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Capítulo 9.

Después de su sincronizada propuesta de matrimonio, la pareja se tomó su tiempo para preparar la boda. Existían días en donde sentían que los preparativos los estaban absorbiendo. A veces pensaban que era demasiado estrés para un acto en donde sólo reafirmarían su amor ante sus familiares y amigos.

Así que para estas alturas; iban con calma, no querían correr con los preparativos, igual, sólo era una ceremonia, porque sus vidas y almas ya estaban unidas desde su primer beso. No se estresarían, y se tomarían el tiempo necesario para tener todo listo, no correrían.

Pasaron unos cuantos meses, y la pequeña Sun Hee balbuceó su primera palabra. El alfa decidió hacer un berrinche cuando escuchó de los labios de su princesa salir esas palabras, él deseaba ser la primera palabra del fruto de su amor con el omega, pero su cachorra le mató el deseo.

— Kookie, deja de hacer pucheros, y háblale a la cachorra.

— No quiero... Ella mató mis esperanzas...

TaeHyung se encontraba con su hija en brazos, y con una gran sonrisa adornando su rostro. — Alfa, ¿en serio le vas a hacer dramas a tu hija? — El castaño asintió. — Amor, la cachorra lo siente.

— No lo siente. — Se cruzó de brazos, y se sentó en el piso de la sala. — Mira como sonríe, está orgullosa de haberme traicionado. — Les dio la espalda.

— ¡Jeon JungKook!

— Ahora mi omega me grita. — Expresó con tono dramático y casi llorón.

— Kookie, míranos, y deja de hacer pataletas...

— No quiero. — Agachó la cabeza. — Mi bella florecita me hirió en lo más profundo del corazón.

— Jeon...

— Ahora me llamas por mi apellido.

TaeHyung caminó hacia donde se encontraba su alfa, se sentó frente a él, y dejó a la cachorra sentada en su regazo. — Mírame, alfa caprichoso. — El castaño apartó la mirada. — Me miras en este momento, o te juro por la cachorra que te dejo en abstinencia por un año.

— ¡¿Qué?! No serías capaz.

— Ponme a prueba...

— Eso es darme un golpe bajo, omega. — Lo miró haciendo un puchero pronunciado. — Ahora hasta me amenazas con ponerme en abstinencia.

TaeHyung sonrió ante las caritas que su alfa le hacía. — Kookie, es que te pones dramático al mil por ciento.

— Culpa de la cachorra. — Sun Hee le gruñó. — ¡Y ahora me gruñe!

— No le gruñas a papá dramático. — Pellizcó dulcemente la pequeña naricita. — Y tú, alfa, conejo preñador... — Alargó su mano para acariciar la blanquecina mejilla. — ¿En serio te disgustó que la primera palabra de nuestra princesa hubiese sido esa? — El castaño miró a su hija, y ella le sonrió.

— Bueno, no me disgusto, es lindo que su primera palabra hubiese sido tú. — Posó su mano sobre la del omega. — Pero yo quería ser su primera palabra... Todos estos meses le estuve repitiendo que dijera papá, papá.

— Pero puedes ser la segunda... — TaeHyung cambió la expresión de su rostro cuando recordó algo.

— Osito...

— Ay, no, Jimin... Enserio te pasaste con tu bromita.

— ¿Qué? — Lo miró confundido. — ¿Qué tiene que ver Jimin con nuestra conversación?

— Es que... Alfa...

— TaeTae, dime...

El peliazul sonrió nervioso, sabía que se venía otro drama. — Kookie... conejo... es que creo que sé porque nuestra cachorra no te llamó en su primera palabra.

— Dime, quiero saber...

— Alfa, ¿quién me dice TeTe?

— Jimin. — Respondió de inmediato. — Pero no entiendo.

— ¿Cuál fue la primera palabra de Sun Hee?

— TeTe. — Respondió, y la cachorrita gateó hacia el regazo del alfa. — ¡Ay, no! Esa pulga aporreada no se atrevería, ¿verdad? — Acomodó a su hija en sus piernas.

— Alfa, hace tiempo atrás encontré a Jimin diciéndole a la cachorra que no fuera a decir papá en su primera palabra.

— Si me llegas a confirmar mi sospecha... Voy a apachurrar a esa pulga.

— Entonces no te digo nada.

— TaeHyung... — Lo miró profundamente, y allí el omega supo que su alfa lo castigaría si no hablaba. — Termina de hablar, o no te bañaré durante un largo tiempo.

— ¡No seas así!

— ¿Verdad que no es bonito que te quieran quitar lo que te gusta? — El omega negó con su cabeza. — Ahora, dime, y esta noche dejaré que tu...

— No digas cosas frente a la cachorra. — Lo interrumpió. — ¿Qué me dejaras hacer? — Sonrió coqueto.

— ¿No te lo imaginas? — TaeHyung mordió lentamente su labio. — Omega, esta noche mi lobo y yo nos dejaremos hacer lo que tú quieras... Y ya sabes a lo que me refiero.

Las imágenes de su último encuentro llegaron a su mente. La cama deshecha, las almohadas de alguna manera terminaron sin relleno, y su alfa jadeando de placer, pidiendo que lo hiciera ver estrellas de nuevo.

— Lo siento, Jimin...

JungKook sonrió satisfecho. — Mueve esos lindos labios y habla, mi amor.

TaeHyung asintió frenéticamente, se había vuelto adicto a esas sesiones de pasión desenfrenada en donde se tomaban el uno al otro.

Su mente ahora sólo le decía que hablara, y no pensara en nada más.

— Amor, pues, Jimin le dijo que en su lugar debía decir TeTe, TeTe... Yo le pregunté que para qué hacía eso, y él me respondió que era para hacerte rabiar. Que ya se imaginaba tu pataleta al ver que la cachorra no te llamo a ti... Le dije que no lo hiciera, que dejara de decirle esas cosas a la niña, pero veo que no lo hizo.

— Park Jimin...

— Tete. — Balbuceó la cachorra.

— ¡Pulga aporreada y descaderada esta te la voy a cobrar!

— Jeon, tú no te cobrarás nada. — Le advirtió.

— Solo será una pequeña apachurrada.

— No harás nada, o de lo contrario, tendré que negarme a tu propuesta de hace un momento.

— ¡Es injusto!

— Te recuerdo que meses atrás, tú, alfa gracioso... — Lo señaló con el dedo.

— Uy, no, no lo digas que me acuerdo del golpe que me dio Park.

— Eso te pasa por gracioso.

— Casi me deja sin la posibilidad de dejarte panzón de nuevo.

— Y tú te pusiste de chistoso a encerrar a su alfa en un baño, y decirle que se encontraba en una orgía con tres omegas.

— Me la debía por haberme dicho que me habías abandonado por un alfa más guapo.

— Ustedes dos a cada rato se andan haciendo esas bromitas pesadas, y mira el resultado.

— Pero me pegó re fuerte.

— ¿Qué esperabas? Amor, te recuerdo que Jimin entró en celo ese día, y tu saliste con esa broma. Obviamente iba a salir corriendo a buscar a su alfa, y cuando vio que lo encerraste y dijiste tremenda burrada; pues él solo te pegó porque no estaba de genio para tus cosas.

— ¿Mis cosas? Casi me deja sin descendencia.

TaeHyung se carcajeó. — Ahora que recuerdo... Yoongi también te pegó allí abajo.

— Omega, no te rías.

— Perdón amor, pero si fue gracioso, tu bromita casi te lleva a castración inmediata.

— Me dolió.

— Conejo, pero así aprendiste a no meterte con el alfa de Jimin, esas bromas no se hacen.

— Y tú no me defendiste.

Ese día su omega sólo se reía de ver cómo Jimin lo agarró a zapes, después de darle un golpe bajo, y Yoongi lo sostenía para que no se cubriera.

— No te defendí porque te merecías los coscorrones, pero esa noche te hice un masaje con mi lengua en tus...

— Shh, la cachorra. — Posó uno de sus dedos en los labios del omega. — Ya se me olvidó porqué estaba haciendo berrinche. — TaeHyung sonrió, y besó el dedo del alfa.

— TeTe. — La bebita chupó sus pequeños deditos.

— Ya me acordé. — Acarició los castañitos cabellos de su florecita. — Pulga aporreada, te pasaste. — Besó las regordetas mejillas de su cachorra. — Ojalá Yoongi no lo vuelva a descaderar, y muera en abstinencia.

— ¡JungKook!

— ¡Omega!

— ¡Alfa!

— Dada.

— Espera, alfa, la cachorra... — Miraron a su bebé.

— Omega, dijo...

— Dada. — Repitió la cachorra mientras agarraba en sus deditos el relicario que colgaba en el cuello del alfa.

— ¡Por la luna! — Se levantó del piso, y empezó a girar en su sitio con la cachorra en brazos. — ¡Dada! Mi bella florecita me dijo dada. — Sus ojos se llenaron de lágrimas.

— Alfa...

— ¡Omega, soy su segunda palabra!

— Eres su segunda palabra, el alfa que la cuida y ama... — JungKook se detuvo, y TaeHyung se unió a ellos en un abrazo. — Su padre que le enseñó a gruñir. Su lugar seguro, eres su todo.

— Y ustedes son mi todo. — Dejó besitos en las mejillas de su pareja e hija.

— Conejo, no importa si eres el primero, segundo, o último. — Le dio un besito esquimal. — Lo importante aquí, es que para tu hija y para mí, tú eres el único alfa que merece nuestro amor, miradas, palabras y mimos.

— Son mi vida, mis dos amores. — Con uno de sus brazos rodeó la cintura del omega y con el otro sostuvo a la cachorra. — Es hora de ponerle el relicario a nuestra florecita. — Inició a girar de nuevo en su eje.

— Mi alfa, mi conejo. — La pequeña cachorra soltaba pequeñas risillas al estar girando con sus padres. — Te amamos...

La pequeña se encontraba sentada en la pequeña manta que JungKook había extendido en medio de la sala para que no sintiera frío en su colita. La castañita se entretenía con sus juguetes, mientras sus padres hablaban de los últimos detalles de la boda.

— Fresita, ¿quién llevará las argollas al altar?

TaeHyung miró a su bebé. — Ay, conejo, yo tenía la esperanza de que fuera nuestra cachorra, junto a las gemelas.

— Amor, no hagas ojitos tristes.

— Es que imagina a nuestra cachorra con nuestras sobrinas, caminando al altar, con sus vestiditos.

JungKook acunó el rostro del omega. — Aun tenemos tiempo, quizás, la cachorra de aquí a unos meses ya camine y pueda...

— ¡Dada! — JungKook miró hacia su bebé. — ¡TeTe!

— ¡Fresita, la cachorra está dando sus primeros pasos!

La pareja se levantó del lugar, y se acuclillaron frente al pequeño cuerpo, extendieron sus manos hacia su pequeña.

— ¡Mi niña! Ven con tus papis.

La pequeña castañita se encontraba de pie, balanceaba levemente su cuerpito, e intentaba no caer al suelo. Sus ojitos estaban fijos en sus padres.

— Ven, bebé, unos pasitos más. — El omega limpiaba sus lágrimas para poder observar con claridad a su hija.

— Ya casi llegas, florecita, otro pasito. — Gotas de agua salina resbalaban por las mejillas del alfa.

La pareja era bien llorona, y si se trataba de los avances de su cachorra, lo eran aún más. Sus sentimientos se desbordaban, e inevitablemente las lágrimas siempre abandonaban sus ojos.

— Aquí te esperamos, fruto de nuestro amor. — Dijeron al unísono.

La cachorra dio dos pasitos más hasta llegar a sus padres. La distancia que recorrió no fue mucha, a medida que ella avanzaba, sus padres lo hacían con ella. En total; dio cinco pequeños pasitos, pero ese pequeño recorrido hizo que alfa y omega sintieran una alegría enorme, la misma alegría que sintieron cuando la vieron por primera vez.

La abrazaron y llenaron de besos, la castañita sonreía al sentir los labios de sus padres en cada mejilla, y el aroma que ellos desprendían; la hacía sentirse segura y amada.

— ¡Sus primeros pasitos! — Exclamó el omega sin poder creerlo.

— Fresita, pareciera que la cachorra entendió tu deseo.

— Tete. — La pequeña abrazó por el cuello a su papi omega.

— No llores, fresita, no llores. — Con su pulgar limpió con delicadeza las lágrimas que se deslizaban por la mejilla acanelada.

— Son lágrimas de felicidad.

— Ay, mi amor, mi omega, tus ojitos brillan tan hermoso aun con esas lágrimas.

— Ustedes son el brillo de mis ojos.

— Nuestra bella florecita... — Besó la pequeña cabellera castaña. — Acabas de darnos el regalo de bodas por adelantado.

— La imagen de sus primeros pasitos sigue reproduciéndose en mi mente.

— Jamás olvidaremos esto. — Se dieron un pequeño beso.

— Alfa, dejemos los preparativos para mañana.

— ¿Qué quieres hacer?

— Salgamos a dar un paseo.

— Tus deseos son órdenes, mi dulce fresita.

Buscaron las cosas necesarias para salir a caminar un rato. El alfa alistó el coche de la cachorra, y bajó hasta la salida del edificio, TaeHyung siguió los pasos de su pareja, con su hija en brazos y la pañalera.

Siempre que salían a caminar, evitaban subir al ascensor con la pequeña dentro del coche.

Estando en la acera, frente al edificio, acomodaron a su pequeña en el coche, se dieron un dulce beso. Entrelazaron sus manos y juntos empujaron el coche paseador.

El día de la boda llegó.

Decidieron alquilar un lugar en donde florecían unos hermosos árboles de cerezo, sus grandes ramas se balanceaban por la suave brisa, algunas hojas volaban por el lugar, creando una vista armoniosa para el evento.

El verde prado indicaba el camino por donde caminaría un omega que amaba con el alma a su alfa.

Dos árboles al lado y lado del castaño, creaban el inicio y el fin del precioso arco de flores que le daba la bienvenida a la pareja próxima en unirse.

JungKook secaba de vez en cuando sus sudadas manos, sólo llevaba esperando unos diez minutos, y sentía que era una década.

— Creo que ya me morí, no siento mi ritmo cardíaco. — Expresó.

— Los nervios te están haciendo decir bobadas. — Acotó Hoseok, que llegó a él con un pañuelo para limpiar el sudor.

— Miento, estoy muy vivo. — Apartó a Hoseok de su campo de visión. — Ahora mi corazón late demasiado rápido. — Expresó cuando vio a su omega en el otro extremo del lugar. — Mi dulce fresita... — Sonrió con su característica sonrisa aconejada. — Mi florecita. — Sus ojos viajaron hacia su cachorra que se encontraba frente al omega.

TaeHyung vestía un traje negro, igual al del alfa, en sus manos llevaba un ramo de Girasoles con algunos Dandelions. Su sonrisa geométrica hizo acto de presencia al ver a su guapo compañero de vida.

La pequeña castañita vestía un vestidito color blanco con un listón verde que adornaba su pequeña cintura, en su cabecita; una pequeña corona de flores de cerezo. Como ya lo habían hablado, las gemelas de los Min acompañaban a su cachorra, cada una al lado de la pequeña Jeon.

Esas tres personitas parecían tres angelitos caídos del cielo, con sus vestiditos y coronas de flores, sonrisas puras y genuinas. Una linda imagen para los presentes.

Las tres cachorras caminaban agarradas de sus manitas, despacio, avanzaron por el camino de pétalos rosados. La pequeña Jeon; sostenía en una de sus manitas la pequeña cesta con las alianzas de matrimonio.

TaeHyung caminaba siguiendo los pasos de sus princesas, sonriente y enamorado, el matrimonio Min recibió a las cachorras en el altar, y tomaron su respectivo lugar.

Cuando el omega llegó al encuentro con su alfa, sintió que su cuerpo perdía fuerzas. Escuchaba los fuertes latidos de su corazón, y en respuesta a estos, podía jurar que escuchaba los de su alfa.

Era como un llamado de sus corazones, latido tras latido, el corazón de su pareja se aceleraba aun más.

— Hola, alfa. — Estiró su mano para entrelazarla con su amor.

— Hola, omega. — Entrelazó su mano con la ajena, y depositó un dulce beso en la acanelada piel de aquella mano.

Vamos a casarnos. — Hablaron junto a sus lobos.

El juez inició con la ceremonia, la pareja no dejo de mirarse en ningún momento. Con sutileza, se impregnaban sus aromas uno al otro. Sus lobos estaban presentes en esa ocasión, habían decidido que si o si; su parte animal tenía que vivir aquel momento.

En medio de lágrimas, sonrisas, y leves caricias en sus manos, recitaron sus votos matrimoniales. Deslizaron la argolla en el dedo de su pareja, sus voces se quebraron un poco cuando llegaron al final de la declaración de su promesa de amor.

Cuando el juez les dijo que podían besarse, y los declaró esposos, todo se detuvo a su alrededor. Aquellos ojos azules conectaron con los verdes, sus marcas cosquillearon, y sus lobos aullaron en sincronía. Sus labios se unieron en un beso dulce, sus respiraciones se fundieron en una sola, sus ojos se cerraron, y en sus mentes se reflejaron sus lobos, aquellos animales brincaban en euforia, juraban que por un momento la luna apareció para bendecir su unión en esa tarde soleada y llena de flores.

En la vida o en la muerte. — Hablaron al unísono. En una y mil reencarnaciones... Siempre serás mi luna. — Liberaron sus labios y juntaron sus frentes para verse a los ojos. — En cada línea del tiempo, eres y serás el amor de mi vida. — Acariciaron sus cinturas por sobre aquellos trajes. — Te amo.

Cuatro almas se pronunciaron, juraron amarse en las vidas necesarias, entregaron sus corazones sin restricciones, y recibieron la bendición de la Diosa Luna.

Los aplausos le avisaron a la pareja que había finalizado la ceremonia, sus manos se entrelazaron, y giraron para observar a sus familiares y amigos. Sonrieron en agradecimiento.

Jimin alzó a su sobrina, y se la entregó al castaño, giró en sus talones y se dirigió al lugar donde estaba su esposo.

— Vamos, mi amado Jeon TaeHyung, mi esposo.

— Me encanta como se escucha mi nombre con tu apellido.

La cachorra se abrazó al cuello del castaño. — A mí me encanta ser tu esposo y alfa.

Caminaron rumbo al lugar donde se oficiaría la fiesta, allí sus familiares nuevamente los recibieron con aplausos.

Las horas transcurrieron, y llegó la hora del baile de los esposos.

JungKook tomó a su peliazul por la cintura, lentamente lo apegó a su cuerpo, y TaeHyung enredó sus largas manos alrededor del cuello de su esposo. La música inundó sus oídos, sus ojos se perdieron en el brillo de los ajenos, sus labios se rozaron levemente, juntaron sus frentes, y se entregaron a la melodía que acompañaba su momento.

Sus cuerpos se balanceaban lenta y armoniosamente, la sincronía que tenían era única en ellos, simplemente sus cuerpos sabían cómo moverse en compañía del otro, inhalaban el aroma de su amada pareja.

Con pequeños besos en sus mejillas, los cuales luego se trasladaron a sus labios, nuevamente se habían inmerso en su burbuja. Las manos del alfa acariciaban la espalda baja del peliazul, y este último acariciaba el cuello del castaño, delineaba aquel lunar que amaba besar antes de acostarse a dormir.

Bailaron tres canciones, y decidieron que era hora de marcharse.

En las afueras del salón de la fiesta, Jimin se despedía de la pareja. Claramente no perdería la oportunidad de molestar al alfa. Yoongi tenía en brazos a sus hijas, una en cada brazo, las pequeñas estaban aferradas al alfa en su profundo sueño.

— TeTe, te sigo diciendo que puedes anular el matrimonio.

— ¡Jimin! — Expresó Yoongi. — Shh, shh, sigan durmiendo mis gatitas. — Arrulló a las cachorras.

— Deja de molestar. — TaeHyung le entregó a su cachorra. — Cuídala bien, nos vemos en dos días.

— Nomás digo que puedes abandonar al alfa feo... — JungKook lo miró con cara de pocos amigos.

— Síguele, pulga aporreada, y enserio me encargaré de que Yoongi asista a una orgía...

— Aquí nadie abandonará a nadie, y mucho menos asistirá a orgías. — Interrumpió Yoongi.

— Gatito es que ese alfa...

— Tu iniciaste con la pelea, síguele y te dejo sin descaderada hasta que las gatitas se casen.

— ¡No! Ya me callo, me quedo calladito. — Afianzó el agarre en la pequeña Jeon, la cual estaba en el quinto sueño.

— ¡Toma pulga aporreada! — Se burló el castaño.

— Te callas, Jeon. — Regañó Yoongi. — Si sigues con tus burlas, le diré al ginecólogo de tu omega que los ponga en abstinencia por un año.

— ¡No hagas eso, gato gruñón! — Gritó. — Fresita, tu no le harías caso a esa locura, ¿verdad?

— Si el ginecólogo lo dice, pues...

— Eso no es profesional, Yoongi, no puedes hacerlo.

— Pruébame. — Sonrió retando a JungKook. — No lo haría, además no está en mi ética, pero eso no lo sabes, Jeon.

— No es justo que jueguen con nuestros momentos pasionales. — Reclamaron Jimin y JungKook.

— Ahora hasta hablan en sincronía. — Se burló Yoongi.

— ¿Dejaran de molestarse con ese tema? — TaeHyung los miró enarcando una ceja.

— Sí. — Respondieron al unísono.

— Okay, entonces, pollito, ven conmigo. — El omega se acercó al hombre de mirada gatuna. — Adiós, TaeHyung, disfruta estos dos días con tu alfa, y por favor no hagan más bebés.

— JungKook... — El mencionado miró a Jimin. — Te deseo una linda luna de miel con mi TeTe, y aunque no lo creas, te quiero.

— Jimin, gracias por cuidar de mi florecita, y brindarle tu sincera amistad a mi lindo omega. — Se sonrieron. — También te quiero, al gato gruñón y a las pequeñas gatitas.

— Los queremos mucho. — Expresó el peliazul al subirse a la limusina.

El vehículo que llevaría a la pareja a su pequeña luna de miel, despareció al alejarse cada vez más por el sendero de árboles y pinos exóticos.

JungKook alquiló una pequeña cabaña a la orilla del mar. Unos kilómetros antes de llegar a su destino, el alfa cubrió con su corbata los hermosos ojos azulados del omega. Sin posibilidad de ver, el peliazul sentía que sus sentidos se agudizaban.

El castaño aprovechó para llenar de besos a su esposo, disfrutaba de los gestos que hacia cuando sin aviso;  jugaba con los botones del traje, y le hacía creer que lo tomaría en la automóvil.

— Kookie~, no juegues conmigo.

— Mi dulce fresita~, sólo te estoy besando. — Desapuntó el saco y camisa del omega. — Ahora te daré unos besitos en esas lindas clavículas.

— Mngh~, ¿ya vamos a llegar?

— ¿Te refieres al destino de nuestra luna de miel o a tu posible orgasmo? — Sonrió ladino.

— ¡Conejo!

La limusina frenó. — Llegamos mi omega. — Se bajó del vehículo, y ayudó a salir a su vendado esposo.

— ¿Puedo ver?

— Aun no, espera un poco, amor. — La limusina se fue. — Agárrate fuerte. — Lo alzó en brazos de manera nupcial. — Caminó unos cuantos metros, y bajó el cuerpo con delicadeza. — Te voy a quitar los zapatos.

—Kookie, quiero ver.

— En un momento omega. — Levantó un pie del peliazul y retiró un zapato, luego procedió con el otro.

— Esto es... — Movió los dedos de sus pies, disfrutando de la sensación. — ¿Arena?

JungKook se posicionó a espaldas del peliazul, lo abrazó, y dejó un beso en la nuca de su dulce fresita. — Bienvenido a nuestro nido de amor y dulzura por dos días. — Descubrió los ojos del omega.

— JungKookie... — Sus ojitos brillaron.

— ¿Te gusta?

— ¡Me encanta! — Se giró para besar a su esposo.

La imagen ante los ojos del peliazul, era algo de ensueño. Una pequeña cabaña con un ventanal que dejaba ver el área donde podían encender la chimenea, un camino de faroles enterrados en la arena; los cuales iluminaban la ruta hacia las escaleras que le daban la bienvenida a la puerta de ingreso a la pequeña casita. La arena era levemente cubierta por unos pétalos de girasoles y la hermosa luna acompañaba a la pareja desde el despejado cielo.

— Me alegra que te gustara la sorpresa. — Lo alzó, y TaeHyung enredó sus piernas alrededor de las caderas del alfa. — Quiero llevarte a la habitación en donde te recordaré lo mucho que te amo.

— Llévame adonde tú quieras, esposo mío, soy tuyo en cuerpo y alma.

JungKook caminó hacia la cabaña, ingresaron al lugar perdidos en sus besos y caricias, subieron a la habitación, y allí el alfa recostó al omega en la suave cama; la cual tenía una capa de pétalos de rosas con girasoles.

Solo bastó con mirarse a los ojos para que sus animales hicieran acto de presencia, los suaves jadeos hacían eco en la habitación. El alfa desnudó lentamente a su pareja, y TaeHyung imitó la acción de su amado conejo. Sin dejar de besarse, lograron quedar en total desnudez.

El alfa tomó un pétalo de girasol y recorrió el cuerpo del peliazul, con suaves caricias; delineó cada curva de su amada fresita.

Una invisible nube de fragancias se hizo presente en aquel cuarto, el aroma de pino del bosque y agua marina se fundió con la esencia de moras silvestres y almendras.

Unieron sus cuerpos una vez más, esta vez cada uno acariciaba con ternura los labios de su pareja, sus miradas siempre fijas en los orbes de su luna. Sus respiraciones se sincronizaron en cada estocada que hacía temblar sus cuerpos. Cada inhalación era acompañada por un movimiento profundo de la pelvis del alfa, y cada exhalación le gritaba a sus mentes y corazones que eran el uno para el otro, dos piezas de un rompecabezas que encajaban perfectamente.

Sus anhelados orgasmos llegaron al fin, unieron sus labios para sentir los jadeos de su luna, estallaron en placer como jamás lo habían hecho. Parecía imposible, pero cada encuentro carnal de la pareja era único, especial, era como si recrearan partes de sus vidas pasadas. Pero su sentimiento era el mismo e incluso más fuerte, se amaban, y lo hacían con el alma.

— Conejo...

— Te escucho, fresita. — Peinó los cabellos azules.

— En esta vida y en las que siguen, siempre amaré el día en que te grité: ¡JungKook! Me dejaste panzón. — Tomó la mano del alfa que estaba acariciando su piel desnuda, y la besó.

El alfa sonrió al recordar el día en que se enteró que sería padre. — Y yo, una y mil veces, jugaré contigo a los sables de luz con esos globos neón.

— Conejo preñador, te amo, y a tu leche de plátano neón.

— Fresita dulce y sexy, te amo, y a tu miembro que se me sigue antojando cada vez más.

Esta fue la historia de dos grandes amigos que en una fiesta de San Valentín, no pudieron evitar confesar que cada uno tenía frente a sus ojos al dueño de su corazón.

Su relación dio saltos enormes, un día eran amigos, en una noche se convirtieron en pareja, dos meses después se enteraron que serían padres, y ahora son compañeros de vida, sus vidas giran entorno a la existencia del otro. Lazos de amor que están unidos desde que tienen memoria, y sus lobos sólo viven para complacer y amar a su adorada luna.

Fin.

Hola, kokoros darks 🤟🖤
Aquí la actualización de mis panzones. 🤧

Capítulo dedicado a zzninfa39 mi amora, 💚 para tí con mucho cariño.

Yo sé que allí arriba dice "fin",  y  en la anterior actualización dije que ese era el penúltimo capítulo, pero amo tanto a mis panzones, que les haré un capítulo extra...

Se les quiere mucho, besitos púrpuras. 💋

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