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STILL ALIVE
CAPÍTULO VEINTIOCHO
➜ ¿PAPÁ?
BONNIE SE ACERCÓ A SU TÍA, quien estaba frente al árbol, junto a Deena y Alice.
—Llegó la hora.
—Así es —murmuró Ziggy.
—Supongo que nos divertiremos un poco, ¿no? —dijo Alice, alejándose junto a la pelirroja.
Bonnie y Deena se quedaron mirando el árbol, el lugar donde todo había comenzado. Ambas recordaron lo que les había pasado a Sarah Fier y a Violet Crane en ese mismo árbol.
[ • • • ]
—Todos dicen que Shadyside es una porquería por su gente, que nos ocurren cosas malas porque somos malos, que es lo que nos merecemos —comenzó a decir Deena.
—Así fue para Sarah y Nancy, y así ha sido para nosotros —continuó Bonnie, seria—. Pero es mentira. Que seamos raros, listos y diferentes no significa que pueden hacer lo que quieren. Ya no.
—Pasaron tres siglos —dijo Deena—. Nadie ha llegado tan lejos. Esto acaba aquí... esta noche.
—Acaba con nosotros —dijo Bonnie—. Mataremos a ese hijo de puta. Por Sarah y Violet. Por mi madre, Cindy —Ziggy y Alice asintieron levemente.
—Por todos nosotros —dijo la morena.
—Y por mi padre y todos los demás asesinos —añadió la castaña—. De todas formas, ellos no tuvieron la culpa de nada. Así que... por Shadyside. Hagámoslo.
Las dos amigas se hicieron un corte en la mano, y dejaron caer la sangre en agua.
[ • • • ]
El plan se puso en marcha.
Martin y Simon escribían cosas en las paredes, justo encima de donde "Martin" había escrito la rima de la bruja, aunque en realidad, había sido Nick.
Deena ajustaba un cascabel en la entrada, listo para sonar cuando Nick entrara.
Bonnie ayudaba a Josh a colocar cuerdas en las tiendas en las que planeaban encerrar a los asesinos, y había conseguido una navaja de Alice.
Ziggy, Alice y Arnie colgaban una cubeta frente al árbol, llena de sangre mezclada con material fosforesente.
Todos llenaron pistolas de agua con la mezcla y dejaron un rastro que llevaría a los asesinos a su trampa.
—Perfecto, ¡córtala! —ordenó Deena.
—¡Córtala! —repitió Arnie a Martin.
Martin apagó las luces del centro, y todo lo que contenía el fosforecente comenzó a brillar intensamente.
Entonces, oyeron la puerta abrirse.
Deena se escondió con Josh. Ziggy con Martin. Alice con Arnie. Y Bonnie con Simon.
—No veo a nadie —susurró la última chica.
De pronto, una luz los iluminó desde el lado derecho, al igual que al resto del grupo.
—¡Policía! ¡Arriba las manos! —exclamó el oficial Kapinski.
—¡No tienes idea de lo que está sucediendo! —gritó Bonnie—. Hazme caso o morirás.
—Sí, así que ¡mejor ve a joder a tu madre, imbécil sin estilo! —añadió Simon.
Sin embargo, antes de poder responder, el hombre cayó al suelo, asesinado por el Lechero.
—Gracias y adiós —dijo Bonnie antes de levantarse rápidamente e irse.
—¡Espérame! —protestó Simon, siguiéndola de cerca.
Bonnie se reunió con la morena, mientras que los demás preparaban las rejas para encerrar a los asesinos.
—Bien, estoy limpio —murmuraba Martin para sí mismo, nervioso—. Dios mío. Seguirá de largo. No respires.
Martin permaneció absolutamente quieto cuando el Lechero pasó por su lado.
Mientras tanto, Deena y Bonnie corrieron hacia el lugar donde Sam y Kate estaban atadas, ya despiertas y gruñendo de nuevo. Las dos amigas se rociaron con perfume para disimular el olor a sangre.
Martin encerró al Lechero. Ziggy atrapó a Calavera. Arnie y Alice detuvieron a Isaac Milton. Ziggy se apresuró hacia la tienda donde Tommy había entrado.
Intentó bajar la reja, pero se trabó. Desesperada, la bajó ella misma, justo cuando Tommy estaba a punto de atacarla.
—Hola, cuñado —dijo con sarcasmo antes de regresar con los demás.
—¿Cuántos? —preguntó la morena cuando todos se reunieron.
—El Lechero —respondió su hermano.
—Isaac Milton —dijeron ambos rubios a la vez.
—Cuatro. Tenemos a cuatro —añadió la pelirroja, acercándose—. Máscara de Calavera, Tommy.
Ziggy miró a su sobrina, la cual evitó su mirada ante la mención de su padre.
—¿Y Ruby? —preguntó la castaña.
—No sé. Debemos vigilar a... —comenzó a decir el rubio.
—¡Oigan! —los interrumpió Martin al notar el silencio repentino—. ¿Por qué tanto silencio?
Todos se asomaron por la encimera del puesto de comida. Efectivamente, todos los asesinos estaban quietos.
—Es él —susurró Ziggy.
—No tienes que hacerlo, tía —le dijo Bonnie con preocupación.
—Tengo que —respondió, decidida, y caminó hacia el árbol.
—Prepárense —les susurró Deena, y todos fueron a sus puestos.
Cuando Nick entró y se acercó al árbol, vio a Ziggy de pie frente a él. Se aproximó lentamente.
—Ziggy... —dijo cuando estuvo frente a ella.
—Nick —repitió ella, imitiando su tono.
—¿Qué haces aquí?
—Jugando. Las traes.
Ziggy jaló de la cuerda, y la cubeta con sangre fosforecente cayó sobre él.
Comenzó a correr hacia los demás, mientras ellos liberaban a los asesinos, pero antes de llegar, Nick la atrapó por atrás y la inmovilizó, amenazándola con su pistola.
—¡Bonnie! ¡Que no se me acerquen! ¡Si yo muero, ella muere! —gritó, apretando más fuerte a la mujer mientras trataba de asustar a los asesinos—. ¡Vete! ¡Aléjate!
Sin embargo, Calavera lo apuñaló por la espalda. Ziggy intentó volver con los chicos, pero el Lechero la agarró de nuevo.
—¡Está manchada con tu sangre! —gritó Simon—. No... ¡Tiene a Ziggy!
—Bien, ya me harté de estos malditos.
Sin esperar una respuesta, Arnie lanzó la sartén que aún tenía al Lechero, haciendo que soltara a Ziggy. Alice corrió a hacia ella y la ayudó a levantarse, llevándola de vuelta con el grupo.
Mientras, Bonnie y Deena, sabiendo lo que debían hacer, se hicieron cortes en las manos, llamando la atención de los asesinos. Los vieron moverse, pero en ese instante, notaron a Nick escaparse por la puerta de emergencia.
—¡Corran! ¡Lo tenemos! —gritó Josh.
Las amigas corrieron tras Nick, y antes de que Calavera las alcanzara, Martin lo golpeó con una silla, dándoles tiempo.
Las dos chicas avanzaron por un pasillo hasta llegar a una rejilla que sabían llevaba a la cueva. Ambas se arrastraron por el estrecho espacio, hasta que finalmente pudieron levantarse y caminar.
—¡Goode! —llamó Deena, su voz resonando en la cueva.
—¡Nick! —gritó Bonnie esta vez, llena de rabia.
No sabían que Kate y Sam habían logrado desatarse y ahora las seguían.
Pero mientras avanzaban, escucharon los inconfundibles gruñidos de sus novias acercándose peligrosamente.
—¡Nick! —volvió a llamar Bonnie, al mismo tiempo que iban más rápido.
—¡Solomon forjó este lugar solo con palabras y rocas! —la voz de Nick resonó en lo profundo—. Despertó este poder desde las profundidades de la tierra. ¡Le extendió la mano al mal por mi familia, por mí! Hace 300 años que vive, que crece. Lo hemos cultivado. ¡Nos hemos sacrificado por él! ¿Y creen que pueden detenerlo?
—Arriba, arriba, abajo, abajo... —murmuró la morena, casi como si siguiera un patrón.
—Izquierda, derecha, izquierda, derecha... —continuó la castaña, cerrando los ojos.
—B, A, Start —dijeron juntas, un código que habían aprendido de Josh.
De repente, Kate y Sam las emboscaron, arrojándolas al suelo.
—¡Carajo! —gritó la castaña, forcejeando mientras Kate la atacaba, igual que Sam hacía con Deena.
—¡Deténganse! —rogó ella, intentando controlar la situación—. ¡Sam!
—¡Kate, Dios mío, soy yo! —gritó Bonnie desesperada—. ¡Por favor!
Las dos chicas parecieron reconocerlas, pero antes de poder reaccionar, Bonnie golpeó a Kate por instinto, haciendo lo mismo con Sam.
—¿Y eso? ¡Se habían calmado! —protestó Deena viendo sus cuerpos inconscientes, sorprendida.
—Todavía no acaba. Tal vez nos habrán reconocido pero seguimos en riesgo —respondió Bonnie y se levantaron—. Sigue tú. Volveré con los demás y llevaré a Kate por si acaso.
—¿Segura?
—Sí.
—Bueno... ten cuidado.
Deena comenzó a alejarse. Bonnie suspiró y cargó a una inconsiente Kate entre sus brazos.
Tuvo que recorrer el mismo camino, esta vez a oscuras, ya que había perdido la linterna en la caída. Cuando finalmente llegó a la rejilla, dejó que Kate pasara primero antes de salir ella misma.
Al salir, volvió a cargar a Kate, pero un ruido capó su atención. Al voltear, vio a Ruby atacando a Josh. Maldijo en su mente, dejando rápidamente a la chica recostada en la pared.
Bonnie sacó la navaja y corrió hacia Ruby. La empujó lejos de Josh, usando toda su fuerza. Acto seguido, comenzó a apuñalarla en el pecho.
—¡Muérete, mierda! —gritó Bonnie apuñalándola.
Ruby cayó al suelo, seguramente muerta.
—Una menos —dijo Ziggy mientras se acercaba con los demás.
Simon y Martin corrieron hacia Josh para ayudarlo a levantarse.
—¿Esa es Kate? —Alice preguntó, señalando a la pelinegra que yacía en el suelo.
—Sí, le di un golpe en la cabeza para que se tranquilizara —dijo, lanzándole una mirada rápida a su novia.
Pero todos notaron cómo los asesinos, que se habían matado entre ellos, comenzaban a levantarse de nuevo. Ziggy no dudó y les disparó repetidas veces.
—¡No hay más!
—Dámela —le dijo Arnie a su ahijada, quitándole la navaja que ella aún sostenía.
Arnie lanzó la navaja directo al niño con la máscara y el bate, haciéndolo caer al suelo.
Sin embargo, los asesinos seguían acercándose. Ruby se levantaba. De repente, todos los asesinos desaparecieron, excepto uno...
—Lo logró —murmuró Josh, impresionado.
—La desgraciada lo logró —dijo Bonnie.
—Oigan... —rompió el breve silencio Martin—. ¿Y ese qué?
Todos miraron hacia la dirección en la que señalaba. Tommy, quien antes era una máquina de matar, ahora se retorcía en el suelo, claramente adolorido.
—No puede ser —susurró Ziggy, incrédula.
—Creo que lo salvamos —dijo Alice, observando al hombre con asombro.
Bonnie, con cautela, comenzó a caminar hacia él. Tommy respiraba un poco agitado, aún en el suelo.
—Ahg... Mi cabeza —murmuró, sin notar que la castaña se acercaba.
—¿Papá...? —preguntó Bonnie en voz baja, con voz temblorosa, sin estar segura de lo que veía.
—¿Bonnie? Bonnie —dijo Tommy, levantándose lentamente del suelo, con un dolor evidente en su rostro.
Estaban nuevamente frente a frente, padre e hija, pero esta vez todo había terminado.
Bonnie no pudo evitar un sollozo mientras corría hacia él y lo abrazaba con fuerza.
Tommy, aunque adolorido, correspondió el abrazo de su hija, atrayéndola hacia su pecho. Acarició su cabello con ternura y dejó un beso en su frente, una lágrima rodando por su mejilla.
Los demás observaban la escena con ternura.
—Estás tan grande, y... lo tienes —dijo el hombre, viendo el collar que colgaba del cuello de su hija.
—Nunca me lo he quitado —respondió la castaña con una pequeña sonrisa
Tommy la abrazó nuevamente, esta vez más fuerte.
—Te quiero, hija —susurró, su voz rota por la emoción.
—Y yo a ti, papá.
—¿Chicos?
Todos se giraron al escuchar a Kate, que se levantaba con dificultad del suelo, desorientada pero consciente.
—Kate —dijo Bonnie, separándose suavemente de su padre y acercándose a su novia—. ¿Estás bien?
—Creo que sí —respondió Kate masajeando sus sienes—. ¿Y tú?
—Mejor que bien, de hecho.
Kate asintió, esbozando una leve sonrisa. Bonnie, con ternura, limpió el rostro de Kate antes de besarla dulcemente.
—¿De qué me perdí? —preguntó Tommy, un poco confundido por todo lo ocurrido.
—Uff. Ni te imaginas, hermano —dijo Arnie dándole una palmada en la espalda.
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