
5
El mismo cielo.
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Veía mis manos, sentado en aquel sofá mientras que mi pierna se movía rápidamente de arriba a abajo, de una forma nerviosa. Estaba inquieto, y con muchos pensamientos recorriéndome, la ansiedad me carcomía. No era nada de fácil esto que estaba enfrentando pero tampoco quería imaginar el daño colateral que mi presencia estaba creando. Veía como aquella mujer de cabello de negro azabache estaba sentada en su comedor, junto a mis compañeros. Tres personas animadas, hablando y compartiendo recuerdos de los últimos años. Alessandra era como mi mano derecha y jamás imaginé que su hija era la persona a la que más ame. Ahora que la veía, que la veía de una manera detenida, podía ver sus facciones faciales y en cómo si había parecido en sus tres hijos. Cada ves que la veía, veía a través de ella a la mujer que conocí años atrás, a la que me brindó su amistad y su compañía. Natasha estaba en mis pensamientos, no podía sacarla de ahí. En cómo debió ser estos últimos años para ella, en la familia que siempre soñó tener y ahora la cual no podrá cuidar. No sentía mi ojo humedecido, no lloraba, no transmitía tristeza y me dolía más no poder demostrar mi emoción de dolor.
Suspire, recostándome y arqueando mi espalda en el sofá, sintiendo la tensión recorrer cada parte de mi cuerpo. Era tanta que no podía dormir bien, estaba cansado y lidiando con cada uno de mis pensamientos. La puerta de la casa de Alessandra se abrió, dejando ver con claridad aquellas dos mujeres, rubias y de ojos azules. Vi como de reojo Sarah me miro, como ni siquiera me sonrió pues parecía enfocada en buscar a alguien más en esta habitación. Cambie mi mirada cuando visualicé aquellos ojos esmeralda, me miraron de forma penetrante y dejando ver tantos sentimientos de los cuales no tenía responsabilidad. Stephanie estaba parada en el margen de la puerta, esperando mi cercanía, pero tan solo escuché varios pasos de la segunda planta de esta casa y la mantuve aislando, sintiendo el ambiente tenso. Observe cómo Sarah miró fijamente a Alessandra, acercándose al pequeño comedor que había ahí, el silencio que inundó la habitación fue sumamente incomodo, tanto para ellos como para mi, pues no entendía el por qué de la tensión de estas dos mujeres. Las observé a ambas, viendo como incluso Manuel y Cole las miraron con incomodidad.
—¿Dónde está?—Sarah se dirigió rápidamente a Alessandra, quien se quedó pasiva en su silla observando como su compañera o ex compañera, la miraba con una gran actitud.—Se supone que este en la enfermería, Alessandra.—le dijo Sarah, disminuyendo su actitud mientras que más pisadas se escucharon desde la planta de arriba.
—¿Por qué?—pregunto Alessandra, levantándose de la silla mientras que todos pusimos nuestra atención en la chica que bajaba las escaleras de la casa. Me quede cautivado en ver cómo Aliana bajo con cuidado, en cómo ni siquiera me miro pero en cómo ella parecía incomoda con tanta presencia. Su cabello estaba en una coleta alta, mientras que tenía una camisilla color negra y unos pantalones ajustados de un color azul oscuro, algo desgastado y esas botas del mismo color de su camisa. Sus pecas se reflejaban junto a sus ojeras, pero sus ojos verdosos era lo más cautivador.
—Sus heridas, pueden empeorar.—habló Sarah de una forma dificultosa cuando presenció a Aliana, quien se quedó parada frente a las escaleras, a unos centímetros de Stefanie y Sarah, quienes la miraban extraña e incomoda.
—¿Estás segura que es por eso?—mi piel se erizo cuando escuche la ronca voz de Aliana dirigirse por primera vez a estas personas pero más a Sarah, a quien Aliana se le acercó, sin ni siquiera percatarse de mi, o de la chica rubia detrás de Sarah que la miraba con mucha más incomodas.—Puedo moverme excelente, puedo descansar desde aquí.—argumento ella, mientras que ambas chicas se miraban fijo, se veía un desafío en sus ojos.
—Aliana, lamentó decirte que no sólo sufriste una perforación, perdiste un bebé del cual quizás no sabias que tenías y por esa razón se deben las consultas, incluso el descanso en cama.–una gran tensión se forma y una más en mi que recorrió mis venas ante ese comentario inesperado, el rostro de Aliana fue eufórico, sus ojos se quedaron abiertos grandemente mientras se veía una expresión de sorpresa en ella.—Así que necesitaré que vuelvas a la enfermería, por tu bienestar.—le pidió Sarah de una forma amable mientras que Aliana parecía procesar la información que le habían otorgado. Aquella chica cruzó sus ojos conmigo y sentí mi piel tensa cuando sus verdosos ojos me miraban fijamente, y esta se fue acercando a mi. Me quede parado cuando sentí su mano rozar mi pantalón hasta mi cinturón, sacando mi arma de aquel estuche y no me inmuté en moverme, su cuerpo tan cerca me dejó sin habla.
—Aliana.—la llame, sabiendo del porque su movimiento pero todo se puso tenso cuando Aliana dirigió mi arma a la frente de Sarah, quien asombrada abrió sus ojos. La tensión fue grande y más cuando Stefanie reaccionó, sacando su arma y apuntando a Aliana, pero la chica de ojos verdes no se inmutó.
—Entonces que sean tres cabezas las que vuelen.—hablo Alessandra, sacando su arma y apuntando en la nuca de Stefanie quien mordió su labio ante eso. Nosotros los varones nos quedamos ajenos a la situación que se había creado. Stefanie no bajo su arma pero Aliana mucho menos.
—Me has estado drogando, es por esa razón que he estado tan ida. Me has sacado sangre sin necesidad de hacerlo.—dijo Aliana, mirando fijamente a Sarah, quien ante eso bajo la cabeza, dejándonos a todos con una terrible confusión.—¿Por qué quieres drogarme? ¿Cual es la función de eso?—pregunto Aliana, mientras que la mujer frente a ella aún se encontraba cabizbaja.
—Habla Sarah, ahora.—le pidió Alessandra con gran voluntad, veía a madre e hija apoyándose, una imagen que jamás imaginé presenciar pero a estas alturas yo me sentía en un mundo paralelo.
—Para más muestras de sangre... —susurró Sarah, levantando su cabeza y mirando a Alessandra.—Desde que la prueba en Carl funcionó, hemos intentando de progresar en ella pero la persona que creo la vacuna que salvo a Carl, murió. No dejo códigos, no dejo instrucciones, solo murió. Su sangre era inmune al virus, así que la utilizo en Carl el día en que lo encontramos, funciono. Cada persona que llega aquí herida o casi moribunda, le hacemos un tipo de prueba de sangre para saber si coincide con la de Carl, lo que implicaría que si podría crear una vacuna en este sector ya que en otros sectores no han podido ni siquiera acercarse.—explicó Sarah, aclarando muchas dudas que habían en esta misma habitación.—Si tu sangre coincidía con la de Carl, implica que sus hijos también. Lo que se podría usar como experimento y encontrar una vacuna.—añadió, pero Aliana bajo el arma y denegó la información incomoda.
—No van utilizar a mis hijos.—comentó con rapidez Aliana, interrumpiendo lo que Sarah dijo. Sus ojos verdosos me miraron, como si deseara que compartiera la misma impotencia pero la única impotencia que sentía era no conocerlos.
—Carl, fingimos decirte que tú comunidad había dejado de existir y todo lo que conociste para que no tuvieras razones para irte. Vimos tus habilidades, la sabiduría que presentas en tus rasgos de liderazgos y pensábamos llevarte al sector A, donde podrías ser capaz de liderar una comunidad pero cuando Ralf murió ya no teníamos esperanza en una vacuna, solo tú. Enviamos a Alessandra al sur, donde te dijimos que tus comunidades ardieron en fuego para ver si podíamos encontrar a alguien con tu sangre. Cuando perdimos comunicación con ella, pensamos que había muerto y por eso te mantuvimos aquí.—finalizó en decir Sarah, quien parecía avergonzada. La tensión se notaba en la habitación y me recorría por las venas al saber la verdad, el enojo llegaba a mi mente.
—¿Lo sabían?—le pregunté a todos que estaban en esa habitación pero mis amigos parecían ajenos, incluso la misma Alessandra el hueco que sentí fue cuando Stefanie bajo la cabeza.—Increíble.—reí de una forma sarcástica, encontrándome con una nueva situación.—Perdí mi vida por la sencilla razón que creyeron que yo era su salvación.—mire fijamente los ojos esmeralda de Stefanie, quien con su arma parecía más avergonzada de las acciones de su hermana.
—No es lo peor, Carl.—comentó Sarah, creando mucho más tensión.—Daniel, mi pareja, creó un informe de que tienes una nueva generación, tus hijos. Si ese informe llega a manos del sector principal de las comunidades, querrán ir hacia allá para buscarlos.—pude ver cómo Aliana se tensó y de inmediato volvió a alzar su arma.—El informe está retenido Aliana, aún no será enviado. Puedo darte mi palabra.—Sarah impresionó ante el gran semblante que la mujer frente a ella impuso.
—Tú hija está afuera, creyendo que solo viniste a saber de mi bienestar. No desearía volarte la cabeza y que ella no pueda tener al menos la mínima atención que ni siquiera puedes darle. Yo si quiero volver a casa con mis hijos, sanos y salvo, así que retírate de aquí o juro por ellos que voy a dejar a esa niña sin madre porque si entendieras el sentimiento de lo que es serlo, no hubieses sido capaz de escribir ese informe.—Aliana hablaba entre dientes demostrando la rabia que le habían provocado con una sola confesión.—Alessandra, recoge mis cosas, me iré hoy mismo.—me negué ante lo que esta había dicho, y mi única intuición fue detener su acto.
—No.—le pedí pero esta, cegada con su enojo llevo su arma a mi, sus ojos me miraban y se veía el enojo, la impotencia.
—Baja el arma porque no voy a dudar en dispararte.—Stefanie en mi defensa volvió alzar su arma, apuntando levemente a Aliana, sin importar que Alessandra aún la apuntará.—Quítale el arma a mi pareja en estos momentos.—su mirada, su mirada transmitió algo que no veía hace años, algo que me transmitió un escalofrío. Aliana me miro desanimada, como si esas palabras le hubiesen dolido, ella bajo su arma y su mirada dejó de enfocarse en mi.
—¿Mamá?—la puerta se abrió, mostrando claramente aquella pequeña niña, quien nos miró confusos y todos por un instante supimos disimular la situación.—Daniel te busca.—dijo Sammy, mirando a su madre, quien asintió levemente.
—Espera afuera, por favor.—le pidió esta, a quien asintió. Sammy nuevamente salió del hogar, dejando a los adultos en una incómoda situación.
—Esto es una locura, de verdad.—opinó por primera vez Manuel, luego de tanta disputa entre las mismas personas.—Ella no puede irse, no hasta que ellos despisten su ojo, hasta que dejes de importarles. Debes permanecer unos días al menos.—Aliana evadió la mirada de mi amigo, parecía estar en una nube.
—No cometeré un acto en contra de ti o tus hijos.—termino de decir Sarah, alejándose y simplemente yéndose por los mismos lados que su hija pequeña se fue, mientras que la tensión aún no se desvanecía.
—Carl, vámonos.—mire como aquella chica de ojos esmeraldas me miro con suma autoridad, me quede parado en el mismo lugar viendo cómo ella esperaba por mi. Aliana se distanció más de mí y de ella, girándose para ver cómo ella llevaba sus manos a su rostro restregándolo, estaba frustrada, la conocía.—Carl.—Stefanie volvió a llamarme pero nuevamente me quede inmóvil.
Un silencio se armó en la habitación, mientras que las tensiones dejaban de reflejarse. Pude ver a Manuel levantando aún lado de Alessandra, sobando sus hombros y indicándole que se calmara. Aún estábamos con la presencia de Stefanie quien parecía mirarme con incomodidad ante mi acto de silencio, se percató que no iría a ningún lado y que mi rostro llevaba la rabia sobre lo que verdaderamente había pasado con mi gente. Ella se sintió intimidada por mi mirada, girándose y cerrando la puerta con suma brusquedad. Podía jurar que era capaz de golpear a la primera persona que se opusiera a mi, la rabia recorría mis venas y me era imposible creer que viví encerrado dentro burbuja todo este tiempo. Quería arrancarme mi cabello, quería gritar y explotar. Impotencia, era demasiada de grande la que estaba sintiendo. El tiempo no se detenía pero justo ahora deseaba que se pausara, necesitaba retroceder a todo eso que deje atrás. Alce mi mirada como los demás a distancia de mi, ante escuchar el estruendoso grito de rabia que Aliana transmitió por su garganta.
—Cálmate.—le pedí, si, me había atrevido a darle una orden a esta mujer ante ver su descontrol y como transmitía la rabia, tirando cosas al suelo.—Que te calmes, Aliana.—le volví a pedir, viendo como ella me miro de una forma irracional, parecía tener intensiones de reír con sumo sarcasmo.
—¿Tú me vas a pedir que me calme?—me pregunto, alrededor de nosotros nos miraban mientras que ella aún sostenía el arma que me pertenecía.—No me pidas que me calmes, cuando es de mis hijos de quienes hablan, cuando son mis hijos que corren peligros. ¡Míos, mis hijos!—me grito, haciéndome sentir más impotente de lo que ya me sentía.
—Chicos vamos, no hagan esto.—Cole se adentró en medio de ambos, asentí, respirando hondo para calmarme y darle espacio a ella pero no era capaz, no podía.
—¿Sabes algo? Son míos también.—dije con una sonrisa sarcástica en mi rostro mientras respiraba agitado, Cole se distanció cuando vio como me acerqué a ella, él al igual que Alessandra y Manuel, se distanciaron.—No puedes culparme por no haber estado ahí estos años Aliana, no puedes culparme por haber elegido hacer una vida porque tú sufriste, pero más sufrí yo en pensar que no solo te perdí a ti, que perdí a todos los que amo. Y no sabes la ilusión tan grande que tengo por volver allá y poder conocerlos, poder rodearme de los que han sobrevivido junto a ti, poder volver abrazar a mi familia. A mi papá.—le dije con suma sinceridad, con un tono alto y ella se tensó, su rostro se puso opaco y su semblante simplemente cambió cuando me dirigí a ella. Aliana bajo la cabeza, mientras que pude notar como ella negaba y se quedaba aturdida un instante.
—Carl... —ella parecía haberse quedado sin habla, pareció cambiar por un momento y dejar la ruda chica que no permitiría que dañaran a su familia, para convertirse en la chica tolerante que siempre llevó por dentro.—Rick murió... —sus verdosos ojos me miraban mientras que mi piel volvía a sentir ese escalofrío nuevamente, mientras volvía a sentir ese vacío que me atacó la primera vez que pensé que los había perdido a todos.—Él murió tiempo después de que te fuiste... —dijo ella con un tono entristecido mientras que mi semblante también cambió, mi respiración agitada se desvaneció y todo parecía volver a perder sentido, era como si repitiera un capítulo nuevamente.
—Chicos, vámonos... —Alessandra algo compasiva ante la situación que estábamos enfrentando su hija y yo, decidió tomar el paso de darnos esa privacidad mientras que las puertas se cerraban detrás de nosotros y yo aún procesaba el hecho de que realmente Rick Grimes no estaba en vida.
—¿Como pasó?—pregunté, pregunté calmado pero sintiendo ese fuego quemarme por dentro, era una sensación inexplicable. Mire fijamente sus ojos mientras que ella estiró su mano para darme mi arma, la cual recibí y guardé en mi estuche, ella caminó con cuidado por la sala, sentándose en el sofá y tomando aire, como si recordara el día en que él se fue.
—Fueron once meses después de que Alanna y Caleb nacieran... —empezó a decirme, mientras que me quede parado, sintiendo cada parte dentro de mi estrujarse.—Había un puente, lo reconstruían para que fuese más fácil llegar a los comunidades, principalmente a Hilltop. Una horda se dirigía hacia allá y él estaba intentando de desviarla, llegamos muy tarde. Habían unos explosivos, los encontró y se sacrificó, él estaba herido, terminó con eso.—dijo ella de una forma fría y cortante, pude ver en ella un gran semblante de tristeza.—No llegamos a tiempo, así que cada día decidimos buscar su cuerpo pero no pudimos encontrarlo. Michonne estaba embarazada y no queríamos darle falsas esperanzas, hasta el sol de hoy Daryl aún busca su cuerpo.—me continuó diciendo, mientras que me dejaba algo aturdido ante la información que me brindaba.—Se llama Rick Junior, es el mejor amigo de Noah el hijo de Daryl y Natasha, y de Caleb, nuestro hijo.—quería sonreír ante eso pero no podía, la tristeza me consumía.
—Debió ser muy difícil.—fue lo primero que pude transmitir mientras que sus ojos me miraban causándome aún más escalofríos, era como si viese un fantasma, aún no me acoplaba a que ella estuviese aquí.
—Él hizo todo lo posible para construir el mundo que querías, hizo todo lo que pudo.—me dijo ella, estrujándome más el corazón pero mis lágrimas no eran capaces de salir, ni siquiera en esta situación tan dolorosa para mi.—Él amaba a Caleb y Alanna, los amaba realmente.—mire como ella limpiaba de su rostro esas cortas lágrimas que se escurrieron por sus mejillas, mientras que caminé con cuidado al sofá delante de ella y me senté.
—¿Saben de mi?—pregunté curioso, viendo como ella esbozaba una sonrisa, una sonrisa que me tensó pero que me alivió el dolor que sentía, ella asintió con rapidez y continuó limpiando sus lágrimas.
—Cuando nacieron no fue fácil, yo los rechazaba. Cuando perdí a tu padre supe que ellos eran lo único que me quedaban, mientras crecieron mi amor por ellos se hacía inquebrantable, siempre les hablaba de ti o Rick. Saben todo sobre ustedes, los idolatran pero Caleb, él es el más que te idolatra y admira, dice que desea ser como tú cuando grande. Tiene fotografías, tienen tus recuerdos, son así como ellos les llaman.—sonrió ella, aliviado ante saber eso asentí, viendo como ella transmitía el valor de sentarse frente a mi y hablar.
—Lamentó la pérdida de tu bebé.—dije, recordando lo que Sarah minutos atrás había dicho, ella me miro algo ida pero asintió agradecida.—¿Era de Jayden?—pregunté más curioso y ella rápidamente negó pero pude ver la tristeza que su semblante transmitió ante mencionarle aquel nombre.
—Jayden amaba a Rosita.—me dijo, dejándome algo sorprendido ante eso.—Iban a tener un bebé.—sonrió ella, como si recordara pero un pedazo de alegría se me traspasó al corazón.—Cuando te "fuiste", la guerra se hizo más grande pero logramos vencerlos. Hicimos un pacto de paz y los se unieron a nosotros, tu padre logró que Negan sobreviviera, al sol de hoy paga su condena en una cárcel que está en Alexandria.—me contaba ella mientras que más preguntas llegaban a mi, más curiosidad.
—¿Todo este tiempo él fue tu padre?—pregunté, ella confundida ante no tener idea de cómo yo sabía esto, asintió.—Hay muchas cosas que ahora me encajan.—le comenté, viendo como ella comentó pensar igual que yo.—¿Donde está Nathan?—su rostro definitivamente cambió al hacer esa pregunta, pude ver como el aire le faltó, cómo abrió sus ojos grandemente y como pareció dolerle el hecho de preguntar por él.
—Lo maté con mis propias manos.—un escalofrío recorrió mi cuerpo ante sus palabras tan frías, ante ver como ella me miraba dolida.—En venganza por tu "muerte".—esa confesión me había sacudido la cabeza, me quede aturdido mirándola y dándome cuenta del grave sacrificio que esta mujer frente a mi comentó. Suspire, bajando la cabeza y analizando todo lo que me decía.—Aún así valió la pena, si él estuviese aquí, yo no estuviera aquí. Natasha no hubiese estado mucho tiempo tampoco... —susurro ella, mientras que levante la cabeza mirando sus expresiones de tristeza.
—Lo lamentó tanto Aliana pero tanto... —estire mi mano tocando su mano y viendo como ella me miro extrañada, poco a poco distanció su mano de la mía, mientras que disfrute el poco tiempo que nuestras manos hicieron contacto, fue como un gran dejavú que disfrute revivir.—¿Sabias que estabas embarazada?—pregunté, volviendo al tema principal y notando como ella aún se sintió incómoda ante nuestro tacto.
—Si.—me confesó, mientras que llevo sus manos a su estómago y pareció desear que ese bebé se hubiese salvado.—Alfa no solo me quito a Jayden... —la mire, viendo la rabia en su rostro, viendo como ella no daba la respuesta que quería y era saber quien había dado fruto a esa criatura en su vientre.
—Espero que con el tiempo pueda tener la libertad de conocer a mis hijos.—dije, levantándome del sofá para retomar mi camino a la salida, cogí mi chaqueta del guarda ropa ante la noche algo fría, colocándomelo y sintiendo el calor en mi cuerpo.
—¿A donde vas?—me pregunto ella curiosa, me gire, mirando como Aliana me miraba fijamente. Veía como realmente había cambiado y que dentro de mi estaba aún ese sentimiento tan hermoso que creció con ella.
—Lo curioso de todos estos años Aliana es que antes de dormir siempre mire las estrellas, con la ilusión de que tú también las estuvieses viendo.—ella se tensó ante lo que dije, y camino con lentitud hacia mi, abriendo la puerta y viendo el porche vacío.
—Nunca deje de mirarlas... —me susurró para salir hacia el porche, no tarde en seguirla mientras que ambos algo distantes nos quedamos frente a las barandas de la casa de Alessandra.—Incluso Alanna y Caleb solían mirarlas de mil en cíen conmigo, siempre me hacía sentir que estabas cerca pero jamás pensé que estuvieses tan cerca.—me dijo, mientras que me quede en silencio junto a ella.
Mire como su mirada estaba puesto en el cielo nocturno y estrellado, viendo las miles de estrellas que se reflejaban como una señal de esperanza, o de calma. Estando a su lado podía sentir la paz pero siempre estaba claro que antes de una paz se avecinaría una gran tormenta y estaba seguro que la próxima tormenta era una que no sería capaz de perderme, sería una en la cual estaría adentrado profundándome. Me quede aún lado de ella, observando su rostro y como parecía acoplarse al hecho de que luego de casi siete años ambos nos habíamos encontrado de una forma inesperada, como si el destino nos hubiese conectado, como si juntos tuviésemos un propósito que terminar. No podía sacarla de mi cabeza estos años donde ya no la tenía y ahora que ella estaba aquí, no podía dejar de pensar menos en ella, era como si verla ahora fuera mucho mejor que verla en los años pasados. Su madurez, su fuerza y la valentía que demostraba para lidiar con todo esto me dejaba saber que el fruto de nuestro amor, lo cual son nuestros hijos, estaban siendo educados por la mujer más fuerte que nunca jamás había conocido. Junto a ella baje las escaleras del balcón, caminando por las aceras de aquella nueva comunidad para ella, mientras que ambos mirábamos al cielo estrellado, dando un paseo al pasado porque hay cosas que nunca cambian y una de esas cosas es el amor.
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