i'm always yours
Nayeon no paró de provocar a Jeongyeon el resto de la noche.
Fiel a su palabra, la mayor se encargó de tratarla como a su Barbie personal. No podía quitar sus manos de encima, con la excusa de acomodar su cabello o quitar una pelusa de su ropa, y aprovechaba cada situación para tocar más de lo debido. La había hecho posar en todos los spots para fotos, y se regodeaba internamente cada que alguien le decía que parecía una Barbie real, aunque fuera especialmente celosa, en ese preciso momento su trabajo incluía que mucha gente las esté adulando constantemente, y había previsto que bañarían en cumplidos a su novia frente a ella.
Jeongyeon, por el contrario, sí sentía celos cuando alguien le coqueteaba a Nayeon, y por eso actuaba con especial dulzura cuando era ella misma quien recibía los halagos, para evitar que Nayeon sienta la misma incomodidad. Es por eso que la castaña disfrutaba cuando los halagos hacia su novia se intensificaban: sabía que después tendría a la menor especialmente melosa y recordándole lo suya que era; y se deleitaba al saber que era ella la única que podía tener el corazón de esa belleza.
Jeongyeon estaba con los nervios de punta. La expectativa ante los desconocidos planes de Nayeon la tenían sensible y ansiosa, y sus intentos de ser una buena chica para su novia la hacían repensar cada una de sus acciones. No podía concentrarse en las conversaciones triviales que sostenían con los demás asistentes porque su mente estaba trabajando a mil por hora creando posibles escenarios sobre lo que Nayeon tenía pensado para ella, y sentía que era demasiado evidente el calor en sus mejillas y el brillo en sus ojos.
No podía creer la facilidad de su novia para hacer como si no pasara nada y a la vez tener sus manos traviesas por todas partes. Por otro lado, estaba la orden que le había dado Nayeon, de no mojarse hasta que vuelvan a casa, la rubia no estaba totalmente convencida de que iba a poder cumplir con eso, y esperaba que aún así su novia termine lo que empezó antes de salir. Sentía una humedad incómoda entre las piernas, causada tanto por los roces de la castaña como por las altas expectativas que tenía para esa noche, y agradecía eternamente que la tela del top que escogió la menor para ella sea gruesa, porque el sujetador estaba prácticamente de adorno, y si no fuera por la prenda exterior le sería imposible disimular sus pezones duros.
Cuando la manager pasó a llevarse a Yuna, Nayeon se alejó un par de minutos para conversar con ella. Jeongyeon notó que su novia parecía pedir algo, y como le gustaba que Nayeon obtenga todo lo que quería, estaba dispuesta a ir e intervenir, pero a los pocos segundos la castaña regresó con esa linda sonrisa de conejo triunfante. Se excusó con los chicos con los que llevaban quince minutos conversando y jaló a Jeongyeon del brazo.
—Yeonnie, nos vamos en quince minutos, acompáñame al baño antes de irnos.
Jeongyeon se despidió con aquella sonrisa cordial y siguió a Nayeon hasta el baño más alejado de la multitud.
Para suerte de la castaña, los baños eran individuales, por lo que luego de asegurarse de que nadie estuviera mirando, entró junto a su novia y cerró la puerta con seguro. Jeongyeon jadeó y relajó los hombros, aliviada de no tener que fingir más. Fuera del juego, para ella era emocionalmente desgastante estar en público junto a Nayeon y pretender que eran solo amigas, más aún si habían hombres presentes. Detestaba que las miren con deseo, si pudiera, la besaría frente a todos solo para dejar en claro que ya estaba tomada y que era su princesa.
Nayeon la tomó por la cintura y la pegó a su cuerpo.
—¿Todo bien, muñequita?—Jeongyeon negó con la cabeza —¿Qué pasó, preciosa?
—No me gusta que te miren así…
La castaña sonrió y se acercó a su rostro para meterse el apetitoso labio inferior de su novia a la boca. Jeongyeon gimió ronco y se dejó hacer.
—Mi Barbie celosa —susurró en medio del beso —¿Qué pensarías en mi lugar, que he escuchado toda la noche como le dicen a mi novia lo hermosa que es?
Jeongyeon hizo su boca de pato, como respuesta.
—Pero yo soy solo de mommy, y quiero que todos lo sepan. Quiero que les quede bien claro que ni siquiera necesitan intentarlo porque tú solo tienes ojos para tu muñeca.
—Me basta con que tú lo sepas, mi amor.
—No, yo quiero que todo el mundo sepa que solo yo puedo tener a mi mommy. Solo me besa a mí y solo me toca a mí, y solo yo puedo verte los pechos, no entiendo por qué todo el mundo te los mira...
Nayeon la interrumpió con su risa. Jeongyeon levantó una ceja.
—Va en serio.
—Basta. Ya sabes cómo son las cosas, muñequita. Soy solo para ti.
Jeongyeon le echó los brazos al cuello y la besó nuevamente. Nayeon le pasó las manos por la espalda y el trasero, con agarres rudos y posesivos, y la menor gimió sobre su boca.
—No tenemos mucho tiempo —susurró la castaña cuando recordó a lo que habían ido.
—Vamos ya, vamos a nuestra casa, te necesito.
—¿Impaciente, mi amor?
—Fui buena, ¿verdad? Fui tu muñeca obediente, quiero mi premio.
—Una cosita exigente —Nayeon sonrió y le acarició el rostro —Tengo algo para ti, saca la bolsita blanca de mi bolsa.
La menor la miró extrañada y se agachó para rebuscar en el bolso. Sacó una pequeña bolsa de tela y la levantó frente a su novia.
—Ábrela.
Jeongyeon obedeció al instante, y sintió cómo se sonrojaba por milésima vez en la noche cuando descubrió su contenido. Dentro había una balita vibradora diminuta, rosa, de no más de cinco centímetros, y un control remoto del mismo color. Nayeon tomó ambos objetos frente a la mirada nerviosa de la menor.
—¿Te gusta tu regalo? Los compré hace unos días. Iba a llevarlo a nuestro viaje, pero no pude esperar.
—Nay...
—¿Cómo me dijiste? —el tono de voz exigente hizo que a la rubia le recorra la espalda una corriente eléctrica
—Perdón, mommy.
—Recuerda tus modales, cariño. Como te decía, esto es para ti. Un juguetito para mi muñeca bonita.
Nayeon la acorraló contra la puerta cerrada. Sus manos se posaron sobre la cara interna de sus muslos, subieron con lentitud y se colaron por debajo de su falda. Con firmeza llevó sus largos dedos hasta tocar su vagina cubierta, y Jeongyeon jadeó ante los toques rudos. La mayor no tardó más de unos segundos en descubrir la humedad que traspasaba la prenda íntima y manchaba la parte superior de sus muslos.
—Mi muñeca desobediente. ¿Qué te dije antes de venir?
—Que no podía mojarme hasta llegar a casa —contestó Jeongyeon en un susurro, avergonzada.
—¿Me puedes explicar esto, entonces?
—Mommy me estuvo tocando mucho...
—Ahora es mi culpa que me desobedezcas.
—No, mommy, yo no quise decir eso.
—Debería castigarte...
—Yo he sido buena.
La mayor acarició el área sensible y Jeongyeon se retorció entre sus brazos.
—Por favor. Me tienes al límite.
—¿Por qué debería darle algo a mi muñeca desobediente?
La rubia se removió para buscar más contacto.
—Me he portado bien, he sido tu mejor Barbie. Por favor.
Una sonrisa traviesa se dibujó en el rostro de Nayeon. Tomó el juguete sexual y lo pasó sobre el abdomen de su novia, quien se tensó al instante. Sus ojitos oscuros brillaban con anticipación y sus labios entreabiertos rogaban un beso.
—A mí me parece que no fuiste tan buena, mi amor —susurró sobre sus delicados labios, sin dejar de hacer presión en su intimidad cubierta —Yo te di una orden y no me hiciste caso.
—No lo hice a propósito, por favor...
—Pero yo soy considerada, y te ves tan bonita rogando, así que te voy a dar una segunda oportunidad. ¿Puedes con eso?
Jeongyeon asintió vigorosamente sin saber en qué se estaba metiendo. Su mente estaba cegada por la calentura y por la forma en la que la mano de Nayeon acariciaba su zona más íntima, y la castaña sonrió al verla en ese estado.
—Lo que mommy me pida...
—Tan obediente… —dijo más para sí misma, en medio de un gruñido —Vamos a usar tu juguete nuevo, muñeca, ¿está bien? —Jeongyeon abrió los ojos con sorpresa, pero asintió nuevamente —Te voy a poner esto y tienes que mantenerte hasta que lleguemos a casa. No puedes correrte, hoy solo lo harás cuando yo lo decida. ¿Está claro, cariño?
La menor bajó la mirada hacia el juguete mientras Nayeon le besaba el cuello. Tenía algo de experiencia previa con aparatos similares, y ese era realmente pequeño, por lo que no tenía reparos acerca de dejar que Nayeon lo usara en ella. Sin embargo, sabía que aún tenían que ser llevadas por el chofer de la empresa hasta su casa, y moría de vergüenza de hacer algo tan íntimo frente a un desconocido.
—Yo...
La castaña se enderezó y la miró a los ojos al sentir duda en la voz de su novia. Lo último que quería era incomodarla, y hasta ese momento, todos los avances que había hecho eran observando cuidadosamente cada reacción de la menor para asegurarse de que ella estuviera de acuerdo. Si eso era demasiado para ella, pararía al instante. Nayeon suavizó su gesto y le habló con voz dulce.
—¿Qué pasa, mi amor?
—Me da vergüenza...
—Es solo entre tú y yo, bonita. No está en mis planes avergonzarte frente a alguien más, lo prometo.
—Pero, ¿la camioneta? No estaremos solas de regreso.
La sonrisa traviesa volvió al rostro de Nayeon. Presionó su cuerpo más cerca al de su novia y regresó a besar su cuello.
—En cuanto a eso... hice un trato —llevó una mano a su bolsillo y sacó la llave del vehículo —Hoy te llevo yo a casa, preciosa. Nadie mejor que yo para transportar a mi muñequita, ¿cierto?
Jeongyeon jadeó. Con eso en cuenta, no había nada que le impida aceptar la propuesta de Nayeon y sus piernas temblaron ante la espera.
—¿Solo las dos?
—Solo las dos —repitió, y le pasó la lengua por la garganta —¿Me dejarás jugar con mi muñeca camino a casa?
—Sí, mommy. Voy a ser buena para ti.
Nayeon chupó una última vez antes de separar los labios de su cuello.
—Sujétate de mis hombros y enreda tu pierna en mi cadera.
Jeongyeon obedeció con movimientos torpes y la mayor aprovechó la distracción para meter su mano dentro de la ropa interior húmeda. Acarició los pliegues sensibles con sumo cuidado, hasta que estuvo segura de que su novia tenía estabilidad. Con una mano, Nayeon la sujetó por la cintura y con la otra llevó el juguete hasta la piel sensible y lo frotó sobre los labios mayores para lubricarlos bien.
—Está frío, mommy —se quejó la rubia, mientras sentía el objeto duro frotarse sobre los pliegues de su vagina.
—Sé una buena chica para mommy y respira profundo, muñeca.
Esperó a que la menor acate la orden y deslizó el pequeño vibrador dentro de su cuerpo. Aunque estaba apagado aún, Jeongyeon se estremeció, gimió ronco y buscó los labios de Nayeon para un beso, petición que fue concedida al instante. La castaña acarició con suavidad el clítoris duro para ayudar a que su cuerpo se relaje y acepte la intromisión.
—Eso es, muñeca, lo tomas tan bien. ¿Cómo se siente, mi amor?
—Rico… —Aceptó y trató de que Nayeon la siga besando.
La mayor se apartó con una sonrisa, y reacomodó la ropa interior en su lugar.
—¿Lista para irnos?
Jeongyeon estaba apoyada contra la puerta, respiraba pesado y sus mejillas estaban rojísimas. Sus ojos estaban más oscuros y brillantes, y parecía incapaz de hablar sin soltar un jadeo. Nayeon le acomodó la ropa y el cabello con dulzura, se lavó las manos y tomó ambos bolsos.
—Vamos, ya es hora. Camina delante de mí.
La rubia se enderezó y dio un par de pasos torpes hasta que descubrió cómo moverse de la forma más natural que podía. Nayeon abrió la puerta del baño y la invitó a salir primero. La menor le dedicó una mirada vulnerable, y Nayeon se inclinó para darle un beso en la comisura del labio.
—Lo estás haciendo perfecto, muñequita. Camina, yo estoy aquí cuidándote.
Jeongyeon asintió y avanzó lo más rápido que pudo hasta la salida. Un par de personas se acercaron para despedirse, y mantuvo fugaces conversaciones con sonrisas nerviosas. Nayeon, por el contrario, parecía totalmente ajena a la situación. Se veía radiante, y Jeongyeon era un desastre sensible. De repente las clavículas marcadas de su novia le resultaban tremendamente atractivas, y su mente alternaba entre imágenes de ella pasando la lengua por esa zona y la constante presión entre sus piernas que la hacía querer regresar al baño y pedirle a Nayeon que la tome ahí mismo.
Cuando llegaron a la camioneta a la rubia le costó levantar las piernas para subirse al asiento del copiloto, y Nayeon la ayudó mientras reprimía una sonrisa divertida. Se colocó al volante y se aseguró que todas las ventanas polarizadas estén cerradas, con lo que quedaban en completa privacidad. Reclinó un poco el asiento de su novia y se inclinó sobre ella para besarla, mientras que una de sus manos se dirigía a hacer presión en el juguete dentro de ella. Jeongyeon gimió fuerte y sacudió las caderas.
—Mommy...
—Mi Barbie bonita... tan obediente cuando le pido algo.
—No voy a durar. Vamos, por favor...
Nayeon acarició su rostro con dulzura.
—Tranquila. Sabes que tienes que ser una buena chica y cumplir con lo que te he pedido, ¿verdad? Sino, no hay premio.
—Por favor… —jadeó la menor, desesperada.
—Cómo me encanta escucharte rogar —susurró sobre sus labios —Una muñequita tan necesitada y desesperada. ¿Quieres que mommy te folle, cierto?
Jeongyeon asintió con fuerza y la castaña aprovechó su distracción para tomar el control remoto de su bolsillo y encender el vibrador. El cuerpo de la coreana menor se tensó al instante y soltó un gemido agudo. Nayeon retiró su mano de entre sus piernas y la acomodó para que esté bien sentada sobre el asiento. Jeongyeon había cerrado los ojos y presionaba con fuerza las piernas entre sí, en un intento desesperado de no ceder ante las sensaciones y aguantar como se le había pedido.
—Abre esos ojitos, sé que te gusta verme manejar —la menor se enderezó en su propio asiento y arrancó el vehículo —Te ves tan hermosa ahora mismo.
—Mommy, no aguanto...
—Tan sensible —susurró —Imagina cómo será cuando tengas mis dedos dentro.
Jeongyeon gimió y sacudió sus caderas. Nayeon volvió a presionar el control remoto y la vibración cesó. Con un sonoro suspiro, la menor se relajó sobre el asiento. Su novia se veía impasible, con la vista fija en la autopista. La admiró por unos segundos.
No podía creer que tenía todo esto tan dentro de ella, si bien nunca se lo habría imaginado en el día a día, Nayeon era una chica decidida y atrevida que no se avergonzaba fácilmente, cosa que se veía reflejada cuando estaba sobre un escenario. En cambio a ella, incluso cuando estaban a solas le costaba ser atrevida. Contrario a lo que se esperaba cuando eran solo mejores amigas, Nayeon era la novia más dulce que se habría podido imaginar. No había día en el que Jeongyeon no se sienta como una reina, la mayor se encargaba de consentirla con detalles, cuidados y palabras bonitas a diario.
Pero incluso en la cama siempre habían sido suaves, hasta que comenzaron con el juego de Barbie. Con cada sesión, la mayor se había ido soltando un poco más, y poco a poco fue descubriendo lo mucho que le gustaba dominar a la rubia. Jeongyeon, por su parte, encontró un lado desconocido en ella, una chica que disfrutaba seguir indicaciones y entregarse a su novia por completo.
Los juegos eran medidos y con cautela, aún estaban conociendo lo que le gustaba a cada una en ese aspecto, por lo que la actitud ruda y dominante de Nayeon esa noche la había sorprendido por completo. Estaba totalmente encendida, le encantaba sentirse bajo la merced de su novia, sobre todo al ver el verdadero interés de la castaña por su comodidad y placer, y el amor que guiaba cada uno de sus movimientos. No había lugar en el mundo en el que se sienta más segura que en los brazos de Nayeon, y le encantaba saber que tenía plena confianza para mostrarse vulnerable y necesitada, e incluso rogar por lo que quería. Se estaba esforzando en ser la muñeca perfecta para Nayeon, y le encantaba las atenciones que recibía a cambio.
Nayeon manejó en silencio el corto trayecto hacia el departamento, no estaban a más de cinco minutos de distancia, y la mayor se encargó de mantener a su novia al límite durante todo el camino encendiendo y apagando el vibrador sin previo aviso, y amaba que la rubia se hubiera tomado la libertad de gemir alto y retorcerse sobre el asiento como respuesta incondicional.
Cuando llegaron, Nayeon aparcó dentro del estacionamiento privado del edificio, que se encontraba vacío a esas horas. Con cuidado levantó a su chica y la animó a que enrede las piernas en su cintura para poder cargarla. La llevó hasta el ascensor y mientras subían a su piso se tomó unos segundos para admirar su belleza. Su cabello rubio estaba un poco revuelto, sus ojos oscuros se veían desesperados, sus mejillas rojas le daban un aspecto vulnerable, sus labios hinchados y entreabiertos parecían invitarla a un beso, y su respiración agitada la volvía loca. No podía creer que ella era la causante de que la tímida Yoo Jeongyeon se encuentre en ese estado, y por un instante, se sintió la mujer más poderosa del mundo.
Con su novia encima, caminó hasta el departamento y cerró la puerta tras ellas. Dejó caer todas sus cosas al piso y la apoyó contra la pared. Jeongyeon gimió cuando el movimiento presionó el juguete más profundo en su interior y buscó los labios de su novia para un beso. Nayeon le dio lo que quiso unos segundos y luego se separó y la colocó con delicadeza en el piso.
—Vas a ir a nuestra habitación, te vas a quitar todo menos la ropa interior y te vas a poner lo que dejé sobre la almohada. En cinco minutos estaré ahí, te quiero encontrar de rodillas al centro de la cama. ¿Me entendiste, muñeca?
—Sí, mommy.
Jeongyeon caminó como pudo hasta su habitación y cerró la puerta. Se sentó sobre el colchón y suspiró, retirando los molestos botines con manos temblorosas.
Nunca había estado tan excitada en su vida. Con cada movimiento sentía la presión dentro de ella y no podía esperar a que sea Nayeon quien ingrese a su cuerpo. Se desnudó y se arrastró sobre el colchón, hasta alcanzar la prenda que Nayeon había elegido para ella. La levantó para investigar y se encontró con un pequeñísimo camisón de tela transparente que simulaba un babydoll, rosa, sencillo pero sexy. Jeongyeon suspiró y se lo puso, la tela le acarició el abdomen y los muslos sensibles y jadeó ante el delicado tacto. Escuchó movimiento en la sala, y con nervios se puso sobre sus rodillas como su novia le había indicado.
Cuando la castaña entró en la habitación, sintió que sus pulmones se quedaron sin aire.
Nayeon se había retirado el vestido rosa que le daba un aspecto tan inocente, y estaba solamente con un set de lencería negro, no muy revelador, pero elegante y con el toque justo de sensualidad que contribuía al ambiente. Todavía traía puestos sus tacones altos y su cabello recogido en una cola de caballo, y se veía imponente y poderosa.
Jeongyeon suspiró, su boca abierta sin pensarlo ante la vista de su novia, y se sobresaltó cuando sintió que el juguete se encendió nuevamente dentro de ella.
—Oh mommy, por-por favor...
Nayeon lo apagó al instante con una sonrisa en el rostro. Se quitó los tacones, subió a la cama y se colocó detrás de la menor.
—Solo me estaba asegurando de que no hubieras hecho trampas, mi amor.
—He sido buena...
—Claro que lo has sido. ¿Crees que mereces un premio?
—Sí, sí. Me lo merezco —puchereó en su boca de pato que Nayeon adoraba.
La castaña jadeó ante la vista de su novia sensible y caliente, arruinada por ella, totalmente dispuesta a rogar por recibir un poco de placer. No podía creer la suerte que tenía.
—Manos y rodillas —ordenó sin más, y Jeongyeon obedeció al instante.
Cada vez le era más fácil acatar las órdenes que recibía. No tenía las fuerzas suficientes para sostenerse a sí misma, así que se apoyó sobre sus antebrazos y su trasero quedó más elevado. Nayeon sonrió y acarició con lentitud lo que su novia le ofrecía en esa deliciosa posición y Jeongyeon contuvo la respiración, quedando inmóvil cuando pensó que recibiría más nalgadas, y al notar esto, su novia se inclinó para dejar besos en la piel suave.
—Tranquila, muñeca. Has sido buena, y yo cumplo con mis promesas.
La mirada de Nayeon se posó entre sus largas piernas. La tela transparente y húmeda no dejaba nada en su imaginación, y se le hizo agua la boca al ver el desastre mojado que era la rubia solo por y para ella.
Con sumo cuidado, Nayeon enganchó los pulgares en las arruinadas bragas de su novia y las deslizó por los gruesos muslos hasta que cayeron sobre sus rodillas. Sin nada que lo sostenga y por la abundante humedad, el juguete se deslizó fuera, y Jeongyeon suspiró fuerte al sentirse tan vacía y abierta, cuando Nayeon se inclinó y acarició la piel irritada de la entrada de su novia con la punta de su grumosa y suave lengua.
—Mhm, sí...
La mayor la lamió con calma y disfrutó de la respiración temblorosa de su chica.
Jeongyeon apoyó su pecho en el colchón, arqueó más la espalda y se ofreció por completo, cuando apretó las sábanas entre sus manos y se concentró en disfrutar sin llegar a correrse.
Nayeon la acarició con toques suaves con la lengua, consintió la entrada sensible y luego se concentró en el clítoris. Besó como besaría su boca, y se deleitó cuando la menor se mojaba más y más ante su delicada atención. La provocó lento, sin darle demasiado, lo suficiente para tenerla al límite. Cuando dirigió sus atenciones nuevamente hacia su entrada, Jeongyeon empujó sus caderas hacia atrás, buscando que la penetrara con la lengua. La castaña la frenó con las manos, detuvo sus acciones y se bajó de la cama. Recibió a cambio un lloriqueo decepcionado.
—Por favor...
—¿Has olvidado tu posición, muñequita? Solo debes obedecer. ¿Qué fue eso?
—Lo siento, mommy, lo siento...—la voz sonaba desesperada. Levantó su rostro del colchón y se sentó. Nayeon estaba parada a los pies de la cama, y Jeongyeon gateó hasta ella. Cuando la mano de la castaña se elevó para acariciarle el rostro, la rubia aprovechó para meterse el pulgar a la boca y succionar —¿Me perdonas?
La respiración de Nayeon se cortó.
—Tienes que demostrarme que te arrepientes...
—Haré lo que quieras —con algo de duda, se inclinó hacia el cuerpo de su novia, sacó la lengua y se la pasó por ese delicioso abdomen plano —Lo que quieras, mommy, pero por favor, necesito que me folles.
—¿Me puedes demostrar que eres una muñeca obediente?
—Tu mejor Barbie —susurró —Puedes hacerme hablar como tú quieras, caminar como tú quieras —chupó la piel del abdomen, no lo suficiente como para dejar marca, pero sí lo necesario para hacer a Nayeon gemir —Puedo rogar de rodillas.
—¿Estás segura?
Jeongyeon asintió.
—Solo para mi mommy —se separó levemente y levantó la cabeza para mirarla a los ojos —Porque estoy muy enamorada de ella y la amo con todo mi corazón.
Nayeon suspiró y le sonrió, enternecida, rompiendo el papel por unos segundos.
—Te amo tanto, Yeonnie. Eres mi vida entera.
La rubia sonrió de vuelta y volvió a besar el estómago de la mayor. Subió con besos y traviesos lametones por todo su torso, hasta que llegó a la comisura de sus labios.
—Pídeme lo que quieras. Déjame demostrarte lo tuya que soy.
La mayor perdió todo rastro de cordura y agarró a su novia con fuerza por la cintura. La besó con rudeza, tomó el control desde el primer segundo y se encargó de quitarle el aliento. Sus manos desesperadas se movían por todo su cuerpo, adoraba sentir la tela delicada del babydoll sobre la piel suave de la menor.
Con movimientos torpes, Jeongyeon intentó alcanzar el broche del sujetador de Nayeon. La castaña se separó de ella y la empujó con suavidad por los hombros para que se sentara sobre sus rodillas en la cama, para luego sacarse ella misma la prenda superior. La mirada de Jeongyeon cayó sobre los pechos firmes, y se mordió el labio inferior al ver los pezones café más duros que nunca.
—Te gustan, ¿cierto? —la menor asintió, y Nayeon enredó una mano en el cabello rubio para acercarla a sus pechos —Chupa.
Jeongyeon obedeció al instante, se apoyó en la cintura contraria y estiró su largo cuello para meterse un pezón a la boca. Chupó con hambre, le pasó los dientes a los sensibles pezones y se atrevió a dejar un chupetón en uno de sus pechos. Nayeon gemía suave mientras acariciaba el cabello entre sus manos.
—Lo haces tan rico —susurró —Tan obediente para mí.
La rubia succionó con esmero hasta que sintió que su cabello era jalado suavemente hacia atrás. Se separó con la lengua afuera, un hilo de saliva la unía con uno de los pezones duros. Nayeon jadeó ante la vista, y se subió a la cama, empujando a su novia para que se recueste con ella. Jeongyeon se retorció.
—Mommy, te necesito...
—Tranquila, mi amor. Has sido una muñequita perfecta.
—Sí...
—Deja que mommy te haga venir con sus dedos.
La menor suspiró, totalmente entregada.
—¿Puedo pedir algo? —susurró tan bajo que casi no se le escuchó.
—¿Tienes una petición? —Jeongyeon asintió —Dime, muñeca.
—¿Puedes... puedes hacerlo suave?
Nayeon suspiró y se enterneció. Jeongyeon podía ser una muñeca sucia y jugar atrevido en ese nuevo juego que les gustaba jugar, pero siempre seguiría siendo su linda chica tímida y sensible que la trataba tan suave con cada una de sus caricias llenas de amor.
—¿Mi muñequita quiere que le haga el amor? —la menor se sonrojó, pero asintió nuevamente, esta vez más débil —Claro que sí, mi amor. Ya sabes que yo solo vivo para hacerte feliz —le dijo con dulzura en el oído —Y si no lo sabes, es hora de que lo sepas, Yeonnie…
Nayeon se colocó encima de ella y bajó por su pecho con suaves besos. Le desabrochó el sujetador y lo retiró por debajo del babydoll, sin quitarle la prenda. El cuerpo desnudo de su novia era totalmente visible bajo la tela transparente, y el color rosa le daba un aspecto angelical. La piel lechosa estaba marcada en algunas zonas por los besos de Nayeon, y la mayor se sintió orgullosa al ver eso. Pasó sus manos por su estómago y subió para tomar ambos pechos y acariciar los erizados pezones con sus pulgares.
—Tan hermosa —susurró Nayeon, embelesada con esos deliciosos pechos que le gustaba comer —Me vuelves loca, Yeonnie...
Jeongyeon suspiró y arqueó la espalda, en un intento de ofrecer más sus pechos a Nayeon.
—No sabes lo mucho que me gusta mirarte —continuó la castaña mientras acariciaba con empeño. Se inclinó y chupó brevemente un pezón sobre la tela —Eres mi sueño hecho realidad.
—Oh, por-por favor, amor...
La mayor sonrió. Su novia no era más que un desastre suplicante, un enredo de cabellos rubios y piel sonrojada. Nayeon se levantó para poder tener una mejor vista del espigado cuerpo debajo de ella. Se la comió con la mirada, no disimuló al clavar sus ojos en sus partes más íntimas, y Jeongyeon se retorció al sentirse expuesta y deseada.
—Desnúdame, por favor... quiero sentirte contra mi piel.
—Tan educada para pedir lo que quieres, Yeonnie —la castaña acarició las amplias caderas para luego meter sus manos debajo de la tela y subir hacia la mojada intimidad. Jeongyeon aguantó la respiración —Mi Barbie bonita y bien portada —sus dedos alcanzaron los pliegues húmedos y frotaron superficialmente, sin darle demasiado —¿Es esto suficiente para ti?
—Desnúdame… —repitió, casi sin fuerzas.
Nayeon sonrió y cumplió la solicitud. Deslizó la tela con delicadeza fuera de su cuerpo y se maravilló cuando tuvo a su novia completamente desnuda frente a ella.
Aunque ya era algo habitual, cada que sucedía se maravillaba como en su primera vez, Jeongyeon tenía ese efecto en ella. Había estado enamorada en secreto de la coreana menor por años, y a veces seguía sin entender cómo había sido tan afortunada de que esa dulce chica corresponda a sus sentimientos. Subió las manos a acariciar el abdomen bajo, que se tensó al instante, y recibió un jadeo a cambio.
—¿Qué quieres, muñequita?
Jeongyeon no dijo nada. Con los ojos fijos en su novia abrió las piernas ampliamente, y empujó las manos que tocaban su vientre un poco más abajo para que se posen en su vagina necesitada. Nayeon bajó la mirada y se concentró en sus habilidosos dedos, que resbalaban debido a la abundante humedad.
En todo el tiempo que llevaban juntas nunca había tenido a Jeongyeon tan mojada y eso la tenía al límite. La rubia era un desastre de fluidos, toda su entrepierna estaba empapada, y no podía imaginar lo sensible que debía sentirse, cuando con cuidado llevó un solo dedo a pasearse dentro de los pliegues, y su novia gimió fuerte ante la caricia.
—Mommy, por favor...
La mayor dirigió una de sus manos a acariciar el clítoris duro. Estaba tan hinchado que sentía que lo podía tomar entre las yemas de sus dedos, y lo frotó con extrema suavidad debido a la hipersensibilidad de Jeongyeon. Cuando levantó la vista, vio que la menor había cerrado los ojos, su cabeza estaba echada hacia atrás, y pellizcaba ambos pezones con la punta de sus dedos. Por un momento pensó en reclamarle, su muñeca no tenía permiso para tocarse a sí misma, pero la vio tan concentrada en disfrutar que no dijo nada. Además, no podía negar que la vista de su novia tocándose frente a ella era de lo más sexy.
Nayeon se concentró en consentir al necesitado clítoris y se maravilló con los suaves gemidos que llenaban la habitación. Cuando sintió que era momento de darle más, llevó la otra mano hasta el agujero empapado y acarició los bordes con dos de sus dedos largos.
Al sentir esto, Jeongyeon instintivamente abrió más las piernas y empujó sus caderas hacia arriba.
—¿Me quieres dentro de ti? —Nayeon empujó los dedos con suavidad y se detuvo cuando solo las puntas se deslizaron dentro. Jeongyeon gimió fuerte —¿Mi muñequita quiere que la folle? —la menor asintió, y los dedos salieron de su cuerpo —Contéstame, o no te daré nada.
—S-sí, mommy.
—¿Sí qué?
—Fóllame, mommy, por favor. Te lo ruego.
Nayeon empujó los dedos con calma hasta el fondo, y Jeongyeon suspiró con alivio al sentirse llena. Sin detenerse a más juegos, la mayor comenzó con suaves empujes, mientras su otra mano no dejaba de frotar su clítoris.
—Siempre tan lista para mí, mi amor… —se inclinó para besarle su delicioso y largo cuello —Mi muñeca hermosa —la rubia solo jadeaba, incapaz de ordenar sus palabras —Me aprietas tan rico.
Jeongyeon se retorció sobre la cama, con el cuerpo sensible al tope. Había aguantado las provocaciones por horas y sentía que no resistiría mucho más. Cuando las familiares cosquillas invadieron su vientre en señal de que su orgasmo se acercaba, recordó lo que le había ordenado Nayeon horas atrás. Ella quería ser una muñeca obediente hasta el final y darle a su novia la mejor experiencia de su vida.
—¿Puede...? —intentó hablar con su respiración pesada debido a la constante estimulación —¿Puede tu muñeca correrse, mommy?
—¿Ya, mi amor?
Jeongyeon asintió con fuerza mientras luchaba para retenerse.
—Por favor, déjame hacerlo.
—Solo porque lo pides tan bonito —susurró Nayeon y le dio un beso dulce en los labios —Déjalo salir, dámelo todo de ti.
Jeongyeon dejó que su cabeza caiga de lado y se concentró en las suaves pero profundas penetraciones de los falanges de su amada novia.
Nayeon intensificó las caricias en su clítoris y succionó con fuerza el punto sensible en su cuello.
Cuando Jeongyeon sintió los dientes acariciar con suavidad su garganta no pudo más, y se corrió con un grito de placer sobre la mano que la follaba. Recibió besos por todo el cuerpo mientras su respiración se estabilizaba, y finalmente sintió cómo Nayeon retiraba con cuidado los dedos de su interior. Jadeó al sentirse vacía de repente y notó cómo más fluidos goteaban de su interior. Enterró su rostro en la almohada, agotada y satisfecha, y se dejó consentir por unos minutos por las manos de su novia, que se paseaban con gentileza por todo su cuerpo, hasta que recordó que la mayor no se había corrido todavía. Reunió todas sus fuerzas y se incorporó. Nayeon la imitó y la tomó por la parte trasera de la nuca para besarla.
—Mommy... yo quiero hacer algo.
—¿Qué cosa, muñeca?
Sus mejillas quemaron de repente.
—Quiero hacer que mommy se corra...
—¿No estás muy cansada?
Jeongyeon sacudió la cabeza.
—Yo quiero verte llegar para mí... he sido una buena muñeca, ¿puedo obtener eso?
Nayeon la besó nuevamente, más rudo esta vez. Le metió la lengua en la boca y la manejó hasta que se quedó sin aire.
—Claro que puedes, yo estoy para consentir a mi muñequita obediente.
Con algo de duda, Jeongyeon llevó sus manos al trasero de la castaña. Asumió que su posición de obediencia no había cambiado, así que acarició con suavidad mientras esperaba que se le diga qué hacer.
Nayeon se incorporó para quitarse ella misma la ropa interior mojada y empujó a Jeongyeon por los hombros para que se recueste en la cama. Se subió a horcajadas sobre ella, elevada sobre sus rodillas. La mayor se veía como una presa indefensa, a la espera de que hagan lo que quieran con ella. Sonrió ante la deliciosa vista de la cintura desnuda y los grandes pechos perfectos, y tomó una de las manos de su novia para llevarla hasta su propia intimidad. Ambas jadearon a la vez.
—Mira cómo me tienes —se inclinó para besarla —Siente lo que causas en mi cuando te ves así de bonita, Yeonnie…
La menor respiraba con la boca abierta mientras Nayeon controlaba sus movimientos. No podía creer que hasta en esa situación estaba siendo una muñeca a merced de su novia, pero lo que más le sorprendía era lo mucho que disfrutaba cederle todo el control. La castaña estaba más que mojada y Jeongyeon no podía esperar a verla derrumbarse de placer.
Nayeon se incorporó para sentarse derecha sobre la pelvis de su novia. Dirigió su mano para colocarla entre ambos cuerpos, le levantó dos dedos y con tortuosa lentitud se sentó sobre ellos para que la penetren hasta el fondo. Gimió suave ante la sensación y le sonrió a Jeongyeon. Aún tenía todo el poder sobre ella, y le guiñó un ojo antes de comenzar a mecerse suavemente para que los dedos se muevan en su interior.
—Que rico me folla mi muñequita —susurró entre gemidos. Jeongyeon tomó iniciativa y empujó su mano para acompañar los movimientos de la castaña —Lo haces tan bien.
—¿Te gusta, mommy?
—Me encanta.
La mayor se apoyó en el abdomen contrario y probó dar pequeños rebotes sobre los dedos de su novia. Al inicio lo hizo con duda, lo que estaban haciendo era nuevo para ambas, pero apenas se sintió cómoda con la posición comenzó a saltar con más fuerza.
Jeongyeon suspiró y llevó su otra mano a intentar acariciarle el clítoris.
—Estoy cerca, bebita… —la rubia gimió al escuchar el nuevo apodo y Nayeon sonrió —Sigue, muñequita, hazlo duro.
Jeongyeon se esforzó en no perder el ritmo y luego de pocos segundos sintió cómo las paredes interiores de su novia apretaban sus dedos empapados. Se le hizo más difícil penetrarla, pero los bruscos movimientos de cadera de Nayeon hicieron la mayor parte del trabajo. La rubia la admiró anonadada hasta que echó la cabeza hacia atrás, soltó un gemido agudo desde su garganta y se corrió sobre ella.
La mayor se mantuvo inmóvil unos segundos mientras se recuperaba, los dedos de Jeongyeon salieron de su interior y llevó ambas manos a acariciar los muslos temblorosos.
Nayeon suspiró y se recostó con suavidad sobre su novia.
—Eres tan perfecta, Yeonnie —susurró sobre sus labios —Tan hermosa, tan buena para mí.
—¿Lo hice bien?
—Mi Barbie favorita —la besó con dulzura —Gracias por esto, mi amor. Gracias por confiar en mí.
—Realmente soy tuya, lo sabes, ¿verdad? —Nayeon sonrió con una tierna expresión de satisfacción —Te amo más de lo que pensé llegar a amar.
Sin esperar una respuesta, Jeongyeon se movió para que Nayeon quede acostada a su lado y se acurrucó contra ella. El sueño la comenzaba a vencer, y se pegó para que los fuertes brazos la rodeen. Nayeon la acunó con delicadeza y le acarició el rubio cabello para que pueda quedarse dormida.
—Te amo, Jeongyeon. Para siempre.
Hola Tu, al fin pude terminar esta increíble adaptación que tanto amé desde el primer instante Ü
Gracias por esperar, por leer, por comentar y por acompañarme en cada cosa nueva que traigo a esta cuenta.
Gracias una vez más a betternayeon por darme tanta libertad para adaptar su mini historia, ha sido un honor enorme, espero que lo hayas disfrutado mucho♡
Espero que hayas tenido un excelente fin de semana, tqm y descansa muy bien. Un besito pequeño para ti♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro