Capítulo 7
Soobin no dijo nada más y sólo jugó Minecraft mientras Hueningkai lo veía confundido, frunciendo su ceño.
Bien, no iban a coger ese día, por lo menos podría seguir tocando sus pechos y puede que un roce con ropas, pero, ¿REALMENTE IBA A DEJAR ESCAPAR ESA OPORTUNIDAD?
El mayor lo miró fijo mientras esperaba que el otro lo viera, y cuando lo hizo, éste ladeó su cabeza.
—¿Quieres jugar Minecraft? —Hueningkai vio el control.
En sus tiempos libres jugaba ese videojuego con su hermanito menor, así que vio a Soobin.
—¿Puedo? No quiero destruir tu mundo... soy algo malo jugando. —En realidad, Kai jugaba tal videojuego desde su lanzamiento y jamás se perdía alguna actualización para seguir 'en onda con su hermano', por lo que, en realidad, era un veterano del juego. Sólo que, puede que, p-u-e-d-e, que quería que el menor lo sentara en sus piernas para enseñarle el juego.
Lo miró con los ojos más tiernos y controladores que podía poner.
Y realmente Soobin se estaba cuestionando si el chico frente a el no tenía alguna especie de bipolaridad que hacía que fuera un ninfómano por un buen rato a ser un inocente. Sólo lo miró, sonriendo nervioso.
—Si quieres te enseño, ¿Jugaste ésta actualización?
—¡Wow, ¿el juego se actualiza?! —Soobin pensó que realmente Kai no sabía nada, pero absolutamente nada del juego y en su mente creó otro escenario pervertido, pero lo borró al instante. —¡Debes un maestro en el juego!
—Algo así...
Pero cuando el mayor vio el mundo de Soobin, cerró sus ojos, frunció su ceño, y pensó.
Dios, me envolví completamente con un virgen.
Hasta un maldito castillo construido tenía el rubio. Bien, sabía, Soobin se lo acababa de decir. Pasaba casi todo el día jugando videjouegos, leyendo cosas sucias, y literalmente gastando su tiempo, pero no esperaba que hasta ese punto. Mordió su labio nervioso mientras escuchaba las instrucciones del rubio pero sólo podía pensar.
Un otaku. Estaba sentado en el regazo de un otaku. Suspiró mientras intentaba buscar algún olor malo en esa habitación pero hasta en eso el menor era malditamente tierno. Olía a gomitas rojas, y distinguió dos aromatizantes en puntos estratégicos de la habitación. Soobin no olía mal, ni su cuarto estaba desorganizado. ¿Qué clase de persona era?
Había recordado tanto la vez que había ido a la casa de un chico con las mismas apasiones que el rubio. Jugar videojuegos todo el día, leer mangas, y su comida favorita es la pizza. Pero al momento de ver el entorno en que vivía el chico, las ganas de vomitar aumentaron tanto en el que no pudo pasar un segundo más en esa habitación con cajas de pizza tiradas por ahí.
Así, que pensó. Debía dejar de pensar en forma negativa del menor porque, por lo menos, se veía alguien consciente del espacio y cuidado personal. Se alivió, y por fin, pudo respirar con normalidad. Sólo siguió jugando videojuegos con el chico que trataba de platicar normal con el, que contaba algunos chistes tontos, y bueno, Hueningkai puede que se sentía cómodo.
Aunque prefería totalmente que Soobin subiera y tocara, apretara y moldeara esos pechos a su gusto, que meta sus grandes manos bajo su camisa y bralette y que hiciera lo que quisiera, pero al ver que estaba levemente nervioso por tener sus manos en sus piernas, Kai hizo un puchero.
Sólo se bajó de su regazo, sonrió, y besó su mejilla.
—Eres tan tierno, Binnie, eres todo lo que un chico quiere. —Y el rostro sonrojado del menor se le hizo mil veces más tierno, que chilló levemente. —¡Me encantas tanto!
Y Kai sólo se quedó mirando ese rostro sonrojado, sus cejas arqueadas y sus mejillas abultadas. No era de juzgar; Soobin la mayoría de las veces tenía un rostro neutro que podía llegar a ser intimidante pero cuando sonreía se volvía en un conejito que Kai tenía tantas ganas de apretar entre sus pechos, que los acariciara con su boca y que con sus manos los tomara, lamerlos, morderlos, todo. Bueno, tal vez sus tiernas fantasías no lo eran del todo.
Sólo se imaginó ese rostro sonrojado cuando lo estuviera montando, su rostro dócil lleno de placer, y sonrió. Se acercó, volviendo a apretar sus mejillas, mordiendo uno pero volviendo a besarlo, haciendo al otro quejarse pero suspirar cuando sintió caricias en su cuello, uno de sus puntos débiles. Sólo se apoyo más en la cama, suspiró, y dejó salir un pequeño quejido que hizo a Hueningkai reír.
—Tengo tantas ganas de follarte en este momento, eres tan tierno.
—¿Po-por qué mi ternura te excita? —Preguntó, riendo, pero titubeando y sonrojado. En ese momento, una gota de sudor bajó por su frente hasta su mejilla, cayendo en su clavícula. Hueningkai llevó sus labios a ese cuello y lo besó, haciéndolo gemir.
Y ese gemido hizo que el dios dentro de Hueningkai igual gimiera, se retorciera, y gritara.
''¡Hasta sus gemidos son tiernos! ¡Tengo que sacarle más!''
♡
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