five • are you
STILL ALIVE
CAPÍTULO CINCO
➜ ERES TÚ.
LOS CHICOS HABÍAN llegado al bosque donde había sido el accidente. Se encontraban preparándose por si acaso aparecía alguien y necesitaban defenderse.
Bonnie se colocó una linterna y agarró un bate que, de manera inexplicable, se encontraba en la ambulancia.
Kate, Simon y Josh también se colocaron sus linternas.
—Increíble que lleven eso —se burló Deena.
—Y que estemos en medio del bosque, perseguidos por maniáticos muertos.
Los seis se adentraron en el bosque, sin darse cuenta de que alguien más se había infiltrado con ellos.
—Me caí del auto... —Sam se agachó una vez llegaron al lugar del choque—, aquí —comenzó a gatear—. Estaba gateando y me sangraba la nariz. Y luego... —su mano se hundió en el musgo—, sentí algo.
Entonces, Sam sacó unas cadenas.
—¿Cadenas? —preguntó Kate, extrañada, mientras todos se agachaban a su altura.
—No son simples cadenas —dijo Simon con la voz temblorosa.
Miraron en la dirección en la que él observaba, y se dieron cuenta del cráneo atado a las cadenas.
—Mierda —murmuró Bonnie, haciendo una mueca.
—Dios mío —susurró Josh.
—No puede ser —dijo Kate, sorprendida.
Josh tiró un poco más de las cadenas, revelando un candado.
—"Fier" —susurró—. Es ella. Es su tumba.
—No. ¡No! —Simon se asustó—. Esto está mal. ¡Muy mal!
—Con razón está enfadada con nosotros. Sam perturbó su tumba —dijo Kate, lanzándole una mala mirada a la rubia, que evitó hacer contacto visual.
—Y ahora nos envía a sus secuaces —murmuró frustrado el moreno, sus palabras llamando la atención de todos.
—¿Secuaces? —preguntó Bonnie, inclinando la cabeza—. ¿Nos perseguirán todos los psicópatas de tu pared?
De pronto, se escuchó el crujido de unas ramas.
—¿Oyeron eso? —Josh se puso de pie, alerta.
—Aguarden. ¿Está enfadada porque perturbamos su tumba? —preguntó Simon.
—Sí —asintió Deena—. ¿Entonces?
—¡Revirtámoslo! Coloquemos los huesos, enterrémoslos y acabemos con esto.
—No, ¡qué estupidez! —exclamó Deena, incrédula.
—¡Es buena idea! —respondió Josh.
—¡Sí! ¡Como en Juegos diabólicos! —añadió Simon con entusiasmo.
Otro crujido resonó entre los árboles.
—Como sea —dijo Kate, apurada—. Rápido, así nos vamos.
Kate, Bonnie, Simon, Deena y Sam comenzaron a desenterrar los demás huesos, intentando reacomodarlos.
—Bien.
—¡Deena! ¡Busca algo para envolver! —dijo el rubio apresuradamente.
La morena se levantó apresurada y se acercó al auto de Peter. Sacó una de las dos chaquetas de fútbol que encontró en el asiento trasero.
Mientras tanto, la nariz de la rubia empezó a sangrar. Se limpió con la mano y agarró otro de los huesos, sin saber lo que podría desencadenar.
¡Tú! ¡Eres tú! ¡Eres tú!
—Tu nariz... —murmuró Deena, agarrándola del brazo, lo que hizo que Sam diera un brinco, asustada.
Bonnie tomó la chaqueta y la extendió sobre el musgo, comenzando a colocar los huesos con cuidado.
—¿Chicos? —la voz de Josh resonó desde el bosque, su tono inquieto—. ¡Hay alguien aquí!
Con nerviosismo, los chicos terminaron de cubrir los huesos dentro de la chaqueta. Pusieron unas hojas y ramas por encima, intentando ocultarlos lo mejor posible.
¡Eres tú! ¡Eres tú!
—¡Deben darse prisa!
—Listo —dijo Simon, acercándose un poco a la chaqueta improvisada—. Lo sentimos.
—¿Funcionó? —preguntó Kate, con un deje de esperanza en su voz.
—¿Funcionó? —repitió Bonnie, dirigiéndose al menor del grupo.
Josh abrió la boca para responder, pero su mirada se fijó al frente. Su rostro se transformó en una mezcla de miedo y sorpresa. Alguien estaba corriendo hacia ellos, con un saco de papas en la cabeza y un hacha en la mano.
El asesino del campamento.
Nightwing.
Josh se echó a un lado, su corazón latiendo con fuerza. Extrañamente, Nightwing no le prestó atención; su objetivo era otra persona: Sam.
¡Eres tú!
—¡Corre! —exclamó Deena, agarrando a la chica del brazo al ver que esta se quedaba paralizada.
Nightwing levantó el hacha y la bajó con fuerza, pero Sam logró moverse justo a tiempo. El filo del hacha apenas rozó su hombro antes de chocar contra el vidrio del auto, haciéndolo añicos.
Bonnie miró aterrada a Nightwing, sus manos temblando mientras intentaba correr. En su pánico, tropezó con el musgo húmedo del suelo y cayó de bruces. Con desesperación trató de incorporarse, pero Nightwing la alcanzó, agarrándola del pie y arrastrándola sin esfuerzo por la tierra.
Gritó y pataleó, girándose para ver cómo él levantaba el hacha, claramente dispuesto a matarla.
Cerró los ojos, su respiración agitada, esperando el golpe final.
Pero este nunca llegó.
Confundida, Bonnie abrió los ojos lentamente y vio que Nightwing aún sostenía el hacha en el aire, mirándola fijamente. No se movía, como si algo lo detuviera.
Frunció el ceño, su mente luchando por procesar lo que estaba sucediendo. Entonces, algo colgando del cuello de Nightwing llamó su atención: un collar.
Era parecido al suyo...
—¡Bonnie! —el grito de Kate la sacó de su aturdimiento.
Aún en estado de shock, Bonnie se levantó de un salto y corrió hacia sus amigos lo más rápido que pudo, aprovechando la distracción. Simon la ayudó a subir a la ambulancia, y cerró las puertas con fuerza detrás de ella.
—¡Arranca el auto! ¡Ve! —gritó Simon, su voz temblando por la urgencia.
Kate, sin dudarlo, encendió el motor y aceleró, alejándose lo más rápido posible del peligro.
—¡El asesino del Campamento Nightwing! —exclamó Josh, con la voz agitada por correr.
—¡Falló! —exclamó Kate desde la parte de adelante, la ambulancia avanzando a toda velocidad con ella al volante.
—Quizás porque no es como en las películas —respondió Deena, su tono mordaz—. ¡No es tan fácil como enterrar huesos y ya!
—¡Pero siempre funciona en las películas!
—Tal vez es porque le falta una mano —señaló Bonnie, recordando el detalle.
—¿A quién le importa eso? ¿Cómo hacemos para no morir? —preguntó Kate, mirando nerviosa por el espejo retrovisor.
—¿Cómo hacemos para no morir todos? —corrigió Simon, señalando a Josh—. Y tú, nerd de las brujas, ¿alguna idea?
—¡No sé! —respondió él, encogiéndose de hombros desesperadamente.
—¡No nos quieren a nosotros! —interrumpió Sam de repente, con la voz temblorosa—. Me quieren a mí.
—¿Qué? —Deena giró rápidamente hacia ella, su expresión llena de incredulidad.
—Volví a verla... —murmuró Sam, su mirada fija en el suelo—. A la bruja. Yo perturbé su tumba. Me quiere a mí.
—Es cierto —añadió el menor—. Nightwing me pasó por al lado. Ni siquiera me vio. Iba tras ella.
—Chicos, ¡no! Ruby atacó a Simon —objetó su hermana—. ¡Y Máscara de Calavera fue a mi casa! ¡Nos persiguen a todos!
La ambulancia frenó bruscamente, haciendo que todos se sacudieran hacia diferentes lados.
—No, te equivocas —Kate se adelantó, su mirada fija en su amiga—. A Calavera no le importábamos. Quería esto... —abrió la chaqueta de Simon, mostrando manchas de sangre—. La sangre de Sam.
—¿Qué mierda...?
—¡Sí! ¡Es como en Tiburón! —dijo el rubio—. ¡Huelen la sangre! Kate tiene razón. ¡Es como cuando Skeletor olió mi camiseta!
—¡Pero también nos siguieron a nuestra casa! —protestó la morena.
—Deena... —la castaña señaló los zapatos de su amiga, manchados con pequeñas gotas rojas.
—Sam sangró sobre los huesos de la bruja. ¡Quiere más de su sangre!
—Entonces... ¿qué hacen en Tiburón? —preguntó la rubia, su tono vacilante, claramente asustada.
—No nadan desnudos como carnada —respondió la pelinegra rápidamente.
—¡Ella no es carnada! —replicó Deena, levantando la voz, molesta.
—Sí. Lo es —dijo Josh con firmeza—. En serio, si lo que creemos es cierto y estos tipos la quieren a ella... tenemos que darles lo que quieren.
—Pero hay algo que no entiendo —Deena dijo, frunciendo el ceño—. ¿Por qué cuando Bonnie cayó al suelo, Nightwing no la mató?
Josh se quedó en silencio un momento, pensando.
—Creo que tengo una teoría... —dijo al fin—. Y no creo que les guste. Pero tengo un plan.
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