Capítulo 27
Alejandro
Nunca me han gustado los funerales. Siempre me han parecido demasiado melancólicos y tristes, pero no sé por qué éste es diferente. Será que no es un funeral de mi propia familia; literalmente estamos aquí más la familia de Felicia (menos su madre), que es afortunadamente pequeña. Felicia anda de un lado a otro con Amy saludando a los primos, y Kevin está al lado mío sentado mirando todo como si esto fuera una peli en tres dimensiones y nosotros simples espectadores.
— Entonces, ¿están juntos? —pregunta para sacar un tema de conversación. Noto lo tenso y cohibido que está lo que me hace sonreír de lado.
—Es complicado —le digo sin más—. En realidad no estoy cien por ciento seguro de lo que pasa entre Amy y yo.
—¿Ya le contaste?
—Aún no.
—¿Se puede saber cuándo le dirás? Te queda poco tiempo —menciona mientras apoya un brazo en mi hombro. Sé que está preocupado y que soy una horrible persona por aún no decirle nada a ella pero... es que aún no estoy listo.
—Pronto. ¿Ustedes están juntos?— señalo con la cabeza a Felicia y mi amigo ríe por lo bajo.
—Claro que no.
—¿Me vas a decir que no te gusta nada?
—Yo no he dicho eso. — Arqueo una ceja y este sonríe de medio lado. Echa un vistazo hacia las chicas soltando un suspiro cansado—. ¿A quién quiero engañar? Me gusta mucho, demasiado. Es algo... raro.
—Raro…
—Sí, es como encontrarse a alguien con la que crees una especie de conexión, que nunca te quieras separar de ella y que al fin encuentres a alguien que te entienda.
—Ya veo —digo bajo. Sé exactamente qué es lo que siente.
—Sueno estúpido, ¿verdad?
—No, suenas como una persona que le gusta otra. ¿Y por qué no están juntos?
—Es complicado. —ambos sonreímos y volvemos a mirar hacia ellas.
Las horas comienzan a pasar y junto a ellas mi ansiedad empieza a aumentar. En seguida decido buscarla encontrándola en el jardín trasero conversando con Felicia. Me detengo en una esquina y me dispongo a escuchar de qué hablan antes de interceder.
—¿Así que todo está bien?
—Pues yo creo que sí. Lo que hay algo que no me convence. Lo conozco demasiado, Fel, y sé que me tiene que contar algo — responde Amy con pesar haciendo que se me acelere el corazón.
—Solo quiero que no sufras ni que pase nada malo entre ustedes dos. Él te quiere mucho y vuestra relación es algo que durará.
—¿Sabes? Hay veces que intento no ilusionarme demasiado, pero es que él lo hace imposible. No sé qué voy a hacer con esto. Me está volviendo loca.
—Es genial verte sonreír y verte preocupada otra vez.
—Me he vuelto a enamorar en muy poco tiempo, pero al fin he podido olvidar todo lo que antes pasó. ¿Cómo van las cosas con Kevin? — cambia drásticamente el tema y Felicia abre los ojos sorprendida.
—¿Qué pasa con él?
—¿Te gusta?
—Él... —Oigo como suena el móvil de Felicia. Ella se disculpa y se aleja de Amy dejándola sola para ella poder contestar.
—Amy...—me acerco despacio hacia ella mientras pega un brinco por la sorpresa.
— Ale, no sabía que estabas ahí. ¿Ocurre algo? Te noto extraño —interroga preocupada.
—¿Podemos hablar?— frunce el ceño sin comprender mucho y asiente con la cabeza—. Pero no aquí. Dile a Fel que vas para mi casa y que se queda con Kevin. Yo hablo con él.
—Es que no la quiero dejar sola.
—Tranquila, no demorará tanto. —entrecierra un poco los ojos antes de asentir y darme un beso en la mejilla.
Desaparece de mi vista para ir a encontrarse con Felicia a explicarle la situación. Yo en cambio le mando un mensaje a Kevin para decirle que voy a explicarle todo. Regresa segundos después y nos dirigimos hacia mi casa que en estos momentos debe estar vacía.
Llegamos y efectivamente no hay nadie. Abro la puerta y le digo que tome asiento, accede y seguidamente me mira con cara de preocupación. Ya es hora de que le cuente, pero, ¿cómo será la mejor manera?
—Alejandro, ¿qué pasa? —presiona preocupada y puedo sentir como las manos me sudan antes de acuclillarme frente a ella.
—Amy, llevo días intentando decirte algo, pero es que con todo lo que ha pasado no he tenido la oportunidad.
—Ya dime qué pasa, por favor. Me estoy preocupando. —No quiero hacerte daño, perdóname.
—Debemos terminar con esto.— Esta no fue la mejor manera. ¿Por qué me cuestan tanto trabajo estas cosas? Me mira con cara de confusión y frunce el ceño. En su expresión lo único que distingo es miedo.
—¿De qué hablas? Hasta ayer mismo todo estaba bien. No llevamos ni una semana juntos y ahora quieres romper. ¡Es una broma! —grita enfurecida. La ira se refleja en su cara. Me tiene odio, pero creo que es lo mejor para que ella no sufra. No quiero verla sufrir de más por mi culpa.
—Es lo mejor que puedo hacer. No quiero que sufras ni que tengas falsas esperanzas.— Abre los ojos como platos y se levanta de sopetón.
—Esto fue una artimaña tuya para sentirte mejor por dejarme, ¿cierto?— Admito que me sorprendo al escuchar eso. ¿Cómo puede decirme eso?
—No tiene nada que ver con esto.
—Entonces no entiendo. ¿Qué hice mal? — me levanto junto a ella y veo como comienza a caminar de un lugar a otro.
—Tú no hiciste nada mal. Eres una excelente persona.
—Soy una estúpida al pensar que me querías y que querías volver a tener todo como antes. —las lágrimas de furia se resbalan por sus mejillas y siento que mi corazón da un vuelco. Solo quiero darle un abrazo, quiero darle mi cariño, hacerle ver que todo va a estar bien, pero es que ni yo sé si esto va a salir bien.
—¡No me toques! —me grita alejándose—. ¡No quiero que me toques! ¡Todo lo que me decías era una falsa! ¡Y yo me lo creía de estúpida! ¡Me voy de aquí! —Recoge su bolso y miro como abre la puerta para salir de una vez.
—No, Amy, no te vayas. Por favor, déjame explicarte mejor —suplico sintiendo mi corazón martillarme en los oídos y el miedo oprimiendo mi garganta.
—¿Explicarme? No tienes que explicarme nada. Déjame ir. —La agarro de las muñecas y mantengo nuestros ojos en contacto.
—Nunca te dejaré ir.
—Acéptalo, eso fue hace mucho tiempo— me escupe las palabras en la cara y se suelta de mi agarre.
Me deja con la palabra en la boca y sale por la puerta completamente destrozada. Me siento en el sillón y de un momento a otro yo también me deshago pensando una y otra vez que tengo la culpa de todo. Todo esto pasa por no poder decir que no.
—¿Qué haces? —la veo desde el lente divertida y le acerco aún más la cámara a la cara. Comencé a grabarla mientras hace un arreglo de las partituras para el coro de la escuela desde hace ya un rato pero al parecer ya se ha dado cuenta.
—Estoy grabando a la mejor directora de coros del país.
—No digas tonterías y ayúdame. —me saca la lengua en respuesta y comienzo a reír.
—No son tonterías. Qué poca fe tienes en ti.— Y ahí está esa sonrisa que tanto me gusta.
Ya llevamos tres meses juntos y no me puedo creer que haya perdido tanto tiempo sin haberle dado una oportunidad hace tiempo. Sinceramente en la secundaria no la recuerdo así. La recuerdo más niña y menos madura. Ahora es más hermosa, inteligente y me encanta...
—¡Tierra llamando a Alejandro! —salgo de mi mundo mientras me doy cuenta de su mano agitándose en mi cara.
—Sabes que quiero todo contigo, ¿verdad? —hablo impulsivamente y Amy abre los ojos mientras la sangre le inunda sus mejillas. Hasta yo me sorprendo de las cosas que puedo llegar a decir sin pensar. Solo sucede con ella, todo es para ella.
—Sí, cla-claro —responde nerviosa volviendo a dirigir su mirada al papel.
Me aproximo para estar a menos de veinte centímetros de distancia, le doy un beso en la frente y le coloco mi mano en su mejilla.
—¿Tú me esperarías?
—¿A dónde vas? —pregunta frunciendo el ceño.
—No en ese sentido. Te digo, si me tuvieras que esperar, ¿lo harías o me dejarías ir?
—Te esperaría. Siempre. —Acerco un poco más mi rostro al suyo y no puedo dejar de pensar que es jodidamente preciosa.
—¿Me lo juras?— Le muestro el dedo meñique para que lo entrelace con el suyo a modo de promesa, como los niños pequeños.
—Sí. —Entrelazamos los dos dedos.
—Nunca me dejes ir. —aparto nuestros dedos entrelazando las manos y roza su nariz con la mía.
—Nunca. — me da un beso en los labios con ese sabor dulce que solamente tiene ella—. Te amo
—Te amo.
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