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30

Lo que es el amor.

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Estaba sentada en el borde de la cama de aquella camilla. Sabía que podríamos irnos a casa, pero por alguna razón aún quería que la bebe estuviera visible para aquellos que conocían sobre este proceso, quería estar segura antes de tener que irme y llevarla a su hogar, su lugar más sagrado y donde siempre estaría protegida. Mis brazos la cargaban, estaba envuelta en unas sábanas con sus ojos abiertos. Sus ojos eran algo grandes, estaba tan despierta que no podía evitar sonreír con mis ojos humedecidos. Era emoción. Esta sensación que sentía era lo que quizás deseé sentir el día en que nacieron mis dos primeros hijos. Empapada de tristeza y abrazada por la depresión, no podía dejar de sentirme culpable él no disfrutar mi primer embarazo por los acontecimientos que me pusieron sedentaria a la felicidad. La muerte que creí haber vivido me afecto. Cuando estaba tan segura que Carl se había ido para siempre, eso me hizo ver el mundo de una manera grisácea y opaca, hasta que pude aprender amar a mis hijos y entender que ellos eran el único color de mi vida. Ahora eran tres. Mis hijos serían siempre tres, así como lo fuimos mis hermanos y yo.

—Aliana.—limpie mis lágrimas, las cuales cayeron en su rostro, sorprendida la sangre seca se esparció. Pronto le daríamos el primer baño a esta criatura tan péquela y hermosa, estaba ansiosa de poder hacerlo, porque el primer baño de mis bebes fue dado por Rick y Michonne.—Están aquí.—indicó Ethan, asomado por la puerta.

—Pasen.—accedí, levantándome de la cama con algo de dolor en mi cuerpo, estaba exhausta y sentía débil cada parte de mi.

—Niños, entren, en silencio.—pidió Ethan, ampliando la puerta para mostrarme como aquel par de niños venían con una genuina sonrisa.

—Hola.—les salude con emoción, ellos se detuvieron en seco mirándome.—¿No me darán un abrazo?—les pregunté, haciendo un puchero.

—No queremos lastimarte. El tío Daryl dijo que podrías estar débil.—sonreí de lado por la iniciativa tan hermosa de mis niños ante el comentario de Alanna dirigido a mi, incluso del ausente hombre que parecía estar emocionado por la llegada de este nuevo bebé.

—Yo si quiero.—afirmó Caleb, caminando para así abrazarme de lado con tanta sutilidad, dándose paso para que Alanna me sonriera y abrazara igual; me incliné incómoda para besar cada una de sus cabezas, era madre y era fuerte.

—¿Quieren verla?—les pregunté, ellos asintieron emocionados, asentí para así acercarme a la camilla y recostarme; Ethan se acercó ayudando.

—Mamá, ¿puedo cargarla primero?—me preguntó Caleb, quedándose de pie aún lado de mi.—Por favor, ¿puedo Ethan?—se giró para mirar a Ethan, quien puso su mano en el hombro de este para darle una afirmación segura.

—Con cuidado, pon tus manos de esta manera.—le decía Ethan, mientras que Alanna se sentó en la camilla conmigo, ella bajo la cabeza para ver cómo Caleb sostuvo en brazos a su hermana por primera vez, abriendo sus ojos y haciendo una expresión de asombro por completo.

—No pesa nada.—exclamó Caleb, sonriendo.—¿Como se llama?—se preguntó aún emocionado.

—Daryl y yo decidimos que Bianca Eliana estaría bien.—respondió Ethan, poniéndose a la altura de Caleb.—Bianca por si nacía en estas fechas, realmente fue improvisado pero me gusta.—detalló él, rasgando su nuca.—Eliana es una combinación de mi nombre con el de su madre.—añadió, mientras que Caleb lo miraba.

—Es muy bonito.—opinó Alanna, mirando a Ethan quien asintió agradecido.

—¿Por qué aún tiene sangre?—se preguntó él, mirándola curioso mientras que se sorprendió cuando chupo su dedo.

—Creo que no se debe bañar hasta unas horas después de que haya nacido. ¿No es así, mamá?—se preguntó Alanna, sentada en el borde de la camilla, mirándola con curiosidad.—Bueno, eso lo dijo Alessandra.—comentó ella.

—Puedes limpiarla mi amor.—le dije a mi hijo, quien levantó la cabeza sonriente.—Se sutil.—pedí con mi voz ronca, estaba fatigada.

—Mi hermanita.—musitó él, limpiando la sangre seca con ayuda de Ethan, de una manera sumamente suave con el pañuelo; sonreí ante la imagen ante mi, Alanna les veía igual, aislada.

—¿Qué sucede?—le pregunté a ella, notando su recelo, Alanna bajo la cabeza mirando sus manos.

—Ya no seré tu única hija.—expresó, entristecida.—Ahora tendrás dos.—afirmó, con pena.

—Las dos serán mis princesas.—afirme, inclinándome ante ella para acariciar su cabello.

—¿Lo prometes mamá?—me pidió insegura, la abracé fuertemente para besar su cabeza.

—Lo prometo.—musité, viendo en si como Ethan sonreía, mirando detenidamente a Bianca.

Fue una tarde bonita. Una donde todos vinieron para ver la amplia familia que renacía en este día. No podía negar que se sentía como hace años atrás, cuando mis dos pares llegaron al mundo y todos yacían emocionados por darles la bienvenida. Fue diferente aquella vez, pero si hay algo igual a este día, es que todos los que me vieron crecer se conmocionaban por ver qué continuaba creciendo. De eso podía deducir que entre esas personas, Michonne se sentía así. La pude ver en el margen de la puerta sonriéndome ampliamente, si bien cuando llegue al grupo de Rick por primera vez ella siempre estaba en conjunto con Carl. Éramos queridos y cuidados por todos, pues él y yo nos convertimos en la sombra de cada uno de ellos, los mismos que luego protegían a Judith de todo mal, pero jamás imaginé que después Michonne y yo creáramos un vínculo tan fuerte que ambas no podemos decidir sin una a la otra. Aunque también podía admitir que extrañaba mi vínculo con Maggie y el haber perdonado su ausencia me ha hecho sentir mejor incluso conmigo misma, porque extrañaba a la mujer que me cuido de la oscuridad cuando más lo necesite. Ella también era como mi madre.

Añadía a Rosita, incluso a Carol y a nuestra querida Tara. Cada una de esas mujeres que Rick guió hacia la victoria porque confiaba en ellas, me cuidaron de la manera en que siempre soñé. Y me alegraba que fueran parte de esta etapa, me alegraba más que nada el que pudieran amar a mis hijos y cuidarlos como cada uno de ellos me cuido a mi en el momento en que lo necesite. Porque inclusive después que partí al santuario, ninguno de ellos se dio por vencido hasta traerme de vuelta aquí. Sonreí en emoción con la llegada de mi papá, el antiguo líder de los salvadores se había convertido en un padre de familia que cuidaba y atesoraba a sus nietos. Sostenía a Noah de la mano, quien conocía a su prima y me dejaba ver como sus facciones eran similares a las de Daryl, a excepción de sus ojos verdosos que enmarcaban la herencia de su fenecida madre. Abracé y bese a mi sobrino, como también a nuestro pequeño RJ junto a Judith y Gracie quienes vinieron acompañados de Aarón para conocer a Bianca, pero no hubo emoción más bonita que la de los hermanos Martinez cuando la sostuvieron en sus brazos.

—Creí que la noche nunca llegaría.—musitó Ethan, sentado en el sofá aún lado de la camilla; Ethan la habría movido para estar cerca de mi.

—Yo tampoco.—afirme mirando la ventana y como fuera de eso la noche había llegado, me quede sentada en el borde de la camilla.—

—¿Como te sientes?—me preguntó mientras me veía desenredar mi húmedo cabello, tenía puesta una ropa bastante cómoda, pero por costumbre mis zapatos continuaban aún lado de la camilla.

—Estoy bien. Algo cansada.—expresé caminando hacia él para sentarme a su lado y sonreírle.—Dime, ¿como se siente?—le pregunté, viéndole.

—He sentido esto desde que conocí a tus hijos, pero esta ves se siente más intenso el poder sostener a mi hija en mis brazos. No puedo explicarlo, pero el mundo se ve con más color.—respondió, mirándome sonriendo.—Gracias por esforzarte, lo hiciste genial.—me reí ante eso, rozando su hombro para estirarme y mirarla.

—Es hermosa.—comente yo, para así ver cómo Ethan sonreía ampliamente.—Una muñeca.—añadí.

—Lo es, ella y Alanna son mis hijas soñadas.—expresó, meciendo a la bebe que yacía bañada y alimentada, la había lactado antes de ducharme.

—Si Caleb te escucha... —susurré, acariciando la pequeña manita de Bianca, quien tenía sus ojos cerrados, ella era realmente pequeña.

—Él también es mi hijo soñado.—defendió, mirándome.—Puedo dejarla contigo e ir con ellos, no quiero que estén solos en la casa.—dijo.

—No te preocupes, Michonne me ha dicho que Carl está con ellos.—comente, viendo a Ethan asentir.—Esperaba que viniera a conocerla.—musité en un hilo de voz, para así notar como Ethan frunció el ceño.

—No es su hija Aliana, era obvio que no vendría.—expresó, él no sonó hostil, pero tampoco sutil.—Pero no te preocupes por eso, no significa que no la vaya aceptar, se que él la querrá también.—me pidió, inclinando su brazo para acercarme a él y besar mi cabeza.—Mira lo que maravillosa que eres, trajiste a esta niña al mundo. Yo no hubiera hecho eso, en el segundo puje estuviera desecho.—comentó riendo por lo bajo en medio de su halago, lo abracé agradecida.

—Lo hemos hecho juntos.—musité, abrazada a él.—Este es el fruto de nuestro amor.—indique.

—Eso no lo sabes aún.—Ethan y yo nos soltamos en si para ver cómo la puerta de la enfermería yacía abierta, pudimos ver a Carl con su camisa de cuadros manga larga puesta encima de una camisa blanca que tenía por debajo.

—Vamos amigo, ¿cuando lo vas a superar?—le preguntó Ethan en un tono bajo, sentado en el sofá decidí levantarme para dirigirme a Carl.

—Carl, espera.—pedí, pero él salió por la puerta sin decir nada, para así caminar rápidamente con el intento de seguirle; apreté mis labios, realmente no quería correr después de dar a luz.—Carl.—volví a llamarlo en cuanto bajo los escalones del balcón de la enfermería, girándose para verme.

—No, lo siento Aliana. No voy a esperar a que decidas por mi.—musitó, mirándome.—Se que no es justo para ti, pero tampoco es justo para mi, incluso para ese imbécil.—exclamó, agitado para girarse e irse sin decirme absolutamente nada.

—Mierda, mierda.—me repetía a mi misma, llevando mis manos entre mi cabello para así girarme y adentrarme a la enfermería, dando vueltas en medio de la frustración donde vi a Ethan acercarse a mi.—Ethan.—lo llame.

—Aliana, ve con él.—pidió, dejándome desconcertada, negué rápidamente para así sentir como con la palma de su mano acarició mi rostro.—Es a Carl a quien quieres. Lo entiendo, y me he tomado este tiempo para poder aceptarlo.—musitó, mirándome detenidamente.—Se que el escogerlo a él no significa que dejes de amarme. Pero, estoy complacido porque me enseñaste que siempre habrá una nueva oportunidad en la vida y esto lo demuestra, Aliana, puedes escoger libremente sin sentir que me harás daño porque me has dado el privilegio más grande y honorable que un hombre puede tener; ser padre.—afirmó.—Te amo y te amare siempre, incluso a tus hijos que no son míos, pero es porque te amo que necesito que escojas lo que realmente te hará feliz, no lo que deseas, nunca será lo mismo desear y querer, por eso te pido esto ahora, Aliana ve con Carl.—solloce en medio de sus palabras para abrazarlo fuertemente, teniendo cuidado de no aplastar a mi hija.

—Ethan, lo lamento tanto.—dije, sintiendo como su abrazo fue tan afligido que pude sentir su duelo, el hecho de aceptar que me tenía que dejar ir me costó que no quisiera dejar de abrazarlo.

—No tienes que lamentar nada. Fue bonito mientras duro.—musitó riendo con sus ojos humedecidos.—Ve con él. Yo continuaré practicando como dormir a un recién nacido.—dijo con sus ojos abiertos grandemente cuando noto que Bianca abría sus ojos y se removía.—Vete antes de que me arrepienta y te haga dormirla.—continuó incitando, moviéndome hacia la salida de la puerta.

Limpie las lágrimas que querían escaparse de mis ojos para así bajar los escalones del balcón de la enfermería y caminar por la acera. No quería correr, inclusive caminar me hacía sentir pesada, pero lo único que quería también era llegar hasta Carl, porque era la primera vez en tanto tiempo que mi estómago se revolcaba de mariposas por los nervios que me hacía sentir el verlo. Fue eso que me hizo entender que siempre sería él. Porque incluso después de seis años, Carl me hacía sentir como el comienzo, donde nuestros ojos se cruzaban de manera constante cuando vagábamos por las calles sin rumbo alguno. Incluso esos días donde descubrimos esta comunidad por primera vez, donde Carl solía siempre recurrir a mi de una manera segura y confiada. Ambos éramos nuestro lugar seguro en medio de este caos interminable, me enamoré de Carl por sus virtudes y determinaciones, por su mirada azulada que me seguía a cualquier rincón. Era Carl lo que mi corazón quería, lo que anhelaba y anhelo por seis años, y aunque la etapa que viví con Ethan fue hermosa y de reconocimiento, me hizo saber lo que quería y era esto. Subí los escalones del balcón de mi casa desesperada, abriendo la puerta.

—Carl.—lo llame al verlo sentado en el sofá, sabía que volvería aquí para cuidar a los niños y mi mirada fue tan penetrante que se levantó del sofá sin decir nada.

—Aliana, ¿qué haces aquí?—me preguntó, apretando mis brazos.—Tienes que descansar.—decía, evadiendo lo qué pasó hace minutos atrás.

—Necesito que me escuches, por favor.—le pedí, pero Carl me llevaba directamente a la puerta.

—¿Para qué?—me preguntó reacio.—¿Por qué no hablaste allí mientras estabas abrazada de Ethan?—me preguntó, haciéndome abrir la boca con una risa por sus celos tan extraños, y es que han pasados años desde el ultimo celaje de Carl.

—No seas infantil.—le pedí, quedándome detenida en el margen de la puerta.—Además, no puedes echarme de mi casa, idiota.—exclame, ofendida para ver cómo Carl respiraba hondo.

—Supongo que no me queda más opción que oírte.—indicó, abatido en frustración.

—Ha sido cruel hacerte esperar aún sabiendo que desde el principio quería tenerte a ti.—musité, mirándolo detenidamente mientras me sostenía.—Carl te amo, te amo desde siempre y quiero que terminemos lo que empezamos, juntos.—pedí.—Se que no será fácil, y me da miedo volver a empezar de cero, pero es lo que quiero hacer. No importa lo que piensen los demás, si piensan que soy una cualquiera que lo piensen, lo único que me importa es que tú y mis hijos sepan lo qué hay adentro de mi, y lo que tengo para darles es amor.—expresé, dirigiendo mis manos hasta sus mejillas, acariciándolas suavemente.—Así que Carl...

No pudo dejar que terminara, Carl me envolvió en un fuerte abrazo donde me hizo escapar los mil suspiros que me hizo soltar desde que aprendí a lidiar con su ausencia. Le devolví el abrazo, y esta vez lo que mis ojos veían eran más extenso de lo que vi esta mañana. Veía el mundo de color nuevamente, ya no solo veía una parte, ahora podía ver como nuevamente todo se llenaba de colores, incluso esos recuerdos donde yacía en mi cama recostada en medio del llanto y el dolor, dejaron de verse tan grisáceas como las veía en cuanto los labios de Carl y los míos rozaron de una manera suave. Era el amor. Eso que ambos sentíamos era amor, uno fuerte que nos hacía sentir parte del uno al otro, así que lo bese como siempre desee besarlo, con ese anhelo de aflijo que habitaba en mi corazón desde el primer día que viví sin él, ese día tan amargo que me hizo perder las esperanzas de vivir volvía ahora por completo. Sonreímos mirándonos para abrazarnos fuertemente, se sentía como cuando éramos niños y no podía evitar sentirlo, todas esas energías perdidas volvieron a mi porque era una niña cuando las perdí y era una parte de mi que necesitaba en mi camino a la adultez, todos los colores habían vuelto.

—Te lo dije.—Carl y yo nos giramos para levantar la cabeza, visualizando como Caleb hablaba dirigiéndose a su hermana, ambos mirándonos a través del barandal de las escaleras.

—¿Desde cuando están ahí?—pregunto Carl, curioso, para verlos reírse.

—Desde que mamá abrió la puerta fatigada.—respondió Caleb, haciéndome reír.

—¿Qué le dijiste?—le pregunté curiosa, abrazada de Carl para verlos sonreír tan cómodos.

—Que ambos volverían a estar juntos como cuando eran niños.—culminó en decir Alanna.

—Vengan acá.—pidió Carl, para así ambos extender nuestros brazos y ver correr a nuestros hijos hacia nosotros, abrazándonos fuertemente, Carl y yo nos miramos para chocar nuestras frentes, esto era todo, esto era el amor.

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