three. dream catcher
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—Debí contarme el pelo —Noah hizo una mueca al mirarse en un pequeño espejo.
—A tu edad, deberías estar agradecido de tener cabello —respondió Stiles, poniéndose frente a él.
—Muchos adultos de tu edad ya están calvos, rogando por tenerlo —añadió Hope desde su lado.
—Yo creo que te ves genial —dijo Scott, con una sonrisa.
—Gracias, hijo que debí tener.
Scott sonrió mientras Stiles y Hope lo miraban, sorprendidos.
—¿Qué diablos estoy haciendo? —Noah suspiró, a punto de quitarse la corbata—. Esta es una idea terrible.
Los mellizos rápidamente lo detuvieron.
—Papá, es solo una cita, ¿entiendes? —dijo Hope, con un tono suave—. El pueblo no se va a desintegrar si sales con una mujer...
—O con un hombre —interrumpió Stiles.
—Es una mujer, Stiles —aclaró el alguacil con firmeza.
—Vale, vale.
—Una mujer muy hermosa.
—¿Qué mujer hermosa? —preguntó Hope, curiosa.
—Eso no les incumbe... a ninguno de los tres —respondió Noah, con una mirada seria.
Los hermanos se miraron entre sí, luego miraron a su amigo y de vuelta a su padre.
—Queremos saber.
—¡Stilinski! ¡Stilinski!
Un grito se oyó desde afuera. Noah salió rápidamente de la oficina, seguido por los tres adolescentes. Ante ellos, había un chico, con Parrish y la nueva oficial sujetándolo.
—Te voy a matar.
—Si crees que me asustas... —intentó decir el hombre entre gritos—. Recuerda que esto está documentado en tu archivo de expresiones de ira. Agentes, llévenlo afuera.
—No es un enojo como para romperte una ventana —dijo el chico—. Es más bien un enojo que me hace querer sacar un cuchillo y apuñalarte hasta que mueras. Y cuando me veas y me preguntes por qué... —los tres amigos suspiraron—, recuerda este momento. Esta es la razón.
—Vaya, eso fue impresionante —comentó Stiles, mirando al chico.
—Sí, muy impresionante —añadió Hope con tono sarcástico. El chico la miró, pero ella no le prestó mucha atención—. ¿Otro? ¿Imita a alguien más?
—Sí, a Christopher Walken —respondió Stiles, adoptando el mismo tono que ella—. Está bien, tendrás mucho tiempo para practicar... en tu celda pequeña. Ahí te vas a quedar. Para siempre.
El chico asintió. Justo cuando lo iban a llevar, de repente se dio media vuelta e intentó acercarse a ellos. Parrish y la oficial lo detuvieron rápidamente.
—¡Llévenlo de aquí! —ordenó Noah, visiblemente molesto.
—¿Qué diablos es un archivo de expresiones de ira? —preguntó Scott, mientras veían cómo se llevaban al chico.
—Una prueba que debes pasar para convertirte en alguacil —respondió Stiles, sin perder la calma.
Scott se sorprendió.
—¿Ese tipo quería ser policía?
—Bueno, al menos está viviendo la experiencia de la ley —comentó Hope, mirando la escena.
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Stiles intentó arrancar el Jeep, pero no pudo. Hope jugaba distraídamente con sus dedos, mientras Scott los observaba desde los asientos traseros.
—Es ansiedad —dijo, notando la expresión en los rostros de ambos.
—¿Qué? —preguntó Scott, sin entender.
—Los signos químicos, ¿los conoces? —Stiles lo miró—. Sé cómo controlan mi estado emocional —dijo mientras intentaba nuevamente encender el auto, dándole un golpe al volante.
—¿Estás bien? —preguntó Hope, mirando a su hermano.
Él suspiró.
—Sí, todo bien —sacó su teléfono—. Obtuve esto de Braeden hace un rato —le pasó el teléfono a su hermana—. Es la primera información sobre la Loba del Desierto en meses.
—¿La Loba del Desierto lo hizo? —preguntó Scott, mirando la imagen con atención.
—Sí. Y yo soy el que ha estado siguiendo esta pista.
—Tal vez deberías dejarlo.
—Eso no depende de mí —murmuró Stiles, finalmente logrando arrancar el vehículo.
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Una ambulancia y varios coches de policía estaban estacionados en una calle. La camioneta en la que se habían llevado a Donovan había sido atacada.
Los agentes que estaban allí estaban muertos ahora. Pero el chico no estaba. Como era de esperarse, el trío de amigos estaba allí, junto con tres de sus amigas.
—Chicos —Noah se acercó a ellos, al verlos—. Scott, hija, ¿ya vieron a este chico, Donovan? No era como ustedes, ¿verdad?
—No lo creo —respondió el chico, negando con la cabeza.
—A menos que oculte su olor, o sea solo un chico demente —comentó su hija, pensativa.
—Humano o algo más... mató a su abogado e hirió de muerte a dos oficiales —dijo Noah, serio—. Ya emitimos una orden, pero ¿pueden encontrarlo más rápido?
Scott y Hope asintieron.
—Podemos intentarlo.
—Bien. Usen el canal dos —les dio una radio a cada uno.
Los dos lobos comenzaron a alejarse de allí.
—Suena estúpido, pero tenemos que separarnos —dijo Hope mientras caminaban—. De todas formas, no creo que haya problemas si tenemos garras y colmillos.
—Está bien. Pero ten cuidado.
Ella asintió y ambos tomaron caminos separados. La pelirroja saltó por encima de una reja, luego bajó por un contenedor de basura y cayó con agilidad al suelo. Sus ojos brillaron momentáneamente con un color ámbar.
Siguió caminando por un callejón cuando se detuvo al percibir un olor extraño.
Justo cuando se dio vuelta, Donovan apareció de repente, tratando de atacarla. Pero Hope reaccionó rápidamente, lo agarró y lo tiró al suelo. El chico la miró aterrorizado.
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—Chicos, ¿están ahí? —preguntó Parrish, después de un rato.
—Sí, aquí estamos —respondió Scott, quien había regresado con Hope cuando ella llamó.
—Encontré a Donovan —dijo ella—. Está totalmente asustado. Solo dice un nombre.
—¿Qué nombre? —preguntó su padre, intrigado.
—Theo —susurró Stiles, mirando a todos.
—Tracy —dijo Scott—. Sigue diciendo Tracy.
—¿Tracy qué? —insistió Noah, frunciendo el ceño.
—Stewart —dijo Lydia, con los brazos cruzados, mirando hacia ellos—. Tracy Stewart.
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—Tracy no solo podía dormir —dijo Lydia—. Era una enfermedad. Pesadillas.
El grupo de amigos se encontraba en el estacionamiento de la escuela, junto al Jeep de los mellizos, a la mañana siguiente.
—Ahora ella es la pesadilla porque no pueden encontrarla —comentó Stiles.
—Sé que todos estamos agotados y nos sentimos miserables —suspiró Scott.
—Excepto tú —agregó Hope, mirando al nuevo integrante del grupo.
—Ah, lo siento —se disculpó Mason—. Esto es una locura. Eres una kitsune. No sé ni qué es eso.
—Sigo aprendiendo —contestó Kira, con una sonrisa nerviosa.
—No dijimos que lo invitaras al círculo interno —dijo Stiles, mirando al más joven.
—¿Soy del círculo interno? —preguntó Mason, un tanto emocionado.
—No —respondió Hope, sin rodeos.
Ella suspiró y cambió de tema.
—Volvamos a Tracy —dijo—. Es una loba solitaria. Podemos hallarla.
—Una loba solitaria y asesina serial —añadió Malia, con tono serio.
—Solo mató a una persona —aclaró su novio—. A las otras las hirió. Bien, ¿qué hacemos cuando la atrapemos?
—Yo digo que la matemos —propuso la coyote, sin pestañear.
Todos la miraron sorprendidos.
—Intenso —comentó Mason.
—Chicos, concentrémonos en atraparla primero —intervino Scott—. El resto lo pensamos después.
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La mujer lobo, el alfa, la kitsune, la banshee y el otro hombre lobo se encontraban en clase de Biología. La profesora Finch entregaba algunos exámenes ya corregidos.
—Qué bien que conoces tus prioridades —comentó, mirando a Scott que había sacado una buena nota.
—Mierda —susurró Hope al ver su calificación. Pensaba que había sacado una alta, pues había estudiado mucho, pero era un 5.
—¿Qué sucede? —preguntó Theo en voz baja, mirando a Hope de reojo.
—No te importa, Raeken.
—...Qué amable.
—Hope, fuiste una de las que sacaste notas bajas, así que puedes guiarnos en la revisión de la lectura para que aprendas —dijo la profesora, con un tono irónico.
La chica tragó saliva, nerviosa. Lydia la observaba con preocupación mientras ella miraba su libro, distraída.
Cuando levantó la vista por un momento, se encontró con alguien en la puerta: Liam.
—¿Hope? —llamó la profesora.
—Perdón, buscaba la página —se excusó, bajando la mirada.
Volvió a mirar al rubio, quien seguía haciéndole señas. Scott también lo notó finalmente.
—Hope.
—Sí. Un momento. Perdón.
—Hope...
Hope agudizó su oído, prestando atención. Scott hizo lo mismo.
—Está aquí. Está en clase de Historia —dijo Liam—. Tracy. Ella está aquí.
Tanto Scott como Hope lo miraron con sorpresa. Scott observó a su amiga, quien se veía algo tensa.
Hope notó que Theo ya la estaba mirando, casi como si lo hubiera anticipado.
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Scott cargaba a Tracy mientras que el Sr. Yukimura los ayudaba a llevarla hacia la salida. Hope y Liam estaban con ellos, atentos a que nadie los atrapara.
Stiles y Malia se acercaron rápidamente. Los mayores salieron de la escuela, y Liam tuvo que quedarse atrás.
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Los cuatro amigos llevaron a Tracy al veterinario para que Deaton pudiera ayudarlos.
—Las pupilas se dilatan bajo condiciones normales —comentó el hombre, tocando su cuello—. Su frecuencia cardíaca es de 250. Hay evidencia de injerto de piel en el hombro derecho. Y la sustancia plateada en sus labios es algo que no había visto antes. Casi parece mercurio.
Tracy se movió de repente.
—¿Puedes ponerle una inyección? —preguntó Malia, ansiosa.
—No parece tener dolor.
—Pensaba en algo para matarla —aclaró Malia.
Stiles levantó las manos, interrumpiéndola.
—Generalmente tengo un código que evita esas medidas —dijo Deaton, con calma.
—No haremos eso —declaró Scott, firme.
—Pero, ¿cómo sabemos que no nos intentará matar? —preguntó Hope, aún dudosa.
—Eso es un buen argumento —admitió Stiles—. Como sea, tendré que decirle a papá que ella está aquí.
—De acuerdo —asintió Deaton—. Y aunque me opongo a la eutanasia... no me opongo a un poco de... —tomó un frasco con ceniza de serbal—, seguridad adicional.
Tiró un poco de ceniza fuera de la mesa, formando una línea.
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Stiles observaba con desconfianza la ceniza de serbal, lo cual no pasó desapercibido.
—Descuida, Stiles —lo tranquilizó Deaton—. Tracy no cruzará esa línea de ceniza. No irá a ningún lado.
—Sí, eso es lo que me preocupa —respondió, sin dejar de observar.
—Tú y yo podremos salir de aquí sin problemas —comentó Deaton, mirando a los tres sobrenaturales—. Ustedes tres, no tanto.
Tanto Scott como Hope ladeaban la cabeza, confundidos, como si fueran cachorros tratando de entender.
Malia entrecerró los ojos hacia Deaton y observó la línea de ceniza.
Extendió la mano y, al instante, una especie de escudo se formó frente a ella.
—Qué raro.
—Hope, ¿quieres detenerla? —preguntó Deaton, mirando a la pelirroja—. Voy a realizar algunas pruebas invasivas.
El hombre tomó un bisturí con cautela. Hope sostuvo a Tracy con delicadeza.
Pero cuando el mayor pasó el bisturí por uno de los brazos de Tracy, la punta se rompió.
—Vas a necesitar un cuchillo más grande —dijo Stiles.
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Tracy seguía inconsciente, y Deaton comenzó a notar cómo algo en su cuello se movía.
—Esto es interesante.
Scott se alejó un poco de ellos al escuchar su teléfono sonar.
—¿Qué pasa? —Stiles se acercó a él.
—Es mi mamá. Dice que el conductor del transporte despertó.
Deaton tocó el cuello de la chica, y algo se movió.
—Chicas, ayúdenme a voltearla, por favor —dijo, dirigiéndose a Malia y Hope.
Ellas dos se acercaron para ayudarlo, mientras los chicos conversaban en voz baja.
—Creo que sé lo que es ella —dijo de repente Stiles.
—¿Podrías iluminarme un poco? —pidió Deaton—. Porque esto no se ve bien.
Los dos se acercaron. Como Tracy estaba de espaldas, Deaton levantó un poco su camiseta para observar su espalda.
Algo se movía bajo su piel. Era largo. De repente, esa cosa se abrió, y sangre cayó sobre Deaton y Scott.
Una cola emergió de la espalda de Tracy, golpeando a Stiles y a Hope. Luego a Deaton y a Malia, y finalmente a Scott.
Todos cayeron al suelo, paralizados en parte de su cuerpo. Tracy los miró con desdén, antes de salir disparada.
Malia estaba apoyada en un mueble. Scott yacía de espaldas en el suelo. Stiles estaba boca abajo. Hope, a su lado, también de espaldas, y Deaton estaba en el mismo estado.
—No es una mujer lobo —dijo el humano con un deje de esfuerzo.
—Kanima —suspiró la mujer lobo.
—¿Cómo diablos pasó por el montón de ceniza?
—No lo sé. Ninguna criatura sobrenatural puede cruzar eso —respondió el druida.
—Scott y Hope lo hicieron.
—Una vez, y casi nos mata —dijo el alfa.
—Debimos haberla matado —gruñó la coyote.
—Tal vez esté en camino... a matar a alguien más —dijo Hope.
—Escuchen, todos —dijo Deaton—. Scott, Hope y Malia, ustedes podrán moverse... mucho antes que Stiles y yo. Pero deben enfocarse.
—¿Enfocarnos en qué? —preguntó Malia.
—En sanar —dijo Scott.
—Exacto.
—No sé cómo decirle a mi cuerpo.
—Tranquila, va a estar bien —le dijo Stiles.
—¡No me calmo! Estoy inmóvil —respondió Malia, desesperada.
—No dura mucho. Estaremos bien —aseguró Scott.
—Doc, ¿cómo nos enfocamos? —preguntó Hope.
—Piensa en una parte de tu cuerpo. Tus manos, tus pies. Incluso la punta de tus dedos. Imagina que se mueven. Visualízalo en tu mente y tu cuerpo te seguirá.
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—Bien —dijo después de un rato Stiles—. Estoy seguro de que sentí mi pierna moverse. Sí, definitivamente lo sentí. Como un piquete, un espasmo, algo.
Pero Deaton estaba justo frente a sus pies.
—No estoy de acuerdo. Y mi opinión tiene peso.
Malia comenzó a mover los dedos de las manos.
—¿Malia? —dijo Scott al verla.
—Creo que no me cortó profundo.
—Sigue. Sigue —dijo Deaton, animándola.
Poco a poco, Malia empezó a mover el resto de su cuerpo, hasta que comenzó a levantarse.
—¿Qué pasa? —preguntó Stiles—. No puedo ver.
—Lo logró —dijo Hope, sonriendo ligeramente.
Finalmente, la chica se levantó.
—¿Malia? ¡Malia, espéranos! —dijo Stiles, al sentirla alejarse.
—No hay tiempo.
—Ella no es una mujer lobo.
—Tiene olor. Puedo rastrearla —dijo la castaña.
—Malia —dijo la pelirroja—. Sálvala.
Su amiga se aferró a los muebles por un momento, pero logró salir rápidamente.
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Scott se sostuvo de la mesa para poder levantarse. Hope, con esfuerzo, empezó a moverse, pero su cuerpo aún le dolía.
Cuando iba a levantarse, vio a alguien acercándose. Frunció el ceño al verlo.
La persona la ayudó a levantarse, pasando un brazo por detrás de su espalda y con el otro sujetando sus manos para impulsarla hacia arriba.
—¿Cómo nos encontraste? —preguntó, recargada en la mesa.
—Seguí tu aroma. Hueles bien, por cierto —respondió Theo. Ella levantó una ceja—. Además, oí hablar de Tracy. Te estaba buscando.
Theo también ayudó a Stiles a levantarse.
—Fingiré que no escuché lo de que mi hermana huele bien —dijo él, mirándolo con desconfianza.
—La perdimos —dijo Scott.
—Y a Malia.
—Puedo ayudar —respondió Theo, y se acercó a Deaton.
—¿Este es Theo? —preguntó Deaton a la pelirroja. Ella asintió.
—Déjenme ayudar —dijo el chico—. No significa que sea parte de la manada... ni que me acepten o algo así. Solo puedo ayudar a atrapar a esta chica.
Los tres amigos se miraron, dudando.
—Chicos —el azabache miró a los dos lobos—. Puedo ayudarlos.
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