12: "𝑯𝒖𝒚𝒂𝒎𝒐𝒔 𝑱𝒖𝒏𝒕𝒂𝒔"
Kim Dahyun era el nombre de su hermosa prima. "La arquitecta más guapa y exitosa de Corea", le llamó su prima alguna vez, una alegre omega extrovertida, independiente y totalmente dulce que iba por el mundo cautivando la atención con su talento, de constante buen ánimo, buena predisposición para todo y, con su impresionante atractivo complementaba toda su fascinante esencia. Era exótica e inigualable con esa mirada rasgada, su sonrisa compradora, sus perfectas piernas pálidas, sus labios finos que siempre llevaba en colores fuertes, sus cabellos muy largos y oscuros y su dulce perfume francés que complementaba su natural aroma floral.
Dahyun era el sueño de cualquier alfa, decidió Jeongyeon una vez se apartó del abrazo. Aún no entendía como no se habían enloquecido por ella. Era totalmente encantadora, desde siempre y además de una gran amiga y prima, significaba mucho más para ella, quien siempre tenía los brazos abiertos para apoyarla y acompañarla todas las veces que la necesitara, como lo haría con la hermana que no tenía.
—Bueno tía, muero por saber las novedades. —Dijo la alegre omega pálida, frenética de ansiedad por noticias nuevas, mientras se dirigía con ellas al comedor para desayunar.
—¡Jeongyeon está enamorada! —Desprendió la tía Bae y Dahyun miró a Jeongyeon con la boca exageradamente abierta.
—¡Tía! —Exclamó la alfa con reproche y su tía se tapó los labios con pena, aunque sin perder la sonrisa.
—¿Qué dices tía? ¡No me habías dicho nada cuando hablamos la semana pasada! Debes contármelo todo unnie, ¿quién es ella? —preguntó intrigada al instante, mientras iba colgada del brazo de la alfa en cuestión.
—Es lo que todos queremos saber, hija. —Prosiguió la tía Bae, ganándose una expresión de indignación de Jeongyeon.
—¡Bueno, tía por favor! —Se defendió la alfa, ganándose la risa de ambas omegas.
—Oh mi Luna, ¿quién es ella? —Gimió la muchacha al ver como su prima la protegía instantáneamente y Jeongyeon carcajeó ante su notorio entusiasmo.
—¿Por qué mejor no me dices, tu primero, de que se trata esta visita intempestiva, eh Kim? Al menos me hubieras avisado para que te preparen una habitación.
Dahyun alzó las cejas ante sus palabras torpes.
—¡Ya estoy aquí! ¿A quién le importa eso? ¡Yoo Jeongyeon está enamorada! ¡Tengo que saber quién es la mártir! —Exclamó sentándose junto a la alfa en la gran mesa del comedor. Jeongyeon no se acostumbraría jamás a su avasallante energía.
—Ya sabes lo justo y lo necesario. Ahora dime porqué estás aquí. —Repuntó la alfa con severidad, aunque sin poder perder su expresión de humor. Dahyun resopló muy graciosamente, pronunciando un tierno mohín.
—Ay unnie, ni quien te aguante. Dile que dije yo, que va a tener que remar en lodo contigo y ese humor de los mil demonios que te cargas... —admitió con una sonrisa pícara.
—De tu parte. —Aceptó la pelicorta, antes de beber un sorbo de su humeante café.
—Vine a confirmar un nuevo proyecto que tengo aquí y porque necesito de tu compañía para presenciar la inauguración de un centro comercial que diseñé aquí en la ciudad de Seúl. El edificio tiene un jardín muy bello que ha sido mi obra de arte. —Admitió tan presumida como siempre.
Jeongyeon bufó ante lo que se temía, los eventos para los que su prima la solicitaba como acompañante eran sumamente aburridos y de carácter superficial, de los cuales jamás tuvo interés. Presentaciones en sociedad, la alfa perfecta de compañía para la omega perfecta. Su madre se hubiera reído del modo en el que se dirigían sobre ambas en el periódico, cuando salían juntas. Si el mundo supiera que Jeongyeon no soportaba a Dahyun ni una hora más, de veinticuatro.
—¿Cuándo? —preguntó la pelicorta, sabiendo que no tendría sentido que se negara, porque su prima tarde o temprano terminaría por convencerla ¿El método? ¡Por cansancio!
—Esta noche. ¡Sí! Sé que es muy pronto, pero necesito que me acompañes unnie y no pude venir antes porque tenia cosas que arreglar, además solo ocupas más de esa ropa formal de la que ya tienes. —Suplicó con esa mirada tan cautivadora como cielo despejado.
Jeongyeon volteó los ojos, ella siempre caía rendida ante esa omega, era como su hermana pequeña, de hecho le llevaba cinco años.
—Sabes que te acompañaré, tu siempre podrás contar conmigo, cariño... —admitió Yoo, orgullosa de ser un apoyo para ella. Su prima sonrió de lado cuando tomó la mano que la alfa extendió sobre la mesa, para ella.
—No creo que por mucho tiempo. Ya Jeongyeon unnie, por favor, háblame de ella... —Suplicó la menor, comiendo ansias y su prima rió, ella era imposible.
—No tienes remedio ¿Verdad? —Le reprendió ganándose una risilla de su parte. —Se llama Nayeon, es una omega divina que cautivó todo mi corazón y es todo lo que voy a decirte al respecto. —Canceló de inmediato y la omega la miró totalmente conmovida con su expresión.
—Bueno, si es lo único que dirás, me alegro por ti. Ya era hora de que encontraras una buena compañera. ¿La amas, verdad? —preguntó ansiosa y la alfa meció su cabeza al oír su pregunta tan personal, esa omega no tenía límites. —¿No? A mi no me parece que no, unnie... —Le picó el brazo con un dedo. La alfa carcajeó ante su insistencia.
—La amo. —Contestó al fin, frente a Dahyun y la tía Bae gimió con asombro.
—Vaya, ¡Ya lo aceptó! —Se escandalizó la mujer haciendo reír a sus sobrinas.
—No, no puedo. —Respondió al pedido de su futuro ex esposo. Nayeon le miraba con expresión seria, ¿Cómo era posible que se atreviera tan siquiera? ¡Estaban en trámites de divorcio! Se recordó, mientras él caminaba por la alcoba, inquieto ante su negativa.
—Por favor Nayeon. Es un evento muy interesante, sirve y conoces el lugar... —Suplicó con la voz sumamente amable. Necesitaba asegurarse que quién estuviera con ella, supiera que él era quien llenaba su vida, y esa había sido su mejor idea para presumir públicamente, solo faltaba que Nayeon aceptara.
—No, es que no me gustan ese tipo de eventos y tú lo sabes muy bien, hay muchos medios de comunicación y la última vez tu... —Presionó los dientes y los labios con disconformidad.
—Olvida eso Nayeon, ya pasó. Solo te estoy pidiendo tu compañía, es en lo que hacemos oficial nuestro divorcio, por favor. —Espetó con desagrado y luego buscó su mirada. —Necesito que me hagas este favor una última vez. —Suplicó tomando su mano y Nayeon se vió acorralada por esa expresión suplicante.
—Está bien... —Aceptó al fin, volteando los ojos —De acuerdo iré contigo a la inauguración, pero por favor, ya no me incluyas en tus planes porque no me apetecen en lo más mínimo. —Ganándose una afirmación y una sonrisa triunfante de parte del alfa frente a ella antes de dejarla.
Cuando estuvo sola, analizó la secuencia que la esperaba.
Presentarse en sociedad aparentando un matrimonio saludable, fingir frente a tanta cantidad de personas a la vez que aún amaba a su esposo y que todo estaba relativamente bien, se oía como a una pesadilla de la cual despertaría muy agobiada.
Ya no se sentía dispuesta para ese tipo de situaciones, además de que la dejaban totalmente agotada emocional y físicamente. Sonreír, responder con prudencia, sonreír, socializar, sonreír, saludar con agrado, sonreír, sonreír, sonreír. "¡Que mal plan!" rezongó con pesadumbre, no sabía si estaba lista para eso, aunque fuera una última vez.
Ya casi caía la tarde cuando Dahyun se encontraba esperando a su prima, para partir hacia el mentado evento. El mismo, debía de presentarse de noche debido al espectáculo que daría al revelar la iluminación del jardín artificial que habían montado en el edificio y que le hacía muchísima ilusión presenciar.
Se observaba atentamente en el espejo que adornaba un espacio junto a la puerta. Su vestido de cóctel de corte recto tenía un gran escote que despejaba la piel de su espalda, era corto hasta las rodillas de un color magenta fuerte muy bonito, resaltando el claro de su piel y de sus oscuros ojos, completando con un par de zapatos de diminutos brillos plateados. Siempre había destacado por sus gustos por la moda y los colores de temporada, el magenta había sido sensación este otoño y le sentaba maravillosamente. Una vez repasó los labios con el mismo color que su outfit, removió los rizos que había armado en las puntas de su largo cabello y estuvo conforme con lo que encontró en el reflejo.
—Te ves muy bonita, tía —Pronunció la joven alfa, galante y Dahyun sonrió ante sus palabras.
—¿Cuándo has crecido tanto, jovencita y con el permiso de quien? —Le dijo con los brazos como jarra. Tzuyu le tomó una mano y la besó. Dahyun le sonrió con picardía.
—Discúlpame por crecer sin tu consentimiento. —Dijo con una sonrisa de lado y Dahyun soltó una risita ante la actitud de su joven sobrina.
—Ay chica... Gracias. —Dijo uniéndose en un abrazo con ella. —¿Cómo está tu madre? Hace siglos que no la veo. —Admitió su simpatía con la mencionada omega.
—Muy bien, ahora está de viaje de negocios. —Comentó sin disimular su desánimo —Con eso de que salió muy buena con sus diseños de joyería, y acompañada... —No pudo evitar comentar la joven alfa. La omega mayor la miró interesada por la información.
—Vaya, ¿Acompañada? ¡Qué bien! Parece que estar con 'compañía' se ha vuelto una nueva moda de la que he estado huyendo durante años... —Codeó a la alfa, ganándose una simpática risa de la misma.
—¿Ya te vas de nuevo a Londres, tía? —preguntó Ryujin, bajando rápidamente por las escaleras. Dahyun la abrazó con toda su calidez.
—Aún no princesa hermosa. Primero iré a un evento con tu madre, que es una alfa taaaan guapa, que la ocupo como mi acompañante ¿Puedes creer lo bajo que he caído? —Habló con ese humor que dominaba, haciendo reír a sus sobrinas. —Pero estaré aquí el resto de la semana y me iré el domingo. Así que las invito a almorzar mañana, ¿qué dicen? —Planificó observando al par de chicas. Tzuyu meció la cabeza de inmediato.
—Mañana tengo un compromiso tía, pero mamá iría a almorzar con Ryujinnie, pueden ir todas juntas. —Sugirió. Aunque su tía fuera muy divertida, su instinto antisocial de adolescente la llevaba a huir de esos eventos.
—Oh, bueno. Entonces nos desharemos de tu madre e iremos por una tarde de compras solas tu y yo ¿que dices mi Ryujinnie? —dijo abrazando a la pequeña, quien aceptó al instante.
—Bueno, es hora de irnos. —Decidió la alfa, asomando por las escaleras.
Dahyun jadeó al verse tan pequeña junto a su prima, una vez está estuvo en la planta baja. Yoo sobre esos tacones le ganaba muchos, muchos centímetros.
—Vaya mami, te ves tan guapa... —Aprobaron los ojos repletos de admiración de la joven Ryujin.
Jeongyeon se acercó a ellas enfundada en un traje a su medida de color negro noche, su cabello húmedo le daba un aspecto tan fresco y el maquillaje suave y sutil le sentaba tan bien. Dahyun la divisó atentamente, recorriendo el fino patrón de su corbata negra.
—Ay Jeongyeon unnie, sin tan solo no nos uniera la sangre y el hecho de que conozco lo tonta que puedes ser para realizarte el nudo de la corbata tu misma, hasta podríamos funcionar ¿no crees? —Carcajeó la omega, mientras le acomodaba el nudo ella misma. Ryujin rió a su par.
—¡Si lo haces horrible mami! —Aceptó el comentario de su tía y Tzuyu se unió a las risas.
—Bueno, si eso es un halago Dahyun-ah, déjame decirte que es el más tonto que he oído hasta ahora. —Replicó la alfa cuando le ofreció su brazo, una vez ella había acabado con su genio.
La omega saludó a las jovencitas cuando se tomó del brazo de su acompañante y ambas partieron al evento que las esperaba.
Nayeon caminaba sumamente incómoda al sentir el brazo de Yejun que rodeaba su cintura.
Le había tomado bastante tiempo comprender y aceptar que él hubiera perdido el interés y el sentido de la pasión en la pareja que conformaron durante veinte años, por lo tanto, se había acostumbrado a sus muchas faltas de afecto. Y que hubiera cambiado rotundamente de parecer y la llevara tan ceñida contra su cuerpo en un claro gesto de posesión, era un cambio muy brusco de su parte.
Los flashes saltaron frente a ellos, tomando prueba de su presencia en el evento y Nayeon se sintió agobiada de tanta atención. Empezó a respirar con dificultad sin poder evitarlo y él le miró extrañado.
—¿Te sientes bien? —Preguntó sobre el bullicio y ella asintió con poca seguridad.
Al menos le consolaba saber que Yejun no presenciaba esos eventos por largo rato. Sabía que solo le gustaba hacerse ver, dosis más de las apariencias que le gustaba aparentar a ese alfa arrogante.
—¿Nayeon-ah? —Le llamó la atención al encontrarla entre la multitud y la antes nombrada se aferró rápidamente a la rubia japonesa como si ella fuera un salvavidas en las profundidades del océano de la superficialidad.
—¡Sana-yah! —Exclamó una vez se apartó lejos de Yujin y la misma le miró con una sonrisa, cuando analizaba su apariencia.
—Jamás te había visto ese vestido. Mierda Nayeon, te ves muy delgada en él... —Se asombró Sana, analizándolo con atención. Se veía elegante, más también muy revelador. —¿Oye tu estás bien? —Analizó de pronto que su amiga se veía demasiado delgada de lo que la recordaba.
—¿Delgada? ¡No lo creo! —Espetó la omega pelimiel, con ironía —Quizás sea porque no acostumbro a vestir prendas tan entalladas... —Comentó bajando la vista hacia su figura.
La verdad era que, en sus propios ojos, uno siempre se veía demasiado soso, pensó Nayeon en desacuerdo con su amiga. Sana le rodeó como tiburón, haciéndola voltear los ojos de impaciencia.
—Pues sí, sí es algo que usaríamos, quizás en rojo pasión se vería mejor... —Deducía la omega nipona, viéndolo a detalle, hasta que se encontró con su expresión de agobio.
—Si hubiera sabido que era tan escandaloso, no me lo hubiera puesto... —Respondió a sus palabras. Sana la ignoró, por supuesto.
—Pues tu muy bien. Has recuperado el buen gusto en todo el sentido de la palabra, sobre todo aquí... —Le halagó tocando el final del escote en donde se revelaban sus pechos, y se ganó una carcajada nerviosa de su amiga.
—¡Sana! ¡Oye no seas atrevida! —Se apartó, ruborizándose por completo del bochorno.
—¡Ay por favor Nayeon! Te conozco muy bien, eres mi mejor amiga. —admitió. A veces le desesperaba que fuera tan introvertida y todo desde que se había casado con el imbécil de Kim.
Pasó muy poco tiempo desde que se había vuelto la personificación de la palabra "pudor", porque el imbécil de Kim la había orillado a volverse un ser totalmente limitado por sus inseguridades. Nayeon no era así, lejos habían quedado las tardes en las que se juntaban a cantar en ropa interior y revolvían el closet para seleccionar qué vestir para ir a bailar. Eran unas chiquillas, pero esa chiquilla era una Nayeon muy parecida a la que tenía frente a sus ojos, decidió la omega japonesa, con una sonrisa.
—No puedes hacerme reír cuando estoy a punto de tener un ataque de pánico, ¡Eres increíble! —La abrazó la coreana, refugiándose en su calma y su amiga le miró indignada.
—¿Qué haces aquí con este tipo? —La cuestionó, preocupada —Ponle atención a Sehyun, creo que se le nota esa cirugía que se hizo para las arrugas de los ojos —Comentó con malicia, casi que de inmediato y Nayeon no pudo evitar tapar su sonrisa con algunos dedos y perder los ojos hacia esa mujer con curiosidad.
—Eres mala, Minatozaki... —Le reprendió, después de darle un manotón, esperando su consiguiente respuesta.
—Soy la peor de las villanas... —Aceptó como un halago —Además Sehyun se la pasa engendrando intrigas de los demás, es una metiche y definitivamente debería de asesinar a su cirujano plástico, que horror. —Con dicho comentario se ganó una risa de su amiga. Ambas caminaron tomadas del brazo, como cuando transitaban la secundaria. —No me has contestado, no te hagas la tonta, Im Nayeon. —Le reclamó.
—No me hago la tonta, solo... —Tragó. —Oh Luna, no lo sé Sana. —Alzó la mirada al cielo con desesperación.
—Te dejas convencer muy fácilmente, saldrás en todos los periódicos con él, ¿Haa pensando en lo que podría pensar Jeongyeon si te viera? —Cuestionó, ganándose una expresión de terror en el rostro de la omega coreana.
—No, no lo había pensado. —Murmuró ahora volviendo a respirar con prisa. Maldición, ¡No lo había pensando en lo absoluto! Sé masajeó un lado de la cabeza, el recogido que se había hecho esa tarde estaba muy ceñido.
—Debiste pensarlo cariño porque, si fuera esa alfa, si me molestaría muchísimo que la omega con la que me veo cada semana, se estuviera pavonado con el estúpido alfa que le es infiel y que le hace daño... —Divagó ganándose una expresión de angustia de su parte.
—¡Basta Minatozaki! Ella no sabe que Yejun... —Tragó cuando detuvo sus palabras —Yo solo-solo... —Exhaló con pesadez. —Sabes que si le decía que no a Yejun, no me dejaría en paz... —Le reclamó y la nipona meció la cabeza.
—Si vivieras conmigo o con Yoo, nadie te obligaría a hacer nada que no quisieras, Nayeon-ah. —Comentó con gran razón.
Nayeon se mordisqueó el labio inferior de solo imaginar compartir la cama diariamente con Yoo Jeongyeon. Su cuerpo y su loba respondieron de inmediato a su sólo recuerdo y tembló de solo imaginarse durmiendo cada noche con la nariz enterrada en su cuello, su aroma a cacao rodeándola a todas horas. Su loba ronroneó y ella se tomó el labio inferior para no hacerlo también.
—Tu y tus ideas... —Respondió, deslizando la mirada hacia otra parte. Sana sonrió de lado, divertida.
—Me gusta en lo que te has convertido con la aparición de Yoo... —Dijo observando la libertad con la que, previamente, se había desligado de Kim con tanta facilidad.
—¿Tanto se nota? —Gimió mientras seguía masajeándose la sien y abultando su mejilla, lo cual conseguía al presionar los labios con preocupación.
—No imaginas cuanto... me gusta verte más segura de ti misma, de verdad que has cambiado bastante en muy poco tiempo, comienzas a parecerte a la Nayeon que yo conocí... —Comentó una vez volvieron a encontrarse en sus miradas.
—¡Ni que lo digas! Estoy a gusto de recuperarla, pero ella me está poniendo demasiada evidencia de la que creía capaz... —Susurró como un secreto y volteó los ojos, claramente escandalizada por su propia actitud —Cuando me puse el vestido esta tarde, Yejun parecía querer saltar sobre mí, y temo que las actitudes de esta Nayeon atraen demasiado su atención. De verdad que no consigo entender ¿Por qué de pronto tiene tanto interés en mí? Sana, él no me hacía en la casa hasta hace poco menos de un mes. —Recriminó, aún dañada en el orgullo por tantos rechazos de su parte.
—Es un idiota Nayeon, y se tardó una aparición de Yoo Jeongyeon, para darse cuenta de que vales demasiado la pena. Lo siento pero él no te merece y te lo dije cuando tuviste la estúpida idea de casarte con él ¡Y lo sabes! —Le interrumpió a aquella objeción que estuvo a punto de decir.
—Ya no me tortures más... Quizás me equivoqué demasiado con él, pero lo amé y tuve mis hijas con él, no puedo ni quiero arrepentirme de mis decisiones, ya está hecho ¡Supéralo! —Exclamó con la voz baja, pero le preocupó ver que la mirada de su amiga se había congelado en alguna parte del lugar.
—No quiero que entres en pánico nuevamente, pero, quien debe superar esto eres tú. Dime Nayeon, ¿Quién es ella? —preguntó Sana, sin apartar la vista de lo que había cautivado su atención.
Nayeon buscó hacia dónde se dirigía la mirada de su amiga y, sin querer, contuvo la respiración. Ambas observaban atónitas como Yoo Jeongyeon iba muy bien acompañada por una hermosa omega pelinegra quien sonreía deslumbrante, dando una nota a algún reportero.
—No lo sé... —Murmuró Nayeon luego de un momento y casi que sin fuerza en la voz.
Sana la miró con preocupación, no supo si era por lo excesivamente atractiva que se veía la alfa en ese traje, o si era por el shock que representaba la mujer omega que le hacía compañía.
—¿No te habló de ella? —preguntó la rubia, confundida. Nayeon no le miró al responder, no podía apartar la mirada de la pareja, de ella...
—No hablamos hoy. No tuve tiempo de ver mi teléfono, con todo esto del vestido y... —Respondió a su pregunta. Quizás si hubieran hablado, no tendría todas esas dudas frente a ella. Sana estaba tan o más confundida que ella.
—Esa omega es realmente hermosa. —Comentó la nipona y Nayeon no pudo evitar mirar a su amiga con gran reproche. —Lo siento.
—Lo es. —Aceptó aún por sobre el alud de sentimientos que comenzaba a sentir a causa de los celos de su lado animal.
Su loba revolucionó en su interior, deseaba acercarse a ella y besarla en frente de todas esas personas, incluyendo exclusivamente a esa joven omega pelinegra. Su corazón desbocado la amaba tanto, que aquello se multiplicaba por millón si imaginaba que la podría perder en cualquier instante. La amenaza existía y ella lo sabía muy bien, pero no estaba lista para enfrentarlo tan pronto, pensó la omega pelimiel volviendo al mismo estado de pánico en el que se encontraba al llegar a aquel evento. Sana la sostuvo con fuerza y le agradeció con un apretón.
—Espabila cariño, o te robarán el premio mayor sin que tan siquiera te des cuenta... —Señaló con crudeza y Nayeon tragó sin poder apartar la mirada de ese par.
Se tardó algunos minutos, pero logró huir de la prensa gracias a Dahyun. Ella era genial, si no fueran parientes, naturalmente hubieran sido una gran pareja. La alfa se rió en su interior de su estupidez, pensar de ese modo tan positivo solo podía significar que la había extrañado.
Jeongyeon presentía todas las miradas sobre su persona, sabía que era el centro de atención debido a que no acostumbraba jamás a ser parte de las frivolidades sociales. Prefería estar en casa, leer un buen libro, o ir a un bar y beber una copa, lejos de cámaras y reporteros curiosos de su vida privada.
Pero aunque las preguntas eran muchas, Yoo era reconocida por ser sumamente reservada, limitada y concisa con sus pocas respuestas. Algunos periodistas conocían de su parentesco con Dahyun, quien caminaba junto a ella, enlazada en su brazo y murmuraba junto a su oído las más encantadoras bromas intentando relajarla para que se quedara un rato más, modo en el que acostumbraba a mantenerla entretenida lo que duraba la velada, pero otros morían de curiosidad e imaginaban las más descabelladas historias de pasión, que acababan siendo desafortunadas e inútiles columnas amarillistas con su nombre en ellas.
Habían pasado unos minutos cuando la halló a lo lejos, ella la miraba con gran expectativa, cuestionando su presencia en aquel lugar con su sola mirada. La alfa la recorrió con la mirada sin poder evitarlo, se veía como una preciosa hada con ese vestido muy largo. Soltó un suspiro y sonrió de lado luego de remojarse los labios ante la vista "¡Demonios!, la omega más hermosa que he visto jamás" Pensó y un suspiro salió de sus labios cuando la recorría con la mirada, de arriba hacia abajo.
Enfundada en un precioso vestido negro que llamó su atención con la gentileza en la tela que lo hacía caer armoniosamente ligero y se plegaba en su cintura, resaltando su cadera y su trasero sin reparo. Nayeon se veía como jamás había tenido el gusto de verla antes. Incluso, se mordió el labio inferior, metiendo sus manos inquietas en los bolsillos de su pantalón, cuando no pudo evitar perderse en ese magnífico escote en V que pronunciaba su pecho y revelaba su busto de ese modo exquisito y sutil. La omega tenía una figura espectacular y, definitivamente, la que tenía los minutos contados era ella, porque esa mujer la mataría con su luminosa belleza y la sutileza de su sensualidad que parecía mutar con cada segundo que pasaba, además de ese porte que siempre tenía, tan elegante y delicado, era una dama en toda la extensión de la palabra.
Jamás se cansaría de admirarla, decidió Jeongyeon recorriendo la expresión atónita de su rostro al hallarla devorándosela con la mirada.
Pronto halló que Kim aparecía junto a ella, la tomaba firmemente de la cintura y la sostenía sin cuidado junto a él. Jeongyeon sintió como si todo su cuerpo se removiera sin su voluntad. Cuando la dominó un gran impulso de ir por ella y apartarla de las garras de ese imbécil, se detuvo al sentir que le tomaban del brazo con alarmante insistencia y detenía sus deseos de soltar sus colmillos.
—¿Unnie? —Habló Dahyun, confundida al notar el extraño semblante alterado de la alfa. —¿A dónde ibas, te incomodaron otra vez? —Cuestionó, preocupada de que había dejado de hablar hacía un largo rato.
—No, yo... —Conectó brevemente con esa mirada confundida y luego sonrió lo más amable que pudo, para su prima. —Necesito saludar a alguien, acompáñame. —Prosiguió a tomarla de la mano y ambas caminaron en dirección de donde la mirada de Jeongyeon no se despegaba.
—¡Yoo Jeongyeon! —La nombró como un estruendo, fingiendo agrado al verla y Nayeon sintió todo su cuerpo erizarse ante la impresión de oír ese nombre y apellido en la boca de su aún esposo.
—Abogado Kim, no sabía que estaba interesado en este tipo de eventos. —Habló la alfa, con evidente reproche en su voz. Nayeon alzó las cejas con preocupación de que la alfa y su aún esposo estuvieran en el mismo espacio.
A Sana se le escapó un sonido en su inútil intento de detener la carcajada que nació en su interior, llamando brevemente la atención, "¿Eran los celos que flotaban en el aire lo que lo hacía todo tan interesante? ¿O el hecho de que a su amiga se le había 'juntado el ganado'?" Pensó la japonesa con diversión, observando a Nayeon y luego a Jeongyeon con gran interés por ese encuentro.
—A veces cumplo con mis compromisos sociales, ¿Verdad, omega? —preguntó el hombre y Nayeon le miró con el ceño fruncido.
"¿Desde cuándo rayos le consultaba absolutamente nada? ¿Y desde cuando seguía siendo SU omega? ¡Era un maldito hipócrita desgraciado, hijo de su...!"
Nayeon tragó al ver el duelo que, naturalmente se iniciaba entre Yoo y Kim, ambos la miraban con pertenencia, la alfa se notaba celosa, el alfa estaba muy erguido con orgullo. Im deseó poder huir corriendo de allí, todo aquello la incomodaba inmensamente.
—Así que, ¿Nayeon? —Secreteó Dahyun junto al oído de su prima, con evidente reproche. La misma le miró con humor al asentir como respuesta, notando que Nayeon no perdía detalle en cada uno de sus movimientos.
—¿La señorita es? —Consultó Kim, con una expresión de claro interés, que Dahyun despreció al instante. Nayeon agradeció, pues moría por saber el origen de esa hermosa y joven omega que acompañaban a la alfa que amaba.
—Kim Dahyun, mi... acompañante esta noche. —Titubeó la alfa al sentir el pellizco de su prima, en el brazo por el que la tomaba, ahora desde la cintura. Jeongyeon desplegó una sonrisa divertida al sostener la mirada seria de la omega que amaba.
—Es un placer. —Saludó la joven pelinegra, sintiéndose el blanco de las mujeres frente a ella.
—Ow, Minatozaki Sana. —Se presentó la japonesa, ahora con más seriedad al estrechar su mano con aquella omega pelinegra, mientras la escudriñaba detalladamente.
—Mi omega, Kim Nayeon. —Habló el alfa con satisfacción y Nayeon hizo una sonrisa amable al tomarle la mano a la joven. —¿Conoces a mi esposa, Yoo Jeongyeon-ssi? —Les presentó el alfa con evidente necesidad de resaltarlo en cada conversación.
Jeongyeon quiso reír muy fuerte ante la pregunta de Kim, más solo se dedicó a asentir como respuesta, era demasiado detener su aroma a ira y desapruebo constante. "¿Su omega? ¿Su omega dijo?" Oyó a su loba y se detuvo de no tatuarle su puño sobre el ojo, como realmente deseaba apenas vio su estúpida sonrisa en su rostro al abrazar el nombre de su omega con su asquerosa voz y ese apellido. "¡Es mi omega!"
—Nos conocimos en una reunión en casa de Sana. —Comentó la verdad, sosteniendo la belleza de esa mirada.
Sana se abanicaba con un folleto de la pronta inauguración del eficio y se volteó para apartarse de allí, era demasiada tensión para su gusto.
—Es un gusto y placer volverla a encontrar, señora Kim. —Habló cuando entregó su mano en un saludo.
Nayeon observó la mano de la alfa y decidió que si no fuera porque le estaban viendo, se negaría a ese contacto que prometía ser explosivo.
Jeongyeon propició un suave beso sobre el dorso de la mano de la omega pelimiel, quien podría haberse derretido allí mismo por lo que hallaba en el oscuro de sus ojos. "¡Mía!" Gritó su loba en su interior, lo que la llevó a desplegar su hermosa sonrisa para la alfa pelicorta.
Conectadas, volaban en la inmensidad del cielo que habían creado con tantos sentimientos que escondían celosamente y que, en ese instante se reducía a esa sencilla y mínima caricia y la promiscuidad en sus miradas.
Dahyun, aún sostenida por su prima, confirmó estarse en medio de ambas cuando no parecían acabar jamás con la conexión.
—¡Jeongyeon unnie! —Dahyun removió con fuerza el brazo que le sostenía.
La alfa se apartó de aquella omega que le robaba hasta los sueños y que se apartaba apresurada. La conversación parecía haber acabado y alguien más había llamado la atención de Kim.
—Ven por favor, necesitamos hablar. —Habló Dahyun dijo entre dientes. Ella se notaba bastante molesta.
—¡Por favor Dahyun! Ya estoy bastante mayorcita para tus regaños. —Le advirtió la alfa, sabiendo lo que vendría. Aún en el conflicto, su prima no podía dejar de ver a aquella omega que se estuvo nuevamente junto a su esposo, pero que seguía conectada con la mirada de la alfa que la acompañaba.
—¡Es una mujer casada! ¿Qué demonios tienes en la cabeza? —Exclamó aunque con la voz baja. Jeongyeon carcajeó como lo hubiera hecho ante la estúpida pregunta de Kim, minutos atrás.
—Ellos están separados Dahyun, ¿Tu viste su marca?Él es un imbécil, hipócrita, infeliz. No hables, si no conoces la historia, por favor. —Le reclamó como una pequeña gruñona y ella no pudo evitar sonreír ante esa actitud.
Discutían como si fueran dos niñas y Dahyun adoraba discutir con su mayor, pues le recordaba a su niñez. Confirmaba con su actitud, que ella estaba perdidamente enamorada de la omega pelimiel que parecía ganarle algunos años de edad a su prima.
—Pues lo sabría si al menos me dijeras algo... —Le removió para que le mirara por un momento. Aunque a regañadientes, Jeongyeon apartó la mirada de aquella omega, para ver a su prima.
—¡Están separados y eso es lo que importa, Dahyun-ah! ¿De acuerdo? Él le es infiel y ella pronto será mi omega, de eso me encargaré yo misma en persona. Ahora, si me permites... —Habló, notando como Nayeon se dirigía a solas, hacia lo que parecía ser un jardín.
—¡Pe-pero, unnie! Ahg... —Dahyun alzó los brazos con total confusión al ver como su prima la dejaba allí de pie.
Poco tardó en confirmar que esa alfa había perdido la cabeza. Al final se decidió a disfrutar del evento, aunque sola, jurando que su prima le debía varias explicaciones luego.
—¡Im Nayeon! —Le llamó la alfa, una vez la encontró respirando con dificultad junto a un arbusto ornamental.
Al oírla, la omega quiso salir corriendo nuevamente, pero ella alcanzó a detenerla, tomándola de uno de sus delgados brazos.
—Déjeme ir Jeongyeon, por favor... —Suplicó con temor hasta en la voz. Se moría por miles de respuestas, una de las tales eran el motivo por el cual estaba allí y del porqué estaba acompañada, pero temía de poder mantener sus distancias, cuando su cuerpo la anhelaba con tanta efervescencia y ansiaba con insistencia adueñarse de ella.
—Hablemos... —Musitó junto a su mejilla, ganándose un suspiro de parte de la omega, quien tembló de solo sentirla tan cerca de ella.
Jeongyeon estudió el lugar, buscando en donde poder refugiarse de la mirada de todos y pronto encontró un estrecho espacio entre la pared y un ejemplar idéntico en el que se apoyaba su bella omega.
—Se lo ruego, déjeme ir Jeongyeon, nos pueden ver juntas aquí... —Musitó, cuando la alfa la impulsaba a ir a su par, con prisa.
—Por supuesto que no se irá a ninguna parte —Acorralándola entre su cuerpo y la pared, dejándola sin salida alguna —A menos de que me explique qué hace aquí, fingiendo ser la esposa perfecta de ese tipo. —Cuestionó la alfa, jugando con el fuego de la duda.
Nayeon resopló viéndose muy cómica a los ojos de la pelicorta, quien la estudiaba insistentemente.
—¿Yo? ¿Qué es lo que hace usted aquí? ¿No que no le gustaban los eventos sociales y que no disponía de acompañantes? ¡Es usted una mentirosa Yoo! —Pronunció con gran reproche, ganándose una risa nerviosa de parte de la alfa pelicorta.
—No soy ninguna mentirosa, Nayeon... —Respondió con incredulidad, ella volteó los ojos y su insolencia le atrajo intensamente.
—¡Ajá, claro, sí! No me vea la cara de tonta... —Respondió la omega, cruzándose de brazos.
Su aroma se desprendió y Jeongyeon hizo presión para que se impregnara en ella, deseaba hasta de su aroma. Por supuesto que no le creería tan fácilmente, al final.
—Nayeon, quite esa expresión de indignación de su rostro porque no respondo... —Le señaló la alfa como advertencia, cuando sentía que estaba a punto de perder toda la paciencia y sensatez, al verse rodeada por la seducción que desplegaba esa omega con su enojo. No podía ser tan preciosa en todos los aspectos que descubriera de ella.
—¿Cómo se atreve a reclamarme algo, huh? ¡Usted no está en condiciones de hacerlo en este momento! —Le recrimina la omega mayor, entrecerrando los ojos y uniendo los labios.
Jeongyeon admiró su rostro cuando la ciñó más contra su cuerpo y ese gran muro que se alzaba detrás de su espalda, ganándose un exclamado gemido de sorpresa de parte de aquella hermosa omega al sentir cada centímetro de la alfa contra ella.
¿Cómo habían llegado hasta allí? Nayeon se veía perturbada por sus muestras de posesión, la desquiciaba con su firmeza, como si con cada una de ellas le gritara que era suya y ella deseaba hacerle saber que colmaba de razón, le pertenecía solo de ella y nada más que a ella.
—No me lo creo... —Sonrió Jeongyeon, sin poder evitarlo —¿Acaso está celosa mi señora Nayeon? —Habló en un murmullo sin desdibujar la sonrisa burlona de sus labios, sumamente atraída por su actitud. Alguna vez la había imaginado molesta, pero ella se veía aún más deliciosa de lo que la hubiera podido imaginar.
—¡No sea ridícula! —Respondió al instante, aún indignada. Inevitablemente, se removía por ese acercamiento que la había encandilado con sus brazos dentro. Su presencia lograba que se dilataran las pupilas en ese profundo océano en el que se zambullía a gusto.
—Dígame qué hace aquí con ese alfa... —Susurró sobre sus labios, sin poder evitar oírse con reproche. Nayeon jadeó aún indignada por su insistencia.
—¡Es usted increíble, señorita Yoo! —Correspondió, intentando simular que no le afectaba el roce de esos labios contra los suyos y aguantando las ganas de probarlos. —Viene aquí, acompañada de una hermosa omega ¿y me pregunta qué hago aquí con el alfa que llevo casada durante veinte años y del cual aún no me divorcio? ¿No le parece que deja mucho que desear con su actitud? —Reafirmó sus brazos sobre su pecho cuando arrugó la nariz ante el desagrado de su aroma: la ira y los celos amargando su dulce cacao.
Jeongyeon respiró cuando su escote se realzó ante la histeria, y cerró los ojos para no ceder al instinto casi desenfrenado de perder los labios dentro de sus pechos.
—Ella es mi prima... —Respondió al fin, encontrando su mirada y desplazando la vista por la belleza de su rostro, detallando cada expresión de tensión allí.
—¿Quién? —Susurró Nayeon, alzando las cejas, confundida por sus propios sentimientos, cuando ella depositó un suave beso sobre su mejilla haciéndola temblar entre sus brazos.
—Dahyun, mi acompañante, es mi prima hermana. —Murmuró ahora junto a su cuello y la omega suspiró, nuevamente sin poder evitar caer en la tentación de su aliento contra su piel.
—No le creo nada... —respondió Nayeon, instantáneamente, mientras le entregaba más acceso a su cuello y cerraba los ojos, totalmente cautivada por su suave toque. "Oh no..." se alarmó todo su interior, al notar una vez más, el poder que ejercía sobre todo su ser, mismo que le traicionaba sin problema para entregarse a ella.
—Va a tener que creerme, porque es la única verdad —Saboreó el aroma que desprendía su piel. —Este aroma me llevará a la locura, omega, hueles maravillosamente como siempre. —Dijo acorralando su cintura entre sus brazos, confirmándole que su piel le pertenece irrevocablemente.
—Jeongyeon... —Murmuró tomándose el labio inferior e intentando inútilmente apartarse lo más que podía, mas solo logrando recargarse más contra la pared.
—Nayeon... —Respondió sobre sus labios entreabiertos, que la seducían con tanto ahínco. Buscó en el reflejo de esa mirada todo el deseo que hacía fluir su sangre muy de prisa y se sintió satisfecha de verlo allí tan vigoroso, como la primera vez. —Ay Nayeon, tomaré sus labios aquí... —Susurró la alfa, como si le pidiera permiso para hacerlo.
—Ha-hágalo —Consintió con un suave susurro, sin poder apartar la mirada de sus hermosos ojos salvajes.
Jeongyeon no se aguantó un instante más y absorbió sus labios entre los suyos ganándose un suspiro sonoro que se escapó de la boca de esa omega que la llevaba al delirio.
Cuando ambas se unían de alguna manera, sus cuerpos parecían explosionar con toda la tensión que las saturaba a inmensidad.
La alfa recorrió su espalda con sus manos, haciendo más presión contra su cuerpo, intentando aliviar de alguna manera la necesidad que tenía de ella y ganándose sus más sentidos gemidos con sus caricias. Una atmósfera repleta de lujuria las había envuelto en ese reducido espacio.
—La deseo, Nayeon no se imagina cuanto la deseo en este preciso momento. —Murmuró mientras se rodeaba la cintura con una de sus piernas, haciéndola parte de su cuerpo. Recorrió el largo de ella, perdiendo la mano debajo de la falda larga de su vestido, solo con el deseo de sentir su delicada piel.
Nayeon jadeó sobre sus labios entregada completamente a las caricias que la alfa propiciaba por sobre el borde del encaje de sus medias de seda. Jeongyeon estaba totalmente fascinada con ese hábito que tenía la omega.
—Yo también la deseo, pero este no es el lugar, ¡Jeongyeon! —Exclamó con voz queda, una vez ella la estampó contra la pared, haciendo presión con su cadera para que sintiera el poder de su excitación entre sus piernas.
—Nayeon, cada día que pasa... —Respiró, porque creyó que perdería el aliento —Cada segundo que está lejos, la espera arde un poco más y ya... ya no lo soporto... —Se sinceró la alfa, sin poder dejar el contacto con el roce de sus labios.
Un travieso índice se hizo dentro de las bragas de encaje, arrancándole un gemido agitado a la omega que le sedujo con su cálido aliento, tan o más alterado que el suyo.
—Alfa, no... —Rogó la omega, aunque inerte, se entregaba a la caricia de ese firme dedo curioso que se fundía entre sus mieles, exponiendo ante ella toda la excitación que escondía bajo ese bonito vestido. Un gemido involuntario acarició sus labios, una vez más y Jeongyeon tomó su boca para interrumpirlo.
—Solo deseo ver la satisfacción en sus ojos, solo eso necesito Nayeon... —Susurró una vez humedeció el fino botón que encendía todo el placer de su cuerpo y lo acarició con vehemencia, hasta hacerla arquearse entre sus brazos. Jeongyeon aprovechó de besar el valle de sus pechos, ante esa posición.
—Oh, no... —Nayeon se sostuvo de sus hombros con fuerza para no caer, dejándose llevar por las caricias que recorrían sus mejillas encendidas de pasión, con la suavidad de sus labios húmedos, una vez se había cansado de luchar contra la tela de su vestido ceñido. Nayeon se resistía al placer y la alfa podía sentirlo.
—No se resista, me muero por verla quemarse entre mis brazos Nayeon, deme ese placer... —Susurró, enterrando su experta lengua contra su cuello, encendiendo, estimulando, adorando su piel con sus besos como solo su alfa sabía hacerlo.
Nayeon estrujaba los hombros cubiertos por el saco de la alfa con sus manos, mientras apretaba los labios para detener los gemidos que se escapaban de su boca sin su consentimiento.
—Di que eres mía... —Jadeó la alfa, mordisqueando su labio inferior, buscando sostenerla con la firmeza de su mano libre —Dilo Nayeon, di que eres solo mía... —Exigió la alfa, sintiendo el invasivo y casi doloroso deseo de morderla, intentando mantener su voz de mando en línea, sabía que no era necesario, podía sentirla desarmarse en sus manos, solo debía oírlo para confirmar lo que ella sabía con solo hallarse en sus hermosos ojos.
—Mmm, Jeongyeon, soy suya. Solo suya... Oh-sí... —Expresó cuando la alfa hundió ese dedo en su interior y apresuró la caricia en paralelo, estremeciendo cada espacio del cuerpo de la omega que tenía entre sus brazos.
—Por supuesto que sí y me da mucho gusto oírla decirlo. Ahora véngase para mí Nayeon. Me muero por probar su sabor otra vez... —Prometió sobre sus inflamados labios entreabiertos ante la falta de aliento. La pelicorta sostuvo con firmeza su cabeza contra sus labios, para que no se oyera su liberación, mientras unía el dedo mayor con el índice e incrementaba al orgasmo que prometía ser arrollador.
Nayeon sintió que perdía toda estabilidad física cuando su cuerpo sucumbió ante la liberación, erizándole todos los vellos de la piel y la recorría esa corriente de frío calor, corrompiéndola de pies a cabeza.
—Jeongyeon, no... me deje caer... —Suplicó intentando recuperar el aliento.
Una vez el orgasmo iba cediendo lentamente su intensidad, un nuevo gemido se escapó de sus labios brillosos, cuando la alfa deslizaba esos mismos dedos dentro de su boca, dando fe de su deseo por probar de ella.
Jeongyeon la volteó para que su espalda quedase contra su pecho y removió su gran excitación, tomando sus pechos entre sus manos y bajando por su vientre, sin darle chance a apartarse de su agarre. Nayeon gimió, removiendose ante su prisión con las manos sobre las suyas. La alfa dominaba todos sus sentidos, comprendió cuando no hallaba la voluntad para apartarse de ella, deseaba que la tomara y hacerse parte de ella, que la mordiera profundamente para recordarle a diario que le pertenecía y que la llevara lejos si eso deseaba.
—Huya conmigo, huyamos juntas, Nayeon... —propuso junto a su mejilla y la omega parecía fundirse contra su cuerpo, mientras la tenía ceñida con tanta posesión. Su cuerpo correspondía a su exigencia y ella solo deseaba que acabará con su agonía de una maldita vez.
—Si... —Respondió la omega, entregándose instantáneamente a ella. Todo en su interior se negaba a razonar y le señalaban a la alfa como la culpable de su falta de congruencia.
¡Estaba fuera de control! Y la seguiría a cualquier parte a donde la dirigiera, porque su omega se había adueñado de ella y solo deseaba unirse en cuerpo y alma a Yoo Jeongyeon, su alfa.
—¿De verdad? —Consultó la alfa, deseando que no estuviera respondiendo dominada por su parte animal y se fuera a arrepentir luego.
—¿A dónde? Ah Jeongyeon, no se detenga... —Jadeó, removiéndose contra ella, sintiendo las incesantes caricias de las alfa por todas partes y sus boca intentando adueñarse de la piel de su cuello.
—A donde sea, pero huya conmigo, este no es un lugar para alguien tan valioso como usted, mi hermosa omega, mía... —Musitó cuando empujó más con su cuerpo, ganándose un gemido audible. Jeongyeon deseaba besar hasta el último de sus secretos.
—Sí, ¡oh, sí! Alfa, a donde mejor le parezca, sáqueme de aquí... —Se entregó Nayeon, de inmediato.
Jeongyeon volvió a posicionarla de frente a ella, sin perder la presión de sus cuerpos, miró a aquellos oscurecidos ojos aceitunados y pronto le indicó la salida con aquella misma mano con la que, segundos antes le había propiciado tanto placer.
—La espero en el estacionamiento, le doy cinco minutos o vendré por usted y créame —Dijo una vez juntó su nariz contra la suya, saboreando el deseo en su mirada. —Soy una alfa de palabra, Nayeon.
La omega asintió con el labio entre sus dientes, sin apartar los ojos de los suyos.
—Creo en usted. —Murmuró, antes de tomarla del cuello y unirse a ella en un nuevo beso.
Jeongyeon hundió sus dedos sobre su cabello divinamente recogido, deseando liberarlo y tomarlo entre sus dedos muy pronto.
—La espero, Nayeon. Cinco minutos. —Le advirtió, una vez se estuvieron apartadas una de la otra.
Nayeon jadeó con una mano alrededor de su cuello sin poder evitar el contacto. Necesitaba sentir que no se había imaginado todo aquello, mientras recuperaba el aliento. Por primera vez sintió que había perdido el rumbo y se tardó varios minutos en recuperar la lucidez.
—Necesito tu ayuda. —Habló pocos minutos después, cuando se había acercado a Sana, una vez la halló hablando con un joven alfa y compartiendo una copa.
La omega japonesa se veía muy sorprendida por el mechón que se escapaba de entre su recogido desde su frente y golpeaba su mejilla alegremente. Hacía tan solo unos minutos atrás su cabello estaba perfectamente ordenado y ella traía un jugoso color cereza en los labios, ¿Qué demonios le había sucedido?
—¿Te encuentras bien, cariño? ¿Estás enferma? —Preguntó la nipona, con preocupación al verla tan alterada y Nayeon sonrió, sintiendo que era la primera vez que su amiga no sexualizaba un instante que sí lo ameritaba.
—¡Maravillosamente! Me voy, con Jeongyeon. Tu vienes conmigo, bueno no conmigo —Arrugó la nariz confundida por la falta de sentido en sus palabras. —Dirás que voy contigo, que te sientes mal y que necesitas mi compañía, ¡Sana, préstame atención! —Le indicó una vez su amiga le señalaba detrás de ella como si llegara el mismísimo demonio.
—Tu alfa viene hacia aquí como una leona... —Murmuró la incrédula omega japonesa, provocando que Nayeon se voltee.
Jeongyeon las cruzó con la expresión demasiado dura, una vez se dirigía en dirección de la omega que había sido su acompañante esa noche.
—Sana... —Susurró la omega coreana, mediante una súplica y la misma aceptó el reto cuando, a lo lejos, Yoo no apartaba sus ojos de Nayeon.
Diablos, hubiera dicho que de ella, pero a esa alfa le importaba un camino si ella estaba allí o no, el modo en el que veía a Nayeon definitivamente le quemaba.
—No hablas enserio Yoo Jeongyeon, ¡el evento ni siquiera ha comenzado aún! —Respondió Dahyun con burla, ante sus palabras. Jeongyeon parecía estar fuera de control.
—Hablo en serio Dahyun. Perdóname, pero me tengo que ir ya. —Comunicó besando su frente.
Dahyun frunció el entrecejo totalmente pasmada, mientras su prima la abandonaba en medio del evento, sin decir más.
Como si de una actriz de reparto se tratara, Sana fingió mal estar frente a Kim y pronto ambas salían detrás de Yoo Jeongyeon, a quien encontraron en el estacionamiento, minutos después. Minatozaki les miró con una sonrisa repleta de complicidad, antes de dirigirse hacia donde había dejado estacionado su auto.
—Suba al auto. —Exigió la alfa apareciendo detrás de Nayeon, y le dió un apretón a su trasero, ganándose una expresión de asombro de la dulce omega, quien se apresuró a cumplir con la orden de su alfa sin chistar.
La tarde apenas comenzaba, la noche tenía todo un tramo por venir, Nayeon ni siquiera podía entender como había sido capaz de fingir frente a Kim, pero al final era más que clara la respuesta: era un maldita desvergonzada e infiel omega, pero una que estaba completamente enamorada como una demente de su alfa, Yoo Jeongyeon.
~"Chica, no miento, sabes amar
Eso es lo que me hace volver, aunque esté aterrada
Se que esta mal, pero quiero divertirme
Oh mi Dios, ¡no puedo creerlo!
De todas las personas en el mundo,
¿Es posible que haya salido de mi vida, para entrar en la tuya?
Tal vez, cariño, estoy volviéndome loca
Porque esto es un problema, pero se siente bien.
Estoy al borde, entre el cielo y el infierno.
Es una batalla que no puedo pelear..."
4 | 4
Oh my God, i can't believe it!
Este fue mi capítulo favorito, hasta que llegó el 16 jajsjsjs sí, se que te mueres por saber porqué, pero pronto llegará...
¿Qué tal? ¿Hacían falta esos celos?
¿Qué crees? Sabes que peco de ansiosa por saber sobre tu opinión.
Te adoro con la dulzura de mi omega Nayeon, tu JazUnnie🌻
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