirección.
Nayeon bufó y se volteó a atender lo que hacía en la computadora y supuse que se había resignado. Siempre se resignaba, era tan blanda.
—¿Ya te haz convertido en una malcriada, verdad cachorra? —Pregunté tomando su mandíbula entre mis manos. Sus labios se abultaron en mi dirección y deseé recorrerlos con mi lengua, pero me contuve porque se suponía que estaba molesta por lo que había dicho.
—Te muerdes, ¿Verdad, unnie? —Preguntó la muy descarada y lancé una carcajada ruidosa ante su osadía. Era una pequeña atrevida.
—¿Por ti? Sabes que no eres indispensable Jeongyeon-ah, nadie lo es... —Susurré presionando mi agarre, haciéndola jadear muy cerca de mi boca. Me encantaba lo permisiva que podía llegar a ser.
—Entonces, ¿Qué haces aquí? —Cuestionó y supe que ocultaba mucho más que una tonta competencia por la razón, en sus palabras esperanzadas.
—Tienes a mi omega aquí, ¿Recuerdas? —Señalé en dirección a Nayeon con mi cabeza y sonrió de ese modo irresistible que me gustaba admirar. Nayeon se ruborizó cuando halló la mirada de ambas sobre ella.
Así era esa inexplicable relación.
Nadie se peleaba al final.
Nayeon no cortaba conmigo, yo no lo hacía con ella, Jeongyeon no reclamaba a una como su omega, nadie se resistía ni se apartaba de nadie, ninguna desistía de la otra. Parecíamos adictas a ese bucle vicioso, al constante círculo que iniciaba en Nayeon, pasaba por ella y terminaba en mi, en mis manos, en todo lo que les hacía cuando las tocaba y que ella detallaba con esos ojos que intimidadan a mi loba, y que no me atrevía a estudiar más a fondo, pero que sabía que me encantan el poder que tenía en mi.
Los días se hicieron más rápidos de lo que esperaba que transcurriesen y las semanas se convirtieron en meses. Nayeon y yo no lo habíamos vuelto a hacer sin Jeongyeon, y al parecer no volvería a suceder, algo entre ambas se había vuelto una constante competencia, y el premio: La atención de Yoo Jeongyeon.
En cuanto a nuestra relación, en ese sentido nada parecía haber cambiado entre Nayeon y yo. Seguíamos buscando de la otra, siendo los besos de compañía en la hora de almuerzo en la universidad, esa complicidad incomparable con la que nos perdíamos en una conversación trivial, y la pareja perfecta de omegas que todos deseaban tener, como si nada hubiera pasado.
Ese era el día. Nayeon tenía semanas preparando su tesis final y tenía que hacer una primera muestra, por esa causa, había estado bastante entretenida. Jeongyeon había superado algunos exámenes, por lo que oí a Nayeon decir, y yo, pues, nadie quiere saber mi jodido rendimiento académico, pero era bueno puedo presumir.
Lo único que restaba, era aprovecharme de la poca disponibilidad de Nayeon para robarle la atención de Jeongyeon.
Sonreí satisfecha cuando toqué a la puerta. Siquiera sabía porque me divertía tanto la idea, pero lo estaba disfrutando. Estaba consciente de que podía contar como "infidelidad", pero tambien estaba segura de que Nayeon ya lo había hecho antes, esos días en los que solo olía a Jeongyeon debían ser por un motivo, esa omega era una idiota si creía que no lo notaba, pero he sabido ser muy paciente, hasta encontrar el momento correcto.
La puerta no se abrió después de esperar el tiempo suficiente, para impacientarme.
Al final me aburrí de llamar y analicé las probabilidades. Sabía que Jeongyeon no estaba en el trabajo porque era su día libre, tampoco estaba en la universidad pues acabo de regresar de allá y nadie la había visto. Mina estaba fuera de la ciudad en una exposición con su novia, Chaeyoung, asique no podía estar con ella ¿Dónde rayos se había metido esa cachorra malcriada? Gruñí y pensé atentamente antes de decidirme a llamarla.
Entonces rapidamente recordé que debía de haber un juego extra, debajo, debajo, debajo... ¡El cactus! Claro. Debajo del cactus junto a la puerta había una llave de respuesto. Me sonreí con emoción por mi brillante memoria, y abrí la puerta con entusiasmo.
Su aroma me cubrió de inmediato en medio de la penumbra de la habitación y mi loba saltó de emoción, ese cítrico y fuerte aroma que se me impregnaba después de cada encuentro y se encontraba en todas partes, me daba la bienvenida. Me apresuré a dejar mis zapatos y la bolsa junto a la puerta, antes de caminar en su busqueda. Después de incursionar en medio de la oscuridad, la hallé.
Estaba cabizbaja, su lindo pelo rubio estaba recogido en un una burbuja desordenada sobre su cabeza y su espalda reposaba contra el sofá mientras se abrazaba las piernas con sus largos brazos. Su linda mejilla reposaba sobre sus rodillas y ella daba la espalda a la ventana, como si estuviese huyendo del exterior que parecía a punto de devorarla.
Tragué el nudo que se me formó en la garganta al hallarla sentada sobre el suelo, nada de su picardía estaba presente, ella parecía absorta y tenía... ¿lágrimas? ¿Estaba llorando?
—¿Qué sucede cachorra? —Rompí el silencio de la oscura habitación, sobresaltado a la rubia.
—¿M-momo u-unnie? —Musitó sorprendida de verme allí, como si fuera una visión o algo similar.
Me sonreí por su tierna reacción, se veía linda confundida, Nayeon tenía razón, ella tenía unas expresiones muy tiernas.
Me acerqué a ella gateando sobre mis manos y rodillas. Ella parpadeó cuando atendió a mis intenciones, me extendí sobre ella sin tocarla y me acerqué suavemente hasta que mi nariz estuvo muy cerca de la suya. Sus muy abiertos ojos tristes me veían con esa expresión de, ¿Qué era? Se veía afligida a simple vista.
—¿Porqué lloras? Cuéntale a unnie... —Musité realmente interesada y le acaricié una mejilla suavemente con mis labios. Aún no la tocaba y ella ya temblaba como cuando lo hacía, y sus ojos me encontraron otra vez por un momento.
—No-no es nada grave, Momo unnie. —Meció la cabeza, huyendo de mi insistente mirada, supongo. Alcé su rostro desde su mentón, para que dejara de huír y ella no se negó a verme esta vez.
—¿Es Nayeon unnie? ¿Te hizo sentir mal? —Divagué, siempre podía ser una opción, Nayeon había estado realmente ausente la última semana y era muy valido, la estúpida tesis era muy importante para ella.
—Unnie, esa eres tu... —Acusó suavemente y miró de lado con remordimiento. Me sorprendí con sus palabras. ¿Cuando había...?
De acuerdo. Si había sido bastante seca e inflexible con ella, pero ¡Era una jodida fanática de Nayeon! No creí que le afectase si la mantenía en una distancia prudente. Supongo que me dejé llevar por mi orgullo, otra vez. Que mal, Momo, que mal...
—¿Cómo? —Ella no me vió por sus propios medios y busqué que lo hiciera, sin chance —Háblame, por favor.
—¿Porque estás aquí? —Musitó con la voz entrecortada, aunque lo simuló bien con su tono de fastidio. ¿Por qué estaba ahí? Bueno... ¿Por qué el jodido cielo azul era azul? Exacto, a nadie le importaba.
—Que esté aquí no es nada nuevo, Jeongyeon... —Le recordé. Y vaya que no lo era...
—No habías venido sin Nayeon unnie, muchas veces antes...
¿Por qué presentía que todo lo que decía, tenía un color de reproche?
—Bueno, no me haz invitado a tu fiesta privada con Nayeon. —Respondí con cinismo intencional, ella bufó.
—¿Ese es el motivo por el que no confías en mi? —Su pregunta me sorprendió una vez más, supongo que se notó en mi rostro —Ya lo creo...
Sí se veía muy afectada, pero no creía que fuera solo por este motivo.
—¿Tanto te importa mi opinión? —Estaba realmente desconcertada, y lo estuve más cuando mi corazón se aceleró al ver que ella asentía acompañada de esa sonrisa triste que hacía a mi loba chillar de admiración. Esa alfa se había vuelto en una pequeña seductora.
—Tu me importas, unnie... —Admitió, para mi deleite.
Pude oír el palpitar en mis oídos, el rubor naciendo en mis mejillas, el deseo de huír y esconderme de su mirada que parecía descubrir todo de mi, con tanta facilidad.
—¿Cuándo te haz vuelto tan buena con las palabras, cachorra? —Musité tomándome el labio inferior. Ella rió bajito. —¿Por eso llorabas?
No se negó a que rodeara su cadera con mis piernas y acabara el abrazo que se daba así misma, para que abrace mi cintura a cambio. Limpié sus húmedas lágrimas que aún surcaban sus lindos ojos color miel y busqué su mirada tierna.
—Mi madre llamó... —Su voz trémula e incolora la hicieron ver tan frágil.
—Ahg, esa señora... —Mecí la cabeza en su dirección.
Su madre parecía ser la razón de todos los problemas en su vida. Nayeon y yo la habíamos oído discutir con esa persona más veces de las que ella hubiera deseado.
—Me ha dicho que debería aceptar la idea de casarme con ese estúpido alfa mayor que yo, si acaso deseaba volver a ser parte de su familia. No sé cual es su problema, ya le he dicho varias veces que no lo haré, pero no deja de acosarm... —Tartamudeó varias veces.
Detuve sus palabras posando varios dedos sobre sus labios. No me interesaba hablar de su madre y suponía que a ella tampoco por esa expresión de aflicción y angustia que contraía todo su bonito rostro de tensión.
—¿Quieres olvidarla un momento? —Murmuré junto a su oído. Y ella me miró con la mirada tórrida, repleta de curiosidad —¿No quieres divertirte? Es San Valentín...
—Unnie... —Meció la cabeza, algo desencajada por mi rotundo cambio de conversación y ambiente.
—Jeongyeon-ah, es un día bonito... —La detuve —¿De verdad Nayeon dijo que no vendría? —Pregunté contra su mejilla, rosándola con mis labios. Ella meció la cabeza.
—Nayeon unnie ha estado muy ocupada esta última semana... —La delató, intentando verse indiferente. Me reí bajito para su descontento.
—Te ves muy tonta fingiendo que no te importa... —Me burlé.
—Unnie... —Se escondió en mi cuello, avergonzada con ese tierno mohín, cuando removí la cadera contra la suya, buscando que su pequeño gran monstruo respondiera a mis intenciones, ella inhaló intentando detenerme con sus manos.
—¿Hace cuanto que no la ves? —Pregunté ante su obvia frustración.
—Ella no tiene que...
—Dime cuanto. —Exigí y ella tragó.
—Cinco días. —Susurró, apenada.
—Ow, ¿Tantos? Que mala, mala omega favorita... —Me burlé y ella pronunció ese mohín que me apresuré de besar esta vez.
—Ella no es...
—Mientes... —Ronroneé contra su labios, desplegando besos suaves, seduciéndola —No me quieras engañar, cachorra...
—Tambien me gustas y confío en ti... —Respondió con los ojos cerrados, entregada a los besos que dejaba junto a su mejilla.
—¿De verdad? —Me asombré dramáticamente y ella sonrió con esa sonrisa tierna que no se dejaba ofender por mis sarcasmos. Siempre era tierna.
Nos vimos en silencio, mientras sostenía y acariciaba sus mejillas con mis manos y sus lindos ojos comenzaron a brillar otra vez. Ella acomodó su mejilla contra mi pecho, respirado de mi aroma y la abracé por un momento. Solo un momento.
—¿No quieres coger? —Pregunté con naturalidad, una vez sentí su respiración más tranquila.
—¿A-ahora? —Su expresión confundida seguía siendo igual de hermosa.
—Sí, a eso vine, a estar contigo...
—Bu-bueno, unnie...
—Se que no soy la favorita, pero le gustas a mi loba, y además, lo haremos sin condón... —Susurré como un secreto y la alfa tragó cuando la vi con esa expresión que sabía que la hacía ronronear.
—¿S-sin? —Repitió casi que sin voz.
—¿Nayeon no te ha dejado? —Me burlé una vez más.
—Unnie... —Meció la cabeza, muy avergonzada. Carcajeé.
—¿De verdad negarás que han cogido sin mi? No soy ninguna tonta, cachorra... —Murmuré junto a su oído y succioné el lóbulo de su oreja, perdiendo la lengua contra la línea de su mandíbula enmarcada.
Era adictiva y yo una maldita insaciable, no sería diferente cuando de ella se trataba, pues se había vuelto más que un premio, era una adicción casi obsesiva que ya no deseaba controlar.
—Lo-lo siento... —Tartamudeó y ladeé una sonrisa burlona.
—Te perdonaré —Ella me miró con emoción —Pero, si me dejas jugar contigo esta noche... —Ronroneé con toda intención que la hizo estremecer.
—¿Ju-jugar? ¿A-a qué jugaremos, Momo unnie? —Preguntó y pude sentir el acelerado palpitar de su corazón que bombeaba todo ese intenso rubor en su rostro, sería aún más tierna si no tuviera esa impresionante erección empujándo contra mis bragas, entonces.
—Un juego muy divertido, ¿confías en mi? —Pregunté deslizando la camisa de su torso por encima de su cabeza.
Ella asintió cuando tomé su bonito cabello entre mis manos y le insentivé a que me viera con esos ojos oscuros, casi me hace creer que son inocentes, casi... estoy segura que cuando lo hacía con mi omega, no lo eran.
—Recuéstate —Señalé hacía la cama y ella obedeció al llamado de mi voz.
Sonreí con satisfacción de verla seguir mis pasos sin titubear. Me senté sobre mis talones entre sus piernas abiertas ella solo llevaba esa gran playera blanca de la que ya me habia ocupado, y sus boxers. Cuando los quité, ella me miró nerviosamente.
—Yo seré tu alfa esta noche, cariño... y tu madre estará orgullosa —Secreteé cuando la observe completamente desnuda y entregada a mi, tan excitada e indefensa como un cachorro abandonado.
Me extendí sobre su pecho, para tomar sus mejillas y darle un beso húmedo de lengua y furor. Gimió cuando besé hasta las comesuras de sus hermosos labios. Casi pude oír a Nayeon hablar en mi mente "no me muerdas, amor", era una llorona. A Jeongyeon le gustaba que lo hiciera, su piel se erizaba cuando era brusca con ella. Eso la hacía más apetitosa y colmaba a mi loba de ambiciones, deseosa de más.
—¿Confías en mi? —Pregunté cuando tomé el pañuelo que recogía mi cabello, esa noche.
Jeongyeon tragó pero asintió de inmediato, siguiendo mis acciones con su mirada.
—Eres una buena chica... —Ronroneé junto a sus pomposos labios y los halé, antes de soltarlos. Ella me correspondió con un gemido casi inaudible.
Acomodé sus largos brazos sobre su cabeza y uní sus muñecas con dos vueltas de pañuelo, antes de hacerle un eficiente nudo que sabía no se desarmaría fácilmente.
—¿A qué vamos a a jugar? —Preguntó, cuando me estuve de pie junto a ella, quien se removía como un pequeño reptil.
—¿Quieres que te lo diga o que ya comience? —Recorrí su hermoso cuerpo con mis ojos, sus pechos realzados por la posición, sus costillas marcadas, el surco en medio de su estómago, sus piernas encimadas y su piel erizada por el fresco ambiente de invierno.
—¡Unnie! —Reprochó cuando me di cuenta de que me perdí en su desnudez.
—Lo siento. —Me sonreí con fingida inocencia.
Recorrí su cuerpo con mi boca, sin prisa, y ella me regaló los gemidos más dulces, pero cuando mis manos alcanzaron lo que buscaban, ella se tensó por completo. Tomé su miembro con mi mano izquierda, pero los dedos de mi mano derecha atendieron su centro húmedo y desatendido.
—Sabía que eras una tonta virgen... —Jadeé triunfante, cuando hundí uno de mis dedos dentro de sus estrechitas paredes, y me sonreí cuando su cuerpo tembló como respuesta cuando comencé a moverlo en su interior —Espera cachorra, apenas voy comenzando con nuestro juego... —Musité cuando abrí la boca y un hilo de saliva se derramó de mi lengua y cayó justo sobre su glande.
Un alto gemido se escapó de su boca de labios hinchados y empleé mi mano izquierda para marturbarla, y otro gemido más alto se agolpó en su garganta cuando hundí otro de mis dedos en su vagina, en compañía del primero. La alfa no dejaba de ser una dulce y tierna chica, y eso me gustaba más de ella.
—U-unnie... —Masculló cuando se halló en mis ojos, reí satisfecha de la respuesta de su hermoso cuerpo y curvé suavemente mis dedos, más profundo en su interior. Ella tembló cuando buscó más unión con su cadera.
—Eso es, sé una buena chica y muévete para mi... —Jadeé como a Nayeon tanto le gustaba que lo hiciera, tan caliente junto a sus labios entre abiertos, y ella obedeció como mi omega lo haría.
Sus tiernas mejillas rojizas resplacendían, su estómago se ahuecaba y su pecho se agitaba. No podía dejar de verla aún sobre las pocas luces que ingresaban de las ventanas. Cuando aceleré todos los estímulos que empleaba en ella, un grito fino de varias octavas mas de las que pudiera haberla oído antes, me dijeron que había alcanzado el clímax. Hilos de su viscoso semen se hicieron sobre su vientre, solté su pene y me concentré en seguir acariciando su interior, mientras ella mascullaba extrañas versiones de mi nombre. Tan dulce.
—Sabía que algo andaba mal, cuando tu padre me dijo que no estabas en casa y no estabas jodiendo para recordarme que es san valentín... —Reprochó esa conocida voz, acabando con el agradable silencio que solo interrumpía Jeongyeon con sus gemidos y jadeos, segundos atrás.
Sabía que no era una alucinación cuando sentí su aroma cremoso.
Recostada sobre el marco de la pared junto a la puerta, la castaña deslizó un pequeño bombón, que segundos antes había tomado de una caja en forma de corazón, y se lo metía dentro de la boca. Sonreí en su dirección sin abandonar mi aplicada tarea.
—Na-nayeon... —Trastabilló la alfa al ver en dirección de la dueña de tal nombre y se estrechó entre mis dedos.
Vaya descubrimiento, le excitaba que su omega favorita la estuviese viendo mientras la tocaba de ese modo.
—Le excita que la veas... —La expuse y Nayeon alzó el mentón, analítica.
—Deberías darle una felación mientras le metes los dedos, sería más intenso, supongo... —Comentó la castaña con aquel aire de indiferencia mientras masticaba un nuevo bombón, pero sabía que moría de ansias por intervenir.
Volteé los ojos cuando deslicé mis dedos de la vagina de la rubia, quien corrió la mirada, apenada. Tan jodidamente tierna.
—Nayeon-ah, haz llegado en la mejor parte del juego... —Señalé pasándome los dedos húmedos de la alfa contra la lengua del mismo modo en el que Nayeon se saboreaba el chocolate derretido de sus largos y deliciosos dedos.
Me puse en pie y se la ofrecí como si fuera una ofrenda de paz. Nayeon sonrió de lado, dejó la caja de bombones junto a su bolsa y se deslizó el vestido fuera de su cuerpo con la punta de la lengua entre sus dientes, antes de caminar lentamente hacia ambas solo en bragas. Tan irresistible.
—¿T-te llegaron m-mis chocolates, unnie...? —Musitó Jeongyeon, cuando se decidió a hablar y la busqué de inmediato
—Tu estas castigada, pequeña alfa ambiciosa... —Le advirtió Nayeon y Jeongyeon fingió indignación.
—¿Le regalaste chocolates a esta idiota? —Reclamé en medio de la conversación de ambas. —¡Y yo aquí de tonta dándote el mejor orgasmo de tu vida!
—¡Oye! —Me empujó Nayeon y me crucé de brazos en dirección a Jeongyeon.
—A las dos. —Admitió la alfa cuando se intentó incorporar.
Nayeon la detuvo y gruñí en su contra. Estaba segura que intentaba salir del apuro, esa alfa no tenía remedio. ¿Porqué rayos me humillaba de ese modo?
—A mi no me llegó nada... —Mascullé entre dientes, evidenciando mi enojo.
—Te prometo que fue a ambas, Momo unnie... —Musitó con sus ojos de cachorro arrepentido y bufé con tanta fuerza que mi fleco saltó. ¿Cómo lo hacía? ¿Cómo podía convencerme tan pronto?
—¿No quieres hacer el juego más interesante? —Preguntó Nayeon en mi dirección y la miré con interés.
—¡Unnie! —Se quejó la alfa buscando de mi ayuda con su mirada, y alcé los hombros desentendiéndome del asunto. Aún estaba ofendida.
Jeongyeon jadeó cuando Nayeon se puso a su altura junto a la cama y le mostraba un nuevo pañuelo, este había cubierto su cuello y tenía su perfume, podía sentirlo hasta donde estaba.
—Déjame devolverte el regalo, alfa... —Señaló con una sonrisa burlona y noté que tenía una idea de lo que deseaba hacer, incluso antes de cruzar la puerta.
—Momoring, ¿Traes la caja de bombones? —Musitó con la voz suave y me señalé el pecho como si hubieran más personas con mi nombre en la habitación.
—Ya baja la guardia... —Me regañó cuando cubrió los ojos de la alfa con su pañuelo —Mantente quieta, cariño... —Musitó junto a su oído y la rubia asintió con tremulidad.
—Ha estado llorando por ti... —Me burlé y Nayeon me miró realmente sorprendida.
—No es cierto... —Masculló la alfa, casi que de inmediato. Nayeon y yo reímos por lo tierna que se oyó.
—¿De verdad? —Consultó Nayeon, conmovida.
—Si lo es... —La acusé.
—Por las dos... —Admitió sin pena.
—¿Las dos? —Consultó Nayeon, y ambas vimos en dirección de la chica desnuda sobre la cama.
—Dejaron de venir, y creí que ya no, que-ya-no... —Contuvo la respiración nerviosamente y Nayeon meció la cabeza, antes de dejar varios besos sobre su mejilla.
—Solo estuve algo ocupada cariño... —Se justificó Nayeon.
—Pero ambas estamos aquí ahora...
—¿Qué van a hacerme, Nayeon unnie? —Consultó la alfa con la misma expresión de desconcierto de aquella vez. Nayeon sonrió, ahora emocionada.
—Solo vamos a comer bombones, cariño, relájate... —Musitó cuando me extendió una mano y le tendí la caja. —Mantente quieta, ¿Está bien? —Musitó Nayeon, agolpando los bombones sobre su cuerpo desnudo.
Me sonreí mientras Nayeon tomaba los bombones entre sus dientes y los acomodaba en donde deseaba que estuvieran ubicados y estos se pegaba a la piel caliente de la rubia jadeante que no podía dejar de respirar con dificultad.
—Te cedo el honor... —Musitó Nayeon alzando esa lujuriosa mirada satisfecha después de despegarla de la alfa quien se mantenía en silencio.
—Que amable Nayeon-ah... —Festejé con una sonrisa satisfecha cuando me senté sobre mis talones sobre el piso para tener un cómodo acceso a la altura del cuerpo desnudo de Jeongyeon —¿Todos los que desee comer? —Pregunté y mi voz se oyó muy ronca sin que pudiera evitarlo. Realmente me excitaba su cuerpo expuesto e indefenso a nuestra merced.
—Todos los que desees... —Cocedió Nayeon, tomando un lugar a mi lado.
Admiré todos los chocolates que comenzaban a perder su forma original por el calor corporal de Jeongyeon y la fascinante mezcla de aromas entre el cítrico pomelo rosado y el chocolate semi amargo invadiendo la habitación y que se unía amablemente al mío y al de Nayeon, sencillamente exquisito.
Nayeon me buscó con su mirada ansiosa y ese lindo rubor, y no la hice esperar, me acerqué a tomar el bombón que estaba a punto de caer de su costilla derecha recorriendo el rastro con la lengua.
—Ah... —El gemido reaccionó al toque de mis labios contra su piel y fue como una droga.
Me extendí para alcanzar el bombón que estaba sobre su pezón derecho y capturé el mismo entre mis labios, luego halé.
—¡Ah, u-unnie! —Masculló la rubia cada vez más ruborizada y agitada.
Alcancé el que se estaba escurriendo contra su clavícula para succionar en su cuello.
—Eres deliciosa Yoo Jeongyeon... —Musité, sin poder quitar las manos de su cuerpo.
—Ah-n-no... —Lloriqueó cuando Nayeon se posó sobre ella para alcanzar los pocos bombones restantes, ella se arqueó antes las caricias de las manos de Nayeon que ahora tomaba sus pechos desnudos entre sus manos y los estrujaba.
Detallé cada reacción, en como su cadera se alzó y como sus talones empujaron y me excitó la respuesta de su cuerpo hacia lo que le hacíamos, siempre generosa y sensible, entregada a nosotras y nuestro toque.
—¿Me extrañabas, cariño? ¿Pensabas que te abandonaríamos fácilmente? —Preguntó mi omega junto a sus labios, cuando se inclinaba para besarla.
—Ella te acusó de no dejarla coger sin condón... —Me burlé. Jeongyeon gruñó.
—¡Eso no es cierto! —Jadeó, indignada.
—¿Sin condón? —Preguntó Nayeon, divertida. —¿Es enserio?
—Unnie... —Intentó hablar Jeongyeon sobre mi carcajada.
Cuando me volteé encontré sus profundos ojos oscuros sobre los míos y tragué.
—¿Porqué eres la única vestida en la habitación? —Pronunció Nayeon. Alcé los hombros.
—Suelo ser la activa de la pareja... —Musité y sus ojos ardieron cuando se sonrió en mi dirección.
Nayeon se puso en pie y caminó en mi dirección. No tardó demasiado en quitarme la falda de jean y el top que tenía puestos esa noche, cuando se acercó mucho a mi boca. Le corrí el cabello del rostro y ella se relamió los labios.
—¿Hace cuanto que no lo hacemos? —Preguntó sin apartar los ojos de mis labios.
—¿Tu y yo? —Pregunté con ironía.
—Tu y yo...
—Varios meses, ¿Qué sucede omega, ya me extrañas? —Pregunté hacia Nayeon quién no tardó en sonreír.
Una sola mirada bastaba para que quisiera hacerla botar lágrimas de jodido placer.
—Cachorra ponte en pie. —Ordené sin acabar la conexión con Nayeon, quien no dejaba de verme con esos ojos oscuros. —Recuestate omega... —Musité en su dirección y Nayeon largó una risilla nasal, antes de seguir mi orden.
Nayeon se estuvo recostada sobre la cama sin chistar y me apresuré a quitarle la venda y el agarre a Jeongyeon, quien analizaba la escena bastante somnolienta.
—Tu veras. —Le señaló Nayeon con ese tono de voz que dejaba a Jeongyeon tensa y desconcertada.
—Oh-oh, alguien sigue molesta... —Canturreé en dirección de Jeongyeon, quien me miró con ese tierno mohín infantil.
Nayeon abrió las piernas para mi y me remojé los labios, caminando en dirección de ella. Me arrodilló sobre la cama y me extendí sobre mi torso, para quedar con el rostro a la altura de sus bragas.
—Está mojado aquí, chica mala... —Le regañé, cuando atravesé sus bragas con mis dedos y ella asintió con esa tierna expresión ingenua.
Nayeon era la omega más hermosa, además de mi, que había conocido.
—¿Cuanto más me harás esperar, unnie? —Gimoteó mi hermosa omega con esos hermosos dientes a punto de arrancarse el labio inferior.
—¿Unnie? —Jadeó Jeongyeon, asombrada y sonreí ante su reacción. Era verdaderamente tierna, no me cansaba de resaltarlo.
—Le llevo a Nayeon poco más de año y medio de ventaja... —Susurré sin apartar la conexión con sus chocolatosos ojos que no tardaron en entrecerrarse ante mi toque.
Recorrí sus cálidos pliegues sin prisa y ella gimió como respuesta. Me apresuré a deshacerme de sus bragas que siquiera detallé y separé sus rodillas con suavidad para que descubra su centro húmedo y palpitante para mi. Nayeon tambien me atraía con su impregnante aroma.
—¿Qué quieres, mi boca o mis dedos? —Le di a elegir, me dió esa mirada hambrienta y vehemente que siempre acompañada la misma respuesta.
—Ambos. —Puntualizó con sus labios entreabiertos.
No la hice esperar para recorrerla con mis dedos otra vez, distribuyendo su delicioso lubricante entre sus suaves pliegues. Tan sensible a todo lo que le hiciera, ella gimió y se tomó el dedo índice entre los labios, entregándose a mis caricias. Tan hermosa, sonreí ante su respuesta y arrimé suavemente mi lengua contra su clítoris. Un gemido tan agudo se escapó de entre sus labios y me insentivó a poner más empeño en mi tarea.
Aún con todos mis sentidos puestos en Nayeon, podía sentir la mirada pesada de Jeongyeon, su respiración impaciente, su elevado calor corporal, aún aunque quisiera, no podría desistir de su presencia, me gustaba sentirla.
—¿Ya puedes perdonarla? —Pregunté en dirección de Nayeon, quien me miró perezosa, intentando conectar con mis palabras mientras la digitaba con más prisa.
—¿Tan... pronto? —Jadeó, acompañando el movimiento de mis dedos con su cadera.
—Tsk, tsk eres mala, omega... —Chasqueé.
—Aprendí de ti, unnie...
—Que aplicada... —Ronroneé ahora, e insistí con la atención de mi boca sin dejar de ver sus ojos.
—Ven aquí, chica mala... —Le llamó Nayeon y pude sentir como Jeongyeon se acercaba detrás de mi.
Nayeon me miró nuevamente y supe lo que esperaba. Asentí sin dejar de parpadear la lengua contra el delicado nervio que la hacía gritar en su liberación y se mojó más para mi.
No supe claramente en qué momento Jeongyeon supo que debía hacer, pero empinó mi trasero, se alineó en mi entrada y enterró su grueso falo en mi interior sin que la esperase y cada terminación nerviosa de mi cuerpo se extasió de solo recibirla, en especial mi loba.
—Mierda, Jeongyeonnie... —No pude evitar jadear cuando se abrazó a mi cintura y empujó con entusiasmo.
—Más duro... —Suplicó mi omega con esos atractivos labios color cereza y me acerqué a ella para besarla, mientras fundía dos dígitos en su interior
—Muévete —Señaló Jeongyeon y obedecí a su pedido.
Las tres parecíamos una jodida melodía, por separado carecíamos de sentido alguno, pero juntas hacíamos una perfecta armonía con cada movimiento al compás.
La alfa se aferró a mi cintura y disfruté de la entereza en sus caricias firmes contra mi estómago, contra mis costados y mis pechos. Éramos todo jadeos, caricias, y movimientos sincronizados cuando Nayeon se escurrió con fuerza entre mis dedos.
Mantuve la solidez en los codos lo más que pude mientras, Nayeon se recuperaba. Descubrí besos sobre su mejilla y corrí el cabello que se había entrometido en su rostro muy sonrojado.
—Relájate... —Murmuró Nayeon, jadeante contra mi oído y me dejé arrastrar por el ritmo de la alfa, hasta que explosioné tomada de sus brazos y ella igual, en mi interior, hasta que se derramó por el interior de mis muslos.
Había un motivo. No parecía funcionar entre ambas otra vez, no si Jeongyeon no estaba en medio, para ser esa agridulce fantasía que parecía no tener un fin.
—¿Momori?
Alcé la mirada hacia esa mirada. Este se acercó a mí y me olisqueó sin disimulo, me ruboricé.
—Algún día deberías decirme de donde vienes cariño... —Expresó, mientras dejaba las llaves junto a la puerta y me acerqué a él.
—Estoy bien, papá... —Intenté huír de su mirada analítica, para ir a mi habitación a tomar un largo baño.
—¿No quieres saber lo que llegó para ti? —Preguntó con aquel simpático tono de voz.
—¿Para mi? —Me volteé en su dirección.
—Aja... —Asintió divertido y removió una bolsa color fucsia frente a mi. Fruncí el entrecejo cuando me sacó la bolsa de las narices.
—¡Oye! —Reclamé.
—Primero. —Se señaló la mejilla y sonreí antes de obedecer.
—Listo, ¿contento? —Reproché con fingido fastidio y él asintió entregándome la bolsa. Cuando la iba a tomar, la apartó una vez más y bufé, como cuando era una niña.
—¿Y Nayeonnie? —Consultó ahora y miré hacia un lado.
—Estamos bien, papá. —Estiré la mano hacia él y se rindió al final, entregándome la bolsa.
La tomé entre mis manos y caminé hacia mi habitación.
—Alístate para cenar, pequeña omega...
—Si papá —Respondí, apresurada con huír de su mirada curiosa.
Cuando cerré la puerta de mi habitación, bloqueé la misma con mi espalda y abrí la bolsa. Sonreí irremediablemente.
—Bueno, no era mentira. —Me dije para mi misma sacando la caja de bombones con forma de corazón y una linda tarjeta con un tonto cupido que sostenía un corazón que decía "Happy Valentine's Day".
¡Hey hola! ¿Extrañabas este trío?
Honestamente, el mérito es de 'Funny Valentine', yo solo me dejé llevar...
¡Ya sé! Dije que sería un OS, pero será un TS ¡Sí! No tendrá dos, sino tres partes. Planeo publicar pronto la perspectiva de Jeongyeon de esta historia, asique espérala.
¿Te gustó mi Najeongmo?
Hazme saber tu opinión al respecto, estaré ansiosa de conocer tu opinión.
Tqm Morbosite, regreso luego, tu JazUnnie🌻
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