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capitulo 46

El lunes siguiente medecidí a aparecer en la Universidad.
No tenía ganas de hacer nada, pero no podía quedarme más tiempo en casa. Nopodía dejar de darle vueltas a lo mismo día y noche... La escuela me ayudaría adespejarme un momento.

Mis primeras horas de clase pasaron más rápido de lo que esperaba, y al mismo tiempo, fueron eternas. Le rogaba al cielo no encontrarme con él. Le rogaba al cielo no verlo con otra persona. Me mataría verlo con alguien más tan pronto.
Sakura me alcanzó a la hora del receso y nos encaminamos a la cafetería.

—Ayer Sasuke fue a buscarme una vez más —me contó mientras caminábamos.

—¿Qué te dijo? —pregunté reprimiendo una sonrisa. Sakura lo amaba. Sasuke la amaba a ella. Aquello sólo había sido una crisis nerviosa por parte de Sasuke. Él no iba a dejarla sola.

—Quiere volver. Me dijo que consiguió un empleo en una editorial —sonrió mirando hacia el suelo.

—¿Tú quieres volver? —pregunté sonriendo suavemente.

—¡Por supuesto que quiero!, sólo no quiero que piense que puede irse y volver a la hora que le plazca.

Una sonrisa me asaltó. —Creo que has probado tu punto. Sasuke está loco por ti y tú por él. Van a tener un hijo juntos; si lo desean, van a casarse, ¿no crees que es momento de dejar de ser un par de adolescentes?... Su bebé necesitará a unos padres adultos, no a un par de adolescentes tratando de jugar a la familia.

Sakura me miró con incredulidad. —¿Eres tú, Hinata?, ¿Segura que eres tú?, ¿dónde estaba mi Hinata sensata cuando terminó con el amor de su vida?

Bajé la mirada al suelo. No estaba lista para tocar ese tema. —Sólo quiero que sea feliz...

—Es feliz contigo...

—Quiero que tenga el amor que merece. Yo no soy lo que él merece. En éste momento ni siquiera puedo pensar en algo positivo de mi persona, ¿cómo pretendo amar a alguien si no sé amarme a mi misma? —susurré sintiendo un nudo en mi garganta.

Al llegar a la cafetería, nos sentamos en nuestra mesa habitual.
Toneri nos alcanzó a los pocos minutos y comenzamos a charlar de todo y nada. Sasuke se nos unió a los pocos minutos y, por un momento, todo fue como lo era antes... Por un momento, imaginé a Naruto entrando por la puerta, dándome un beso fugaz y sentándose a mi lado, envolviendo su brazo a mí alrededor...

Mi corazón se estrujó dentro de mi pecho. Tomé una inspiración profunda y me repetí lo que me había estado repitiendo toda la semana:

"Lo estoy haciendo por él..."

Cuando sonó la campana, Toneri habló—: Hinata, ¿me das un segundo?

Mi ceño se frunció ligeramente pero asentí, despidiéndome de Sakura y Sasuke. Toneri y yo salimos de la cafetería y él me miró con una sonrisa pintada en el rostro.

—Mi papá habló con Hashirama —anunció.

—¿Y Hashirama es...?

—hashirama Senju es el amigo de mi papá. El que está realizando el tratamiento experimental para la ceguera degenerativa.

El corazón me dio un vuelco y apreté los puños con fuerza. —¿Y...? —mi voz salió en un hilo débil y tembloroso.

—Sólo necesitas pagar tus viajes a Liverpool. El tratamiento no tendrá ningún costo. ¡Ningún costo! —exclamó feliz.

—P-Pero, viajar a Liverpool indica muchos gastos... —mi corazón latía a una velocidad impresionante. ¿Iba a poder hacerme el tratamiento? —, y-yo...

—Si pagas tus boletos de autobús con tu credencial de estudiante te hacen descuento del cincuenta por ciento; si el boleto sale en cincuenta euros, sólo tendrás que pagar veinticinco. Además, si mi papá te tramita la credencial del seguro médico, lo cual me dijo que haría, te hacen otro veinte por ciento de descuento. ¡Prácticamente viajarías gratis!

Abrí la boca para responder, pero no salió ningún sonido de mi boca. Me obligué a tragar el nudo de mi garganta y negué con la cabeza. —No puedo creerlo... —susurré—, ¡No puedo creerlo!

—Mi papá quiere ir a tu casa para explicarte en qué consiste el tratamiento y el seguimiento que debes seguir. Iremos ésta noche a tu casa, ¿de acuerdo?... Ahora ve y habla con Namikaze. Merece saber lo que está pasando —me sonrió.

No pude evitar sonreírle de vuelta y me tragué un suspiro. ¡Iba a poder hacerme el tratamiento!

~*~

Mi mamá y yo estábamos listas para recibir al papá de Toneri más tarde ese día.
La noche acababa de caer y yo había intentado pasar todo el día distrayéndome. Había intentado llamar a Naruto un par de veces, armándome de valor para contarle lo que estaba sucediendo, pero me enviaba directamente al buzón de voz.

Al cuarto intento, me di por vencida y me di a la tarea de limpiar todos y cada uno de los rincones de la casa. Necesitaba distraerme o iba a estallar. Estaba tan ansiosa que quería gritar.
Mi mamá estaba tan emocionada como yo. No paraba de pensar en las formas en las cuales conseguiríamos dinero para mis viajes a Liverpool. Yo, por otro lado, había enviado solicitudes de trabajo en línea. Tenía que aportar lo más posible a la causa.

Al cabo de una hora, un hombre de un hombre de piel pálida, cabello blanco desgreñado y ojos azules helados con pupila negra apareció en la puerta junto a Toneri.
Nos explicó acerca del tipo de dieta que iba a llevar durante el tratamiento. Las expectativas de mis resultados, las sesiones agresivas y las pasivas... Era tanta información que me sentía abrumada, y al mismo tiempo, eufórica. ¡Iba a recibir el tratamiento!...

—Muchísimas gracias por todo —me despedí del señor otsutsuki en la puerta principal.

Él me guiñó un ojo y sonrió—: Sólo prométeme que vas a hacer todo lo posible por recuperarte.

Yo asentí y le sonreí de vuelta.

—¿Te vas conmigo? —le preguntó a Toneri.

—Me quedaré un rato más —anunció y el padre de Toneri desapareció dentro de su auto.

Nos quedamos en el pórtico de mi casa, mirando a la nada, digiriendo todo lo que había pasado. Tenía que hablar con Naruto. Tenía que contárselo a Naruto... Él tenía que saberlo.

—Entonces... —Toneri interrumpió mis pensamientos—, estoy saliendo con karin

Mi mirada se volcó sobre él, con incredulidad. —¡¿Qué?! —no podía creerlo. No podía creer que estuviera saliendo con karin y tampoco me imaginaba a una mejor persona para él. Karin era una chica maravillosa.

Él se ruborizó por completo y se encogió de hombros. —No me preguntes cómo sucedió. Yo tampoco lo sé con certeza. Sólo sé que, cuando me di cuenta, ya me gustaba. Ya pensaba en ella más de lo que me hubiera gustado...

Le sonreí.— karin es una persona maravillosa, y tú eres un chico increíble. Debo admitir que nunca los imaginé juntos; pero no tienes idea del gusto que me dar que dos personas como ustedes estén juntas.

—No estamos juntos aún —masculló—. No sé cómo preguntárselo.

Yo sonreí como boba. —Sólo díselo. Dile lo que sientes por ella. Dile cómo te sientes. No quiere escuchar un poema o las palabras más hermosas del mundo... Ella sólo quiere escuchar lo que sientes.

—¿Cuándo vas a hablar con Namikaze?

Suspiré. —No lo sé. He intentado localizarlo todo el día pero trae el teléfono apagado. Quiero contárselo.

—Debes hacerlo. Él merece saber...

—Gracias por todo, Toneri—me volví para mirarlo.

Él me sonrió de vuelta. —Para eso somos los amigos, ¿no es así?...

Yo asentí, con los ojos llenos de lágrimas. No quería llorar, pero era inevitable cuando tenía los sentimientos a flor de piel.

—No llores —sonrió haciendo un puchero—, ven aquí...

Sus brazos se envolvieron en mi cuerpo y hundí la cabeza en su pecho. Era un abrazo diferente a cualquiera que hubiésemos compartido. Era un abrazo cargado de cariño, amor y dulzura, pero no había ni siquiera un toque romántico... Toneri era mi amigo. Toneri era el mejor de mis amigos. Sin siquiera pensarlo, sin siquiera quererlo, se había adentrado en mi vida y ahora no podía imaginarme sin él a mi lado. Sin él siendo uno de los pilares más importantes.

Cuando nos apartamos, yo estaba llorando. Una risa triste brotó de mi garganta y Toneri limpió mis lágrimas con sus pulgares.

—Te quiero, hinata —me sonrió.

—Yo te quiero a ti, Toneri —sollocé.

Escuché el pequeño cancel del jardín azotándose y me volví para mirar.
El corazón me dio un vuelco cuando lo vi. Caminaba rápidamente hacia la calle, iba de espaldas a mí, pero podía reconocerlo en cualquier lado...

—naruto...—susurré y un nudo se instaló en la boca de mi estómago.

—¡Oh, maldita sea! —escuché a Toneri maldecir a mis espaldas.

Yo ya caminaba rápidamente directo a la calle. —¡Naruto! —grité.

Él no se volvió. Siguió andando. Pude ver su camioneta y mi corazón se apretó con fuerza.

—¡Naruto, espera! —grité, pero él no se detuvo. Se subió a su auto y azotó la puerta. Yo me paré frente al auto cuando encendió el motor.
Las luces me cegaron por completo, pero no iba a permitir que se fuera. No iba a permitirlo. 

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