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⚘ | Capítulo 2

—02/07/2023

Ya llevaba un rato sintiendo los rayos del sol dar contra su cara, pero no fue hasta ese momento que finalmente se despertó de aquel extraño sueño que estaba teniendo y ya había olvidado.

Por instinto tomó su teléfono para revisar la hora, pero al ver cómo ya eran casi las diez, recordó por qué su alarma no había sonado: al fin estaba de vacaciones de verano. El día anterior había vuelto a Kahakai desde Pikomakani, no es que se hubiera dormido muy tarde pero sí que había aprovechado esa libertad para dormir para descansar las horas de desvelo y ajetreo que se habían acumulado en las últimas semanas de la universidad.

Se levantó dejando el teléfono nuevamente en la mesa de noche, y como era su costumbre, se asomó a la ventana mirando cómo la calle ya tranquila de por sí era iluminada por la amable luz de la mañana.

—¡Perla! —la llamó una vez abrió la puerta de la habitación y en pocos segundos escuchó las patitas de la perra correr escaleras arriba hasta entrar a su cuarto.

Se puso un pantalón corto acompañado por una camiseta delgada de tirantes, el calor ya se hacía sentir y aunque en la calle la brisa refrescara un poco, en su casa siempre se encerraba el calor y era costumbre ir ligeros de ropa en su interior.

Por la hora supo que sus padres ya se habían ido desde hace tiempo al restaurante, por eso bajó para prepararse su desayuno sin esperar por ellos.

Ven, vamos a comprar coco, ¿sí? —cerró la puerta del refrigerador y se dirigió a la puerta para ponerse unas chanclas y con estas mismas salir a la calle esperando porque Perla lo hiciera también.

El camino hasta la tienda era bastante corto, sólo debía caminar dos calles hacia la derecha desde donde estaba su casa. Esa zona era bastante tranquila a pesar de estar algo cerca de la playa.

Las calles más cercanas a la costa no estaban pavimentadas, estas eran una mezcla entre la terracería de los caminos originales y la arena que el viento arrastraba, pasadas unas dos calles así ya comenzaba el pavimento que llevaba hasta el centro de la pequeña ciudad. Pero la zona donde se encontraba su casa se trataba de uno de los varios barrios más tradicionales de la ciudad, donde se podían ver casas antiguas y con el estilo propio de Hoshijima, por eso, aunque estuviera ya un poco hacia el interior, el suelo seguía siendo de tierra. Era algo peculiar en Kahakai y las ciudades pequeñas que, aún en el centro de estas, hubiera varios taone.

En la capital aún había unos cuantos, pero varias de esas casas ya estaban abandonadas o eran alquiladas a los turistas porque los dueños estaban hartos de que su barrio fuera tan concurrido por estos. Por eso era bien sabido que los verdaderos taone eran los de las ciudades pequeñas y pueblos de la isla.

Kia ora, buenos días. ¿Me da 200 gramos de coco rallado? —pidió a la dependienta tomando en brazos a Perla para que no se metiera entre los aparadores.

—Buenos días, claro que sí —la mujer saludó con una sonrisa y fue por una bolsa ya llena que le dejó en el mostrador.

—Gracias —dijo con una pequeña sonrisa entregando el dinero.

—Hace mucho que no te veo por aquí, ¿vas a pasar el verano en Kahakai?

—Sí, ya acabé las clases y ahora vengo a pasar aquí las vacaciones, hay que ayudar en el restaurante.

—Sí, y más que ahora se viene la temporada alta —le dio la razón la mujer compartiendo una sonrisa algo más grande que la suya—. Bueno, pues disfruta tus vacaciones. Cuídate mucho, Myrna, mi vida.

—Muchas gracias, igualmente —agradeció con una sonrisa antes de irse—. Kia ora.

Kia ora.

Dejó a Perla en el suelo y retornaron a su casa donde mezcló el coco con leche y azúcar hasta tener listo uno de sus adorados licuados de coco. Se sentó en la barra de la cocina y empezó a beber después de servirle sus croquetas a la perrita.

Así sabe el verano —pensó en voz alta con un suspiro después de saborear el primer trago.

Entonces tomó su teléfono y empezó a revisar las notificaciones que le habían llegado desde la noche anterior.

⤹ Queen-K: ¡Ya voy para allá!

⤹ Queen-K: ¡Agárrate porque ya va a llegar la más zorra de la isla!

Se le escapó una risita y tomó un poco más de su licuado mientras veía la foto que había mandado Kyon y luego respondía. 

⤸ Myrmaid: Con razón hacía tanto calor cuando me desperté XD

⤸ Myrmaid: ¡Avisa cuando llegues!

⤹ Queen-K: Sí, es que hoy me desperté más ardiente que de costumbre.

⤹ Queen-K: Justo ahora estoy subiendo al avión, llegaré en unas horitas. Cuídate, bebé º3º

⤸ Myrmaid: ¡Ten buen viaje! <3

Vio cómo Kyon se desconectaba finalmente, así que revisó el resto de chats, comprobando que no tenía más mensajes. No es que amaneciera con muchos de ellos en realidad. Norika seguramente estaba despertando apenas. Sus compañeros de la universidad, aunque cada vez se llevaba mejor con ellos, dudaba que le escribieran repentinamente, más aún si volvían a sus ciudades en el verano.

Era curioso porque la mayoría de jóvenes de Kahakai y de Hoshijima en general se iban a Naha o a alguna otra parte de Japón para estudiar la universidad, ya fuera porque la facultad se encontrara en otra parte de Okinawa, o porque hubieran decidido ir a otra universidad en alguna prefectura distinta. Pero en el caso de Myrna y Norika salir nunca fue una opción desde que escogieron su carrera. Para empezar, la facultad de biología marina era la primera que habían llevado a Hoshijima desde la isla de Okinawa.

Y de por sí era sabido que el mejor lugar en Japón para estudiar esta rama de la biología era en Hoshijima, la gente venía de otras partes del país para entrar y realizar sus estudios en la isla. Los cupos eran limitados, por eso ninguna de las dos se pensó dos veces rechazar la ligera prioridad que tenían por ser residentes de la isla y presentaron sus exámenes de admisión teniendo muy buenos resultados y su lugar merecido.

De hecho sólo había cuatro alumnos en la carrera que eran de Hoshijima o por lo menos vivían ahí antes de empezar los estudios. Un par de ellos eran de otras islas de Okinawa, pero casi todos venían de Kanto u otras regiones fuera de la prefectura.

Antes de apagar su teléfono le llegó una notificación nueva que le sorprendió un poco, pero también le provocó cierta alegría, en serio disfrutaba hablar con ese chico.

⤹ ImperiaLeo: Hola! Buenos días~

⤸ Myrmaid: Hola! Qué temprano, ¿no? ¿Todo bien? Allá son como las cuatro de la mañana

⤹ ImperiaLeo: Sí XD Es que hoy nos vamos a ir a un viaje de un día con mis hermanos entonces ya estamos levantados desde tan temprano

 ⤸ Myrmaid: Qué bien! Pues que disfrutes el viaje, me mandas fotos ^^

⤹ ImperiaLeo: Sí, sí, yo te mando fotos y todo!

Siguieron hablando unos minutos más hasta que al otro lado, Leonardo tuvo que dejar el teléfono para seguir preparando lo necesario para el viaje.

Cuando terminó de desayunar y dejó limpia la cocina, fue a prepararse para ir hacia el restaurante. Su abuela se había ido con sus padres, pero seguro que no tardaba en volver, ella solía ayudar sólo en las mañanas para luego ocuparse de la casa, por eso se dio prisa para llegar al restaurante a tiempo y no dejar con mucho trabajo a sus padres si es que lo tenían.

—Ya me voy Perla —se despidió dejándola en el patio junto a su plato de comida y tazón con agua. Sonrió al ver cómo parecía responderle con un ladrido.

Guardó su teléfono en su pequeño bolso junto a su billetera y llaves, y se fue en dirección al restaurante. Pero al llegar se alivió al ver que sólo estaban los clientes habituales tomando un desayuno mientras sus padres y su abuela preparaban las cosas para poder preparar la comida del mediodía.

—Ya le están cogiendo el truco, van muy bien —aplaudió ligeramente Otomura una vez salieron del agua los chicos junto a Tsunami.

—Sí, la verdad es que van genial —asintió el pelirrosa dejando su tabla en la arena junto a la de Otomura y los otros chicos que ya se habían cansado.

—Esto es un vicio: una vez casi consigues levantarte, te caes y más ganas dan de volver a intentarlo —rio Njáll antes de volver a mirar el mar detrás suyo.

—Sí, en verdad lo es —asintió Otomura llevando también la vista al agua—. Mi mamá me enseñó a surfear cuando recién llegué a la isla y desde entonces se ha vuelto un vicio, es una forma de desconectar de todo, es muy relajante aunque no lo parezca.

—¿Tu mamá también sabe? Eso es genial —comentó Endou sentándose al lado de Hitoka.

—Sí, a mis mamás les gusta mucho así que crecí con el surf en casa. Mi mamá Tala es más bien aficionada, pero mi mamá Aka sí es apasionada del surf, ella competía y todo. Ahora está en Nueva Zelanda trabajando, pero cuando vuelve aquí aún viene a coger olas. El mar del sur es el mejor, de hecho en Kahakai ya ha habido muchas competencias y en algunas temporadas viene mucha gente.

—Por eso los quisimos traer aquí. En Pikomakani no está tan mal pero depende mucho de la temporada, y estos días la verdad es que no vale la pena.

Todos se quedaron sentados mirando hacia el mar en silencio disfrutando del sol que les acariciaba la piel, templando así sus cuerpos después de haber pasado un buen rato en el agua fría.

El grupo formado por Hitoka, Mayu, Hiroto, Gouenji, Endou y Njáll llevaba toda la mañana en la playa, pero el resto de chicos habían aprovechado para conocer el resto de la ciudad sureña de Kahakai. Llevaban horas paseando, conociendo el centro de la ciudad, mirando las pequeñas tiendas y locales mucho menos ostentosos que los de la capital. Tsuji fue el único que no los acompañó, pues además de no practicar surf, ya tenía planes con su familia en su día libre.

Las horas se pasaban volando, y aunque esta ciudad fuera menor que Pikomakani, en verdad ellos sabían que una tarde no sería suficiente para conocerla toda.

—¿Quieren ir a comer? —propuso Tsunami levantándose después de un rato— Ya casi son las cuatro y por el ejercicio me imagino que tendrán hambre, ¿no?

—Sí, la verdad es que yo ya tengo hambre —rio Endou levantándose también—. ¿Dónde sería un buen lugar para comer?

—Por eso no se preocupen, nosotros nos criamos aquí, conocemos casi todos los restaurantes de la ciudad y los de la costa aún más —hizo un gesto con la mano para restarle importancia y luego Otomura asintiera con su común serenidad.

—¿Le avisamos a los demás para que vengan y comemos juntos? —sugirió Gouenji casi de inmediato, pero Hitoka negó moviendo su teléfono de lado a lado aunque este estuviera apagado.

—Acabo de hablar con Aphrodi y dice que ellos ya están comiendo en la ciudad.

—Oh, bueno, entonces supongo que seremos sólo nosotros.

—En ese caso... —Tsunami se agachó para coger su tabla y luego levantarse enérgicamente— Vamos a dejar estas tablas en la camioneta, si quieren cambiarse adentro, adelante, y vamos a comer, ¿sí?

Nadie tuvo nada que objetar. Tomaron sus tablas y fueron directamente hacia la camioneta en la que habían llegado hasta allá. Se repartieron en dos transportes: uno que les facilitaba la empresa y fue conducido por Otomura, y la camioneta de Hurley, su icónica Volkswagen Kombi Westfalia de 1964.

No sólo Gouenji, un gran fanático de los autos clásicos, se había enamorado completamente de la camioneta y había vivido un sueño viajando en ella por la isla, sino que todos habían quedado cautivados por el modelo de la camioneta y lo cómoda que era aunque no lo pareciera. Había espacio más que suficiente para llevar las tablas y aún así caber todos. Pero eso no había sido lo que más los había impresionado, sino que según Tsunami, una parte del techo podía levantarse y se convertía en cama, al igual que el asiento más amplio si este se reclinaba hacia atrás. En partes de las paredes había armarios, incluso una cocina diminuta en el pequeño mueble. No dejaba de parecerles increíble cómo todo eso podía estar en una camioneta.

Las chicas entraron para cambiarse rápidamente y luego poder ir hacia el restaurante que habían decidido enseñarles Otomura y Tsunami.

Se trataba de un restaurante de pescado y mariscos, nada más entrar encontraron unas cuantas mesas ocupadas aunque en verdad el local no era demasiado amplio.

Kia ora —saludó Tsunami a la mujer que justamente se acercó para recibirlos en la entrada.

Kia ora, welina... —empezó a saludar ella un poco apurada por llegar corriendo desde el otro lado del restaurante, pero al reconocer a los dos chicos los saludó con una amplia sonrisa— Tsunami, Otomura, hace mucho que no los veía, ¿cómo están? Adelante, adelante.

Hicieron un gesto para que los invitados se adelantaran y ocuparan la mesa más grande que estaba libre aún.

—Muy bien, con mucho trabajo por suerte o por desgracia —rio Tsunami haciendo sonreír también a la mujer.

—Eso siempre es bueno, eso siempre es bueno —le puso una mano en el hombro antes de dirigirse a todos—. En un momento les traemos sus manteles y la carta.

La mujer se fue y ellos siguieron hablando unos segundos.

—Esta marisquería ha estado aquí desde hace años, desde que nuestros padres eran jóvenes por lo menos, así que no pueden irse de Kahakai sin haber comido aquí.

—Además tiene vistas hacia la playa —Otomura hizo un gesto con la cabeza mirando así el paisaje perceptible a través de la enorme puerta del local.

Welina, buenas tardes —pronto llegó alguien más para colocar los manteles de cada uno y luego una cestita con todos los cubiertos en el centro y dos cartas—. ¿Quieren que ya les tome la orden de sus bebidas o mejor esperamos y lo piden junto?

—Esperamos un momento, por favor —dijo Otomura con una expresión de confianza que fue respondida con una pequeña sonrisita antes de irse.

Los dos chicos se ocuparon de explicarles todo el menú a los chicos, sugerirles las mejores comidas y terminar por armar un menú bastante equilibrado para poder probar de todo y no llenarse demasiado.

Tiempo después les tomaron la orden. Y aunque estuvieran hablando japonés todo ese tiempo, e incluso llevaran ya medio día oyendo el acento de de Tsunami y Otomura, la conversación para pedir la comida por un momento los desconcertó, casi parecía un idioma distinto aunque entendible. No sabían si era por la rapidez con la que hablaban o por lo cerrado que se hacía el acento en algunas ocasiones, además de algunas palabras que nunca habían escuchado.

Quizá quien menos entendió todo aquello fue Njáll. Si a veces aún le costaba un poco entender el japonés de Tokyo, esta vez se quedó sin palabras al no poder comprender algunas partes de la conversación. Por suerte no había sido el único.

Aunque también su falta de atención hacia la charla se debía a su distracción. La voz de quien les tomaba la orden era bastante peculiar, muy armoniosa e incluso dulce a su oído, pero por varios segundos no sabía asignarle algún género concreto. Al observar discretamente a su camarero se dio cuenta de que su aspecto también podía resultar bastante ambiguo, de ahí que se picara aún más por unos segundos.

Fue la forma en la que hizo el gesto de acomodarse el cabello, junto a lo corto de su short que permitía verle la forma de las piernas, lo que lo hizo inclinarse hacia el género femenino como respuesta.

Pero sus miradas no pasaron desapercibidas, antes de irse con la orden escrita en la libretita, ella se fijó en Njáll sorprendiéndose un poco al ver que la miraba, pero sólo le sonrió antes de irse rápidamente.

—¿En qué hablaban? Sonaba muy diferente —comentó Hitoka con cierta sorpresa.

—Exacto, por momentos no entendí lo que decían —asintió Hiroto mirando a Tsunami.

—Al menos sé que ahora no fui el único que no entendió —Njáll exageró el suspiro de alivio llevándose la mano al pecho.

—Dialecto de Hoshijima —rio Tsunami—. Llevamos hablando todo el día así, de hecho...

—Tsunami tiene acento muy cerrado, y habla demasiado rápido —aclaró Otomura—. Intentamos suavizar un poco el acento al hablar con los turistas por obvios motivos, pero a veces sí que se marca mucho. Además el dialecto de Hoshijima se diferencia del del resto de Okinawa por las palabras extranjeras.

—¿Palabras extranjeras? ¿Cómo cuáles? —preguntó Endou.

—Hoshijima es una mezcla de culturas, gran parte de la población tiene algún vínculo con Hawái, Filipinas, Samoa, Nueva Guinea, Australia o Nueva Zelanda. De hecho la isla se convirtió en parte de Japón después de la Segunda Guerra Mundial, hasta entonces éramos simplemente una isla más del Pacífico. Después de la guerra empezaron a llegar muchos japoneses, también filipinos, y el abanico cultural creció mucho más, pero... podría decirse que tenemos más similitudes con las islas del Pacífico como Hawái o Samoa, que con el resto de Japón, culturalmente hablando, claro. Por eso en el dialecto hay palabras en hawaiano y maorí principalmente, cada uno aportó su cachito de cultura. Además muchísimas familias todavía hablan algún otro idioma en sus casa, el japonés es el idioma oficial pero no el único que se habla.

—También hay muchas palabras en inglés por la influencia con Australia, Nueva Zelanda y Hawái —lo apoyó Tsunami antes de que él asintiera—. Yo soy mitad hawaiano, por ejemplo, Cadence es australiano pero sus mamás son de ascendencia filipina y neozelandesa... Los dueños del restaurante son brasileños, bueno, la mujer es de allá.

—La gran mayoría de personas hablan por lo menos algún otro idioma en sus casas —Cadence lo apoyó seguido por un gesto con la cabeza—. En mi casa se habla inglés y tagalo por mis mamás, Tsunami y su papá hablan en inglés también... En la escuela se enseña el maorí, por ejemplo.

—Wow, en verdad es genial todo eso, es una mezcla tan grande... —Mayu asintió con cierto asombro por la explicación de ambos chicos.

—Sí, sí. Es muy curioso porque tenemos tradiciones japonesas, hawaianas, maoríes... Casi todos tienen alguna ascendencia de otra cultura. Estamos bastante orgullosos de eso.

—Como pudieron notar, varios de los nombres de las ciudades y pueblos están en otro idioma. Por ejemplo, Pikomakani significa punta del viento en hawaiano, Kahakai es costa en hawaiano también... El famoso Kia ora que seguro llevan todo el día escuchando es hola y adiós en maorí. Muchas palabras vienen de otros idiomas así que no se preocupen si no entienden algo, es muy normal —siguió explicando Otomura.

La conversación acerca de la isla prosiguió hasta que les entregaron los platos cargados de comida cuyo olor les abrió por completo el apetito que ya estaba acechando desde que salieron del mar.

—¿Le retiro su plato? —preguntó y al ver cómo el hombre asentía, recogió el plato vacío antes de volverse a dirigir a él— ¿Va a querer algo más?

—¿Qué postres tienen? —preguntó después de estar pensativo unos segundos.

—Tenemos pay de limón, pay de queso, helado de vainilla, gelatina de varios sabores, pastel de moca y... déjeme preguntar si aún nos queda mousse de zarzamora —enumeró los postres tratando de hacer su mejor memoria, pero no fue necesario ir a preguntar.

—El pastel de moca está bien.

—¿Pastel de moca? Perfecto, ahora se lo traigo —dejó una última sonrisa antes de terminar de recoger e irse hacia la cocina de vuelta.

Dejó el plato en el lugar indicado para luego poder lavarlo, y se dirigió hacia el frigorífico que tenía los postres para poder sacar de ahí un platito con el pastel y pretender ir hacia las mesas de nuevo.

¡Myrna! Necesito que vayas a comprar —escuchó la voz de su mamá, pero al estar ya en las puertas, sólo avisó que iría a llevar el postre y ahora anotaba lo necesario para poder ir a comprar.

Volvió a la cocina rápidamente y sacó su bolígrafo del bolsillo de su delantal para anotar lo necesario.

Ya estoy, ahora sí dime —tuvo que alzar un poco la voz por el sonido de las cacerolas y sobre todo, el del cuchillo que hacía su padre al estar cortando el pescado.

Un paquete de algas nori, dos botellas de salsa de soja, laurel y un bote de ajo en polvo.

A ver... Nori... Ay no, aquí no —murmuró empezando a escribir, pero al darse cuenta de que el reverso de la hoja donde había escrito ya estaba ocupado por la cuenta de una de las mesas, inmediatamente lo dejó y buscó otro papel cualquiera, hallando como único recurso una servilleta donde anotó todo lo demás— Okay, entonces ahora vengo. Dejo las notas aquí en la mesa.

Se quitó su delantal y lo dejó doblado en la misma mesa, tomó el dinero de la caja registradora y salió teniendo que cruzar la zona donde estaban las mesas, para poder dirigirse hacia el supermercado que no estaba precisamente lejos.

—Aquí tienen la cuenta, chicos —la mujer les entregó una cestita con la cuenta antes de retirarse dejándoles una sonrisa.

Hicieron cuentas rápidamente y llegaron a la cantidad que cada uno debería pagar, la verdad es que al repartirlo entre todos salía bastante barato y todos estaban de acuerdo en que había valido totalmente la pena, la comida estaba deliciosa.

—Aquí está mi parte —Tsunami dejó un billete y las monedas justas en la canasta antes de levantarse lentamente captando la atención de los chicos quienes prácticamente le preguntaron con la mirada a dónde se dirigía—. Voy a ir a saludar a August.

Otomura asintió al haber sido el único que entendió realmente.

—Los veo en la camioneta, ¿sí? Ahí vemos qué hacemos después. Nos vemos.

Todos se despidieron de él y también lo hizo de la mujer del restaurante antes de irse.

—August es su novia —aclaró las dudas Otomura—. Ella tiene un local en esta misma calle, está más hacia el muelle. Pero como ahora trabajamos en Pikomakani y a veces Tsunami se queda con su padre en otro pueblo que está en la zona de la montaña, ya no se ven tanto y tienen que aprovechar estos momentos.

—Entiendo. Qué lindo —comentó Hitoka con una sonrisa.

—Sí —sonrió él de vuelta—. Si quieren luego podemos pasar a su local, vende yogurt helado así que si se les antoja podemos ir.

—Sí, sí, suena rico —asintió varias veces Mayu antes de ser apoyada por Endou.

—Además con el calor se antoja mucho.

Se quedaron en silencio unos segundos antes de que Gouenji se dirigiera a Otomura.

—Oye Otomura, una pregunta.

—Sí, dime.

—Ayer te presentaste como Otomura Gakuya, pero Tsunami te dice Cadence todo el tiempo, ¿es un apodo o algo así? Es que a lo mejor prefieres que te llamemos así, o a lo mejor no y es algo personal... para saber y no meter la pata, ¿sabes?

—Ah, eso. No, no hay ningún problema —comentó con una pequeña risa—. Sí, podría decirse que Cadence es como un apodo, pero de las dos formas me siento cómodo así que siéntanse libres de llamarme como quieran.

En eso llegó la mujer para recoger la canasta con el pago. Se despidieron mientras recogían sus cosas y salieron quedándose en la entrada del restaurante.

—¿Entonces quieren ir por el yogurt helado? —preguntó Cadence.

—¡Sí, vamos! —asintió Hitoka.

—Está por allá —señaló el lado izquierdo de la calle y comenzaron a caminar hacia allí con bastante calma.

—¿Qué lees? —preguntó Endou mientras rodeaba con un brazo el cuello de Njáll y se fijaba en el papelito que llevaba en las manos— ¿La cuenta?

—Sí. Así voy repasando algunas palabras —comentó con una risita.

—Bueno, no sé si "Moqueca de camarón" te vaya a ser muy útil en tu día a día, pero está bien que quieras aprender —señaló uno de los nombres que estaban escritos haciendo que ambos rieran.

—Nunca se sabe, nunca se sabe —dijo entre risas—. Así también ya sé qué voy a pedir la próxima vez que vengamos, en serio estaba muy rico todo.

—Eso sí.

Pero Njáll se sorprendió al ver una marca en el papel. No se distinguía mucho, parecía un simple manchón en la nota, pero por curiosidad le dio la vuelta topándose con una palabra allí escrita.

—Nori —leyó en voz alta.

Por un momento no supo qué significaba, a cuenta de qué venía eso. Pero al oír a Endou comenzó a aclararse todo.

—Debe ser el nombre de quien nos atendió. En la nota del restaurante de ayer, la señora escribió su nombre, ¿recuerdas? Parece que es una costumbre aquí —al escucharlo tan convencido y tranquilo, le creyó inevitablemente. Era muy lógico porque ya lo habían visto en la comida y cena de la noche anterior.

—Tiene sentido —asintió varias veces.

Endou le sonrió antes de que volteara al ser llamado por Hiroto y Mayu dejando a Njáll solo con sus pensamientos.

—Nori... —volvió a repetir en voz más baja.

Había quedado muy intrigado con su camarera, más de lo que le gustaría aceptar. Había asumido que era mujer por algunos de sus rasgos y gestos, pero había otros aspectos que lo hacían dudar de ello.

Normalmente no le daría tanta importancia, no era su problema de qué género fueran las demás personas, y mucho menos con cuál se identificaran independientemente de su cuerpo. No dejaba de parecerle genial la diversidad de personas que había conocido en sus viajes y su propio país, le gustaba aprender de otra gente.

¿Pero entonces por qué le había atacado tan fuertemente la curiosidad con esa persona? Su voz le había parecido confusa, pero aún así lo había capturado. Sintió incluso algo de lástima al ver que se fue antes que ellos y ya no podría seguir escuchándola en aquel dialecto en el que poco conseguía entender, y a lo que sí, no le daba importancia por estar perdido disfrutando de aquella voz agradable e incluso dulce para él.

Podría definir a aquella persona como algo que, al haberle parecido tan bello, cada vez era más misterioso y él ahora estaba completamente cautivado.

—Nori...

Y ese nombre no ayudaba a resolver ninguna de sus dudas.



Aquí estamos con otra actualización. Debería haber actualizado ayer, pero aquí estamos apenas.

Ya empieza, ya empieza todo el asunto, ya se están conciendo los personajillos ewe

¿Qué tal? Espero que les haya gustado el segundo capítulo :')

El siguiente ya viene un poco más potente, espero que les guste <3

Atsushi~

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