one. creatures of the night
one ;
Era una noche tranquila en el pueblo de Beacon Hills. Scott miraba con calma el cielo nocturno sentado sobre el capó del Jeep de sus mejores amigos.
—Encontré uno de tres habitaciones en el distrito Mission —dijo Stiles atrás de él, concentrado en marcar lugares en un mapa—. Pero es muy costoso.
—Un par en Haight-Ashbury. También costosos —añadió Hope, a su lado.
—¿Y Berkeley? —sugirió Scott, volteando a verlos—. ¿Los estudiantes no viven ahí?
—Sí, sí —Stiles solo asintió, sin hacer mucho caso a su sugerencia—. Podemos probar Nob Hill... pero es probable que el Jeep se destruya en las subidas.
El chico lo miró incrédulo.
—¿Llevarán el Jeep?
—Conoces el plan, Scott. Nadie se queda atrás, ese es el plan —dijo con seriedad Hope.
Nunca en la vida dejarían el Jeep.
—Lydia irá sin problemas a Stanford. Kira quiere USF. Malia ya sabrá qué hacer, ¿no? —Stiles recargó los codos en el capó—. El plan es perfecto.
Scott rió, negando con la cabeza.
—Esperar a estar en la escuela y luego buscar dónde vivir.
—Tenemos una visión, viejo. Y es muy hermosa.
—No nos arruines la visión —dijo la pelirroja, luego ladeó la cabeza—. Probemos la bahía Este.
—Aún no buscamos en Oakland —señaló el de lunares. Los dos se dieron cuenta de la forma en que su amigo miraba a la luna—. ¿Estás bien? ¿Lo sienten? —se dirigió también a su hermana.
—Está controlado —Hope se encogió de hombros.
Scott suspiró.
—Solo pensaba —dijo, aún con la mirada perdida.
Su amigo lo miró con curiosidad.
—¿Sobre qué?
—El último año.
—¿Último año? Vamos. No es nada. Va a ser muy fácil.
—Tiene que ver con algo que Deaton me dijo una vez. ¿Oyeron hablar de "regresión a la media"?
—No. No lo creo —Stiles negó.
—Yo sí —dijo Hope, asintiendo levemente—. Es su forma de decir que la vida no siempre es buena o mala. En algún momento las cosas deben volver al punto medio.
—Exacto —el alfa asintió—. Pensaba en los últimos meses. Las cosas han ido bien, ¿no? Pero no increíble.
—Sí, pero nadie nos ha tratado de matar en seis meses —respondió un tanto obvio el humano.
—Cierto. Hemos estado mucho tiempo a la mitad.
—Lo cual significa que la balanza se moverá hacia algún lado —la chica dejó salir un suspiro. Su amigo asintió—. Las cosas volverán a estar muy bien.
—O muy mal —dijo su hermano.
Los tres se quedaron en silencio por un rato, hasta que escucharon un trueno y al chico de lunares se le vino algo a la mente.
—¿Creen que ya fue suficiente?
—¡Sí!
Los tres voltearon a ver a Liam, quien estaba atado a un árbol con cadenas, impidiendo que se moviera.
—Oye. Tratamos de conversar como adultos.
—Tienes dos años más que yo. Estoy bien —Liam rodó los ojos—. Déjenme ir.
—No es que desconfiemos de ti —aclaró Hope mientras se acercaban a él, con las llaves en la mano.
—Yo desconfío de ti —corrigió Stiles.
—Pero tras la última luna...
—Fue solo un desliz —respondió Liam rápidamente.
—¿"Desliz"? —lo interrumpió incrédulo Stiles—. Una docena de llamadas a la Policía sobre un monstruoso niño-perro desnudo en Beacon Hills. ¿Eso es un desliz?
Scott no pudo evitar reír al recordar ese momento.
—¿Por qué estabas desnudo? —Hope arqueó una ceja mirando al menor.
—Era una noche muy calurosa, ¿sí? Suéltenme.
—¿Seguro que estás bien? —preguntó Scott.
—No volverá a pasar.
—¿Tienes control completo y total?
—Sí. Completo y total.
—Bien.
Stiles guardó las cadenas en el bolso y regresó al vehículo con Scott. Hope, por su parte, se quedó mirando con los ojos entrecerrados al menor.
—¿Completamente seguro?
Liam suspiró.
—Sí.
Ella asintió con una sonrisa para después ir a alcanzar a su hermano y su mejor amigo.
Pero una vez solo, Liam agachó la cabeza para mirar sus manos, los dedos y palmas ensangrentados por haberse clavado las garras.
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—¿Es una fiesta?
—No es una fiesta —dijo Hope con tono cansado, mientras deslizaba su dedo en la pantalla para ver las fotos que Isaac le había enviado desde Londres.
—¿Qué hay a la medianoche? —volvió a preguntar Liam.
—Tu hora de dormir —rodó los ojos Stiles.
—¿Por que no van las demás chicas?
—Nos verán ahí. Solo deja de hacer preguntas. Solo es para estudiantes de último año. Lo sabrás cuando tú lo seas.
—¿Ustedes tienen problemas con sus teléfonos? —preguntó Scott, con la vista fija en el suyo.
—Parece que Hope no. Lleva con su teléfono desde que empezamos a andar —dijo Liam, recargando su cabeza en el asiento antes de voltear a verla—. ¿Qué estás mirando, por cierto? —pero al intentar tomarlo, ella le dio un manotazo.
—Quédate quieto.
Liam se acomodó en el asiento en silencio, como un perro regañado. Stiles rió en voz baja, pero no duró mucho ya que el Jeep hizo un sonido raro, y el motor comenzó a fallar.
—¿Qué demonios?
Las luces del vehículo se apagaron, y tras unos segundos, se detuvo a mitad de la carretera.
—¿Te quedaste sin gasolina? —preguntó el rubio.
—No, es algo eléctrico —el de lunares frunció el ceño, extrañado.
—Tal vez sea el alternador de nuevo —dijo la pelirroja, para después bajar junto a sus amigos.
Los dos chicos levantaron el capó para saber qué ocurría, mientras que la chica iluminaba el interior con la linterna de su teléfono.
—Necesitaremos mucha cinta —comentó con un deje de diversión Scott. Los hermanos lo miraron fijamente—. Bromeo. Lo arreglaremos.
—Es que es la última noche del verano... y quería que todos estuvieran ahí esta noche —dijo Stiles con un suspiro.
—Llegaremos —aseguró Scott—. ¿Hay herramientas?
—Sí —Hope sacó una de las tantas cintas guardadas en el vehículo en caso de emergencia—. Liam, ¿me cuidas mi teléfono?
Le pasó la cinta a su hermano antes de acercarse a la ventana de su lado y entregarle el aparato con una sonrisa. Después regresó para ayudar a los chicos.
Mientras tanto, Liam, que seguía dentro y estaba a punto de ponerse los audífonos, escuchó un trueno que venía de la parte de atrás.
Volteó la cabeza, pero dio un brinco cuando un rayo cayó demasiado cerca del vehículo.
—¡Chicos! —gritó—. ¡Chicos!
—Sí, dame un segundo.
—Liam, quédate en el auto, ¿de acuerdo?
Pero antes de que pudiera responder, otro rayo cayó justo a un costado de ellos, obligándolos a retroceder asustados. Los tres se quedaron viendo con asombro el lugar donde había caído.
—Eso estuvo cerca —susurró Hope.
—Muy cerca —dijo Stiles en el mismo tono.
De repente, las luces y el motor del Jeep se encendieron de nuevo. Liam asomó la cabeza por la ventana.
—¿Podemos irnos?
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Stiles tocó la bocina en cuanto encontraron a Malia junto a su padre afuera de uno de los tantos tráficos provocados por la tormenta.
—Perdón por llegar tarde —se disculpó sacando la cabeza por la ventana. La chica se acercó sonriendo, y él le devolvió la sonrisa—. Hola.
Ambos se besaron. Desde los asientos de atrás, Liam se inclinó hacia adelante.
—Yo también lo siento —dijo con un tono inocente y burlón. Hope lo agarró por la chaqueta y lo obligó a sentarse de nuevo.
—Ustedes recuerdan que tengo un arma, ¿cierto? —dijo el padre de la chica, arqueando una ceja hacia ellos.
—Claramente, señor. Es difícil olvidar cuando uno por poco muere —respondió Hope con una sonrisa falsa.
El hombre rodó los ojos, pero no hizo ningún comentario más.
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Cuando Malia se sentó al otro lado de Hope, todos voltearon a verla. Ella frunció el ceño, confundida.
—¿Qué?
—¿Ya lo averiguaste? —preguntó Stiles.
—¿Averiguar qué? —insistió Liam.
—Me enviarán un correo —dijo Malia, encogiéndose de hombros y evitando mirar al menor.
—¿Es por la escuela de verano?
La castaña suspiró y giró la cabeza hacia su novio.
—¿Le dijiste?
—Fue Hope. Dijo que debías ir a la escuela de verano porque tus resultados no bastaban. Tal vez tengas que repetir el segundo año —soltó Liam con calma.
Malia apretó los labios y la miró fijamente. Hope no apartó los ojos del chico, tan seria que lo hizo tragar en seco y bajar la cabeza.
—Creo que debimos dejarlo encadenado al árbol.
—Estoy de acuerdo —añadió Stiles, mirando también al chico.
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—Papá ayuda en una cirugía. No terminará en horas —explicaba Liam mientras caminaba por un pasillo del hospital junto a su amiga—. Entonces, o me quedo por aquí, o aún puedo ir con ustedes.
La chica soltó un suspiro mientras presionaba el botón del elevador.
—Scott podrá creerte, pero yo pasé suficiente tiempo cuidándote como para conocerte bien —dijo Hope—. Así que, muéstrame tus manos.
El chico bajó la mirada avergonzado y sacó las manos de sus bolsillos, todavía manchadas con algo de sangre seca.
—Sí, aún tengo problemas.
—No. Sigues aprendiendo —corrigió Hope—. ¿Cómo te mantienes concentrado en no cambiar?
Liam levantó sus audífonos para mostrárselos.
—Pero no está funcionando.
—Funciona lo suficiente. Derek nos dijo a Scott y a mí que eres uno de los más fuertes que ha visto a tu edad. Viniendo de él, eso significa mucho. Créeme —hizo una pausa mientras las puertas del elevador se abrían—. Y tal vez signifique que todo sea más difícil por un tiempo —entró al elevador—. Pero también significa algo más.
—¿Que soy realmente fuerte? —preguntó el rubio.
—Claro que sí —dijo la pelirroja justo antes de que las puertas se cerraran.
Cuando llegó al primer piso, se encontró con su hermano y su mejor amigo esperándola.
—Aún no contacto a Kira —dijo Scott mientras empezaban a caminar.
—Le recordaste lo de hoy, ¿no?
—Eso creo. Solo me mandó un mensaje esta semana.
—¿Uno? —preguntó Stiles incrédulo—. ¿Cómo quedaron cuando ella se fue a Nueva York?
—Quedamos bien —balbuceó Scott—. Sí. Solo le dije… "No te preocupes por nada, ve y diviértete".
Stiles hizo una mueca.
—No. ¿Le dijiste que fuera y se divirtiera?
—¿Qué tiene de malo eso?
—Nada, no tiene nada de malo —intervino Hope, también con una mueca—. Solo que eso se puede interpretar de muchas maneras.
—¿Cómo cuáles? —preguntó Scott, un poco preocupado.
—"Descuida, no somos exclusivos. Diviértete con otros" —respondió Stiles con sarcasmo.
—¡No! Claro que no —exclamó el chico, alarmado.
—Malia, si tú te vas y yo digo: "Descuida, ve a divertirte"… —dijo Stiles mirando a su novia—. ¿Qué pensarías?
—¿Diversión como el boliche? —preguntó Malia, mirándolos—. ¿O sexo con otros chicos?
Hope y Stiles miraron a su hermano.
—Bueno, sí, ahora estoy preocupado.
De repente, vieron a unas personas pasando con una camilla, llevando a un hombre herido.
—Hombre de 25 años, conductor sin cinturón en accidente.
—Mamá, ¿de dónde viene esto? —preguntó Scott al ver a la mujer acercándose.
—Un tractor averiado en la 115 provocó un gran choque —dijo Melissa mientras se unía a los demás enfermeros.
—Solo hay una forma de ir de Beacon Hills al aeropuerto —dijo Stiles.
—La 115 —suspiró Scott, cerrando los ojos.
—Kira no podrá llegar —murmuró Hope, bajando la mirada.
—Puedo ir por ella —respondió el alfa, alejándose—. Vayan a la escuela. Lydia está ahí. Nos vemos a medianoche.
—¿Cómo la encontrarás en medio de todo el tráfico? —preguntó el humano.
—Lo lograremos. Confía en mí.
Scott salió por las puertas del hospital y se fue. Los tres amigos se quedaron en silencio por unos segundos.
—Solo faltó que dijera "soy el alfa" como Derek en sus días de gloria —comentó Hope, burlona.
Su hermano rió, pero la otra chica no entendió, ya que no había estado cuando Derek era alfa y siempre decía eso.
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Los tres amigos llegaron a la escuela empapados; la lluvia no les había dado tregua, y ninguno llevaba paraguas.
Stiles y Malia se quedaron cerca de la entrada, mientras Hope se apartaba un par de pasos, mirando su teléfono con aburrimiento.
De pronto, una llamada de Jackson iluminó la pantalla.
Sonrió levemente y se alejó un poco más para responder. Era una oportunidad para recibir más noticias sobre la inesperada relación con Ethan.
—No quiero hacer esto si no soy de último año —dijo Malia, refiriéndose a su incertidumbre por no haber recibido el correo.
—Sí —respondió Stiles, cabizbajo. Entonces, se giró hacia ella, dándose cuenta de que Malia lo estaba oliendo.
—¿Qué te pasa? —preguntó ella, frunciendo el ceño—. Hueles horrible.
—Sí, se llama ansiedad. Deberías estar familiarizada, porque es un estado muy constante para Hope y para mí —respondió Stiles, lanzando una mirada de reojo hacia su hermana, quien seguía hablando por teléfono.
—¿Por qué es tan importante para ustedes? —preguntó Malia, curiosa.
—No es... —replicó Stiles, aunque parecía debatirse a sí mismo—. Bueno, tal vez sí lo sea. Está bien, te lo explico. Le preguntamos a nuestro papá sobre sus amigos de la secundaria. ¿Sabes con cuántos sigue hablando? Ninguno. Ni uno solo. Y eran sus mejores amigos. Dice que simplemente perdió contacto. Y ya sabes cómo somos Hope y yo. Nos ponemos a pensar en cosas.
—Obsesivamente. Y de una forma tan parecida que da miedo.
Hope había terminado de hablar con Jackson hacía unos minutos y se había acercado sin que ellos se dieran cuenta, en silencio.
—Sí. Y pensamos: ¿qué tal si Scott es nuestro mejor amigo ahora... pero no lo será para toda la vida?
—Bueno, ¿acaso eso no pasa a veces?
—Sí, pero solo si dejamos que pase. Es lo que digo. ¿Cómo seguimos caminos separados después de graduarnos? Si ya encontré a las mejores personas de mi vida, ¿por qué no tratar de quedarme con ellas?
Hope bajó la mirada, pensativa.
No pudo evitar recordar a Erica, su mejor amiga, que había sido como una hermana para ella. A pesar de todos los problemas que habían pasado con el kanima, siempre estuvieron juntas...
Hasta que la manada de Deucalion la asesinó.
El ceño de Hope se frunció de repente. Algo la sacó de sus pensamientos. Podía sentir a alguien acercándose corriendo, y Malia también lo notó.
Stiles levantó ambas cejas al ver cómo su hermana derribaba a la persona sin pensarlo dos veces.
—¡Ay, por Dios! ¡Liam! —exclamó ella al darse cuenta de a quién había tirado al suelo—. ¿Por qué no avisas?
—Scott tiene problemas —respondió Liam, intentando recuperar el aliento. La fuerza de su amiga era mucha.
—¿Y por qué no lo dijiste antes? Levántate del suelo y deja de hacerte el tonto.
Malia la siguió sin decir nada, y tras ver a Liam con una mirada burlona, Stiles también.
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Hope llegó primero al lugar donde Scott estaba en apuros. Apenas se acercó, vio cómo un hombre lobo lo estrellaba contra la pared sin esfuerzo.
Kira, con su katana en mano, se lanzó al ataque, pero el hombre lobo fue más rápido y la derribó con un movimiento brusco.
Un rugido bajo salió de la garganta de Hope. Sus ojos brillaron ámbar mientras sus colmillos y garras emergían. Sin dudarlo, corrió hacia él, intentando rasguñar su rostro. Sin embargo, el hombre lobo atrapó su brazo en el aire, obligándola a detenerse.
—Miren a quién tenemos aquí. La beta preferida de Peter Hale.
Hope frunció el ceño al escucharlo mencionar a su alfa.
Con un movimiento ágil, usó su fuerza para enredar sus piernas alrededor de su cuello e intentar inmovilizarlo. Pero el hombre lobo, con fuerza inesperada, la agarró del cuello de su chaqueta y la lanzó al suelo.
La caída fue dura, y Hope terminó encima de Scott, quien gimió de dolor bajo su peso.
—No vine solo por tu estatus —dijo el hombre lobo, mostrando sus garras que brillaban en un extraño tono azul.
Antes de que pudiera atacar de nuevo, un gruñido llamó la atención de todos.
Un joven apareció de repente, su rostro transformado en el de un hombre lobo. Scott lo miró con confusión, y Hope, aún adolorida, lo observó con curiosidad.
El chico no perdió tiempo. Usó la pared para impulsarse y logró rasguñar la pierna del atacante. Hope parpadeó sorprendida al darse cuenta de que este desconocido estaba... ¿ayudándolos?
Mientras el hombre lobo y el chico se enfrentaban, Scott y Hope aprovecharon para ponerse de pie. Sin embargo, el atacante los superaba en fuerza.
De un solo golpe, lanzó a Hope al suelo nuevamente, mientras sujetaba a Scott por el cuello y clavaba sus garras en su abdomen.
El chico cayó de rodillas, respirando con dificultad. La chica, debilitada, miraba con preocupación, incapaz de intervenir.
En ese momento, Stiles, Malia y Liam llegaron. Stiles se detuvo en seco al ver la escena, mientras Liam gruñía. Kira se levantó con su katana en mano, lista para volver al ataque.
El joven desconocido extendió una mano hacia Hope, quien, algo confundida, la aceptó para ponerse de pie.
Liam observó la interacción con molestia; no le gustaba que un extraño tocara a su mejor amiga.
Mientras tanto, Scott agarró el brazo del hombre lobo y, con un movimiento rápido, lo torció, obligándolo a soltarlo. Luego, arrancó las garras de su abdomen y las arrojó lejos.
—No sé quién eres ni qué creías que ibas a hacer, pero te daré una opción —dijo Scott, su voz llena de autoridad—. Puedes quedarte y romperé algo más... o puedes correr.
El hombre lobo pareció evaluar la situación, mirando al grupo que ahora lo rodeaba.
—Yo correría —sugirió Stiles.
—Corre —añadió Hope con una sonrisa ladeada.
Finalmente, el hombre lobo decidió huir.
El grupo se reunió, ahora con sus miradas fijas en el joven desconocido, quien había vuelto a su forma humana.
—No me recuerdan, ¿verdad? —dijo él con una pequeña sonrisa, acercándose a ellos—. Supongo que he cambiado desde cuarto grado.
Scott lo observó con incredulidad.
—¿Theo?
—¿Raeken? —interrumpió Hope, mirándolo de arriba abajo. Sí que había cambiado.
Y, bueno, físicamente, para bien.
—¿Lo conocen? —preguntó Malia, intrigada.
—Me conocían. Sobre todo Hope —respondió Theo, dedicándole una sonrisa a la pelirroja, quien alzó una ceja—. Nunca pensé que volvería a verlos. Pero hace unos meses escuché sobre un alfa en Beacon Hills. Cuando supe que se llamaba Scott McCall, no pude creerlo. Y no solo un alfa, un Verdadero Alfa.
—¿Qué quieres? —preguntó Hope, cruzándose de brazos y manteniendo su mirada fija en él.
—Regresé a Beacon Hills, a casa con mi familia... porque quiero ser parte de tu manada.
Stiles lo miró con desconfianza, sus ojos entrecerrados.
Nunca le había agradado Theo, ni siquiera cuando eran niños. Había sido el primer chico con el que su hermana tuvo un interés romántico, y ya entonces tenía sus reservas.
Ahora, su instinto le decía que algo no estaba bien.
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—No lo hemos visto en años —comentó Stiles mientras entraban a la escuela—. ¿No les parece muy sospechoso?
—Todos te parecen sospechosos, hermano —respondió Hope con una sonrisa, dándole una palmada en el hombro.
—Y a mí me preocupa más el tipo que trató de matarme —añadió Scott, soltando un suspiro.
Antes de que pudieran seguir con la conversación, se detuvieron al notar a Malia parada, concentrada en su teléfono.
—¡Entré! —exclamó la coyote con una sonrisa amplia—. ¡Me aprobaron!
Stiles no perdió tiempo y se acercó para abrazarla con orgullo.
—Enhorabuena, amiga mía —dijo Hope, uniéndose al abrazo y rodeándola por los hombros con alegría.
—Oficialmente soy de último año —anunció Malia, aún con una sonrisa radiante.
—Gracias a Dios —interrumpió Lydia al acercarse, dejando escapar un suspiro de alivio—. ¿Dónde han estado? Toda la clase está aquí. ¿Haremos esto o no?
El grupo asintió. Hope pasó un brazo alrededor de los hombros de Lydia, mientras Stiles hacía lo mismo con Malia y Scott con Kira.
Caminaron hacia la biblioteca, donde una fila de estudiantes ya esperaba frente a un estante particular.
Finalmente llegó su turno. Stiles tomó el marcador y observó las iniciales que ya decoraban la madera. Su mirada se detuvo en "D.H.", y por un momento, sonrió con melancolía antes de añadir las suyas: "S.S."
—Tu turno —dijo, entregando el marcador a Lydia.
La banshee escribió "L.M." con elegancia, sin vacilar.
—Esto no es vandalismo, ¿o sí? —preguntó Kira con nerviosismo al tener el marcador entre sus manos.
—Técnicamente, no.
Kira asintió y escribió "K.Y." Antes de pasarle el marcador a Malia, quien lo sostuvo unos segundos, pensativa. Al final, eligió "M.T." en lugar de la inicial de su apellido real, y esbozó una sonrisa ligera al finalizar.
Hope tomó el marcador a continuación. Escribió "H.S.", pero no se detuvo ahí. Con una expresión más seria, agregó otras iniciales, cada una representando a alguien especial que había sido parte de sus vidas: "I.L.", "J.W.", "E.R.", "V.B.", "E.S.", "A.S."
Un silencio se apoderó del grupo al notar lo que la chica hacía.
Aunque algunos de esos nombres estaban lejos, otros ya no estaban con ellos, pero seguían siendo importantes.
Scott fue el último en escribir. Añadió "S.M.", pero al ver las otras iniciales, supo que no podía dejar pasar la oportunidad de incluir las últimas que faltaban. Su mano tembló ligeramente mientras escribía "A.A."
El grupo intercambió miradas cargadas de emociones.
—Ella hubiera estado aquí —murmuró Stiles con nostalgia.
—Sí —asintió Scott, dejando escapar un suspiro profundo.
—Aún está —respondió Lydia, su voz suave, pero firme.
—Todos lo están. Estén lejos o no —agregó Hope con una sonrisa ligera.
Su último año acababa de comenzar, y aunque el futuro era incierto, lo enfrentarían como siempre: juntos.
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