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6: "𝑪𝒐𝒏𝒇𝒆𝒔𝒊𝒐́𝒏"

Impaciente, subía por el ascensor de ese exclusivo hotel en donde la había hecho suya la última vez que la había visto. Saber que la volvería a ver, le aceleraba todos los signos vitales irremediablemente. Con un texto, Nayeon le había hecho saber que había tomado la misma habitación para ese improvisado encuentro y eso alteraba un poco más, todo en su interior. 

Todo el entusiasmo de la alfa se derrumbó, cuando llamó en la puerta y la omega le abrió con los ojos muy hinchados y los labios rojos de tanto llorar. Su corazón se oprimió y su loba reaccionó al semblante de la omega al verla realizar un mohín con su labios apenas la vio llegar. Jeongyeon se apresuró a estar dentro para abrazar su semblante frágil y derrotado. 

—¡Él me acusa de que todo es mi culpa! De que su reputación puede acabar en la basura por lo que dije... Jeongyeon, me siento presa a su lado y ya no sé qué hacer... —Sollozó cuando la miró a los ojos y ella le besó la frente para rodearla con su cuerpo.

La omega sollozó sin control, y la alfa intentó abrigarla con su calor y su aroma desprendió aquellas feromonas dulces y comprensivas, intentando colmarla de su calma. Qué más quisiera ella, que poder liberarla de ese tipo y de todo ese dolor que la dejaba tan vulnerable ante sus ojos. Jeongyeon decidió que no le gustaba verla de ese modo.

—Oh no Nayeon, eso no es cierto y usted no es responsable de nada absolutamente. —Manifestó su molestia con la tensión de todo su semblante.

Le partiría la cara al imbécil de Kim, por causarle tanto daño a una criatura tan sensible como lo era aquella omega. ¿Cómo podía ser tan cruel? ¿Acaso no podía ver la frustración en su tierna mirada triste? El destino era tan injusto. Con lo que daría ella por poder amanecer a su lado y sentir su aroma floral a su alrededor a todas horas. Había quienes disponían de lo que no merecían. Ya estaba divagando otra vez... 

—Es que cada vez que lo miro, no logro recordar qué es lo que me unió a él alguna vez, y no puedo evitar pensar en los años que pasé esperando recibir algo de alguien, que quizás, nunca existió y que fueron en vano. Me siento tan ridícula... —Murmuró sobre su blusa. Jeongyeon proporcionaba caricias por el largo de su espalda, la comprendía tanto. 

—Ya no piense más en eso por ahora. Descanse un momento y olvídese de todo. —Propuso, mientras intentaba reconfortarla entre sus brazos.

Nayeon se aferró a ella, enterrando la nariz en la amable tela del cuello de su blusa sedosa. La alfa olía maravillosamente igual que la última vez, a cacao y un perfume suave que la relajaba tanto.

—Lo siento, lo siento... —Repitió varias veces, mientras le rodeaba la cintura con sus brazos. Jeongyeon levantó su mentón y le besó la mejilla antes de dirigirse a su lluviosa mirada. 

—No tiene que disculparse por nada, estoy aquí para lo que usted disponga Nayeon, no lo olvide por favor. —Le recordó mientras recargaba su rostro contra su pecho nuevamente. —Al horario que sea, no importa. Nada más importa. —Dijo mientras se mecía brevemente de un lado a otro con la omega entre sus brazos. 

Nayeon se sintió en libertad con sus palabras, segura con su presencia y lloró con angustia intentando despojarse de lo que oprimía su corazón.

La alfa no se apartó un solo instante, resistiendo a su lado. El aroma a rosas la inundó cuando apoyó su nariz sobre su cabello y tuvo que detener sus instintos más vivos, ella se veía derrotada, pero sus sentimientos se encontraban en contradicción porque su alfa deseaba poder recorrerla otra vez, aquellos pensamientos la abrumaban como nunca antes.

Varios minutos después, Jeongyeon se encontraba de pie junto a la cama viendo hacia el ventanal cuando la pelimiel salía del baño. Jeongyeon se veía tan bien enfundada en ese conjunto de oficina color negro, junto a aquella imponente vista de la ciudad a sus pies, era una ejecutiva y efectivamente se veía como una, tan interesante, quizás misteriosa, atractiva, serena y tan hermosa, pensó observándola ahora con toda atención. 

Su boca se secó nuevamente al recordar que había sido parte de su cuerpo alguna vez y la misma se volteó al sentir el peso de la intensidad en su mirada brillante. Su cuerpo correspondió a su presencia al instante y Nayeon sólo pensó en la idea de sentirla nuevamente entre sus piernas, acoger esa sensación con cada espacio de su piel, besar sus labios y recibir sus besos, hasta la liberación. "Se oye ideal" le murmuró su inconsciente loba.

—¿Ya se va? —preguntó con ansiedad y luego de grandes zancadas, Nayeon la tuvo nuevamente frente a frente. 

La omega sonrió ante esa acción, era mejor que removiera sus pensamientos nada decentes, se dijo buscando la hora en el reloj que adornaba su muñeca.

—Hum, no, aún no. —Meció la cabeza cuando la miró nuevamente. No. No pudo evitar seguir imaginando, que si fuera por ella jamás se iría de su lado y disfrutaría de las sensaciones que provocaba en todo su ser, a diario junto a ella. 

—La invito a almorzar, entonces. —Dijo mientras tomaba sus manos y la dirigía a sentarse en la cama para verla con atención.

"Quiero más que almorzar con usted..." pensó la omega sin poder dejar de sostener su mirada con la suya. 

Nayeon llevaba un conjunto de falda color arándano y Jeongyeon se sentía sumamente atraída ante su aspecto tan conservador, tan elegante, tan femenina, sobretodo porque sabía lo que podía ser sin toda aquella ropa, ella precisaba del deseo y de su piel para darle lo que su cuerpo anhelaba y con eso se conformaba, dedujo. 

—Si deja de verme de ese modo, puedo considerar... —Habló la omega, mientras acomodaba sus manos sobre su falda. 

La alfa tomó sus manos, rozando los muslos sobre falda en el trayecto y Nayeon se ruborizó al instante, aunque el contacto fuera a través de la ropa, su piel la reconocería tan solo con la caricia de su mirada cuando se posaba sobre ella. Su cuerpo se manifestaba casi que de inmediato a su acercamiento y la menor disfrutaba mucho de apreciarlo.

—No puedo prometer imposibles, mi Señora Nayeon, no podría dejar de mirarla, ni aunque quisiera, y créame... —Dijo la castaña, mientras se acercaba a su cuello y respiró de su aroma. —No quiero hacerlo... —Murmuró allí, en la unión de su cabello y su oreja, donde parecía que su aroma se intensificaba maravillosamente para ella. —Demonios, Nayeon... —Siseó acariciándole allí con la punta de su nariz. La fascinación que sentía por ella, le atraía como el hierro al imán. Esa omega era una adicción que ya había probado y de la cual necesitaba más, mucho más. 

—Jeongyeon, por favor... —Suplicó la omega, también con los ojos cerrados, presionando con fuerzas las manos que la pelicorta aún le sostenía sobre su falda como si le estuviera manifestando todo el poder que tenía en su cuerpo. 

Se veía tan indefensa ese día, la alfa no quería ser insensible, pero ella tenía la culpa, ella y el dulce tacto de su piel, la sensualidad de sus labios, ese aroma a rosas que la embelesada por completo y que embriagaba a su loba. Jadeó al caer en cuenta de lo que estaba haciendo.

—Lo siento. P-perdóneme Nayeon no quiero aprovecharme de la situación, solo-solo.... —Dudó, intentando negarse que podría acabar con aquel magnetismo que sentía, hasta en las sensaciones que revoloteaban en su estómago desde que supo que la volvería a ver. Pero cuando se disponía a apartarse, la omega no lo permitió y la tomó con demasiada fuerza del antebrazo izquierdo. 

Jeongyeon recorrió su dulce expresión ahora relajada, cuando Nayeon se humedece los labios, sin acabar con el contacto. La alfa suspiró, preguntándose si habría poder alguno que pudiera detener todo eso que sentía, porque ella ya no encontraba las fuerzas para resistirse.

—No he dejado de pensar en usted un solo segundo... —admitió, mientras la miraba intensamente con sus ojos entrecerrados. —No deje de tocarme, por favor...

Jeongyeon inhaló no pudiendo evitar asombrarse ante sus palabras, resintiendo la presión de su mano. Entonces deslizó su mirada sobre el agarre que empleaba hacia sus labios rojos, cuando ella lo absorbió, inquieta bajo su mirada. 

—Yo no he hecho otra cosa más que pensar en usted... —Respondió la alfa, sin poder creer lo que había oído, y con cautela, acercó sus dedos para liberar su labio inferior del agarre, así poder tomarlo entre sus labios. 

Jeongyeon absorbió su labio inferior tal como ella lo había hecho un instante atrás y una sensación de satisfacción la recorrió al probar de su sabor, de su calor, de su suavidad. Su lengua delineó la finura de su piel y la omega se abandonó a ella.

Nayeon tembló entre sus brazos como la última vez y no se pudo resistir cuando tomó su rostro entre sus manos, profundizando ese beso candente y rebosante, acariciándole con su lengua. Jeongyeon gimió ronca cuando la gentileza de sus labios abandonaron los suyos y luego se dirigían por su mandíbula hacia su cuello, la suavidad de sus labios eran un delirio. 

—Me va a matar, mi señora Nayeon... —Murmuró la pelicorta, mientras se sentía morir con la suavidad que recibía de cada uno de sus suaves besos, atentos mientras recorrían el largo de su cuello.

—No se muera, no antes de regresarme la vida primero. —Respondió la mayor, con la voz llena de deseo, provocando una sonrisa satisfecha en el rostro de la pelicorta. 

No hubo más palabras de por medio. Simplemente querían revivir lo que habían sentido en los brazos de la otra, como esa primera vez. 

Jeongyeon buscó las mismas ansias en su mirada y encontró mucho más, en el maravilloso, dulce y extraño oscuro de sus ojos. Los dedos que deslizaba sobre su cuello, los utilizó para deshacerse del agarre y luego remover el recogido en su cabello, que tanto le gustaba desparramar. La ayudó a estarse de pie para acomodarse en el centro de esa cama y así sucedió. Luego le quitó uno de sus zapatos y descansó un beso en el arco de uno de sus pies, para seguir por el otro. Nayeon sonrió por lo bajo y pudo ver cómo escalaba en la cama, acechándola como cazadora a su presa y se posicionó sobre su cuerpo, haciendo posesión del poder que se había ganado. 

Nayeon la recibió una vez sintió el peso de su cuerpo sobre el suyo y comenzaron a besarse con hambre, anticipando lo que habían estado deseando desde hacía días y que no quería admitir a viva voz. Jeongyeon deposita besos húmedos por donde iba descubriendo y la omega le correspondía con el mismo ardor emitiendo gemidos de aprobación. Jeongyeon decidió que nunca le había gustado tanto oír su nombre, hasta que lo oyó en los labios de esa omega. 

—Jeongyeon, oh Jeongyeon... —Gimió con su voz acaramelada, sin darse cuenta que lo repetía sin cansancio. Pero la alfa no comprendería que lo hacía para poder creerlo, una vez que la fantasía se desvanezca y se despierte en la soledad más desoladora.

—Si Nayeon, estoy aquí... —Correspondió sonriendo mientras hundía sus manos sobre la piel de sus muslos y sostenía una de sus piernas contra su cintura con la firmeza de una mano. La oyó gemir una de sus vocales favoritas cuando se removió develando contra su centro, lo que le provocaba con su mera presencia y unos cuantos besos ansiosos. 

Su cuerpo danzó junto al suyo en esa unión. Jeongyeon no había creído jamás que el término de "hacerlo con ropa" existiera y hasta le había parecido absurdo alguna vez. Se lo pensaría dos veces a partir de ese día, que había sentido esa fricción como una de las más placenteras en su vida, junto a esa preciosa omega que la cautivaba con el solo calor de su cuerpo y su embriagante aroma. 

—Por favor, alfa... —Suplicaba junto a sus labios, mientras hundía sus muy cuidadas uñas sobre la piel de su espalda. Nayeon había descubierto su piel, bajo la tela de su blusa, aún prendida en su cuerpo, por donde había sumergido sus delicadas manos. 

—Me gusta tanto, solo necesito de su voz y de su aroma para conseguir que mi cuerpo se encienda como volcán, Nayeon ¿qué está haciendo conmigo? —preguntó la alfa, sosteniendo su rostro desde su mejilla, sin detener el satisfactorio movimiento de su cadera y deleitarse con el deseo que irradiaba en su mirada y que tanto le gustaba admirar. 

—Usted también me gusta mucho, alfa... —Sostuvo esa mirada repleta de la pasión que la castaña generaba al entrometer sus manos dentro de su falda. 

Jeongyeon se apresuró a desnudarla con toda la delicadeza que poseía, la omega se removía inquieta ante su paciencia, más no se molestó en disimular su urgencia por despojarla de sus ropas de oficina. La castaña se veía perfecta, firme y orgullosa, decidió cuando lo recorrió con curiosidad brillando en la penumbra oscuridad de su mirada. Una vez estaban muy a gusto frente al cuerpo de la otra, no necesitaban nada más que el calor de su piel y el intenso aroma a rosas y cacao que se desprendía de ambas, para pretender unirse íntimamente, una vez, solo una vez más. 

Jeongyeon observó su mirada, cuando la omega la recibía a gusto y no pudo evitar sentir satisfacción ante el placer que gritaba todo su ser, al recibirla en su interior. 

La presión que ejercían sus dientes sobre sus labios al morderlos, la brusquedad con la que le tomaba del hombro y el modo tan apasionado en el que correspondía a sus movimientos, acababan con toda su voluntad, concluyó Jeongyeon una vez cerró los ojos para dejarse ir en esa entrega. 

Nayeon le observó jadeante sobre su cuerpo, mientras la arropaba entre sus piernas y aquello le pareció una de las imágenes más eróticas que había tenido frente a sus ojos. Ella era más baja que la alfa de estatura, pero nada de eso hubiera anticipado que, en el momento de compartir la intimidad, encajarían tan bien. 

—Mhm... —Emitió Jeongyeon cuando deslizaba uno de sus largos dedos sobre sus labios y ella lo mordía. —Omega... —Susurró mientras la rodeaba sobre su cuerpo y la dejaba encima. 

Nayeon correspondió a gusto y se sostuvo de sus hombros para llevar el ritmo. El resultado fue la más escandalosa liberación e instantes luego, Nayeon se acomodó en la unión de su pecho y hombro y la alfa la abrazó deseando, una vez más, que el tiempo no pasara y que aquel instante fuera eterno. 

No hay nada más bello que sentirse deseado, pero no hay nada más mágico que sentirse anhelado por alguien a quien tu anhelas. 

—Jeongyeon, nos volveremos a ver. —Susurró la omega, en una promesa mientras la alfa la sostenía en un abrazo fuerte y, al parecer, no quería soltarla. Ya se encontraban junto a la puerta de la habitación, dispuestas a regresar cada quien a su vida, sin la otra. 

—¿Me promete que estará bien? —Dijo una vez, se apartó pocos centímetros y buscó sus ojos. Nayeon sintió pesar al no entender qué era lo que ocultaba su mirada. 

—Lo haré. También contaré los días para volver a verla, alfa... —Dijo ella cuando se inclinó junto a su oído y la castaña lo encontró tan estimulante, que creyó que le fallarían los sentidos. 

—¿Me está usted provocando, hermosa omega? —Murmuró ronca, mientras la acorralaba entre sus brazos contra la robusta madera de la puerta. 

Su pecho presionaba contra el suyo y Nayeon se preguntó porque rayos aún había partes de su cuerpo que no había recorrido con sus boca, como por ejemplo, esos pechos llenos y atractivos. Diablos, ¿Qué no era atractivo en esa alfa? La omega cerró los ojos, intentando desplazar todos esos deseos de corromper a esa educada mujer, que siempre le profesaba un respeto inaudito, ella deseaba más, pero ya no cabía tiempo, ¿Alguna vez sería suficiente tiempo? ¿Alguna vez tendría suficiente de ella? Desplazó el pensamiento y decidió que, luego habría tiempo para analizar.

Nayeon estuvo a décimas de corresponder a su pasión, de dejarse llevar por lo que deseaba hacerle y suplicarle que le hiciera, pero Jeongyeon parecía leerla con su mirada y aquello le bastó para unirlas en un nuevo beso arrasador. 

La menor bajó las manos por su espalda, intentando contener esos insufribles deseos de tomarla una última vez, mentalizándose de que había llegado el instante de decir adiós y rogando que fuera solo hasta el próximo encuentro. Diablos, su loba la anhelaba por completo.

—Ya, por favor... Jeongyeon-ah... —Rogó, sintiendo ese mismo deseo de no apartarse de ella. Pero si no lo hacían en ese instante, no lo harían jamás y, aunque aquello no le pareciera para nada una mala idea, no era el momento de ceder a esos deseos, no aún.

—De acuerdo. —Habló liberándola de su agarre. Aunque ganas de negarse no le faltaron. Jeongyeon presionó la mandíbula cuando la vio arreglarse el cabello una vez más, era preciosa.

—Adiós. —Dijo ella una vez retomó la postura que había perdido en medio de aquel relajo. 

—Hasta pronto, Im Nayeon. —Dijo la alfa, intentando dejarla ir, sin que su loba enloquezca por detenerla.

—Hasta pronto alfa. —Musitó ella con una sonrisita traviesa, dejándola en la habitación.

Jeongyeon sintió un frío que le caló en los huesos, una vez la omega se fue y permaneció dentro de la habitación largos minutos, antes de recuperarse de todo la catástrofe que dejaba esa omega a su paso, y decidirse regresar a casa. 

La alfa japonesa frunció el entrecejo bastante confundida, mientras veía a su amiga demasiado pensativa, con la vista en dirección a la ventana del vehículo y la nada misma.

—¿Qué hacías aquí? —Preguntó Hirai Momo, una vez la recogía frente a aquel hotel, ya que el auto de Jeongyeon se había negado a encender y había tenido que llamar a la grúa por esa causa. 

—Eso no es de tu incumbencia mi querida amiga —Le palmeó la rodilla y la pelinegra carcajeó. —Por cierto, gracias por venir de inmediato. Tuve que darle un tiempo libre al chófer de la casa. Al parecer, la rubéola de Ryujinnie no es algo que todos hayamos padecido... —Dijo, al recordar que su empleado se había pescado la enfermedad de su hija menor.

—Pobre, tienes suerte de que haya transitado esa enfermedad de niña, sino olvídalo. —Musitó su amiga, entre risas. 

De pronto Jeongyeon se preocupó por saber si Nayeon la habría transitado también, la sola idea de haber podido portar la enfermedad le dió pánico. Recordó que la omega tenía dos hijas también y se alentó positivamente, decidiendo que debería de consultárselo. Con eso en mente, tomó el móvil en su mano y tecleó: 

>Nayeon, ¿ha tenido rubéola alguna vez? 
18:47 

—No. No voy a decirte que hago aquí. No insistas. —Canceló la castaña cuando vio que su amiga fruncía el entrecejo al abandonar la calle en la que se ubicaba ese lugar tan importante en su presente. 

—¿Por qué no? ¿Se trata de alguna mujer? —La misma sonrió de lado. —De todos modos, es obvio que sí. —Dijo, contestando su pregunta y percibiendo el aroma a su alrededor.

—Puedes creer lo que quieras Momo, de todos modos no tengo nada que decir. —Dijo Jeongyeon, sonriendo a la respuesta que recibió. 

<Es un interesante modo de indagar sobre mi vida Señorita Yoo. ¿A qué se debe esa pregunta? 
18:48 

—Vamos, llevas años sin tener una relación con una mujer... tengo que saber quién es la afortunada de tal cambio de parecer... —Aceptó la nipona y Jeongyeon le miró con una sonrisa de lado. 

>Siempre estoy hambrienta de indagar sobre usted. Lejos de eso, mi hija menor está pasando tiempo conmigo, tiene rubeola y temo haber sido portadora del virus. Respóndame por favor.
18:48 

—¿Recuerdas a Minatozaki? —Calculó la pelicorta, poniéndole toda su atención a su amiga por un momento. 

—¿Te liaste con Minatozaki Sana? No me lo creo... —Momo meció la cabeza, recordando lo libre que era el espíritu de esa omega y sus gustos tan particulares, el perfil de Jeongyeon sería muy aburrido para ella. Además conocía muy bien el aroma de esa omega, el que Yoo traía era más suave y floral. Tenía tiempo sin ver a Sana, se recordó la alfa pelinegra. 

<Mi hija Chaeyoung contrajo rubéola en el kinder, por consiguiente todos en mi hogar. No se preocupe por mí, por favor.
18:50 

>Siempre me preocuparé por usted, mi Omega.
18:50 

—No, claro que no. Pero con una de sus amigas, sí. —admitió y por un segundo se preguntó si era una buena idea confesar.

Momo era su amiga desde hacía un largo tiempo, ella había sido mano derecha de su padre y, aunque la alfa japonesa le ganara una cantidad considerable de años, siempre había sido la más honesta y leal de sus amistades. 

—Vaya... ¿A qué le llamas "una amiga"? —preguntó la nipona. 

Momo conocía muy bien a Sana. Conocidos teníamos muchos, amigos muy pocos. No porque le escandalizara, pero conocía pocas amistades en la vida de Sana y todas ellas eran casadas y rondaban su edad, dedujo. No divisaba a una en particular que tuviera el perfil como para cautivar el corazón de su joven amiga. 

—Una amiga. Confórmate con que te dije que es amiga de Minatozaki y dame tiempo vaya, no quiero arruinarlo abriendo la boca demás. —Aceptó la pelicorta, comprometida con sus palabras y Momo alzó las cejas desconcertada. 

—Pues, me sorprende tanto misterio. Pero me alegra de que tengas una buena compañía. Lo mereces Jeongyeon, no todo en la vida es... 

—... un negocio. Si, ya me lo has repetido hasta el cansancio. Ya lo sé. He seguido tus consejos, ya puedes estarte en paz. —Dijo la pelicorta, riendo con malicia y la alfa japonesa le palmeó en la espalda conforme. 

Las alfas siempre eran más recelosas y de pocas palabras. No así como las omegas, quienes necesitaban decirse todo, con lujo de detalles para sentirse más liberadas, es que había tanto en la cabeza de una.

Nayeon dudaba de esa idea una vez estaba parada frente a la puerta del apartamento de su mejor amiga. 

<Es usted adorable Señorita Yoo, pero puedo cuidarme muy bien sola.
19:03 

—Hola Nay, que gusto que estés aquí... —Musitó la rubia, extrañada al ver la chispa que brillaba en sus pupilas y la sonrisa que bailaba en sus labios. Al estar ya enterada de todo lo sucedido con el idiota de su esposo, Sana esperaba verla llegar hecha un mar de lágrimas y un manojo de nervios. 

—¡Vine a confesar! —Habló la omega pelimiel, una vez pasó junto a ella sin saludarle, muestra de su ansiedad. Dejó la bolsa a un lado y la observó inquieta. —Asique necesito de una buena copa y de tu oído en esta tarde. —Terminó, viendo como ella cerraba la puerta y se acercaba a la barra que reinaba en el departamento y adornaba gran parte de la sala de la japonesa, con notable curiosidad en su precioso rostro.

Allí estaba otra vez, ese ser completamente irreconocible, pensó la rubia japonesa, pero no tenía intenciones de interrumpir su arranque de sinceridad ahora que comenzaba a hablar, determinó. 

—Vaya, vaya Im... —Musitó al verla desde sus pestañas. Ya tendría tiempo para reprocharselo. —Asique si me has estado ocultando cosas... —Habló, cuando se acercó con dos copas de uno de sus famosos cócteles que siempre mataban a algo o alguien. 

—Se ve demasiado cargado. —Dudó Nayeon, evitando aceptar que le había mentido. Sana meció la cabeza. 

—Te conozco muy bien y necesito saber en este mismo instante que es lo que escondes. Así que te preparé un cóctel para acabar con tu estúpida voluntad. —Sana la instó a beber el trago y Nayeon sonrió con tremulidad. 

—De acuerdo, confío en ti. —Pero cuando bebió, no sabía si quería sostener su palabra. —Vaya, menos mal que confío en ti ¿quieres matar a mi voluntad o a mi Sana? —Arrugó la nariz inevitablemente, una vez tragaba con dificultad. 

—Bebe o moriré de impaciencia. —indicó la japonesa, moviendo una mano mientras bebía sin dificultad del mismo trago. 

Instantes más tardes, Sana se encontraba petrificada frente a su mejor amiga luego de haber oído cada una de sus palabras, con total incredulidad reflejada en su precioso rostro.

—¡Wow Nayeon! ¡Wow! —Dijo poniéndose de pie y caminando por el piso, inquieta, como si quien hubiera estado contraatacando una infidelidad con una alfa diez años menor que ella, fuera precisamente ella. Pero no se trataba de ella esa vez. 

Nayeon siendo infiel, bueno no, más bien, viviendo los placeres del adulterio, el infiel era el imbécil de su marido, se recordó. En fin, aquel disparate era de no creer.

—¿Solo eso vas a decir? ¿Wow? —Jadeó la pelimiel con los nervios a flor de piel, porque aunque el trago de su amiga había estado muy fuerte, ella no había podido perder la ansiedad y mucho menos la voluntad. 

—Es que... —Y por primera vez Minatozaki Sana se había quedado sin palabras, desde que la había conocido jamás se había quedado sin su comentario como bocadillo. 

—Lo sé... —Respondió con la mirada expectante. Necesitaba oír sus palabras de aliento, aunque sean siempre una locura. 

—¿Quién eres? ¿Qué hiciste con mi amiga? —Le preguntó con voz burlona. —Lo que sea que hayas hecho con ella, no la regreses. —Le advirtió señalándole con un dedo y Nayeon carcajeó sin poder evitarlo.

—Ya Sana. Enserio... —Recorrió el espacio con cierta liviandad. —Me siento tan viva desde que estoy junto a ella, mi cuerpo se encendió por completo, volví a sentir tantas cosas que había olvidado, incluso descubrí otras que no había conocido hasta que estuve con ella.

Sana la miraba totalmente asombrada y notó lo que había visto en su mirada la última vez, lo mismo que reflejaba en todo su aspecto. 

—Pues me alegro de que hables en serio y de que te hayas acordado que estás viva. —Comentó con honestidad y luego hizo un movimiento con su mano con una sonrisa cómplice. —Sígueme comentando por favor, ¿cómo es ella? —Suplicó, mientras se apoyaba sobre sus manos con expresión risueña. Nayeon sonrió hacia esa última pregunta. 

—¿Qué cómo es? —Preguntó con incredulidad. —Maravillosa. Es dulce, es cariñosa, es amable, es comprensiva, es respetuosa, es tan delicada y sensible, es el ser más increíble con el que me he topado jamás... —Confesó mientras se mordisqueaba el labio inferior. —A veces, mientras estoy sola, me encuentro recordando las caricias que me brinda cada vez que estamos juntas. Simplemente porque me da satisfacción el modo en que me desea, ¿entiendes? No por lo que siento, que tampoco es menos importante, pero es el sentimiento que despierta en mí lo que me... —Sana asintió rápidamente. 

—Mhm, entiendo perfectamente. —Dijo con la mirada complacida. Nayeon le miró con esa expresión de libertad que hace muchos años le había visto perder. —¿Estás enamorada? —preguntó, aunque en su interior, ella ya sabía esa respuesta. 

—Prefiero no pensar en eso, ni en el futuro, de momento. —Dijo con la voz muy baja, señal de que había perdido el aliento. —Le llevo diez años, Sana, no puedo pretender demasiado de esta relación. Lo único que quiero es vivir el ahora, sentir y lo que suceda luego que lo depare el destino. —Se desentendió y la japonesa se apresuró a estar cerca de ella. 

—¡Claro que no! No digas eso. Tu más que nadie lo mereces. Esa alfa te pertenece, es parte de tu vida ahora y si todo es tan maravilloso como lo veo en tus ojos, tienes que luchar por que se quede a tu lado, hasta el final. —insistió y Nayeon la miró con pesar. 

—Estoy casada aún, Sana. No puedo dejar de pensar en lo que puede suceder si alguien descubriera que estoy con otra alfa, Yejun me demandaría, mi Chaeyoung me odiarían más de lo que ya lo hace, eso podría poner en crisis a Yerim otra vez, y Jeongyeon podría verse muy afectada por... —Sana abrió la boca con asombro y se dió cuenta de que no le había revelado el nombre de esa alfa, hasta ese instante en el que se le había escapado. 

—¿Jeongyeon? Jeongyeon... —Preguntó la nipona, confundida, buscando en su mente la ilustración de ese nombre —¿¡Yoo Jeongyeon!? —Exclamó y su amiga le suplicó que baje la voz. —¡Por la madre Luna y el padre Sol, Nayeon! —Exclamó la nipona, dándose aire con las manos siempre tan dramática. 

—Ya baja la voz, ¡Por amor al cielo! —Exigió, "Como si alguien pudiera oírles" pensó Nayeon volteando los ojos, le daba terror que alguien pudiera descubrir su secreto más preciado. 

—¡Dijiste que tenías una amante, pero nunca dijiste que tu amante era nada más y nada menos que Yoo Diosa del Olimpo Jeongyeon! —Le dijo cuando estuvo frente a ella nuevamente, inquieta.

Nayeon se rió sin poder evitarlo, cuando su amiga la obligaba a tomar asiento de nueva cuenta para verse frente a frente. 

—Lo sé, lo siento. Sí, se trata de Yoo Jeongyeon —Aceptó y Sana no pudo evitar dejar salir un grito de alegría. —Shhh, ¡cállate! —Se rió cuando la vio festejar. —Estás loca... 

—¡Tu me vuelves loca Nayeon! ¡Tú y tu relación clandestina con Yoo! —Exclamó ella mientras se reía malévola. —Me alegra tanto lo que haces. Me alegro de que busques la felicidad que te mereces y que le des su merecido al imbécil de Kim, ¡Al fin! —Aplaudió la rubia y Nayeon no se sintió muy orgullosa de eso. 

—No me siento bien con eso que has dicho. —Exhaló. —No está bien, debería de haber acabado una relación para comenzar otra, sería lo más sano. Porque haciendo lo mismo que hace él, estoy rebajándome a su medida y justamente eso es lo que hice mal, intentar creer que podría hacer las mismas estupideces que él hace. Solo quería hacerle daño y acabé enredándome en algo mucho más grande. En algo que no quiero dejar ir... —Sana meció la cabeza con ímpetu, cuando vió su mirada de temor. 

—¡No de eso nada! Debes seguir, es que... ¡Mírate! —Extendió una mano, mientras admiraba su semblante, no era un solo rastro de aquella mujer a quien le había confesado que su esposo la engañaba. Ahora se veía plena, deslumbrante, se veía viva... 

—Lo sé, lo sé... —Sonrió sin poder evitarlo, ella también lo había notado.

Lo que compartía con Jeongyeon, le daba la fuerza suficiente para enfrentarse a su miserable vida a diario, le daba esperanzas de que todo podría ser mejor cuando tome la decisión de acabar con su matrimonio y tome las riendas de su propia vida, que el cielo no era tan negro como lo imaginaba más allá de ese día. 

—Lo harás bien cariño y yo estaré aquí para apoyarte. Como tú amiga que soy... no te rindas Nay, porque lo que veo en tu mirada es algo que jamás te vi antes. Así que te aseguro que vale mucho la pena lo que vaya a suceder a partir de aquí. —Admiró y Nayeon la abrazó. 

—Gracias Sana, no sabes cuanto necesitaba de tus palabras... —dijo en gratitud, abrazándose a ella. La misma correspondió con cariño, podría presentir que lo que venía no sería nada sencillo, pero que los frutos que dejarían serían más bellos de lo que pudiera imaginar. Estaba más que segura de eso. 

~"Es como si hubiera despertado,
Cada regla que hice que rompieras,
Es el riesgo que estoy corriendo,
Y nunca voy a hacer que te calles. (...)
A cualquier parte que miro,
Estoy rodeada por tu abrazo (...)
Golpéame como un rayo de sol,
Ardiendo durante mi noche más oscura.
Tú eres lo único que deseo, creo que soy adicta a tu luz.
Juro que nunca volveré a caer..."

Hola, hola, hola Tu 😊

Yo amo este capítulo, estaba super enamorada cuando lo escribí jajajsjsja 

En fin, dejaré que uno de los otros ficts me seduzcan, a ver cual me atrae más para publicar♡

Deséame suerte en mi búsqueda de inspiración, te quiero, tu JazUnnie🌻

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