Capítulo 29
Cuando finalmente subió al elevador presionó directamente el botón que lo llevaría al último piso.
Había visto cuando Jungkook salió solo de aquel restaurante, Sukmin había vuelto a la mesa con el ceño fruncido y solo un minuto después Jungkook había pasado caminando a toda prisa y, sin despedirse, de nadie salió por las puertas de entrada del lugar.
Solo.
Realmente dudaba que Sukmin lo hubiera rechazado, el alfa aún parecía molesto por estar ahí sentado y miraba de vez en cuando hacía la puerta esperando por alguien que ya no regresó.
¿Realmente Jungkook le había hecho caso y por eso rechazo a Sukmin?
Realmente no creía que fuera eso. Y aunque se prometió que ya no pensaría más en ello y que no le importaba que el menor pasara su celo solo, al pasar frente a una farmacia simplemente detuvo el auto y compró diferentes supresores alfa.
Ahora solo subiría a la habitación del menor le daría los supresores y sería su último gesto hacia él, solo porque el menor realmente lo había ayudado consiguiendo a una excelente enfermera para su madre.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron en el piso en el que se hospedaba Jungkook, camino la corta distancia rápidamente y estaba llamando al timbre solo unos segundos después.
Quería hacer todo con rapidez, solo entregar los supresores y salir de ahí. No quería pensar demasiado las cosas, su lobo ya estaba raro, gruñendo y aullando cada vez que el nombre de Jungkook aparecía en su mente. No estaría más que unos segundos.
— Nunca creí que vendrías a ofrecerte voluntariamente, Yoongi-hyung.
Jungkook abrió la puerta, tenía nuevamente unos lentes puestos, pero la camisa blanca se veía desalineada y el fijador que mantenía el cabello peinado en su lugar había desaparecido y su cabello largo caía lacio a los lados de su rostro. La sonrisa de lado que le mostraba se veía tan apagada y forzada que parecía que estaba gruñendo en lugar de sonriendo.
Y ese par de ojos ocultos detrás de los cristales transparentes de las gafas tenían unas líneas carmesí que se entremezcladas con su iris de color castaño oscuro. Aún no se volvían completamente rojos, pero estaban cerca de serlo.
Y el aroma… su mente se volvió difusa, su nariz inhaló profundamente llenándose de esa esencia y su lobo aulló en su interior.
— ¿Qué haces aquí? — Parpadeó confundido por esa voz que lo llamaba de nuevo a la realidad, no se había dado cuenta de que miraba Jungkook de manera fija. — Realmente no es buena idea que estés aquí, vete hyung.
La mirada del menor se volvió dura y enfadada, el intento de sonrisa ya no estaba más, solo una mueca de labios apretados y por la marcada línea de la mandíbula podía decir que también estaba apretando sus dientes.
No le dio miedo, al igual que esa vez en la sala de reuniones cuando todos los alfas se escogieron por el aroma de las feromonas, él de alguna manera sabia que el menor no quería hacerle daño. Su lobo confiaba en que no era el caso.
— Te traje supresores. — Mostró la bolsa d esa farmacia, el menos la miro fijamente. — Por cómo estabas tan seguro de que no pasarías tu celo solo supuse que no tenías supresores contigo.
Jungkook cerró lo somos mientras suspiraba y una sonrisa amarga volvió a su rostro cuando lo miró de nuevo.
— No los usaré, llévatelos cuando te vayas.
El menor le mostró su espalda mientas se alejaba y le daba un empujón a la puerta para cerrarla. Pero él se molestó. Ver que Jungkook no aceptó su ayuda y después pretendía ignorarlo lo hizo detener la puerta y perseguir al otro alfa al interior del departamento.
— ¿Realmente necesitas tu orgullo en un momento como este? — Jungkook no le respondió, ni siquiera lo miró o le reclamo por entrar de esa manera, solo siguió caminando hasta el sofá y se dejó caer en el, recostado y con un brazo cubriendo sus ojos, como si no hubiera nadie más ahí. Eso solo lo molesto más. — ¡Solo acepta los malditos supresores, deja de comportarte como un niño haciendo berrinche porque por una vez no obtuvo lo que quiso!
Por primera vez en días, en semanas, volvió a escuchar la risa de Jungkook llena de diversión.
— No lo hago por hacer un "berrinche", simplemente porque no importa si los tomo o no, no me funcionan.
El menor aún no quitaba el antebrazo de sus ojos, pero con sólo la mitad de su rostro expresó la amargura que sentía por ello.
— ¿Realmente no te ayudan?
— No. Hasta donde se, es por ser un alfa puro, a mi hermano le sucede lo mismo. Nuestros cuerpos se deshacen del medicamento con mucha rapidez y sinceramente no tengo muchas ganas de drogarme con toda una caja de supresores para saber si una dosis mayor da resultado donde una pastilla no.
Ahora se sentía ridículo por haber comprado todos esos supresores y por gritarle.
— Perdón… por gritarte. No lo sabía.
— Esta bien. Ahora vete, realmente no es bueno que estés aquí.
Tenía que hacerle caso, ya sabia que el celo del menor estaba demasiado cerca, sabia que le atraían las feromonas alfa y que de alguna manera él era atractivo para Jungkook. Tenía que irse.
— ¿Por qué… ¿Por qué no trajiste a Sukmin contigo?
— No creo que eso sea de tu incumbencia, hyung.
No, no lo es.
Solo debía de irse ya, tenía que salir de ahí.
Pero sus pies no se movieron. Sus pulmones seguían llenándose de esa esencia llenas de feromonas del celo de Jungkook, cada segundo su mente se llenaba ms y más de una neblina espesa.
— Fue porque lo bese, a ese tal Sukmin. Lo besé pero a mi lobo no le gustó, también su aroma me molestaba y su voz.
A mí me ha besado dos veces.
— No sabía que eras tan exigente.
Jungkook volvió a reír, sus ojos aún cubiertos y su cuerpo tenso aunque pretendiera estar recostado cómodamente.
— Yo tampoco... En realidad no lo soy, pero encontré un alfa que tiene un aroma adictivo y una voz que mi desarrollado oído no se cansa de escuchar. — Aunque el menor no lo miró un escalofrío de deslizó por su columna. — A mi lobo le atrae, y ya que él dominará en unos momentos no aceptó un remplazo del alfa que quiere tener durante este celo.
No supo como responder a eso.
Jungkook estaba diciendo que no aceptó a Sukmin porque lo quería a él, al menos su lobo lo hacía.
Pero estaba mal.
Él era un alfa.
Al igual que Sukmin y a este no parecía importarle.
Soo-il conocía a Jungkook, podría enterarse.
Aunque tendría que ser Jungkook o yo quien se lo dijera.
— Realmente debes irte, Yoongi-hyung. — El tono de Jungkook parecía cansado, había quedado atrás la amargura en ellas, solo verdadero cansancio. — Tu aroma ya lleno toda esta habitación y escuchar tu voz no lo mejora. — No sabía como es que Jungkook pensaba que su aroma estaba dominando en esa habitación que claramente estaba saturada de feromonas de café, Jengibre y chocolate amargo, le resultaba difícil encontrar su propio aroma. — Me estoy cansando de contener a mi lobo, si no vas a quedarte y ayudarme con mi celo, vete.
Volvió a quedarse callado.
Solo se quedó observando al menor recostado en el sofá. El pecho amplio se elevaba y descendía rápidamente y los labios estaban entreabiertos pero aun no podía ver sus ojos así que no sabía si ya estaba o no en celo.
Aunque el bulto en la entrepierna le daba una pista.
Y no era el único en ese estado.
Él no tenía una erección completa, pero su pene se había puesto medio duro, como esas veces que se había besado con Jungkook. Aún no sabía que lo causaba, el aroma del alfa, retar al menor o simplemente enfadarse con el pelinegro, solo sucedía, su cuerpo reaccionaba así y era imposible que no lo oliera cuando en las tres ocasiones habían estado tan cerca.
Su cuerpo no rechazaba a Jungkook aunque fuera un alfa. Su lobo gruñía pero porque quería dominar al menor, quería ser él quien llevara el ritmo de la situación no simplemente seguir lo que quería el otro alfa. Y él…
En realidad no estoy seguro.
Le agradaba Jungkook, hablar con el por mensaje o llamada había sido algo que esperaba cuando estaban en distintas ciudades, pasar el tiempo con él no había sido malo, solo se sintió tenso cuando se enteró de su gusto por los alfas pero incluso entonces sus pensamientos también rondaron a la parte social que decía que estaba mal.
No le disgustaron los besos con Jungkook.
No se sintió repulsivo tener ese aroma cerca.
Además, es lo que él quiere, solo conseguir acostarse conmigo, si lo hago ahora finalmente dejara de perseguirme y podemos simplemente ser amigos o al menos colegas de trabajo que no intentan ignorarse uno al otro.
Mierda. Realmente lo estoy considerando.
Pero no, no podía. Soo-il podía enterarse y verlo como inferior.
— Yoongi-hyung, estoy muy tentado a usar mi voz alfa ahora, pero todavía no me decido si para hacer que te vayas o te quedes. Es mejor que decidas tú. Rápido.
Paso la saliva en su boca, sus manos se cerraron en puños, pero sus pies aún no se movieron.
Miró una vez más a Jungkook.
— Nadie se tiene que enterar.
Quería devolver esas palabras en cuanto abandonaron sus labios, pero no podía, el menor las había escuchado muy bien. Solo un segundo después un par de ojos completamente rojos lo miraban, a pesar de que estaban confundidos había deseo en ellos.
— ¿Qué?
Nada. No dije nada, solo me iré.
Tenía que hacerlo.
— No puedes decirle a nadie, ni siquiera a tus dos amigos, Hoseok y Namjoon. Mucho menos a tu hermano.
El momento en que Jungkook se levantó del sofá pareció ir en cámara lenta pero a la vez fueron muy pocos los segundos que el menor tardó en recorrer los tres pasos que los separaban. Se elevo por unos centímetros encima de él, odiaba mirar hacia arriba pero no apartaría sus ojos de esos que lo miraban con más brillo en ellos.
Definitivamente antes se estaba conteniendo, el aroma de las feromonas invadió sus pulmones y erizo su piel por lo malditamente intensas que eran.
Jungkook se veía tan tenso como él se sentía. Se acercó pero dejo unos centímetros entre ellos, podía ver los músculos tensos en el cuello del pelinegro, la mandíbula igual de apretada que momentos antes.
— ¿Estás aceptando estar conmigo en mi celo, Yoongi-hyung?
— Solo si prometes, realmente prometes que nadie se va a enterar… y será la única vez.
La mirada de Jungkook fue intensa, imponente, su lobo casi muestra su cuello pero ya estaba aceptando algo que no debería como alfa, no mostraría más debilidad que esa.
— Esta bien, prometo que no le diré a nadie, igual no me gusta andar hablando lo que hago en la cama. — La sonrisa ladeada estaba de nuevo en el rostro del menor, el aliento caliente acariciaba su rostro y esos ojos miraban sus labios con hambre, como si estuviera a punto de devorar lo que más deseaba. Le hizo perder la respiración. Quizás Jungkook realmente había esperado ese momento, terminar con ese fugaz encanto en el que su lobo estaba por él. — Y puedo prometer que ya no te molestar más si realmente quieres que sea la única vez.
Esa lengua contraria humedeció el grueso labio inferior, sus ojos bajaron automáticamente para seguir el movimiento.
— Entonces... — ¿Qué se supone que tenía que decir o hacer ahora? — Yo… — ¡Basta, no actúes tímido, eres un alfa! — Tengo que hablar con Young-sun… saldré a llamarla.
Jungkook lo tomó por la cintura y lo arrastró contra su cuerpo, la piel del menor estaba caliente a pesar de la camisa blanca que portaba, quemaba contra las palmas de sus manos. También esos labios estaban ardiendo, afiebrados, cuando los acercó tanto que rozaron los suyos.
— Habla aquí, yo te espero en mi habitación. — Esos labios se deslizaron por su mejilla, eran apenas un suave roce sobre su piel pero el invisible camino que siguieron hasta su oreja quemaba y cosquilleaba. — No huyas, Yoongi-hyung, ahora que aceptaste no puedes echarte para atrás porque en el estado en que estoy ahora no me quedaré sin hacer nada. — Mantuvo su mirada fija en esos ojos de color carmesí cuando el menor retrocedió un paso dándole un poco de espacio. — Te iré a cazar.
Un gruñido bajo y retumbante en el pecho de Jungkook solo confirmó sus palabras antes de que el calor ajeno lo dejara y se quedara de pie en medio de la sala mirando la espalda amplia que se alejaba hasta que se perdió detrás de una de las puertas.
Cuando presionó el contacto de Young-sun su voz se sentía lo suficientemente inestable coma para tomar la decisión de mandar un mensaje.
Se recordó que no tenia porque dar detalles a la beta sobre su ausencia esa noche, pero aun así el texto que escribió era largo y explicaba el supuesto trabajo que se quedaría a hacer en la oficina. Quizás también estaba tratando de hacer tiempo, aún dudaba de recorrer el mismo camino que Jungkook había hecho, pero también estaba seguro de que él menor lo perseguiría si intentaba salir.
Pero no siquiera sabía que esperar. Había estado con omegas, sabía como comportarse con ellos, como tomar el control, pero no como ayudar a un alfa a calmar un celo. Estaba seguro de que sabría que le podría gustar a Jungkook, pero inseguro de que el se sometiera a dejar que el menor usara su cuerpo.
Mierda, ¿qué demonios acepté?
Frotó su rostro con las palmas de sus manos, inseguro de que se supone que tenía que hacer a continuación.
Dejar de comportarte como un adolescente casto.
Si, él era un alfa, tenia que mantenerse en control.
Quitó su abrigo y lo dobló sobre el respaldo del sofá y enseguida hizo lo mismo con su saco. Solo tomo una respiración profunda más y comenzó su camino hacia esa puerta que había atravesado Jungkook.
Había esperado una habitación con luces apagadas, pero estaban encendidas, todas ellas, Una enorme cama con Jungkook sentado al borde y solo portando unos bóxer que no ocultaban su gran erección. Antes había sentido los músculos duros debajo de la ropa que el pelinegro usaba, pero se veían mucho más intimidantes todos a la vista sin restricción alguna y sobre todo acompañados de esa mirada fija y pesada con un brillo rojo que seguían cada uno de sus movimientos.
Su cuerpo se paralizó unos pasos delante de la puerta que ahora estaba cerrada. El aroma, la mirada de Jungkook y la presencia de su lobo eran terriblemente fuertes, toda su piel se erizó, su pene ahora tenía una erección completa que se presionaba contra la tela de su pantalón, su lobo aullaba y gruñía, no podía estar quieto.
Pero igual el primer movimiento no fue de él.
Jungkook se levantó y juntó ambos pares de labios con fuerza, manos fuertes y desesperadas abrieron su camisa y siguieron con su cinturón después de que su abdomen fue acariciado con brusquedad. Definitivamente no lo estaba tratando como a un omega. El beso fue duro, ambos succionaron con fuerza y mordieron, desesperados por ser quien tuviera el control y sin importar que podían saborear el ferroso sabor de la sangre ni siquiera sabían a quien pertenecía, estaban más ocupados gruñéndose y tocando toda la piel contraria que estaba a su alcance.
Su mente daba vueltas, se mareo lo suficiente como para retrocede hacia la puerta necesitando una pared firme que lo sostuviera, aunque las manos que acariciaban su espalda y su trasero estaban haciendo parte de ese trabajo.
La temperatura pareció incrementar en un instante, su piel, todo su cuerpo se sentía acalorado y se despojo de su camisa cuando llegó a un punto insoportable. Jungkook le ayudó con su pantalón y ropa interior. El menor defendió hasta que estuvo de rodillas frente a él, su rostro a centímetros de su erección cuando está saltó libre. Sus piernas aún estaban retenidas por la cintura de sus pantalones que se habían quedado a la mitad de sus muslos, pero eso dejó de importar cuando pudo sentir el aliento en la piel sensible de su pene.
Gruñó bajo, desesperado por meter su dura erección en la calidez que sabía que podía encontrar en la boca de Jungkook. Ni siquiera tuvo que pedirlo. Jungkook lo succiono con fuerza. Eso marcó la diferencia de estar con un omega, sus parejas de cama anteriores habían lamido casi tímidamente, y los más atrevidos movían su lengua con habilidad pero no eran agresivos. No como lo estaba siendo Jungkook en ese momento, succionado como si dependiera de ello, presionando su lengua en los lugares que lo hacían poner los ojos en blanco y que causaban que sus rodillas temblaran en más de una ocasión.
Pero también le evitó demasiado tener al menor de esa manera. La boca llena de su pene, los ojos rojos mirándolo hacia arriba, los gruñidos que le decían que al menor le encantaba lo que estaba succionado, como el mejor de los aperitivos.
Fue demasiado.
Intenso.
Antes de saberlo sus dedos se cerraron en puños apretados en las largas hebras de cabello azabache y lo sostuvieron firme mientras dejaba que su carga llenará la cálida humedad que lo envolvía. Pero al mismo tiempo su trasero fue sujetado por dos grandes manos que lo jalaba más cerca. Solo esas manos y esa boca caliente impidieron que sus rodillas cedieran bajo su peso porque su mente estaba demasiado ida para poder ordenarle algo a sus extremidades.
Su lobo parecía más consciente, y sin duda estaba complacido de marcar con su aroma a ese alfa superior, gruñó satisfecho y excitado, desesperado por más, tenía que dejar al alfa pelinegro impregnado con su aroma.
Quería hacerlo, que el alfa oliera solo a él.
Espero que les haya gustado el capítulo. Dulces sueños mis lindos y lindas Makis 😉❤
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