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CAPÍTULO VEINTE

Laia

Nunca pensé que sentiría algo por Jungkook de nuevo. Mas bien dicho, me había prometido que nunca mas le daría el poder de romper mi corazón, como ya lo hizo. Esos sentimientos habían muerto hace tiempo y entonces él comenzó a estar cerca. Primero fue la cena que nos trajo a Junseol y a mí. Él ya estaba en la casa cocinando cuando llegué a casa del trabajo. La siguiente noche cociné de nuevo. Él se quedó hasta
tarde y cuando sacó mi película favorita y una botella de vino, supe que estaba empezando a perder la compostura. Más que nada quería acurrucarme
junto a él en el sofá, pero no se sentó a mi lado. Se sentó en la silla, luciendo incómodo mientras yo estaba sentada en el sofá tan cerca de él como podía.

La noche que Jimin llegó a casa yo casi esperaba que Jungkook estuviese en mi cocina, pero no estaba. Trataba de no mirar o escuchar por si él estacionaba en mi entrada, y en el fondo supe que no iba a venir. No importaba que quisiera verlo. De todos modos no iba a venir a verme a mí, solo a Junseol, y yo tenía que aceptar eso. Porque eso es lo que correspondía, que él pasara tiempo de calidad junto a su hijo.

Además, tengo a Jimin.

Y Jimin es a quien quiero.

Jimin es con quien me voy casar.

Jimin es con quien he estado durante los últimos cinco años.

Compartimos una casa y él me ha estado ayudando con mi hijo.

Así que, ¿por qué estoy sentada en la sala de estar con las luces
apagadas, mientras él duerme arriba, viendo mi caja llena de recuerdos con Jungkook? Debería estar arriba en la cama con él, pero desde que regresó a casa
he estado durmiendo en el sofá fingiendo un dolor de estómago. Cuando él me preguntó si creía que estaba o no embarazada quise llorar. No porque no quisiera otro bebé, sino porque si teníamos uno, no se parecería a Junseol. No
se vería como Jungkook y yo.

Mis dedos trazan su fotografía de fútbol americano, su casco metido
bajo su brazo. Sus parches negros en los ojos no muestran su número, sino “La”. Sus amigos lo insultaron tanto por eso, pero a él no le importó.

—Oye preciosa. — Jungkook me levanta. No puedo evitar chillar.
Oficialmente me he convertido en una de esas chicas que dije que nunca sería. Oh, Dios mío, soy un cliché andante.

Jungkook me baja, girándome hacia él. El parche negro en sus ojos es diferente. Su número no está.

—¿Sabes que estás usando el nombre “La” en tu rostro?

—Por supuesto que lo sé. Dice “Lala”.

—Sí, lo dice —me río de lo tonto que él es.

Él me acerca, besándome profundamente. No le da miedo que nos pille un profesor. A mí sí, pero me promete que nada malo va a pasar y yo confío en él.

—Amo a Lala más que a nada.

—Lo haces, ¿eh? ¿Debería preocuparme?

Él niega con la cabeza, con una sonrisa rompiendo su acto de tipo
duro.

—Tú eres mi Lala. Solo mía. —dice. Me besa una vez más antes de salir
corriendo. Está a mitad de camino al campo, y todavía estoy viendo su trasero. Él tiene un trasero genial. Todo de él me encanta.

—¡Oye, Lala! —grita.

—¿Sí? —le grito en respuesta.

—¡Algún día me casaré contigo!

Estaba segura de que estaríamos juntos para siempre. Pensé que nuestro amor era único en su clase. Casi estaría bien si él hubiese conocido a alguien más y se hubiese enamorado, pero no lo hizo. Él simplemente se fue. Dijo que se estaba asfixiando.

Yo tenía este sueño, el típico sueño americano que veía en las películas cuando era pequeña, y lo estábamos viviendo, la líder de las porristas saliendo con el mariscal de campo y capitán del equipo de fútbol americano. Éramos los chicos de los afiches de romance en toda la ciudad. Todo el mundo sabía que estábamos juntos y nada nos iba a separar.

Otras chicas lo intentaron pero Jungkook les restaba importancia tan rápido que sentía lástima por ellas… a veces.

Solíamos cenar con sus padres cada domingo por la noche en el Club de Campo de Geumjeong. La señora Jeon era fría como el hielo y el señor Jeon solo me miraba por encima del hombro. Fui a ellos cuando no pude ubicar a Jungkook, preguntándoles si sabían dónde estaba, pero su padre dijo que estaba feliz de que él finalmente sacara la basura. Yo estaba tan herida que le dije bruscamente que esta basura llevaba a su nieto.

—Bueno, la cualquiera finalmente lo hizo. Lo lograste, felicidades. —Fue lo que dijo antes de cerrarme
la puerta en la cara.

Jungkook no ha preguntado por sus padres y si saben de Junseol. No sé lo que dirá si le digo sobre su papá. Sé en el fondo de mi corazón que Jungkook nunca pensó que yo era basura. Era algo imposible de pensar siquiera.

Tal vez él no preguntará y yo no tendré que decirle.

La presión sobre mi hombro me despierta. Escudriñando a través de un ojo, veo a Jimin cerniéndose sobre mí. Una inmediata sensación de terror se apodera de mí cuando abro los ojos y veo su expresión. Me incorporo, tirando de la manta a mi alrededor. Él me da una taza de café y se sienta a mi lado.

—¿No vas a llegar tarde al trabajo? —pregunto. Sé que yo llegaré tarde, pero Eungi puede abrir la tienda por sí misma.

—Llamé a Haye y le dije que iba a llegar tarde. Pensé que necesitabamos hablar. —Señala la caja. La que he estado ocultando
durante años—. Parece que estuviste paseando por el baúl de los recuerdos.

Me tomo mi café con cuidado mientras pienso en qué decir. No quiero mentirle, pero sin importar lo que diga parecerá una mentira. ¿Puedes estar enamorado de dos personas diferentes? ¿Qué pasa si mis sentimientos por Jungkook están allí solo por nuestro hijo, porque finalmente estoy logrando verlo con su padre? ¿Es amor lo que estoy sintiendo?

—Yoongi…

—No es a Yoongi a quien estabas mirando, Laia. Por favor, no seas
condescendiente conmigo al mentirme. — Jimin no me mira.

Nunca antes hemos discutido realmente. Ha habido muchos momentos difíciles, especialmente después de que le dijera “no” cada vez que me pedía que me casara con él.

—Lo siento.

Coloco mi taza en la mesa de café, con cuidado de no utilizar ninguna de las fotos como un portavasos. Trato de no mirarlas mientras las recojo, pero una de Jungkook y yo me llama la atención. El profundo suspiro de Jimin me despierta de mi ensoñación. Meto el montón de fotografías en su caja y cierro
la tapa, sintiéndome mal por estar haciendo esto.

—¿Realmente necesitas conservar esas? Verás a la mayoría de esas
personas en nuestra reunión.

—Sí, tengo que conservarlas —digo bruscamente.

—En serio, ¿por qué? ¿Así puedes recordar todos los buenos momentos? ¿Es eso?

—¿Qué quieres que te diga, eh? ¿Qué lamento conservar esas fotos? No lo lamento. Él es el padre de mi hijo, Jimin, y te guste o no va a estar a nuestro alrededor mucho más. —Ya no puedo sentarme junto a él, me levanto y
empiezo a caminar de un lado a otro. Mis manos están temblando.

—¿Qué demonios quieres decir con que va a estar a nuestro alrededor mucho más? ¡Sobre mi cadáver! —Él se pone de pie, derramando el café. Estoy tan agradecida de haber movido esas fotos porque ahora habrían estado
arruinadas.

—¿Por qué estamos peleando por esto? Sabíamos que esto iba a suceder algún día. Si Jungkook no regresaba, Junseol iba a preguntar.

—Sí, pero pensé que mi prometida al menos primero hablaría conmigo, así podríamos tomar la decisión correcta para nuestro hijo.

Trato de no poner los ojos en blanco ante el tono utilizado en la frase “nuestro hijo”. Sé que estoy siendo una cabrona, pero hice lo mejor para Jun. Tomo un paño de cocina cercano y empieza limpiar el café.

—Tomé una decisión. Invité a Jungkook a cenar y se lo dijimos a Junseol la otra noche. Lo siento por no consultarte. No lo hice para provocar una pelea. Pensé que estaba haciendo lo correcto.

—¿Lo correcto para quién? ¿Para ti y Jungkook?

—Lo correcto para Junseol.

Jimin camina en frente de la ventana de la sala de estar, con las manos apretadas en la parte posterior de su cuello. Me acerco a él, colocando mi mano sobre su hombro. Se estremece y se aleja de mí.

—¿Dormiste con él?

—¿Qué? ¿Cómo puedes preguntarme eso? —pregunto con incredulidad —. Realmente, Jimin, después de todo lo que hemos pasado, ¿cómo puedes preguntarme eso?

—Simple —dice volviéndose hacia mí—. Te pido una y otra vez que te
cases conmigo y siempre es “no”. Te pregunté después de que Yoongi falleció porque ya no quería vivir más así. Entonces él aparece. Así que tal vez estoy pensando que él ha estado en contacto contigo y sabías que iba a venir y tenías todo esto planeado.

—Estás hablando estupideces y no es justo...

—No, Laia, lo que no es justo que
yo venga a casa y pase estas últimas noches solo en nuestra cama solo para despertar y encontrarte dormida en el sofá con las fotos de tu ex por todas partes. Luego dejas caer la bomba de que decidiste, por ti misma, decirle al chico que he estado criando, quién es su padre porque así lo querías. Esta no es la Laia de la que me enamoré. No sé lo que pasó mientras yo no estaba o qué ha hecho él para que actúes de esta manera, pero no me gusta. — Jimin sale hecho una furia de la casa, cerrándome la puerta no
solo a mí, sino a nuestra conversación.

Froté mi sien al sentir como palpitaba por el dolor y el estrés que estoy sintiendo justo ahora. Intento no pensar demasiado en la discusión, intento hacer otras cosas y por hoy, decido no ir a la florería al sentirme descompuesta. Estuve prácticamente sacando mi estrés ordenando la casa de forma pulcra, para alejar todo tipo de malos pensamientos. Después de que las horas pasaran extremadamente rápido y Jimin llegara a casa del trabajo, nos dirigimos al campo.

Jungkook se va esta noche después del partido, por lo que esta es la última vez que él y Junseol se verán por un tiempo. Jungkook le compró un IPhone y pensándolo había sido astuto cuando me entregó un cheque por una cantidad obscena de dinero. Me dijo que lo conservara, si no lo necesitaba, que lo utilizara para tiempos difíciles o que lo gastara en Junseol como yo quisiera.

El estado de ánimo de Jimin no mejoró una vez que vio a Jungkook en el campo. Junseol corrió hacia él y se lanzó a sus brazos. Escuché a Jimin
murmurar algo que no pude comprender. No le hice caso. No fui a hablar con Jungkook, pero
Suni sí. Se quedaron juntos, ella sobre sus hombros, y observaron a Jun jugar.

Cuando todo terminó, Junseol dejó el campo y se dirigió directamente
hacia Jungkook, enfureciendo a Jimin. Quiero que él sea más comprensivo con esta situación. Junseol lo adora, pero él sabía que no era su verdadero padre y Jun siempre tuvo el deseo de encontrar a su verdadero papá.

Pero entiendo el porqué no es comprensivo, pero lo hecho, hecho está. No hay vuelta atrás. El padre de Junseol se va y no regresará quién sabe por cuánto tiempo.

Jimin podría al menos darle la oportunidad de despedirse.

—Junseol, vámonos —resopla Jimin mientras lanza el equipo en la parte trasera de su camioneta. Jungkook niega con la cabeza y se dirige hacia nosotros, con Jun justo a su lado. No puedo creer lo mucho que se parecen.

—Así que, regresaré el próximo mes por una semana. Tan pronto como sepa cual semana será llamaré y te lo haré saber, ¿de acuerdo? —Asiento con la cabeza, incapaz de encontrar mi voz. No quiero que esta reunión termine. Se agachó para quedar a la altura de su hijo. —Pórtate bien, ¿de acuerdo? Y escucha a Jimin tal como lo hablamos. — Él se inclina y lo abraza con fuerza. Es muy obvio que le esta costando muchísimo despedirse.

—Adiós, papá —dice él, antes de salir corriendo hacia la camioneta.

La mirada en el rostro de Jungkook debe coincidir con la mía.

—No te preocupes, Lala —me susurra. Él pone un beso en mi mejilla antes de alejarse caminando. —Cuida de mi familia, Jimin —dice mientras se coloca su casco. Abrí mis ojos con sorpresa y Jimin apretó sus puños aún más.

Veo su motocicleta mientras vuela por el camino. Cuando mis
ojos se encuentran con los de Jimin, él me está fulminando con la mirada. Niega con la cabeza, golpeando su camioneta en el proceso, haciendo que Junseol se sobresalte.

Creo que acabo de perder a mi prometido.

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